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Confusión en la costa

en Confesiones

Se armó la podrida, che. Y aún cuando no lo hice a propósito, fue claramente culpa mía.

Lo historia es sencilla, nos fuimos de vacaciones con mi esposa y una pareja de amigos, con los hijos de todos, a un balneario de la Costa Atlántica, en Argentina.

Acá se usa alquilar carpas, para el que no sabe lo que es, se trata de una estructura de palos con una lonas que arman una carpa bastante estable que te protege a vos y a tus cosas. Uno deja su bolso en la carpa y ya.

Como es un poco caro, se usa compartir la carpa.

Conclusión: entro a la carpa y veo a mi esposa inclinada buscando algo en el canasto, la reconocí por su malla roja, así que le metí una mano grande en toda la cola y hasta le colé un dedo por entre sus labios, por encima de la malla.

Parecería una historia normal, hasta que se incorporó y no era mi esposa, era Carmela, la otra chica, que cuando me vió se mostró super sorprendida.

Yo, rojo, le pedí disculpas inmediatamente. Cosa que yo creo que estaba dispuesta aceptar hasta que nos escuchó Fernando, su marido y se recalentó.

Con sus gritos cayó mi esposa y entre Fernando y ella nos acusaron a mi y a Carmela, nos putearon unos minutos y se alejaron unos metros, luego volvieron sobre sus pasos y nos hicieron saber que si nosotros habíamos pecado, ellos también podrían.

La tarde siguió, tensa, pero siguió por como media hora y luego se fueron de a uno, yo me quedé en la playa, pero por como venía la mano, ya sabía que me tenía que quedar en el molde.

 

Como a la hora apareció mi mujer en el departamento:

- Hola - le dije

- Hola amor - me dijo y noté que ya no estaba enojada

- De dónde de venís?

- Si ya sabés - me retrucó

- No, de donde, estaba preocupado

- Mirá - me dice y me se despacha con esta historia:

 

No te voy a mentir.

Yo entiendo que Carmela tenga buen lomo, pero la verdad, tocarle el culo en la playa no me parece, me enojó mucho.

Y me pareció que Fernando que tenía razón, que teníamos que hacer equivalente.

Así que me quedamos con él que nos ibamos a su casa y ahí veíamos.

Llegué con mucha arena y me ofreció una toalla para bañarne.

Y me dijo que siempre me había querido ver en tetas, que como Carmela las tiene operadas, hacía mucho que no tenía acceso a tetas naturales.

Me pareció bien, le tocaste el culo a la esposa de tu mejor amigo, sería justo que él vea las tetas de tu mujer y que cargues con eso para siempre.

Ya en gomas, a Fer se le reparó la pija y, suavemente, me empujó hacia el sillón, me corrió la malla y me empezó a chupar la concha. Me la chupó tanto y tan bien que acabé.

Ya estaba lista y vengada, y Fernando me dice "no me dejes así". Yo tenía mucha arena todavía, así que no acepté que me garche, pero me arrodillé en el piso frente a él y lo empecé a pajear.

Con una mano, con la otra, con las dos. Le escupí la pija y lo pajee hasta que vi que se venía.

Le ofrecí las tetas, obvio, si tanto le gustaban, me parecía bien que se de el gusto, y además no quería manchar el sillón de pana del departamento.

 

Ahora, please, dejame que me quiero ir a bañar que estoy toda sucia.

Y, la próxima vez, no te hagas el langa con las esposas de tus amigos.