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Deseo concedido 2

en Erotismo y Amor

Nunca pensé que intimaría tanto con Eric, llevamos un mes teniendo sexo y es el mejor que he tenido hasta ahora como ya he dicho él ha sido mi fantasía desde hace un tiempo pero no creí que fuera a durar tanto, su personalidad es muy diferente en comparación con los chicos que he salido obviamente es más maduro, si piensa en un futuro es en progresar y no en desperdiciar su vida, jamás pensó que violaría las reglas solo por seguir al deseo (claro que lo anima que yo salga del colegio dentro de un mes) pero aún sigo siendo su alumna, muchos sentimientos son encontrados y no sabemos qué hacer con ellos, suponer que solo es una aventura no nos servirá pero aquí vamos.

El otro día me citó en un hotel, me había propuesto sexo anal no le puse reparos y claramente acepté (admito que ha sido otra de mis fantasías). Cuando llegué a la habitación numero 306  tenía algo de temor pero el deseo pudo con ello, al entrar me asombré al principio ya que era un lugar hermoso, tenía velas mostrando un aura muy romántico, había licor (seguro era whiskey con hielo) pero lo que me llamó más la atención fueron las esposas, la fusta, el consolador y el lubricante.

-          Has llegado temprano… - vio que mi atención estaba en esos objetos y creo que mi cara demostraba temor y desconcierto – no te alarmes, te gustará.

-          Claro, no es alarma… creo… yo… pues es un poco de intriga y algo de temor, no quiero que me hagas daño pero seguro lo podemos hacer.

Se acercó lentamente y me cogió la cara en sus manos, algo de ternura se asomó en sus ojos.

-          Cariño… jamás te haría daño… te gustará, ya verás.

Creo que la palabra “cariño” me engatusó  porque la seguridad me había abandonado, Eric se acercó a la mesa donde tenía todos los implementos,  preparó dos tragos (con razón llevó licor) y me dio un whiskey me lo tomé de un tacazo ya que los nervios me tenían a tope, si lo iba a hacer prefería que la seguridad llegara a mí con un poco de licor.

-          Haremos todo lento, no quiero que te asustes… lo vas a disfrutar.

-          Si, también quiero…

Fue la mejor forma para callarme, me besó apasionadamente y le agradecí ya que me excitó al instante luego su beso fue aminorando la velocidad y pasó a ser un poco más tierno dándole el toque erótico que tanto me gusta, sus manos ya conocían todo mi cuerpo (creo que mejor que yo) y eso me encantaba, me hacía sentir más bella más deseada y eso me animaba.

Sus manos ahuecaron mis nalgas pegándome totalmente a su cuerpo, en mi estómago podía sentir su ya pronunciada erección mis manos naturalmente se fueron a sus hombros y el rose de nuestros cuerpos me tenía a mil.

-          Quítate toda la ropa, acuéstate en la cama… vamos a utilizar una palabra de seguridad… dime la que prefieras.

-          ¿Canela?- dije tímidamente y Eric soltó una risa entre dientes.

-          Está bien, nena.

Obedecí y cuando ya estaba dónde quería me di cuenta que él estaba totalmente desnudo con una erección ya pronunciada y que en sus manos estaban las esposas.

-          ¿Confías en mí?

-          Sí.

-          Bien, quiero utilizar todo esto contigo, quiero que te relajes…

-          Bien.

Me cogió mis muñecas y las esposó, llevándome mis brazos encima de mi cabeza.

-          Quiero que las dejes ahí, por favor… yo te diré si las puedes bajar.

-          Vale.

Después regresó a la mesa tomó otro trago de su whiskey y me observó luego cogió lo que faltaba de implementos y los dejó en la cama se sentó al final de mis piernas y me las abrió, trepó encima de mi cuerpo quedando justo enfrente de mi cara mirándome con esos hermosos ojos que tiene. Rozó lentamente sus labios por el contorno de los míos, sentía su respiración con la mía mientras el dibujaba un camino de besos desde mi cara a mi cuello besándolo y dejándome con ganas de más.

-          Hoy vas a ser completamente mía.- dijo con voz ronca.

Siguió bajando recorriendo cada parte de mi cuerpo, besó mis senos chupó mi pezones y yo sentía mi humedad, era simplemente delicioso. Al bajar a mi sexo me miró a los ojos desafiándome a que lo detenga, pero no iba a hacer tal cosa amaba que me hiciera sexo oral, lo hacía demasiado bien.

-          No me dejes esperar.

-          ¿Aún quieres?

-          Claro que… ¡Sí!

Terminé mi frase con un gemido, su boca ya estaba en mi coño chupando ese botón de placer llamado clítoris su saliva lo mojó completamente, pasó toda su lengua por mi coño como si de un helado se tratara y llené la habitación con mis gemidos, pero ¡oh Dios, se sentía tan bien! Intenté cerrar mis piernas pero Eric las inmovilizó en la cama sus manos se metieron debajo de mi culo y me levantó llevándose mi coño aún en su boca, sentía tanto placer que perdí la noción del tiempo.

-          Quiero que te corras

Me dijo a un centímetro de mi sexo para volver a atacarlo, su lengua la sentía por toda mi raja, pero luego me volteó dejándome boca abajo.

-          Flexiona tus rodillas, deja tu cara pegada a la cama y los brazos como estaban.

