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Encontrando a Alma

en Erotismo y Amor

Sentado en la barra de la cafetería, enfrente de su eterno croissant a la plancha con mermelada, su zumo de naranja y su café con leche, Javier miraba por la ventana hacia el otro lado de la calle. Realmente no estaba mirando nada, tan sólo andaba perdido en sus propios pensamientos. Y es que Javier tiene la enorme suerte y la enorme desgracia de no tener que pensar en nada que no sea él. Soltero (creyendo que eso no cambiará) sólo tiene un perro, un mini pincher, un gato y un acuario con los que "cumple" con la parte afectiva de la vida de cada ser. No es que sea el típico soltero golfo. Tampoco un tipo raro. Tan sólo ha sido mala suerte de no haber encontrado una compañera para él. Ha tenido muchos escarceos, sí. Hubo algunas relaciones de cierto tiempo e incluso y par de noviazgos pero, simplemente, las cosas no funcionaron. Y ahora, con treinta y cinco años, simplemente se había acomodado a este estilo de vida. No tenía que dar cuentas a nadie (sólo aguantar de vez en cuando el sermón de su madre por su soltería), hacía lo que quería y cuando quería, disfrutaba de su soledad entregándose a sus pasiones: lectura, cine, música y ordenadores en general. Además había conseguido aquello que muy poquita gente consigue: haberlo hecho su profesión.

En una palabra. Vivía una muy cómoda vida. A su aire en casa, bien relacionado en el trabajo y bien considerado en general a nivel personal y profesional. Sí. La mejor definición para su vida era "Comodidad".

–––

Alma mira por la ventana de la tienda en la que trabaja de dependienta. El trabajo es una mierda pero, por lo menos, tiene que en los tiempos que corren no es poco. Pero no deja de ser uno más de esos trabajos que el gobierno dice que se deben a la recuperación económica y que no dicen porque no interesa. La tienen con un contrato a tiempo parcial, declarando seis horas diarias mientras que a ella se la puede encontrar en la tienda desde las diez de la mañana hasta las nueve y media de la noche con menos de dos horas "para comer" y renovando contrato cada semana. Por lo menos la pagan ocho horas aunque sea "bajo cuerda". Pero es lo que hay para la gente joven. Mucha suerte tiene con sus recién cumplidas 19 primaveras de tener eso. Por lo menos, lo que la dure, no tendrá que aguantar los sones de su padre acerca de cómo piensa que está tirando su vida por no querer seguir estudiando y las miradas reprobadoras y preocupadas de su madre. Y es que para Alma eso de estudiar no se ha hecho. A pesar de ser muy inteligente (en seguida se queda con las cosas que la explican), lo de hincar codo es superior a ella, siendo el vuelo de una mosca capaz de desconcentrarla por completo. Acabado el instituto está viendo qué cosas la llaman la atención para hacer con su vida y, por ahora, esta tienda de ocio (por así llamarla) es lo que más la ha gustado. Y ahí está, esperando a que algún cliente entre en la tienda para que el tiempo pase más rápidamente y combatir el tedio del día a día.

–––

Javier lucha por no elevar demasiado el tono de voz mientras discute con su interlocutor por el móvil. Dicen que siempre hay un idiota que se empeña en joderte la mañana y este comercial de una editorial le está sacando de sus casillas con sus tonterías. Cuando por fin consigue cortar la llamada sin llegar a ser grosero (todo un logro dadas las ganas de su interior), intenta serenarse respirando hondo y dando unas vueltas por la acera. Y allí, delante de sus ojos, justo lo que más quería ver en ese momento. Una tienda del estilo a la Fnac en la que hay pequeños elementos de tecnología y, sobre todo, música, libros y películas. Si encontrara cierto volumen en su interior volvería a quedar con el comercial, delante de sus jefes por supuesto, y le pondría en su sitio. Puede que incluso echaran a la calle a ese chulo e incompetente tipejo.

Decidido ante la perspectiva, Javier se introduce en el interior del establecimiento, buscando de inmediato el objeto de su venganza. Alma le ha visto pasar. Un señor de unos 40 años y con buena planta, tanto física como de presencia. Con un poco de suerte entrará no sólo a mirar y así se podrá entretener un poco y, con más fortuna aún, llevarse una buena compra que la diera unos eurillos extra de comisión de venta. Y como no tiene nada mejor que hacer decide acercarse al hombre.

– ¡Buenos días! ¿Puedo ayudarle en algo? –le pregunta con una sonrisa enorme.

– ¡Ah, hola! Buenos días. No gracias, estoy buscando algo muy específico que debería estar por esta sección…–contestó Javier sin mirar a la joven que se encontraba a su lado.

– Como quiera. Si no lo encuentra me lo dice y miro en el ordenador si tenemos o no lo que desea.

Alma se dio la vuelta y se dirigió a su puesto junto a la caja. No quería que ese hombre se diera cuenta de cómo la había afectado oírle. Ese hombre tenía el tipo de voz que siempre la ha puesto muy nerviosa… pero de excitación. Una voz grave, profunda,… Una voz igual a esa tan famosa del cine que decía: "Luck, yo soy tu padre…". Alma se toca el brazo y nota que tiene la piel de gallina. Desde la distancia vuelve a mirar a ese hombre. Es lo que ella siempre ha llamado un "madurito interesante" y con muchas connotaciones. Vamos, el equivalente para los chicos es el término ese tan de moda de 'MILF'. Este hombre es un señor muy interesante (o dicho de otra forma, que a pesar de los años está como un tren) como Sean Connery, Robert Redford o tantos y tantos actores del siglo pasado que habían envejecido con una clase y porte difíciles de encontrar.

A Alma siempre le han gustado los hombres mayores que ella porque éstos tenían algo de lo que la inmensa mayoría de los imberbes chicos de su edad carecen: cabeza. Nunca a soportado la chulería, el ímpetu estúpido, las prisas, la falta de sentido común e incluso inteligencia de sus amigos. Siempre le ha llamado más la forma de hacer las cosas de un hombre. Esa forma de pensar las cosas antes de hacerlas o decirlas, el bien estar en los sitios, la tranquilidad pero decisión en lo que hacen. A ella, sobre todo, lo que más la gusto es la actitud más que un físico bueno. Cierto es que la pone un chico mazas con buen cuerpo y buena polla, pero ella no es tan vanal como para eso. Ella quiere sentirlo todo. Y eso sólo lo ha conseguido con gente más mayor que ella. Y tiene experiencias suficientes como para contrastarlo.

