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Los primos 2

en Sexo Oral

El presente relato es la continuación de “Los primos” donde Rubén y Tania, unos primos que están pasando un verano muy caliente, empiezan a conocerse a fondo ¡Espero que os guste!

Los primos: http://www.todorelatos.com/relato/113744/

Los primos, segunda parte: una noche muy movida.

                Había trascurrido dos semanas desde las visitas de su prima y Rubén aún fantaseaba con el cuerpo desnudo de Tania, con esas tetitas turgentes y erguidas tan seductoras. Soñaba casi cada noche con chuparle los pezones y agarrarla de las caderas… eeeen fin, que estaba salido como una moto y había adquirido como rutina masturbarse una o dos veces al día pensando en aquella diosa. La pena es que sus tíos vivían demasiado lejos, en todo el centro de Madrid (recordemos que Rubén vivía en un pueblecito de la periferia) y los primos se veían con muy poca frecuencia.

Durante unos cuantos días, a Rubén le tentó la idea de escribirle algo por whatsapp, iniciar una conversación y un acercamiento, para ver qué pasaba. Pero no se atrevía, los nervios le podían y prefería con mucho fantasear y cascarse unas cuantas pajas pensando en Tania que sufrir por intentar relacionarse con ella. Le daba morbo aquella chica tan desinhibida y cercana, pero era su prima al fin y al cabo ¿y sí se enamoraba de ella? Eso no sería nada bueno: enamorarse de su prima le convertiría en un depravado. Todo el mundo ha oído historias acerca de los matrimonios entre primos que luego le salen los hijos tontos. Era mucho mejor no tentar a la suerte y vivir en calma.

                Estos pensamientos volaban por su mente una tarde de principios de agosto, cuando su madre y su padre muy arregladitos y oliendo a colonia le informaron de que iban a aprovechar la tarde de sábado para bajar a la ciudad a comprar unos muebles para el salón.

                ─Hijo, escucha anda que ya nos vamos a Madrid a por los muebles, pórtate bien y para cualquier cosa llámanos.

                ─Vale ─le dijo Rubén a su madre con desgana ¡Qué ya no era un crío, coño, que tenía 15 años!

                ─Tienes un par de pizzas en la nevera. Te las puedes hacer para cenar.

                ─Ok ─¿Para cenar? ¿Pero tanto iban a tardar en comprar los muebles? Apenas eran las seis de la tarde, les daría tiempo de sobra a venir a cenar─. ¿Vais a cenar por ahí?

                ─Sí hijo, que después de los muebles vamos a ir a casa de la tía. Tomaremos una merendola y probablemente picaremos algo en el centro comercial, así que no tendremos ganas de cenar cuando vengamos.

                ─¿QUÉ? ─exclamó sobresaltado Rubén─. ¿Dónde la prima Tania?

                ─Pues sí. Donde la prima, que hace mucho que no les vemos.

                ─¡Pues voy con vosotros! ¡Anda que avisáis!

                ─¿Qué mosca le habrá picado? ─preguntó el padre a la madre mientras el muchacho se marchaba a todo trapo para vestirse adecuadamente.

                La iba a ver otra vez. Coño, estaba muy nervioso. Y además en terreno visitante. Se tenía que poner muy elegante así que se puso una camisa de lino blanco y unos pantalones cortos grises a cuadros, con las playeras gastadas. Trató de peinarse pero tenía el pelo demasiado corto y se echó colonia de la cara, de la de Armani. Perfecto, dentro de lo posible. Bajó rápidamente las escaleras y, junto a sus padres, emprendió el camino a la ciudad, a casa de Tania. En el coche, los dos progenitores se burlaban del muchacho por sus cambios de ánimo y por su repentino gusto por los paseos.

                ─Mírale, al pequeño ermitaño le apetece dar una vuelta ─decía la madre.

                ─Sí, quién lo iba a pensar. Nada menos que a comprar muebles y de visitas familiares.               

                ─Bueno, tampoco le deis mayor importancia. Es que me apetecía ver a Tania ─respondió Rubén intentando que tampoco se dieran cuenta de la enorme influencia que la primita ejercía en él.

                ‒Al final tiran más dos tetas que dos carretas ‒soltó su padre divertido.

                ‒Joder papá, que es mi prima.

