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Michelle y Silvy, dos mujeres preciosas.

en Trios

Respecto a mí, soy un hombre casado de 35 años de complexión fuerte, el vecino, tu compañero de trabajo, tu peluquero o ese chico agradable que simplemente te produce picardía y morbo.

Lo que hoy os quiero contar en como conocí e invadió mi mente Michell, una preciosa y despampanante mujer que podía aportar algo especial que otras no tienen.

Sería precioso decir que a con mis 28 años en mi vida todo era perfecto pero no, no era así, mis relaciones siempre tormentosas y le mundo laboral de la construcción patas arriba por la crisis me estaban creando demasiados problemas. También sería precioso decir que mis encuentros siempre eran convencionales pero no, como la mayoría de los hombres en momentos de estrés acudimos a la ayuda de una profesional, creo que me entendéis, esta es una historia sobre esa profesional.

Tras recibir la noticia de que me quedaba sin curro mi cabeza estallaba, no paraba de pensar sin nada fructífero en el esfuerzo, necesitaba parar, desconectar. Mis ojos se dirigieron a una página de contactos de una ciudad próxima a la mía buscando aumentar la calidad y la oferta, no tarde en fijarme en alguien mi especial, Michell (podéis encontrarla en internet), una travesti preciosa de Cartagena que estaba de paso por la ciudad. No era la primera vez que caía en las redes del tercer sexo y esta era una ocasión en donde necesitaba algo intenso, diferente y desde luego ella lo es. Recorrí una a una sus fotos devorando sus curvas, se notaba elegancia, sensualidad, no padecía como muchas otras del grotesco exceso de la cirugía, era sencillamente perfecta. Sus tatuajes le aportaban un toque morboso, sus labios carnosos pedían ser mordidos y su esbelta figura ser tomada.

Marque el numero y su voz sensual ligeramente forzada para encandilar, de un modo muy propio del oficio, me explico sus servicios y así pasamos a concertar nuestra cita. Colgué y los remordimientos empezaron a brotar, “que haces, porque vas a ir, y el dinero, estas sin curro” los pensamientos golpeaban mi cabeza y decidí llamar para cancelar la cita. De nuevo su voz, me encantaba, me atraía, pero no podía ser. Aún sin saber como ella percibió mi nerviosísimo, sabía que algo me inquietaba y sin darme cuenta en unos segundos estaba contándole mi situación. “No te preocupes”, fueron sus palabras, “Ahora estamos solas, si quieres ven y aunque no hagamos nada podemos charlar y así te relajas”, no lo entendía, sin conocerme de nada se mostraba tan amable conmigo.

Una hora más tarde estaba ante su puerta, la puerta entornada y ella asomándose me permitió por primera vez ver su preciosa cara al natural. De un modo tímido pase al interior del piso recibiendo su primer beso de bienvenida, un piquito que me hizo ruborizar. Me sentía muy pequeño ante ella, no solo por su altura, por su belleza. Me hizo pasar a la habitación y nos sentamos en la cama, la conversación comenzó a fluir y a relajarme, le contaba mis problemas y ella me explicaba que su hermano estaba en una situación parecida.

Mientras hablaba mis ojos recorrían su cuerpo y ella lo sabía, la bata de seda japonesa no le cubría apenas el cuerpo perfectamente embellecido con una lencería de encaje. Adivinaba unos senos preciosos y una piel delicada cuando me sorprendió la entrada en la habitación de otra chica,  “ahhh esta es silvy, mi compañera, siempre viajamos y trabajamos juntas”. Sus dos besos me sacaron de mi asombro, la salude de forma tímida mientras la observaba. Una media melena morena, una cara bonita pero sin duda enormemente pícara y un cuerpo precioso, pechos medianos, cintura esbelta y unas caderas que llamaban para ser cogidas.

Silvy salió de la habitación tras coger unas cosas, sin duda mi imaginación volaba y mi libido estaba mucho más arriba aún, casi sin explicármelo me oí decir  “quiero acostarme contigo”. La sonrisa de Michell no se hizo esperar “¿Conmigo o con las dos?”, ufffff mi mundo estalló, “Hacemos servicio juntas, aunque entre nosotras no tenemos penetración”, en ese momento ese era un problema que estaba lejos, muy lejos, de preocuparme. “Ok” le dije y abone el servicio. Ella sabía que esto ocurriría y creo que yo también porque traje el dinero más que suficiente, ambos nos habíamos mentido a medias en nuestros deseos y gracias a eso no abría mentiras en nuestros cuerpos.