Tras media hora de búsqueda infructuosa Javier decide por fin aceptar la ayuda de la dependienta, si bien ya tiene pocas expectativas de encontrar lo que quiere. La busca con la mirada un momento sin encontrarla hasta que la chica se levanta detrás de la caja y puede verla bien. ¡Pero si es una chiquilla! piensa para sí. ¡Cómo va a ayudarme si no debe tener ni repajolera idea de todo esto? Resignado se acerca a la joven. Seguro que no sabrá lo que necesita pero tiene que reconocer que es una criatura muy bella. Morena de pelo casi negro y rizado, con una tez muy blanca (eso es algo que siempre le ha atraído mucho), facciones finas y delicadas y labios carnosos sin caer en lo grotesco… Sí, es una niña muy guapa. Según se acerca la sigue descubriendo. También tiene un buen cuerpo. Quizá muy delgado para su gusto porque no la calcula más de 50kg a pesar de calcularla más de metro sesenta de estatura. Pero a pesar de la delgadez mantiene una muy buena proporción ya que tiene de todo aunque justo.

– Buenas de nuevo. No he encontrado lo que buscaba. Necesito un libro de Mark Launison o Lewistone o…, no lo recuerdo exactamente, y que es una biografía de The Beatles. Pero necesito uno en concreto que tiene un prefacio de uno de los productores del grupo.

–Uhmmm. Me suena. Déjeme que mire un momento en el ordenador.

Javier no puede evitar echar una mirada de "Ya… Lo que yo decía. Ni puta idea." Ahora querrá que el ordenador la saque del embolado. No puede evitar poner una medio sonrisa sarcástica de la que Alma no se da cuenta al estar totalmente concentrada en su búsqueda. En apenas un par de minutos esboza una sonrisa y mira al guapo hombre que tiene delante. Y vuelve a erizarse el vello de su cuerpo ante la inminencia de poder escuchar de su voz otra vez.

– He mirado en la base de datos del ordenador. No me sale ningún libro con Phil Spector de productor, pero sí para George Martin. Se llama "The Complete Beatles Chronicle" y el autor es Mark Lewishon y es del año 1996. ¿Puede ser éste?

– ¡Coño!… Perdón. –dice Javier totalmente sorprendido– ¿Cómo has sacado todo eso tan rápido?

– Bueno. Recordé que, buscando otras cosas, leí la noticia acerca de un productor de los Beatles que lo condenaron por asesinado hace unos años. Como me llamó la atención lo busqué en la red y leí la historia del llamado quinto Beatle que es éste segundo productor y la historia de cómo contribuyó al enorme éxito de los FabFour. He mirado por si acaso al primero para descartarlo porque me imaginaba que debía de ser éste otro.

Javier no puede cerrar la boca totalmente asombrado por la chiquilla que tiene delante. Acaba de echar por tierra en apenas quince segundos todos los prejuicios que tenía por su juventud sintiéndose de postre, como un snob presuntuoso por juzgarla como lo ha hecho. La chica lo mira con sus vivarachos ojos y siente que debe responder algo a la altura. Pero no por querer quedar por encima de ella y parecer uno de esos capullos sabelotodo, sino por sentirse él mismo menos estúpido, que es como realmente se siente. Pero sólo la puede contestar.

– Vaya. Me has dejado helado. Es una contestación de melómano experimentado. Ni siquiera yo que me dedico a este mundo lo podría haber hecho tan rápido ni mejor.

– Bueno, siempre me ha apasionado la música. En especial los grupos ingleses de los 60's y 70's. Influencia de mi padre. Y tengo bastante buena memoria.

– Eso, desde luego, no lo sé. Pero que te ha servido para hacer una búsqueda compleja en poco tiempo… ¡Eso va a Misa!

–jajajaja. Vaya, muchas gracias. Volviendo al libro. Como ha visto no lo tenemos en tienda pero, si quiere, se lo puedo encargar. Eso sí, tardará porque lo tengo que pedir a un distribuidor británico y no estará antes de siete o diez días.

– Bueno, sí. Encárgalo, por favor. No me corre prisa pero sí estoy interesado en tenerlo –"Y enseñárselo a cierto imbécil" piensa acordándose del comercial.

– Correcto. Le tomo los datos para avisarle cuando le tengamos. ¿Le parece bien?

– Perfecto. –responde Javier, facilitando a la chica sus datos en función ésta se los pide.

Unos momentos después un satisfecho Javier abandona la tienda mientras una dependienta intenta tranquilizarse. Y es que, sin saber exactamente cómo, este hombre la hace estremecerse como ninguno antes lo había hecho. Su piel sigue erizada, su corazón revolucionado y sus pechos duros (menos mal que él no lo notó). Sí, se nota excitada y no sabe cómo reaccionar porque es la primera vez que la mera presencia de alguien la pone en semejante tesitura.

Sabe que su voz la hace sentirse como una niña de 10 años, que su planta elegante no la ha resultado ajena, que sus maneras y educación la han gustado… pero, ¿es eso suficiente? Definitivamente no sabe qué pensar al respecto. Lo que sí sabe es que quiere volver a verle otra vez y, gracias al encargo, eso ocurrirá. Pero al mismo tiempo se siente un poco agobiada ante el temor a lo que sucederá cuando lo tenga delante. Se defendió bien, sí, pero  no sabe si aguantará un segundo round con la misma entereza. Deberá pensar mucho en ello para tenerlo controlado.

Javier, por su parte, sigue impresionado con el potencial que esta chiquilla ha demostrado. No en vano es consciente del poco número de personas que habrían podido lidiar con su pedido y que una chica que no llega ni de coña a la veintena haya sido capaz de impresionarle de esa manera ha hecho que haga "focus" en ella. No mucha gente de esa edad reconoce que le gustan los grupos de las islas británicas, menos aún que sepan datos así de precisos. Cierto es que el grupo era el que más influencia ha tenido en el mundo, nada menos que los "Bitels", pero aun así, hay que ser un gran entendido (no melómano) para saber el nombre del famoso "quinto Beatle". Sigue pensando en la conversación  con la chica mientras llega al lugar de trabajo para ponerse a él.

–––

– Hola, buenas tardes. ¿Javier Salcedo? –pregunta por el móvil una voz femenina.

– Sí, soy yo. ¿Qué desea?

– Soy Alma. Le llamo para decirle que ya hemos recibido su pedido y que está a su disposición para cuando quiera.

– ¿Perdón? ¿Cómo? No sé de qué me habla.

– El libro de los Beatles, que ya lo tenemos en la tienda. –replica la voz, haciendo que Javier haga memoria.

– Ay, sí. Perdona. ¡Vaya cabeza tengo! Pues podría pasarme esta misma tarde pero tendría que ser a las nueve. ¿Estáis abiertos a esa hora?

– Bueno, cerramos a las nueve pero como me tengo que quedar hasta y media para colocar estantes y hacer caja, sí quiere le espero. Llame a un timbre que hay y saldré para abrirle.

– No quisiera molestar. Puedo ir en otro momento.

– Es igual. No me importa. Si cuando llegue la puerta está cerrada, toque al timbre y saldré enseguida.

