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¿Nos tomamos un vino?

en Sexo Anal

La historia sucede hace un par de años. Era un sábado por la tarde, y yo estaba en casa, tumbado, sin más cosas que hacer que ver una peli, cotillear las redes sociales, revisar el correo, y tomar un refresco. Soy un chico joven, en esa época tenía 37 o 38 años. Siempre me he cuidado, física y mentalmente. Soy un tio culto, amante de la música y la lectura, y si la lectura es erótica, mi imaginación directamente vuela. Tengo un físico normal, con 1,80m de estatura y unos 80 kg, y aunque siempre he practicado deporte, no estoy obsesionado con ello, por lo que no soy el prototipo de cachas, aunque soy consciente de que despierto el interés en muchas mujeres. Por cierto, mi nombre es Javier.

En ese momento de relax, llega un mensaje inesperado. Lo abro y sorpresa, muy agradable sorpresa. Se trata de Sara. Es una vieja amiga, muy buena amiga, yo diría que fuimos medio novios, o al menos 4 ó 5 años antes, habíamos tonteado mucho y compartido mucho tiempo. Por supuesto, también mucho sexo, y muy bueno. Sara es de mi edad, también 37 o 38 años. Es una chica alta, esbelta, con una boca muy atractiva y morbosa, y de esas que como veréis después, hacen maravillas en un hombre. Su pelo es largo, sus pechos no muy grandes, pero muy sabrosos y juguetones, su culo muy bonito (me pierden los culos), y su coño.....exquisito. Depilado, rosadito, y siempre húmedo.

-¿Hola Javier, qué tal?

-¿Sara? Joder, qué sorpresa, qué alegría. ¿Cómo estás?

-Pues muy bien, aquí en mi pueblo, aburrida. Como estoy tan cerca de tu pueblo, me he acordado de ti, y te he escrito.

-Joder Sara, pues ya somos dos. Para aburrimiento, el mio....jejej. 

-¿Aburrido tú? Seguro que estás de cañas con los amigos!!!!

-Te aseguro que no. Estoy perreando, viendo una peli, ojeando las redes sociales y leyendo el correo.

-Si si, la peli no me digas de qué va-comenta Sara....seguro que los protagonistas no llevan mucha ropa, y conociéndote, mínimo habrá uno o dos chicos con 2 buenas pollas follando a una chica a 4 manos!!! Qué digo a 4 manos!!! a 2 pollas!!!, boca-boca, coño- boca, boca- culo y...el plato fuerte!!! doble penetración coño -culo!!!

-Joder Sara, me dejas muerto!!! No estaba pensando en eso, pero me acabas de poner como en los viejos tiempos.

-Venga ya Javier, que esto ya lo tienes superado...aunque pensándolo bien, en los viejos tiempos, me gustaba mucho ver como crecía tu pene sólo con verme, y como se escapaba de la jaula cuando me desnudaba lentamente....

La verdad era esa. Sara llevaba razón. En los viejos tiempos, compartimos muchos momentos buenos. Cafés, vinos, piscina, conciertos....y sexo. Todos nuestros encuentros terminaban con bonitas sesiones de sexo.

-Bueno Sara, ¿y estás sola? ¿Tu pareja no ha venido?

-No, -respondió Sara- se quedó en la ciudad. ¿Y tu chica? ¿no te acompaña?

-No -respondí yo- Este fin de semana se ha ido a ver a su familia.

No sé por qué, en ese momento pensé que los planetas se alineaban, y la suerte caía de mi lado.

-Sara, ¿nos tomamos un vino? ¿Como en los viejos tiempos?

-Estás loco!!! los viejos tiempos siempre terminaban con mi culo muy abierto!!!!

-Jajajaja....si que era así, pero a tí no te disgustaba

-No no, al contrario, me encantaba. Sabes que el sexo anal me pierde, que me encanta, sobre todo cuando tengo una buena polla metida a 4 patas y un consolador por el coño.

-Pues eso tiene solución.....estoy a 20 km. ¿Voy y te recojo?

-No Javier, no está bien....

-Sara-dije yo...no está bien ser mala gente. ¿Pero disfrutar del sexo?

La conversación siguió por ese camino, cada vez subía más de tono, y entre dimes y diretes, mi polla no se contenía ya en los pantalones. Por lo que intuía, Sara tenía su tanga muy mojado, y me atrevo a decir que hasta se estaba haciendo un dedo. El caso es que bastaron un par de ¡no tienes huevos!, para responder sabes que si, y que además te encanta comérmelos.

