miprimita.com

En la boca del lobo IV

en No Consentido

Siento como alguien me arranca de golpe  un casco de música.

Mi primer instinto es retroceder de un salto, hasta que me doy cuenta que quien me los ha quitado es mi madre que me mira con cara de pena por haberme asustado.

  • Mama…

  • Lo siento, cariño. Pero… vas a tener que salir unas horas -dice moviendo los ojos de un lado a otro- Si… eso es… tu padre hoy no está de muy buen humor… y… y ya sabes como se pone…

  • Mamá… ¿cuándo vas a parar esto?

  • ¿Para el que?

  • Pues todo esto… -gritó alzando mis brazos -¿Hasta cuando vas a permitir que te trate así? Sabes que un día no solo se conformará contigo…

  • ¡Ya está bien! -grito interrumpiendome -No quiero escuchar nada más, ¿entendido? -su voz volvió al tono dulce del principio -No va a pasar nada… Sabes que tu padre solo está teniendo un mal día…

  • Todos los días son malos para él.

  • ¡Bueno, ya! -fue hasta mi armario. Rápidamente lo abrió sacando un bolso y lo tiró encima de la cama -Quiero que te vayas por unas horas. Y no quiero oírte decir nada más, ¿entendido?

No conteste.

Simplemente me la quedé mirando intentando descubrir cómo una mujer que había estudiado, que era inteligente, que había sido fuerte se dejaba mangonear de ese modo por un hombre que no la llegaba ni a la suela de los zapatos.

Podía llegar a entender su amor cuando eran jóvenes y él era amable y atractivo, pero ahora solamente veía un viejo borracho pegar a mi madre.

  • ¿Me has entendido? -repitió mirándome fijamente

  • Si…

  • Bien. Pues vete ya. Tu padre está viendo el partido y no creo que tarde mucho en terminarse. Te quiero fuera de aquí antes de que pase eso… ¡Date prisa!

Y sin más salió de mi cuarto dejándome sola con mis pensamientos.

Con un suspiro de frustración abrí mi armario, me puse lo primero que vi y después de coger el bolso salí de mi cuarto.

No me costó mucho salir de casa. Mi padre estaba tan absorto mirando la televisión que ni siquiera se dió cuenta de que estaba pasando justo detrás de él.

La calle a pesar de ser verano estaba completamente desierta.

No me sorprendía en absoluto.

Este barrio no es que digamos el más popular de la ciudad. Quitando los pocos vecinos que teníamos alrededor se podría decir que era un barrio fantasma. Excepto cuando empezaban las voces.

Nadie de por aquí se sorprendía cuando escuchaba cosas romperse, insultos, golpes y voces, pues exceptuando una vecina que vivía con una camada enorme de gatos, los demás eran del estilo de mi padre. Una panda de borrachos gordinflones que no hacían más que pegar a sus mujeres. Aunque ellas no eran como mi madre.

Normalmente ellas solían venganse luego haciéndoles la vida imposible a sus maridos o gastando el poco dinero que tenían en el casino online.

Tal para cual

Pensé alzando la vista a un cielo totalmente despejado.

Podría ser un magnífico día si no tenía en cuenta lo que pasaba de puertas para dentro en mi casa.

Ni siquiera sabía lo que iba a hacer.

Me había quedado parada en el porche sin tener ni idea de que hacer durante las próximas horas que se suponía tenía que estar fuera de mi casa.

Abrí mi pequeño bolso y busqué el monedero.

Era un pequeño monedero que me había encontrado unas semanas atrás de Hello Kitty. No me gustaba mucho ese gato. Me recordaba bastante a la vecina. Pero no tenía monedero y mi padre por supuesto no me iba a comprar ninguno.

Le abrí contemplando el interior y por lo que pude contar solo tenía unos céntimos que no me darían ni para una bolsa de pipas.

Suspire.

¿Qué narices voy a hacer?

