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Veneno (I y II)

en Bisexuales

I

 

Hace ya muchos años de aquella vez, cuando un día jugando en la cama con mi chica de entonces, me sugirió una idea por aquel entonces perturbadora. Realmente éramos dos viciosos del sexo, probando tantas posturas y fantasías como se nos ocurrían. Ese día, mientras almorzábamos, me había dicho que su anterior ex tiempo después de dejarla había salido del armario y que frecuentemente se acostaba con chicos. Poca atención le había prestado a este asunto; tal vez un "¿cómo cambiarse de acera, estando por aquel entonces con una chica tan espectacular?". 

Llegamos de vuelta a su casa; ambos sabíamos lo que iba a ocurrir. Nunca he estado con una chica tan activa en la cama. Entramos en su habitación y apenas dejó tiempo para que se me lanzara a besarme y a desabrochar los botones de la camisa. 

- ¿Ya la tienes dura? - me dijo con voz muy lasciva, mientras me tocaba el paquete a través del pantalón - Veamos si se mantiene - añadió, con una sonrisa perversa. 

- ¿Cual es el juego de hoy? 

- Hoy vamos a ver cuánto de hetero tienes - sin anestesia. Aquellas palabras me dejaron casi sin palabras - Venga, no te cortes. Imagina que has salido de fiesta, bebiste mucho y sin darte cuenta acabaste en el cuarto con un amigo al que acompañaste por estar muy borracho. Ese soy yo... y no sabes las ganas que tengo de comerte la polla.

Reconozco que en aquel primer momento no sabía qué decir; tampoco qué hacer. Casi como una estatua, ella prácticamente lo estuvo haciendo todo, tumbándome en la cama y despojándome de todas las prendas que tenía.

- Eres un cabronazo - gritó bromeando- Estás acostado con un tío y no se te baja la polla.

- Vamos, eso es porque sé que en realidad eres tú. Espérate a que te arranque las bragas y te coma el coño.

- ¡Ah, no! - sentenció - Hoy soy yo la de las comiditas - Con la mano agarrando la base de mi polla, ella empezó a lamer el tronco de arriba a abajo, sin dejar de mirarme, como tanto me gustaba - Sí, ya te noto mucho mejor - Poco a poco se estaba centrando en mi glande, hipersensibilizándolo y haciéndome tener grandes espasmos, que me dejaban fuera de todo control. Cuánto le gustaba a ella verme en esa situación; cuánto me gustaba que me lo hiciera. 

Estaba casi a punto de correrme en su boca, casi con aquel amago de fantasía olvidado, cuando, nuevamente paró y volvió a la carga.

- Date la vuelta - me ordenó - Esto no ha terminado y antes de que te vayas voy a dar marcha atrás y darte un masaje - Obedecí sin más. Mi polla, en todo su esplendor, resultaba un tanto molesta, estando aprisionada contra el colchón. Unas caricias inofensivas eran el preludio de su malvado plan - Qué culo tienes cabrón - echándose encima, suavemente, comenzó a frotar su cuerpo contra el mío, como tantas y tantas veces había hecho con ella para despertarla en mitad de la noche y hacer el amor sin luces ni velas. Si bien yo estaba en la teórica posición de ella, realmente me estaba encantando el placer del roce desde esa perspectiva - Mira cómo jadeas hijo de puta; sí... estás a punto de caramelo para que te la meta.

- ¿Qué? - pregunté extrañado, pero ya era demasiado tarde. Era aquella vez la primera que una mujer me metía un dedo por atrás. Si bien al principio fui reacio, poco a poco fui aceptando esa situación de sumisión y finalmente acabé disfrutando. 

Una vez ella se había dado por satisfecha fue mi turno para contratacar, dándome la vuelta como pude, y agarrándola de los brazos, para que así consiguiera eludir su lucha y penetrarla. 

- ¿Dónde está ahora tu miembro eh? - decía airoso mientras me la follaba. Ella gemía con gran placer.