                ‒Más dos tetas que dos carretas…

                La tarde de compras fue francamente aburrida. Su madre debió mirar unos mil muebles, todos prácticamente iguales y, al parecer, ninguno era el adecuado para lo que buscaban. El que no era demasiado grande tenía un acabado muy juvenil o no pegaba con la decoración del resto de la casa. Encontraron una cómoda perfecta, de cerezo y con unos elegantes y curveados acabados. Francamente bonita y parecía sólida. Pero claro: esa era muy cara. Y así toda la maldita tarde. Rubén se aburrió como una ostra paseando y merodeando por el gran almacén. Cuando llevaban casi dos horas mirando cosas se dedicó a buscar asiento en toda silla, cama o poyete que encontró. El único rato divertido de las compras fue la merienda en el restaurante del centro comercial, donde comieron perritos calientes con crujiente cebolla y un sabor extrañamente parecido al plástico en las salchichas. Pero estaban ricos. A eso de las ocho y pico, cuando el sol ya comenzaba a ponerse y dejaba respirar a los madrileños (el verano es realmente fuerte en Madrid), subieron al coche con un par de muebles en el maletero y pusieron por fin rumbo a donde los tíos. Vería a Tania, y el corazón comenzaba a bombearle sangre con fuerza, especialmente a la entrepierna.

                La casa de sus tíos era un segundo piso, con mucha luz y mucho espacio. Entraron y enseguida el fresquito del aire acondicionado les reconfortó. Los primeros momentos, de saludos y besos, fueron francamente asquerosos para Rubén porque no le gustaba nada la ceremonia de los dos besos ni los reencuentros tras mucho tiempo ni las preguntas trilladas de siempre: “qué tal” que “cómo va eso” y que “qué tal llevas los estudios” o cosas similares. Rubén respondió con monosílabos para acabar cuanto antes el interrogatorio. Y mientras tanto buscaba a Tania con la mirada. La morena no había acudido a saludarlos y el muchacho comenzó a preocuparse. Caray, si después de aquel paseo aburridísimo a por los muebles y los besos familiares resultaba que su prima no estaba en casa ¡menudo fracaso!

                ─Oye tía, ¿Y Tania no está en casa? ─preguntó incapaz de aguantar la incertidumbre.

                ─¿Tania? ¿A estas horas y en verano? Qué va, majo. A estas horas en verano Tania siempre anda dando paseos con sus amigas.

                ─Ah, vaya.

                ─Pero bueno, qué carita ─le dijo su madre─. Pues sí que os habéis hecho amiguitos tu prima y tú ahora ¿no?

                ─Sí bueno, hace un par de semanas hablamos y eso y al parecer tenemos algunas cosas en común ─respondió el alicaído Rubén.

                ─Bueno, bueno. Pues espera que le pongo un guasap de esos. Lo mismo está cerca y te puedes ir a dar una vuelta con sus amigas. ¡Qué las hay muy guapas! ─dijo socarronamente su tío. Para guapa tu hija pensó Rubén.

                ─No, de verdad que quiero ser un estorbo. Ya nos veremos más adelante.

                ─Tonterías. Seguro que a Tania no le importa nada venir a buscarte.

                Su tío le puso el bendito mensaje de whatsapp a su prima que, encantada, quedó en ir a recogerle en cinco minutos pues apenas si estaban en el parque de la esquina.

                ─Oye Rubén, cariño. Tampoco te puedes ir muy lejos con tu prima porque nos tenemos que ir. Que ya sabes que luego hay retención si nos quedamos hasta muy tarde ─intervino la madre de Rubén aguándole la fiesta.

                ─Ah, bueno… pues que se quede aquí el chaval a dormir ¡así coge aire y le podemos ver un poco, que no le vemos nunca! ─respondió su tío.

                ─¿Seguro? ¿No será demasiado? No ha traído pijama ni nada.

                ─Nada de eso. Estaremos encantados. Y puede dormir donde Tania, que tiene una cama nido de esas que salen de debajo de la otra. Por el pijama no hay que preocuparse: una camiseta vieja y unos pantalones cortos de hacer deporte y va que chuta. No hay ningún problema ¿a ti te apetece quedarte, Rubén?

