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Hechiceras: el reto de las zapatillas rojas 3.

en Control Mental

HECHICERAS: EL RETO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS.

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojasExpedientes X: el regreso de las zapatillas rojas, Alias: La invasión de las zapatillas rojas, Crónicas de las zapatillas rojas: la camarera, Ivanka Trump: El imperio de las zapatillas rojas y Crónicas de las zapatillas rojas: World Wide Web, antes de leer esta historia.

Estoy consciente de que he tardado demasiado en escribir esta continuación pero mi vida se ha vuelto muy complicada y a eso hay que añadir el trabajo, dedico este cuento a aquellos que han sido pacientes.

Por Sigma

Capítulo 3

La mañana había pasado muy rápido para Phoebe, después de despertar la sexy doncella morena la había llevado al baño para sus necesidades y luego la había desnudado, dejándole solamente su mordaza y sus zapatillas de esclava y la metió en la regadera, donde la bañó delicadamente y a conciencia, incluso demasiado detalladamente, tomando en cuenta los gemidos apagados de la doncella mientras realizaba su labor era claro que disfrutaba intensamente tocarla.

- Mmm... Qué linda eres hermanita... -gruñó en tono bajo Piernas, mientras frotaba con cuidado las nalgas de la hechicera- me encantan tu piel...

- Aaaeeeaae... -trató de gemir aléjate la sometida mujer, pero con poco resultado- pues la morena siguió aprovechándose de ella de toda manera posible, tocándola, besándola, acariciándola, de forma sutil pero efectiva, pues para su vergüenza Phoebe acababa sintiendo como su cuerpo respondía a esos abusos, sus pezones se endurecían, se sonrojaba y se sentía acalorada. Jamás obtendrían otra cosa de ella pues no era suficiente para forzarla al orgasmo, pero le incomodaba que todo el tiempo la estimularan así, pues obviamente había un propósito en ello...

- Maldito imbécil de X, quiere mantenerme sexualizada, ofuscada, seguramente para tratar de debilitarme y hacerme vulnerable -pensó furiosa mientras la doncella le daba de comer en la boca casi con ternura- Pero fracasará de nuevo, lo juro...

Luego del desayuno vigilado tuvo una larga sesión de placer con música y el conocido consolador electrónico bien metido en su sexo, durante horas tuvo placer y tortura a partes iguales atada a la cama, finalmente, luego de horas, la dejaron descansar un rato, tras lo cual la doncella sexy volvió...

Rápidamente le dio de comer y claro era solamente entonces cuando le quitaban la mordaza, pero para ese momento ya había entrado al cuarto de nuevo la chófer para supervisar que Phoebe no intentara nada sospechoso durante la comida, en la mano llevaba un rara pistola que seguramente disparaba dardos como el que usaron para someterla la primera vez.

La hechicera sabía que podía intentar otro conjuro con la doncella o incluso con la intimidante choferesa, pero en cuanto la otra se diera cuenta le pondrían de inmediato la mordaza o activarían ese maldito tono que le arrancaba la conciencia y control de su cuerpo. Y claro, lanzar un hechizo requería algo de tiempo, no era instantáneo, necesitaba someter a la víctima a su voluntad y eso necesitaba trabajo, no demasiado, pero si lo suficiente para dificultarle las cosas a Phoebe al lidiar con dos sujetos a la vez.

- Tendré que esperar una oportunidad mejor -pensó la mujer mientras limpiaban su rostro y le ponían la mordaza.

Pasaron las horas de forma interminable  hasta que empezó a obscurecer, entonces volvieron la doncella y la chofer y tras paralizarla con un tono musical la vistieron con un bello y sexy conjunto de lencería blanca tachonado de transparencias y pedrería, unas medias de red con elástico al muslo a juego, un mini vestido azul claro y una gabardina del mismo color sobre los hombros que disfrazaba perfectamente sus manos inmovilizadas a la espalda, finalmente la calzaron sus zapatillas esclavizadoras que cambiaron rápidamente de color gris a azul celeste.

Luego llegó la chica pelirroja que con ayuda de la chófer la llevaron al exterior de edificio y la metieron en una camioneta negra de cristales ahumados donde esperaba X vestido de traje.

- Hola Phoebe... ¿Descansaste? -le dijo con una encantadora sonrisa a la sometida mujer mientras el vehículo se ponía en marcha- Hoy te ves bellísima, serás una esclava maravillosa...

Entonces el hombre le introdujo una mano bajo el minivestido y entre los muslos de la indefensa mujer, que trató iracunda de encogerse y apretar sus piernas para impedirlo, pero con un gesto del hombre una suave melodía de zampoña sonó en las bocinas del auto, destrozando el intento de resistencia.