Así, en una media hora la había recogido y vuelto a mi casa con ella. Creo que ambos intuíamos lo que iba a pasar, pero queríamos hacerlo sin sentir ninguna culpabilidad. Llegamos a casa, abrí una botella de vino, preparé dos copas, y empezamos a recordar nuestra época de "casi noviazgo". Como era de esperar, no solo recordábamos lo bien que nos llevábamos, sino lo que disfrutábamos del sexo. Y así llegó el primer beso. Fue un pico, pero el pico no cesaba, y continuó en un intenso morreo. Ya no había vuelta atrás. 

Empecé a meter mis manos por debajo de su jersey, y a tocar su cintura, su abdomen, su espalda, y sus pechos. Ella me abrazaba con la intensidad que siempre lo había hecho. El intenso morreo mezclaba nuestras lenguas y nuestra saliva. Su jersey ya no estaba en su cuerpo, y mis hábiles dedos habían soltado el sujetador. Ella me había quitado la camiseta, y la calefacción tambíen hacía su labor. 

Comencé a jugar con sus tetas, a chupar sus pezones, a acariciarlos, a ensalivarlos, y a ponerlos bien duros y tiesos. No sé cómo, ella había desabrochado mis pantalones y tenía mis 17 cm en su mano, con un meneo de paja arriba y abajo de obra maestra. Sara, era muy experta. Sin darme cuenta, los dos estábamos desnudos. Ella bajó su boca lentamente, besándome el cuello, el pecho, el abdomen, el vientre....y el glande. Un pequeño escalofrío recorrió todo mi cuerpo, que se quedó tieso. Su boca jugaba con mi glande, su mano con mi pene, y de nuevo su boca, ahora se introducía el enorme pene en la boca. Chupaba, abría la boca, dejaba caer saliva, me besaba....y me hacía una señora paja. 

Como yo no quería disfrutar solo, le di la vuelta. Yo estaba tumbado en el sofá, y nos pusimos a trabajar un buen 69. Ella, continuaba con su maestría mamadora, sublime, una paja de las que uno se corre en 3 movimientos. Mi lengua no era menos hábil, y recorría su clítoris y todo el coño con bastante gusto. Un par de dedos exploraban ese coñito que tanto me gustaba. Y en ese momento, recordé que me encantan los culos, y a ella el sexo anal. Así que primero uno, luego dos, y hasta tres dedos se introdujeron en su ano, mientras mi boca seguía lamiendo su coño.

De pronto ella se levantó. Las comisuras de sus labios dejaban caer un poco de líquido preseminal. Cogió mi polla con dos manos, se sentó encima mía, y poco a poco mi polla se perdió dentro del húmedo coño. Me empezó a cabalgar, empezaba a gemir, yo contenía el placer, y ella se cortaba en gritar....y le vino el primer orgasmo. Cuando se corría, apretó su pelvis contra la mía, y se quedo con un gran espasmo. Me siguió follando, y en 3 minutos ella tuvo su segundo orgasmo, esta vez levantándose, sacando mi polla de su coño y soltando un pequeño chorro de corrida. Sara me estaba volviendo loco. 

La senté en el borde del sofá, y me arrodillé para beberme ese caldo. Después, la tumbé, y volví a meter mi polla en su coño. Su humedad era tan grande, que entraba y salía sin dificultad. Ella me agarraba mis caderas, para que yo empujara fuerte, tan fuerte, que me dejó clavada alguna uña. Yo por mi parte, apretaba sus tetas con mucha fuerza, apretaba sus pezones, los chupaba, y ambos nos volvíamos locos.

Yo estaba a punto de correrme, pero sabía que no era el momento: Todavía nos quedaba el sexo anal. Sara se dio la vuelta. Se puso a 4 patas, acomodó su pecho sobre una almohada, y me dejó a la vista un trasero redondo y duro como bien recordaba. Su coño chorreando. Su culo, bien abierto, por el trabajo previo realizado. Mi polla, iba teledirigida. Entró en su ano sin dificultad, estábamos follando como perros, la situación era casi pornográfica, y el placer intenso. 

Tras varias embestidas, ya no aguantaba más, sentía mi leche en la punta, a punto de estallar y regar. Así que sin pensarlo, saqué la polla del culo, Sara se dió la vuelta, y terminé corriendome en sus tetas tan fuerte, que algo salpicó por su cara y boca. Al contrario de lo que pensaba, esto la volvió más loca, y Sara me limpió todo el glande con su boca, en una succión de casi garganta profunda. 

Terminamos exhaustos, abrazados, besándonos y siendo muy cómplices del amor que nos teníamos. Creo que incluso pensando ¡qué pena que no sigamos siendo "novios".

Tras este encuentro, ambos teníamos en mente volver a saber el uno del otro, con mayor frecuencia, así que desde entonces, ya tenemos una frase clave: ¿Nos tomamos un vino?