  • Como sigas así mucho tiempo te vas a tostar

Mire a mi derecha y ahí estaba Ray, como todos los días, con su sonrisa burlona mirándome apoyado en la valla de su parcela.

  • ¡Déjame en paz, Ray!

  • Solo lo he dicho por tu bien. El sol produce cáncer ¿lo sabías?

Sin contestarle me fui de allí y empecé a andar sin rumbo alguno.

  • ¿Donde vas?

Mire hacía atrás.

  • ¡He dicho que me dejes! ¿Que no entiendes?

  • Oh venga. No seas así… -dijo poniéndose a mi lado fingiendo pena -Uno intenta ser amable y así es como se lo pagan…

  • ¡Oh, por dios! Deja de hacerte el mártir, que nadie se lo cree…

Sonrió de nuevo. Con un rápido  movimiento se colocó enfrente mió impiendome el paso.

  • ¿Te quieres quitar?

  • No hasta que me digas donde vas…

  • ¡Será posible! Pero, ¿a ti que más te da? -intente hacerme a un lado, pero Ray con rapidez volvió a ponerse de nuevo enfrente mía- Dioos… ¿Me quieres dejar? ¿Acaso voy yo a tu casa a tocarte las narices?

  • No. Y sinceramente me aburro como un muermo. Por eso ya lo soluciono yo tocandotelas a ti. -explicó riendo

  • Pues hoy no estoy para que me toques las narices, así que… ¡Quítate del medio!

Ray puso gesto de confusión y me observo.

  • ¿Que ha pasado?

  • Nada que te importe… Así que déjame…

Intente volver a rodearlo, pero seguía sin dejarme pasar.

  • ¡Oh, por dios! ¿Pero qué quieres de mi? -grite desesperada

  • Nada. Solo quiero que me cuentes que ha pasado… -dijo mirandome serio -¡No me movere hasta entonces! -expreso tozudo

Le miré de arriba a abajo. Se había colocado las manos a los costados y me miraba con la determinación reflejada en su cara.

Suspire.

  • Esta bien…

Me moví. Pero esta vez de vez de rodearlo fui hasta la acera más próxima y me senté en ella.

Mire a Ray esperando que me imite. Apenas pasaron dos segundos y ya estaba a mi lado.

  • Buuf… ¿Qué quieres que te diga? -preguntó retóricamente tapandome la cara con las manos -Es lo mismo de siempre…

Note su mirada clavada en mi cara. Cuando aparte las manos vi que estaba mirándose las deportivas rotas.

Sabía que no iba a decirme lo siento.

Él al igual que yo tenía una familia de mierda. Con un padre alcohólico y una madre adicta a los barbitúricos. Sabía perfectamente que un lo siento no iba a solucionar esta vida de mierda que nos había tocado vivir.

  • ¿No vas a decir nada?

Alzó la mirada posando esos ojos verdes en los mios.

  • ¿Y qué quieres que te diga?

Buena pregunta. ¿Qué quería que me dijera?

Nada de lo que me dijera podría solucionar nada. Ni nada de lo que le dijera yo podría solucionar lo suyo.

Quizás era mejor no decir nada. Permanecer en silencio ahora mismo podría significar muchas cosas. Cosas que no nos atrevemos a decir por miedo de que nos oían, pero estábamos deseando gritar a los cuatro vientos.

  • Tienes razón -dije al fin -Nada de lo que me digas va a hacerme sentir mejor…

  • Puede que nada que diga, pero… -sonrió burlonamente, como un niño que ha hecho una trastada y se siente realmente orgulloso de ello -puede que sí que te haga sentir mejor algo que hagamos.

  • ¿Ah sí? ¿Y que vamos a hacer?

  • De momento levantarnos de aquí… -dijo poniéndose en pie

Yo seguí sentada mirando cómo se sacudía el polvo de los pantalones

  • ¿Y luego?