– De acuerdo. Pues muchas gracias.

– De nada. Le espero entonces. Hasta luego. –dice Alma colgando el teléfono.

La chica sonríe. La jugada la ha salido bien. Es cierto que tiene el libro desde primera hora de la mañana pero quería volver a hablar con este hombre sin tener que estar pendiente de la tienda y había esperado a que llegaran las siete de la tarde para llamarle con la esperanza de quedar con él a última hora… ¡y lo consiguió!

Mientras ha pensado todo esto su cuerpo ha vuelto a reaccionar subiendo ritmo cardíaco, estremeciéndose y… humedeciéndose. Este hombre definitivamente la pone mucho. Y en su imaginación empieza a fantasear mientras espera a que llegue la hora del cierre.

Javier, mientras tanto, sigue relamiéndose por dos cosas. La primera por el placer que va a sentir poniendo en evidencia al pájaro ese. Con un poco de suerte hasta incluso consigue perderle de vista para siempre. Y lo siguiente, volver a ver a la chiquilla de la tienda que tanto le impresionó. No se lo quiere reconocer pero hay algo en ella que le llama mucho la atención a pesar de doblarle la edad y de no ser físicamente su tipo. Pero tiene algo y ese algo hace que no la haya olvidado (tampoco es que esté obsesionado, cuidado).

–––

Alma lleva mirando el reloj cada cinco minutos desde las ocho y media. No sabe por qué pero está muy caliente, tanto que incluso tuvo que ir al lavabo a hacerse un dedito para descargar algo de la tensión que siente… algo que nunca antes había hecho. No masturbarse, claro está (lo lleva haciendo desde hace muchos años) pero sí hacerlo en algún lugar fuera de su casa o, más aún, en el trabajo. Nunca se había sentido tan excitada para llegar a eso. Pero ahora su coñito no dejaba de destilar calditos que habían mojado su tanga. El cordón del culo estaba totalmente mojado y la telita que tapa su monte de Venus tiene una marca de humedad perfectamente visible. Y eso es lo que la ha hecho decidirse a intentar llamar la atención del hombre, de Javier. Si sólo saber que lo va a ver la pone en esa situación, la única salida posible que la queda es intentar llamar su atención. Y si se da el caso…

Y con puntualidad británica, a las nueve en punto de la noche se abre la puerta apareciendo tras ella el hombre causante de sus ardores. Con paso firme se acerca a una nerviosísima Alma que nota un nuevo subidón en sus pulsaciones y cómo una pequeña gota de sudor la recorre el cuello y, traviesa, se mete en el canalillo de sus pechos.

– Hola, buenas noches. Vengo a recoger un libro que tenía encargado. –oye que el hombre la dice.

– Hola…–Alma no puede evitar que, de puros nervios, la salga un vergonzante "gallito" al contestar– Perdón. Sí, le estaba esperando. Lo tengo en la trastienda. Si no le importa, voy a echar el cierre para que no entre nadie más y se lo voy a buscar.

– De acuerdo. –contesta Javier.

No ha querido reírse de la chica cuando la falló la voz pero la verdad es que fue muy cómico. La nota alterada pero, ¿por sólo eso se ha puesto nerviosa? Sin embargo otra cosa le aparta de esos pensamientos. ¡Dios mío, que culito tiene la criatura! Alma está caminando hacia la puerta de entrada para cerrar y la ajustada malla la marca el firme culito claramente, mostrando todo su esplendor. Duro, redondo y respingón provoca que el hombre se quede absolutamente embelesado. Además las piernas van a conjunto ya que son unas piernas, si bien no muy voluptuosas, sí definidas, duras y estilizadas. Y por si fuera poco, la chica se agacha sin doblar las piernas lo que hace que el conjunto resalte en toda su magnificencia. Javier es consciente de lo que ve y no para de preguntarse si la chica se da cuenta de lo que ocurre pero se decide a disfrutar del ese regalo momentáneo que se le ofrece.

Alma, aunque está insegura como hace mucho que no se sentía, sigue intentando moverse con toda la sutileza posible pero mostrando sin dudar sus armas de mujer. No sabe si Javier la estará mirando pero ella ante la simple idea se ha excitado aún más. Ahora nota perfectamente la dureza que han adquirido sus pezones y cómo se marcan bajo la tela de la camiseta que lleva. Además la tira del tanga se la ha introducido mucho en el interior de su vulva y, al caminar, ésta la está masajeando suavemente su intimidad lo que no ayuda precisamente a bajar su excitación. Además que las ideas que la rondan por la cabeza hacen que sienta el calor del rubor en su cara.

Terminando de cerrar la puerta y de insinuarse, "como quien no quiere la cosa", consigue ver gracias a un reflejo cómo Javier no la quita la mirada de encima. Y una sonrisa de triunfo que el hombre no puede ver se asoma a sus bonitos labios cuando comprueba que el pobre hombre no ha tenido otra que recolocarse "el paquete" en el pantalón. Y esto es óbice para que siga con la misma actitud mientras se encamina hacia el almacén a recoger el libro. Y de postre un ligero estremecimiento recorre por su intimidad.

Cuando la chica está desapareciendo por la puerta del fondo del local a Javier no le queda más remedio que llevarse la mano a la entrepierna para colocarse bien la polla bajo sus pantalones, ya que no lo pudo hacer mejor anteriormente por el miedo a que la chica se girara y le pillase en tan vergonzante situación. Y es que esta chiquilla se la ha puesto como el mástil de una bandera. Sus formas sensuales y sus felinos movimientos han "montado la carpa" de su bragueta y no le quedó otra que colocársela para que la chica no se dé cuenta cuando regrese. Y es que la chica está buena, sí… pero no es eso lo que le llama la atención. Aún no sabe qué es exactamente pero hay algo en ella que hace que se revolucione como un colegial. Y ya no tiene edad para eso por lo que se siente perplejo. La puerta se abre y tras ella la chica vuelve a aparecer ante él por lo que procura poner una pose "formal". Pero el escáner al que la somete a la parte delantera es completo.

Ya no es sólo la cara en lo  que se fija. Mira su largo cuello, la fragilidad de su delgado cuerpo, sus caderas y cintura como el cuerpo de una guitarra y sus pechos que, aunque pequeños para los cánones actuales, se muestran duros y desafiantes… ¡Y con sus centrados pezones tiesos como escarpias! Javier no es tonto y sabe que no hace el "frío" suficiente como para que éstos se marquen así. Y al ver la colorada carita de la chica al colocarse de nuevo a su lado la ve "sofocada".

¡Está bruta! piensa para sí. Y un calambre recorre su hombría haciendo que su verga recupere la firmeza que había ido perdiendo mientras la chica no estaba.