                ─Ehhhh ─un maremágnum de cosas pasaban por su mente. Dormir fuera de su casa no le gustaba nada en absoluto porque él era un chico muy cerrado e introvertido y realmente lo pasaba mal cuando dormía fuera. Le gustaba levantarse y desayunar a su antojo, saber dónde está el baño en mitad de la noche y esas cosas. Pero claro, si dormir fuera era para hacerlo junto a su exuberante y morbosa prima la cosa cambiaba─. Pues sí, claro que quiero. Espero que no sea una molestia.

                ─¡Exceeelente! ─dijo con alegría su tía y se fue a prepararle la camita.

                Entonces la puerta de la calle se abrió y  apareció Tania por la puerta con una sonrisa maliciosa, como siempre. Llevaba el pelo negro y ondulado algo revuelto y la blusa transparente colgaba con lindeza sobre sus hombros y dejaba vislumbrar un sostén rosita y blanco. El pantaloncito azul apenas si cubría su culo. Decididamente iba fresquita. Besó a toda la familia y les saludó con encanto y después agarró a Rubén de la mano y se lo llevó afuera. Cuando ya empezaban a bajar las escaleras, la madre de Tania les chilló: “¡Hija!, trata bien al invitado, que se queda a dormir” Una enorme sonrisa se le dibujó a la muchacha en la boca y, con los ojos brillantes le comentó:

                ─¿A dormir te quedas? Te advierto que aquí no tenemos duchas extrañas para refrescarnos de los calores…

                Rubén no sabía que decir así que se hizo el despistado y siguió a aquella increíble mujercita que con catorce años y apenas metro y medio de estatura se había convertido en toda una diosa para su imaginario sexual. Y con merecimiento.

*****

                El parque al que se dirigían estaba muy cerca, a tan solo dos calles. Era un parque normal, con columpios y algún niño que jugaba mientras sus madres chismorreaban en los bancos. Precisamente en el banco más alejado, cerca de unos arbustos y bajo un gran árbol, estaban las amigas de Tania. Eran tres chicas y un chaval. Una de las muchachas parecía más mayor, como de unos veinte años, vestía con pantalones con vuelo y blusa algodonosa sin sostén. El pelo recogido en con una cinta, largo y con rastras la atribuían el aspecto inconfundible de una hippy. Además, la joven se estaba fumando un porro, el olor era inconfundible. La chica que estaba a su lado era parecidísima, aunque más aniñada porque sin duda era su hermana pequeña. Tenía la cara más dulce que Rubén había visto en su vida, y le pareció terriblemente guapa. Tampoco tenía aspecto hippy, sino que iba vestida con una camiseta de tirantes amarilla y unos pantalones cortos blancos. También la hermana pequeña echaba de vez en cuando una calada al porro de la hippy, con la emoción y los nervios propios de alguien que no fuma droga demasiado a menudo. Justo en el extremo opuesto del banco estaban los otros dos: ella algo rellenita y con gafas, él con una camiseta de tirantes apretada y la gorilla ladeada sobre la cabeza indicando claramente que era un chulo y un macarrilla. Ambos se hacían carantoñas, por lo que debían ser novios. De vez en cuando el chico intentaba marcar músculos, aunque estos no eran muy vigorosos. Rubén los miró y sin duda le parecieron una pareja bastante desagradable, prefería con mucho a las dos hermanas. 

                ─Estas son Lidia y Marta ─le dijo Tania señalándolas. Marta era la mayor, la hippy que fumaba el porro, y Lidia la de la cara de muñequita─. Y estos dos que andan siempre pegados son Eva y Rober, su novio.

                ─¿Pegados? Egje la Eva es mucha Eva y siempre apetece pegarse bien a ella ─dijo el macarra haciendo un grosero gesto con la lengua dirigido a su novia y tocándole una teta de refilón.

                ─Yo soy Rubén ─dijo intentando que no se le notase cara de asquete.

                ─Rubén es mi primo. Es un poco tímidillo y cerrado al principio pero es buen chaval y bastante majo.

                ─Se le ve bastante pipiolo ─fue el recibimiento de Marta.

                ─Anda, hacedle un hueco ─dijo Tania.

