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Una visita conyugal... muy especial.

en Sexo con maduros

             Una visita conyugal… ¡muy especial!

Jamás habíamos recibido un mensaje como el que esa mañana llegó a nuestro correo, reconozco que hacía tiempo no sentía esa adrenalina cuando está una por hacer algo diferente, algo que nos hace sentir un hormigueo en el estomago.

  • ¡He leído todos tus relatos!  Soy un hombre maduro, educado, de edad madura, estoy pagando una pena en un centro de readaptación. Llevo varios meses tratando de imaginar cómo eres en realidad, estoy dispuesto a darte una buena gratificación… ¡si aceptas pasar una noche aquí… en la prisión a mi lado!  Será una visita conyugal… ¡si aceptas… házmelo saber!

Leí varias veces el mensaje, de inmediato sentí la necesidad de hacerlo, jamás había estado en una prisión, me daba curiosidad saber cómo era la vida ahí dentro, saber cómo podían tener sexo en sus visitas conyugales.

Esa misma tarde le di la noticia a Mario, quien de inicio se negó rotundamente.

___ ¡No… todo lo puedo aceptar… menos que pases una noche en una prisión! 

--Yo… ¡quiero hacerlo!  ¡Por favor… te juro… que tendré mucho cuidado!

Esa noche no podía dormir, en mi mente pasaban imágenes, claro, todo de forma imaginaria, me veía rodeada de hombres… quienes llevaban mucho tiempo sin coger, mirando mi cuerpo desnudo, esperando su turno para cogerme.

No pude evitar que mi cuerpo alcanzara una excitación atípica, casi amanecía cuando abandone la cama para darme un baño con agua fría. Más tarde cuando Mario se fue al trabajo, encendí el ordenador y sin dudarlo… hice contacto con ese hombre quien hacía llamarse… EL CABALLERO DE LA NOCHE.

--¡Hola, soy Sonia… la chica de los relatos!  Me enviaste un mensaje.  ¿Recuerdas?

  • Si, lo recuerdo… ¡vendrás a verme supongo!

--Estoy tratando de convencer a mi esposo, anoche se lo dije… ¡pero no le pareció buena idea ir a un lugar como ese!

  • ¿Tú… quieres venir?

La pregunta era clara, así que tenía que ser sincera y no comportarme como una chica indecisa, después de todo al buscarlo, estaba demostrando que si estaba interesada en conocerlo.

--Si.  ¡Me gustaría mucho conocerte!

  • ¿Qué edad tienes Sonia?

24 años.

  • Eres demasiado joven, jamás he tenido el privilegio de coger con alguien de tu edad, incluso… eres más joven que mi hija.  ¿Qué ropa llevas puesta?  Me refiero a todo. Ropa interior y todo lo que llevas sobre tu cuerpo, ¡dame todos los detalles!

--Llevo puesto un vestido rojo, zapatillas negras, pantaletas blancas y también un sostén blanco.

  • ¡Delicioso!  Dime algo… ¿si te pido hacer algo ahora… lo harías?

En ese momento supe que si aceptaba, tenía que hacer lo que me pidiera sin negarme, por un momento pensé en cerrar el ordenador y olvidar esa locura, pero una parte de mí… me pedía seguir adelante.

--Si.

  • Bien… ¡desnúdate… quítate todo!

Lentamente me despoje de mis ropas, después… fui obedeciendo todas sus indicaciones, me resultaba increíble como ese hombre me estaba dando órdenes y yo… simplemente le obedecía, termine demasiado excitada, la ultima indicación que me dio resultaba demasiado morbosa, sin embargo le obedecí y cumplí al pie de la letra todo cuanto me pidió hacer.

Deje el ordenador encendido y fui a bañarme, esa fue una de sus indicaciones. Después tenía que ponerme solo las zapatillas y esperar completamente desnuda a Mario. Lo que seguía… era lo más complicado, tenía que decirle a mi esposo, que estaba desnuda por indicaciones de ese hombre y que de alguna forma debía convencerlo para que me dejara pasar una noche en esa prisión.

