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Espionaje industrial. [Serie Loki #0 (Prólogo)]

en Control Mental

La sala bulle con la actividad normal de una oficina. Mientras camino por el pasillo, ejecutivos y secretarias pululan a mi alrededor con sus intrascendentes preocupaciones. Me precede una rubia con aspecto adusto y andares confiados. Cabello abundante recogido en un moño, largas piernas cubiertas por medias y enfundadas en una falda de tubo, por debajo de la rodilla, gris marengo con pequeñas aberturas laterales. Blusa de seda, blanca, abotonada hasta el cuello pero ceñida a la cintura, dibujando el contorno de sus prominentes pechos. Zapatos de tacón alto y fino, negros. Es fräulein Grotta, Erika para las amigas. Nos conduce al despacho de su jefe.

 

A mi lado caminan Bianca y Fabio. Les he moldeado una apariencia irresistible. Ella es alta para ser mujer; figura de modelo, piernas largas y torneadas. Pelo largo hasta media espalda, negro azabache con reflejos lapislázuli. Labios carnosos y rojos, ojos grandes y verde aguamarina. He hecho que no lleve ropa interior y que se mantenga excitada para que se marquen sus pezones. He afeitado su vulva y la he perfumado. Él es la imagen de un adonis romano, aunque me he permitido la broma de hacerlo a una escala menor. Aún siendo más bajo que Bianca, tiene brazos fuertes y torso fibroso. Afeitado y con masaje after-save de aroma marino. Pelo ligeramente largo, ondulado y castaño. Cejas gruesas que le dan una mirada penetrante, ojos marrones como la tierra de labranza de Capua. Les he vestido adecuadamente con ropa de marca.

 

Cuando llegamos al despacho de herr Richman, veo con deleite que sus ojos se detienen un instante de más en los pechos de su secretaria. «Ya eres mio», me digo. Él no es muy apuesto, pero lo compensa siendo nórdico. Alto y rubio y con los ojos azules; insulso estereotipo. Con un poquito de barriga, pero de brazos y piernas recios. Nos presenta a Brigitte Lafontaine, senadora francesa de Lyon. Es la imagen de la sensualidad francesa. Le calculo más de treinta, menos de treinta y cinco. Su ropa también es ejecutiva pero ligeramente ceñida; ni tan estilizada como Bianca, ni tan mujerona como Grotta: naturalidad. Lleva las piernas desnudas, sin medias. «Que descarada, chérie». Su rostro es bello, sin más. Finas cejas sobre ojos azules de pestañas largas. Pintalabios rosa. Su pelo castaño claro es una media melena ligeramente cardada. «¡Qué coincidencia!», pienso con ironía. El pasaporte de Bianca también es francés. Está aquí para participar en la negociación por parte del gobierno galo. Nos sentamos alrededor de una mesa de conferencias: Richman en el centro, a su izquierda Erika y a su derecha Lafontaine. Al otro lado yo estoy a la izquierda, Bianca en el centro y Fabio a su derecha. Mi siervo actúa esta vez como el jefe del equipo. Debe ir cogiendo experiencia para el futuro.

 

Comenzamos a hablar. Para su patética empresa será muy beneficioso el contrato con el ejército francés y nos ofrecen una participación importante a cambio de financiación y de nuestras instalaciones en Bélgica. Fabio comienza a desglosar algunas de nuestras pegas al contrato mientras Brigitte y Erika toman notas. Fijo mi vista en Erika, está concentrada en la negociación; su mente no me ofrece ninguna resistencia.

 

«Tienes calor».

 

Dos segundos después se desabrocha un botón de su blusa distraidamente. Su frente comienza a perlarse de sudor.

 

«Las bragas te oprimen el coño. Te sientes cachonda».

 

Mientras Fabio y Richman negocian, Erika comienza a moverse sutilmente en su silla: primero a un lado y luego a otro; primero delante y luego atrás. Dejo a la confusa secretaria macerando en su calentura. Contacto ahora con Bianca:

 

«Usa el pie con Richman».

