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Las Capacidades De Luis, el Malvado (I)

en Control Mental

Este relato es fruto de mi imaginación y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

 

El presente relato es muy especial. Tiene como protagonista a Luis, como en “Las Capacidades de Luis”, pero aquí el protagonista tiene una forma de ser muy diferente. Vamos a hacer el esfuerzo de creer en otras dimensiones, ok? Supongamos que existe lo que se conoce como multiverso, de acuerdo? Y en este multiverso, lo único que cambia es que Luis es una mala persona, un depravado, un pervertido sin compasión.

 

Por eso lo he bautizado como Luis, el Malvado. Creo que el nombre es apropiado para el relato que a continuación os voy a relatar.

 

El relato empieza poco antes de que Luis encuentre el libro que cambiará su vida sexual para siempre. El relato, empieza ahora:

 

 

Luis es un chico de 18 años, estudiante de segundo de bachillerato. Para su desgracia, el chico era virgen. Nuestro protagonista era un gran aficionado del ocultismo pero, por desgracia, aún no había encontrado el material adecuado para poder practicar correctamente.

 

La gente consideraba a Luis un friky. Era muy reservado y tímido pero, en su interior, se escondía un psicópata sin escrúpulos al que le importaban una mierda los sentimientos de los demás. Muchas veces el chico deseó tener poderes para poder mandar bien lejos a toda la gentuza que lo ignoraba o lo trataba como a un bicho raro. Lo haría simple y llanamente por el placer que otorga la venganza. El destino, muy pronto, sonreiría a nuestro protagonista.

 

Un día, Luis, se encontraba dentro de una librería. De repente, un libro muy peculiar llamó su atención. Era un libro de ocultismo para poder manipular a distancia a las personas o animales. El chico en un principio dudó de que el libro realmente funcionara, pero decidió darle una oportunidad. Se dirigió al dependiente y lo compró.

 

Una vez en casa, se puso a ojear con detenimiento su última adquisición. Era un libro muy interesante y se puso a practicar los ejercicios que en él se describían.

 

Luis practicó durante varias semanas y los resultados fueron realmente impresionantes. Primero practicó con animales y la cosa funcionó. Hacía que los perros y gatos orinaran sobre sus compañeras de clase. También hacía que los pájaros se cagaran encima de sus compañeros. La verdad es que el chico lo disfrutó mucho.

 

Nuestro protagonista pensó que era el momento de hacer ejercicios más serios. Qué podría hacer? De repente, tuvo una idea: quería que la panadera del barrio se la chupara.

 

La panadera era una chica realmente sexy: tenía unos 25 años, rubia, muy guapa, con unos grandes ojos verdes. La chica era muy tímida, así que el someterla en contra de su voluntad para convertirla en una viciosa adicta a su polla también tenía su morbo. Y tanto que lo tenía, se dijo Luis a sí mismo.

 

Desde la ventana de su habitación, Luis podía ver a la panadera perfectamente. En ese momento, la chica no atendía a ningún cliente. Con sólo pensar en lo que pasaría a continuación, el chico tuvo una fuerte erección. La panadera le sacaría toda la leche, eso era algo seguro.

 

Luis empezó a manipular fuertemente a su panadera preferida. Lo hizo durante mucho tiempo porque el chico no quería errores. Mandó ordenes telepáticas a la chica para que sintiera una fuerte tentación de chuparle la polla. Una tentación poderosa, irresistible.

 

La pobre chica se asustó muchísimo. Era completamente lógico: de buenas a primeras empezó a tener impulsos sexuales hacia Luis, un chico del barrio que de lunes a viernes venía a la panadería a comprar el pan para hacerse la merienda. Qué coño le estaba pasando?

