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Regresando a donde pertenezco (Parte III)

en Control Mental

Las sesiones de dominación sexual que mi hermana realiza son extensas e intensas.

Es muy difícil salir de ellas sin la voluntad doblegada y el cerebro lavado, con el único deseo de obedecer todas y cada una de sus órdenes y recibir los más intensos placeres a cambio.

Entre más jóvenes eran sometidos, con mayor rapidez se volvían en los perfectos juguetes sexuales, entrenados para formar parte de su harem.

Yo, tenía ya basta experiencia en el terreno y Marimar me consideraba una especie de “Ídolo” al cual sus esclavos en turno tenían que probar, pues representaba el dominio máximo tener sexo conmigo y a su vez, era la manera perfecta para que yo no dejara de seguir bajo su hipnótico control.

Después de 12 años en los que mi hermana había decidido hacer una pausa, eran claras sus intenciones de retomar ese camino y para ello necesitaba principalmente de su pieza clave, su obediente hermano mayor y por supuesto, su grande y dominado pene, adicto al incesto y al sexo intenso y extremo.

Así pues, tras una épica sesión de reintroducción al rol que me corresponde en sus perversos juegos y fetiches sexuales, tenía ante mí al fruto de la relación incestuosa que durante varios años sostuvimos y que, bajo su comando, me había ordenado brindarle. Nuestra hermosa hija Sonya.

Era obvio que al menos durante un año mi hermana la había estado preparando y entrenando para este momento, ella hacia todo lo que su madre le ordenaba y estaba plenamente consciente de que estaba realizando actos sexuales con su propio padre.

Ahí estaba yo, de rodillas sobre la cama después de haber descargado varios chorros de semen sobre su rostro y su boca. De ver como se tragaba hasta la última gota de la semilla que la procreo y como estaba lista para recibir la verga que la trajo al mundo.

Marimar la recostó boca arriba, con las piernas abiertas, dejando al descubierto su lampiña vagina, húmeda, fresca, virgen.

Después pasó sus bragas sobre mi rostro y me hizo inhalar profundamente el olor de su joven sexo. Mi pene aun erecto tuvo una reacción revitalizante, se puso duro como una roca y mis bríos sexuales se repusieron instantáneamente.

-Muy bien Santi. Vamos a concluir la sesión. Por un lado vamos a encargarnos de que no te quede ninguna duda sobre donde está tu lugar y que es lo que debes hacer para mí siempre y por otro lado vamos a recordar viejos tiempos. Me vas a ayudar a terminar de dominar a Sonya, le vamos a lavar el cerebro y la vamos a programar para que sea una buena esclava, como todas las anteriores que han pasado por ti.

Diciendo esto, mi hermana me puso un condón, deslizándolo por mi pene con ambas manos y asegurándose de que quedara bien apretado en la base de mi pene.

-No olvides, que sin gorrito no hay fiesta.

No era común que Marimar me pusiera protección, el sexo con María José y Gaby, mis otras dos hermanas menores, siempre fue al natural, pero entendí que al ser esta nuestra hija, debíamos tener especial cuidado.

A Sonya le coloco unos audífonos, mientras acariciaba su vientre y su pecho.

-Te vas a portar bien hijita. Este es el momento que tanto has esperado, te vamos a convertir en una mujer como yo y te vas a dar cuenta por qué mi hermano es la experiencia sexual única que te empujara a desear más y más siempre.

Marimar comenzó a besarla, mezclando besos tiernos con besos apasionados de lengua, comenzó a bajar por su cuello y con una de sus manos comenzó a masturbarla suave y rítmicamente, con movimientos circulares sobre su clítoris.

Apretó el botón de play del reproductor y los mensajes subliminales e hipnóticos comenzaron a entrar a su cerebro.

Al poco tiempo Sonya gemía y se contorsionaba con cada roce de los dedos de su madre, quien comenzó a introducir uno y después de un rato dos en la vagina cada vez más húmeda de nuestra hermosa nena.

Mi hermana me miro de manera perversa.

-Necesito dejarla lo más excitada posible hermano. Mis dos dedos es lo más grande que le he metido desde que la he estado entrenando y no es ni la mitad de tu verga. ¿No queremos lastimarla o sí?

-No ama, la tratare con cuidado, seré un buen esclavo. Conteste obedientemente.

Marimar me tomo por la verga y me jalo hacia Sonya, comenzó a restregarle mi glande en el su clítoris. Ni yo ni mi pequeña hija podíamos más, nuestras miradas estaban atiborradas de lujuria y excitación. No nos importaba nada, solo deseábamos incesto y placer.

-Muy bien Santi, despacito, poco a poco.

Guiado por la mano de mi hermana, comencé a abrirme paso por su estrecha vagina. Cada centímetro que introducía se reflejaba en espasmos y gemidos por parte de Sonya, cada uno de ellos retumbaba en mi cabeza y me hacía pensar solo en atorármela de manera violenta y salvaje, pero mi ama me ordenaba hacerlo de manera pausada y el obedecer sus órdenes me excitaba más.

Llego el momento en que la mitad de mi verga se había logrado meter en ella, sentía que topaba con lo más recóndito de su sexo y Marimar quito la mano de mi verga, dejándome maniobrar a placer.