 

Me obedece al instante, es buena sierva. Noto un envaramiento de Richman mientras habla Brigitte. Mira hacia abajo y ve el pie de Bianca en su entrepierna. Lanza una mirada lasciva a nuestra secretaria, pero no dice nada. Sonrío para mis adentros. Erkia está en su punto.

 

«Tienes más calor. La blusa te oprime los pechos».

 

Con menos disimulo, desabrocha otro botón y su canalillo ya se aprecia perfectamente. Brigitte la mira, alza las cejas, entre abre la boca; no dice nada. Richman sigue hablando, aunque a veces se entrecorta.

 

«Tu jefe se está divirtiendo sin contar contigo».

 

Mira hacia abajo y ve el pie de Bianca jugando entre las piernas del jefe.

 

«Celosa».

 

Un destello de celos y furia cruza sus ojos. Lentamente baja la mano hacia la bragueta de su jefe. A través del vínculo con Bianca, noto como Erika le pellizca el pie y ella retira la pierna. No se dibuja en su cara, pero está triunfante y traviesa por haber cumplido su papel. La mano de Erika no vuelve a subir y Richman no pone ninguna pega.

 

«Cremallera».

 

Un zumbido rápido se oye en la sala. Lafontaine mira a la entrepierna de Richman y abre los ojos como platos, se muerde el labio inferior; sigue callando. Fabio aprovecha para lanzar una pregunta complicada a la francesa y ella se pone a responderla. Llegado el momento, se pueden apretar un poco más las tuercas.

 

Vuelvo a hablar con Bianca: «Enseña a Brigitte algo bonito».

 

Bianca dirige su mano a la entrepierna de Fabio y diestramente le desabrocha la bragueta. Por el vínculo con Fabio noto cómo su miembro empieza a crecer gracias a las artes de Bianca. Tomo la palabra y debato un poco con Brigitte, quiero que el efecto sea rotundo cuando vea a Fabio. En un momento dado, a Bianca se le cae la calculadora. Se arrodilla bajo la mesa y empieza a mamar la polla de Fabio. Me encanta esta chica, sabe cuando quiero las cosas antes de decírselo. Antes de fijarme en Brigitte veo como va lo de Erika. Richman también extiende un brazo bajo la mesa y Erika está ahora sofocada y con la cara roja, con los ojos entornados y mordiéndose la puntita de la lengua para no gemir. Excelente. Fijo mi mente en Brigitte; lo que sucede a su lado tiene alborotados sus pensamientos. Entrar en su cabeza es tan fácil como sumergirse en agua tibia. No sugestiono a la francesita, la sojuzgo.

 

«Mira el paquete de Fabio».

 

Por su posición en la mesa, puede ver la parte inferior del cuerpo de Fabio. Coge aire muy profundo cuando ve el tamaño del falo y a Bianca lamiéndolo con fruición.

 

«Tócate».

 

El silencio se hace en la sala y se oyen perfectamente los sonidos lúbricos del sexo: la boca de Bianca, los dedos de Richman, la mano de Erika. Brigitte baja una mano a su pantalón y sube la otra a su cuello. De pronto, todo esto se me antoja muy estático. Calentarles ha sido demasiado fácil, casi rutinario. Podría haber conseguido mi objetivo sin tanta parafernalia, pero quiero divertirme. Pasemos a la acción.

 

«Erika, toma el control de tu esclavo». Esta vez no sugiero, sino que desato sus impulsos.

 

Erika se levanta de golpe tirando la silla tras de sí. Coge a Richman por la corbata y lo tira al suelo. Se sube la falda y muestra su sexo desnudo. Sin importarle nada, flexiona las rodillas sobre la cara de Richman, poniendo su coño directamente sobre la boca de su esclavo. Mientras Brigitte alucina con la secretaria, Fabio se levanta y se pega a su espalda, pasando sus brazos alrededor y tomando al asalto sus tetas. Noto la influencia mental de mi siervo. Brigitte le consiente con gozo.

