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En el bar de pepe, alquilada (2) la capea

en Voyerismo

Aquella noche no puede dormir pensando en lo que le harían al día siguiente a mi mujer, así que a las nueve de la mañana ya estaba delante del ordenador y decidí hacerlo completamente desnudo, así tendría más facilidad para correrme sin ni siquiera tocarme, como a buen seguro me pasaría.  En la web continuaba apareciendo el aviso de la que la nueva conexión seria a las diez y me entretuve mirando las fotos que había en la página, todas eran de mi mujer, todas a cara descubierta, chupando, follando, chorreando leche, todo lo que había visto, sin ningún tipo de precaución, ni taparle la cara, nada,  todo el que entraba podía ver a mi esposa en infinidad de situaciones, todo el que la conociera del barrio se cruzaría con ella en la calle y sabia a que se dedicaba.

Parecía que el tiempo no pasaba pero al fin dieron las diez, clique sobre el enlace y me apareció un aviso de pago,  además de cornudo tenía que pagar por ver a mi propia mujer haciendo de todo, ingrese la cantidad que me pedían y se conectó la cámara,  en esos momentos el contador marcaba doscientas personas y subiendo, ¿Cómo podríamos continuar viviendo en el barrio después de esto?, pensé.

En la pantalla se veía una pequeña plaza de toros, de esas de hacer capeas para aficionados,  el cámara hizo un barrido por las gradas y pude ver un grupo de hombres en ellas, no pude contarlos, pero al menos quince seguro que había.  El cámara enfoco uno de los burladeros y detrás del salió Dioni, el hombre con el que habíamos estado la noche anterior,  vestido de torero, no me lo podía creer, su gorda barriga parecía querer reventar la camisa, los pantalones ajustados marcando paquete, la taleguilla, todo, hasta el estoque y el capote.

Haciendo el paseíllo se dirigió al centro de ruedo y haciendo un teatral giro se quitó la montera y se dirigió a su público.

-Buenos días amigos, trabajadores,  como cada verano vamos a celebrar la fiesta de verano,  pero este año no nos vamos a ir de putas, como cada año.

Se escuchó un murmullo de desaprobación, que Dioni acallo con un gesto de su mano.

-Pero vamos a follar, no os preocupéis,  pero os he buscado algo más especial,  una mujer de verdad,  un ama de casa, que se va a correr de verdad con vuestras pollas, aquí la tenéis, 

-Con sesenta quilos de peso,  blanca perlino, Moooontse!!!!!

La presentaba como una vaquilla a la que iban a torear, los hombres eran los jornaleros de sus tierras y la capea era un premio a una temporada dura de trabajo.

Sonó un clarín y se abrió la puerta de toriles y de ella un hombre que llevaba a mi mujer atada con la cadena al cuello, iba completamente vestida, tal y como la habían dejado la noche anterior, el hombre la acerco hasta Dioni en el centro de ruedo.

Mi mujer se mantenía a duras penas de pie, no creía que hubiera dormido mucho, Dioni se acercó a ella y le levanto la falda,  se escucharon gritos de exclamación y avisos de todo lo que le iban a hacer, el hombre saco una llave de un bolsillo y le quito los cilicios que había llevado toda la noche,  estaban profundamente clavados en sus muslos y ella no pudo evitar lanzar un grito cuando se los arranco.

-Vamos a empezar.- les dijo.- primero un sorteo.

Se acercó el hombre que había llevado a mi esposa hasta el ruedo con una bolsa, Dioni metió la mano y saco una papeleta.

-Marius!!!!!.-Grito

Volvió a meter la mano y saco otra.

-Pepe!!!,  grito otra vez.

La cámara enfoco las gradas donde dos hombres ya se habían levantado y estaban bajando al ruedo, cuando llegaron al lado de Dioni este les dijo:

-Desnudarla, rápido.