- No te vayas a correr dentro bastardo, quiero que lo hagas en mi boca - balbuceaba entre gemido y gemido. Antes de que llegara dicho momento, ella ya se había corrido tres veces. Al avisarle mi inminente corrida, rápidamente ella liberó mi polla de su húmedo coño, para llevársela a la boca. Sin duda aquella corrida fue espectacular. Con gran trabajo ella retuvo toda la leche en su boca; normalmente se marcharía al baño para escupirla, pero esta vez tenía un último as guardado. Sin previo aviso, rápidamente se me abalanzó para besarme, intercambiando así lengua con lengua el semen acumulado y haciéndome tragar todo, sin dejar apenas gota. 

Mucho ha llovido desde aquella primera dosis de veneno. Ese que fue aumentando incluso en las noches solitarias viendo un video porno ¿Cómo sería tener sexo con un chico? De repente esos videos de corridas a chicas se convertían en la fantasía de ser yo quien la recibía; ese video en primer plano de una mamada se tornaba en mi rostro succionando una polla ajena. Otro día, queriendo, fueron videos porno de tíos masturbándose entre ellos... y sí, mi pene seguía erguido y no era él el que quería masturbar. 

Aquella chica ya era parte del pasado; nunca he conocido a una mujer tan activa en la cama, sin embargo otras compensaban la cantidad con calidad o con vicio. Habían pasado los años, y por aquel entonces me encontraba con una amiga en la playa. Nunca habíamos llegado a ser pareja, si bien muy de vez en cuándo follábamos. Aquel día habíamos decidido ir a una playa nudista. Aun con personas alrededor, no teníamos el reparo de estar hablando libremente de sexo, e incluso, cuando la temperatura subía demasiado, no teníamos reparo en acercarnos a unas dunas, para estar algo más ocultos y ponernos a follar. Fue en una de esas excursiones cuando me percaté de la presencia de varios tíos, los cuales deambulaban sin razón aparente. Le pregunté a ella.

- ¿De veras no lo sabes? Son tíos buscando sexo con tíos; se esconden por los matorrales como nosotros y follan entre ellos. Antes, porque estabas en otro mundo mientras te la mamaba, pero tenías a varios pendiente de lo que te hacía

- ¿Qué dices?

- Seguro que más de uno querría estar en mi lugar - mostré rostro de rechazo, sin embargo en el fondo bien sabía que, el que quería estar en el lugar de ella, por aquel entonces era yo - ¿Sabes que hace unos meses estuve con un hombre que era bisexual? Me lo follé con un arnés y todo; no sabes lo que disfruté con eso ¡Qué pena que fuera suyo y se lo llevara! Si no esta noche te ibas a enterar de lo que es bueno - Ambos reímos y seguimos disfrutando de aquella mañana en la playa hasta que el excesivo calor nos animó a huir de ella y refugiarnos en su casa. Fue entonces cuando recurrimos a otro calor, desnudándonos lo más rápido que pudimos y empezando a hacerlo en el mismo recibidor.

- ¿Sabes qué? - le dije - Con tanto hablar del arnés ahora me has puesto cachondo y quiero follarte por atrás.

- Todos mis agujeros son tuyos, pero que sepas que si lo haces también te voy a meter un dedo; no sabes lo que echo de menos follarme a un tío - Rápidamente la cogí de la mano y nos fuimos a la cama. Buscó en su cajón lubricante y lo untó en su ano y en mi pene, haciéndome mientras una exquisita paja. No había pasado desapercibido tampoco el gran vibrador que tenía aún guardado en el cajón - ¿Qué miras guarro?

- Algo que a lo mejor invitamos a esta fiesta - ella sonrió lascivamente - Calla y fóllame por detrás, pero que sepas que tu culo es mío. Segundos después ambos volvimos a entregarnos a la lujuria, en una sesión de sexo anal sin interrupción. Tumbada boca a abajo en la cama la embestía casi sin piedad, mientras con mi mano derecha masturbaba su coñito depilado. Sus gritos no eran de dolor sino de auténtico placer y finalmente, ambos llegamos al orgasmo. 

 El resto de la tarde lo pasamos hablando de nuestras cosas, o dando un paseo por el pueblo para tomar café. Su venganza, llegaría al caer la noche...

