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La vida es bella. Al menos la mía. Capítulo 2.

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Lo lógico sería ahora follármela, reventarla, el error que he cometido tantas y tantas veces. Pero no. Esta vez no. Voy a conseguir que ella me lo pida. Que ruegue para después no poderse echar atrás. La reventaré, pero a petición suya. Elisabeth va a ser mía.

Con tremendo calentón, me fui a mi cuarto. Tenía que plantearme bien como dar los siguientes pasos. Esta chica podía ser el final de mis constantes fracasos amorosos. Tenía que jugar bien mis bazas.

Ya en mi cuarto, me metí en la ducha y con el sabor de su coño todavía en mi boca, me hizo una paja rápida para descargar y me fui a la cama.

A las 6:45 sonó el despertador y me levanté raudo. Me dirigí a la ducha de nuevo, no me apetecía esperar a que se me bajase la erección. Meé en la ducha mientras me lavaba, me sequé y me vestí. A las 7 en punto entraba en la cocina. Allí estaba el desayuno preparado y Eli esperándome con un discreto vestido negro con un poco de escote y unos zapatos de tacón también negros. Poco tacón, de esos cómodos para las mujeres.

-Buenos días Eli. Vaya, te has acordado de todo. Que bien.-Le digo aspirando el aroma de café recién hecho y pan tostado. Me senté a desayunar.-¿Tú ya has desayunado?-Niega con la cabeza. Desde que he entrado no ha dicho palabra, mira el suelo y está roja como un tomate.-Pues venga, toma algo que tenemos un largo día por delante.

Ella, tímidamente y sentándose lo más alejada de mí que pudo, se pone a desayunar. Dios, ese vestido le queda de muerte. Normal, con ese cuerpo todo le sienta bien.-

-Señor-De pronto Eli rompió el silencio y levanté la mirada de la tablet- lo que pasó anoche,… yo... lo siento… no suelo beber y… bueno… gracias por haberme respetado… y...

Dios me estaba poniendo nervioso con tanto tartamudeo y divagaciones. Levanté la palma de la mano para que se callase.

-Eli, lo que pasó anoche fue algo consentido entre dos adultos, y estuvo bien. ¿Tú lo disfrutaste?-Ella asiente enérgicamente con la cabeza, pero hundiéndola casi en su café-Yo también. Podrías haber disfrutado más si hubiésemos follado, pero no estás preparada. No creo que follemos nunca, preciosa.-Le dije con displicencia.- Y si tanto sientes lo que ocurrió, no te preocupes que no se repetirá.

Ella levantó la cabeza con mis últimas palabras, alarmada. Había conseguido desconcertarla.

-Yo, Señor, sí que me gustó, y sí que estoy preparada para follar con Ud.-Bingo! Su subconsciente había tomado el mando, si no, no creo que conscientemente se estuviese dando cuenta de lo que decía. Casi me estaba pidiendo que me la follase.- Pedía perdón por… no haberle dado placer a usted.-Una joya, esta chica es una joya.-No me rechace, se lo ruego.-Parecía a punto de echarse a llorar. Volví a levantar la mano.

-Sssss Eli. Ya hablaremos. Si quieres que te folle, tendrás que estar preparada física y mentalmente. Tendrás que pedírmelo de forma convincente.- Ella toma aire para decir algo pero no se lo permito.-Ahora nos vamos al trabajo.

Sin darle opción a replicar, me levanto, me aprieto el nudo de la corbata y me pongo la americana dirigiéndome a la puerta. Salgo y nos dirigimos al trabajo.

La jornada laboral transcurre sin muchas incidencias. Ignoro completamente las miradas con ojitos que pone ella, buscando una palabra amable o un cariño. Sólo le doy órdenes y explicaciones, de hecho soy más duro de lo normal. Tiene los ojos llorosos todo el día. No le doy descanso ni para comer. A las 14:00, le digo:

-¿Has acabado con los expedientes? ¿No? bueno, me voy con Paula a comer. Estaremos en el restaurante de ayer. Cuando acabes vente.-Sabía que, con la cantidad de trabajo que le había dado, no acabaría ni mañana. Salí por la puerta del despacho con una maliciosa sonrisa que a Paula no le pasó desapercibida.

