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Mientras duermes a mi lado

en Erotismo y Amor

Allí estaba tumbada a mi lado con unas simples braguitas de encaje y una camiseta ajustada de las últimas vacaciones.

 

La miraba y no podía por menos que tocarme yo mismo. Sus enormes pezones se marcaban duros por el roce de la camiseta en estas noches cálidas de verano. Cogí su camiseta y fui subiéndola poco a poco para no despertarla. Dejando ver su ombligo y ese vientre tan suave u dulce, como si fuera una niña de 20 años. Subía mis manos por su piel, hasta que noté el principio de sus grandes senos de hembra ardiente. Subí la camiseta mientras se los rodeaba hasta dejarlos al aire.

 

Les grandes aureolas me pedían que las besara, su duros pezones que los acariciara, su piel suave que la recorriera con la punta de mi lengua. Hasta que después de varias vueltas, sin pausa y con muchas ansias, metí tu pezón derecho dentro de mi boca y lo absorbí con fuerza, estirándose ella al sentir la saliva que absorbía de sus pezones.

 

Se giró hacía su lado y con algo de dificultad conseguir quitarle la camiseta sin que se despertara. Y recorrí su espina dorsal con mi lengua. Dándole más escalofríos y endureciendo más aún si caben sus dos pezones empapados.

 

Se estiró de nuevo quedando bocarriba mostrando su bello cuerpo terso y suave a mis manos y mi lengua. Lo acaricié suavemente con las yemas de los dedos, por su cuello, por sus hombros, por sus brazos, por sus senos, por sus estomago, por su ombligo y mordiéndole en su vientre bajo el ombligo.

 

Separé ligeramente sus muslos por el interior de sus piernas, con mis manos a la altura de sus rodillas, y subí poco a poco las yemas de mis dedos por dentro, hasta llegar a sus ingles. Seguí subiendo mis dedos por el borde de las braguitas hasta las piernas para poder meter mis dedos por los lados lentamente.

 

Levantando sus braguitas, poco a poco recorría los pelos de su monte de Venus, acercándome cada vez a sitios más calientes, sintiendo cada vez más humedad hasta llegar a su clítoris empapado.

 

Le gustaba sentir mis labios en sus pechos, desde luego. Así que volví a chuparle los pezones mientras con mi mano izquierda iba recorriendo su rajita mojada. Masturbaba su clítoris durante unos segundos y bajaba para penetrarla con mi corazón. De nuevo lo sacaba lamía mi dedo con su sabor a sexo y volvía a metérselo por la rajita húmeda, mientras mi lengua volvía automáticamente al pezón a metérselo entero en la boca y a recorrerlo al rededor de la aureola con la punta de la lengua.

 

Las braguitas ya eran una molestia más que una razón para excitarse pensando en que había abajo. Así que me coloqué entre sus piernas, las levanté apoyándolas sobre mis hombros y cogiéndolas de sus caderas, las fui sacando poco a poco.

 

Su sexo brillaba de la humedad de su flujo, relucía entre sus labios empapados. Bajé sus piernas y los separé para poder verlos, empapados y rojos de calor, húmedos y ardientes de amor. Me agaché y metí mi lengua entre sus labios y la fui subiendo hasta tocar la punta con su clítoris. Abrí los pliegues de su clítoris, hasta tener despejado el camino hasta su centro sensitivo y en él clavé mi lengua. Con mi saliva le daba espasmos, se movía y se giraba, mientras yo con mis brazos sobre su vientre no le dejaba girarse.

 

Empezó a chillar, y a pedirme que parara, y yo seguía propinándole orgasmos en su clítoris durante unos minutos más. Dejándole descansar luego el clítoris, bajando mi lengua poco a poco hasta meterla dentro de su agujerito.

 

Le di la vuelta y quedando bocabajo le separé los glúteos, suaves y tersos, como un culito virgen, con la piel fina y suave, sudada y acariciada. Los abrí del todo y coloqué mi lengua en la punta de su ano. Empecé a darle vueltas con mucha saliva para empaparle bien, y enseguida fue abriéndose, dilatándose, y dejando que entrara más adentro de ella. Me cambié de lado a su izquierda porque siempre han dicho que mis dedos de la mano derecha parecen más largos. Así mientras volvía a lamer su ano dulce y abierto, metía mis dedos corazón y anular dentro de su chochito mojado.

 

Mi enorme miembro, súper excitado, me pedía sexo. Colgando entre mis piernas sonaba gotitas de semen que me pedían más. Así que me coloqué entre sus piernas y dejé caer mi pene entre sus glúteos, los separé hasta dejar de nuevo su ano ansioso por ser follado. Cogí la polla y empecé a empujar con mi glande en su ano. Húmedo y abierto, no tuvo problema para entrar poco a poco dentro de ella. Me tumbé sobre ella, mientras mi verga iba entrando, iba haciendo su trabajo, porque para el placer es para lo que están hechas.

 

Al llegar al fondo soltó un gemido de placer que me la puso más dura todavía, y empecé a moverme dentro de ella. Sin hacer mucho movimiento, porque la saliva no es uno de los mejores lubricantes, la sacaba solo a medias y volvía a penetrarla hasta el fondo. Pasé mi lengua por su espalda, por la columna hasta la nuca mientras la penetraba, coloqué mi boca sobre la derecha de su cuello y le clavé los dientes y los colmillos.