                Rápidamente Lidia se echó para un lado y dejó espacio a Rubén, que se sentó entre las dos hermanas. Ambas comenzaron a preguntarle cosas intentando mostrar interés. Que si los estudios, que qué música le gustaba, que qué hobbies tenía, y etc. Parecía que la hippy lo hacía por educación, porque pasaba bastante y estaba más preocupada porque el porro no se le apagase. Lidia sin embargo le miraba con los ojitos grandes y sonriendo coquetamente. Rubén se estaba poniendo un poco nervioso pero la verdad es que la chica era amable con él.

                ─Pues me ha dicho Tania que te gusta el scalextric ¿qué raro no? No es un juego muy común ─le preguntó en ese momento Lidia, ruborizándose un poco ¿Joder, Qué le habría contado Tania, pensó Rubén con amargura? ¿Iría con segundas el comentario? Que tensión. Sí coño, claro que iba con segundas. Lo sabía todo y estaba haciendo el ridículo.

                ─Bueno, tampoco es que me guste mucho. Alguna partida los veranos pero poca cosa.

                ─En verano es que se pueden hacer muchas cosas ─sugirió Lidia sonriente a lo que Rubén bajó la mirada rojo como un tomate. Qué vergüenza.

                ─Coches y tíos. Tíos y coches. Fútbol y coches y tíos ─intervino Marta, evidentemente fumada─. ¡Cómo sois! Hasta desde pequeñitos os gustan los coches chiquititos ─dijo sonriendo a Rubén─ y los músculos chiquititos ─ahora miró a Rober, que seguía tocándole como al descuido las tetas a Eva. El macarra se soliviantó bastante.

                ─¿Cómo que músculos chiquititos? Ya quisieras tú, zorrón. Mira ─y sacó molla intentando impresionar.

                ─¿El qué tengo que mirar?

                ─Vete a la mierda, guapa. Compara mis músculos con los del esmirriado este ─saltó Rober poniéndose junto a Rubén y comparándose. Evidentemente Rubén era muy delgado y los músculos de Rober en comparación eran bien grandes.

                ─Qué Rubén esté delgado no te convierte a ti en un machote musculoso, chaval.

                ─La pedazo de polla que tengo sí que me convierte en un machote, guapa. Un buen pollazo es lo que quieres, que lo sé yo.

                ─Eh, pues no catas ─comentó Eva airada contra la hippy, que se reía quedamente.

                ─¿Un buen pollazo? Si ahora mismo necesitase un buen pollazo me iba con el delgadito de Rubén antes que contigo ─le dijo Marta mientras se reclinaba dejándoles ver su escote. Al parecer a la hippy de Marta el sujetador le parecía innecesario, así que al inclinarse tanto Rubén como Rober tuvieron plena visión de sus tetas. La polla de Rubén dio un saltito ¡joder con las amiguitas de su prima! ¿Serían todas tan morbosas?

                ─Oye, deja a Rubén que no es de tu edad ─Lidia entrando en la conversación. Su prima era la única que parecía al margen. Estaba sentada en un bordillo mirando las musarañas y, para sorpresa de Rubén, se estaba fumando un porro ella solita.

                ─Ni  tampoco para la tuya ─se defendió la hippy─. Cuando yo tenía tu edad aún no andaba pensando en pollazos, sabes. Hay que ir poco a poco, quemando etapas.

                ─¿Y tu antes de andar por ahí follando con perroflautas como ahora qué es lo que hacías? ─preguntó el macarra─. ¿Mamar pollas o qué?

                ─Hay, que chico tan bruto. No sé cómo le aguantas. Bueno, es tarde ya ¿nos vamos hermanita? Total, para lo que hay que aguantar.

                Las hermanas se fueron riéndose, y Lidia mirando por el rabillo del ojo a Rubén, que se puso un poco nervioso ¿le habría gustado a la muchacha? Al poco se marcharon también Eva y el macarra quedándose al fin solos los dos primos sentados en el banco. Rubén no sabía muy bien si le había gustado interactuar con las amigas de Tania. Ambos estaban quietos y callados. Tania parecía estar bajo los efectos de la droga y debía de estar disfrutando de la modorra de la marihuana, Rubén la miraba y no sabía muy bien cómo seguir con aquello. Y tenía hambre.

                ─¿Qué te han parecido mis amigas?

                ─Bueeeeeno…

                ─Te aseguro que por muy bien que jueguen al Scalextric yo soy la mejor de todas en los momentos cumbre. No sé si me entiendes.