 

Ella tenía novio, así que intentaba resistirse con todas sus fuerzas a esa extraña tentación aparentemente surgida de la nada. Sin embargo, Luis era más insistente y tenía más fuerza mental que ella (gracias al entrenamiento del libro). La chica, poco a poco, empezó a ceder. En pocos minutos, la chica, que tenía una mente bastante débil, aceptó que era “lógico” sentir deseos sexuales hacia un cliente.

 

Luis quiso comprobar si el experimento había sido un éxito, así que obligó a la panadera a quitarse las bragas para que ella las pudiera lamer. La chica, sin dudar ni un ápice, introdujo sus manos por debajo de la falda que llevaba y se quitó sus bonitas bragas de color rosa. Luis no lo sabía, pero las bragas estaban completamente empapadas de fluidos vaginales. La chica, decidida, se puso a lamer sus bragas mojadas.

 

Nuestro protagonista no podía estar más excitado. Estaba eufórico de alegría. Hoy, por fin, una chica mantendría relaciones sexuales con él. Y con lo guapa que era la panadera, estaba seguro que lo disfrutaría muchísimo.

 

Ordenó mentalmente a la chica que tirara las bragas a la basura, ya que Luis quería que ella le chupara la polla teniendo el coño a la intemperie. Luis, decidido a dejar de ser un chico tímido, se fue hacia la panadería.

 

- Buenas tardes. - Dijo Luis muy contento, entrando en la panadería.

 

Clara, la panadera, entró en shock. Su pulso se aceleró y empezó a sentir un sudor frío por todo su bonito cuerpo. Luis estaba cerca de ella. La chica descubrió que su vagina estaba mojada, que sus fluidos vaginales le iban bajando hasta los tobillos.

 

- Bu-buenas t-tardes, Luis. - La chica estaba muy nerviosa y tartamudeaba.

 

Al ver todo eso, Luis sabía que tenía la situación bajo control. Esa preciosa chica sería suya. Con la confianza de un ganador, el chico se acercó a su presa. Se acercó tanto que entre los dos no había más de un palmo de distancia.

 

Tocando el rostro de Clara, Luis dijo suavemente:

 

- Qué te sucede, preciosa? Pareces asustada… Te encuentras bien? - Con esas palabras, Luis intentaba hacer creer a Clara que él estaba realmente preocupado.

 

La chica pasó a la acción. Con todo descaro, agarró el pene de Luis por encima de sus pantalones. Clara miraba con picardía a Luis.

 

- Verás lo que me pasa, Luis. Ven conmigo a la trastienda. - La chica, agarrando el pene de Luis, dirigió al chico hacia la trastienda de la panadería.

 

La chica se arrodilló y bajó los pantalones de Luis. Después, muy sensualmente, bajó los calzoncillos del chico con los dientes. El pene erecto de Luis mostraba todo su esplendor cerca de la bonita cara de Clara. La chica lo agarró con su mano derecha y, mirando a Luis, dijo sonriendo:

 

- Vaya vaya, parece ser que la situación te gusta, eh?

 

- Cómo no me va a gustar que una preciosidad como tú me esté tocando el pene? - Luis le devolvió la sonrisa.

 

La chica sonrió de nuevo al recibir esa gentileza por parte de Luis y, acto seguido, se puso el pene en su boca. Lo chupó y succionó con maestría. Luis estaba en el paraíso, podía notar perfectamente la lengua juguetona de Clara en su cada vez más estimulado glande.

 

- Mírame mientras me la chupas, eso me da mucho morbo. - La petición de Luis fue sin delicadeza. Lo único que el chico quería era sentir el máximo placer.

 

Clara, obediente, hizo caso al chico. Mientras le iba chupando la polla, la chica le iba mirando, provocativamente. Luis estaba muy pero que muy cachondo: Clara, una chica muy guapa, estaba de rodillas, completamente a su merced, practicándole una deliciosa mamada, mientras lo miraba como una puta bien entrenada.

 

- Te gusta que te la chupe, Luis? Soy buena, eh? - Clara, disfrutando también, dijo estas palabras mientras daba besitos amorosos en los huevos de nuestro protagonista.

