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Abusada por un tatuador

en Fantasías Eróticas

Me llamo Laura, soy una chica de 19 años, de Madrid. Soy rubia, delgadita, de melena larga algo ondulada, piel muy blanquita, tengo unos ojos azul claro que siempre destacan en mi cara. La verdad es que siempre me dicen que soy muy guapa, aunque algunos me dicen que tengo cara de viciosa, y eso me pone más jeje.

Si que soy una viciosa, me encanta el sexo, muchísimo, además me gustan las cosas fuertecillas, que abusen de mí, me den mucha caña, incluso que me humillen. Me pone mucho dejarme follar por hombres maduros, o más bien viejos verdes, de esos que van a tomar los vinos en las tascas. Son muy cerdos y les gusta aliviarse con una chica como yo, y a mi servir para que lo hagan.

Pero esta historia no trata de ninguno de ellos, esto sucedió el día que me fui a hacer mi primer tatu. Llevaba tiempo queriendo tatuarme algo y buscando por internet encontré varios que me parecían sexys, quería algo que me quedase bien y que también hiciese que los hombres se pusiesen más cachondos conmigo.

Al final me había decidido por hacerme un par, el primero con unas estrellitas saliendo de mi ingle y subiendo por mi cintura, y el segundo, tatuarme en el muslo un liguero con un lacito rojo. Como nunca me había hecho nada, no tenía mucha idea de dónde ir, así que me metí en un chat a preguntar. La verdad que suelo chatear algunas veces. Es el mejor sitio para encontrar viejos verdes jeje. Hablando con varios del chat, uno me recomendó el local de un amigo suyo, me dijo que me saldría bien de precio, y que era muy buen tatuador. Incluso se ofreció a acompañarme, así que quedé con él. Como ya se cómo son los del chat, ya me supuse que su intención sería verme la entrepierna, o meterme algo de mano, pero no me importa, es más, me excita que lo hagan.

Esa tarde fui a su encuentro, yo llevaba unos shorts vaqueros y una blusa color salmón, sin mangas. Al llegar al lugar vi a un hombre de unos 40 años en un coche, me hizo señales para que me subiese, así que lo hice. Me saludó dándome el par de besos de rigor, pero ya con su mano en mi muslo mientras me los daba. Enseguida nos pusimos en marcha, me dijo que llegaríamos pronto.

Al final me llevó a un barrio de las afueras, yo nunca había estado allí, soy una chica del centro, mis padres tienen bastante dinero, así que vivo en un buen barrio.

Aquello era un poco sucio todo, había algunos edificios abandonados, bastantes emigrantes por la calle… me llevó por un callejón y vi la puerta del local, estaba toda llena de grafitis, la verdad que no invitaba a entrar, más bien a salir corriendo. Pero no sé por qué, a mi es ese tipo de lugares los que me excitan, será por el contraste conmigo, ya que todos dicen que soy bastante pijita.

Al entrar, había una especie de mostrador, y todas las paredes decoradas con fotos de tatuajes, así que al menos se ve que la gente acudía allí. Detrás del mostrador estaba el tatuador, un hombre gordo, barbudo, de unos cuarenta y pico de años, en camiseta de tirantes, y con todos los brazos tatuados.

-        Aquí te la traigo (Dijo mi acompañante)

-        Si que está buena, si (Le respondió el hombre mirándome de arriba abajo) A ver putilla, ¿que es lo que te quieres hacer?

El hecho de que me llamase putilla nada más verme me excitó, pero no quise que se me notase. Le enseñé las fotos de lo que tenía pensado, y me dijo que no estaba mal, que me quedaría muy sexys. Le pregunté cuanto me costarían, y me dijo que por ser yo, unos 300€ (la verdad es que me pareció caro, pero no me atreví a decirle que no. Luego me enteré de que me estaba timando también)

Aceptado el precio me mandó pasar a la parte de atrás. Allí había otra sala, con una camilla, algunas sillas, y una mesa con utensilios para tatuar.