                ─Ehm, no sé ─dijo Rubén. Parecía que Tania quería decir algo así como “aquí la diosa tengo que seguir siendo yo, por muy guapa que sea Lidia y por mucho que su hermana lleve las tetas al aire”. Era un juego a ver quién quedaba más alto y calentaba el ambiente, y ya que iban a jugar Rubén decidió soltarse sin miedo─. No sé, pero lo que sí sé es que tu amiguita Marta es ya buena moza y bien recatada.

                ─¿Recatada Marta? Marta no es nada recatada… al contrario.

                ─Que va. Esta muy recatada: catada una y otra vez.

                ─Jajajaja idiota.

                ─Iba sin sujetador.

                ─Le has visto las tetas. Os gusta ver tetas a los tíos.

                ─Ha dicho que se iría conmigo antes que con el tonto ese de los musculitos para echarse un polvo. ¿Como lo ves, primi?

                ─Marta es un espíritu libre, no te conviene. Y es mucho más mayor que tú. Olvídate de ella, Rubi.

                ─Jajajjaa. ¿No me conviene? ¿Y qué me conviene? ¿Su hermanita de cara bonita, Lidia?

                ─Oh idiota… ¿realmente esperas que yo te diga eso? Hace un buen rato que te suenan las tripas. Lo que te conviene es cenar. Anda vamos.

                Primo y prima corrieron por la calle. Tania agarró la mano de Rubén cuando llegaron el restaurante de comida rápida donde iban a cenar. Estaba abarrotado porque era la hora en que todos los jóvenes se compran unas hamburguesas para cenar antes del botellón. Como adentro era imposible comer a gusto, se compraron cada uno su comida y volvieron al parque para zampársela. Se sentaron en el mismo banco de antes. Hacía una leve brisilla que se agradecía porque el calor era abundante. Allí sentada, con las piernas estiradas y los pies descalzos sobre el regazo de Rubén, Tania le pareció bellísima. La noche caía y la luna brillaba sobre su piel. Olía a colonia y a yerba. Tenía los ojos inmensos y la expresión de felicidad en la cara propia de la juventud, la lujuria y la droga. Cuando Rubén acabó de comer su hamburguesa la muchacha aún no había acabado, así que valientemente estiró la mano y comenzó a acariciar el muslo de la chica. Tania se dejó hacer sin decir nada.

                Rubén deslizó su mano por la suave piel de la joven. Estaba un poco tenso, podría verles cualquier conocido del barrio y era su prima ¡Qué pensaría la gente si veían que tocaba a su prima con lascivia! Pero aún así, siguió. Fue acariciando todo el suave y caliente muslo. Cuando llegó a la parte interior se le erizaron los pelos de la nuca. Tania abrió un poco las piernas para que tuviera mejor acceso. Rubén fue subiendo y subiendo, acercando la mano al pantaloncito diminuto de su prima. Cuando tocó el borde e introdujo un dedo por dentro Tania se levantó sobresaltando al muchacho.

                ─Vamos a casa que tengo sueño, y ya es tarde.

*****

                Cuando entraron a la casa vieron que estaba en penumbras. El reloj marcaba algo más de las doce y media y a buen seguro que los padres de Tania se habrían ido a dormir ya. Con todo el silencio del mundo se deslizaron a la habitación de Tania, donde la cama de Rubén estaba ya preparada. Como he dicho antes, era una cama nido, de las que salen de debajo de la principal. Parecía bastante cómoda. Sobre la almohadita había un pantalón deportivo y una camiseta vieja, lo que sería el pijama de Rubén. El muchacho miró con esperanzas a su prima, la cual estaba cogiendo su pijamita: un camisón no muy largo, de tela brillante y sedosa aunque totalmente opaca. Pero las esperanzas de ver a su prima cambiarse junto a él se desvanecieron cuando Tania se marchó al baño para ponérselo. Rubén se desnudó y luego se vistió con el improvisado pijama. El pantalón le venía perfecto, pero la camiseta era un poco pequeña y le apretaba haciéndole pasar más calor. Al poco entró Tania y se metió directamente de un salto en su cama, apagando la luz después.  

                ─¡A mimir!

