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Eva y los Círculos V. Marta, Segunda Parte

en Dominación

Eva y los círculos viciosos. Marta, 2ªParte : Exhibiciones impúdicas

Nunca más me llevó a aquella clínica. Los días comenzaron a ser un poco como antes. Nos encontrábamos en las horas del desayuno y volviamos a ser más o menos amigas, Cierto que todo era diferente. Sabía que ella era mi dueña y que sus deseos debía cumplirlos. Pero también sabía que no me iba a poner en un compromiso allí delante de las vecinas y de la gente del barrio. Los fines de semana me instalaba en su casa. Me gustaba estar con ella. Era cariñosa y cruel. Y nunca sabía lo que podía pasar. Vivía en un piso antiguo que había sido de su abuela. Era un piso antiguo, grande y destartalado de extenso pasillo y con muchas habitaciones. Ella dormía en una cuarto grande con un pequeño gabinete que dejaba reservado para mí, en una cama habatible dormía yo, pendiente de sus llamadas. Tenía una habitación habilitada con un gran espejo por el que podía ver escondida. Pronto aquella habitación entraría en liza.

 

Los días pasaban y Marta iba endureciéndose cada día más. Nuestra intimidad, nuestra relación fue haciéndose más exhibicionista, menos comprensiva. . La primera muestra fue cuando en unos grandes almacenes me ordenó ir al baño meterme en una cabina y desnudarme. Allí estuve hasta que apareció ella para ver si lo había cumplido. Entonces supe que todo iba a cambiar.

 

La noche del sábado siguiente salió sola. Llegaré tarde, acuéstate, me dijo casi sin mirarme. Me acosté, había caído en un sueño profundo.cuando noté que alguien me daba palmaditas en la cara, me desperté. Junto a mí vi a Marta. Vamos levántate tenemos visita.Miré el reloj eran las cuatro de la mañana.

Me levanté, estaba aturdida, intenté ir al baño pero Marta me lo impidió.

 

- Quítate el pijama y vamos

 

Obedecí caminaba como me había enseñado con las manos detrás de la nuca . Entré en el salón y un griterío empezó,tres chicas, amigas de Marta, comenzaron una fiesta particular.

Me colocaron en el centro, me rodeaban, me golpeaban en el culo, en las tetas, me echaban las bebidas por encima de la cabeza.

 

- A cuatro patas, vamos sobre la mesa

 

Dijo una que parecía llevar la voz cantante. Miraba a Marta, estaba sentada y lo observaba todo, con gesto serio. Me coloqué encima de la mesa como me ordenaban. Entonces comenzó un verdadero suplicio. Me penetraban con los dedos, me frotaban, me pellizcaban los pezones y las tetas. Me hacían chuparlas en coño y el culo. Me tiraban la bebida por el cuerpo. En un momento no pude más y empecé a orinarme, Todas se rieron, y empezaron a llamarme cerda y puta. Me levantaron y me llevaron al cuarto de baño. Me introdujeron en la bañera tumbada y comenzaron a orinarme encima. Yo miaraba a Marta que desde la puerta seguía seria obeservándome. En un momenro la oí que decía Basta, podéis iros. Las amigas lo recogieron todo y se marcharon. Yo seguía tumbada en la bañera empapada por los orines de las amigas. Marta regresó y se quedó mirándome.

 

- Nunca te habían hecho nada de esto

- Nunca Ama

- Siempre hay una primera vez, dúchate y acuéstate yo me voy a dormir.

 

Me quedé un rato aún el bañaera llorando ante aquella humillación vivida. Luego me lavé y volví a a costarme.

 

Segundo

No estoy para juzgar los comportamientos de mi Ama. Si acepté fue porque verdaderamente era libre en la esclavitud. Estos meses con Marta he encontrado quién era. Pero Marta llevaba una temporada con ciertas obsesiones. Necesitaba verme en poder de otra mujeres. En uno de los cuatro tiró un tabique y colocó un espejo para vigilar y ver desde allí. Era el escenario perfecto.

Comenzó una etapa difícilemente comprensible. Aprovecahando que los viernes yo no trabajaba las jornadas comenzaban los jueves por la noche hasta el domingo por la tarde.

