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El Erasmus forzado

en Sexo con maduros

Una chica mexicana de 21 años que había venido un año de Erasmus para estudiar el último curso de  ingeniería. Pelo negro con matices castaños y largo hasta el pecho, tez blanca tirando a pálida con rasgos faciales tonificados y salientes. De estatura baja, delgada pero con buen pecho y culo pequeño, redondo y respingón. Todos los hombres se quedaban mirando a su talla 95 de pecho y se daban la vuelta para ver ese hermoso culo pequeño que se marcaba con sus leggins negros. La chica notaba como calentaba la bragueta a todos los hombres y eso hacía sentirse deseada. Estaba sola en un país nuevos y aunque no tenía problemas para relacionarse, se sentía sola sobre todo en las noches donde necesitaba pasión. Un viernes por la noche que se sentía sola, salió a tomar algo a un bar cerca de su apartamento. Se arregló lo mejor que sabía para que los ojos se posaran sobre su hermosa tez pálida y se puso una falda floreada que le llegaba por encima de las rodillas, aunque ella la levantó para mostrar sus muslos carnosos y pálidos. Vestía un sujetador negro que le juntaba los pechos dando la sensación que eran todavía más grandes y encima una blusa de seda también floreada y escotada. Entró en el bar y vio un sitio para sentarse en la barra, aunque en un primer momento su primer pensamiento fue el de marcharse del lugar porque vio que todos los hombres sobrepasaban los 50 ampliamente. Pidió al camarero ron con coca-cola y se dio la vuelta para ver la mercancía, en el bar todos los maduros estaban fijándose en el pecho de la veinteañera que relucía con la luz en su pecho pálido. Su idea era tomar su bebida e irse a otro lugar ya que allí no había nada que le gustara, pero estaba viendo como todos no le quitaban ojo disimuladamente mientras la desnuban con la mirada. Puede que fuese el hecho de que hacía tiempo que ningún hombre la tocaba, pero esas miradas furtivas llenas de sed de sexo con una jovencita tetona, le provocaba ganas de sexo por el morbo.

Se percató que un grupo de tres maduros que estaban tomando unas cañas en otro extremo del bar, al lado de la barra. La miraban mucho y entre ellos hablaban. Eso hacía que la incomodasen e intentó centrarse en tomar rápidamente la bebida. Entre esos hombres, el más joven tendría casi los sesenta y era el típico maduro barrigón y medio calvo con el poco pelo que le quedaba de color blanco con matices grises. Y los otros dos igual solo que algo más mayores. Los tres vestían de tejanos con camisa.

El más joven era el que más la miraba sobre todo a las piernas, era como si esperaba que ella tuviese un descuido para que la falda se levantase y verle la ropa interior. Ella volvió a mirar disimuladamente y sus miradas se cruzaron, rápidamente ella apartó la mirada pero él siguió mirando con descaro. Escuchó un ruido de silla que se arrastraba y con el rabillo del ojo observó que el hombre se había levantado y caminaba dirección a ella.

La pobre chica empezó a desear no haber entrado al bar y rezaba para que no le dijese nada ese maduro sin vergüenza por la diferencia de edad. El hombre estaba al lado de ella pero inclinado en la barra con amago de pedir al camarero que este no estaba en su sitio de trabajo. La chica intentaba no mirar al hombre y se puso a jugar a hacer círculos con el vaso para que los hielos chocaran entre sí.

-¿Dónde coño está el camarero?- Habló el hombre que parecía que no se lo decía a nadie y la chica hizo como si no le hubiera escuchado. Ahora miró hacia la chica - No me extraña que el país esté en crisis ¿No crees?

Ella al sentir que la voz sonaba más cerca, se giró hacia él – Supongo- Dijo ella con acento mexicano y con una mueca de indiferencia.

-Eres mexicana- Comentó él con tono de asombro. -No me extraña que seas así de guapa- La chica le sonrió y volvió a jugar con los hielos. – Hace poco tuve una novia mexicana. – Ella hizo ademán de seguirle la conversación. – Y tenía más o menos la misma edad que tú. – Ella apartó la mirada hacia su vaso al oir eso y en lo único que pudo pensar que era otro viejo baboso y mentiroso. Volvió a mirarle a él para no ser descortés y vio que el maduro baboso estaba mirándole el escote. -Novia, novia, no… más bien no enrollábamos cuando teníamos ganas, es lo que os va a las chicas de ahora ¿verdad? – Al escuchar al maduro sin vergüenza, a la chica se le quitó toda la calentura que tenía desde hacía tiempo y pensó que ya era hora de irse a su apartamento.

