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Un paseo por Madrid que termina en locura sexual 1

en Bisexuales

Había llegado el día antes, una visita a un cliente que me podía reportar buenos contactos y beneficios para mi empresa me hizo coger el coche y desplazarme a Madrid desde mi ciudad. Aproveché y llegué la tarde anterior para dar una vuelta por la ciudad a la que iba muy de vez en cuando y que me encanta por su mezcla de gente, de bares, de plazas y de lugares por descubrir.

Os pongo en antecedentes. Soy un hombre de 50 años, heterosexual, con un físico más que aceptable y cuidado debido al ejercicio (poco pero suficiente para mantenerme) y a hábitos saludables en la alimentación. Ojos verdes, guapo (o eso dicen), 1´80 y 75 kgs. Siempre he tenido éxito entre las mujeres, nunca me ha faltado sexo cuando me he sentido con ganas a pesar de que no soy de los que busca contactos de solo una noche pero, lo que decía, no me puedo quejar para nada.

En mi paseo por la ciudad descubrí, entre otros sitio, un sex shop en una calle bastante larga pero poco transitada. Tenía buena pinta, nada de ser un antro oscuro como algunos que he visto. Desde una terraza próxima en la que me tomaba un café veía que entraba y salía todo tipo de gente, gente normal, hombres, mujeres, chicos…..todo esto sin llamarme mucho la atención ya que preparaba con mi tablet en esa terraza la presentación que haría al día siguiente. El caso es que cuando acabé presté más atención al trasiego de gente y más a la que entraba y salía de allí. Me dije que después de una ducha en el hotel daría un paseo buscando un lugar para cenar que me habían recomendado y, por qué no, entraría a ese lugar a ver algún juguete que hace tiempo me apetecía tener y que en mi ciudad no había encontrado, un masturbador de silicona.

Después de la ducha en el hotel me puse unos vaqueros y un polo gris y salía la calle. Nada de metro ni taxis, a pasear. Cerveza en un bar, mirar escaparates y, sin darme cuenta, pasaba por la puerta de ese sex shop del que me había olvidado un poco pero al ver el escaparate me lo recordó enseguida. Entré, doble puerta para evitar curiosos y muy espacioso una vez dentro, climatizado y agradable. Saludé a un chico que había detrás del mostrador y me puse a mirar en las vitrinas lo que había.

Habían unas siete u ocho personas dentro: una pareja joven, dos chicos de unos 25-30 años, uno más joven, una pareja de hombres mayores hablando entre ellos y yo. Descubrí al poco un pasillo que llevaba a una estancia donde había varias cabinas donde ponían películas porno. Conté 16, más de la mitad con las puertas cerradas, se supone que ocupadas y las otras abiertas. Me apeteció mucho sentarme y ver una de esas películas, hacía mucho que no me sentaba a ver porno tranquilo y en realidad no tenía mucho que hacer así que me dirigí al mostrador y pregunté como se utilizaban. El chico muy amablemente me dijo que tenían una tarifa de 10€ y que podía estar todo el tiempo que quisiera en ellas. Sonreí, saqué la cartera y le di el billete.

-          Puedes entrar a cualquiera que veas con la puerta abierta. Disfruta.

“Disfruta”. Esa palabra me hizo sonreír un poco inquieto. ¿Disfrutar?.....bueno, no le dí más importancia y entré al pasillo una vez más. Me dirigí a una que había libre entre las disponibles, entré, cerré la puerta y me senté en un sillón de cuero tipo oficina, muy cómodo y delante de una televisión de unas 32 pulgadas que por lo visto cambiaba de canal con un aparato anclado a la pared. Un dispensador de papel y una papelera vacía completaban la estancia, que al verlo sonreí “No está mal hacerse una buena paja viendo una peli de estas, puerta cerrada, tranquilo y sin que nadie me moleste. Piensan en todo aquí”.

Al acomodarme y pulsar los canales disponibles vi que había películas de todo tipo: bondage, gay, porno suave, eróticas y de las más comunes. Elegí una en la que se veía a una chica joven en un coche y que dos hombres metían desde fuera y por las ventanillas sus pollas erectas. Mientras me situaba recorrí con más detalle la estancia y me di cuenta de que en las paredes laterales existían dos ventanitas pequeñas con puertas, una a cada lado. No tenía ni idea de para qué eran, la verdad es que todo eso era nuevo para mí, así que, como soy muy curioso, abrí una de ellas y miré al otro lado. Vi la supuesta cabina junto a la mía, a oscuras, solo iluminada con la luz de la película que estaba puesta y a un hombre de unos treinta y cinco años sentado delante de la pantalla, con la polla fuera del pantalón y masturbándose lentamente.

“Que fuerte”, pensé. “Puedes mirar y que te miren, esto es cojonudo”. Mientras lo pensaba

Me di cuenta de que tenía una buena erección, estaba muy excitado con el descubrimiento que acababa de hacer, a pesar de que el vecino de cabina era un hombre y yo no había sentido ninguna “sensación especial”  nunca por el sexo con hombres. “¿Y ahora qué?”, me pregunté………….