II

 

La luna iluminaba con fuerza el balcón del piso de mi amiga, y aprovechando la coyuntura, decidimos arreglar una cena en ésta. Se podía incluso escuchar el sonido del mar, aunque éste estuviera fuera de nuestra vista. Pese a haber estado jugueteando en la cocina, rozándonos el uno al otro mientras nos ayudábamos mutuamente a cocinar, la escena había parecido calmarse. Quizás el día había sido bastante movido y largo, y ante una noche tan tranquila todo invitaba al reposo; sin embargo todo era apariencia. Habíamos finalizado el postre y ambos nos hallábamos tomando plácidamente una copa, hablando de cualquier cosa.

- ¿Así que hoy no seré la primera que te meta un dedo? - dijo de repente, despertando en mí una carcajada - ¿Sabes? Ya incluso entonces, cuando estabas con tu ex, te había echado el ojo y me hallaba celosa por no poder follarte.

- Tú siempre me has parecido muy atractiva y morbosa, pero ¿todo tiene su tiempo, no? Tal vez si nos hubiéramos acostado antes hoy no estaríamos aquí y me están encantando estos días contigo en la playa.

- ¿De veras te gustó que te metieran un dedito atrás? - preguntó con una sonrisa picarona. consciente que cada palabra suya despertaba más y más mi erección. 

-Parece que esta noche no tengo escapatoria.

- Claro que no; además la cerradura de la puerta está echada y no sabes dónde están las llaves, pero no te evadas y responde ¿Te gustó? - Por aquel momento ella ni siquiera disimulaba y sonreía con maldad, mientras acariciaba su mejilla con la copa y no quitaba ojo del bulto que lucía en mi pantalón.

- Al principio me resistía... cosas de la virilidad. Pero he de reconocer que fue muy placentero.

- Qué pena que mi amigo bi se haya enfadado conmigo; de lo contrario lo habría llamado para hacer un trío. De todos modos no te preocupes; conmigo me basto.

- ¿Qué vas a hacer?

- ¿Yo? Quítate ese pantalón, que vas a estallar - me ordenó.

- ¿Aquí en el balcón? Nos van a ver; mira todas esas ventanas; en incluso por ese lado de la calle.

- ¿Qué pasa? ¿Que aquí te da vergüenza y no en la playa? Quítatelo todo de cintura para abajo; seguro que las vecinas de en frente se ponen muy contentas - Nadie asomaba en ninguno de los balcones y ventanas, pero el mero hecho de que alguien lo hiciera me hacía sentirme igual de caliente que de inseguro. No estaba en posición de negarme, con el morbo que despertaba la orden de mi amiga. Sin más, me quité bóxer y pantalón a la vez, liberando mi miembro, el cual quedó izado cual estandarte en el aire; mientras ella sonreía con la maldad. 

- ¿Y ahora? - pregunté.

- Ahora abre las piernas y ponte cómodo; me encanta mirar cuando te masturbas ¡Despacito! No quiero perder detalle de cómo asoma y se esconde tu capullo - Sin más, accedí a sus peticiones, meneando suavemente mi polla, que pocas veces la había notado tan llena de sangre. Mientras, mi amiga permanecía en la misma posición; luciendo un vestido negro de falda corta y con las piernas cruzadas; una postura que tanto podía valer para aquel momento, como para cualquier reunión en una cafetería o en un pub con amigos ¿Sería que la escena no era de su interés, o bien que aquella veces que andábamos con otras personas sus pensamientos eran tan secretos como lujuriosos? - No, así no - dijo al cabo de unos minutos, apartando de un tortazo mi mano y colocando la suya en mi polla - de esta manera mejor. Aquellos dedos tan delicados casi hicieron estremecerme, del placer que me estaba dando al masturbarme tan suavemente - Fue entonces cuando ella abrió las piernas y mostró la ausencia de braguitas - ¿Qué ocurre? ¿Acaso no deseas acariciarme? - Sin mediar palabra posé mi mano sobre sus piernas, tan suaves como firmes y empecé a deslizarla hasta ocultar toda su rajita. Ella, apenas pudo disimular un placentero gemido, el cual no pasó desapercibido por una señora mayor que andaba regando las macetas en el balcón de en frente - Ni se te ocurra parar; que mire todo lo que quiera - susurró, apretando con fuerza el tronco de mi polla y haciéndome suspirar igualmente. Así seguimos largo rato en el balcón, mirándonos el uno al otro con deseo y sin saber cuándo aquello iba a parar.