 

El primer jueves que salimos me dio las instrucciones.

 

- Quiero que en la cama te portes sin remilgos, ya me entiendes, nada de mojigaterías.

 

Entramos en un bar de copas, había bastante gente, Marta, observaba desde la barra.

 

- Esa, ¿la ves?

- ¿La rubia que está con las amigas?

- Sí esa

- No parece lesbiana, más bien lo contrario.

- Ahí está tu mérito. Debes conseguirlo,

Pensé que era una simple excentricidad, nada más que una estupidez. Marta en cambio me seguía expectante. Me acerqué al grupo. No recuerdo bien la excusa para entablar conversación con ella. Seguramente había motivos para el comentario. Se llamaba Ana tenía 36 años. Era una chica simpática, algo simple. Esperé y salí con ella. Sus amigas andaban por delante. Intenté invitarla, pero fue imposible,.

 

Marta estaba enfadada, caminábamos en silencio. Cuando llegamos a casa. Marta comenzó una regañina atroz, jamás la había visto así.

 

- Desnudate

 

Me desnudé. Marta abrió el balcón y me hizo salir.

 

- Colócate

 

Abrí las piernas y coloqué los brazos detrás de la nuca. Después se fue. Así me dejó hasta que estuvo preparada para acostarse.

 

- Pasa. Hoy me has decepcionado. Mañana tendrás tu castigo.Acuestate ahora,

.

Me acosté así desnuda sorprendida aún de la actiuda de Marta. Temprano  me despertó 

- Vamos es hora de hacer algo, te espero en el salón, me dijo con tono seco y enfadado.

 

Llegué al salón Marta estaba de pie,

 

- Desnuda, vamos

 

Me quité el pijama y me coloqué en posición

 

- Ayer me defraudaste, confiaba en ti, pero no no supiste hacerlo bien

 

Intenté disculparme, excusarme pero no hubo manera. Estaba muy enfadada. Fue hasta la cocina y regresó con un mortero,olía a ajo y vinagre. Me ordeno tumbarme en la mesa boca arriba y las piernas separadas. Con los dedos buscó el clitorix. Tomó el mejunje de ajo y los frotó en él, el ardor y el picor fueron casi inmediatos. Luego lo aplicó en el orificio del culo.

 

- De pie en posición. Ni tocarte. Como vea que te toques te echo a la calle en pelotas.

 

Permanecí desnuda con las manos detrás de la nuca. Las lágrimas se me caían. La supliqué varias veces, prefería ser azotada o sodomizada. Marta no decía nada. Iba y venía haciendo cosas.

 

- Las piernas bien abiertas, vamos, como te vea tocarte o cerrar las piernas te mando a la calle, para que te vean todas lo zorra que eres.

 

Abrí las piernas, no podía aguantar más, el ardor era tan fuerte que pensaba que saldría en llamas. Me ararstré a sus pies y la supliqué llorando. Ella quedó impertérrita.

 

- No seas niña, en pie vamos ponte como debes.

 

Entre lágrimas volví a colocarme, no podía aguantar más. Marta entró y tomándome del brazo me llevó hasta el baño.

 

- Vamos, al final logras ablandarme

 

Con una espoja fue lavándome, yo seguía llorando. El chorro de la ducha acabó por aliviarme. Me sequé y Marta me aplicó una crema que me refrescó. Me arrodillé y la besé los pies dándole las gracis.

 

- Vamos no seas niña, ve y vístete.

Tres

 

La noche del sábado volvimos otra vez a intentarlo. Las amenazas de Marta esta vez si lograron asustarme. Era un local de esos de ambiente. Apenas los había frecuentado, siempre me parecieron demasiado indiscretos. El local estaba cargado de ruido. Una dj de aspecto agresivo, mostrando una anatomía repleta de tatoos, animaba a la gente que por momentos parecía perder el control entre las luces y una música monocorde y repetitiva hasta la saciedad. Los cuerpos se movían con el automatismo de quien hace tiempo tomaron una cierta inercia. La tatuada daba consignas invitando a no sé qué insurrección, lanzando proclamas y gritillos que exaltaban a las que ocupaban la pista de baile.