Sin perder el tiempo me dijo que me pusiese en la camilla y me quitase la blusa, y que me bajase un poco los shorts, que empezaría con el de las estrellitas, así lo hice, quedándome en sujetador y con los shorts a medio muslo y el tanga al aire.

Me dijo que para hacerlo bien, que me iba a sujetar a la camilla, para evitar que me pudiese mover y saliese mal el dibujo. A mi me pareció razonable, así que me dejé sujetar, me ataron de pies y manos, totalmente inmovilizada y a la merced de aquellos hombres.

Tan pronto como estuve atada, el tatuador me bajó los shorts hasta los tobillos, y empezó a pintarme un poco las estrellitas, para marcar lo que luego sería el tatu, mientras, el otro miraba sentado en una silla, con el móvil en la mano.

En un momento, el tatuador miró a su amigo y le dijo:

-        La verdad es que esto me estorba también un poco

-        Pues sácaselo, así nos recreamos también la vista

Y sin más con unas tijeras me cortaron el tanga, y me lo sacaron, quedando mi coñito al aire, yo no entendí por qué lo cortaban, pero tampoco dije nada.

Al ver mi coñito todo depilado se excitaron, y empezaron a comentar lo apetitoso que se veía, incluso el del chat, empezó a hacerme fotos con el móvil. Además, se reían comentando que yo era una putilla, que me dejaba hacer de todo sin protestar, aunque ya daba igual que protestase, que me tenían atada a su merced.

Así que empezaron también a sobarme el coñito con sus manos, frotándomelo, y luego metiéndome dedos, yo estaba muy excitada. Enseguida el del chat se acercó a mi cabeza y vi que tenía la polla de fuera. Casi sin tiempo a nada me la metió en la boca, empecé a mamar, y noté como el otro, empezaba a trabajar en lo suyo, a tatuarme las estrellitas. Al menos su trabajo lo hacía.

Enseguida escuché que se abría la puerta, y 2 voces de hombres llamaban al tatuador. En lugar de salir a recibirlos les dijo:

-        Pasar atrás, que estamos aquí con una putilla pija

Ellos pasaron, 2 hombres también de mediana edad, bastante desaliñados, a uno de ellos incluso le faltaba algún diente, y yo allí, delante de ellos, con mi coñito al aire, y mamando polla.

Nada más verme se empezaron a reír.

-        Mirad que suave tiene el coño esta cerda

Les dijo el tatuador, y ellos empezaron a meterme mano para comprobarlo

-        Uff, dijo uno, me la voy a follar bien follada

Casi sin darme tiempo a nada me giraron la cabeza y otra polla entró en mi boca, no sé ni cuál de ellos era, yo solo mamaba y notaba manos en mi entrepierna.

Ellos, como si yo no escuchase, comentaban lo bien que se lo iban a pasar conmigo, que se iban a divertir mucho, que iban a usarme sin miramientos.

Los 2 que estaban alrededor de mi cabeza empezaron a restregar sus pollas por mi cara y a darme pollazos en ella, incluso me escupían. Uno de ellos me arrancó también el sujetador y empezó a tirarme de un pezón, me hacía daño, pero yo estaba muy excitada. Justo empecé a notar como uno empezaba a follarme, me metía su polla por mi coñito, a pelo, y bombeaba fuerte, yo estaba completamente a su merced.

Estando así empecé a notar un chorro caliente sobre mi cuerpo, abrí los ojos, y vi que el que faltaba, se estaba meando sobre mí. Los demás se reían. Enseguida los de mi cabeza se apartaron un poco y le dijeron que apuntase a mi cara, y a mí me mandaron abrir la boca. Así lo hice, tragándome los meos de aquel hombre, y atragantándome un poco con ellos. Era asqueroso, pero justo por eso me excitaba mucho más.

