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Memorias de un 5 de octubre

en Erotismo y Amor

Salimos del hotel cruzando la recepción. El mismo recepcionista nos despide con una sonrisa sincera.

+Joder, que amabilidad...

-Es su trabajo nena.

Ya lo se, Billy el rápido, pienso. Al salir por las puertas de cristal noto como el frío del invierno se adentra en mis mejillas, tan fuerte, que las sonroja. Entramos en Gran Vía. Me paro en seco a mirar los edificios tan altos que me rodean. Él me coge la mano y tira de ella como si tuviera prisa. Voy detrás de Él esquivando a la multitud... Me quedo embobada con los detalles de las construcciones tan enormes que bordeamos...

De pronto divisamos en la otra acera un restaurante de comida rápida. Entramos y mientras estamos en la cola mi mente divaga recordando lo que acaba de suceder en la habitación de ese hotel... La cola para pedir avanza a pasos agigantados y cuando quiero volver a la realidad, me están preguntando lo que voy a tomar.

La comida transcurre con normalidad, sin miradas comprometidas y sin momentos incómodos. Va todo como no me lo esperaba.

Terminamos de comer y nos quedamos un rato charlando de nuestra vida. La verdad es que es como si lo acabara de conocer, ya que no he tenido ningún contacto físico con Él, y me gusta. Me gusta mucho...

Caigo en la cuenta de que todavía tenemos un asunto pendiente los dos. Le incito a salir a la calle en busca de un objetivo principal que los dos sabemos muy bien de que se trata...

Primera misión del viaje completada. Fumamos antes de volver al hotel a modo de celebración y para asentar el almuerzo.

Me abraza y apoyo la cabeza en su pecho. Su corazón se acelera.

Miro hacia arriba y veo que me esta mirando como sueño despierta mientras escucho las apresuradas ondas sonoras que produce su corazón hacia todo su cuerpo.

Me centro en sus ojos. Grandes, color miel, pestañas largas.

Caigo rendida en una laguna privada donde solo existimos su mirada y yo. Me pasaría horas admirando la inocencia perdida de esos ojos. La picardia de un niño pequeño cuando trama alguna trastada. La lujuria de una persona que se siente fuertemente atraída por otra.

La ultima calada a mi cigarro me sirve para volver a la realidad después de desaparecer de Madrid un par de minutos para perderme en la infinidad de su manera de mirar.

Tiro el cigarro al suelo y me separo de Él, a duras penas, para seguir con la ruta que nos guía hasta aquella habitación de hotel donde hemos dejado las maletas.

Me coge la mano durante todo el trayecto. Esporadicamente miro como observa su alrededor, como analiza su entorno. Bajo la mirada y veo nuestras manos entrelazadas, veo como me aprieta para llamarme la atención y así volver a subir la mirada hacia sus ojos.

Cuando esto ocurre, Él me esta sacando una de sus mejores sonrisas.

Me suelta la mano, me pasa su brazo por mis hombros y me da un intenso beso en la frente.

Llegamos al hotel y en la recepción todavía esta ese recepcionista que, como no, nos da las buenas tardes y nos regala una sonrisa.

Al entrar en el ascensor el ambiente empieza a caldearse. Empieza a desabrochar mi abrigo mientras me besa. Siento como su cima mas alta me empuja contra la pared del ascensor. Un golpe de calor me sube desde los pies hasta mi cara. Noto como esa sensación de calor me va inundando poco a poco cada parte de mi cuerpo. Sube las manos por mi abdomen apartando la camiseta que le impide tocar mi piel.

Baja sus labios a mi cuello mientras subo mi cabeza para facilitarle el acceso. Caigo en la cuenta de que no estamos subiendo y pulso el botón rápido para llegar lo antes posible a la habitación. Comenzamos a subir hacia la tercera planta mientras mi respiración se acelera...

+Besitos en el cuello no, que me enamoro...

Empiezo a reírme con el.

-Ahora si que te vas a enamorar...

Mi voz escupe un suave gemido que hace estremecer mi zona mas oscura.

Se abre la puerta y separo de mi cuerpo al hombre que me estaba elevando a otra dimensión. Mierda... Podríamos haber empezado dentro y no cortarme el royo de esta manera... Pero me ha gustado el adelanto...

Le señalo con la mirada la puerta, ya abierta, del ascensor y le invito a salir de el. Al salir, nos adentramos en el pasillo que conduce hasta la habitación de los fuegos artificiales.