Le hice caso de inmediato, cuando me di cuenta volvía a tener su boca en mi coño mojado pero luego subió por la raja llegando a mi culo, seguro mis nalgas ya estaban suficientemente abiertas para que chupara mi ojete deliciosamente, jamás me lo habían hecho pero fue una sensación deliciosa, mientras me chupaba mi culo metió dos dedos en mi coño estaba segura que ya casi me corría estaba a punto pero lo que me hizo llegar a la cima fue cuando metió su lengua en mi ano (gracias a Dios me anticipé y me aseé como debía) me corrí con tal fuerza que los espasmos en mi coño eran violentos y más cuando recibí una nalgada deliciosa mientras me corría, grité mi clímax como debía y no me di cuenta que Eric estaba besando mi espalda subiendo lentamente hasta llegar a mi oído.

-          Ahora quiero follarte ese culo delicioso que tienes.

-          Vale.

En esa posición podía sentir su verga frotándose por mi raja mojada, luego volvió a bajar para darle toda la atención a mi culo, cogió el lubricante y se mojó dos dedos untándome en mi ojete frotándolo para luego meter solo un dedo, naturalmente me cogió por sorpresa que ese dedo no me doliera pero luego metió un segundo dedo y la sensación no era de lo mejor… hasta que empezó a sacarlos y a meterlos de la incomodidad pasó al placer, no sabía que me recuperaría tan rápido del orgasmo pero ahí estaba… excitada nuevamente.

Empujé mi culo a su mano queriendo más, Eric no se hizo de rogar intercambió sus dedos con el consolador ya lubricado, al sentir algo más grueso me asusté.

-          Relájate…- me susurró con una voz muy ronca y sexy.

Me besó mis nalgas mientras la punta del consolador me penetraba lentamente hasta tenerlo completamente en mí, el picor no era muy fuerte hasta que lo sacó y lo metió nuevamente.

-          Me duele.- dije en un susurro lastimero.

Esta vez Eric estaba nuevamente encima de mí y hablándome en mi oreja, mientras metía y sacaba el consolador.

-          Shh tranquila…

Al momento que empezó a darme besos en la espalda ya sentía un placer diferente, algo delicioso, no sabía que podía ser tan bueno.

-          ¡Ah! Dame más, fóllame.- le exigí

Eric sacó el consolador y lo reemplazó con su deliciosa verga, sentir como me llenaba en mi culo era delicioso.

-          Joder, pero si aún estás apretada… mmm delicioso.

Esta vez sentí sus huevos pegados a la entrada de mi coño y ¡Oh Dios, se sentía demasiado bien! empezó a salir y a entrar en un compás suave agarrándome mis nalgas con sus maravillosas manos  pero luego salió nuevamente y volvió a coger el consolador, pensé que me iba a torturar con el nuevamente pero hizo algo que me excitó aún más, me penetró el coño con el consolador y luego metió su verga en mi culo.

Jamás me había sentido tan llena, era la mejor sensación de placer su verga entró y salió nuevamente pero con penetraciones más profundas, rápidas y más fuertes. Me agarró de mi cintura y me penetró de una manera bestial que me encantó, esas arremetidas formaban una tensión sexual que quería liberar nuevamente teniendo uno de los mejores orgasmos, sentí una nalgada fuerte y la sensación del dolor más el placer era embriagadora.

Una, dos, tres, cuatro o cinco y creo que más penetraciones me hacían desfallecer pero luego sentí un latigazo en una nalga y no era de su mano sabía que era de la fusta, me dolió pero cuando lo sentí por segunda vez ya no era dolor, era placer mis nalgas ya estaban lo suficientemente rojas para dejarme recuerdos, pero no me importaba estaba teniendo el mejor sexo y no me arrepentía, nuevamente me cogió de la cintura y me embistió de manera deliciosa.

-          Córrete- me exigió

Y claramente cumplí gustosa esa exigencia, mi clímax fue el mejor, grité de tal forma que creo que me escuchó todo el edificio pero ¡Que rayos! Mi orgasmo era de lo mejor mi coño estaba empapado, sentí mi vagina y mi ano palpitar al sentir tal liberación tan suculenta.

No me había dado cuenta, hasta que sentí su liberación en mi culo, su semen se estaba resbalando por mis piernas cuando me di cuenta que no habíamos utilizado protección y me asusté.

-          Eric  ¿¡no se supone que teníamos que utilizar condón!?

-          Perdóname… yo… estoy seguro que no tengo ninguna enfermedad, perdóname.

Casi salí de la cama de la rabia que tenía, pero él no me dejó, me inmovilizó debajo de él y me tranquilicé un poco al ver su expresión de culpa.

-          Perdón ¿Si?

Me besó y ¡Que Dios me proteja! Pero lo perdoné, además fue el mejor sexo y gracias a Dios que yo planificaba.

-          Bien, pero tenemos que revisar lo de las enfermedades, espero que tengas un control.

-          Por eso no te preocupes estoy sano.

-          Bien.- casi suspiré de alivio- gracias fue de lo mejor, no me había sentido así.

-          Ni yo, fue el mejor… ahora sí que no te dejo ir.

-          Estás loco- solté una carcajada.

-          Sí, loco por ti.

Ahora si no le vi el chiste y hasta el momento de ahora, no sé con exactitud qué quiso decir.

PD: En una semana me gradúo y pues ahora si vamos a tener total libertad de hacer cuantas cosas queramos sin tener que cobrar cuentas, espero no salir perjudicada emocionalmente.

Tuya, Ana.