- ¡¡Mmmmm...!! -gruñó ella cuando la música la hizo arquear la espalda, lanzar su cabeza hacia atrás y desde luego que sus piernas se abrieran deliciosamente, tras lo cual X acarició el interior de sus muslos y su sexo sobre las delicadas pantaletas translúcidas a placer- ¡Nnnnnn...!

Minutos después Phoebe miraba furiosa y sonrojada a su captor, deseando únicamente poder vengarse, pero conteniendo sus reacciones pensando en una posibilidad futura de escapar, mientras su dominador se cogía sin pudor a la pelirroja, la jovencita llevaba puesto un elegante vestido negro a la rodilla con amplio escote y tacones negros de terciopelo altísimos, pero claro en ese preciso momento tenía subido el vestido hasta la cintura y X la tenía sujeta de los tacones mientras ella subía y bajaba sus caderas sentada en el regazo del hombre.

La chica veía a su esclavizador con adoración, mientras jadeaban salvajemente perdiéndose cada uno en la mirada de otro.

- ¡Oooohhhh...! ¡Por favor... Tómame... Aaaahhh...!

De pronto el hombre de larga cabellera sonrió y pronunció unas palabras horrendas en una lengua antiquísima a la que la hechicera solamente había dado un atisbo en el Libro de las Sombras de su familia.

Por un momento los ojos de la jovencita se volvieron totalmente blancos, sin pupila, y cuando volvieron a aparecer el rostro de Muñequita se volvió una máscara de horror y desesperación y trató de alejarse de ese hombre desconocido que la estaba tomando por la fuerza, pero era tarde, durante el cambio X le había fijado las manos tras la espalda usando los grilletes de la propia joven.

- ¡No... Déjeme... Auxilio...! -empezó a gemir aterrorizada mientras trataba de apartarse... Pero su amo ya la tenía bien sujeta de los tacones y los uso para forzar a la chica a seguir cogiendo con él más y más rápido- Aaaahhh... Aaaahhh... No... Oooohhhh...

- Eso es Muñequita, resístete... Nnggghh... Me encanta... Que luches... Mmm...

Phoebe estaba horrorizada, pero su mente seguía trabajando a toda velocidad ante el terrible abuso.

- ¡Dios! ¡Puede cambiar los recuerdos y personalidad de la jovencita a su antojo, esto es inhumano, la puede forzar y violar a placer y al final hacer que lo disfrute! Pero eso puede servirme, quizás eso me ayude a escapar...

- No... Nooo... Nooooo -gritó finalmente la pelirroja al ser forzada a tener un orgasmo mientras era violada, para luego empezar a sollozar confundida por la situación- Ooohhh... Dios... Ayuda...

X sonrió brevemente y volvió a pronunciar algunas palabras de poder... Entonces los ojos de la chica se volvieron blancos de nuevo y cuando sus pupilas reaparecieron su gesto desesperado cambio a una gran sonrisa mientras reía y se bajaba del regazo de su amo que le dio un suave azote en las nalgas.

- Oooohhhh... ¡Amo, gracias, me encanta que me cojas, me das tanto placer!  -dijo la joven al sentarse a lado de ese hombre para luego posar una mano en el expuesto muslo de Phoebe, para enojo de esta, luego su secuestrador la miró y le habló en tono cruel.

- ¿Lo ves bruja? Mis esclavas son lo que yo quiera que sean, vírgenes o prostitutas, da igual, las controlo... Son mías y pronto te les unirás... -en ese momento entraron a una ciudad ya iluminada bajo la noche, parecía grande pero la hechicera no pudo reconocerla.

Minutos después bajaron a un estacionamiento subterráneo elegante y con bastante seguridad, luego de detener el vehículo se bajaron y llevaron a la hechicera hasta las puertas de un elevador privado, X pasó una tarjeta-llave por el sensor y las puertas se abrieron, Bombón y Muñequita hicieron entrar a Phoebe y se pusieron a su lado, mientras su amo oprimía un botón del tablero.

- Este lugar te va a gustar bruja, es uno de mis negocios más importantes y queridos, pero no solamente me da dinero... También me ayuda a debilitar y doblegar a mis esclavas de carácter más fuerte y resistente, confío en que aquí podremos domarte como la yegua salvaje que eres... Ah... pero antes...

Al momento X sacó de una bolsa un objeto ovalado y de apariencia femenina, que Phoebe odió apenas pudo verla.