Al escuchar esto mi mujer echo a correr, los hombres rieron a carcajadas y empezaron a perseguirla, Montse no había sido nunca deportista, eso y entre que todavía llevaba los zapatos de tacón, la hacían una presa fácil para los hombres, además ¿Dónde quería huir, me pregunte? Los hombres la alcanzaron en dos zancadas y situados uno a cada lado de ella le iban dando palmadas en el culo mientras ella seguía corriendo ya débilmente.

-Esperar, -les dijo Dioni-  se me ha ocurrido una cosa.

Le dijo algo al hombre que estaba a su lado y este salió corriendo volviendo al instante con una garrocha,  una vara larga con la que hacen caer a los toros cuando los tienen en el tentadero en el campo.

Los dos hombre fueron a cogerla y volvieron corriendo a perseguir a mi esposa,  ella al ver la vara volvió a correr,  había cogido fuerzas de nuevo, pero los hombres estuvieron en un santiamén a su lado, el que llevaba la garrocha se la clavó en el culo, empujándola como hacían con los toros, ella perdió el equilibrio pero pudo continuar corriendo,  ya sin fuerzas,  el hombre la volvió a empujar y esta vez sí, cayo de bruces en la arena. Los hombres se abalanzaron sobre ella arrancándole la ropa, la desgarraron la camisa, le quitaron la falda dejándola solo con las medias,  los zapatos los había perdido ya en la carrera, uno de los hombres le separo las piernas y bajándose la bragueta se sacó la polla, todo lo podíamos ver gracias al cámara que no perdía detalle,  veíamos como el hombre, sujetándose la polla con la mano se la frotaba entre los labios del coño de mi esposa mientras el otro la sujetaba por los brazos. Coño que por cierto presentaba una abundante “cabellera” negra, hacía tiempo que no la veía desnuda y por lo visto Pepe le había ordenado que no se depilada, la verdad es que la hacía más guarra.

-Si esta mojadisima.-Exclamo el hombre.- Sera Puta, río.

Efectivamente en la pantalla se podía ver un primer plano de coño de Montse, brillante de lo mojado que estaba,  el cámara abrió el plano y  la pudimos ver en todo su esplendor, completamente desnuda, tumbada sobre la arena, inmóvil, con un tío entre sus piernas y otro sujetándola fuertemente, el plano se cerró sobre su cara, se mordía los labios, los ojos cerrados, con una expresión de placer increíble,  un primer plano de la cara de mi mujer     en toda la pantalla,  para que todo el barrio la reconociera, mire el marcador e indicaba 500 personas viendo su cara,  ¿Cuántos la reconocerían en la calle, pensé?

A todo esto el hombre tenía media polla en el coño de mi esposa cuando llego Dioni hasta él.

-         Espera Pepe,.- le ordeno.- todo a su tiempo, primero tenemos que acabar la faena.

Estaba claro que a Dioni le tenían mucho respeto, porque el hombre no se hizo de rogar e inmediatamente se puso en pie, con la polla tiesa y dura como un palo, se subió los pantalones, entre los dos levantaron a mi mujer y la llevaron nuevamente al centro del ruedo, delante de todos los hombres, completamente desnuda y expuesta.

El hombre que había traído la garrocha volvió esta vez con un carrito de esos que llevan unos cuernos de toro,  para entreno y lo dejo delante de Montse.

-Cógelo y embiste,  putilla.- Le dijo.

Ella lo miro pero no hizo nada por cogerlo, Dioni, con paso torero se situó detrás de ella y sin decirle nada la pincho con el estoque en el culo, mi mujer dio un salto,  posiblemente no había sido nada, pero a buen seguro le tenía que haber dolido,  el cámara enfoco su culo y se veía un pequeño punto rojo en él.

-Cógelo y con ganas.-insistió.