Las horas se me hicieron eternas, incluso volví a bañarme antes que Mario regresara a casa, estaba nerviosa y tenía miedo que él se molestara conmigo por haber tenido contacto con ese hombre sin su consentimiento.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuche la llave girar en la cerradura de la puerta, de inmediato me levante del sofá, como impulsada por un resorte. Puse mis manos a mis espaldas y espere que Mario terminara de entrar, cuando lo hizo… se quedo inmóvil observando mi desnudez.

Yo me sentí avergonzada y con preocupación, baje la mirada, me daba vergüenza de mirarlo a los ojos. Sin embargo su reacción me dio ánimo para reponerme y seguir adelante con las instrucciones del caballero de la noche.

___ ¡Por dios Sonia… que hermosa sorpresa me has dado! 

--¿De verdad te ha gustado encontrarme desnuda?

___Claro,  ¿cómo negarlo? Cualquier hombre estaría encantado de ser recibido así por las tardes por su esposa.

Venciendo mi temor, lo tome de la mano y lo hice acomodarse en el sofá, yo me senté a su lado y sin perder el tiempo, le dije el motivo de ese recibimiento tan morboso.

--Yo… estoy desnuda, ¡porque me han pedido hacerlo!  Fue algo así como una orden.

De inmediato el semblante de Mario cambio, se puso serio y tenía la mirada fija en mi rostro, avergonzada volví a bajar la mirada, después de varios minutos él me pidió mirarlo a los ojos y responderle con toda sinceridad.

___ ¿Quién te lo pidió? 

--El hombre del mensaje, esta mañana estuve charlando por el chat con él.

___Así que ya lo decidiste, cuéntame… ¿Qué te ha dicho?  ¿Por qué estas tan interesada en visitarlo en esa prisión?

Animada por su evidente entusiasmo, le fui contando todo cuanto me había dicho ese hombre por la mañana.

--Él me ha contado que lleva más de un año sin tener sexo, dice que el lugar de la visita conyugal, es lo más parecido a un hotel, que hay total privacidad y seguridad, si aceptas dejarme ir… él se encargara de hacer todos los trámites para que me dejen pasar, también me ha dicho que… ¡está dispuesto a pagar mis servicios sexuales!

___ ¡O sea que, será como si contratara a una puta!  ¿Eso es?

--Si.

___Ven, ponte de pie y separa un poco las piernas.

Sin dudarlo, me levante y separe las piernas, Mario llevó de inmediato su mano derecha a mi raja, sus dedos entraron rápidamente hasta el fondo, yo estaba muy caliente, tenía la rajita empapada por la excitación.

___¿Tú quieres hacer esa visita?  ¿Quieres ser una puta?  ¿Eso es lo que quieres?

--Si… ¡no puedo evitarlo, me excita la idea de ser cogida en un lugar como ese!  Cuando me dijo que me pagaría por el servicio, mi excitación se disparo. ¿Me dejaras visitarlo?

___ ¿Cuándo será la cita?

--Aun no me lo ha dicho, quede de avisarle si lograba convencerte de dejarme ir.

___En ese caso… asegura la cita y ya me avisaras. ¡Por cierto!… ¿en qué prisión está?

--No lo sé, no me lo dijo.

___Entonces, pregúntaselo y ya veremos.

Por la mañana, nuevamente hice contacto, esta vez me dio todos los detalles para la cita, primero tenía que visitarlo un día previo a la visita conyugal, así nos conoceríamos y ahí me daría los detalles de cómo pasaría a la visita conyugal. Sin embargo la prisión estaba en una ciudad a 6 horas de donde vivo, así que solo podía ir el mismo día a conocerlo, él acepto y después se lo comunique a Mario.

Por la tarde Mario se apresuro a cuestionarme, estaba ansioso de saber lo que había acordado con quien ahora sabia se llama Sergio.