Sin quitarse los pensamientos de la cabeza, cada uno de ellos hace el "paripé" de la compra del libro. Empiezan a hablar sobre la música de los 70, 80 y 90, cómo ésta ha ido evolucionando, los nuevos estilos musicales,… algo sobre lo que los dos parecen dominar en mayor o menor medida. Alma agradece mentalmente el gusto de sus padres por sus gustos musicales y por todas las cosas que la han contado a lo largo de su vida que hacen que pueda mantener "el tipo" en la conversación que mantiene con la gran enciclopedia musical que tiene Javier en la cabeza. Y sin darse cuenta se hacen las diez de la noche. La llamada de la compañía de seguridad al detectar que no se ha puesto la alarma del establecimiento hace que Alma tenga que ponerse corriendo (literalmente) a dejar la tienda preparada para el día siguiente y cerrar.

Javier está tan a gusto con ella (y tan caliente) que, por una vez, se deja dominar por el deseo proponiendo a la chica que se tomen algo por ahí y, de paso, cenar. Alma acepta encantada y tras llamar a sus padres (y mentirles como una bellaca diciendo que se queda con una amiga) se marcha junto a un agradablemente sorprendido Javier hacia una zona de tapeo cercana.

Sin que se hallan dado cuenta ha pasado ya hora y media de amena charla acompañada de sutiles "lanzamientos de caña" por parte de cada uno de ellos. Pese a estar totalmente cachonda y entregada, Alma no se atreve a dar un paso más claro de lo que desea. Y Javier tampoco quería precipitarse pero con el paso de los minutos, parece ver claro que ella prefiere mantener una actitud más pasiva a pesar de notar claramente ciertos "gestos" que se le escapan a la muchacha. Se mantiene mucho tiempo el rubor de su cara, al contacto con él a visto que su piel se "pone de gallina", casi no han dejado de marcarse sus pitones en la camiseta e, involuntariamente, frota mucho las piernas cuando están juntas, sabiendo él qué es lo que se está "alegrando" en esa acción.

Y por una vez en la vida, se decide y se lanza a coger lo que quiere, que no es más que a Alma. Pone su mano sobre el muslo de la chica, acariciando desde el exterior a la zona más interna del mismo. Aprecia positivamente el gesto de entrega de la muchacha demostrado por un suave gemido de gusto mientras sus ojos se cierran para aumentar el placer de la caricia. Acariciando la máxima cantidad de pierna de la chica sube la mano hasta acariciar con sus dedos la ingle y pubis femenino. A pesar de las mallas que la cubren es perfectamente capaz de notar la íntima humedad que humedece sus dedos. Incluso aprecia la dureza del máximo órgano de placer femenino que roza para mayor gozo de ella.

Alma abre los ojos al notar que esa mano que tan placenteras caricias la procuraban ha abandonado tan gozoso trabajo pero un nuevo espasmo de placer en su intimidad la sacude cuando ve cómo el hombre lleva sus dedos, los mismos que la volvían loca, a su boca para relamer la humedad que los impregna y cómo el hombre la mira intensamente, con un inocultable deseo en la mirada. Y sin poder (ni querer) ocultar más lo que desea, de sus labios salen sólo dos palabras:

– Soy tuya. Hazme tuya…

Javier la mira con intensidad y no tarda más que dos segundos en levantarse, tomar su mano y hacer que ella también lo haga. Pasa por la barra y deja un billete sobre la barra que deja una buena propina. En tiempo récord se han plantado en la casa de Javier, el cual ha tenido que encerrar a Scooby en la cocina por los ladridos que empieza a dar ante esa extraña que se está metiendo en sus dominios. Y es que Javier no está ahora mismo para tonterías tales como amansar al perro teniendo a "una perrita" a la que colmar de caricias.

El camino hacia el dormitorio queda regado de las ropas que han sido casi arrancadas de sus cuerpos y que mantienen su estructura y forma de milagro. Y por fin, ambos están tumbados sobre la cama, ambos deseando disfrutar del cuerpo que yace a su lado. Javier levanta la veda tras cambiar los labios que se está comiendo, iniciando un cunnilingus que está volviendo loca a Alma. Y es que el hombre está sorbiendo sus jugos como si, en un desierto, hubiese encontrado la fuente del más dulce néctar, bebiendo de la misma manera que haría si quisiese secar dicha fuente. Y eso no hace sino aumentar la secreción íntima que empapa toda la zona.

Y es que Javier se ha vuelto loco de calentura. El sabor de la gruta de la muchacha, tan embriagadora, tan dulce, tan excitante, tan… ni sabe cómo definirlo. Duda que existan palabras que expliquen lo que siente mientras entierra su boca en el sexo de la chica, mientras escarba con su lengua en el túnel de placer buscando escarbar todo lo que le puede brindar, invadiendo el interior de la muchacha con su apéndice bucal. Y cuando no lo hace, su lengua explora desde el inicio de la vulva hasta su ano, que fuerza también llenando sus papilas de ese otro sabor íntimo de la muchacha. Y si no hace nada de lo anterior succiona del clítoris de la muchacha que brama de placer, incapaz de cualquier otra actividad.

Y un dolor en los masculinos testículos indica a Javier que ya no puede aguantar más, que tiene que penetrar a esa chiquilla que le "sorbe los sesos". Su endurecido miembro parece a punto de estallar de lo congestionado que se encuentra, duro como nunca y el glande amoratado por la cantidad de flujo sanguíneo que alberga en su interior. Y poniéndose de rodillas frente a la chica, tras apuntar debidamente, de un golpe seco de cadera introduce la mitad de su pene en el interior de la mujer que, anhelante, espera que su compañero la llene de placer. Sólo un compartido gemido ahogado acompaña ambos movimientos.

– ¡Dios mío! Qué calor me envuelve. Que opresión noto en el rabo. ¡Me estás estrangulando la polla pero me encanta. Podría estar toda la noche así. –Javier no puede permanecer callado por más tiempo. De repente le ha surgido la necesidad de comentar sus sensaciones (nunca antes lo había hecho)

– ¡Uhmmm! Síiii. Háblame. Fóllame. Llévame al cielo pero, por lo más sagrado… ¡no dejes de hablarme!

De nuevo Alma no ha sido inmune tampoco esta vez al estado de excitación brutal que la produce la voz varonil, grave, profunda, pausada y, sobre todo, excitada de Javier. De nuevo se erizan los vellos y todas sus terminaciones nerviosas de la piel se alteran al oír la voz que se ha convertido en su fetiche: la voz de Javier. Eso sin contar con esa deliciosa polla que la bombea en sus entrañas más íntimas, arrastrando la piel de su vagina con cada mete–saca pese a estar lubricada más que de sobra. Y es que, si bien no es un miembro de los que asustan por longitud, su grosor sí que es mucho mayor que la media y eso la está encaminando hacia su primera explosión de la noche.