Ella continuaba sin hacerlo así que Dioni volvió a ponerse a su grupa y nuevamente la pincho con el estoque, esta vez parecía algo más profundo,  el cámara enfoco nuevamente su culo y en la otra nalga se veía claramente el pinchazo del que salía un poquito de sangre.  Mi mujer se rindió y agarro el carro con los cuernos embistiendo con rabia a Dioni,  este le dio  un capotazo pasando ella de largo.  Se escuchan los “Ole, ole” del grupo de hombres lo que debió enrabiar todavía más Montse,  envistió nuevamente a Dioni, que le volvió a dar un capotazo, esta vez al pasar ella a su lado le dio una fuerte palmada en el culo, con todas sus ganas, que la hizo caer en la arena. El hombre que estaba con ellos en el ruedo la ayudo a levantarse, su aspecto era patético, todo el pecho y la cara sucios de la arena, se le había roto una media, lamentable y morbosisimo a la vez.  Le hizo coger otra vez los cuernos y se retiró, en la cara de Montse se reflejaba un enfado monumental,  conociéndola, en ese momento no le importaba estar desnuda delante de más de diez hombres,  solo quería clavarle los cuernos a aquel cabron.

El Torero había dejado el estoque en el suelo y se puso en posición de entrar a matar, ella lo envistió con todas sus fuerzas, apartándose él en el último momento haciendo el gesto de clavarle el estoque en la espalda, mi mujer choco contra él y ambos rodaron por el suelo,  ella quedo encima de él, espatarrada, con una pierna a cada lado de la cintura del hombre, sobre la enorme barriga, exhausta,  parecía no tener fuerzas para levantarse, mientras Dioni no paraba de reírse.

El otro hombre levanto a mi mujer y Pepe y Marius ayudaron a Dioni a levantarse, lo que no les fue fácil, el hombre no era un prodigio de agilidad.

-Bonita faena, ¿no os parece?.-les pregunto.

Los hombres asentían, no se le podía llevar la contraria al jefe.

-Vamos a follar, que para eso la tenemos,  levantarla y sujetarla bien.-Les ordeno.

Los hombres levantaron a mi mujer como si no pesara nada, era gente de campo, acostumbrada a trabajos duros,  mientras uno la sujetaba por los hombros los otros dos la sujetaron por las piernas manteniéndoselas bien abiertas. Mientras Dioni se había quitado los pantalones de torero dejando a la vista una polla normalita, parecía que se la quería follar de pie y así fue,  se acercó hacia mi mujer mientras los hombre la mantenían en vilo, horizontal respecto a la arena y se colocó entre sus piernas.

-Bajarla un poco, no llego.-Les ordeno.

Así lo hicieron y con un primer plano todos pudimos ver como la polla de Dioni se abría paso  entre los labios vaginales de mi esposa.

-aaahh!!!!, .-exclamo.- que estrechito, que caliente y que mojada esta la puta, no me ha costado nada metérsela hasta los cojones.- Decía mientras la bombeaba con fuerza.

La cámara continuaba con el primer plano de la polla entrado y saliendo del coño de mi mujer, pero no aguanto mucho Dioni, seria buen torero pero como follador, dejaba que desear.  Se corrió dando fuertes alaridos, mientras los otros tres continuaban sujetándola en el aire para que su jefe se la follara con toda comodidad, le saco la polla todavía chorreante y se la limpio entre sus labios  y su pubis, dejándola pringada de su lefa, la primera que iba a recibir.

-No me la iba a follar sucia, encima que soy el que paga.- les dijo.

-Venga, toda vuestra, sin miramientos.

Dejaron o más bien tiraron a  Montse al suelo y los tres hombres se abalanzaron sobre ella, ¿Tres?, todos los hombres de la grada estaba ahora en el ruedo rodeándola.