En el restaurante, Paula me intentó sonsacar algo.

-Vamos, Jaime cuéntamelo. ¿Te la has tirado ya? Porque te mira con unos ojitos, y tú cada vez más rudo, la chica lleva todo el día a punto de llorar. Algo ha pasado ya. No sé si ponerme celosa.-Dijo sonriente. Esta chica me gusta, pero sé que si me la tirase me cargaría nuestra relación laboral, y eso no sería bueno para mí. Y el jueguecito de insinuaciones a su jefe me encanta.

-Jajaja, no sé si pasará algo, ya se verá. No te preocupes que serás la primera en saberlo.-Le mentí. Si bien es cierto que no me la había tirado, algo sí que había pasado. Y seguro que algo más iba a pasar.

Volvimos a la oficina y Eli seguía en lo suyo.- ¿Aún no has acabado?- Le dije con un cierto tono despectivo.- Venga, que nos van a dar las uvas.- No hice mención al hecho de que no hubiese comido aún.

Me sorprendió su eficiencia. Aún no era la hora de finalizar la jornada, apiló los últimos expedientes y dijo, para sí misma, con cierto orgullo.-Listo.

Me acerqué a ella, poniéndome detrás de su silla y rozando levemente mi paquete con su espalda. Un escalofrío recorrió su piel. Era el primer contacto físico del día, había tenido bien de cuidado en no rozarla si quiera.-Déjame ver.- Examino los expedientes por encima y parece que está todo en regla, mi miembro cada vez más duro se aprieta contra ella. La noto tensa.

En ese momento entra Paula en la oficina, la puerta estaba abierta. Mira por un instante el punto de contacto entre Eli y yo y sonríe levemente.

-Jefe-siempre me llama así cuando hay gente delante.-Me voy a casa que es la hora. Pasadlo bien.-Yo la miro y sonrío, sin apartar mi paquete de la y la saludo con la mano. En cuanto se va, me aparto de Eli y apoyo mis manos en sus hombros.

-Parece que tanto trabajo te tiene algo tensa, Eli. –Le digo mientras le masajeo los hombros.-Igual en casa necesitas un “masaje” como el de ayer.-Le digo maliciosamente. Ella se remueve nerviosa en su silla y contesta con apenas un hilillo de voz.-Sí, Señor.

-Pues vámonos a casa-Digo separándome y dirigiéndome a la puerta sin esperarla. Oigo como se levanta rápidamente y sus tacones golpean apresuradamente el suelo para alcanzarme. Estaba entrando en el ascensor cuando me dio alcance y entró conmigo. Estábamos solos en el ascensor. Según entró, se cerraron las puertas y ella se puso de espaldas a mí con la mirada fija en sus zapatos. Decidí jugar fuerte.

Apoyé una mano en su rodilla donde el vestido no llegaba y la fui subiendo por el muslo hasta llegar a su entrepierna. Estaba mojada. Joder, esta chica está siempre cachonda. Aparté el tanga y procedí a frotarle sin ninguna delicadeza el clítoris, ella casi cae al suelo de la impresión.

-Señor yo… agghhh- Llegó a decir, pero las palabras se ahogaban en su garganta. Al ver que estábamos a punto de llegar a la planta baja, saqué la mano mojada de su entrepierna (me pareció que ella hizo un mohín de fastidio) y le metí un dedo en la boca unos instantes. Lo chupó obedientemente. Al sonar el ding y empezar a abrirse las puertas, ella se recompuso rápidamente el vestido y yo aparté la mano.

El camino a casa en el autobús fue tenso, para ella al menos. Nos quedamos de pie y yo apreté mi paquete contra su culo, ella quedó hacia la ventanilla. Apoyé una mano en sus tetas y le empecé a pellizcar los pezones por encima de la ropa alternativamente. La otra mano volvió a meterse en el vestido y seguí frotándole el clítoris. El coño chorreaba y su respiración era entrecortada. Vi como un chaval de unos 18 años nos observaba con los ojos bien abiertos y le guiñé un ojo, el sonrojado sonrió y siguió observando mis maniobras.