- ¡Nnnnn...! Nnnnggghh... -gruñó furiosa la mujer a través de la mordaza mientras le colocaban en el rostro una curiosa máscara blanca de delicados rasgos, presentaba un bello maquillaje impreso de forma sutil, un ligero rubor en las mejillas, un par de coquetos corazones rojos enmarcaban las aberturas para los ojos, pero lo peor era la boca, de labios intensamente rojos y levemente entreabiertos formando una sonrisa de placer y promesas sexuales que a Phoebe le parecía denigrante. En segundos se la habían puesto, fijándola a su rostro por medio de un pegamento especial para cine y teatro, enmascarando perfectamente la boca amordazada y el gesto de desesperación en su rostro.

- Nnnnggghh... Ngnn... -gruñó de nuevo mientras salían del elevador y cruzaban cuarto tras cuarto, hasta que finalmente llegaron a una especie de sala de control, en la que había múltiples camillas de metal perpendiculares al muro del fondo, allí sin más ceremonia trataron de recostarla en la camilla, se resistió pero con unos segundos de un agudo tono quedó totalmente indefensa, cuando recuperó el control estaba recostada, le habían quitado la ropa, excepto por su lencería y zapatillas, sus manos encadenadas a un barra de metal en la cabecera de la camilla, obligándola a tener sus manos por encima de la cabeza, una sensual música ya resonaba en el cuarto, quitándole control de su cuerpo, sus piernas ondulaban lánguidamente aún recostada, como si bailaran sobre una pared, empezando lentamente a excitarla...

Le incomodaba ese descontrol, pero podía soportarlo, para distraerse empezó a observar el lugar con más calma, entonces descubrió que en la hilera de camillas había muchas otras mujeres encadenadas usando solamente lencería blanca como la suya, y otras versiones de su humillante máscara de Eterna Satisfacción.

- ¿Pero qué lugar es este? -pensó la hechicera francamente asustada, en un par de pantallas enormes se veía otro lugar dentro del edificio: un cuarto amplio con muchas personas elegantemente vestidas bebiendo seguramente alcohol en mesas frente a un escenario, lo cual sin saber bien por qué, le preocupó aún más a Phoebe, vio entonces algunos carteles brillando en ese cuarto con dos letras enormes y estilizadas: TP... entonces ella recordó- TP, si... Son una franquicia muy exitosa de clubs VIP, normalmente para bailar, alguna vez fui a uno... Oh no... No por favor... Eso no...

Aunque la mujer no había visto nada raro en su visita recordaba rumores acerca de secciones especiales solamente para miembros, dedicadas a indecibles y prohibidos placeres sexuales.

- Bueno esclava ¿Qué te parece mi negocio? Es uno de varios que tengo en el continente, lo puedes considerar un club nocturno, pero claro es mucho más que eso... ¿Ves a tus compañeras? -le dijo mientras con un gesto señalaba a las demás camillas de la habitación- Están en entrenamiento, todas están siendo convertidas en esclavas como tú, para la mayoría de ellas esta es la última etapa, un día aquí las vuelve sumisas y obedientes odaliscas, veremos qué tal resistes este juego sexual...

Phoebe le gruñó lo que pudo con mordaza y lo miro molesta y desesperada, pero con la denigrante mascara de Eterna Satisfacción toda mirada y gruñido parecía sexy y provocativo.

- Casi siempre mis chicas comienzan en el Templo del Placer como meseras o anfitrionas ¿Puedes verlas en el monitor? -le preguntó tranquilamente a la mujer como quien habla de sistemas de producción empresarial.

La hechicera vio en la pantalla a una media docena de hermosas jovencitas, algunas parecía que apenas habían cumplido la mayoría de edad, todas iban uniformadas con minivestidos blancos que llegaban a medio muslo y zapatillas de tacón de cinco centímetros a juego, llevaban charolas con bebidas o bocadillos y se movían muy sexys y sonrientes entre las mesas. Había una que las coordinaba que llevaba un traje rojo de falda igualmente corta y zapatillas del mismo color.

- Por supuesto las elegimos por ser jóvenes y atractivas pero también tomamos en cuenta que se encuentren lejos de los suyos o que no tengan familia, de inmediato trabajan uniformadas con mis zapatillas especiales que ya conoces... Con el paso de los días la música las va debilitando y sensibilizando al poder de esa prenda, en pocas semanas comenzamos a darles órdenes que normalmente no obedecerían para ponerlas a prueba y llegado el momento las manipulamos para que vengan a este cuarto donde se completa su dominación, y luego... Bueno... Digamos que comienzan a trabajar en otras áreas aún más privadas de estos clubs para realizar servicios aún más especiales para mí y nuestros clientes. *

- ¡Nnnnggghh...! ¡Mmmm...! -trató de gritar Phoebe aterrorizada por tal perversidad.