El que me estaba follando se apartó, pero al segundo otro empezó a ocupar su lugar, y él vino a mi boca, para que le limpiase la polla. Sabía a mis flujos.

Al fin decidieron desatarme, pero solamente para darme la vuelta y ponerme a 4 patas. Así el tatuador se puso detrás y empezó a empujar su polla contra mi culo, hasta que en un momento, Zas, me la metió, yo pegué un grito, pero justo recibí una bofetada mientras me decían, “cállate y mama”, así que aguantando el dolor de mi culo me esforzaba por mamar las pollas que me ponían delante. Ellos iban rotando para usar mis agujeros, y yo no paraba, sin descanso.

Al final uno se tumbó en el suelo y me mandaron ponerme encima, mirando para él, me la clavó en el coñito, y noté como por detrás otro me entraba en el culo, empezaron a follarme así, y me corrí como loca, mientras con mis manos estaba agarrada a las pollas de los 2 que quedaban.

Uno de ellos se acercó y me la metió de golpe en la boca, y noté como descargaba directo a mi garganta. Al poco el otro hacía lo mismo, pero empapando toda mi cara.

Luego me tiraron a mí en el suelo y el hombre del chat dijo que sería genial preñarme, así que sin más empezó a bombear en mi coño hasta que descargó dentro (menos mal que yo tomo la pasti), Luego lo siguió el tatuador, también dentro de mi coño.

Nada más acabar, me volvieron a subir a la camilla y a atarme. Y los que faltaban por mear se aliviaron también sobre mí, y en mi boca.

Estando así toda asquerosa me hicieron algunas fotos, y se fueron vistiendo.

El tatuador dijo que ahora tocaba trabajar, pero ni se molestaron en limpiarme, solamente me secó un poco la zona, con mi propia blusa, y así toda asquerosa y atada en la camilla empezó a hacerme los tatuajes.

Así estuve unas cuantas horas, mientras trabajaba. De vez en cuando él hacía algún descanso para tomarse una cerveza, pero a mí me dejaba atada, y ya con el semen reseco en mi cara.

Cuando al fin acabó de hacerme los tatuajes que tenía pensado, me dijo que le parecía que no eran suficientes para una guarra como yo, que iba a hacerme algunos más, que seguro que se lo agradecía.

No sé el tiempo que estuve allí, sirviendo de lienzo para aquel hombre porque perdí la noción del tiempo, pero fue más de 2 días, en los que cada vez que quería aliviarse o simplemente divertirse, usaba alguno de mis agujeros.

Cuando al fin acabó conmigo me desató, yo estaba ya entumecida, casi no me tenía en pie. Me puso delante de un espejo y vi mi nuevo cuerpo tatuado. Además de las estrellitas y el liguero, ahora tenía más cosas y más humillantes. Sobre mi coñito había escrito “aliviadero de machos”, tenía una enorme polla entre mis tetas, y la corrida de ella polla dibujaba la palabra “cerda” justo en mi escote. En la ingle contraria a las estrellas había dibujado a una chica siendo follada por 2 viejos gordos. Y en mi omoplato había reproducido una foto de las que me habían hecho, era yo misma recostada en la camilla, desnuda, rebosando semen por todos mis agujeros, y rodeando el dibujo estaba escrito “puta usable”

Casi me da algo al ver todo eso. El no paraba de reírse, me decía que ahora ya todo el mundo sabría lo que soy, y que seguro que muchos más iban a usarme. Que tenía que estarle muy agradecida. Aunque eso si, al tatuarme más cosas, tenía que cobrármelas. Y que además, había tenido la camilla ocupada mucho tiempo, y que había perdido a otros clientes por eso. Así que me tendría que cobrar un plus. Me dijo que, en total, la factura que le debía era de 1500€. Yo no tenía tanto dinero, pero fue amable y me dio una semana para juntarlo.

Así es como tuve que dedicarme a trabajar de puta en un local de mala muerte para pagar mis tatuajes, pero eso es ya otra historia.