___ ¿Y bien?  ¿Acordaron algo?

--El está en una prisión del estado de Veracruz. Así que tendría que ir a visitarlo por la mañana, pasar el día a su lado y esperar a que entren las esposas de los presos, la entrada es a las 8 de la noche y tendría que salir a las 6 de la mañana.

___ ¿Cuándo será?

--Me ha pedido que sea este próximo sábado. Si estás de acuerdo, tendré que avisarle hoy mismo para que haga los arreglos.

___ ¿Ahora no te pidió que me esperaras desnuda?

--No.

___Pues, quiero que lo hagas, desnúdate y mientras le respondes… ¡yo quiero acariciar tu raja!

No espere más, rápidamente me despoje del vestido y de mi ropa interior, enseguida caminé hacia la recamara donde tenemos el ordenador, seguida de Mario, quien se arrodillo a mi lado, y yo… me senté en la silla, separe las piernas y mientras charlaba con Sergio, Mario me masturbo.

--¡Ya conseguí que me deje ir a visitarte!  Iré este sábado como me lo has pedido.

  • ¿De verdad?  Pues entonces, quiero darte las últimas instrucciones, quiero que compres una tanga de color negro, la más atrevida que encuentres, mientras menos cubra tu chocho, mejor. También quiero que te pongas un vestido que has mencionado en algunos de tus relatos, me refiero a ese vestido amarillo strapless… ¿lo tienes?

Rápidamente miré a Mario con el rostro interrogante, pues ese vestido solo lo uso cuando él me lo pide, de hecho lo compro para que lo usara solo para él, Mario entendió y con un movimiento de cabeza me dijo que si podía llevarlo puesto.

--Si… aún lo tengo y si puedo llevarlo.

Sergio me dio las instrucciones para llegar y cómo debía decir a la entrada de la prisión, mientras seguía la charla, Mario había logrado que tuviera un orgasmo. Al terminar no pude resistirme, lo tome de la mano y lo lleve a la cama, él se desnudo y me dejo hacerle sexo oral, mientras lo hacia él… me puso más caliente que un tizón al decirme cosas muy morbosas.

___ ¡Así que estas cumpliendo tu capricho y volverás a comportarte como una puta de verdad!  Pues ya sabes lo que te costara hacerlo, tendrás que regresar con la raja escurriendo de leche de Sergio, yo voy a esperarte en algún hotel, iremos juntos a esa loca aventura, ¡si te gusta ser tratada como una puta… entonces… disfrútalo mi amor!

El viernes por la noche, puse mi vestido y la tanga que había comprado para la cita, salimos ya de noche para la central de autobuses, buscamos un horario para llegar al amanecer, eran las 8 de la mañana cuando llegamos a un hotel del puerto de Veracruz, Mario se recostó en la cama mientras yo… me preparaba para la cita con Sergio.

Hacía mucho calor, incluso no sequé mi cuerpo, necesitaba estar fresca, me puse la tanga la cual apenas cubría mis vellos púbicos, bueno en realidad… solo lograba cubrir una parte, de ambos costados salían vellos de mi pubis.

La delgada y apenas perceptible tira trasera, se perdió entre mis nalgas, daba la impresión que ese diminuto triangulo estaba adherido a mi sexo. Me puse las zapatillas blancas de tacón de aguja, y por ultimo… me puse el hermoso vestido amarillo.

Mis pezones estaban hinchados por la excitación, se marcaban bajo la delgada tela del vestido, incluso… podían verse ligeramente las aureolas color canela de mis tetas. Mis piernas lucían hermosas, las zapatillas me daban ese toque de feminidad que se requiere para un encuentro sexual. Me sentía satisfecha de verme sexy.

Abandonamos el hotel, los hombres me miraban con morbo por las calles, caminamos hasta un sitio de taxis, ahí abordamos uno y le pedimos nos llevara al reclusorio, al llegar, miré la larga fila que ya se había formado con familiares que visitaban a sus hombres presos.