Bebió su copa, se levantó – Me tengo que ir, ha sido un placer.- Y se giró para marcharse, pero notó que algo o alguien la agarraba del brazo.

- ¿Verdad?- El hombre estaba esperando a que ella le contestase si las chicas de ahora les iban los rollos.

- Me tengo que ir.- Le soltó ella con desdén e hizo un movimiento hacia delante y se pudo soltar.

La chica volvió a su apartamento y allí se acostó deseando olvidar esa noche.

Al día siguiente, se levantó descansado y tenía ganas de despejarse un poco y gastar dinero, así que se fue a una tienda Zara para comprarse algo que la llenase por dentro y a la vez estar a la moda. Entró en una de ellas y estaba completamente llena de gente, lo que le resultó raro era que el piso de la entrada era para moda de mujer pero en la caja había hombres esperando cuando lo normal era que ellos fuesen a la de abajo que era el departamento de moda masculina.

Cuando se puso a atravesar la gran cola que había en la caja, sintió que alguien le agarraba del brazo, al darse la vuelta reconoció la cara del maduro baboso del bar de anoche. - ¿Me recuerdas?- Dijo él con una gran sonrisa – Me quería disculpar por cómo me comporté anoche, es lo que hace unas cuantas cañas.

La primera reacción de la chica era soltarse y pasar del hombre, pero la habían educado con buenos modales así que fue tajante. -Lo entiendo- Le mostró una gran sonrisa para que viera que no le guardaba rencor.

-Muchas gracias, se ve que además de guapa eres buena persona. ¿Cómo podría compensarte por ello? No quiero que pienses que los maduros somos como los jóvenes de ahora que no son nada caballerosos.- La chica volvía a repujnarla el maduro al estar otra vez criticando a los de su edad. Al menos los de su edad no saben cuándo a una chica no le interesas.

-No hace falta, gracias

-Sí que hace falta. Quiero que veas como somos los maduros españoles. Como ves, no somos unos anticuados y compramos en ropa de moda.- Dijo el maduro mostrando la ropa que llevaba en el cesto.

-Me alegra.

- ¿Qué te parece si te ayudo ahora, o sea, llevarte el cesto y ser tu segunda opinión?. La chica no quería tener a un desconocido, y menos a un maduro, que la siguiera mientras compraba lo que le gustaba pero el hombre no parecía que le diese opción.

 

El hombre siguió detrás a la chica mientras ella observaba por la tienda lo que le gustaba. Vio unos vestido lisos de colores negro, rojo y blanco que llamaron su atención y pensó que podría lucirlo cuando volviese a su país y saliese de fiesta con sus amigas y amigos.

-Ese vestido te quedaría perfectamente.- Dijo el maduro al ver que ella había cogido el vestido rojo. -Aunque creo que te sentaría muy bien el blanco.

-¿Tú crees?.- Cogió el vestido blanco y buscó unos probadores para entrar.

-Te espero fuera, cuando acabes sal con él puesto para ver cómo te queda.- La chica entró y se quitó los leggins y la camiseta de tirantes con el sujetador que le marcaba una buena delantera. Al probarse el vestido notó que era más apretado de lo que parecía y se le marcaba mucho pecho además de los pezones, por detrás se le mostraba el tanga de triángulo rojo que le se transparentaba debido a lo blanco del vestido. Escuchó una voz de fuera que le decía si ya lo tenía puesto, pero ella no quería salir así, se le marcaba mucho absolutamente todo, aunque ahora ya sospechaba por qué él le había recomendado el blanco.

- No me queda bien, voy a coger otro.- Alzó la voz para que el maduro la escuchase

-Pamplinas.- Contestó el maduro con tono de incrédulo. -¿Lo tienes puesto?

Ella contestó afirmativamente pero no tenía pensado salir del probador, cuando de repente la cortina se corrió y el hombre entró y la volvió a echar. Ella se quedó asombrada con la impertinencia del hombre.

-Yo veo que te queda genial.- Dijo el maduro que le temblaba la voz al tener unos pechos tan grandes tan cerca. – Date la vuelta que te pueda ver. Ella se giró solo para que a ver si así él se marchaba. Pero cuando se volvió hacía él, tenía los pantalones bajados y el pene fuera empalmado que se la estaba tocando. -Me pones mucho con ese vestido, tienes unas tetas preciosas y me encanta que marques el tanga.

-¡Fuera!- Gritó la chica enfadada.

-¿No tienes ganas de polla? Tengo mucha experiencia, te podría dar placer como nunca de esos niñatos te han dado en tu vida.- Volvió a insultar el hipócrita mientras se hacía una paja.