Michell reclamó la presencia de su compañera que no tardó en venir en su ayuda. De pie y una cada lado de mi cuerpo sus manos se ocuparon de mi ropa, sus cuerpos calientes me rodeaban y mi erección pronto salto a la vista de ambas. Sus manos acariciaron por delante y por detrás mi sexo saturando mi cuerpo y colmándolo con sus besos en mi cuello. “Túmbate”, ¿alguien diría que no a una orden así?, mi cuerpo obedeció y puede ver un espectáculo impresionante, de pie, frente a mi comenzó el sensual ritual del desnudo entre piquitos de ambas, por segundos apreciaba mas y mas rincones. Dos mujeres igualmente bellas y a la vez con algo diferente, algo que por primera vez estaba ante mis ojos, el pene de Michell. Su elegancia y las de sus fotografías en la web evitaban mostrar de manera grotesca su atributo y mis dudas sobre el no habían parado desde que la vi, en mis experiencias anteriores con damas del tercer sexo había podido ver de todo, desde pequeños penes frustrados por la hormonación a vergas realmente gordas. Ninguno de los casos anteriores era el suyo, su pene a media erección era bonito, similar al mío, una buena longitud y grosor, una delicia que no podía dejar de mirar.

Como dos gatas en celo recorrieron la cama hasta mi cuerpo y los besos y caricias empezaron sin piedad. Desde mis pezones, desde mi cuello, desde mi vientre notaba las descargas de placer de sus bocas y mi punto máximo fue devorar glotonas mi polla completamente tiesa, una y otra se afanaban en recorrer y engullir con pequeños mordiquitos mi polla. Estaba listo, quería mas, y así fue, tras enfundarme la dichosa pero necesaria goma Silvy comenzó a cabalgar pero ningún sentido se podía quedar fuera y el del gusto iba a ser agitado por el sabor de la preciosa polla de Michell ya en completa erección. Desgustaba vicioso su glande, mi lengua lo envolvía y mi garganta seguidamente trataba de albergarlo entero. Suave y delicioso no quería soltarlo pero esta vez no era yo el que quería más sino Michell, “Ven follate a Silvy bocarriba”. El calor del coño de Silvy me abandono, para dejar su cuerpo caer sobre la cama, sus piernas abiertas dejaban a la vista su precioso y dilatado coño, como un autómata me lance a comerlo quedando en cuatro y expuesto a los juegos perversos de Michell, unos juegos que se prodigaban en mi ano, rozándolo, jugueteando,  lubricándolo con una idea que conocía perfectamente.

“Vamos, métesela”, obediente me situé sobre ella y mi polla se envolvió de nuevo con su calor, el vaivén no era marcado por mí, los dedos de Michell en mi ano hacían de mi una graciosa marioneta sexual que empujaba y salía de su amiga a su gusto. Tras un minuto dulcemente eterno fue Michell de nuevo la que iba a tomar el dominio de la marioneta pero esta vez de un modo distinto, su cuerpo tras de mí, situado entre mis piernas me anunciaba lo inevitable. El roce del precioso pene que había atrapado mi boca ahora estaba enfundado y listo para asaltar mis entrañas y vaya si lo deseaba. Freno mis caderas y ayudada por Silvy en un momento que me recordó al pasado sentí su rabo abrirse paso, descarado y continuo separaba las paredes de mi deseoso culo. No tarde en sentirlo completo, esta zorra que os escribe estaba llena en sus deseos en el mayor emparedado de placer. Bombeado ya sin miramientos mis gemidos eran claros, como me gustaba, tanto que mi eyaculación no tardó. Silvy la recibió, pero cómplice supo lo que yo quería, esperar a que Michell también acabara, sentir su orgasmo en mi cuerpo y así fue, los espasmos y su bufido dulcemente femenino me enseño su éxtasis. Nunca he odiado mas algo que sentir como una polla deliciosa me abandona o perder el calor envolvente de un coño.

 Era el momento, relajados por unos minutos de silencio se sucedió una conversación amena y una triste despedida con la promesa de que de algún modo volvería a suceder. Y sucedió, pero de un modo distinto que prometo contaros.

     Un saludo y mi eterno agradecimiento por leerme.

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