Y llega como un tren de mercancías, como una explosión, como un meteoro… El cuerpo de Alma es atravesado por un fortísimo espasmo que hace que toda ella se arquee presa del orgasmo más fuerte que recuerda en su joven vida. Además Javier, buen amante, no ha dejado de follarla. Simplemente ha mantenido la fuerza de las embestidas bajando un poco la velocidad y eso hace que su pico de placer no se incremente pero tampoco descienda y que prolongue su orgasmo, amén de seguir fuerte. Es con mucho el más largo que aquellos obtenidos con anteriores amantes o procurados por ella misma.

Javier lucha como un jabato por no derramarse en el juvenil chochito. Y es que siente cómo la carne de la muchacha oprime con fuerza su miembro, consiguiendo que las sensaciones del coito sean aún más fuertes. Además ver cómo Alma convulsiona de placer por su causa es un más de sobrado motivo para aumentar su lívido y el morbo de la situación. Si no se corrió ya es porque, sin que ella se diera cuenta, ha retorcido con fuerza uno de sus pezones para que el dolor lo alejara del orgasmo, funcionando el truco a las mil maravillas (aunque nota en su castigado pezoncillo los latigazos de dolor con cada latido de su desbocado corazón). Gracias a esto puede disfrutar del espectáculo de esa joven ninfa en el culmen del placer, cómo se tensó, el ronco y fuerte gemido surgido de su garganta y el elevado ritmo de sus respiración y cómo se deslizan unas gotas de sudor por su cuello y costado.

– ¡Muy bien pequeña! Disfruta… ¡Córrete para mí otra vez! –la dice mientras aumenta de nuevo el ritmo de la follada, haciendo que el sonido de sus cuerpos sonara igual que correr con unas chanclas.

Con un rugido Alma, de nuevo, incrementa sus sensaciones, una vez más, por la orden de esa voz que la subyuga, que hace que su cuerpo reaccione a la voluntad del hombre que la tiene dominada sin ser aún consciente de ello. Nunca antes había sentido como era ser tratada de esa forma. Javier la follaba con cierta dureza pero, en un incomprensible combo, con una cierta suavidad. Potencia y sutileza. Ése es el modo en que Javier la hacía suya. Y por primera vez en su vida sintió que no podría ser nunca más de otro modo. De un golpe de clarividencia entendió que no podría haber nunca otro hombre para ella.

Javier está en la gloria. No es sólo el placer físico que le brinda esa chiquilla. La nota entregada a él y eso hace que su primitivo "hombre" interior la reclame para sí. Esa hembra debe ser y será suya para siempre. Siente que debe ponerla bajo su tutela para evitar que otros "machos" la reclamen para ellos mismos. Pero, a la vez, un sentimiento de obligación anida para hacer que ese "frágil" ser no pueda ser dañado, que debe protegerla de cualquier evento que la hiera, física o sentimentalmente. Resumiendo: la quiere y la necesita para sí. Siente cómo ella se entrega a él y, según dicen, no hay nada más sexy para un hombre que una mujer entregada a él.

Cada uno de los dos, pese a estar en estos pensamientos, no ha parado de provocar al otro. Alma con cada una de sus expresiones de placer y Javier con cortas órdenes como "Goza", "¿Sigo así?", "Más fuerte",…  que hacen que el fetiche de Alma siga potenciando su placer y, por ende, el del hombre al contraer cada vez más frecuentemente los músculos de su vagina queriendo ordeñar al macho, al HOMBRE.

Y así, en una sincronía universal, ambos cuerpos empiezan a experimentar el "crescendo" de sensaciones previas a la explosión final, al súmmum del placer… al anhelado orgasmo. Primero Alma que nota como un calambre agarrota su cuerpo, primero desde los dedos de los pies hasta la última fibra de su cuerpo. Aprieta con fuerza el masculino falo que la penetra subiendo la intensidad de las sensaciones en su vulva, precipitándola al vacío. Siente su cuerpo flotar mientras, en realidad, su cuerpo convulsiona en ráfagas de placer llegando a provocar incluso que se la caiga la baba por la comisura de sus preciosos labios. Y ruge. Grita con fuerza su placer sin importarla el resto del mundo. Se podría acabar en ese mismo momento y no se enteraría, presa del placer extremo. Y, en cuanto a Javier, la manera en que la gruta de la chica le envuelve, la fuerza con la que oprime, y los estertores finales que parecen que le quieren sacar la vida por la polla a base de ordeñársela provocan también la llegada a la meta. Sin pensar en nada (no tiene capacidad para ello) sobre consecuencias al estar follando "a pelo", se vacía completamente en el coño de la muchacha depositando su semilla en su interior mientras se funde en un abrazo con ella. Necesita sentir piel con piel, latido con latido, sudor con sudor,… entrega y pasión mutuas.

Ninguno de los dos sabrá nunca cuánto tiempo estuvieron en esa posición, recuperando el ritmo normal de sus respiraciones y de sus corazones, dándose tiernos besos, acariciando el cuerpo contrario. En una frase; demostrando su mutua entrega. Cuando el frío (tras la bajada de la adrenalina) sobre sus cuerpos mojados les hace reaccionar Javier tiene totalmente mustia su hombría, fuera del cálido hogar. Y, de ella, líquidos íntimos deslizan desde su coñito mojando la cama bajo ella. Pero eso no es motivo (para ninguno de ambos) para abandonar ese abrazo. Se miran, se sonríen, se besan, se vuelven a mirar, y otra vez la misma acción.

De la mano van juntos a la ducha. Alma no sabe cómo definir lo que siente. Debe ser amor, enamoramiento o… ¿qué sabe ella? Sólo sabe que quiere seguir con Javier, que quiere volver a sentirse suya, entregada. Además, él está callado y ansía oir de nuevo su voz. Pero si está callado es porque Javier también quiere seguir y está maquinando su próxima acción. Mete a Alma en una gran ducha de hidromasaje, conecta los chorros y se dedica a limpiar su cuerpo con una suave esponja llena de un, también, suave jabón. Frota primero la parte trasera de la chica, bajando desde el cuello hasta los pies. Sólo deja de usar la esponja en las firmes y sugerentes nalgas de la chica que gime entregada a las caricias. Repite el proceso por delante pero ahora lo hace directamente con las manos. Acaricia de nuevo el cuello, pechos, vientre sexo y piernas.

Alma ya no gime. Se retuerce de placer porque los dedos de Javier están "limpiando" muy concienzudamente su almejita, engolfándose en su botoncito que ha vuelto a ponerse a trabajar para enviar placenteras sensaciones a su dueña. Pero cuando está a punto de correrse de nuevo, Javier (que ve venir lo que la pasa)  para de golpe todo contacto. Cambia los chorros de masaje por el plato superior de la ducha y aclara el cuerpo de Alma que, frustrada por quedarsea medias, frota sus piernas buscando el placer arrebatado.