A medida que vamos andando, me voy fijando en los detalles y en la decoración antigua que viste el hotel. Salgo de mi asombro cuando escucho la cerradura de la puerta abrirse, lo miro a Él y su cara se viste con una sonrisa picara. Cierro la puerta, me quito el abrigo y lo suelto junto al bolso en la mesa donde esta el televisor y el minibar. El entra al baño y yo mientras aprovecho para bajar la persiana y encender la luz tenue que derrocha la lampara que hay encima de la mesa de noche.

Apoyo mi cuerpo sobre la cama mientras me quito los zapatos y mi ropa. Me dejo puesto solo lo esencial.

Al salir del baño la expresión de su cara cambió de estar natural a entrar en un estado de locura y lujuria. Sin pensárselo dos veces, se poso encima mía e iba rodeando con sus brazos mi figura. Besando cada milímetro de mi cuerpo, le iba ayudando a desnudar su piel. A dejarla completamente a merced de la mía. Quiero ser suya. Quiero que me posea.

El silencio se hizo en la habitación. A cada segundo que pasaba me iba abandonando hasta ser completamente suya. Hasta ser su títere movido por cuerdas.

Me desnuda con furia mientras mi ropa cae al suelo formando un desorden entre su ropa y la mía. Me muerde el cuello para volver a encender la llama que antes había encendido. Subo a otra dimensión cuando sus dedos rozan la unión de mis piernas. Juegan con mi piel mientras suelto un huracán de sonido por la boca.

Se acerca a mi boca y me la sella con un beso para calmar mi ansia.

Me reta mordiendo mi labio inferior y se me escapa una sonrisa leve de la que no se da cuenta. Lo separo de mi y le ayudo a tumbarse a mi lado mientras me hago un hueco entre sus piernas donde pueda recoger mi cuerpo. Mis labios besan y muerden cada esquina de su físico. Me paro en la mas pronunciada y empiezo a rozarla con mi áspera lengua provocando así, su estremecimiento. Ahora es Él quien se esta elevando a un mundo desconocido. Donde solo existen sensaciones.

Después de un rato recreándome con los quiebros que pega su cuerpo, estoy decidida a dar el paso.

+Pasame uno

Mientras sus manos recorren las sabanas blancas para encontrar una caja misteriosa, mis manos pasean por su pecho provocando en su piel un levantamiento a modo de respuesta. Cojo lo que me ofrece y lo coloco a modo de barrera en su masculinidad. Monto a horcajadas y su piel roza la mía con suavidad. Roza con tanta ansia que llegamos a convertirnos en uno. A lomos de la vida que Él me quiera proporcionar. A su entera disposición con el condicionamiento de que me siga mordiendo en la parte mas sensible de mi tren superior... Paso a un estado de embriaguez que me transporta su olor y su respiración. Nuestras voces se unen con un mismo objetivo, expulsar el ansia y la tensión acumulada de varios meses y darnos placer mutuo. Con delicadeza me abraza y empuja de mi hacia mi lado derecho para colocarme hacia arriba y poder posarse encima de mi. Tengo libertad para mover mis manos y recorrer su espalda pero no tengo libertad para moverme, y eso me gusta. Me dejo hacer hasta explotar en un desierto en el que solo existen miradas, besos húmedos, Madrid y nosotros... En mi garganta aflora una enredadera que recubre toda la habitación y parte de Él.

Acto seguido, indirectamente le paso el testigo a Él y hago que explote en el mismo lugar, quedándose completamente parado y con los ojos cerrados.

Se aparta y se tumba a mi lado. Nos miramos y siento la necesidad de sentirme protegida bajo su escudo. Separo su brazo de su cuerpo y apoyo mi cabeza en su hombro mientras mi brazo rodea su cintura. Noto su piel ardiendo. Su respiración acelerada. Su tranquilidad. Empiezo a reírme.

-¿De que te ríes mona?

+De lo que acabamos de hacer.

-¿Y eso te hace tanta gracia?

+Si

-¿Por que?

+Porque eres el unico que ha hecho que vuele sin alas...

Me rodea con sus brazos y me aprieta fuerte contra su cuerpo desnudo. Sus dedos bailan al son de mi respiración por toda mi piel causando una tranquilidad excesiva de mi cuerpo. Llega hasta tal punto que caigo soñando en sus brazos mientras me tapa con las mantas que envuelven la cama...

Ahora, muérdeme...

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