Mario me dio un beso y se regreso al hotel, solo me dijo lo siguiente.

___Estaré aquí justo a las 6 de la mañana, recuerda Sonia… quiero ver tu raja mojada por su semen.

Lo vi alejarse lentamente, la fila fue avanzando poco a poco, por fin me toco mi turno, sin sabe… justo ahí empezaba la aventura sexual de ese encuentro. Un hombre me pidió mis datos, mi identificación y el nombre de a quien visitaba.

El hombre miro mi identificación y después recorrió mi cuerpo con la mirada, de una forma lasciva, parecía adivinar lo que llevaba debajo del vestido, sin pudor se relamió los labios y por fin me dejo pasar.

-          Sigue caminado de frente, pegada a la maya metálica, hasta la siguiente caseta, ahí te darán otras indicaciones y también ahí cambiaras esta ficha… ¡no la pierdas!

Pensé que la siguiente caseta seria igual, pero estaba muy lejos de imaginar lo que estaba por suceder.

Justo cuando llegue a la entrada, una mujer de mediana edad salía y pude ver cómo abrochaba su vestido. Una mujer robusta se asomó y me dijo lo siguiente.

-          Entrégame tu ficha y pasa.

Le entregue la ficha y pase a la caseta, solo había una silla de madera y una libreta sobre una especie de repisa metálica, la mujer miro mi identificación y después recorrió mi cuerpo con morbosa actitud, se sentó en la silla y me dio la siguiente orden.

-          ¡Desnúdate!

Sentí que mi rostro enrojecía de vergüenza, la mujer me miraba con actitud retadora y sin pestañear,  tímidamente le pregunte si eso era necesario.

-          Claro que es necesario,  tenemos que cerciorarnos que no traes drogas escondidas. Si las traes… entonces aquí te quedaras.

Hasta ese momento sentí un extraño miedo de estar ahí, sin embargo ya no podía dar marcha atrás, mis manos estaba temblorosa cuando baje el cierre del vestido, en segundos lo aparte de mi cuerpo quedando solamente con la diminuta tanga.

La mujer no dejaba de mirar mi cuerpo con morbo, fingiendo estar molesta dio la siguiente orden.

-          ¡Vamos!... ¿Qué esperas?  ¡Quítate la tanga!

El miedo me invadió, jamás me había sentido tan pequeñita, tomé los costados de la tanga y me despoje de ella.

La mujer se puso de pie y dio unos pasos hasta quedar a mis espaldas.

-          Apóyate en la silla y separa las piernas, iniciaremos por revisar el ano.

No pude evitar que esa mujer hiciera lo que deseaba, apoye las manos en el respaldo de la silla y separe las piernas, ella se puso un guante de látex, y sin más introdujo su dedo índice en mi ano, moviéndolo con lasciva.

-          Bien, aquí no hay nada… ¡ahora ponte de frente, agáchate como si fueras a orinar!

Obedecí y me puse en la posición ordenada, ahora sus dedos invadieron mi rajita, solo que ahora lo hacía sin los guantes, sentí como movía los dedos en mi interior, cuando los sacó… estaban mojados por un liquido blanco, sin miramientos la mujer hizo algo sucio… llevó su dedo a su boca y lo saco solo cuando ya estaba limpio, se había tragado mis líquidos vaginales.

Por fin me dijo que todo estaba en orden, me dio una ficha diferente, recomendándome no perderla nueva, pase otra caseta donde volvieron a cambiarme la ficha, por fin salí por una especie de rampa, habían hombres jóvenes esperando a quienes llegaban de visita, eso me lo había anticipado Sergio, le dije su nombre a un chico y de inmediato corrió por el patio de la prisión gritando el nombre de Sergio.

Rato después lo mire regresar acompañando al joven, se veía apuesto, de edad madura pero aun muy apuesto, me dio la mano y me planto un beso en la boca como si nos conociéramos de tiempo, o más bien… ¡como se fuera su esposa de verdad!