Finalmente se levantó, tirando de mí para entrar en el salón y empujándome contra el sofá, para a continuación sentarse sobre mí y empezar a rozar su clítoris contra mi polla. Ambos estábamos excitadísimos, besándonos sin piedad en la penumbra de la cálida habitación. Pasados unos minutos, ambos permanecíamos desnudos en la misma posición, sin llegar a penetrarla, pero con ella a punto de alcanzar su primer orgasmo. Aún recuerdo el roce mojado de su entrepierna mientras me abrazaba con fuerza mi cabeza, que yacía hundida en sus pechos. Unos pechos poco desarrollados pero igualmente deseables, que más de una vez había cubierto de leche. Poco le importó mi dificultad para respirar al tenerme tan aprisionado; justo al llegar su orgasmo, casi me asfixió mientras ella chillaba sin parar.

Mi pene se encontraba completamente empapado son sus flujos y tras un par de minutos de descanso, rápidamente se dirigió a limpiarlo con su lengua, para acto seguido llevarlos todos a mis labios. Tras dejarme todo el sabor de su interior dentro de mi boca, nuevamente descendió para iniciar una muy placentera mamada. Sus delgados dedos acariciaban con suavidad mis huevos, haciéndome gemir cada vez más. Sus intenciones eran cada vez más evidentes: poco a poco su mano derecha se introducía más y más en mi entrepierna, llegando así a rozar mi ano. El placer para entonces era indescriptible. Dedo índice y corazón jugaban con mi agujero, mientras su boca y lengua se deleitaban con mi glande, alternando lamidos con una potente succión. Minuto a minuto, cada vez aquellos finos dedos jugaban más dentro de mí, experimentando con placer cada milímetro de perforación. La corrida estaba muy cerca y sus dedos introducidos por completo, describiendo pequeños círculos dentro, me hacían gritar con frenesí - Voy a correrme - grité. Al escucharlo, dedos y boca empezaron a agitarse con gran velocidad, llevándome al más inusitado placer y liberando unos hirvientes chorreones de semen. Sin embargo, ella seguía castigando mi agujero y mi glande, haciendo que me retorciera como nunca lo había hecho - ¡Para! - suplicaba - ¡Para! Algunos chorreones de leche brotaban de su boca, deslizándose por mis testículos e incluso dirigiéndose hacia mi ano. Con cada espasmo, mi polla se introducía casi por completo en su boca, al igual que al aterrizar sobre el sofá sus dedos me penetraban hasta el fondo. Su trampa estaba servida. Poco podía hacer, más que resignarme a la venida de un rápido e inesperado nuevo orgasmo, el cual llenó de leche su boca de nuevo. Fue entonces cuando me liberó.

Escupió todo el semen de su boca en la mano y se la llevó a su raja, frotándose frente a mis ojos - Ahora cómeme el coño y límpiamelo - Accedí sin resistencia, saboreando cada detalle de sus fluidos y de mi semen. Ella mientras gemía de placer, hundiendo mi cabeza sobre su entrepierna, mientras mi lengua se afanaba en su clítoris, cada vez más inflamado. Poco después llegó su orgasmo. 

Más de media noche ambos permanecimos en aquel sofá abrazados y dormidos. Tal vez serían las cuatro de la mañana, cuando una brisa fresca me despertó y me alertó de que en realidad estaba pasando frío. La desperté y ambos marchamos hacia su cama; una simple, pero con ancho suficiente para los dos, si dormíamos abrazados en la posición de cuchara. Sin embargo fue ella la que se posicionó detrás, notando su calor en mi espalda, lo que me hizo quedarme rápidamente dormido ¿Habría sido esto planificado? 

Sea como fuere desperté a la mañana exactamente en la misma posición, encadenado de manos a la esquina superior de la cama con unas esposas y sintiendo algo húmedo y cálido en la obertura de mi ano. El placer era arrebatador. Al mirar, comprobé que era la lengua de mi amiga, empapada de lubricante, la cual preparaba perversamente lo que tenía previsto a continuación. 

- ¿Acaso creíste que con lo de anoche todo había terminado? - exclamó, una vez se percató que me había despertado.

- ¿Qué pretendes? - pregunté. La respuesta fue su dedo corazón introduciéndose de golpe por mi culo - ¡Ah! Joder ¡Qué placer! - Ella se reía a carcajadas, mientras seguía presionando hasta el fondo y contemplaba mis espasmos de dolor y placer. 