                A oscuras, Rubén palpó las sábanas, abrió la cama y se introdujo en la cama, a dormir. Desde su posición, con la ventana abierta para que entrase algo de fresco, veía como la tenue luz de afuera se reflejaba en el blanco camisón de Tania. Rubén se acurrucó ¿Qué pasaría ahora? Solo de pensar en las posibilidades que tenía durmiendo en la misma habitación de su morbosa prima la polla se le puso morcillona.

                ─Es una pena que no haya Scalextric, ¿no crees? ─le susurró la muchacha.

                ─Pues sí. Tania… crees que podríamos…

                ─Buenas noches Rubén ¡A mimir he dicho!

                El muchacho se quedó en silencio. A dormir. Pues dormir sin más no aparecía en sus fantasías. Qué decepción. Se dio la vuelta y trató de conciliar el sueño. Hacía calor y le costaba encontrar una buena postura. De vez en cuando trataba de refrescarse la cabeza volteando la almohada para apoyarse en su parte fresquita, pero rápidamente ésta se calentaba con el contacto de la cabeza. Además, tampoco es que tuviera nada de sueño. No era más que la una de la noche, como muchísimo, y él estaba acostumbrado a acostarse a eso de las tres o cuatro de la mañana ahora en verano. En la cama de al lado sentía como de vez en cuando Tania también se movía buscando la posición más cómoda y el frescor. Rubén escuchó como los movimientos de Tania se hacían cada vez más frecuentes y sonoros, prueba de que la joven estaba inquieta.

                ─¿Tania, te pasa algo? No paras de moverte…

                ─Oh, perdón Rubi, no te quería molestar. Es que hace un calor infame. Se me pegan los brazos a la colcha, joer.

                ─Ya, hace mucho calor.

                Entonces Rubén escuchó como chirriaba la cama de Tania más de lo habitual. Se volteó un poco y advirtió como la muchacha estaba sentada en la cama. La luz que entraba por la ventana abierta sólo iluminaba su silueta. Entonces, con sutileza, Tania agarró la parte baja de su camisón y comenzó a desprenderse de él. La polla de Rubén se puso dura como barra de acero y la muchacha quedó semidesnuda, en tetas pues no llevaba sujetador, cubierta solo por unas braguitas también blancas que reflejaban algo de luz marcando la diferencia con su oscuro y moreno cuerpo. Rubén la miró embelesado. Luego Tania se tumbó otra vez.

                ─Es que hace demasiado calor, pero si te da vergüenza o algo que esté así me lo vuelvo a poner ─le dijo su prima mientras arrojaba el camisón lejos, a un rincón.

                ─Para nada, lo importante es que estés a gusto.

                Después, continuaron con sus vanos esfuerzos por dormir. Rubén no podía apartar la mirada de la cama de su prima, que seguía moviéndose de vez en cuando. El chico estaba excitadísimo con la semidesnudez de su prima. Llevaba dos semanas pensando en ello y ahora estaba ahí, la oía respirar. Comenzó a considerar la posibilidad de tocarse la polla por encima del pantalón para aliviar un poco su desazón y darse algo de placer. Pero tampoco quería incomodar a Tania con aquello. Y mientras tanto, con cada movimiento de la joven, Rubén se quedaba embobado mirando la silueta de las tetas turgentes de la muchacha, el contorno de los pezones que cada vez estaban más gordos. Así le iba a ser totalmente imposible dormir.

                ¿Hasta qué punto era un depravado por sentir esa lascivia hacia su propia prima? Joder, la mente le daba vueltas y la sangre se acumulaba en su polla, que ahora era su cerebro. Sí, que cojones, era una buena idea: cuando la chica se durmiese él se alzaría y se haría una monumental paja mirando las tetas de su prima sin que ella le viese. Incluso podría correrse en el pecho de la joven… seguro que le daba morbo por la mañana cuando se levantase y se encontrase embadurnada en su semen. Esas despreciables cosas pensaba Rubén cuando la muchacha, que en el fondo era la que controlaba toda la situación, decidió pasar por fin a la parte morbosa de la noche.

                ─Oye Rubi ¿Tú eres un valiente o un cobarde?

                ─¿Qué?

                ─Pues eso.

                ─Ehm ─Rubén, que aún estaba fantaseando con cascarse una paja mirando a la descuidada Tania, se sintió sinceramente valiente e intrépido─. Pues soy un valiente. Ya sabes.    