Al llegar a nuestra parada, la empujé para bajarnos sin darle tiempo a recomponerse. Estaba totalmente colorada y con cara de frustración. Se había quedado al borde del orgasmo dos veces en poco tiempo.

Le dije que iríamos al supermercado antes de ir a casa, está al lado. Una vez dentro, cogimos algunas cosas para la nevera. En la zona de frutas y verduras, me dirigí a los calabacines. Cogí varios de varios tamaños, el más grande no llegaba al tamaño de mi polla.

-¿Qué te parecen, Eli? Tienen buen tamaño ¿no?- Le pregunté con claras dobles intenciones. Estos calabacines iban a acabar dentro de ella como me llamo Jaime.

Ella, sonrojada hasta casi parecer morado, asintió.

-¿Cuál preferirías?- Volví a preguntar. Eli no sabía dónde meterse. Cogió una bolsa y eligió el más grande. Bajando la voz le dije-¿Y no será mucho para ti?- Sonreí malévolamente e introduje todos los calabacines en la bolsa.

Tras hacer alguna otra compra y dejar que ella pagase, salimos y nos dirigimos a casa.

En el ascensor de casa ella se giró e intentó besarme. Vaya con la mosquita muerta. Me aparté y no la toqué. Su frustración y calentura iban in crescendo.

Al entrar en casa, le dí un fuerte azote en el culo. –Hoy para cenar quiero huevos fritos con chorizo. ¿Te gustan los huevos con chorizo?- Ella, dio un respingo con el azote, y otro con mi pregunta. Sin contestar, se dirigió rauda a la cocina con las bolsas.

Antes de llegar, se giró y me dijo: Sí me gustan. Pero creí que hoy cenaríamos calabacines.

-No, Eli, los calabacines son para otro momento.- dije con sorna mientras desaparecía en mi habitación. Rápidamente me cambié poniéndome unos pantalones cortos sin calzoncillos y una camiseta. Descalzo, me dirigí a la cocina donde Eli estaba acabando de freír los huevos. Esperé pacientemente admirando ese cuerpo que se movía por la cocina. Puso los platos en la barra y como parece ser su costumbre, se quedó esperando de pie a que la autorizara.

-Quítate las bragas.- Sus ojos se abrieron como platos. Eso no se lo esperaba.

-¿Cómo?- Me preguntó extrañada.

-Que te quites las bragas Eli.- Respondí con firmeza.- ¿Estás sorda? Esta mañana decías que estabas preparada, pero veo que no lo estás…

Ella, rápidamente, se quitó las bragas y me las acercó. Eso está bien, yo no se las había pedido. Las tomé con la mano. Estaban empapadas. Me las guardo en el bolsillo. –Estoy preparada, pero estoy algo nerviosa.

Asiento y le señalo el taburete para que se siente. Cenamos en silencio. Al acabar, me voy al salón de nuevo y espero a que acabe de recoger. Me lo pienso mejor y pongo una película porno en la tele, una de tíos con enormes trancas follándose a muchachitas. Al poco rato aparece en el salón y se queda de pie, sin saber muy bien que hacer, mira la tele de reojo y se le suben los colores de nuevo. Doy una palmadita en el sofá para que se siente a mi lado. Ella, obediente, se sienta conmigo con las piernas muy cerradas.

Espero unos momentos y una vez veo que está con la mirada fija en la televisión, me levanto y me voy a la cocina. Allí cojo los calabacines de la nevera. Meto los dos más grandes en el congelador y vuelvo al salón con los otros dos. Ella mira lo que llevo en la mano, pero no dice nada. Me vuelvo a sentar junto a ella.

-¿Te gusta la película Eli?- Le pregunto a bocajarro.

-Yo…-dice apartando la vista de la tv-No sé, es un poco fuerte. ¿No les hacen daño?

Que ingenuidad. Qué maravilla. Ni siquiera se extraña de que estemos viendo una película porno. Ignorando su pregunta, meto la mano entre sus piernas y, llegando a su coño, meto un dedo. Ella da un pequeño brinco. Está encharcado, naturalmente. Con la tarde que lleva…

-Pues parece que sí que te gusta, Eli.-Le digo mientras la masturbo con el dedo y el pulgar empieza a hacer maldades con su clítoris. Ahora entiende porqué la quería sin bragas. Ella empieza a respirar muy fuerte y suspirar. Cuando noto que está cerca del orgasmo, retiro mi mano de nuevo.

