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Gisela - 04

en Grandes Series

LAS AVENTURAS DE GISELA – 04

ESCENA 08 – VUELTA AL COLE.

A la mañana siguiente, Carla convenció a su madre para que la dejara acompañarme a un Centro de Estética y a comprar ropa, pero quiso venir con nosotros, al no fiarse de su, todavía castigada, hija.

Carla insistió que, como parte del curso que me iba a impartir, lo primero era un cambio radical. Fuera gafas, fuera pelos, ropa nueva. Lo de las gafas fue imposible por el momento; no conseguía ponerme las lentillas, pero al menos sí que cambió los modelos viejos de pasta por unos más modernos y femeninos, en espera de poder operarme, como así hice meses más tarde.

Luego tocó sesión de peluquería y maquillaje. Al llegar, un chico con evidentes gestos afeminados, saludó efusivamente a la Sra. Williams y a su hija, preguntando qué necesitaban.

-Giorgio. Quiero que este patito feo de aquí, se convierta en un Cisne – intervino Carla señalándome.

Pese a su inicial intención de alisarme mi larga cabellera, conseguí convencerlos de que mantuvieran mis rizos, si bien sí que me hicieron un peinado más actual. En lo que no tuve que discutir fue en piernas y sexo, diciendo adiós a la “Selva Negra” para toda la eternidad. Me dieron un curso intensivo de maquillaje, por lo menos para aprender los conceptos básicos, y esta fase también quedó concluida.

En la sección de ropa, Carla no paraba de elegir prendas para que me las probara, con gestos de desaprobación de su madre cada vez que elegía algo demasiado provocativo, mientras yo asistía entusiasmada a la lección que me tocaba ese día. Por supuesto, cada queja respecto de ropa que yo pudiera hacer, era rápidamente corregida por Carla, recordándome las reglas del cursillo, especialmente por lo que se refería a la ropa interior. Recuerdo con cariño mis primeros tangas de aquella época.

Decidí quedarme vestida con las últimas prendas elegidas. Una minifalda vaquera y un top negro, rematado por unas sandalias con poco tacón. Todavía tendría que aprender a manejarme con soltura con zapatos más altos. Y así vestida, me quedé mirándome al espejo, casi sin reconocerme.

-       Gisela. Di la verdad. Si fueras un tío, ¿a quién te follarías? – me dijo mi amiga aprovechando un descuido de su madre, al mismo tiempo que me mostraba una de las fotos mías que guardaba en su celular.

No había discusión posible, siendo apreciable la diferencia, por las miradas que podía sentir de los varones con los que nos cruzábamos.

Tras un intenso día de cambios, llegamos tan tarde a casa que apenas era hora de tomar algo de cenar, sin que Carla me diera pie a una conversación antes de dormir. Entré a mi habitación, me desnudé, vi mi cuerpo desnudo en el espejo, mi sexo ahora lampiño, y volví a masturbarme antes de dormir, disfrutando de mi recién descubierto cuerpo.

ESCENA 09 – UNA CLASE A DISTANCIA.

Tras desayunar el día siguiente, John se preparaba para llevarme a los entrenamientos, cuando, discretamente, Carla me dijo que me inventara una excusa para no ir. Las reglas son las reglas, y ahora mismo los entrenamientos no me importaban demasiado.

Tras decir que me encontraba algo indispuesta, fue divertido ver la cara de John ante mi nuevo aspecto, creyendo apreciar en él algo de frustración cuando su madre dijo que la acompañara entonces a ella a hacer unas gestiones. Pensé, y luego pude confirmar, que hubiera preferido quedarse en casa a jugar con su nueva amiguita.

En definitiva, que, aparte del servicio, quedamos Carla y yo solas en casa.

-       ¡Joder tía! – Me dijo Carla una vez se fueron – Verte ahora me está poniendo muy cachonda.

-       Gracias – dije riéndome.

-       A ver, ¿cuál es la lección de hoy? Sí. Hoy toca “aproximación al cuerpo masculino”.

-       ¿Qué?

-       Me dijiste que no habías visto un pene en erección, ¿no? Eso lo vamos a arreglar hoy. Ven a mi cuarto.

Subimos, y encendió su ordenador. Creí que íbamos a ver pornografía, pero me señaló un icono en el escritorio, y me dijo que me fijara. Al pulsarlo, vi cómo se abría el reproductor multimedia, una imagen fija que identifiqué como uno de los dormitorios para invitados del piso inferior. El monitor mostraba un primer plano de la cama, vista desde sus pies, pudiendo también verse la puerta de acceso a la habitación.

-       ¿Y esto? – le dije intrigada.

-       Sin preguntas. Ponte a estudiar, leer, o hacer el pino si quieres. Espera a recibir un mensaje en tu celular, y nada más lo recibas, lo más rápido que puedas te vienes a mi habitación, enciendes el ordenador y pulsas el icono este – me dijo señalándolo – Por favor, no toquetees más cosas. Respeta mi intimidad. – Y, recordándome sus instrucciones, se marchó murmurando en susurros que era una pena que no tuviera sonido.