  • Vamos a ir al cine. Hoy ponen una de miedo y me apetece ir a verla. -me dio la mano ayudándome a levantarme -Unos chicos del colegio han estado hablando sobre ella y parecía que tenía muy buena pinta

  • Ya… suena genial. Pero… ¿sabes? Hay un pequeño problema…

  • ¿Qué problema?

  • Pues que no tengo ni un duro -dije poniendo los ojos en blanco -no se como pretendes ir al cine sin dinero. A no ser… ¿tú tienes?

  • ¿Yo? Ni un céntimo -dijo sin perder la sonrisa

  • Pues no se como pretendes que entremos en el cine.

  • Ah, bueno… por eso no te preocupes. Vamos a entrar

  • ¿Cómo? -pregunte nerviosa

  • Pues colandonos… -explicó riendo

Volví a poner los ojos en blanco y empecé a andar alejandome de él. No pasó ni un minuto y ya me había alcanzado.

  • ¡Olvidalo!

  • Oh, venga… ¿porque no?

  • ¿Y si nos pillan?

  • Pero eso solo lo hace más emocionante...

  • ¡Estas loco! -dice riendome

  • Venga, seguro que ya te ha picado el gusanillo…

La verdad es que me lo estaba diciendo tan convencido y con tantas ganas que me estaba empezando a convencer poco a poco.

Siguió dándome razones a cada cual más absurda de porque debíamos ir, hasta que al final no pude por menos que aceptar.

El cine estaba por el centro, con lo que nos teníamos que alejar bastante de donde vivíamos.

A mi me venía genial, ya que tardabamos más de media hora en ir y volver, más el tiempo del cine podía estar entretenida esas horas antes de volver a casa.

Fuimos andando lentamente hasta allí.

Ray no paraba de hablarme sobre las ganas que tenía de ver esa película y de algunas escenas que le habían contado que aparecían.

Yo le miraba embobada sin saber muy bien cómo participar en la conversación. La verdad es que conocía a Ray desde que tenía uso de razón, pero nuestra relación siempre era la misma.

El me picaba y yo pasaba de él o caía en su trampa y acababa enfandandome.

Nunca habíamos hecho nada juntos, así que ir así al cine el uno al lado del otro era completamente nuevo para mi.

Le observaba cómo movía los brazos para hablar y sin darme cuenta empecé a fijarme que había cambiado mucho durante todo este tiempo. Ya no era un chiquillo, estaba convirtiéndose poco a poco en todo un hombre.

En poco tiempo había crecido varios centímetros llegando a sobrepasarme, y no solo de alto, también había ensanchado y ahora poseía una buena espalda. Sus músculos se habían acentuado y el pelo antes sin vida ahora estaba brillante y del color del carbón.

  • ¿Me estás escuchando?

  • ¿Qué?... eh… si…

Ray me miró confuso.

  • Decía que ya hemos llegado -dijo señalando el cartel del cine

  • Mmm… vale, bien. ¿Y ahora qué hacemos?

  • Bueno… claramente por la puerta principal no podemos entrar… -pensó en voz alta.

  • Claramente

Ignoro mi burla. Miraba concentrado la entrada del cine.

  • Una vez vi que los cines suelen tener una entrada trasera… -recupere su atención -ya sabes… para salir si hay un incendio.

  • ¡Oye! Pues no es mala idea…

Sonreí.

  • ¡Muy bien! -dijo pellizcando la mejilla -¡Qué lista es mi niña!

  • ¡Déjame! -gruñí apartandole la mano de un manotazo

  • Anda, vamos. A ver si podemos entrar sin que nadie nos vea… -rió

Rodeamos el cine y ahí estaba la puerta de emergencias. Había tanta gente en la cola que no encontramos a nadie vigilando, por lo que nos resulto bastante facil colarnos.

Una vez dentro había un chico de no más de diciocho años indicando a la gente donde debía sentarse.

Sentí un toque en la espalda.