Pepe y Marius habían aprovechado la ventaja de ya estar al lado de mi esposa y no habían perdido el tiempo,  Pepe con los pantalones en los tobillos ya se la había clavado hasta los cojones y Marius la tenía enchufada en la boca de mi mujer,  que como en otras ocasiones había caído en aquel estado de semi inconsciencia que le provocaba tanto el bebedizo, como el placer continuo, siempre al borde del orgasmo, pero sin conseguirlo, como me había explicado Pepe, era una muñeca inerte para satisfacer todos los deseos de aquellos hombres, no saldría de su boca ni un no, ni un eso no, por favor. Todos los hombres habían llegado hasta mi mujer, quince pares de manos,  quince pollas que la iban a llenar de leche, a reventarla.

El cámara estaba tomando un plano general de la situación, prácticamente no se veía a mi esposa entre medio de todos aquellos hombres, se agitaba y movía por los envites que le daba Pepe lo que hacía que se metiera la polla de Marius hasta la garganta, que la sujetaba por la nuca para no pudiera sacársela,  justo cuando estaba el cámara sacando un primer plano de la polla en la boca de Montse, Marius se corrió,  ella hizo un intento de sacársela de la boca, sin demasiada insistencia, eso sí, pero Marius la sujeto   y descargo completamente en su boca, se veía la leche rebosando por la comisura de los labios de ella, pero ella no le hacía ningún asco,  seguía chupando la polla hasta que fue Marius el que se la saco de la boca. Pepe debía haberse corrido también, porque cuando hicieron un nuevo plano general ya era otro el que la estaba follando sin compasión y una nueva polla estaba en su boca.

Iba pasando el tiempo y yo clavado en la pantalla, mire el reloj, era la una del mediodía,  llevaban dos horas follandola sin piedad, se la habían metido por el culo, el coño, la boca, se habían corrido encima de ella, los hombres se habían ido retirando a medida que se cansaban y ya no había más que dos con ella cuando volvió Dioni.

-Venga, que es hora de comer y nos espera la comida.- Les dijo a aquellos.

El cámara enfoco entonces a Montse, que estaba desmayada sobre la arena, realmente parecía una baquilla después del descabello,  tenía marcas por todo el cuerpo, arañazos,  la cara, el pelo, lleno de lefa, del coño y el culo salía leche a borbotones, el pelo de su pubis casi no se veía de los lechazos que había recibido, horrible.

Dioni estaba plantado delante de ella,  con los brazos en jarra, mirándola, pensando, sin duda,  que más hacerle, se giró y le dijo al hombre que traía los trastos que le llevara el carretón, que la iban a lavar un poco, adecentarla, dijo en tono irónico.

El hombre volvió al momento con un pequeño carretón, cogió a mi mujer en volandas y la depósito en él,  al cogerla en  brazos la leche le salía del culo y el coño, haciendo un chorrito hasta la arena. El carretón era pequeño, así que las piernas de mi mujer colgaban por el borde  mientras la sacaba de la plaza.

-Llévala a los establos.-Ordeno Dioni.- Ahora voy para allí.

El cámara siguió al hombrecillo hasta unos establos que parecía hacía tiempo que estaban abandonados, abrió uno de ellos y la dejo al fondo del mismo, la puso boca arriba y le separo todo lo que pudo las piernas y abrió los brazos,  dejándola en el suelo en X,  entonces salió y espero junto a la puerta mientras se fumaba un cigarro,  el cámara dejo la cámara en el suelo, enfocando solo el  fondo del establo, donde Montse parecía dormir o la menos descansar, se escucha la conversación de los hombres sobre mi mujer y rieron al comentar lo que le tenía preparado el jefe.

Al ratito se escuchó la voz de Dioni recriminándolos.

-¿Que hacéis holgazaneando?,  venga vamos a lavarla un poco.