- Ah... Ya es hora del espectáculo querida, disfrútalo... -le dijo X con tono cruel a la vez que le daba un ligero pellizco en un pezón y retrocedía un par de pasos.

- ¡Mmmnn...! -gimió la mujer, medio de dolor, medio de placer, un segundo después las camillas fijadas a rieles automáticos en el piso se movieron hacia adelante pasando a través de unas cortinas color vino y exponiendo los perfectos cuerpos de las chicas en el escenario a la vista de los invitados, el impulso se detuvo al llegar a las axilas perfectamente depiladas de las esclavas, mostrando así a las mujeres en las camillas desde los pies y largas piernas hasta sus caderas y cintura, su torso y terminando en los bellos senos de cada hembra, mostrando sus lindos cuerpos como esculturas griegas sin brazos ni cabeza. Maravillosas figuras surrealistas... Mujeres-objeto, como las llamaban en el TP. En varias proyecciones en el salón se mostraban en primer plano los rostros enmascarados de las cautivas seguramente para ver sus reacciones, aunque con las máscaras eso no parecía tener mucho sentido.

- ¿Que te parece esclava? -le dijo su secuestrador con una mueca cruel mientras las piernas de las mujeres seguían bailando lánguidamente para el público en el escenario- ¿No es maravilloso? Pero solamente estamos comenzando... Las máscaras no son mi accesorio favorito, pero ellas aún no están totalmente dominadas, deben estar amordazadas o podrían gritar algo indebido y la máscara disfraza eso, además varias son buscadas por algún familiar o pareja que las tiene como desaparecidas, no podemos dejar que se vean sus rostros. Todo esto puede parecer un poco sospechoso al principio, pero cuando comienza el espectáculo... sus piernas y cuerpos se mueven al unísono, empiezan a gemir con obvio placer, y a sacudir sus cabezas, para entonces todos han aceptado el hecho evidente de que mis Mujeres-objeto están actuando por su propia voluntad. Que nadie las obliga a nada... Jejeje...

De pronto la luz y la música se apagaron en el salón de invitados, dándole a Phoebe y a las demás mujeres un breve descanso de su delicioso tormento.

- Ah... Ya vamos a empezar, esclava...

Un instante después se encendieron potentes luces fluorescentes que hicieron brillar de forma extraordinaria la blanca lencería de las sometidas mujeres, como faros de sexualidad en la obscuridad, sobre todo las piernas con medias de red al muslo, que bailaban y se movían siguiendo la salvaje melodía que había comenzado a la par con la luz.

- ¡Nnnnggghh...! ¡Mmmnnn...! -empezó a quejarse Phoebe casi a la par con las demás chicas, debido al horroroso placer que las zapatillas les hacían sentir. Pero en las pantallas, mostrando sus rostros enmascarados y complacientes todos esos ruidos parecía pura pasión, lujuria y gozo.

La docena de deliciosos cuerpos que brillaban en la casi obscuridad bailaban a la par con perfecta e hipnótica sincronía, se encogían, luego se extendían casi de puntas y se abrían gloriosamente en una gran V, enmarcando las diminutas pantaletas blancas adornadas con pedrerías que apenas cubrían su sexo, los bellos senos de todas ondulaba de forma exquisita bajo el pequeño brasier blanco siguiendo la música, de pronto rompían sincronía y cada chica bailaba de forma única e independiente, segundos después volvían a sincronizarse, haciendo provocativos círculos con las piernas, o moviéndose todas como pedaleando en el aire a ritmo con la salvaje música.

- Mmm... Mmm... -después de un rato hasta Phoebe había empezado a jadear dulcemente debido al placer, volteó a ver a las chicas a su lado y aunque las máscaras dificultaban leer sus emociones, la hechicera podía ver en sus ojos un enorme gozo y desesperación mezclados, con lo que hizo una promesa en su mente- Pobres chicas, se aprovechan de su propio placer y deseos para esclavizarlas, pero les prometo que sí logró escapar las encontraré... ¡Las encontraré a todas y las liberaré de esta esclavitud maldita!

Minutos después la música terminó con un delicioso orgasmo colectivo de las bailarinas exóticas de TP, excepto claro por la hechicera qué de nuevo pudo controlarse gracias solamente a su férrea voluntad.

- Aaaahhh... Oooohhhh... - resonaron en las bocinas los gemidos de éxtasis de casi todas. Entonces la música se detuvo por unos segundos y todas las maravillosas piernas refulgentes cayeron a un tiempo sobre las camillas por el cansancio, jadeantes y tratando de recuperarse se quedaron inmóviles por unos momentos.