Me fui a mi cuarto, nerviosa e intrigada, y me puse a repasar algunas materias y transcurridas una hora y media más o menos, el celular sonó indicándome que el plan comenzaba.

Ya en la habitación de Carla y con el pestillo bien cerrado por precaución, aguardé delante del ordenador unos quince minutos leyendo, hasta que detecté movimiento en la habitación. Presté atención y comenzó la clase.

En la imagen, aparecía Carla tirando de la mano a Marcos entrando en la habitación, para luego hacerle un gesto. Éste cerró el pestillo de la habitación y se giró de nuevo hacia mi amiga, haciendo ademán de abrazarla, cosa que ésta impidió enérgicamente colocando la palma de su mano en el pecho del muchacho, deteniendo su marcha.

Acto seguido, Carla puso ambas manos en la cintura del chico, y tirando de la camisa hacia arriba se la sacó del pantalón, comenzando luego a desabrochársela hasta ir dejando al descubierto el pecho de Marcos para luego introducir sus manos bajo su ropa y quedar abrazada a él, cuyas manos apretujaban ahora el culo de Carla.

Comenzaron a besarse con pasión, hasta que mi amiga hizo bajar su lengua por el cuerpo del chico, pasando por el cuello, por el pecho, deteniéndose apenas un segundo en un pezón, y continuar su marcha a la cintura, poniéndose en cuclillas ante el chico.

Las imágenes del monitor me hicieron sentir la necesidad de acomodar mi mano derecha por debajo de las bragas, hasta tocar los labios de mi recién estrenado sexo que mostraba los evidentes signos de mi excitación.

Carla dirigió sus manos al cinturón del chico, desabrochándolo, acarició encima del pantalón, que se habían ido abultando conforme sus caricias descendían. Sin apenas pausa, desbrochó el botón, e inició el descenso de la cremallera, para luego agarrando el pantalón con ambas manos por las perneras pegar un fuerte tirón y dejar a Marcos en slip con una notoria erección bajo el mismo.

Quedó este con los pantalones por los tobillos, y Carla aprovechó para atraer al muchacho hacia sí, al mismo tiempo que se sentaba en uno de los laterales de la cama, quedando su cabeza a la altura del pene del chico, y tras agarrar el slip con ambas manos, lo deslizó hacia abajo, haciendo salir disparado el pene del chico como un resorte cimbreante delante de su cara, mientras yo a distancia movía mis dedos en círculos sobre mi clítoris.

Era un pene de tamaño y grosor similar al que, furtivamente observado por mí, tenía John, pero a diferencia de éste no presentaba la piel recubriendo el glande, recordando yo la práctica de la circuncisión de numerosas confesiones. Carla se escupió en una de las manos, y asió firmemente el pene, iniciando un  lento y repetitivo movimiento de abajo hacia arriba, masturbando a Marcos, al mismo tiempo que aproximaba su boca al miembro del chico.

Cómo ocurrió con la primera lección masturbatoria, una imagen similar ya había podido contemplar yo en el vehículo de John, y que también había ocultado a Carla. Sin embargo, allí no pude contemplar la felación, dada mi posición, y mucho menos masturbarme como hacía ahora, de modo que puede decirse que comenzaba para mí una lección nunca antes estudiada.

Sin soltar el miembro del chico, Carla comenzó a dar lengüetazos por su glande, luego descender ensalivando todo el falo, para hacer lo mismo poco después con sus labios sobre la punta y, de modo delicado y suave, comenzó a succionarla al tiempo que jugueteaba con su lengua, hasta finalmente engullir todo el glande.

Poco a poco, centímetro a centímetro, fue perdiéndose el pene de Marcos en la boca de mi profesora, lentamente, hasta alcanzar prácticamente la mitad de su longitud, tras lo cual inició el movimiento de arriba abajo con su boca, como antes había hecho con su mano. Estuvo jugando así, follándose con la boca al chico, hasta que de un golpe la sacó al mismo tiempo que pasaba su lengua por sus labios, relamiéndose, y dando al pene ahora libre un golpecito, lo volvió a hacer vibrar de nuevo.

A estas alturas, yo ya había sentido mi primer orgasmo, pero seguía con mi mano en la entrepierna, deleitándome de mi propio placer y del que Carla estaba proporcionando al muchacho, por lo que al ver a mi maestra levantarse pensé que la lección había concluido.

Pero Marcos no parecía querer que acabara así, y dio un empujón a Carla haciéndola caer de espaldas en la cama, para acto seguido abalanzarse sobre ella. Carla giró rápidamente desplazándose lateralmente, bajó de la cama, incorporándose con agilidad felina mientras el chico caía en falso sobre el colchón, y abría los brazos como pidiendo explicaciones.