El cámara volvió a coger la cámara y vi a Dioni cogiendo una manguera, abrió el  grifo y un potente chorro de agua salió de ella, regulo el chorro y la presión hasta que consiguió que saliera un chorro de unos cuatro centímetros de diámetro y con una presión considerable, cerro el grifo y apuntando a mi mujer que continuaba tal y como la había dejado el hombrecillo  abrió el grifo de golpe y con toda la presión del chorro. No sé si el hombre tenía mucha puntería o fue pura casualidad, pero el caso es que el chorro se clavó directamente en el coño de Montse, con aquel diámetro y aquella presión no me hubiera extrañado que el potente chorro la estuviera penetrando con fuerza. Mi esposa dio un grito, despertando de su letargo, parecía que no sabía dónde estaba,  se agitaba pero no acababa de levantarse, ni siquiera de cerrar las piernas mientras el chorro continuaba dándole con fuerza en todo el coño.

-Entra y levántala, joder, así no vamos a acabar nunca.-Le dijo Dioni al hombrecillo.

Como siempre y sin rechistar el hombre se metió en el establo, levanto a mi mujer del suelo y Dioni volvió a conectar la manguera,  esta vez la presión era menor y además había abierto  el chorro, ya no era tan estrecho.

-Joder que fría esta.- Exclamo el hombrecillo al recibir la primera salpicadura.

Y él está completamente vestido,  ella esta desnuda y recibiendo de lleno el chorro.

-Nunca hemos utilizado agua caliente para lavar a las potrillas y no la vamos a utilizar para lavar a esta puta, ¿no?, no te quejes tanto y dale la vuelta.- Ordeno Dioni.

El hombrecillo lo hizo y continuó con la limpieza, solo tuvo un poco de piedad cuando le enfoco el chorro a la cara y la cabeza, que acercándose a ella bajo la presión del chorro.

Cuando  la vio más o menos limpia cerró el grifo y le tiro una toalla al hombrecillo.

-Sécala, no sea que se nos constipe, la tengo que devolver en perfecto estado.-  Rio Dioni.

El hombrecillo la seco con ganas,  sobre todo entre sus piernas, tetas y culo, llevándola hasta su jefe cuando hubo acabado.

-Toma,.-le dijo alargándole una copa de anís.- tienes que tomarte tu medicina y se nos pasa el tiempo.

Sin duda Pepe le había comentado lo del bebedizo y la necesidad de darle su dosis diaria.

Montse dio un sorbo y lo escupió, no estaba acostumbrada al alcohol.

-Joder, que es Chinchon del bueno.- le dijo mientras le obligaba a tomarse toda la copa de un sorbo.

-Tengo que ir a comer con los empleados, así que estarás un rato sola.-Le dijo, mientras cogiéndola del brazo la sacaba del establo.

La llevo hasta otro establo del que ya colgaban unas cuerdas del techo, las ato a sus muñecas tensándolas después hasta dejarla a ella casi de puntillas, entonces el cámara enfoco dos cuerdas más,  de ellas colgaban unas pinzas, similares a las que se utilizan para las baterías de los coches, pero bastantes más pequeñas,  las cuerdas pasaban por unas arandelas del techo y al otro extremo estaban atadas a un par de tochos de la construcción cada una.

Dioni cogió la primera de las cuerdas y se la puso a mi mujer en un pezón, repitió la operación con el otro pezón,  dejando la cuerda lo suficientemente tensa pero sin que el peso de los tochos tirara de ella, me recordó a la película  “Un hombre llamado Caballo”, enseguida entendí la intención  de aquella tortura,  sin Montse bajaba los pies, si quería descansar sobre las plantas de los pies, la cuerda subía y por tanto todo el peso de los tochos estiraba directamente sus pezones.

El hombre comprobó que todo estaba bien tirando simultáneamente de cada una de las cuerdas, estirando cruelmente sus pezones,  las pinzas aguantaron, si ella bajaba los pies la tensión en sus pezones iba a ser bárbara, de sus talones al suelo había unos cinco centímetros.

-Nos vamos a comer.- Le dijo.

Le dio una fuerte palmada en el culo y la dejaron allí.