 

Avanzamos entre la penumbra, hasta un pequeño hueco en la barra. Marta oteaba el paisaje eligiendo la presa. Pronto se fijó en un grupito de muchachas jóvenes .

 

- La rubita aquella, dijo

- Pero si no llega a los 25 años, repuse contrariada

- Con 25 años ya se sabe manejar

 

Me acerqué al grupito, me sentía una especie de corruptora de menores. La cosa fue más fácil de lo que pensaba. Era una chica simpática. Se llamaba Lucía, tenía 26 años y celebraban un primer contrato indefinido en una empresa de informática. Charlamos un rato hasta que la música pareció volverla loca. Me arrastró hasta la pista y comenzó una especie de caos de música y movimiento. Ella intentaba animarme con la mirada. En un momento se apartó para hablar con sus amigas. Estas volvieron la mirada hacia mí y se rieron, saliendo después del local. Lucía y yo aún nos quedamos un rato. Acodadas en la barra conversamos un rato, hasta que me decidí a invitarla a ir a casa.

 

Me fijé en Marta, salió casi al tiempo que nosotras pero enseguida nos adelantó. Cuando entramos en la casa advertí a Lucía de la necesidad de no hacer ruido por la presencia de mi abuela en la casa. Una triquiñuela de Marta para poder echar pronto a la intrusa.

 

Lucía era una chica rubita de cara de niña buena con unos enormes y hermosos ojos grises. Era más delagada de lo que a principio parecía. Tenía unos pechos pequeños con unos pezones rosados de corola pequeña. Su cuerpo estaba terso, y tenía un culo de nalgas firmes y contundentes. Poséia uno de esos cuerpos sensitivos que al tocarlos se encendían con facilidad. La coloqué delante del espejo y la ataqué por detrás, reflejada veía nuestras caras, y su cuerpo en primer plano. Pasé la mano por sus pechos descendiendo hasta frotar su sexo. Ella se abría generosa, mientras mis dedos hurgaban y la penetraban. La di la vuelta y la besé si dejar de tocarla.

En la cama puede atacarla con más precisión. Su piel olía a colonia barata, algo fuerte. La besé y enseguida se deslizó con su boca por mi cuerpo hasta llegar a mis sexo. Su lengua se movía con agilidad alrededor del clitorix, desplazándose hasta la vulva, los labios, y volver a subir hacia el clitorix que ahora lo introducía en su boca, succionándolo con suavidad. Hacía tiempo que no disfrutaba de tanto placer. Tan joven sabía, sin embargo, bien lo que se hacía. En un momento siguió el camino contrario hasta llegar a mi boca, me besó mientras con su mano me masturbaba . La besé y la giré, mi boca recorrió su cuerpo. Enseguidas e agitó, nervisoa excitada. Apenas mi lengua rozó su clitorix su cuerpo respondió sensible y sexual. Dejé la lengua y comencé con la mano, era más fuerte, más eficaz. Ella arquéo el cuerpo en un momento. No tienes nada . Tomé un dildo y lo coloqué en un arnés.

 

- Esto es lo que quieres

 

Asintió con la cabeza y abrió las piernas. Me tumbé y después de lubricarla bien, la penetré con fuerza. Ella gritó, se agitó, se agarraba con las manos al cabecero todo su cuerpo permanecía en tensión y excitadísimo. Giró, y se colocó a cuatro patas sobre la cama. Tenía el culo tenso, redondo y sonrosado. Fue intuición, o simple instinto, pero tomé uno de los látigos de colas y descargué un azote en el culo. Gimió entre dolorida y excitada.

 

- Sigue, no pares

 

La di una tanda de cinco azotes. Ella se dejó caer en la cama boca abajo. Me quité el arnés y me tumbé junto a ella.

 

- Tía ha sido demasiado, qué fuerte, nunca había sentido nada como eso.

 

Allí al lado la oía jadear, moverse agitada, exhalando esa mezcla de sudor , colonia y sexo.

 

- ¿Si quieres repetir?

- No tía ha sido mucho ya.

 

Dejé que se fuese recuperando, hasta que estuviese tranquila.

 

- No es por nada pero si no te importa deberías irte

Me miró con cierta incredulidad.