Instintivamente tome a Sonya por las piernas e hice que doblara las rodillas, de manera que mi verga entrara mejor y de forma más profunda.

Justo cuando comenzaba a mover mis caderas para penetrarla, Sonya comenzó a decir los mantras de esclavización que Marimar pone en sus discos para programar a sus víctimas y futuros esclavos.

-Soy una buena niña. Debo obedecer a mi ama. Hare todo lo que me órdenes.

Escuchar esas palabras me recordó a innumerables jovencitas a las que había ayudado a mi hermana a programar de la misma manera en la que lo estaba haciendo con Sonya.

No necesite escuchar nada más, eso fue suficiente para mí y comencé a penetrarla continua y rítmicamente, con una mano sostenía sus piernas dobladas al aire y con la otra comencé a masajearle el clítoris. Había una gran cantidad de flujos vaginales y la fricción era divina.

Sonya continuaba rezando los mantras.

-Nací para obedecer. Mi cuerpo, mi sexo y mi mente te pertenecen. Ya no tengo voluntad.

A pesar de mi casi inmediata urgencia por eyacular, mi hermana no había dado la orden y solo contemplaba la escena, que seguramente paso muchos años por su cabeza. Su obediente y esclavizado hermano cogiéndose a su propia hija y convirtiéndola en una más del clan incestuoso Slavenikhov.

-¡Mira nada más. Santi! ¡Casi logras meterle toda la verga! ¡No vayas a lastimarla con tremenda sacudida!

Marimar nos miró a los ojos a ambos, noto claramente que ambos estábamos a punto del quiebre de nuestras voluntades y que estábamos ansiosos por escuchar la orden de nuestra ama para poder liberar el orgasmo.

-Muy bien esclavos, en cuanto cuente 3, podrán explotar en placer. Cuando tú lo hagas Santi, sentirás como en cada uno de los chorros de semen que saques se ira tu cerebro, tu voluntad y la poca resistencia que puede quedar ahí adentro. Y cuando lo hagas tu Sonya, abrazaras y aceptaras tu nueva vida, sexualmente activa como una de mis más preciadas esclavas sexuales, adicta al delicioso incesto que la enorme verga de Santi y yo, tu diosa y ama, te daremos siempre.

Sonya no podía ni siquiera responderle a Marimar, sus ojos estaban en blanco, solamente gemía y trataba de contenerse agarrando con fuerza las sabanas de la cama mientras recibía mis embestidas incontrolables.

Yo, pese a toda mi confusión, si respondí.

-Si ama, seré tu esclavo de nuevo. Hare todo lo que me ordenes, seré el juguete sexual que tu deseas. Mi cuerpo, mi mente y mi sexo te pertenecen.

Marimar sonrió.

-Muy bien, entonces…3,2,1…¡tengan su orgasmo ahora esclavos!

Las palabras mágicas hicieron que soltara fuertísimos chorros de semen, mis testículos comenzaron a retorcerse, como buscando exprimirse solos y soltar hasta la última gota de semen que habían producido.

Sonya gimió y se contorsiono fuertemente, sus pezones estaban extremadamente erectos y pude sentir como su vagina se contraía una y otra vez, como buscando ordeñar ese enorme falo que la poseía tan deliciosamente.

Finalmente, Marimar le quito los audífonos, la miro a los ojos y le dijo:

-Bienvenida al clan, Sonya. Ahora, dale gracias a tu Papi.

Marimar saco mi verga de la vagina de su flamante esclava, con cuidado retiro el condón que había dejado prácticamente lleno y recargado con toda mi leche. Me miro a los ojos.

-Muy bien Santi, aquí está todo tu cerebro, toda tu voluntad y ahora, es mía.

Vacío todo el contenido dentro de su boca y se lo trago, dejándome en claro que ahora le pertenecía por completo.

Sonya se acercó a gatas y tomo mi verga por la base, mientras sobaba mis testículos, que aún se retorcían y comenzó a lamerme los rastros de semen que habían quedado regados a lo largo de mi miembro.

-Gracias Papi. Siempre soñé con probar tu delicioso pito. Mami me conto tanto de él.

En ese momento deje de pensar y en automático la tome por la cabeza y comencé a penetrarle la boca con mi pene de manera brusca y vigorosa.

Sonya me miraba con una mezcla de excitación, sorpresa y placer.

Seguramente eyacule fuertemente en su boca, pero solo recuerdo haber perdido el conocimiento.

Al otro día desperté en mi cama, desnudo, portando un collar en la base del pene con la leyenda SLAVE 001 que marcaba mi regreso y sumisión total hacia el dominio de mi hermana.

En el buro, estaban las bragas de Sonya, con un sobre con una nota que decía: MUY BIEN HECHO HERMANITO, ESTO SOLO ES EL COMIENZO.

Dentro del sobre estaban las fotos de mis tres hijos, Erick, Tonik y Laura. Mi pene se puso duro de manera instantánea y tanto él como yo, sabíamos que es lo que iba a suceder a continuación.

SIGUIENTE: DESCUBRIENDO AL HEREDERO.