  • ¡Estás muy linda Sonia!  ¿Traes debajo lo que acordamos?

--Si.

Pasamos la mañana charlando, conociéndonos, intercambiando experiencias, las horas pasaron rápidamente, sobra decir que yo estaba muy excitada, mi cuerpo estaba caliente, ya deseaba estar a solas con él y mirarlo desnudo. Sentir sus caricias en todo mi cuerpo.

Eran las 6 de la tarde cuando una melodía se escucho en los altavoces, era el momento de abandonar el lugar.

  • Nos vemos en dos horas Sonia. ¿Recuerdas todo lo que te dije?

--Si.

  • Bien, entonces, tengo que apresurarme.

Camine por la rampa de salida, fui pasando por las casetas donde intercambie las fichas metálicas, por fin estaba fuera, sin embargo me quede sentada en la entrada, esperando que dieran las 8 de la noche para poder entrar, fueron llegando más mujeres quienes sin duda estaban ahí para visitar a su hombres.

La hora llegó, un custodio nos pidió seguirlo con nuestras identificaciones en la mano, después de recorrer un largo pasillo, nos dijo que siguiéramos a una mujer, quien nos dijo ser una trabajadora social.

Llegamos a una especie de hotel interno, puertas metálicas, sin ventanas, con una cama de concreto y una colchoneta individual de espuma. Había unas cubetas con agua y un televisor, una mesa de cemento y unos bancos también de cemento fijos al suelo.

Fuimos entrando cada una a la habitación que nos decían.

-          Sonia H. aquí te toca… ¡en un rato vendrá tu pareja!

Era verdad, si parecía una habitación de hotel, solo que dentro de una prisión, cuando Sergio llegó, un custodio cerró la puerta con seguro por fuera.

  • ¿Estás bien?

--Si.

  • ¿Quieres bañarte ahora o por la mañana? Solo tengo derecho a dos botes con agua, así que tendrás que decidir.

--Creo que lo haré ahora.

  • Bien, me parece buena idea, báñate tu primero, después lo hare yo.

Sergio conecto una especie de cable de luz y metió la punta al bote, minutos después el agua estaba hirviendo, llevo el bote al baño y yo… entre para asearme. Me desnude dentro del baño y ahí mismo volví a vestirme, después fue el turno de Sergio, entro a bañarse y cuando salió… estaba completamente desnudo.

Su verga estaba erecta, tenía un buen tamaño y era ligeramente gorda, se aproximo e inicio el juego de la seducción, dio de inmediato muestras de ser un experto amante. Sus manos acariciaron mi cuerpo por encima del vestido, mientras me besaba apasionadamente.

Mi cuerpo estaba temblando, algo inusual en mí, tomándose todo el tiempo del mundo fue levantando mi vestido, lo aparto de mi cuerpo por la parte superior. Siguió besándome y ahora acariciaba mi cuerpo con sus expertas manos.

Ágilmente se arrodillo y tomando los costados de a tanga, la fue bajando muy despacio, disfrutando de cada segundo, por fin quede completamente desnuda, solo tenía las zapatillas y así me pidió permanecer.

Volvió a besar mi boca y también volvió a recorrer mi cuerpo con sus manos, nuestros cuerpos estaban calientes, por fin se aparto y se subió a la cama, se acostó y de inmediato me pidió subir y sentarme sobre su rostro.

Su lengua pasaba rápidamente por mi rajita,  cerré los ojos y me deje llevar por el placer que estaba experimentando. No pude evitar que mis gemidos invadieran la habitación, trate de jalar una almohada y apretarla con la boca para no ser escuchada, pero Sergio me lo impidió.

  • ¡No tengas pena mi amor!  Deja que tus emociones afloren, puedes gemir, nadie te dirá nada.

Al escucharlo, ya no me contuve, deje salir los gemidos sin temer nada.