                ─Claro. Pues aún sin Scalextric tenemos oportunidades de jugar un poco.

                ─¿A qué te refieres? ─preguntó interesadísimo el muchacho sentándose en la cama. Ahora podía ver a su prima perfectamente, las tetas tersas y apetecibles le llamaban.

                ─¿Te atreves a dormir desnudo toda la noche?

                ─¿Qué?

                ─Exactamente eso: en pelota picada. Bien fresquito, para que pueda yo ver por qué demonios se está estirando tanto a la altura de la entrepierna el pantalón que te he prestado. ¿Es una buena idea, no? Eso sí, mi madre se puede despertar y pasar a ver cómo estamos, y entonces te encontraría con la colita al aire. ¿Eres un valiente o un cobarde?

                Joder con su puta prima. El caso es que tanta emoción en sus partes íntimas empezaba a dolerle: sería un alivio desahogar las cosas quedando desnudo… y después quién sabe lo que pasaría. Pero el riesgo… ¿qué le dirían sus padres si se enteraban de todo?

                ─Joder Tania, no sé.

                ─Es que nunca he dormido con un hombre desnudo y me da mucho morbo.

                ─No sé, Tania… si se enteran nuestros padres.

                ─La próxima vez lo haré yo, dormiré desnuda y dormiremos en la misma cama. Ese será tu premio por tu valor.

                ─Pues entonces soy valiente que te cagas.

                Rubén se despelotó en menos de veinte segundo, tiró los pantalones y la camiseta a un rincón, junto con el camisón de Tania, pero dejó prudentemente los calzoncillos al alcance de la mano, por si le sorprendían que al menos se pudiera tapar los bajos con rapidez. La muchacha le miraba divertida, tumbada boca abajo y asomada al borde de la cama. Observaba atentamente la polla de Rubén, tiesa como una viga, y la respiración agitada del chaval.

                ─Me da la impresión de que ahora te ha entrado más calentura que antes incluso.

                ─Pfff…

                Rubén se dio la vuelta y se tumbó boca abajo, apoyando la polla contra la cama y manchando un poquito la colcha con el líquido preseminal. Ahora le mostraba el culito a Tania, que reía divertida. En un momento determinado la muchacha se irguió y le palmeó el culo, resonando la palmada en toda la casa.

                ─Joder Tania, no hagas ruido a ver si vas a despertar a tus padres.

                ─Pues date la vuelta, que ese culito es muy tentador.

                Rubén le hizo caso. Le costaba encontrar posición y tenía la polla que le iba a explotar. Tania no había dejado de mirarle ni un segundo. El chico resopló de excitación.

                ─Qué te pasa, Rubi. Por qué respiras tan fuerte.

                ─Joder, tengo la polla que me va a dar algo, me empieza a molestar y todo.

                ─¿La polla? ─dijo Tania molesta, herida─. Conque la polla dura te molesta. No hables así, no uses esas palabras tan soeces, primo. Esto es un juego y tal, pero no olvides nunca que yo soy una señorita.

                ─Eh, perdón, no quería ofenderte.

                ─Bueno, no pasa nada pero no lo vuelvas a hacer ─dijo mientras se mordía el labio inferior. Estaba sexy, con la melena revuelta y los ojos brillantes─. Y tienes razón en una cosa: eso de ahí está demasiado duro, y no creo que sea nada bueno tenerlo así durante tanto rato.

                Con la agilidad de una gata en celo, Tania se deslizó a la cama de Rubén y comenzó a envolverse con las sábanas, como si de una capa se tratase. Rubén sentía la piel caliente de la chica pegadísima a su cuerpo. Tania seguía envolviéndose con la sábana, sobre todo la parte de atrás. En un instante se puso una parte como si una capucha se tratase y se reclinó sobre Rubén, acurrucándose por debajo de su cintura, a la altura de su polla, pero siempre tapada por la sábana. Rubén no veía nada de lo que estaba haciendo la chica, sólo la sábana moverse. Pero sí que sentía sus manos que jugueteaban por sus muslos mientras algún dedo atrevido acariciaba sus huevos provocándole escalofríos de placer.