 

Gimió más fuerte, un leve alarido de placer que me hizo acelerar más mi polla. Seguí chupándole y volvía a morderle y ella gemía con gritos de placer salvaje. Apretando mi verga con las paredes de su recto.

 

Como sentí que no resbalaba tan bien, me levanté y le levanté a ella para que se colocara a 4 patas. Quedando ese hermoso culo a mi vista lujuriosa, abierto de par en par y pidiendo que me lo comiera.

 

Volví a meter mi lengua por su coño, mientras le masturbaba el clítoris. Agarré mi polla y me masturbé mientras saboreaba ese dulce sexo de hembra ardiente. Le lamía el ano mientras mi sucia mente imaginaba que mi polla estaba dentro de ella, hasta que sentí que iba a correrme.

 

Solté mi verga y volví a coger con mis dos manos sus glúteos, los abrí de par en par y le comí toda su raja. Me levanté y dejé que mi semen cayera sobre su ano. Coloqué el glande en la punta de su ano para que soltara el semen dentro de ella, y poco a poco fue metiéndosela.

 

Ese dulce lubricante hacía que pudiera entrar más fácil dentro de su culo, sentía su recto y me agaché para masturbarle con mi mano derecha. Separé sus labios y zarandeé su clítoris de un lado a otro.

 

Ella cerraba más su ano, gemía por las caricias de su clítoris y doblaba y estiraba su espalda de placer. Le solté el clítoris y volví a sus caderas, las agarré con fuerza, y empecé a moverle. Alejándola y acercándola a mi cuerpo, haciendo que mi polla dura y gorda le recorrieran con mi semen lubricante. Llegando alguna vez a sacarla de dentro de ella haciéndole chillar de placer y volviendo a meterla hasta el fondo de su recto con la ayuda de mi mano.

 

Le cogí con mis manos de sus hombros y aceleré el ritmo. Le escuchaba gemir y yo me excitaba más y aceleraba más y le apretaba más hacía mí, tan fuerte que me hacía daño los testículos a veces al golpear su coño. Cada vez la sentía más fuerte y me apretaba más y le daba más fuerte.

 

Sentí que nuevamente faltaba lubricación en su culo. La saqué y eché saliva y lamí nuevamente su culo, que estaba ardiendo de tanta penetración. Le soplé y ella se dilataba nuevamente roce del aire sobre su ano. Le lamí y le dejé descansar su ano.

 

Me giré y le puse el glande sobre sus labios. Ella abrió la boca y la chupó entera. Estaba caliente como un perra en celo, tenía cada vez más ganas de sentir mi polla y la chupó entera, hasta su garganta, lamiéndola y penetrándola hasta donde su boca le dejaba.

 

Me empujó a la cama, me dejó tirado bocarriba y se sentó encima de mí. Agarró mi polla con fuerza y se la metió entre las piernas. Colocó sus manos sobre mis hombros y empezó a subir y bajas sobre mi polla tiesa. Gemía, gritaba, se retorcía de placer, pero no paraba de moverse.

 

Cogí con mis manos sus enormes pechos, con los dedos índice y pulgar le movía y estiraba los pezones enormes que estaban duros en todo momento. Le levantaba los pechos y los apretaba hacía el centro. Me cogió de los antebrazos y los separó a los lados, dejó caer sus pechos sobre mi rostro mientras me follaba y yo intentaba chupar con la punta de la lengua sus pezones.

 

Metió uno de sus pechos en mi boca, lo sorbí para que no se me pudiera escapar y volvió a moverse arriba y abajo por toda mi verga tiesa. Le cogí de los glúteos y le ayude a subir y bajar por mi verga entera.

 

Le empujé a mi lado para que descansara, me coloqué entre sus piernas y le metí nuevamente mi verga por su coño jugoso. Separé sus labios y saque mi verga dejándola entre sus labios y empapada con su flujo, la puse a subir y bajar pos su clítoris. Masturbándole el clítoris y gimiendo nuevamente se placer. Se la metía entre las piernas y se la restregaba por los labios intermitentemente, para que tuviera placer vaginal y clitoriano.

 

Con mis piernas le fui juntando las suyas mientras mi verga seguía dentro de ella, y me movía poco a poco, mientras me colocaba de rodillas sobre ella y le penetraba profundamente.

 

Le cogí sus manos y las puse en mi cintura, le cogí con mis manos de los antebrazos y mirando como votaban sus enormes pechos de un lado a otro, empecé a follarla con fuerza, dejando que ella me dirigiera con sus manos en mi cintura. Pero ella misma me movía más fuerte, me pedía más sexo, quería que me corriera y me apretaba todo lo que podía para que lo hiciera de nuevo.

 

Me agaché sobre su cuerpo, le lamí por el cuello y le mordí por la parte derecha de la nuca, justo debajo de la oreja, mientras nos corríamos como perras. Estiré mis piernas al lado de las suyas, y mientras le mordía ella me apretaba más hasta que consiguió que de mí saliera un nuevo chorro de semen caliente y loco de pasión por su hembra.

 

Te quiero mi vida y los orgasmos diarios que me das.