Mi amiga extendió ambas manos y las balanceó de arriba abajo, pareciendo indicarle que se calmara, para despojarse seguidamente de su camiseta y desabrochar su short, pudiendo ver que no llevaba nada de ropa interior.

Definitivamente, esta lección no la había estudiado yo en mis solitarias clases, y se estaba tornando aún más excitante. No sólo había visto como Carla masturbaba y se la mamaba al chico, sino que todo parecía indicar que iba a ser testigo de cómo hacían el amor. Nuevamente, comencé a masturbarme al notar cómo mi sexo reclamaba más.

Carla se colocó a los pies de la cama, dándome la espalda e interrumpiendo por momentos mi visión estorbada por su culo. Hizo que se tumbara el muchacho boca arriba, dejando caer sus piernas a los pies de la cama, pausa que fue aprovechada por Marcos para desembarazarse del resto de sus ropas, quedando tumbado únicamente con la camisa abierta que mostraba el musculoso pecho del chico. Carla le arrojó algo al chico, rompiendo este su envoltorio y ajustándose un preservativo con gran celeridad.

Mi amiga se fue sentando encima del chico, hasta tenerlo completamente entre sus piernas, para luego ir avanzando en dicha posición hasta colocar su sexo a la altura del miembro del muchacho, con las rodillas apoyadas en la cama. Se elevó unos centímetros, y con su mano agarró el pene acercándolo a su vagina, rozándose varias veces con su glande, hasta que en un momento dado, inició el descenso insertándolo completamente dentro de su cuerpo.

Desde mi privilegiada y clandestina posición, pude ver claramente como el culo de Carla recaía sentado en los testículos del chico, hasta que inició Carla un suave balanceo con el pene bien insertado en su vagina, haciendo que fuera perfectamente visible como entraba y salía de la misma, con movimientos lentos al principio que se aceleraban paulatinamente, mientras el chico la sujetaba de la cintura acompasando los movimientos hasta alcanzar un ritmo, a mi juicio, frenético.

Carla, saltaba y brincaba encima del muchacho, que también ayudaba embistiendo a la chica, penetrándola, por lo que mi profesora sexual hubo de inclinarse y apoyar sus manos en el pecho de Marcos, continuando el movimiento unos instantes, hasta que mi amiga lo hizo parar, y extrajo el miembro del chico, que lucía húmedo y embutido en el preservativo delante de mis ojos.

Mi amiga se giró ahora encima del muchacho, ofreciéndole ahora la visión de su culo a Marcos, y miró fijamente hacia donde debía estar situada la cámara, como escrutando si yo estaba ahí tomando nota de las lecciones que mi maestra me estaba proporcionando. Reculó lo suficiente para ofrecer su sexo sobre la cara del chico, agarrando éste a Carla de las nalgas, y acercando su boca al sexo de mi amiga. Carla agarró de nuevo la verga que erecta se le ofrecía, agachándose hasta introducirla en su boca y continuar la felación antes interrumpida.

Pero esa imagen apenas duró un instante, porque se la sacó y sin soltarla, retornó su vagina hasta situarla a la altura del pene, y sirviéndose de guía, volvió a apuntarla sobre su sexo para introducírsela por completo.

El ángulo de visión de la penetración era ahora perfecto. Pude ver claramente como el miembro se incrustaba ajustado en el coño de Carla, que miraba sonriente a la cámara, guiñando un ojo. Sin permitir que saliera de su placentera gruta, arqueó la espalda y retrasó sus brazos hasta apoyarlos en el pecho del chico, doblando sus rodillas hasta colocar las plantas de sus pies en las propias del chico, para brincar encima de él acompasando los movimientos salvajes de entrada y salida, mientrsa el chico la sujetaba de la cintura, movimientos que apenas duraron dos minutos, hasta que Carla liberó el pene de su mojada prisión. Sin demorar más, Carla se apresuró a retrasar de nuevo su culo, agarró el pene retirando el preservativo y comenzó a masturbarlo a velocidad endiablada, hasta que varios chorros a presión de semen salieron disparados, salpicándolo todo.

Mientras el chico relajaba sus piernas, Carla miró a la cámara y me dedicó un nuevo guiño, acompañado de la señal de Ok, para luego tumbarse al lado del chico y abrazarlo.

Me quedé ensimismada mirando la imagen, sin retirar aún mis dedos chorreantes de jugos vaginales, y sin recordar cuantas veces me corrí delante de la pantalla ese día, ni mucho menos puedo recordar ahora cuantas veces me he corrido recordando esas imáganes.

En cuanto vi que la pareja se movió, salí de mi distraída pose, y volví a mi cuarto apagando el monitor, muy satisfecha ante la lección magistral recibida, pero anhelando ponerla en práctica, además de continuar mis estudios de esta asignatura.

(CONTINUARÁ)