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Sorpresa a medianoche en un lugar de dogging..1

en Fantasías Eróticas

Aparque el coche, y apague el motor. Abrí la puerta, salí, y observe alrededor. El parking estaba prácticamente vacío, pero había algunos coches, doce o catorce aparcados en las zonas sombrías. Busqué con la mirada la zona adonde me dirigía y comencé a caminar.

El día anterior, mi mujer me dijo que esa noche tenía salida con sus amigas. Como habitualmente algunos miércoles, “solo chicas”. Así que pensé en que hacer esa noche. Ella pensaría que me iba a quedar en casa, pero había una idea que me venía rondando la cabeza desde hacía tiempo.

Mientras caminaba en la penumbra, recordé lo que había leído: que en esa zona de Madrid se producían encuentros “liberales”, que parejas a las que les resultaba excitante que les mirasen mientras practicaban sexo lo hacían delante de curiosos, hombres y mujeres. Que se producían intercambios entre ellos aprovechando la oscuridad. Y mientras caminaba hacia la zona boscosa del fondo del parking, me preguntaba si sería real o una exageración.

Tenía unas horas disponibles, era apenas medianoche y hasta las tres o las cuatro ella no aparecía en casa habitualmente. La luna estaba en cuarto creciente, y proporcionaba cierta claridad entre el bosque de pinos. Adaptando mi vista a la luz, fui capaz de ver a una pareja que estaba sentada en un banco, acariciándose.

Me puse nervioso y pensé en acercarme pero algo llamó mi atención más poderosamente. Un poco más allá, un hombre se alejaba de un grupo abrochándose el pantalón. Se podían escuchar, prestando atención, leves gemidos. Decidí que era mejor acercarme hacia ese grupo donde parecía estar sucediendo algo más fuerte...

Cuando llegue, vi lo que estaba sucediendo. Era una mesa de picnic, de madera. A ambos lados había dos bancos. Una chica estaba tumbada encima de la mesa, boca arriba, mientras un hombre la penetraba.

Podía percibir sus gemidos, que se tornaban más intensos. Alrededor de ella había otros hombres, cinco. Tres a un lado y dos a otro. Sus vergas duras. Pasaban sus manos por el cuerpo de ella, y dos de ellos, los más cercanos a la parte superior, acercaban sus pollas a su cara. Ella tenía agarrada una de ellas y la agitaba, y la otra se acercaba a su boca.

Tarde un rato en adaptar mi vista a la oscuridad. La situación me estaba excitando mucho, muchísimo, y mi polla estaba completamente dura. Me acerque un poco más.

Entonces vi con más claridad. Y me quede helado por la sorpresa. La chica que tumbada en el banco gemía con los ojos cerrados y ya comenzaba a meterse en la boca la polla del tercer hombre, mientras agitaba con su mano la del segundo y era embestida por la del primero, era mi mujer.

No supe que hacer. Los nervios me atenazaron. Mi polla, sin embargo, parecía querer romper el pantalón. Mientras trataba de recomponer mis nervios, mi excitación crecía al ver la escena, ella poseída por cinco tipos que la ponían a mil. Pude ver como el que se la estaba follando se corrió, y no tardó en ocupar su lugar el siguiente. Ella les pedía más. El que estaba pajeando solto toda su leche encima de sus tetas.

No pude más y me desabroché el pantalón. Me sentía extraño, pero necesitaba sexo. Decidí masturbarme observando aquel espectáculo, ya ordenaría mis ideas después. Me situé en un angulo en el que ella no pudiera verme, y comencé a acariciar mi miembro, que adquiría un tamaño descomunal. Nunca me había sentido así.

El placer comenzó a superar al sentimiento de sorpresa y confusión, y seguí meneándomela. Otro más se corrió en su pecho, y otro en su coño. Ella se había corrido ya tres veces desde que había llegado. Otro más comenzó a penetrarla. Yo ya no podía más. El tipo que se la follaba la volteó, y la puso a cuatro patas. Le agarraba las nalgas mientras se la follaba. En ese momento pensé que yo quería ser el siguiente, aprovechando que así no podría verme. Me follaría a mi propia mujer sin que ella me reconociera, entre otros cinco hombres que la llenaban de pollas por todas partes.

Continuará... ;)