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Viaje de verano

en Lésbicos

Por fin después de varios meses sin parar de trabajar habían llegado mis ansiadas vacaciones de verano. El mes de agosto era el mejor para disfrutar del sol y del mar de las islas canarias. Mi destino, Fuerteventura, isla de playas de arena blanca.

Mi viaje no iba a ser sola, mi amiga Alba vendría conmigo, juntas disfrutaríamos del mar, la arena, de cócteles maravillosos en la piscina del hotel, íbamos por todo lo alto y no podía faltar ni el más mínimo detalle. Iban a ser diez días inolvidables donde esperaba que no faltaran por supuesto los hombres guapos.

- ¡Allá vamos putita! -soltó Alba en un grito de emoción.

-No me digas putita por favor, que hortera eres -a pesar de todo se me había dibujado una sonrisa en los labios.

-Vamos a ir a beber alcohol, a bailar con hombres guapos -dijo entusiasmada-. O con mujeres… -Se me quedo mirando fijamente-. Sabes que estoy abierta a todo y pienso ir a disfrutar lo máximo posible -subió el volumen de la música del coche mientras gritaba al unísono la canción que se escuchaba en esos momentos por la radio.

Alba era bisexual, lo sabía desde hace mucho tiempo, pero nunca había hablado abiertamente conmigo de ello, ella dejaba claro en todo momento que prefería a un buen hombre fornido. Obviamente nunca habíamos intentado nada juntas en lo que a temas sexuales se refieren, a mí nunca me habían interesado las mujeres y ella simplemente me dejaba en paz.

No tardamos mucho en llegar al hotel, recogimos las llaves y nos dirigimos a nuestra suite, aquella habitación era lujo puro, con una gran cama de matrimonio y un baño enorme y espectacular. Desde el balcón se podía ver la playa, simplemente bajabas unas pequeñas escaleras y ya estabas en la arena blanca, era increíble.

- ¡Carmen, una cama de matrimonio! -gritó Alba mientras se tiraba encima-. Además, es super cómoda y suave -estaba entusiasmada he incluso yo diría que se le veía excitada-. Esta cama tiene que ser perfecta para un buen polvo -añadió mirándome fijamente a los ojos.

-Pero Alba, contrólate por favor, espero que esa idea tuya sea fugaz, te recuerdo que en esta cama dormiremos ambas, si quieres follarte a alguien búscate otro lugar -le dije rápidamente un poco nerviosa e incomoda a la vez-. Ahora voy a ir al baño a ponerme mi bikini y a prepararme, no sé tú, pero yo tengo ganas de poder disfrutar la playa -saqué mis cosas de la maleta y me fui al baño.

Alba siempre me había puesto nerviosa con su forma de mirarme, esas locas ideas suyas, no se controlaba para nada y soltaba lo primero que pensaba, siempre había sido respetuosa, pero esta era la primera vez que viajábamos juntas, la primera vez que dormiríamos juntas en la misma cama. Por supuesto yo estaba muy centrada en mis gustos, pero ella con sus insinuaciones me había puesto nerviosa de verdad.

Para la ocasión había elegido un bikini celeste, con pequeños detalles en dorado, parecía el bikini de una modelo, pero la ocasión merecía lo mejor.

Me estaba quitando los pequeños vellos que quedaban en mi cuerpo, tenía que estar perfecta antes de salir. Rasuré cada parte, incluso mi vagina.

Sin saber cómo empecé a pensar en ella, en su maravilloso pelo negro, esa piel morena tan seductora, en esos ojos negros tan penetrantes y salvajes, en aquel cuerpo tan esbelto, pero a la vez tan delicado, sus pequeños pechos debían ser una delicia y su vagina un manjar. Empecé a acariciar mis pezones erectos, pasaba mis manos húmedas por cada rincón de mi cuerpo, hasta que finalmente acaricié mi clítoris y un gemido se escapó de mis labios. Había empezado a fantasear con Alba, en aquella cama, acariciando cada centímetro de su cuerpo, pasando mi lengua por su clítoris, bebiendo todos sus líquidos.

Sin siquiera pensarlo se me escapo su nombre de entre los labios mientras gemía de placer, no le presté atención, estaba demasiado excitada, sentir que ella estaba en la habitación mientras yo me masturbaba me puso mucho más cachonda. Cerré los ojos y simplemente me dejé llevar por las sensaciones.

-Vaya, vaya, vaya -abrí los ojos de par en par y allí estaba Alba mirándome con cara de lujuria-. Así que solo venías a ponerte el bikini y te has puesto cachonda pensando en mí, he escuchado como gemías mi nombre y ahora estoy empapada -se había quitado su tanga y lo tenía en las manos-. Me encanta ese maravilloso cuerpo que tienes, tus gemidos me ponen a mil -empezó a acariciarse el clítoris mientras me miraba a los ojos-. Carmen déjame tocarte, déjame lamerte el coñito -me rogó.

Como habíamos acabado de aquella manera, nunca había sentido atracción por ella, pero ahora me moría de ganas por morder y lamer cada rincón de su cuerpo, quería sentir su lengua con la mía, sentirla comiendo cada rincón de mi húmeda vagina, poder sentir como sus dedos me penetraban la vagina y el culo, quería sentirla por todos los rincones de mi cuerpo.