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La clase de los sueños

en Control Mental

No sé muy bien cómo ni cuándo empezó todo, parece como si de la noche a la mañana pudiera jugar con la mente de las personas, al principio solo hice que me subieran unas cuantas notas, que los conserjes me dejaran salir del instituto, que mis padres me dieran más dinero. Pero pronto quise más y más, ya se sabe que la adolescencia es una edad difícil en la que las hormonas se revolucionan cada dos por tres. Yo era una chica normal, morena con el pelo corto y de complexión delgada, pero no en exceso, había tenido un par de relaciones y la última no había salido demasiado bien. Mi última pareja no sabía muy bien cómo hacer que llegara al orgasmo y por eso mis relaciones sexuales siempre habían sido monótonas y mayormente dolorosas. Yo sabía que todavía me faltaba mucho para llegar a mi cumbre sexual y ansiaba encontrar a alguien que me ayudara en el camino. 

Ese día estaba nublado y me había levantado con unas ganas horribles de acostarme con alguien, no es que no tuviera dónde elegir, pero siempre he sido más vergonzosa que otra cosa. Empecé por entrar en la clase dónde se encontraba mi ex, Carlos. No era la mía así que lo primero que hice fue decir en voz alta 'todo haréis como si esta fuera mi clase', parece que funcinó porque ni si quiera el profesor hizo pregunta alguna de mi presencia allí. He de confesar que yo ya me estaba mojando por todo lo que quería conseguir hacer con aquella clase. Carlos es un chico alto, moreno, con ojos verdes poco comunes y con un gran cuerpo moldeado por el físico y el fútbol. Aquel día le tocaba educación física así que llevaba unos pantalones de deporte con los que me fueron muy fácil introducir mi mano dentro. Empecé a acariciar su paquete sobre los calzoncillos y dije en voz baja 'esto es totalmente normal', notaba cómo su polla se iba inflando y sus ganas de que fuera más allá. 'Te vas a bajar los pantalones y vas a empezar a hacerte una paja mientras atiendes al profesor', acataba mis órdenes como si fueran las suyas propias, empecé a mirar alrededor, al otro lado había una chica pelirroja tintada con pinta angelical y pronto tuve unas ganas horribles de hacer que ella tambiñen participara en el juego, 'ponte debajo de la mesa de Carlos y hazle una felación sin que llegue a correrse'. En menos de un minuto ya estaba debajo de la mesa, todos empezaron a mirar muy extrañados y di la orden en voz alta de que todo lo que pasara durante esta hora era normal y que tras ella quedaría olvidada. El profesor siguió con su explicación y los alumnos (menos dos) copiaban sus apuntes. 

Me levanté y subí a la tarima para ver mejor desde allí a toda la clase, para ser de primero de bachillerato veía caras que se notaban no habían tenido relaciones en su vida, había algunos chicos más que chicas y los bultos en sus pantalones eran más que evidentes. 'Ahora el profesor va a ir mesa por mesa tocando a las alumnas hasta que se corran', el profesor de dibujo, un hombre un tanto extraño, con pelo canoso pero atractivo empezó con lo que se le había mandado. Me dirigí a la última fila, allí un chico muy poco atractico, con una gran cantidad de acné y unos kilos de más se había sacado la polla y se empezaba a poner rojo, no sé por qué pero ardí en deseos de tirarmelo, le terminé de bajar los pantalones y me metí su herramienta en la boca, tenía un sabor dulzón que me volvió loca, subía y bajaba mi cabeza con ansia, succionaba, llegaba hasta el fondo, lamía sus huevos, el chico no podía creer lo que estaba sintiendo y pude parar antes de que terminara. 'Ahora me toca a mí, comeme el coño como si fuera lo más maravilloso que hayas probado nunca', junté dos mesas y me tumbé sobre ellas, me abrió las piernas con ansias y se colocó entre ellas, empezó a dar lametazos en mi clítoris y aunque no manejaba una buena técnica estaba tan cachonda que la misma boca se me hacía agua. Metía la lengua hasta lo más hondo y a mí me costaba trabajo mantenerme quieta en la mesa. Ordené que se volviera a sentar en la silla y su polla estaba más dura y gorda que anteriormente, me senté sobre él aplastandola contra sus propias piernas y empecé a restregarme con ansia. Su cara era un poema, estaba loco de placer. Me levanté y punte la punta de su polla a la entrada de mi coño y poco a poco fui metiendo la punta hasta que termine por clavarla de golpe. Un aullido de placer salió de la garganta de ambos y empecé a botar mientras por iniciativa propia empezó a meterse mis tetas en su boca. 

A nuestro alrededor la gente había empezado a hacer cosas de por libre, tanta era la depravación que dos hermanos se hacían un sesenta y nueve en el suelo. Una chica rubia le comía el coño con ansia a su querida amiga, la pelirroja había pasado a estar a cuatro patas mientras Carlos le daba duro por el culo, el profesor seguía con su trabajo de masturbar a unas suertudas alumnas, y en la esquina derecha de la clase uns chicos se chupaban la polla mutuamente, a falta de chicas cerca.