 

Un gemido de placer escapa por la garganta de la francesa al sentirse al fin atendida. Me levanto y Bianca me sigue. Nos acercamos a la mesa del director de la empresa. Con adoración, Bianca me quita la ropa. Me siento en el sillón del empresario y ella se abalanza sobre mi falo. Esto ya se esta poniendo interesante. Mientras me la chupa con grandes dosis de saliva, se desnuda hábilmente sin sacarme de su boca. La levanto y hago que se coloque sobre mi, con mi polla en la entrada de su coño. La agarro por los hombros y estiro fuerte. La ensarto de golpe y ella grita con placer. Mientras sube y baja, comienza a teclear en el ordenador. Busca el objetivo de la misión.

 

Erika se ha curvado sobre Richman y forman ahora un 69 impúdico. Contacto por primera vez con Richman:

 

«Piensa en tu contraseña».

 

Bianca coge al vuelo sus pensamientos. Los archivos han sido encontrados, transmitidos y borrados. La primera parte de la misión ha sido un éxito y Bianca, exultante por la victoria, se corre como una bestia mientras le pellizco los pezones salvajemente. Veo que Fabio está sentado en la mesa, frente a Brigitte, y ésta está engullendo su verga. Doy una palmada en el culo a Bianca y esta me entiende a la perfección. Los dos nos acercamos a la pareja en el suelo. Agarro del pelo a Erika y la levanto de un tirón. Da un grito de dolor e intenta golpearme. Le cruzo la cara sin soltarle el pelo.

 

Ahora mando yo —le digo, mi cara muy cerca de la suya.

 

Intenta revolverse de nuevo pero me impongo. Las órdenes mentales se suceden apabullantes, violadoras, rompiendo cordura y voluntad:

 

«Deja de gritar. No intentes golpearme. Ponte de rodillas. Chúpame la polla».

 

Mientras el cuerpo de la secretaria obedece mi voluntad y su mente se retuerce y resquebraja hasta convencerse de que desea hacer lo que está haciendo; su jefe se da cuenta de mi abuso y empieza a levantarse. Bianca le agarra por el cuello y hace que se tumbe otra vez. Coge su polla con la otra mano y él se calma en el acto, olvidada su amada Ama en peligro. «Grandísimo hijo de puta», pienso. Los humanos solo piensan con la polla. Bianca le trata con más dulzura que su anterior dueña, se monta a horcajadas sobre él y comienza a cabalgarlo mientras le besa.

 

Con el desarrollo de los acontecimientos, Brigitte está aterrada. Observa la escena, el sexo de Fabio en su mano pero olvidado. Fabio la coge por la barbilla suavemente y atrae su atención.

 

Nosotros somos buenos amigos, ma petite chérie. No hay razón para ser violentos, ¿verdad?

 

Una lágrimas de puro terror escapan de sus ojos. Ha entendido el mensaje perfectamente y vuelve a su trabajo felatorio. Tras un par de minutos, Fabio la levanta y la desnuda en medio de la habitación. Sus gimoteos son flojos y contenidos. Sus lágrimas dan un aspecto a su cara de niña asustada. Fabio está más caliente que nunca, lo sé. Se desnuda él también y suavemente la besa y la acaricia por todo el cuerpo. Lentamente, ella va dejándose hacer sin necesitar de ninguna sugestión. La tumba en el suelo enmoquetado cerca de Bianca y Richman y se sumerge entre sus piernas abriendo su vulva con los dedos y recorriendo su vagina con la lengua. Brigitte comienza a gemir y a gozar. Aún hay lágrimas en sus ojos pero no puede ignorar las sensaciones entre sus piernas. Al verla tan hermosa, Bianca se inclina sobre ella y ambas se funden en un beso de lesbos. Me gusta el espectáculo y llevo a Erika junto al grupo. La pongo a cuatro patas con la cabeza junto a las de Bianca y Brigitte para que participe en la guerra de lenguas. Ha hecho un buen trabajo con mi tranca, así que ni me molesto en prepararla. Penetro su ano sin piedad. La orden de no gritar sigue vigente y sólo es capaz de emitir un sonido gutural y agónico. Siento su esfínter contraído y su abrazo me produce mayor placer. Erika ha dejado de besar a las dos chicas y eso me enfurece.

