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Aumentando la pasión en nuestro MATRIMONIO de 3

en Bisexuales

Esa tarde llegue a casa y Marisa estaba duchándose, nos pusimos a hablar y salió lo de la noche en la que participo Gianinno. Fue muy sincera respondiendo a mi pregunta de cómo lo veía ahora después de haber pasado. Se estaba secando y me decía que, si le hubieran preguntado antes, hubiera dicho que no de entrada, pero fue distinto al pasar como paso y que si me preguntaba si me le había gustado, me contesto que mucho, aunque el culo se lo habíamos dejado molido.

Seguimos hablando y me iba poniendo cachondo y al verla desnuda secándose más. Marisa se daba perfecta cuenta de cómo me estaba poniendo entre la conversación, verla desnuda y recordar la noche de la que hablábamos.

ELLA: Seamos plenamente sinceros, no solo con lo que hemos hecho si no con lo que sentimos y deseamos. ¿ok?

YO: Ok, siempre lo hemos sido.

ELLA: Empezare yo. Sabes que os quiero a los dos, pero no te negare que, por Hugo, hay más sentimiento, no se explicarlo. Igual que te digo que los 3 así somos la relación perfecta. Me acuerdo de la primera vez que me decías que querías meter a un tercero o una tercera. Lo de la mujer podía entenderlo algo, pero lo de un hombre, no. Pensé que no me querías, que me ponías a prueba, hasta pensar que eras un “enfermo” y sin embargo ahora te entiendo perfectamente. Hugo es nuestro macho, nuestro amo. Pero quiero que me digas ahora sin rodeos lo que has sentido y lo que sientes y como lo estás viviendo.

YO: Como bien dices es algo que había deseado, aunque es mucho mejor que mis fantasías y lo estoy viviendo intensamente, deseando recibir las sorpresas que nos prepara Hugo. Y te entiendo bien, que no soy tonto, cuando dices que por el sientes algo más, ya lo sé. De él, estas enamorada desde el primer día y ya sé que me quieres. Del resto ya lo sabes, me sigue pasando lo mismo, me gusta que te deseen, que te follen y ahora me gusta mucho más, sobre todo cuando utilizas ese nuevo vocabulario, que te daba palo usar pensando que me podía ofender esos “insultos” cuando estamos follando, pero es eso lenguaje para follar, para dar más picante al momento. Y te pregunto ¿ahora te sigue dando palo hablar así o ver cómo miro?

ELLA: Te quedo contestar, pero no lo sé explicar. Me vuelve loquísima decirte esas cosas y ver como miras como me posee y me domina nuestro macho. Y empecé a usar ese lenguaje porque entendí que era lo que te hacía falta, porque nuestro amo lo quería y porque poco a poco cada vez me gusta más y es una suerte tener un marido tan cornudo y tan comprensivo y como dices que tú no eres tonto, yo tampoco soy tonta, sé que tú también estas enamorado de le y me alegra, pero ¿desde cuando quieres que te folle tu culo y por qué?

YO: Fáciles tus preguntas, joder, muy fáciles.

ELLA: Vamos no seas “llorón” que no tenemos secretos y no se lo diré a nadie. Venga.

YO: Que estoy enamorado, puede, porque no se describir bien lo que siento, pero es factible que sea así y de lo otro, no es que quiera que pase eso, aunque es cierto que, en algún momento dentro del fragor del momento, lo mismo se me paso por la cabeza, pero después al acabar ya se me olvido.

ELLA: ¡FELIPE! Joder no me mientas, que me enfado. Ya te vale.

YO: Vale, si lo he pensado más de una vez, pero es pensarlo y de seguido me lo quito de la cabeza. Es que veo tu cara de satisfacción cuando te lo hace a ti, el cómo me miras, que no me puedo aguantar.

ELLA: Ves como no pasa nada, que ahora ya no lo veo raro. Y si quieres te ayudare a conseguirlo, pero antes hay que prepararte bien para recibir el rabo de nuestro amo. Desnúdate y espera en la habitación.

Una vez que me desnude me tumbe en la cama esperando a que llegara. Venia desnuda y se fue al armario, sacando el arnés y el consolador más grande de los tres, que sería como el rabo de Hugo. Me mando que me levantara y me ordeno que me pusiera apoyado en la cómoda. Tenía un empalme brutal, después de apoyarme Marisa se llenó los dedos con lubricante y con la otra mano me pajeaba despacio. Sentí sus dedos en mi culo, el lubricante estaba frio, lo sentí perfectamente dentro de mi culo.

Como se estaba poniendo todo, estábamos los dos muy cachondos. Ella iba diciendo cosas, que iban subiendo de tono según avanzábamos. Vamos puto que te voy a follar el culo, para que luego te lo folle mi macho, nuestro amo. Iras notando como entra ese trozo de carne duro, como abre tu culo y mientras me comerás el coño. Te veré tus ojos cuando te esté follando, como despedirán ese brillo de placer.