Ray me estaba haciendo gestos de que le siguiera, así que fuimos por el lado contrario del chico metiéndonos por diferentes pasillos.

Gracias a la poca iluminación nadie se fijaba en que dos chicos estaban yendo por el camino contrario de por donde se supone que tienes que ir para ir a los asientos.

  • ¡Vamos! -dijo señalando unas escaleras

Yo le mire un poco escéptica. Habíamos tenido mucha suerte al poder colarnos. Pero ahora ya no estaba tan segura de que no nos fueran a pillar.

Aún así le seguí. Subimos unas escaleras bastante empinadas. Al final había una serie de puertas discurridas en línea.

  • ¿Dónde estamos? -pregunte asustada

  • En la zona de plateas. -dijo como si fuera algo obvio -Seguro que aquí no nos encuentran.

  • ¿Como estas tan seguro?

  • Porque nos vamos a meter ahí -dijo señalando una puerta con un cartel de prohibido el paso.

  • Emm… ¿seguro que podemos entrar ahí?

  • Oh, venga. ¿Ya te estás rajando? -preguntó con una sonrisa burlona

  • Pues claro que no -gruñí enfadada

  • ¡Pues venga! -me empujo ligeramente -Que al final nos la perdemos.

Fuimos hasta la puerta. Giro el manillar y me sorprendí bastante que estuviera abierta.

Al asomarme un poco observe algunas sillas apiladas y varias cajas de cartón. Al parecer el cartel solo era porque usaban ese cuarto de pequeño almacén, pero al entrar se podía ver perfectamente toda la pantalla del cine que había empezado a emitir algunos anuncios.

Mire alrededor intentando ver si había más gente en la zona de plateas. Pero solo había una pareja bastante lejos y gracias a la oscuridad y las cajas no nos llegaban a ver.

Nos acomodamos sentandonos en unas pequeñas cajas ya bastante aliviados de que no nos hayan pillado y nos dispusimos a ver la película.

La verdad es que no era una película de miedo como tal, sino más bien algunos sustos y el típico asesino que va detrás de un grupo de estudiantes. Pero a mi me encanto.

Ray intentaba asustarme de vez en cuando y aunque alguna vez lo consiguió me lo pase muy bien.

Cuando terminó aprovechando la algarabía que se estaba formando para salir nos escabullimos bastante rápido. Antes de que me diera cuenta ya estábamos saliendo por la parte trasera sin que nadie se diera cuenta.

Era la primera vez que había ido al cine y me lo había pasado genial, hasta tenía ganas de repetir. El viaje de vuelta se me hizo bastante corto hablando de algunas escenas y con Ray intentando picarme cada dos por tres, pero me sentía bien por primera vez en mi vida.

Veía a Ray reírse y su risa me contagiaba.

Solo cuando ya estábamos enfrente de nuestras respectivas casas se nos borró la sonrisa sabiendo lo que nos esperaba dentro.

  • ¿Mañana a la misma hora?

Mire a Ray que estaba observandome con los ojos brillantes. Le vi realmente arrebatador y un impulso por besarle se apoderó de mí.

Me controle. No quería que pensara que porque me hubiera invitado a ir con él al cine era una chica fácil.

  • Claro -dije fingiendo una sonrisa mientras me alejaba de él de vuelta al infierno que era mi vida.

**

Pestañee.

No se porque se me había venido a la mente ese recuerdo en particular. Puede que fuera porque ahí es cuando empecé a conocer de verdad al Ray que llegaría a ser mi amigo.

Aunque estaba claro que no tenía nada que ver con el hombre que tenía justo enfrente.

Lo único que tenía en común con el niño de mi infancia era esa cicatriz y los ojos verdes, tan ponentes que ya desde pequeños poseía.

  • Parece que te has quedado sin habla, pequeña -dijo sonriendo

Le miré con odio.

Ni siquiera sabía que decirle salvo cagarme en su vida entera.