-Es por mi abuela, ya sé que es ridículo pero si ve a desconocidos se altera.

 

Mientras se vestía llamé a un taxi. Cuando salía la ofrecí dinero para el transporte.

 

- ¿ Qué piensas que soy una puta ¿

- No pero …

Me besó despacio.

- ¿Me llamarás?

Asentí con la cabeza.

Nada más irse fui corriendo al cuarto desde donde Marta había asistido a la representación. Estaba tumbada en un sofá, apenas si una fina bata casi transparente la cubría. Se la veía agotada.

 

- Ayúdame

 

Fui hacia ella. Había algún consolador en el suelo, y tenía su sexo demasiado enrojecido.

 

- Ha sido estupendo

 

La levanté como pude y la metí en la cama, la di un poco de crema y me acosté con ella. Supuse que no habría podido contenerse, que un exceso de consoladores y frotamientos la habían dejado así. Me tumbe a su lado y la acaricié hasta que se quedó dormida.

 

A la mañana siguiente Marta estaba de un humor excelente. Mientras desayunábamos me repetía los detalles con tal precisión que parecía asistir a una película de aquella noche. Me alegraba de su buen humor y de que quedase tan contenta, pensando que todo aquellos juegos se le olvidarían.

 

- Ahora hay que rematar el domingo

 

Me dijo ante mi sorpresa.

 

- No es fácil encontrar a nadie un domingo por la mañana, y debems trabajar con cierta seguridad.

 

Se quedó pensativa y entonces abrió el ordenador, estuvo tecleando un rato

 

- Esto es, perfecto, si es posible encontrar a alguna es por aquí

 

Dio la vuelta al ordenador y me mostró un chat dedicado a lesbianas. Puse algunas objeciones pero sin resultados alguno.

Entré en el chat como eva_madrid. Mucha cháchara , mucha pérdida de tiempo, mucha casada, mucha niñata, gente para novizagos, salidas orales. Una pérdidad de tiempo. Hasta que por fin una coversación que podía dar sus frutos, ambigua_55 tenía sentido del humor, parecía culta y mantenía una conversación entretenida con alguna insinuación levemente erótica. Después de un ratito, me atreví a insinuarle si quería que nos viésemos, al fin y al cabo no estábamos lejos. Aceptó en una hora quedamos en la puerta de una conocida cafetería.

 

Marta se puso contentísima. Me preparé y cinco minutos antes de la hora estaba en la puerta. No había nadie allí. Por un momento pensé que se habría arrepentido. Cuando estaba distraida, alguien me llamó por la espalda. Me volví era ambigua_55, Rosa. A sus 55 años, no estaba mal, parecía algo más joven. Nos saludamos y entramos a tomar algo. Hablamos con la facilidad de unas amigas de toda la vida. Era agradable, culta y bastante sentido del humor. Vestía con una chaqueta de hombre y una falda larga. Tenía ese aspecto un poco moderno trasnochado muy años veinte. Después de un rato venía la prueba de fuego. No es fácil invitar a unos juegos eróticos a las doce de la mañana. Entre palabra y palabra le lancé la invitación de venir a casa.

 

- ¿ Me vas a follar ?

 

Claro, para qué ir sino. Ella se quedó pensativa. Y se levantó

 

- Vamos

 

Salimos en silencio, ella iba meditabunda como si se hubiese lanzado demasiado rápido a una aventura desconocida y llena de peligros.

LLegamos a casa, en el ascensor la pasé un dedo alrededor de su cara, era un movimiento sensual envolvente, según me había enseñado mi primer amor. Ella agachó la cabeza. A sus 55 años había algo de fingida inocencia que despertaba mis instintos sexuales. Todo fue más anodino que lo ques e anuncuaba, Algo de lengua, tijera, consiladores, pero poco morbo y poco entusiasmo. Cuando se fue. marta quedó decepcionada. Las maduritas ya no daban juego.

Después de aquel fin de semana nada fue igual: El encuentro con Lucía había despertado ciertos instintos que nunca pensé que existían y que estaba dispuesta a probar. Marta ya no era mi único referente.

( Continuará con La tercera entrega deEva y los Círculos viciososos )