Habían debido montar la cámara sobre un trípode, enfocándola en su totalidad, atada de muñecas y con los pesos en sus pezones, a duras penas se mantenía de puntillas.

Estaba completamente sola en aquel establo, luchaba por no bajar los pies, pero el esfuerzo era enorme,  de vez en cuando desfallecía y descansaba un poco,  pero el tirón que le daba en los pezones al tener que soportar el peso de los tochos con ellos era superior  a su cansancio,  así que volvía a ponerse de puntillas,  el tiempo pasaba,  ya llevaba más de diez minutos con esa tortura y nadie aparecía, se veía claramente que no podía más y definitivamente se dejó vencer, puso las plantas de los pies en el suelo a la vez que lanzaba un grito del tirón  que le habían dado las pinzas. Ahora tenía los dos pies en el suelo,  pero sus pezones se estiraban con fuerza hacia arriba, ahora sí que parecía “Un hombre llamado Caballo2, apuntando al techo y muy estirados, sus pequeñas tetas habían amortiguado algo el tirón,  pero precisamente por ser pequeñas no lo habían hecho mucho.  El tiempo pasaba y nadie venia por el establo, paso más de una hora en esa posición, de vez en cuando se ponía de  puntillas intentando suavizar el castigo,  pero estaba rendida de cansancio, yo no sabía qué pasaría si perdía el conocimiento y caía al suelo,  ¿Qué aguantaría más, sus pezones  o las pinzas?.

Por fin, casi a las dos horas,  se escucharon voces y aparecieron en el plano Dioni y el hombrecillo,  por los movimientos de la cámara supuse que el cámara también estaba con ellos,  Dioni se acercó a mi mujer y le quito las pinzas,  sus pezones se veían chafados por la presión que habían sufrido durante tanto tiempo.

-Ahora voy a jugar un poco yo contigo.- Le dijo a Montse.

Llevaba una fusta en la mano y empezó a dar vueltas alrededor de mi mujer,  dándose golpes con la fusta en la  bota, paro detrás de ella y sin decirle nada le dio un fuerte fustazo en las nalgas, seguido de otro y otro, el hombre no paraba de fustigarle el culo con verdadera saña, con cada golpe mi esposa se estremecía, el cámara alternaba planos de Dioni castigándola y del culo de Montse, cada vez más colorado, no llevaba la cuenta de cuantos azotes llevaba, pero sin duda era el castigo más cruel que le habían infringido.

Dioni paro un momento,  más por cansancio de él que por ganas y acercándose a ella le metió las manos entre las piernas.

-Es increíble,- le dijo al hombrecillo.- la paliza que le estoy dando y mira que mojada esta la zorra.

Le dijo enseñándole los dedos brillantes del flujo de mi mujer.

Se puso delante de mi esposa y siguió dándole fustazos,  esta vez sus pechos y su coño fueron el objetivo de Dioni, continuo un buen rato alternando tetas, coño y culo con los azotes,  todo ello estaba rojo como el carbón de los azotes, hasta que al fin, él cansado,  tiro la fusta a un lado y la desato del techo. A mi mujer le fallaban las piernas, así que tuvieron que sujetarla entre el hombrecillo y Dioni para que no cayera al suelo.

-Trae el banco.- Ordeno Dioni

El hombrecillo como siempre corrió a cumplir las órdenes de su jefe y volvió al rato con un aparatoso banco,  había visto alguna vez ese tipo de bancos, se utilizaban para engañar a los cerdos y que subiéndose encima de él poder hacerle una extracción de semen.  Tumbaron boca arriba a mi mujer en el banco,  quedando así una pierna a cada lado del mismo,  completamente abierta de piernas.

El hombrecillo suplico a su jefe

-¿Puede follarmela?, por favor, jefe, por favor.-suplicaba.

Dioni, como si le diera un premio a su perro fiel accedió.