- Sabía que te encantaría; ahora deja que te folle - De espaldas a mí, tal y como habíamos dormido, comenzó a sacar y meter su dedo, tal y como si fuera una polla la que estuviese dentro. Al principio sólo fue un dedo; luego fueron dos. Mi polla no se había erguido por completo, sin embargo, tras varios minutos de follada, algunos brotes de líquido prostático comenzaron a brotar - Ummm... mira cómo me manchas la cama con tu polla. Eso lo vas a pagar - Como castigo aumentó el ritmo, haciéndome gemir más y más.

Seguimos así largo rato, siempre bajo el total control de su criterio ¿Quién estaba disfrutando más? ¿Yo, con sus dedos metidos hasta el fondo, o ella al sentir mi total sumisión? Nunca lo sabría.

- ¡Qué pena que no tenga conmigo el arnés! - suspiró - Suerte tienes; o quizás no - Esto lo entendí al instante. Abrió rápidamente una de las esposas y la dirigió al otro extremo de la cama, dejándome boca abajo - Cierra los ojos y abre las piernas; quiero que sean el resto de tus sentidos los que noten esto - Obedecí y acto seguido, oí cómo abría el cajón de su mesilla y el plástico envoltorio de un preservativo. Un minuto después, tras tensa y morbosa espera, algo mucho más grande que los dedos de mi amiga, se hallaba presionando el orificio de mi ano. Por un momento temí que aquello me hiciera mucho daño y a punto estuve de cerrar las piernas - Tranquilo, seré cuidadosa - me calmó, dándome un beso en la mejilla, que precedieron a los primeros centímetros de introducción de aquel aparato. Se trataba sin duda de su consolador. Sin quererlo, mi mente me llevó a todos aquellos videos porno en los que un chico o una transexual se follaban a un hombre; comencé a verme como aquel que estaba siendo penetrado y por ende logré a alcanzar mayor excitación. Es posible que mi amiga también fuera consciente de ello, mas ¿no era acaso esa su fantasía? Minutos después aquel gran vibrador entraba y salía por completo a discreción de mi ama - Cómo me estás poniendo con tus gemidos ¿Sabes? Creo que aún puedo darte mucho más placer - con gran esmero, se introdujo ella bajo mi cuerpo, dejando el vibrador metido hasta el fondo - Fóllame sin piedad - exclamó.

Metí rápidamente mi polla, la cual ya se encontraba completamente hinchada, y comencé a follármela con todas mis fuerzas, a la par que ella usaba su mano derecha para controlar el consolador - Fóllame cabrón - gritaba, cada vez más y más. Pese a la incomodidad de las esposas, que mantenían mis brazos casi colgando, mis embestidas eran tremendamente agresivas y efectivas. Nuestros orgasmos aguardaban cerca; nuestras miradas perdidas.

Sin previo aviso grité e inundé la vagina de mi amiga; ella también gritó, agarrándome desesperada e introduciendo aún más el vibrador por mi culo. Sus espasmos vaginales aún hicieron estremecerme más, dejando finalmente colgando de las esposas y sin fuerzas. 

- Ahora sí – sentenció – mi venganza ha terminado.

El resto del día fue bastante tranquilo. Como nos faltaron las fuerzas, decidimos no ir a la playa nudista y nos acercamos sólo a la playa más próxima, la cual se encontraba prácticamente abarrotada. Alternamos así baño con playa y también chiringuito, hasta bien entrada la tarde, cuando regresamos a su piso y nos preparamos para la despedida. Ella permanecería en el pueblo hasta el final del verano.

- En serio, han sido unos días alucinantes - dije.

- A lo mejor pronto se repiten - contestó - Ya sabes dónde estoy y lo que te espera - Me besó en los labios y marché. Pero ¿Había terminado realmente aquel periodo de lujuria? ¿Podía haber espacio para algo más? A cada giro de volante, un nuevo pensamiento de todo el vicio vivido renacía en cada calle. La salida del pueblo estaba cerca: una rotonda llevaba a la carretera principal; la otra hacia la playa nudista. Cual droga, mi mente envenenada me pedía un poco más de dosis sexual ¿Sería posible?