- ¡Fuera o gritaré!- Gritó mientras se ponía un brazo en el pecho para así taparlo y no se le marcase. Pero parecía que nadie la escuchaba, es más no sentía a nadie al lado. El tío la había llevado a unos probadores donde casi nunca hay nadie.

El hombre cogió los leggins de la chica y por la zona del culo del pantalón, los empezó a oler.    -Me encanta el olor de culo joven. Me preguntó a qué sabrá tu coño.- La chica intentó salir del probador pero él la agarró de la cintura y empezó a restregar su polla empalmada por encima del vestido en su culo. – Me ponéis mucho las jovencitas de ahora, sobre todo tú con estas tetas.- El maduro empezó a apretar las enormes tetas de la joven mientras seguía restregándose en su culo. -Noto tus pezones.

-¡Déjame en paz! ¡Me haces daño!- Intentaba hacerle comprender mientras intentaba liberarse.

-Creo que te voy a follar el culo. ¿alguna vez te lo han hecho por ahí?

-Suéltame, puto cerdo.

-Pero antes te voy a comer las tetas.- La dio la vuelta y con fuerza le bajó el vestido hasta la cintura y se tiró inmediatamente a chuparle el pezón derecho de la chica que era puntiagudo y marrón con pequeños granitos en la areola. Chupaba y chupaba con más ahínco mientras con una mano le agarraba el culo por debajo del vestido y por encima del tanga de triangulo rojo, y con la otra le amasaba la otra teta.  -¡Joder! Que buena estás.

-¡Socorro!- La chica empezó a gritar con lágrimas en los ojos hasta que por fortuna, alguien abrió la cortina, separó al maduro violador de la joven y le pegó un puñetazo en el ojo izquierdo haciendo que este cayera al suelo y se marchase corriendo.

-Pau, eh Pau ¿Estás bien?- La chica abrió los ojos y vio que era un compañero de su clase. Al ver a ese chico rubio peinado hacia atrás, por los lados rapado, ojos azules, marcando cuerpazo con una camiseta apretada y con pantalones skinny, la chica empezó a calentarse y deseaba follarle ahí mismo a su salvador.

Se abalanzó sobre él le empezó a morrear los labios y mientras se lo llevaba dentro del probador, cerró la cortina para tener una mejor intimidad. El chico estaba flipando por lo que estaba sucediendo, le agarró fuertemente las nalgas mientras ella le quitaba la camisa y le desabrochaba la bragueta. Sacó su miembro viril y ella dejó de morrearle para bajar hasta su pene erecto.

La chica quedó impresionada con el tamaño del joven que debía ser el doble de lo que era el del maduro. Se la metió en la boca y empezó a chuparla como si de un polo se tratase. El muchacho estaba en la gloria por cómo se la chupaba, durante unos momentos se la sacaba y le daba unos buenos lametones por la puntita. -Pau, vas a hacer que me corra.

-¿Traes condón? Preguntó la chica agarrando fuerte ese miembro.

-Siempre llevo uno en la cartera.- Pau soltó la polla y cogió los pantalones para sacar la cartera y con ello el condón. Desgarró el plástico y puso el condón en la boca sujetándolo con los labios para ponérselo al chico directamente cuando se la chupó.

Pau se levantó, se puso de espaldas y apartó un poco la tira del tanga. -Métemela por donde quieras.

El chico se agachó y empezó a pasarle la lengua empezando por el coño y acabando por el culo, así de abajo a arriba. Ella sentía cómo la saliva del chico entumecía aún más sus partes y soltaba algunos gemidos de placer.

Luego, empezó a besarle con lengua en los labios de su coño haciendo que Pau se retorciera de placer. El chico se levantó, agarró esas enormes tetas y se la metió por el coño aun estando ella de espaldas. Entró como la mantequilla esa enorme polla que hizo que la chica soltase un gemido muy fuerte.

Siguió metiendo y sacando mientras amasaba esas tetorras. -¡Dios! ¡Qué grandes tienes las tetas!

-¡Me voy a correr!- Gritó la chica.

Pero él, antes de que ella se corriera, sacó la polla del coño y se la metió por el culo haciendo que Pau se corriera a chorros al sentir eso tan grande abriendo las paredes de su ano.                -Chúpamela para que me corra.- Pau se dio la vuelta y se agachó para hacerle otra felación al chico hasta que él también se corrió.

Después de ese día, Pau y el chico empezaron a quedar más y a tener una relación más sería. En cuanto al maduro, no se le volvió a ver más, pero para Pau esa sería la última vez que iba a ser amable con alguien así.