-Pero deprisa, que quiero continuar.- Le dijo

El hombrecillo no se hizo de rogar, se bajó los pantalones hasta los tobillos y sin ni siquiera quitárselos del todo, corrió hacia mi mujer, parece un pingüino, pensé.  El hombrecillo se puso entre sus piernas, la verdad es que el banco ayudaba mucho a la cúpula, la mantenía con las piernas abiertas, si posibilidad de cerrarlas y a la altura ideal, así que cogiéndose la polla la apunto al coño  de mi esposa y sin ninguna dificultad se la metió toda, le entro como un cuchillo en mantequilla caliente y tan caliente estaba el hombrecillo que no había pasado ni un minuto que ya se estaba corriendo, pero se la saco del coño y continuo pajeandose frenéticamente hasta que se corrió sobre el coño de ella dejándoselo pringado de su lefa.

-Joder tío, ni para eso sirves.- Le grito Dioni.- apartándolo de un manotazo.

-Tráete a Brutus.-Le dijo.

El hombrecillo volvió a salir corriendo, mi esposa continuaba sobre el banco con las piernas abiertas, otra vez medio aletargada, sin duda la copa cargada le estaba haciendo su efecto.

Al momento llego el hombrecillo con Brutus, que resultó ser un perro del tipo mastín, de esos que cuidan el ganado en las granjas y cortijos,  sucio, como no podía ser de otra manera en el campo. Dioni lo llevó del collar hasta mi mujer y lo puso a la altura de su cara.

-Este es mi mejor amigo.- le dijo a ella.- y si mis hombres han disfrutado de ti como no va a hacerlo mi mejor amigo.

Lo llevo entre sus piernas y acerco la enorme cabeza del animal entre ellas, el bicho al notar el olor a hembra y el semen del hombre de inmediato se puso a darle lengüetazos en todo el coño, el cámara enfocaba al chucho y podíamos ver como la gran lengua le separaba los labios del coño, hurgando dentro de ella, se veía la lengua desaparecer dentro de ella, Montse se retorcía de placer, ansiando ese orgasmo que la dejara descansar, pero no podría conseguir mientras estuviera bajo los efectos del bebedizo. El perro le estaba dejando el coño como los chorros del oro, su lengua debió detectar en algún momento el inflamado clítoris de ella y centro su atención en él.

-Espera que te ayudo.- le dijo Dioni al perro.

Separo los labios del coño dejando completamente expuesto su clítoris, inflamado, rojo, parecía un pene en miniatura. El perro se lanzó de inmediato contra del, dándole fuertes lametones,  mi esposa se retorcía, gemía, sintiendo aquella lengua animal en su clítoris,  entonces el perro empezó a mordisquearlo,  utilizaba los dientes de delante de su poderosa boca, le daba pequeños mordiscos y estiraba de él,  como si quisiera arrancarlo, una de las veces pareció morderlo con más fuerzas y estiro claramente del clítoris.  Mi mujer gimió con más fuerzas mientras intentaba sujetarle la cabeza al perro, al verlo supongo que Dioni tuvo miedo de alguna herida grave, así que separo al perro de mi esposa, aunque le costó hacerlo,  un animal debía tener mucha fuerza.

Ataron al perro que no paraba de ladrar y quería ir hacia mi mujer y a ella la dieron la vuelta,  la dejaron de rodillas en el suelo, con la barriga y pechos apoyados en el banco, cogieron unas correas que había por el establo y pasándola por los riñones de ella la pasaron por la parte inferior del banco, apretándola fuertemente, le separaron las piernas y con las cuerdas de los tochos se las ataron a las patas del banco. Dejándola completamente inmovilizada. Dioni fue nuevamente a buscar al perro mientras le decía.

-Hoy vas a tener un gran premio, Brutus.

