miprimita.com

Fin de semana juntos

en MicroRelatos

Ha pasado una semana, ha sido un poco larga, aletargada, como que todo funciona lento, y eso que en el trabajo han pasado muchas cosas; la sentí así, porque tu no estabas, hablar por chat y no verse y sentirse a diario, hace que las cosas se compliquen un poco, el lunes me dijiste que el fin de semana que se aproximaba podríamos vernos, así que la misión especial era buscar un nido donde poder compartir nuestro tiempo y entregarnos.

El escenario elegido fue la costa, bello lugar para poder pasar un fin de semana, fue así, como en los 4 días restantes, organizamos todo con tal de poder estar juntos.

Viajé el día viernes al salir del trabajo, iba cargada de cosas y sentimientos, de abrazos vacíos, de besos sin dueño, fue un camino largo, pero tranquilo, llegué y ahí estabas, esperándome, no te vi al bajar, pero tú, todo príncipe me tomaste del brazo y me besaste, mi piel se erizó, mi alma volvió y todo fue mejor otra vez.

Llegamos a la Hostal en la que había coordinado, nos entregaron la habitación y el primer impulso fue lanzarnos, uno arriba del otro y comernos a besos, esos minutos fueron el inicio de las mejores noches, mañanas y tardes que hace tiempo no vivía, sentir tus dedos en mi piel otra vez, fue el paraíso, sentir tu pene duro entre mis piernas hizo que me derritiera completamente, sentir tu respiración en mi cuello erizó toda la piel de mi cuerpo, estar así era lo que deseaba.

Me entregué a ti, a tus dedos curiosos, tu lengua lujuriosa, a tus besos desatados, a tu cuerpo caliente, de macho, que lo único que quería era poseerme con tiempo, con caricias, con sabores, con ansias y con am… No, no sé si fue así, si sé que lo que haya sido, fue lo mejor.

Mis orgasmos no demoraron en llegar, uno tras otro, sin parar, descubriste mi pequeño secreto, ya estaba total y absolutamente al desnudo frente a ti, sin más que mi cuerpo, mi alma y mi pequeño gran corazón parchado.

Las ansías de estar juntos estallaron al mismo momento que tu primer orgasmo, sentirte dentro, caliente, bombear dentro de mi vagina fue el cielo, entregarnos en carne, en cuerpo, en deseo, en pasión, entregarse, ¿Cómo te entregas por primera vez a alguien y sentir que es primera vez para todo?

Esas primeras demostraciones de deseo desatado hicieron que nos sintiéramos en el hogar, sentir tu pecho como mi casa es una sensación entrañable.

Luego de entregarnos, nos vestimos y salimos, tomamos el aire frio de aquella noche, el cielo se preparaba para llorar, pero ambos lo alegremos con las demostraciones más lindas de cariño y pasión que alguien puede dar.

Pasaron las horas, amaneció… Despertar juntos, ser lo primero que ves en la mañana, sentir tu piel cálida, tus bostezos perezosos, ver cómo te incorporas, sentir tu coqueteo al recordar todo lo vivido la noche anterior, aquella noche que selló de una manera más seria lo que sentíamos el uno por el otro, pero que por miedo no éramos capaces de reconocer.

Hacer cosas tan simples como desayunar juntos fue mágico, ¿porque siento todo tan cómodo, tan familiar?, tú haces que sea así, esa calidez que se expande a tu alrededor es rica, eriza la piel, me saca de mis pensamientos, me posiciona en un lugar, donde si quiero estar.

Entregarnos fue lo que siguió, reírnos, acariciarnos, mezclar los sudores, sentir los calores internos, esos que llegan de un momento a otro y que hacen que las cosas cada vez más valgan la pena, sentir tus palabras deseosas de un orgasmo, que lo buscan, lo preparan, hasta que lo liberan, el mío y el tuyo, al mismo tiempo, desfasados, risueños, calientes, coquetos… tus dedos inquietos, buscan mi placer, mi lengua juguetona te busca, te lame, te chupa, te saborea, quiere conocer tu sabor, quiere desearlo, quiere estar ahí cuando tu pene duro y erecto comience a botar esa rica miel que sale de ti, quería hacerte mío desde lo más profundo de tu ser.

Pasaron las horas, pero nuestras ganas del otro no paraban, hasta caminando de tu mano sentía tu deseo, mi piel te llamaba, fue una tarde linda, el sol tímido en nuestra piel nos calentaba el alma, aire fresco era lo que necesitábamos.

Al llagar la noche lo único que supimos de nuestros cuerpos fue que estaban agotados, caer rendidos juntos fue lo que necesitábamos, no faltó más para que esa noche fuera perfecta.

Sentir como pasan las horas contigo, a tu lado, riendo, soñando, despierta, respirar el mismo aire, sentir las mismas ganas, pensar las mismas cosas, sentir la piel del otro y que tu respiración se corte, tus latidos se disparen y todo tu ser entre en revolución.

No separarme de ti, de tu sexo, fue divino, nos faltaba confianza, pero estoy segura que la conseguiremos, nos conoceremos a la perfección, sabrás lo que pide mi cuerpo de tan solo mirarme, lograremos esa conexión, lo sé.

Estaba agotada de amor, llena de ti, deseosa de más, cansada a morir, pero exhalando deseo y calentura, sentirse deseada, sentirte duro, queriendo más y más…

Llegó el domingo, ¿Por qué?, no me quería ir ni separar de ti, de tu carne, de tus besos, de tus manos y abrazos, no quería… ¿Como lo haría para sobrevivir sin ti dos semanas? Fuck! ¿¡Porqué!?, ¿porque el tiempo corre tan rápido, porque no es capaz de detenerse sólo un momento para que disfrutemos más el uno del otro?, separarnos fue lo último que hicimos juntos ese día, no me separaría de ti sin haberte sentido duro dentro de mi otra vez, sin sentir tus manos en mis pechos, apretándolos, chupándolos, saboreándolos, tus manos en mis caderas llevando mi ritmo, moviéndote dentro de mí, saliendo, entrando, gozando, apretando cuando sientes como me mojo por ti.

Fuiste los mejores 3 días que hace tiempo no tenía, fuiste deseo, pasión, caricias, besos, orgasmos (miles), fuiste mío, fui tuya, fuimos uno, fuimos todo.