--Aaaaaaaaa,  siiiiiiiiii, ¡que rico lo hacesssssss! Aaaaaaaa.

Los minutos pasaban lentamente, mientras su lengua seguía pasando con una suavidad enloquecedora, minutos después me pidió levantarme, ahora me tomo de la mano y me ayudo a bajar de la cama, me pidió arrodillarme y él se puso de pie frente de mí.

No perdí el tiempo, abrí la boca y deje entrar su verga, aun olía a jabón, sus venas palpitaban, parecía que estaban por explotar. Mientras yo mamaba esa hermosa verga, él empezó a decirme las cosas más morbosas que había escuchado hasta ese día.

  • ¡Eres una mujer muy especial Sonia!  Sin duda… la mujer que cualquier hombre soñaría tener como esposa.  Si fueras mi esposa de verdad… te vendería con algunos amigos internos, hombres limpios desde luego, hombres a quienes nadie visita y desean coger a una mujer como tú. Tendrías todas las vergas que quisieras, en pocas palabras… ¡serias una puta de tiempo completo!    ¿Te gustaría ser mi mujer?   ¿Ser una puta de tiempo completo?

Para esos momentos estaba demasiado excitada, no quise soltar su rica verga, continué mamando mientras él seguía calentándome con sus palabras.

  • Sé que es algo difícil, sin embargo… trata de pensarlo y si estás dispuesta a dejar a tu esposo… conmigo podrás hacer realidad tu sueño,  ¿eso es lo que deseas no?  Ser una puta de verdad.

Estaba a punto de eyacular, con mucha suavidad me aparto de su lado, prácticamente obligándome a soltar la deliciosa salchicha.

  • ¡Espera Sonia!  Aun es temprano y no quiero terminar tan rápido, recostémonos un rato.

Me acosté a su lado, sin embargo resultaba difícil aguantar el estar desnudos y no hacer nada, Sergio se ayudo con la mano, empezó a masturbarme al darse cuenta de lo excitada que me encontraba.

  • ¿Entonces?  ¿Te gustaría ser mi mujer?  ¿Convertirte en una puta de lujo aquí en el penal?  ¿Quieres hacerlo?  No te faltaría nada, tendrías todo lo que desees.

Aaaaaaaaaa, aaaaaaaaaaaa, asiiiiiiiiiiiiiii, másssssssssssss, aaaaaaaaaaaaa.

Afuera podrías coger con cualquier hombre que se te antoje, incluso con jóvenes, no te prohibiría absolutamente nada. ¿Qué opinas pequeña? 

Sergio seguía cuestionándome, sin embargo yo… tenía miedo de responderle, en minutos mi cuerpo se estremeció anunciando el primer orgasmo, mis líquidos salieron disparados mojando incluso su rostro, él no se detuvo y por el contrario aumento la fuerza de la masturbación sin dejar de cuestionarme, no pude seguir callada. De forma natural acepte que si deseaba ser una puta de tiempo completo.

--Ssssiiiiiiiiiiiiii. ¡Si quiero ser esa puta! Aaaaaaaa. Quiero coger con tus amigossssssssss. Aaaaaaaaa. Asiiiiiiiiii. Aaaaaaaaaaa. Massssssssssss.

Sergio extrajo su mano de mi rajita, mientras yo me sacudía en un espasmo de éxtasis. Trate de ponerme en posición de feto, pero de inmediato me lo impidió, tomándome de los tobillos con sus grandes manos, volvió a abrir mis piernas hasta hacerme sentir un poco de dolor, Sergio estaba como poseído, se acomodo y hundió su rostro en mi raja, ahora estaba mamando con verdadero deseo.

Su lengua parecía de fuego, pasaba por mi ano y terminaba acariciando furtivamente mi clítoris, ya me tenía demasiado caliente, me había llevado al punto que él deseaba.