                ─Sí, realmente mereces una justa recompensa por tu atrevimiento y valor. Creo que te la voy a dar ahora mismo ─oyó que le decía su prima desde debajo de la sábana…

                Entonces notó una extraña sensación, como un anillo de algo blando que se cerraba en torno a su polla. Luego notó como aquel anillo subía y bajaba por todo el tronco, deteniéndose algún ratito en el glande. Era como hacerse una paja pero con algo que lo abarcaba todo, con algo calentito que hacía mucho más contacto. Era una sensación extraña. Entonces comenzó a notar algún que otro contacto en la puntita de la polla, algo caliente y vibrante le acariciaba al mismo tiempo que el anillo subía y bajaba. Era terriblemente placentero y Rubén comenzó a gemir bajito ¡Menudo gusto que le estaba dando aquello!

                ─Joder, ¿pero qué me haces prima? ─dijo entre susurros de placer. Sintió como la presión desaparecía sonando un chlof. Entonces y sólo entonces su prima le habló.

                ─¿No te gusta, Rubi?

                ─Joder, me encanta. No pares por favor.

                Sintió como otra vez su prima descendía y se introducía su polla en la boca jugueteando alegremente con la lengua sobre la puntita. El placer le inundó ¡SE LE ESTABAN CHUPANDO POR PRIMERA VEZ EN SU VIDA Y ENCIMA ERA SU PRIMA! La excitación del momento y el buen hacer de la chica consiguieron llevarle a punto de caramelo en poco tiempo. Aquella boca seguía recorriendo todo su miembro, bajando despacio, calentando toda la superficie. La lengua se metía por todas partes, Rubén exhaló un suspiro especialmente fuerte cuando Tania le saboreó el frenillo. Menudo goce, la puta pena es que no le podía ver la cara a su prima mientras le hacía la mamada. A la chica parecía que le estaba gustando porque cada vez le ponía más empeño. Rubén estaba a punto de explotar, tenía unas ganas terribles de correrse y estallar pero al mismo tiempo quería que siguiese toda la vida chupándole el pene. Al final ya no podía seguir aguantando, estaba a punto de correrse y llenarle toda la boca a su prima… pero cuando casi casi se iba a ir recobró un poquito de juicio: a lo mejor a Tania no le gustaba y, viendo como se esmeraba la chica, tal vez sería mejor idea no enfadarla.

                ─Tania, me voy ya. UFFF me voy a correeeer!!!

                La joven tuvo tiempo justo de erguirse cuando Rubén empezó a echar grandes cantidades de semen por su polla, como una manguera. Tania seguía masturbándole con la mano y el placer era enorme. Una buena cantidad cayó en la mano y el brazo de su prima, el resto fue a parar al bajo vientre del chico. Rubén había disfrutado como nunca antes en toda su vida. Aquella mamada superaba cualquier fantasía que hubiera tenido. Las gotitas de sudor caían por su frente, tumbado como estaba ahora lo que más le apetecía era dormir. Y allí estaba Tania, de rodillas y masajeando su polla y sus huevos con cariño, sonriendo y con un hilillo de baba aún manchando su boquita fruto de toda la saliva que había usado para comérsela bien comida. Con la luz de la noche penetrando por la ventana, Rubén pudo distinguir a su prima feliz, muy guapa. Las tetitas de la chica erguidas, con los pezones enormes apuntándole directamente.

                ─Has sido todo un caballero por avisarme, Rubi ─le dijo la muchacha mientras soltaba el pene del muchacho, ya pequeño y en reposo. Luego se reclinó como una gata hacia delante y le dio un pico en los labios, abrazándolo muy fuerte y untándose ambos cuerpos con el semen del chico. Rubén sintió los pezones en su pecho y la polla le dio un saltito, pero no se llegó a empalmar─. Mi querido primo Rubi, creo que es buena hora para dormir.

                Y así durmieron, acurrucados uno junto al otro, él en pelotas demostrando su valor, ella con las tetas al aire disfrutando de la emocionante noche y de su juventud.

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                Espero que os haya gustado el relato. En breve publicaré la tercera y última parte de esta historia filial. Recordad que cualquier comentario que podáis hacerme, de lo que os ha gustado y de lo que podría mejorarse, es muy bienvenido. Asimismo, os animo a calificar el relato ya que con un solo click ayudáis a que mejore mi trabajo. Esperando que hayáis disfrutado, se despide cordialmente… el autor.