 

Besa a las putitas francesas —le ordeno.

 

Erika no obedece, así que le propino un guantazo en el culo. Arquea la espalda por el dolor, pero no cede. La azoto una segunda vez con fuerza, una tercera con saña. A la cuarta su nalga derecha está roja con pequeñas gotitas de sangre. Tras la quinta, baja la cabeza y saca la lengua para que Brigitte y Bianca se apoderen de ella.

 

Cuando Fabio comienza a follar a Brigitte, sé que es el momento. Conecto con Alfredo. A los pocos segundos entra en la habitación sigilosamente y empieza a sacar fotos de todo lo que allí ocurre. No consiento que Erika, Richman o Brigitte se percaten de su presencia. Para ellos es tan invisible como el aire y tan silencioso como el vacío. Cuando termina, sale tan sigilosamente como entró. Solo un soplo de viento.

 

En el momento adecuado, hago que Bianca se levante y que Fabio se salga de Brigitte. Coloco a secretaria y senadora juntas y, por su propia voluntad, siguen besándose y tocándose mutuamente. Bianca comienza a estimularnos a los tres hombres con su lengua, su boca y sus manos, hasta que nos derramamos sobre las lésbicas amantes que recogen con gula nuestro semen y lo lamen de sus cuerpos.

 

Chasqueo los dedos y Fabio propina un tremendo puñetazo a Richman, que cae inconsciente al suelo. Brigitte se abraza a Erika con terror. Erika tan sólo se queda laxa, la mirada perdida; la mente forzada, ahora en blanco para siempre. Tan solo un cuerpo que vive para obedecer órdenes.

 

Nos vestimos y salimos de allí.

 

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CONECTANDO A XXX.XXX.XXX.XXX… OK

EJECUTANDO PROTOCOLOS DE OCULTACIÓN… OK

INICIALIZANDO ENCRIPTACIÓN DE LA COMUNICACIÓN… OK

CONEXIÓN SEGURA ESTABLECIDA.

 

[21:35.14] LOKI: ¿Has leído la prensa?

[21:35.17] CONTRATO 28578: Sí.

[21:35.25] LOKI: ¿Has recibido los diseños del arma?

[21:35.32] CONTRATO 28578: Sí

[21:35.50] LOKI: Entonces el trabajo está hecho.

[21:36.01] CONTRATO 28578: Me lo temía.

[21:36.15] LOKI: Nada de “me lo temía”. Te dije que siempre cumplo mis contratos.

[21:36.24] CONTRATO 28578: No te creí.

[21:36.30] LOKI: Problema tuyo. Quiero el pago.

[21:36.38] CONTRATO 28578: Es demasiado alto.

[21:36.55] LOKI: Deja a tu hija en el Hotel Excelsior de Nueva York. Habitación 666. 12:36 de la mañana.

[21:37.10] CONTRATO 28578: ¡Solo tiene 15 años!

[21:37.21] LOKI: Tenía 15 años cuando firmaste el contrato.

[21:37.29] CONTRATO 28578: No lo haré.

[21:37.45] LOKI: Morirás.

[21:39.32] LOKI: Sigues ahí, no te has desconectado.

[21:41.50] CONTRATO 28578: Llevaré a mi hija.

[21:42.35] LOKI: Bien pensado. Puedes tener más hijos, pero un imperio armamentístico y un contrato con la UE no se consigue así como así. Cuando quieras volver a hacer tratos, ya sabes cómo encontrarme.

[21:42.50] CONTRATO 28578: ¡Cállate!

[21:43.01] LOKI: JA JA JA.

 

CONEXIÓN FINALIZADA.