-Por favor, señor, no me deje así…siga…-Vaya, la guarrilla que lleva dentro está saliendo. Yo, con un gesto de la cabeza, señalo los dos calabacines que he  dejado sobre la mesa.

-Sigue tú usando esos dos calabacines.- Le digo.- Pero no te corras. Aún no. Te prometo la mejor corrida de tu vida si me haces caso.

Ella me mira, incrédula. A lo mejor creía que lo de los calabacines era un farol. Cuán equivocada estaba. Al ver que la miro expectante, con una mano temblorosa coge el más pequeño, apenas mide un palmo y es delgadito. Se reclina un poco en el sofá y lo mete debajo de la falda del vestido.

Alargo mis manos y le subo la falda, ella me mira cortada. Empieza a jugar con el calabacín en su clítoris, pero no quiero eso. Meneo la cabeza.-Ts ts ts así no. Mételo. Y recuerda que no puedes correrte.

Ella levanta la mirada unos instantes, suspira e introduce la punta en su mojado coñito. Me encanta ese coño, sin un solo pelo que estorbe a la vista (o a la boca), sonrosadito, con un prominente clítoris, y los labios casi cerrados. Va empujando y el calabacín entra sin dificultad. Se da cuenta de que es tan pequeño que apenas lo siente. Mira el otro, más grande,  y me mira a mí pidiéndome autorización. Asiento. Se saca el calabacín pequeño y coge el otro, un poco más largo pero considerablemente más grueso, y comienza a metérselo. Ahora sí que lo siente, va dando ritmo a su mano metiendo y sacando el improvisado consolador, suspira y gime. Acelera mucho y entonces detengo su mano.-Sin correrse, Eli. Recuerda.- Me mira con ojitos de cordero degollado, pero me hace  caso y baja el ritmo.

Entonces me levanto  y voy hasta la cocina de nuevo. No creo que se corra en mi ausencia. Abro el congelador y cojo el segundo más grande. Medirá unos 18 cm y es bastante grueso. Está más frío. Vuelvo a la sala donde ella sigue follándose lentamente, ya desinhibida despatarrada en el sofá. Para mi sorpresa, se había sacado una teta fuera del vestido y con la mano izquierda se toca un pezón. Sonrío. Ella me mira con deseo.

Me acerco a ella con el calabacín en ristre y aparto el que tiene metido en el coño. Le meto sin preámbulos el más grande, ella se estremece.-Mmmm está frío aaahhh- entra con algo de dificultad pese a la lubricación, pero ella parece disfrutarlo.-Oh, Señor…-Empiezo un mete saca lento, metiéndoselo hasta el fondo y sacándolo completamente después. Veo como su coño se va quedando abierto. Pasados unos minutos, se lo meto entero, cojo su mano y le digo: -Mantenlo dentro. Ahora vuelvo.

Me dirijo de nuevo a la cocina y cojo del congelador el calabacín más grande. Medirá unos 22 cm y su grosor es casi el de mi polla, aunque este puedo abarcarlo justito con la mano. Está helado. Antes de volver, cojo dos pinzas de la ropa. Con una sonrisa malévola, vuelvo al salón y la cojo de la mano.

-Vamos al dormitorio, estaremos más cómodos..- ella hace amago de ir a sacarse el calabacín, pero chasqueo la lengua.-Ts tsts no no, con eso dentro. Eres una chica desobediente, Eli. Tengo que castigarte.- y, cogiendo las pinzas y sacándole la otra teta del vestido, le coloco una en cada pezón.

-Ahhh duele.-Se queja ella. Pero no se los quita. Con una mano sujetando el calabacín introducido en su coño, la llevo de otra mano hasta el dormitorio. Allí la despojo de lo que queda de vestido y ropa interior y la tumbo en la cama boca arriba y levanto sus piernas, ella las sujeta obediente. Retiro su mano del calabacín y se lo saco rápidamente.

Tomo el grande y ella lo mira con miedo.