Se dio cuenta de que si seguía así me correría, no aguantaría nada. Me dio un golpecito en mis partes y me dijo ¡NO! Nadie te ha dado permiso para que te corras, cornudo. Empecé a notar el látex frio, que se empezaba a abrir paso en mi culo. Como Marisa me decía mira tu cara en el espejo, mira la cara de un auténtico cornudo, mírate. Lo más cachondo no era ver mi cara, era ver su cara, nunca la había visto así, se sentía poderosa.

Estaba siento algo bruta follándome, pero era tanto el placer que notaba que no me queje y me sentí lleno. Marisa se agarraba de mis caderas y como me daba, era un placer verla y cuando empezó a pajearme no dure ni 2 minutos. Marisa lo saco y se lo quito se tumbó en la cama y me decía, vamos cornudo maricón come el coño de tu ama, lo hice mejor que nunca, con más deseo. Después de correrse me dijo que lavaba el consolador.

Estaba lavándolo en el baño cuando ella apareció y me pregunto si quería que le dijera a Hugo que había que follarme el culo.

Llego Hugo y como siempre nos saludó y se fue a dar una ducha. Marisa al rato se fue al baño con él, los oía hablar y unas risas, lo mismo se lo estaba diciendo. La incertidumbre me ponía nervioso y bastante caliente. Fui con una excusa a nuestra habitación y allí estaba Hugo desnudo, con su rabo a medio crecer y Marisa haciéndome señas con la cabeza para que fuera por él, pero me contuve.

Cenando.

MARISA: Hugo sabes que nuestro sumiso, quiere que le estrenes el culo. Que lo desea fervientemente.

HUGO: No me digas, ¿es eso cierto?

FELIPE: No es así, no la hagas caso, que quiere meterse conmigo.

MARISA: Como que no, ¿estás diciendo que miento?

FELIPE: No digo que mientas.

HUGO: Pues si no miente es que dice la verdad, aclárate.

FELIPE: Si hemos hablado de ello, pero sin ser algo rotundo.

MARISA: No seas tonto, que somos un matrimonio, ¿quieres o no quieres? Olvídate de las vergüenzas y los prejuicios, que todo queda dentro de nuestro matrimonio, te lo repito.

FELIPE: Eres una comprometedora, pero sí, me gustaría.

MARISA: Ya está lo más difícil, ahora solo tienes que pedírselo y ver si él quiere. Pídeselo.

FELIPE: Marisa no es el momento. Que estamos en plena cena.

MARISA: Déjate de memeces y pídeselo, si lo estas deseando, pero hazlo bien. Pero vale después de cenar se lo pides, ves pensando como pedírselo.

Ya había logrado ponerme nervioso y no sabía cómo hacerlo. Ahora empezaba a entender a Marisa, empezaba a saber que sentía ella cuando yo la “presionaba” en ese tipo de situaciones, la muy puta me la había devuelto, aunque sé que no lo hizo con esa intención.

Cada noche nos tocaba la cocina a uno y esa noche me tocaba a mí. Me llevo como siempre 20 o 30 minutos. Se oía la televisión y cuando llego, Marisa estaba haciéndole una mamada, es que no había noche que se acostara en “blanco” daba igual que tuviera la regla o no. Al verme se sao el rabo de su boca y me dijo, esto es lo que deseas dentro de tu culito, ya sabes lo que tienes que hacer. Me senté junto a Hugo y me ponía berraco ver a Marisa mamando semejante rabo.

FELIPE: Hugo me gustaría, me gustaría, ejem, vamos que me gustaría que me hiciese lo que hemos hablado.

HUGO: Yo no he hablado nada.

FELIPE: Que me hicieras por primera vez sexo por detrás.

MARISA: Que fino se ha vuelto. Venga que tú puedes hacerlo mejor. Chupa un poco que te dará fuerza.

Me agaché y me puse a comerle el rabo, mientras Marisa me decía al oído, imagínate todo esto entrando en tu culo, sin estar frio como el vibra, si lo tenía claro, pero no sabía exactamente como esperaban que lo dijera y la salida me la dio Marisa, acuérdate de lo que me decías a mí, cornudo, aplícatelo ahora y acertaras.

MARISA: Vale para ya.

FELIPE: Hugo quiero que seas también mi macho, que me folles el culo como a la puta de Marisa y sentirte dentro.

HUGO: Venga respira tranquilo, que ya ha pasado. Me ha gustado que me lo pidas y como lo has pedido, eso demuestra que tenemos toda la confianza, ya no seremos 3 seremos 1.

MARISA: Vaya corte, lo ha hecho mejor que yo y mejor de lo que esperaba, siempre ha sido más lanzado que yo. Jolín. Me había decidido y la contestación de Hugo me dejo helado, me dijo que sería en el fin de semana, que no podía ser deprisa y corriendo, que sería algo especial.

