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Pasión después del entrenamiento

en Gays

Llevábamos corriendo un buen rato, ya estábamos jadeando sonoramente. Nuestras zancadas iban al compás sobre la calzada, pronto llegaríamos a nuestro destino, la casa de Jorge. No pude evitar fijarme otra vez en como botaba el bulto en su entrepierna, tampoco en cómo el se daba cuenta de que lo miraba. Así llegamos a nuestra meta, al entrar y poder bajar el ritmo, sentí la adrenalina corriendo por mis venas. No se si sería por mi entrenamiento o por mis hormonas, pero me estaba poniendo a 100.

Jorge también parecía estarlo, su pecho subía y bajaba al ritmo de sus profundas respiraciones,sus ojos se hundían en mi mirada buscando alguna señal para atacar. No le dejé encontrarla, yo primero, me acerqué a él, le agarré de la cabeza y lo acerqué hacia mi, al tiempo que besaba sus labios intensamente. Sus manos se posaron en mis caderas, atrayéndome aun más hacia él. Cuando ya no había mas espacio que llenar, decidí empezar mi juego. Deslicé mis labios por su barbilla, su cuello, su clavícula, dejando a mi lengua libertad para actuar.

Le agarré la camiseta sudada de deporte y se la quité del cuerpo, entreteniéndose unos instantes en mirar sus perfectos abdominales.

Mis besos bajaron por su pecho, sus pezones, su tableta y su ombligo, hasta llegar a su vello púbico.

Antes de dejar al descubierto mi regalo, jorge me tiró hacia arriba, forzandome para que lo volviera a besar. Aunque su lengua no fuera lo que me apetecía tener en la boca ahora, la acepté de buen grado.

Fuimos a su cuarto mientras me quitaba la camiseta. Estaba claro que el también quería divertirme, cogió mis pezones y comenzó a retorzerlos entre sus dedos, haciéndome desear que aquello durara mas de lo que debía.

A duras penas conseguí salir de su embrujo, cuando lo hice, bajé hasta situarme frente a sus pantalones de chándal ácidas negros, que no tardé en bajar, dejando a jorge en unos sugerentes boxers blancos (ya manchados de liquido), que contrastaban con su cuerpo moreno.

Para facilitar la operación, le quité sus zapatillas de correr, pero le dejé puestos los calcetines, mi mas oscuro fetiche. Ya retirado el molesto pantalón, me dediqué a descubrir el regalo que guardaba su ropa interior. Cuando se la quité, su polla saltó a recibirme, apuntando ya hacia el techo. Hacia mucho que no la veía (aunque no fuera la primera vez), y nunca había tenido el gusto de verla en ese estado tan potente como ahora: gruesa, venosa y preparada para darme guerra.

Me metí el pene de jorge en la boca, y comencé a lamerlo poco a poco. El mientras acariciaba su pecho desnudo, cerrando los ojos y viviendo el momento.

Comencé a chuparlo con cierto ritmo, pude observar como había cierto cambio en él. Ya no era el niño que yo conocía, el olor de esa polla y esos huevos recubiertos de vello negro recordaban mas a un buen macho que a un niño, y eso me excitaba aun más. Subí desde su polla a sus abdominales, llegué a sus pezones y me detuve unos instantes saboreandolos, continue mi camino hacia su boca, donde su lengua aguardaba para jugar con la mía, arrancando unas trazas del sabor amargo que su nabo había dejado en mi.

Estaba muy cachondo, no podía aguantarlo más. Quité la mierda que ocupaba su cama y me tiré ahí mismo, él, sin tiempo de espera comenzó a masturbarme por el culo, con sus dedos largos y hábiles. Sin darme tiempo a pensármelo, alcanzó un bote de champú, se echó un buen chorro en la polla, la colocó en mi puerta trasera y me folló con una sola embestida, provocándome dolor, y ciertas cosquillas ahí donde me rozaba su vello púbico.

Yo, como una zorra comencé a moverme mas rápido. No me importaba el dolor, no me importaba estar sangrando. Estaba con un puto cabrón que había tenido la suerte de encontrar a una puta barata como yo, aunque diera la casualidad de que fuera su mejor amigo...

El juego dejó de ser divertido, las embestidas pasaron a lo brutal, su cara era un poema, quería partirme en dos, y yo quería dejarme partir. Se la sacó fuera a tiempo, se corrió en mi tripa, echándole su leche caliente como si fuera crema de sol, que yo comencé a extender. Tarde en darme cuenta que el color rosado que tenia era el tinte de la sangre. Tampoco me importaba. El me había regalado su virginidad, yo le iba a regalar la mejor mamada que le hubieran hecho nunca.

Me repuse rápidamente, volví a ponerme encima de su polla, a la que quería dejar limpia de todo resto de semen que hubiera tenido. A pesar del orgasmo que había tenido, y gracias a nuestras hormonas, el rabo de jorge volvió a cojer dureza, y al poco tiempo volvía a estar listo para partirme el culo. Me lo pensé dos veces, dar sin recibir a cambio está muy bien, pero lo mejor de todo son los tratos justos...

Después del cambio de planes, coloqué a Jorge al borde de la cama, este, que ya se veía venir lo que yo le quería hacer, se puso las manos en la nuca y se abrió de piernas, dejandome vía libre para que le atacara.

Me decidí a disfrutarlo: primero, acerqué mi nariz a sus sudados calcetines negros, olían a sudor puro, lo que me ponía como nada más. Se los quité, y para alargar mi ritual, comencé a chupar cada dedo y a mordisquearlo cómodamente, para deleite de Jorge, que se aferraba al colchón para no hundirse en ese mar de placer.

Al dejarlos bien saboreados, mi lengua no se dio por satisfecha, y me preparé para chupar su estrecho ojete. Esto pareció gustarle, ya que cuando mi lengua rozó su rosado ano, el placer que parecía sentir se multiplicó, inundando su ser y haciéndole gemir. Lamentablemente para el no duró mucho, porque mi polla ya me estaba pidiendo taladrar ese orificio del cuerpo de mi amigo.

Me coloqué enfrente suya, con mi nabo apoyado en su entrada, le rocié el ojete con el champú, le agarré de las caderas y mientras le miraba a los ojos, le folle.

No entró entera a la primera, volví a insistir. Con cada nuevo intento podía observar como sus abdominales se contraían, y su rostro también, en una mueca de dolor.

Di por acabadas las formalidades, le agarré mas fuerte y comencé a follar de verdad. Aquello me estaba sacando de mis limites, no creía que existiera un placer como aquel. Jorge gemía y se retorcía bajo mi peso, lo que no hacia mas que excitarle.

No tardé mucho en correrme, llenándole en culo con mi lefa, marcando territorio dentro de él.

La saqué cuando ya se había bajado y yo estaba agotado, pero jorge no parecía estarlo, sus ojos brillaban con lujuria y ganas de venganza. Miré a su polla. Volvía a estar hinchada y preparada para el combate.

Suspire frustrado,todo apuntaba a que me esperaba un nuevo asalto esa tarde, tal vez con un poco de suerte, el combate acabara empatado y pudiéramos volver a acabarlo otro día... Después de otro duro entrenamiento...

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Todas vuestras sugerencias dejarmelas en los comentarios. Lamento que haya sido tan corto y la mala ortografía (está escrito desde el móvil)

Sólo deciros que pienso publicar un par de relatos en los próximos dias, así que andaros con ojo ;)