-Señor, eso no creo que me quepa.- Yo, ignorando sus palabras, empiezo a empujar para meterlo. Ella se queja. Yo ayudo con mi saliva y le doy unos lametones al clítoris que, por su reacción, parecen descargas eléctricas. El calabacín entra poco a poco. Noto que cuesta, ahora está dilatándose su coñito y su vagina. Ella gime, no sé si de dolor o de placer. Mi polla lucha por salir de su encierro, no recuerdo la última vez que estuve tan empalmado.

-Bufff… aggg…. Oh joder…está helado… ufff-Sus ruidos guturales cada vez son más altos, yo continúo empujando el calabacín, sacándolo unos centímetros para meterlo de nuevo un poco más. Ya lleva la mitad dentro y se retuerce. Está empapada de flujos. Su cuerpo está lleno de gotitas de sudor. Entonces lo saco completamente y lo vuelvo a introducir de golpe casi entero.

-¡¡¡Agggggg eso ha dolido Señor!!!-grita desesperada. Lo dejo dentro y le chupo el clítoris.-Ahh sí voy a corr…- En ese momento dejo de chupar y le doy una fuerte palmada en todo el clítoris mientras con la otra mano retuerzo una de las pinzas de sus pezones.

Ahhhhh nooo uffff!- Levanta la cara y me mira con cara de asombro.-Por..¿Porqué? ¡Déjeme correrme se lo ruego!- Está desesperada.

-Ya te dije que sin correrte. Si quieres correrte, tendrá que ser con mi polla. Y para eso, como te dije, tendrás que pedírmelo.- Le dije, sacando el gran calabacín de su coño. Cuando estaba casi fuera, di un fuerte empujón para volver a clavárselo hasta el fondo.

-Aggggg- Palmetazo en el clítoris.-¡Por favor!- Le cojo ambas pinzas y las retuerzo.-Amffff Señor….-Le quito las pinzas y ella gime de dolor al sentir la sangre volver a sus doloridos pezones. Tras unos segundos, aprovechando que el dolor es ahora mayor y que tiene los pezones más sensibles aún, se las vuelvo a colocar.- Ahhhh nooo…- Sonrío.

-¿No te gusta, Eli? Si no te gusta lo que te hago paramos ahora mismo y te vas a tu cuarto.- Le digo con malicia, frotándole el clítoris con un dedo.

-No… no… no paare por favor… siga... quiero correrme… como ayer…-Su voz entrecortada por suspiros y gemido es sumamente excitante. Retiro el calabacín grande y lo vuelvo a empujar, completamente dentro sigo empujando con un dedo. No entre más pero sigo haciendo fuerza.

Ahhhh Ahhh! ¿Qué me hace? ¡Duele dentro!  Ahhh- Sin duda, el calabacín está golpeando su cérvix. Los frotamientos en su clítoris continúan, pese al dolor noto que está a punto de correrse y dejo su clítoris, haciendo más fuerza contra el calabacín.

-¡Noo por favor por favor!!- Grita, completamente desesperada.

-Sabes lo que tienes que pedirme si quieres correrte, putita.- Me sale del alma llamarla así. Es como se está comportando, como una auténtica puta.- Pídeme que te folle con mi polla.

Ella ni se lo piensa. -¡Fólleme Señor, fólleme con su polla se lo ruego! ¡Hágame correrme!- Chilla descompuesta.

-Si quieres que te folle, será con mis condiciones. Serás mi esclava. Harás todo lo que quiera, aunque te duela. Mi polla te dolerá, y otras cosas.- Digo, retirando el calabacín de su coño.

-Sí, sí, seré su esclava, su… putita. Por favor fólleme. Firmaré un contrato con lo que tengo que hacer… pero fólleme.- La tengo donde quería. Sólo queda metérsela y que no huya despavorida, pero creo que esta vez he hecho un buen trabajo.