 

- Eres una mamadora de primera, Clara. Pero menos hablar y más chupar, siento que pronto voy a correrme. - Luis notaba que el orgasmo estaba cerca.

 

- Por supuesto, ahora mismo te vaciaré los huevos. - Clara se puso la polla de nuevo en su boca y empezó a chupar más rápidamente que antes.

 

La chica, sudada por el ejercicio físico que hacía, iba chupando y lamiendo el pene y los huevos de Luis. El chico no dejaba de mirar los ojos lujuriosos que tenía Clara ante esa situación: la muy zorra lo estaba disfrutando.

 

El orgasmo estaba muy cerca, ya casi lo notaba. Luis cogió a Clara por la cabeza y la empezó a mover más y más deprisa para poder correrse en su deliciosa boca. El placer que sentía debido a la mamada era increíble: podía notar la calidez de la boca de su panadera, su lengua mojada y traviesa, la saliva bañando toda su polla y huevos. En resumen: Clara era una comepollas de primera categoría. Había llegado el momento de premiar a la chica con una buena ración de semen.

 

Luis, gimiendo de placer intenso, se corrió en la boca de Clara. Se corrió abundantemente. La mamada que le había practicado la chica era tan buena que eso aumentó mucho su excitación: el chico eyaculó copiosamente dentro de la boca de la panadera. La chica, sin dudarlo, se tragó hasta la última gota de semen. Una vez la chica se hubo bebido todo el semen de Luis, lamió el glande de éste para dejarlo bien limpio.

 

Después de todo esto, Luis se puso los calzoncillos y pantalones en su sitio. La panadera estaba bastante avergonzada. La gran excitación del momento ya había pasado y recordó que ella tenía novio. Lo que hizo con Luis no estuvo bien. Preocupada, le dijo:

 

- Luis, no te diré que no he disfrutado chupándote la polla y bebiéndome tu leche, pero yo tengo novio… Te lo ruego, no se lo digas a nadie.

 

- Te lo prometo, guapa. Con una pequeña condición: el placer que me has dado hoy no puede quedarse en una simple anécdota. Siempre que me apetezca me la chuparás y jamás me dirás que no. - Luis la miraba, seriamente.

 

La chica se sorprendió mucho al escuchar esas terribles palabras. El muy cabrón la estaba chantajeando descaradamente. Pero, por desgracia para ella, Luis usó de nuevo su poder mental para forzarla a aceptar su petición. La mente de Clara ya había sucumbido antes a su influencia y lo volvió a hacer. La chica llegó “voluntariamente” a la conclusión de que esa petición era muy morbosa y que le gustaba.

 

- Por supuesto, Luis. Puedes venir siempre que quieras y yo te sacaré tu deliciosa leche con mucho gusto. - Clara sonrió.

 

- Ya que te bebes mi semen, no te importará que la barra de pan que compro cada día la pagues tú, no? Creo que es lo justo. - Luis conseguía dos cosas de golpe: sexo siempre que él quería y ahorrarse el dinero del pan.

 

- Claro que no, no te preocupes. La pagaré de mi bolsillo. - La chica fue a buscar una barra de pan y se la dio al chico, gratuitamente.

 

Luis iba saliendo de la tienda cuando Clara le dijo:

 

- Vuelve siempre que quieras, Luis. Mi boca y mi lengua tratarán con mucho mimo a tu soldado. - Clara se relamió los labios, provocativamente.

 

- Lo haré, guapa, no lo dudes.

 

El chico salió de la panadería y se dirigió a su casa. Debido a la mamada que había recibido, se sentía muy relajado y contento. El libro que compró, el maravilloso libro que compró, estaba sacando sus más bajos instintos a relucir. Luis haría lo que le diera la gana siempre, sin importar las consecuencias. Ya no habría límites, él era el señor absoluto de todo.

 

CONTINUARÁ…