¿Cómo podía haberme hecho esto?

¡Por dios! Me había secuestrado y violado hasta decir basta.

¿Violado?

Bueno… puede que esa no fuera la palabra correcta. Pero qué más da. Me había secuestrado y había hecho conmigo lo que había querido.

Si hasta me había pegado…

  • Como… como…. -cerré los ojos intentando ordenar mis pensamientos -¿Cómo has podido hacerme esto? -susurre con los dientes apretados intentado controlarme

  • ¿Es que no lo entiendes, pequeña? Deberías haber sido mía.

Abro los ojos y apenas lo tengo a unos escasos centímetros de mi.

Intento apartarme de él, pero mis ataduras me lo impiden.

  • Si no hubiera sido por esa maldita vieja bruja esto no tendría que haber pasado… -susurró acariciándome la mejilla

  • ¿De qué hablas?

  • ¡Oh! ¿No lo sabes? -su mano  fue deslizándose hasta mi cabello -La vecina de enfrente fue la que llamó a la policía…

  • ¿De… de verdad?

Asintió. Trasladaba la vista de mi cabello a mis ojos como un maldito lunático.

  • Aquella maldita vieja arpía… -apretó los dientes con una mueca de asco -debería haberse estado quietecita… pero no… ella tenía que joderlo todo.

  • ¿Qué? Ella no jodio nada. Me salvo

  • ¡Ja! ¿Salvarte? Tu podias cuidarte solita. Ya lo habías hecho otras veces.

  • No… no. No lo entiendes. Mi padre…

Cerré los ojos.

El recuerdo de mi padre viniendo corriendo hacía a mi con la cara roja por el alcohol hacía que se me revolviera el estómago.

  • Tu padre… -abrí los ojos viendo que estaba mirándome fijamente -era un maldito borracho como el mio, pero… estoy seguro de que hubieras podido manejarlo.

  • No… no estoy tan segura

  • Bueno… ya no lo sabremos. Ella nos quitó la oportunidad…

No tenía ningún sentido seguir debatiendo lo mismo. No podía entender que aquella mujer me había salvado de aquel infierno que era mi vida y de la posible violación a la que iba a ser sometida.

Era tal su obsesión por mí que no comprendía que ella no había querido separarnos, si no separarme a mí de ellos.

Observó cómo se levanta y me rodea.

Me tenso.

Pienso que quizás quiera seguir con el castigo al ver que no le doy la razón, pero me sorprende soltandome.

Llevo tanto tiempo atada que apenas puedo mover el cuerpo que ya lo siento quejarse.

Me ayuda a levantarme apoyándome en su cuerpo y menos mal porque seguramente me hubiera caído de bruces.

Mis piernas tiemblan como gelatinas.

  • Pero ahora ya estamos juntos. Es lo que importa.

  • Por favor… deja que me marche, Ray

Es la primera vez que le llamó por su nombre desde que le he visto el rostro y me mira sorprendido.

  • Podremos estar juntos igual… -susurro levantando mi mano acariciandole la barbilla.

Mi contacto parece que le gusta, porque se pega más a mi.  

Pero el momento dura poco.

Se aleja de mi mano cogiendola con la suya. Sus ojos han dejado de ser cálidos y me mira con una expresión mezcla de asco y rabia haciendo que se me congele la sangre.

  • ¿Acaso crees que soy tonto?

Niego con la cabeza con rapidez.

  • ¿Crees que no se que una vez te deje libre lo primero que haras sera denunciarme? Oh… pequeña. Son muchos años que te conozco…

Me coge en brazos como si fuera un niño pequeño. Acaricia levemente mis nalgas y me aprieta contra él.

  •  No soy gilipollas. -susurra con rabia -Pero tranquila al final no querrás irte de aquí…

No le contesto.

Estoy demasiado cansada para luchar contra él. Lo único que quiero en estos momentos es volver a esa mullida cama y descansar.