-Nada de contratos, putita. Esto no es 50 sombras de Grey. Todo. Sin condiciones. Sin palabras mágicas. Tendrás el mejor orgasmo de tu vida y serás mía.- Le digo mientras me desnudo. Ella respira pesadamente. Cuando finalmente me quito los calzoncillos, abre los ojos como platos.- ¿Te gusta mi polla? Te dije que te haría daño…-Añado mientras me la meneo suavemente y cojo mi teléfono. No quiero denuncias por violación. Empiezo a grabarla.-Pero si quieres correrte…

-Sí, sí por favor fólleme… quiero correrme…por favor…-parece que está medio desvaída. Ha perdido muchos líquidos y tiene que estar agotada.- Métame ese pollón por favor fólleme…

Dejo el teléfono grabando apoyado para que se vea y me dirijo hacia ella, que sigue en la postura de piernas arriba agarradas con sus manos por las corvas  Mejor, esa es la mejor forma para meterla, el coño está más abierto, y llega mucho más a fondo. Ahora sí, voy a reventarla.

Me tiendo sobre ella y apoyo la cabeza de mi polla en su coño. Pese a que está bastante abierto, no entra. Empujo. Ella gime. Sigo empujando y entra la cabezota.

Agggg Dios! ¡Oh Joder!-Chilla-¡¡¡Me rompe me rompe!!!

-¿Quieres que pare? Última oportunidad. Si sigo serás mi esclava.

Fólleme por favor! ¡Soy su esclava desde el día que le conocí!- Sus barreras han caído completamente. De un golpe de riñones le meto media polla, su grito es desgarrador, la saco casi entera y doy otro fuerte golpe de riñones, casi ha entrado toda, el chillido es monumental. Repito la operación, la saco hasta que sólo queda el capullo y… de un golpe la entierro toda. Me hace tope su cérvix, pero con la fuerza del golpe consigo que ceda.

Aggggggg!- El chillido se une a convulsiones en todo su cuerpo y una cantidad increíble de flujo sale despedido de su coño, empapándolo todo. Este es el orgasmo que le había prometido. Sin darle tiempo a recuperarse, y aún con las convulsiones, empiezo a taladrarla sin piedad a toda la velocidad que puedo, sacando y metiendo casi toda la polla en cada embestida. Ella chilla como loca, se convulsiona. Tiene los ojos en blanco y no atina a decir nada, farfulla cosas ininteligibles.

Me dejo llevar por el morbo, la excitación, la lujuria en definitiva. La follo como si no hubiese un mañana. Noto que con la postura y las fuertes embestidas, se nota la punta de mi polla en su barriga. Es increíble. Ninguna otra había aguantado tanto. Ella chilla,  se convulsiona. Creo que está en un orgasmo continuo, o en muchos encadenados. Me da igual. Estoy gozando como nunca he gozado.

Llegado un momento, da un grito más alto que los otros y su cabeza cae inerte sobre la cama. Se ha desmayado. Eso no me detiene. Sigo follándomela como un pistón a toda velocidad hasta que finalmente me corro de una forma salvaje, me tiembla el cuerpo y las piernas a penas me sostienen. Varios chorros de lefa se alojan en su coño y me dejo caer agotado sobre ella.

Tras descansar unos instantes y recuperarme, veo que ella sigue inconsciente. Así se me la saco, aún está algo morcillona y al sacar la cabeza suena un sonoro ¡plop!, seguido de un reguero de mi leche. Rápidamente para que nada escape cojo el calabacín grande y se lo meto, ahora entra sin problemas. Lo incrusto bien en su dilatado y empapado coño y busco sus bragas en mi pantalón caído en el suelo. Se las pongo con algo de dificultad debido a su nula colaboración, para evitar que el calabacín salga.

Entonces recuerdo el calabacín pequeño y voy a buscarlo al salón. Lo cojo, lo llevo al baño y lo embadurno bien con gel frío. Voy a la habitación y vuelvo a levantar sus piernas, aparto un poco el tanga y le meto poco a poco el calabacín en el culo. Se queja un poco, pero no llega a despertarse. Bien. Este agujero hay que empezar a entrenarlo. Vuelvo a colocarle las bragas y se las subo bien.

Miro sus pezones. Están amoratados por las pinzas. Pienso en quitárselas, pero luego pienso en el dolor que va a sentir cuando despierte, así que decido dejárselas puestas.

Cojo el teléfono y corto la grabación. Descargo el vídeo en mi nube, no sea que mañana se arrepienta y quiera borrarlo o algo.

Me acuesto con una gran sonrisa de satisfacción en la cara. Me duermo instantáneamente.