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Noche de fiesta

en Voyerismo

Me despierto aún con la ropa de la noche anterior. Mareada y desorientada intento levantarme de la cama sin caerme. Es cuando me miro al espejo me doy cuenta que no ha sido un sueño, que fue de verdad. Las medias rotas, las bragas mojadas en el bolso,.. todo encaja.

A principios de navidades suele celebrarse el llamado ''fin de año universitario''. Con tal de despejarme y despedir a aquellos amigos y compañeros que se iban a sus ciudades y pueblos por navidad decidí salir un rato de fiesta. La cosa se animó cuando, ya cansados de ir de pub en pub, de copa en copa por las calles de Madrid, decidimos entrar en una famosa discoteca. Recuerdo que iba bastante mareada, mareada de forma buena. Como cualquier otra discoteca esa noche, estaba a rebosar. Fuimos mis amigas y yo a dejar los abrigos. Al haber conseguido colarme tuve que esperar luego a mis compañeras fueras. Fue entonces cuando sentí que alguien me empezaba a bailar por la espalda. No dudé mucho y empecé a mover el culo, al ritmo de la música, vulgarmente a ''resfregarme'' con el paquete de mi acompañante. La sorpresa me la llevé cuando, al darme la vuelta me encontré con un amigo. Entre risas, nos saludamos y seguimos bailando.

Poco a poco bailábamos más pegados. Sus manos se paseaban por mi cintura y mi cadera. Recuerdo cuando metió su rodilla entre mis piernas, cuando me pegó aún más a él agarrando mi cuello. Empezámos a besarnos, con pasión. El roce de su rodilla con mi entrepierna hacía efecto sobre mí y poco a poco la calentura me iba subiendo. Fue entonces cuando mis compañeras salieron del guardarropa y tuve que despedirme de él. 

Estuvimos un rato en la pista de baile, me sentía feliz y libre, pero sobretodo me sentía caliente. Acompañé a una amiga al cuarto de baño y, de camino, entré yo. No fue mucha sorpresa encontrarme las bragas empapadas... Me molestaban así que en un arrebato decidí quitármelas, total, llevaba medias.

Volvimos a la pista de baile, pero cual fue muy sorpresa que me encontré con mi amigo. Me agarró de la mano y me separó de mis compañeros llevándome al otro lado de la discoteca. Empezó otra vez el baile, los besos, pero, esta vez, él fue más directo. Sus manos empezaron a bajar y se colaron por debajo de mi vestido. Me agarró el culo violentamente, empujándome aun más hacia él, haciendo que elevara mi cabeza. No obstante, sus manos no se quedaron ahí. Aprovechando la oscuridad y que sus manos quedaban tapadas por el vestido, empezó a bajar más y más hasta conseguir pasar su mano por mi entrepierna. Sin poder evitarlo, gemí. Sentía mil y una descargas de electricidad sobre mi sexo cada vez que me rozaba. Nunca hubiera llegado tan lejos dentro de una discoteca, pero la situación y el calentón hicieron que no pudiera parar. Notaba su polla rozándome, queriendo salir de su pantalón. Estábamos muy pegados y aproveché para pasar mi mano por encima, para notarla palpitar sobre mí. Él aprovechó el momento y pasó sus manos hacia delante. Sus roces fueron más fuertes, tanto que consiguieron romper las medias. Pude sentir como entraban dos dedos dentro de mí,y sin poder aguantar me corrí a la misma vez que rompía la música de la discoteca. Giré mi cabeza y pude ver como apoyado sobre una mesa había un chaval bebiendo una copa. Desde donde estaba podía haberlo visto todo.

De repente me sonrió. Me quedé petrificada, pero mi amigo seguía bailando..  Nunca había estado tan caliente como en aquel momento. Fue un latigazo dentro de mi  saber que alguien me estaba observando. Retomé el baile y mis manos volvieron a bajar a la entrepierna de mi amigo. Empezamos un movimiento lento, muy pegados. Nadie podría deducir que estaba metiendo la mano en su entrepierna. Cogí su polla y empecé subir y bajar suavemente. No obstante, quería que el desconocido lo viera. Bajé la bragueta de mi amigo y disimuladamente saqué su polla. Eché mi vestido por encima y la acerqué a mi entrepierna. Estaba segura que ese movimiento solamente había sido sensible para nuestro espectador. Empecé un vaivén hacia delante y atrás. Su polla rozaba mi clitoris y caba vez estaba más empapada. De un momento a otro sentí los chorros calientes sobre toda mi entrepierna y sin evitarlo, tuve mi segundo orgasmo entre gemidos disimulados por la música. Le di un beso a mi amigo y mientras nos intentábamos recomponer un poco, miré a nuestro espectador. Sonriéndome, levantó su copa imitando un brindis. 

Aquella fue la primera vez que me exhibí, pero no la última.