Pero no es ese el plan de Javier. Cuando está desprevenida, Javier ha conseguido que se siente en una especie de silla de la pared de la cabina y, abriendo sus piernas, devora en toda la extensión de la palabra el coñito juvenil. De golpe todas las sensaciones vuelven a Alma que siente cómo su placer sube exponencialmente. Además, para su goce, Javier ha vuelto a hablar dándola una sencilla orden: "¡Córrete para mí otra vez!" Y por si fuera poco dos juguetones dedos se incrustan en su interior, buscando la pared de su pubis en donde se encuentra el punto G.

Y para colmo, Javier se pone a hablar entre lamida y lamida subiendo más la calentura de Alma

– ¿Te gusta tener mis dedos dentro de tí? –nueva comida de coño– Noto la rugosidad de tu puntito G. –mueve los dedos frenéticamente para demostrarlo– ¿Vas a aguantar mucho más?

Y de nuevo un orgasmo bestial sacude el cuerpo de Alma. Su joven coñito se licúa en jugos que son tragados con sumo placer por Javier. La lengua hurgando en el interior de su vagina buscando sacarlos y llevarlos a su sedienta boca no permite el bajón de sensaciones de Alma.

– ¡¡¡Aaahhh!!!  ¡¡DIOSSS!! –Alma sufre fuertes sacudidas en su cuerpo– ¡No puede serrrrr!…AaaaaaAAAAAARGGGGGG

Con las sacudidas Alma resbala del asiento de la cabina pero Javier, atento y esperando precisamente eso, consigue cogerla y sujetarla apoyándola sobre su pecho. En esa posición se percata de la indefexión del culito de la chica y aprovechando que aún queda algo de jabón por el cuerpo, impregna un dedo en él y, en un espasmo orgásmico de Alma, aprovecha para clavar el dedo anular de golpe en el culo de la chica y volviendo a devorar su chochito.

Alma apenas ha notado la intrusión del dedo de Javier, presa de las sensaciones. Pero cuando baja un poco siente el dedo del hombre jugar con las paredes de su recto y las cosquillas de los nudillos sobre el anillo anal. Nunca ha practicado sexo anal pero, por alguna razón, al tener al hombre entregado a su placer y la forma en que lo ha hecho la ha pegado un nuevo subidón de placer. Y para colmo…

– ¿Te molesta el dedo, niña? –pregunta Javier– ¿Lo has hecho por aquí alguna vez?

Alma nota el deseo del hombre. Puede que hubiera podido decir algo, impedirle que siguiera. Pero de nuevo la ronca voz de deseo que ha puesto no la permite dudar. Su cuerpo no se lo pide… se lo está reclamando a gritos.

– No. Por ahí…Mmmm… sigo virgen. –contesta– Pero soy tuya… para lo que quieras…Arrgggg… hacerme.

– Pues si no me lo niegas, voy a tomar tu culito para mí. Seré el primero en explorarlo.

–Mmmm…Aaaaahhh Lo que quieras…. ¡¡Oohhhh!! Pero háblameeeeee….

– ¿Te pone que te diga qué te voy a hacer? –pregunta Javier aunque está jugando con Alma porque, a estas alturas, sabe la respuesta.

–Uffff…. Oooohhhh… Me poneeeehh…brutísimaaaagggg… tu vooooooozzz…–confiesa la muchacha ante la sonrisa satisfecha de Javier.

– Pues voy a terminar de comerte el chochito…–hace una pausa para comerla vorazmente el clítoris a la chica– y después te voy a llevar de nuevo a la cama…–nuevo ataque contra el sexo y el culo de Alma que se siente contra las cuerdas– y voy a hacer tu culito mío para siempre. –remata la frase.

Ataca Javier de nuevo sin cuartel el sexo de la chica. Durante los dos minutos escasos en que ha pasado todo esto, desde el orgasmo anterior, se había estado gestando otro nuevo (o un subidón del anterior, que tampoco lo sabe). Y se desata como un huracán de fuerza cinco. Cada fibra se agarrota, su respiración se bloquea, su mirada de nubla y una corriente eléctrica recorre su cuerpo, inmovilizándola. Alma se corre tan fuerte que no es capaz de decir qué ha pasado. Sólo sabe que ha sido lo más intenso que ha sentido nunca.

De hecho, cuando por fin vuelve en sí, está tumbada boca abajo en la cama y Javier secando su cuerpo con una toalla. Se nota relajada… más bien exhausta. ¿Cuántas veces se ha corrido? ¿Tres, cuatro, cinco? No lo sabe y, en ese momento, ni lo quiere saber. Lo único que la hace falta saber es que nunca ha estado con nadie como este hombre. No sólo ha sido el placer físico. Todas las sensaciones, todas las emociones y el poder de la grave voz han hecho que pase el mejor momento de su vida. ¡Sí! Realmente está más que satisfecha con la experiencia. Pero Alma aún no sabe que no ha terminado… ni mucho menos.

Javier está eufórico. Nunca se ha comportado con nadie como lo ha hecho esa noche con Alma. Tampoco es que haya estado con miles de mujeres pero, en su experiencia, no ha notado nunca la entrega de esa chiquilla. ¡Y esto le encanta! Lo hace mucho mejor, más satisfactorio,… se siente como el macho alfa de la manada. Siente que tiene el poder sobre ella, que puede hacer lo que quiera con ella pero, a su vez, debe protegerla, cuidarla y satisfacerla. "Me encanta" piensa Javier. Sentirse poderoso y sentir a Alma abandonada a él. Si incluso se quedó ida en la ducha teniendo que sacarla él mismo en brazos. Pero incluso ida, Alma le había demostrado que confiaba en él. Incluso perdida en el limbo, al notar cómo era izada y transportada, la chica se había abrazado a su cuerpo.

Está en estos pensamientos mientras termina de secarla sobre la cama. La mira tumbada. Ve el cuerpo juvenil de la chica. Si no lo hubiera estado ya se habría empalmado en el acto. Sólo se había corrido una vez por lo que saber que todavía le queda mucho fuelle. Y el hecho de saberse el futuro desvirgador del culito de la chica lo pone excitadísimo. Va a disfrutar de algo que le encanta y que muy pocas veces puede satisfacer que es un buen sexo anal. Sabe que puede ser casi tan satisfactorio para una mujer que el sexo ordinario pero, a la vez, es consciente del nivel de deseo, entrega y decisión que ésta debe tener para que sea agradable. Ella ya lo ha aceptado. Ahora le queda elevar de nuevo su entrega y deseo para que no sufra.

