Estaba receptiva, después de tantos días, tantos intentos. Un poco bebida. Me deseaba. Me cogió de la mano y nos metimos en el baño de aquel pub. 

Se desabrochó los pantalones y dejó su culito desnudo, puso con las manos en apoyadas en el lavabo, se miraba al espejo, y me veía a mi, acercándome a ella. 

Aún no había visto mi polla nunca, pero la iba a sentir dentro, sin conocerla, sin haberla tocado. La penetré profundo y comencé a besar su cuello y su nuca mientras le daba, mientras la jodía, mientras la montaba y la taladraba. No dejaba de pensar en todos los sinónimos. Y mientras mi polla se metía en ella, como si su coño fuera de mantequilla.

Le cogí del cuello sujetando su barbilla, quería besar también su boca, meterle también la lengua en la boca. Quería poseerla completamente.

Fuimos acumulando tensión. No dejé de acariciar su clítoris, a veces mis dedos iban más abajo, para ver como mi polla desaparecía dentro de ella. Susana estaba cada vez más tensa y sus piernas temblaban más. Sentía su coño cogerme la polla con fuerza, rítmicamente, cada vez era más difícil escapar de ella. Sentí como se iba entre mis brazos, como se rendía al orgasmo, como gemía echando la cabeza hacia atrás en mi hombro, dejando su garganta descubierta, sentía las contracciones de su coño en mi polla, toda la fuerza que perdía su cuerpo, parecía acumularse en un mismo lugar.

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