Quizás descansar y despertarme en mi cama. Ver que esto ha sido solo una mala pesadilla y que Ray donde quiera que este no es un secuestrador.

Como si estuviera leyéndome el pensamiento me lleva de vuelta a la habitación. Su cuerpo tan amplio no me permite ver las distintas zonas por las que vamos pasando. Apenas logró vislumbrar una puerta entre abierta con lo que parece ser un sofá dentro, alguna sala más y rápidamente ya hemos atravesado el salón y subimos las escaleras.

Una vez dentro de la habitación me coloca con cuidado encima de la cama.

Si no estuviera con él ahora mismo estaría estirandome, preparandome para dormir plácidamente, pero estoy con él…

Contempló como poco a poco va desvistiendose hasta quedar completamente desnudo.

  • ¿Que haces?

  • ¿Tu que crees? -pregunta irónicamente con una ceja alcanzada

  • No vas a dormir aquí -digo con la poca firmeza que me queda

Como si fuera un toro y estuviera enfrente de un torero a punto de ser corneado se abalanza sobre mí cogiendo mis muñecas con fuerza y colocándolas encima de mi cabeza.

Intento moverme, pero es demasiado fuerte para mi.

Un roce en mis nalgas me recuerda lo sucedido hace tan solo unas horas. Arrugó la nariz en un gesto de dolor.

  • ¡Suéltame! -grito sin fuerzas

  • Escúchame bien… -giro la cara -Mírame… ¡He dicho que me mires, puta! -grita agitandome

Le miro con todo el odio que puedo transmitir en estos momentos.

  • Escúchame bien… esta es mi casa… así que si quiero dormir en pelotas contigo… duermo en pelotas contigo… si quiero pasearte por toda la casa con un cartel que ponga “LA MÁS ZORRA”... te paseo por toda la casa… y… ¿sabes que? tu lo harás ¿Sabes porque? -sus ojos abiertos como platos parecen los de un auténtico lunático -porque así lo quiero yo… Eres mía… que no se te olvide, pequeña -su voz se torna suave otra vez -Que no se te olvide… porque te aseguro… -baja una mano agarrándome solo con una y comienza a acariciarme el labio inferior creando diferentes trazos como si estuviera pintando un cuadro -que no me temblará la mano para recordarte quién manda aquí, ¿está claro?

A pesar de sus duras palabras mi cuerpo va por libre excitandose con cada roce de su cuerpo.

Su dedo en mi boca no me pone las cosas más fáciles llegando a pasar por mi mente la idea de introducir su falange en mi boca y lamerla como si de una polla se tratara.

No entiendo mi cuerpo. Acaba de decirme que volverá a castigarme al menor error que cometa y aún así… aún así me pongo cachonda deseando interiormente que vuelva a follarme como antes.

Mi agitación no parece pasarle inadvertida porque enseguida cambia su expresión por una sonrisa ladeada.

  • ¿Qué te pasa, pequeña? ¿Aún no has tenido suficiente? -pregunta bajando su mano, abriendo bruscamente mis piernas y restregándose contra mi entrepierna.

Al estar completamente desnuda no hay nada que le impida frotarse contra mi coño ya rojo por las atenciones recibidas.

Un pequeño gemido escapa de mi boca.

Es Ray… Es Ray…

Intentó poner en orden mi mente.

Pensar que mi mejor amigo de la infancia me ha secuestrado, violado e incluso pegado por la simple razón de que cree que soy algo suyo. Una especie de propiedad.

Pero la razón no siempre viene acompañada de las sensaciones y mi cuerpo decide ir por libre poniendole las cosas más fáciles.

Subo una pierna rodeandole la cintura, queriendo intensificar el contacto.

Por su parte, la mano que no está sujetándome se traslada por todo mi cuerpo acariciandome a su paso hasta llegar a mi pecho derecho, pellizcando mi pezón.