Javier se dispone, por fin, a prepararla en condiciones. Quiere tomar a Alma de nuevo, esta vez por ese culito que lo tiene subyugado desde la primera vez que lo vio. Y eso sin contar con el deseo de saberse el primer explorador de él. Y como buen explorador, planea la forma en que va a conquistar ese territorio. Sabiendo que la chica no ha "jugado" antes con él, la forma apropiada será desviar su atención para evitar que se bloqueé. Y para ello, tras poner un cojín grande bajo los riñones de Alma para subir sus nalgas, se tira a volver a devorarla con fruición, dando largos lametazos desde el inicio de la rajita hasta llegar incluso a meter la lengua dentro del ano de Alma.

Y la chica vuelve a notar que su cuerpo pide más. Las sensaciones que recibe desde sus "bajos fondos" la están volviendo loca. Alma pensaba que, tras aceptarlo, Javier apuntaría su miembro en el ojete y la rompería. Siempre la habían dicho sus amigas que era así con sus novios. Sin embargo, Javier, estaba de nuevo llevándola a las nubes. Incluso cuando el hombre introduce uno de sus dedos para abrir el oscuro agujero. No es que no haya sentido dolor. Simplemente por la excitación ni se había enterado de cuando había entrado. Lo que Alma no se imagina es que no es un dedo sino dos los que ya se encuentran encajados en su culo, rotando en su interior, estimulando las paredes rectales y las rugosidades del ano. Lo único que ella sabe es que, gracias a la estimulación vaginal con la que Javier acompaña sus manejos, está disfrutando plenamente.

Javier está loco de deseo. Los dedos que tiene metidos dentro del cuerpo de Alma se están tocando entre ellos. Está ya visualizando cómo sentirá los mismos dedos pero acariciando su polla encajada en el culo de Alma. Puede vender su alma al Diablo apostando a que en su vida la ha tenido ni tan grande, ni tan dura ni tan amoratada de deseo por nadie. Aunque desea consumar ya la "enculada" quiere que Alma lo disfrute también y no le está costando nada esperarse a pesar de todo. Introduce un nuevo dedo en su recto. Alma, aunque ha intentado disimularlo, ha sentido dolor por la nueva intrusión y Javier se ha percatado de ello. Deja los tres dedos encajados pero sube por la espalda de la chica, besándola, pasando la lengua por su columna y dejando que Alma se acostumbre de nuevo. Pero además recuerda algo… una cosa que sabe (ahora sí que sí y sin dudas) que lo va a ayudar a relajar a Alma.

– Dime Alma, ¿te duele tener mis dedos en tu culito? –la voz le ha salido ronca por la excitación.

–Ufff, nooo. Me encanta. Sigue así…–dice Alma mientras mueve un poco su culito para simular el coito.

– Tranquila, mi amor. No tengas prisa. –Javier habla con la dulzura que ha podido reunir– No tengas prisa. Ahora te la meto y te follaré el culo, zorrita mía.

Javier se ha arrepentido al momento de llamarla zorrita. Espera que no se ofenda o que no la provoque un bajón de sensaciones a la chica. No sabe por qué le ha salido así y ahora teme haber metido la pata.

– ¡Aaah! Síiii. Soy tu zorrita…–Javier respira aliviado– Soy tuya…Aaarrggg…Mmmmfff… ¡Ooohhhhh!

– ¿Entonces sigo así? ¿Te gusta, verdad? –Javier sonríe. Está satisfecho de cómo es suya. ¡¡Dios, que ganas la tiene!!

–Síiii… Me encanta lo que me haces. Noto tus dos dedos haciéndome diabluras…Mmmmmm, qué gustoooo ¡¡Jesús!!

– ¿Dos? Jajajaja. Pero si tienes ya encajados tres dedos en tu culito. –Alma abre los ojos asombrada– Lo siguiente que te voy a meter ya a ser mi polla. –Alma gime ante la idea de verse penetrada otra vez por Javier. Aunque sea por el culo, lo desea ya… en ese mismo momento.

–Arrrggg… ¿Y a qué esperas? Uffff… ¡Encúlame ya y dímelo! ¡¡¡Cuéntame cómo me rompes el culo!!!

Javier tampoco puede aguantar más. Saca los dedos y lubrica su miembro colocándose tras el abierto anito de la joven. Apoya el glande en él y, suavemente, lo introduce hasta que desaparece entre las nalgas de Alma. El placer de tenerla así no se puede explicar con palabras. Nota su calor envolviendo su falo y Alma no ha hecho el mínimo gesto de molestia.

– Alma, voy a ir poco a poco. Dime si te molesta en algún momento, no seas tonta.

–Mmmm…. Sigue, por favor… Pero dime…Mmmmm… qué me haces. Por favorrrrr…OohhhHáblammmeeeeee–consigue decir Alma. La penetración no la ha dolido nada. Sólo siente que está como una caldera de caliente a pesar de la sensación de intrusión en su ojete. Son unas sensaciones extrañas pero placenteras. Necesita seguir.

– Muy bien Almita…–dice Javier mientras empuja suavemente su verga en el interior del culo de la chica– Voy metiendo polla en tu culete. –una pausa– Ya debes tener unos siete centímetros dentro de ti… Voy a sacártela un poco y volver a metértela…Aumpffff, qué placer… Ahora un poquito más dentro.

Sin que Alma se percate, Javier entierra casi completamente su polla en ella. Sólo deja el espacio justo para que ella no note su vello púbico. La dice que se prepare que va a meter lo que le queda de polla fuera en su culo, que se agarre mientras se ríe sardónicamente sin que ella se percate. Ve que la muchacha cierra las manos temiendo que la haga daño. La avisa y mete un caderazo que hace que el cuerpo de Alma se venza hacia delante.

– ¿Pero qué más esperabas? ¿Si tienes el culo lleno de polla? –se ríe ante la sorpresa de Alma

– Pero qué cabrón. –dice medio mosqueada Alma, olvidándose de su culo por el momento.

–Jajajaja. Pero dime una cosa, mi dulce Alma. ¿Te ha dolido? Porque estoy totalmente dentro de ti.

A Alma no la queda otra que reconocer que no ha sentido dolor. Está absolutamente sorprendida. Todas las amigas que la han reconocido que sus novios las han dado por culo la contaron que dolía una barbaridad. Incluso a una su chico la provocó un desgarro anal. Sin embargo con Javier no había sentido más que una molestia por lo inhabitual de la penetración. Definitivamente este hombre… ¡¡¡es la ostia!!!

–Preparate mi niña porque ya no aguanto más. Te voy a dar con todo…

–Ufff…Aaahhh…Síiii, fóllame. Soy tuya… Párteme el culo en dos… Soy tuyaaaa–a pesar del ligero "despiste" Alma está caliente como nunca. Enfebrecida de pasión sólo desea que Javier la posea, que la haga suya… Y si es posible para siempre.

Javier empieza a moverse lentamente pero con profundidad. Saca casi toda la polla del recto de la chica hasta que apenas su glande está dentro. Entonces vuelve a meterse pero con delicadeza. No es tiempo aún de movimientos rápidos. Lo que sí empieza a hacer es a masturbar el botón femenino del placer. Alma siente las caricias y ya, loca como está de placer, no gime sino que casi grita su placer a pleno pulmón.