--¡Por favorrrrrrrrr!  No puedo mássssssss. Cogemeeeeeeeee, aaaaaaaaaaa, ¡te lo suplicooooo!  Cogemeeeeee. Aaaaaaaaaaa. Voy a ser tu puta siempre que me lo pidas, pero por favorrrrrrrrr. Cogemeeeeeeee. Aaaaaaaaaaa.

Mis suplicas no surtieron efecto, Sergio siguió chupando mi raja, mi cuerpo estaba sudoroso, el temblor había vuelto a invadirme, volví a suplicar, pero el resultado… fue el mismo.

--Te lo ruegoooooooo. Aaaaaaa, méteme tu vergaaaaaaaa, aaaaaaaaaa, maaaaassssssss. Siiiiiiii, aaaaaaaaaa.

Por fin se apiado de mí, se aparto de mi lado y se puso de pie, sin dejar de mirar mi cuerpo sudoroso, volvió a cuestionarme.

  • ¿Volverás cuando yo te lo ordene?  ¿De verdad serás mi puta aquí?

--Aaaaaaaa, siiiiiiiii, te lo juro, voy a venir siempreeeeeeeeee. Aaaaaaaaa, ssssssiiiiiiiiii.

En un movimiento rápido me tomo de mi estrecha cintura y me subió a la cama, me puso en cuatro patas y aprovechando lo lubricado que estaba…. Hundió su verga hasta el fondo. Fue como recibir un pedazo de hierro caliente.

--Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa, ssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Me jalaba con fuerza, haciendo que mis nalgas chocaran con su vientre, no pude evitar el orgasmo que de inmediato me provoco con sus movimientos.

--Aaaaaaaaaaaaa, massssssssssss. Aaaaaaaaaaaaaa. Siiiiiiiiiiiiiiiii. Aaaaaaaaaa, aaaaaaaaaaaa.

Fue disminuyendo sus movimientos, mis jugos escurrían por mis muslos, cuando me soltó… caí tendida sobre la cama sin fuerzas. Minutos después pude recobrar las fuerzas, di la vuelta y miré su verga palpitando, estaba cubierta por mis líquidos blanquizcos, sin perder el tiempo me arrodille y metí su verga hasta el fondo de mi boca.

Rápidamente recobro vida poniéndose más duro, me aparto y ahora me recostó sobre la cama, abrió mis piernas y volvió a hundir su verga hasta el fondo de mi hinchada rajita. Solo tardo unos minutos; después me tomo por la cintura y con agilidad se puso de pie llevándome ensartada.

Pude sentir su verga palpitar dentro de mi rajita, se movía como una serpiente, tocando cada centímetro de mis paredes vaginales, volviendo a arrancarme gemidos de placer. Esta vez… fui yo quien rogo ser convertida en esa puta que él deseaba, olvidándome por completo que ya estaba casada con Mario.

--Aaaaaaaaa, siiiiiiiiiiiiii, asiiiiiiiiiiiiiiii, aaaaaaaaaaa, cógeme más fuerte. Aaaaaaaaaa, sigueeeeeee, aaaaaaaaaaa, quiero ser esa puta que deseas, aaaaaaaaaaaa, cogeré con todos tus amigosssssssss, aaaaaaaaaa, siiiiiiiiiiiiiiii asiiiiiiiiii, aaaaaaaaaaaa. Que ricoooooo. Aaaaaaaa.

Con una tranquilidad enloquecedora, Sergio aprovecho el momento, saco su verga y me la aproximo a la boca, yo la limpie saboreando la mezcla de mis jugos y del líquido agridulce que ya salía de su verga.

  • Asiiiiii putita, límpiala bien, demuéstrame que sabes ser una buena puta, ¡que rico mamas la verga! Mis amigos lo van a disfrutar. La próxima semana, te quiero aquí a la misma hora, voy a conseguirte el primer cliente, cada semana tendrás un amante diferente, serás la puta del reclusorio.