  • Eso es… eso es… déjate llevar, pequeña

  • No… no…

No me lo creo ni yo.

Subo las caderas intentado sin éxito que me penetre.

  • ¿Quieres algo, pequeña? -pregunta sonriendo volviendo a bajar la mano hasta colocar su polla justo en mi abertura.

Vuelvo a subir las caderas como respuesta, pero no deja que me penetre retirándose justo a tiempo.

  • No… no… -susurra negando con la cabeza -Si la gente quiere algo, hay que pedirlo con educación, ¿no crees?

  • ¡Que te follen! -gruñó revelandome  

Parece que mi desesperación le divierte porque nada más pronunciar el juramento se ríe cerca de mi cara.

Tan cerca que creo que podría levantar la cabeza y golpearle.

Pero mi cuerpo necesita una liberación que sólo él puede darle en estos momentos.

Le miro intentando transmitirle toda mi desesperación, pero no hace caso de mis súplicas esperando con la polla en la entrada a que diga las palabras mágicas.

Trago saliva.

No me gusta dejarme vencer, pero mi cuerpo ya cansado y maltrecho no puede esperar más tiempo.

Siento como si tuviera una hoguera en mi interior.

  • Esta… esta bien -jadeo atragantandome con mis palabras- follame…

  • Mmm… a mi no me parece que eso sea con educación -réplica introduciendo ligeramente la punta

  • Joder…. mmm… esta bien… por favor…

  • ¿Por favor, que?

Cierro los ojos deseando internamente matarle.

Vuelvo a abrirlos y ahí está ese verde esmeralda atravesandome.

  • Por favor… follame

  • Mmmm… no se yo

  • ¡Oh, vamos! -vuelvo a cerrar los ojos, pero enseguida los abro de nuevo- Por favor, fóllame… por favor… te lo suplico -jadeo fuera de mí.

  • Eso está mucho mejor

Y con esas siento como me penetra de un solo golpe, notando como el aire se escapa de mis pulmones y volviendo bruscamente de nuevo a mi.

Comienza a embestirme duramente sin pausa.

En cuanto siento como me suelta para impulsarse con mis caderas me aferro a su cuello como si fuera un bote salvavidas.

No quiero pensar… no quiero pensar…

Solo quiero sentir en estos momentos.

Me da lo mismo quien sea y lo que me haya hecho.

En estos momentos solo quiero que no pare de follarme como lo está haciendo.

Mañana ya tendré tiempo de arrepentirme, pero ahora lo único que me importa es llegar al tan ansiado clímax.

  • Joder, pequeña… -gime cerca de mi boca -eso es.. muévete

Su aliento me golpea llenando mis fosas nasales de olor a menta y sin poderlo evitar me abalanzo sobre él, besándole como si no hubiera un mañana.

Nuestras bocas luchan entre ellas intentando ganar la batalla.

Mis fluidos resbalan por mis muslos anunciandome mi cercana culminación.

Me incorpora agarrandome los glúteos hasta quedar encima de él, aunque sus potentes embestidas no permiten que yo pueda manejar el ritmo.

  • Dioos…

  • Pídemelo… -susurra en mi oído

  • Joder… ¿el que?

  • Pídeme que te deje que te corras

  • ¡Estas loco!

Pero aún así lo hago queriendo evitar que pare de moverse justo en ese punto sin retorno en el que me encuentro.

Un simple gesto de asentimiento hace que llegue al mayo rorgasmo que haya sentido en mi vida.

Veo luces girando a mi alrededor mientras mi cuerpo se convulsiona incontrolablemente.

  • Mía… mi pequeña…

Oigo una voz que me susurra.

Siento en mi espalda algo mullido, pero no se que es ni me importa en estos momentos.

La oscuridad va haciéndose cada vez mayor a mi alrededor.

Una caricia en mi pecho.

Un beso en mi cuello.

Una promesa.

Y la oscuridad me atrapa.