El perro se puso a la grupa de mi mujer y empezó nuevamente a lamerle el coño, pero ya se le veía una gran polla despuntando, el perro se subió sobre la grupa de mi esposa y le iba dando golpes de polla buscando su  coño, le pasaba la punta por la raja pero no acababa de atinar, así que sin ningún escrúpulo, que para eso era su amigo,  Dioni le sujeto la polla y el mismo la oriento hacia el coño de Montse,  en cuanto el perro noto que la tenía encarada pego un golpe de caderas y se la hundió por completo, no parecía muy gruesa, pero era bastante larga,  el perro se la estaba follando con toda su energía y en uno de los envites se le salió la polla.

-Claro,  esto es mu ancho para ti.- Le dijo Dioni.- buscaremos algo más estrecho.

Otra vez le sujeto la polla al perro y esta vez la apunto contra el culo de mi esposa, en cuanto el perro noto nuevamente un agujero empujo y de un solo golpe se la metió toda, el cámara puso la cámara entre las piernas del perro y de mi mujer y así todos podíamos ver un primer plano de la follada anal que le estaban haciendo a mi esposa, poco a poco, con cada embestida al perro se le estaba haciendo el nudo en la polla y al mismo tiempo estaba dilatando el ano de Montse,  el nudo estaba tomando proporciones grotescas y el ano de ella se iba adaptando al tamaño del mismo,  en cada embestida le metía un poco más hasta que finalmente toda la bola se metió dentro de su ano,  que se cerró alrededor del nudo. Al notarlo el perro se dio la vuelta como pudo, quedando de espaldas a ella, culo contra culo, mientras le pasaba la cola alegre por el lomo a mi mujer.

-Ahora estará un buen rato así.-Anuncio Dioni.

-No veas como me ha puesto.- Le decía al hombrecillo.

Se sacó la polla de los pantalones y poniéndose delante de mi mujer se la metió en la boca,  no le costó nada, ella la tenía entreabierta para respirar y gemir, sintiendo lo que debía estar sintiendo en su culo, así que Dioni le follo la boca como si fuera un coño, se la metía y sacaba a toda velocidad, a veces paraba y sujetando a mi esposa por la nuca se la metía hasta los cojones provocándole arcadas, hasta que en una de esas, sujetándola y metiéndosela hasta la campanilla, el hombre se corrió.

-Directo al estómago.- le decía.- mientras acababa de correrse.

Cuando le saco la polla de la boca no le salió ni una gota, efectivamente, debía haber ido toda directo al estómago.

-Este va estar un rato así.-les dijo.- los dejamos tranquilos y volvemos en una rato.

Así fue, volvieron a montar la cámara en el trípode y solo quedo el plano de Brutus dando por culo a mi mujer, el chucho estuvo así, bien, bien unos veinte minutos, hasta que separándose de Montse logro sacarle la polla del culo,  todavía presentaba un nudo considerable y de no estar ella atada con toda seguridad la hubiera arrastrado por el establo,  el perro se tumbó en el suelo y se puso a limpiarse la polla, mientras del culo de mi esposa se veía rezumar la leche del perro.

Al rato volvió Dioni y la desataron.

-Por hoy ya está bien.- le dijo. Mientras la acompañaban fuera del establo, nuevamente la llevaron por el pasillo donde había entrado en la casa y la llevaron hasta la habitación.

Habían puesto una pequeña mesa con algo de comer y una botella de agua, la dejaron sentada en la cama y se despidieron.

-No te preocupes, putita,  mañana seguimos un rato.- Le dijo Dioni

Salieron y cerraron la puerta con llave, en ese  momento y con un plano del pasillo se cerró la conexión, “Mañana a las once nueva conexión” rezaba el anuncio, en ese momento casi ochocientas personas estaba viendo la web.

Eran las seis de la tarde, se habían follado, martirizado y todo lo que les paso por la cabeza, a mi mujer durante más de ocho horas y mañana continúan, pensé.

Me levante, todo sucio de mi propio semen, no sabía ni las veces que me había corrido,  me lave un poco y me dispuse a esperar al día siguiente.