Sus venas estaban a punto de reventar, enrojecidas, mientras mis labios vaginales palpitaban por la excitación alcanzada, me dolían los pezones, ahora me tomo en sus brazos de frente a él, pasando sus manos por mis nalgas y levantándome con asombrosa facilidad.

Como si fuera una silla, me elevo hasta dejar mi raja justo en la entrada de su verga, la puso en la entrada y volvió a ensartarme. Me atraía con fuerza, mis pequeñas tetas chocaban con su pecho velludo, estaba alcanzando el clímax.

No pude más, mis gemidos debieron escucharse fuera de la habitación, su semen corrió dentro de mí, como si fuera lava hirviendo, ambos lo hicimos de forma sincronizada.

--Aaaaaaaaaa, yyyyyyaaaaaaaaaaa, aaaaaaaaaaaaa, siiiiiiiiiiiiiiii, dame toda tu lecheeeeeeeee, aaaaaaaaa. Diossssssssssss. Aaaaaaaaaaa.

La fuerza abandono nuestros cuerpos, apenas logro ponerme sobre la cama, ambos caímos rendidos sin fuerzas, abrazados, sintiendo el temblor que ambos estábamos experimentando.

El cansancio nos venció, haciéndonos quedar dormidos casi de inmediato.

Las horas pasaron rápidamente, justo a las 5 de la mañana, Sergio me despertó.

  • ¡Ya es hora hermosa!   Apenas tienes tiempo de bañarte para ir a casa. Sobra decirte que ha sido una placentera experiencia, estoy satisfecho del todo. Ojala algún día decidas volver a verme.

--¿Entonces… no era verdad?   ¿Lo de venir para coger con tus amigos?

  • Pequeña, solo fue algo para excitarnos más.  ¡No podría compartirte con nadie si fueras mi mujer!  Si decides volver algún día… solo serás mía y solo podremos fantasear lo otro.

Un poco confundida me bañe y justo cuando faltaban solo 20 minutos para que la puerta se abriera, me quite el vestido y me tendí en la cama.

--¡Una vez más!  Quiero llevarme tu semen dentro de mí.

Sergio se apresuro a meter su verga, la cual ya estaba erecta, empezó a bombearme, minutos después volví a sentir su leche inundándome, apenas nos dio tiempo de vestirnos antes que la puerta se abriera.

-          Se termino el tiempo Sergio. Fueron las palabras de un custodio.

Cuando se alejo el hombre, Sergio cumplió su palabra, me dio unos billetes con discreción y un beso en la boca, al tiempo que susurro a mi oído.

-          Voy a pensarlo, si decido compartirte… ¡te avisaré en la semana!

Sus palabras me hicieron sentir esperanzas, abandone el lugar seguida por una mujer custodia, al salir del reclusorio, ahí estaba Mario esperándome, subimos a un taxi de sitio y fuimos de regreso al hotel, al pasar por la recepción nos miraron con morbo, sin duda sabían que había pasado la noche con otro hombre al ver llegar solo a Mario y después de vernos llegar juntos.

___ ¿Cómo te fue?  ¿Te gusto la aventura? 

Sin responderle, me despoje del vestido, lo arroje sobre la silla de madera y me acosté, abrí mis piernas y le mostré la leche que fresca de Sergio que aún salía de mi rajita.

___ ¿Apenas te cogió verdad?

--Si. Justo antes de salir.

Le di los detalles de todo lo sucedido, Mario disfrutaba escuchándome contarle todo, esta vez decidí mentirle un poco, le dije que Sergio quería volver a verme, yo estaba dispuesta a regresar a ese lugar y coger con sus amigos, deseaba ser como él lo dijo… “la puta del reclusorio”

Esa misma tarde regresamos a casa, yo estaba confundida, por primera vez, un hombre despertaba esa extraña inquietud de mí, inquietud de pertenecerle por completo, de hacer lo que me había pedido, aunque tenía que trabajar mucho para que Sergio aceptara hacerlo realidad.