–Síiii, Almaaaa…. Arrggggg… cómo me apretas la polla con tu culooOOOOOOH–goza Javier.

– ¡¡¡Fóllame!!! Aaahh AARRGHHH ¡Párteme…Mmmmfff… el putoooOHHH…culooOOOOOOOOO–grita Alma desatada.

– Te vas a…mmppfff… enterar…–Javier sube el ritmo de su follada a todo lo que dan sus músculos. Además, para matar a la chica, mete de golpe tres dedos en el interior de su chorreante coño que destila flujo sin parar.

– ¡¡¡AAaaahhhh, SÍIIIII!!! –Alma siente un espasmo en el coño por la sensación de los dedos en movimiento que la están deshaciendo de gusto. Sabe que se va a correr pero quiere sentir como Javier se derrama dentro de ella. No puede ya más. Sabe que este orgasmo será el definitivo. Y está llegando como un mercancías.

–Uffff, agggg..no puedo más… Voy a llenarte el culito de mi lecheeee…–Javier sabe que no va a aguantar mucho. El calor del recto en su miembro, el roce de la piel por el fenético movimiento y el morbo han hecho estragos. Sabe que el punto de no retorno ha sido sobrepasado y que en breve soltará andanada tras andanada de semen en el interior de Alma. Y no desea dejar a la chica a medias…– ¡¡¡VAMOS, CÓRRETE CONMIGO!!!

– AAAAARRRRRRRRGGGGGGGGGGGG…

Alma brama hasta que los músculos del pecho se agarrotan como todos los de su cuerpo. Cuando el latigazo se va consigue meter algo de aire en sus pulmones para volver a gritar su placer hasta que un nuevo calambrazo la bloquea. Sus ojos se entornan y se ponen blancos. Su coño se contrae con fuerza apretando los dedos de Javier y soltando un chorrito de flujo como si fuera una eyaculación. Y el corazón amenaza a salirse por la boca de los zambombazos que mete en el interior de su pecho… Hasta los pezones la duelen de placer.

Javier nota el calor característico del semen que hierve en su interior. Alma ha empezado a convulsionarse de placer, gritando en un orgasmo que parece arrollador. Y nota que su propio cuerpo debe liberar también esa tensión. Sus huevos parece que se encogen para lanzar su contenido en lo más profundo del culo de la mujer que está, literalmente, ordeñando su extensión, haciendo que los chorros de esperma inunden el recto de Alma. Nota que por su polla empiezan a escurrir chorretes de semen y por sus dedos un abundante flujo procedente de la vagina femenina. Su cuerpo se agarrota, pudiendo sólo agarrarse a las caderas de la chica hasta que todo pasa.

Se tira sobre la cama junto al cuerpo de Alma. Cuando recupera la respiración ve que la chica no ha cambiado su postura a pesar del tiempo transcurrido. Se incorpora y consigue tumbarla a su lado frente a él. Alma acaba de recuperarse del breve trance en el que había entrado. No es que se hubiera desmayado. Sólo que ni tenía ganas ni fuerzas para nada más. Al notar como Javier la coloca frente a él sólo tiene que abrir los ojos para que sus miradas se enfrenten. Ambos sonríen dulcemente.

– ¿Estás bien? –pregunta Javier, algo preocupado por la actitud de Alma.

– Sí y no. –contesta Alma muy bajito.

– ¿Por qué sí y no?

– Sí porque acabo de tener la mejor experiencia de mi vida. Y no porque temo que esto sólo ha sido por esta vez…–Alma siente un nudo en la garganta según ha dicho esto. Porque ahora, lo que más teme, es sólo ser una muesca más en la pistola del hombre.

– ¿Y me puedes decir por qué sólo va a ser esta vez?

– Pues porque ya has conseguido a la jovencita y no querrás saber más de mí. O porque sólo quedes conmigo para repetir y pasar el rato… Porque no me quieras como yo te quiero a tí…–dice Alma mientras su voz se rompe. Casi no se oía lo que ha dicho. Sólo casi porque Javier lo ha entendido todo.

– ¿Por qué piensas esas tonterías? ¿Crees que no te puedo querer? –gira la cara de Alma que había enterrado en la almohada para ocultar las lágrimas?

– Soy una tonta… sólo una niñata que…–la interrumpe Javier.

– ¿Una niñata que se ha enamorado de mí?

Alma sólo asiente. Se siente como una niña caprichosa que dice estar enamorada de cualquiera que le guste. Aunque ella sabe que Javier no es sólo que le guste. Siente algo dentro de ella que la dice que es ÉL. Y por eso se siente igual de insegura que esa niña caprichosa pesa a saber que está completa y perdidamente enamorada. Y lágrimas de impotencia, y puede que de frustración, escapan de sus preciosos ojos. Para su sorpresa, Javier se acerca a ella y, de un sutil beso, seca esas lágrimas que se escapan de sus ojos.

– Alma. Tengo bastantes más años que tú. Creo que no te miento si te digo que tengo bastante más experiencia que tú. Acabo de hacer del amor con la criatura más maravillosa del planeta, una mujer que parece haber sido hecha para mí. Si te digo una cosa, ¿me guardas el secreto?

– Sí, claro. –pregunta Alma muerta de curiosidad por lo que la acaba de decir Javier.

– Mira. Tengo miedo. Miedo a algo que nunca he sentido por nadie. Miedo a hacer daño a alguien especial. Y sobre todo, miedo a dejar sola algún día a una mujer a la que saco quince años… miedo de dejar sola a la mujer de la que, en un momento y sin darme cuenta, me he enamorado como el tonto que dices tú que eres.

– No me importa. –y lágrimas, ahora de felicidad, surcan de nuevo la cara de Alma.– Acabo de saber que sí existe el amor a primera vista. Acabo de saber que soy correspondida. Y acabo de decidir que, sí también me quieres, voy a pasar el resto de mi vida contigo…

– Alma, te amo.

Se vuelven a besar Alma y Javier, Javier y Alma, sellando una promesa de amor eterno. O de amor mientras vivan. Se besan tranquilos, sin prisa, acariciándose dulcemente expresando todo lo que tienen dentro.

Sólo unos ojos los observan. Unos ojos agudos que ven en la oscuridad. Es Nevado, el gato siamés de Javier. Curioso como todo buen gato ha sido mudo espectador del acto de amor de su dueño con una hembra de su especie. Es algo que sabe, puesto que para algo está el instinto animal que no falla nunca. Seguramente su dueño se va a aparear con esa hembra y tendrá que lidiar con los cachorros que tengan. Indiferente y silencioso, Nevado salta de la silla en la que se encontraba y se va de la habitación, dejando a los dos amantes hacerse promesas de eterno amor…