De ese momento hasta el fin de semana fue un dolor de tripa. Y el “cachondeo” de Marisa diciéndome a cualquier hora del día, ya fuera con mensajes o con llamadas, el tiempo que me quedaba. Era “mala” se lo estaba pasando muy bien. El viernes al mediodía Hugo nos dijo que hiciéramos una maleta que nos iríamos de fin de semana. Era otra de sus sorpresas. Él tenía echa su maleta. Deprisa y corriendo las hicimos, maletas pequeñas y nos sorprendió que Hugo llevara una grande. Nos metimos en el coche y no sabíamos a donde iríamos.

Hicimos una parada y mientras tomábamos algo me aviso de que yo conduciría un rato, algo normal. Lo que no fue “normal” fue cuando dijo que ellos irían en el asiento de atrás. Hasta llegar a Castellón a un parque natural, a una casa rural. Se tiraron todo el camino metiéndose mano y había momentos que no veía a mi mujer porque estaba agachada comiéndose el rabo de Hugo, solo podía ver la cara de extasis de el y sus comentarios sobre la pta que era y lo bien que lo hacia, me lo iba detallando todo.

Mi rabo estuvo todo el camino durísimo, sin poder hacer nada, atrapado en mi pantalón y mas berraco me puso mi mujer, cuando de su boca cogio con un par de dedos la corrida de Hugo y me hizo chuparle los dedos, me gustaba en lo puta que se había convertido. Yo la inicie en su emputecimiento, pero quien la “doctoro” fue Hugo.

Una vez instalados, Hugo me dijo que traía una sorpresa para mi. De su equipaje saco un enema y me dijo que me lo pusisrera. Mientras su puta y el iban por algo para cenar. Nunca me había puesto uno, Marisa diligentemente me dijo que me tumbara del lado izquierdo y sin mediar más, me puso el enema, que sentí como me entraba todo el líquido, luego me dijo que no me moviera y que aguantara lo máximo posible y se fueron.

Como sabia lo que venia, estaba nervioso y deseoso. Marisa me había preparado bien el culo con el arnes, pero eso iba a ser diferente. Mis intestinos estaban ya limpios y aproveche para darme una ducha y estar aseado. Miraba por la ventana y el tiempo parecía que se había relentizado, porque apenas se movían las manecillas de mi reloj.

Los vi llegar por el camino, parecían una pareja de recién casados, cada dos pasos se paraban y se pegaban el filete. Se sobaban sin cortarse y se les notaba que estaban tan cachondos como yo.

Al entrar en la cabaña, era como si estuvieran solos, porque una vez cerraron la puerta, se empezaron a desnudar con mucha pasión y a toda velocidad, no querían perder tiempo.

Marisa venia contenta, se habían tomado unos cubatas y estaban graciosos. Una vez desnudos Marisa se puso a comerle el rabo y no tardo en invitarme, cuando me puse yo también, me decía que no parase que lo dejara bien preparado y ella se fue por una crema para mi culo.

Marisa me metía los dedos llenos de ese ungüento, me lo hacia con maestría. A continuación, me dijo, deja a mi macho que le voy a preparar su rabo, tu como buena maricona ponte como una perra que ahora te follar el culo. Oír a Marisa con ese lenguaje me ponía mas cachondo todavía.

Estaba a cuatro patas y me temblaban las rodillas, nervios, emoción, todo junto. Marisa me tocaba mi rabo y como le quedaban restos del ungüento, su mano se deslizaba muy bien. Sentí a Hugo detrás y en ese justo momento Marisa le dijo, vamos amor folla el culo del cornudo, que sepa ya de una vez por todas quien es el macho en este matrimonio.

Marisa se coloco debajo y me decía, perrita lame bien mi coño, no te dejes nada sin lamer. Y empezó a comer mi rabo. Eso me ayudaría. Hugo coloco su rabo en la entrada de mi ano. Una vez lo encajo, me agarro de las caderas, empujo con seguridad y con determinación.

Costaba que entrara, pero eso no le paro y mucho menos cuando Marisa dejo de comerme el rabo y le dijo, clávasela toda de una vez. Que mala puta que era, de no querer que tuviera nada con él, a desear que me “violentara” menuda puta.

Hugo me lo metió sin detenerse, hasta tener su rabo completamente en mi culo. La sensación paso de un poco de dolor a un placer inmenso. Lamia el coño de mi mujer con mas ganas que nunca.

Empecé a gemir como nunca lo había hecho y mi mujer me decía que estaba hecho un puto sumiso. Pero lo más increíble no fue eso, fue que me corrí llenándole la boca a mi mujer, no se me bajo el empalme y después de un rato follándome el culo Hugo, mi mujer y el con una compenetración absoluta se corrieron a la vez, al sentir como me llenaba el culo con su corrida me volví a correr mas fuerte que la vez anterior.

Una vez que descansamos y mientras Hugo estaba en el aseo, mi mujer con cara dulce me dijo, amor mío ahora si que Hugo es también tu macho, nuestro amado macho y nos fundimos en un pasional beso.