En las bocinas del escenario sonó una sensual voz femenina.

- Por favor, los miembros pueden acercarse a gozar de nuestras mujeres-objeto, disfrútenlas, pero recuerden, nada de sexo directo...

En ese momento los invitados subieron al escenario y se acomodaron en sillas y sillones que habían sido colocados por los ayudantes del club alrededor de cada hermoso cuerpo de mujer objeto, era la hora del placer...

Phoebe observaba en los monitores como los miembros sacaban de un espacio bajo las camillas diversos tipos de juguetes sexuales: pinzas de presión, consoladores de diversas formas y tamaños, vibradores y objetos más exóticos.

- ¡Dioses... No! -pensó la hechicera alarmada, justo en el momento en que volvió a sonar la música, ahora una lenta y lánguida canción que hizo que los cuerpos de las mujeres empezaran de nuevo a seguir el ritmo, con su sexy ropa interior brillando casi en la obscuridad.

Así los hombres y varias mujeres empezaron a estimular sin ningún pudor los cuerpos en las camillas, las Mujeres-objeto eran incapaces de resistir pues la música y las zapatillas lograban volver sus cuerpos dóciles y complacientes, aunque sus mentes aún resistieran, sus cuerpos las traicionaban y obedecían a otros.

- ¡Nnnnn...! ¡Nnnnggghh...! -gruñó de nuevo la chica al sentir como las personas alrededor de su cuerpo la toqueteaban, la acariciaban, la estimulaban y abusaban mientras bebían costosos tragos y charlaban alegremente. En minutos a Phoebe le habían colocado dos pinzas de presión en sus sensibles pezones para luego recolocar el bello brasier cubriéndolos, la llamativa cadena dorada que conectaba las pinzas era usada por los "clientes" para controlarla y guiar su cuerpo, para hacerla confundir dolor con placer o simplemente para torturarla, al mismo tiempo una sonriente, y al parecer excitada jovencita (heterosexual según el novio presente) de rasgos latinos la complacía contra su voluntad con un vibrador que había puesto a danzar sobre su clítoris, encima de la tela translucida de las pequeñas pantaletas blancas. Otros se contentaban con manipular y acariciar su cuerpo, en especial sus piernas, haciéndola posar o moverse como se les antojara, y ella era incapaz de negarse o resistir debido a las zapatillas.

- ¡Nnnnggghh... Mmm... Nnnnn...! -empezó a gemir contra su voluntad la bella mujer ante la estimulación que recibía, mientras las demás chicas esclavizadas gritaban, una a una, sin ningún pudor al ser forzadas a tener su último orgasmo como individuos libres y cruzar el umbral que las transformaba definitivamente en esclavas de X.

Después de otra hora la música finalmente se detuvo, las luces se encendieron y las camillas silenciosamente se retrajeron hasta entrar de nuevo en la sala de control, a la vez que los miembros del club se retiraban de la sala sonrientes y sin duda excitados.

- ¿Qué te parece esclava? -le dijo X sonriente en la cabecera de la camilla, la secuestrada simplemente lo miró con irá, mientras las jóvenes de las otras camillas eran levantadas medio inconscientes por esclavas ayudantes y llevadas a otro cuarto a empezar su nueva vida-¿No es agradable? ¿Erótico? Espero lo hayas disfrutado y estés lista para entregarte a mi...

- ¡Nnnnnn...! -gruñó un evidente NO la hechicera, pero la sonrisa del hombre no disminuyó en lo más mínimo.

- Oh, qué pena, esperaba que pudiéramos al fin estar de acuerdo -respondió su dominador cuando al cuarto entraron otras once jóvenes atadas, enmascaradas, amordazadas y gimientes, llevadas por las ayudantes y forzadas a recostarse en las camillas, para de inmediato ser esposadas como las anteriores, en los monitores Phoebe pudo ver cómo otro grupo de hombres y mujeres entraron a la sala del escenario y se sentaron mientras les servían bebidas- Bueno, como aún no estás lista te dejaré pensarlo ¡Toda la noche!

Para horror de la hechicera las luces del salón se apagaron y las camillas volvieron a moverse automáticamente hacia el escenario mientras comenzaba la música.

- ¡Nnnnhh... Nnnnn... Nnnnggghh...! -gimió la mujer cuando su cuerpo comenzó a moverse otra vez sin su control, empezando de nuevo a excitarse.

- ¡Veremos cuántos turnos aguantas siendo estimulada en grupo preciosa! Te veré pronto muñeca... diviértete. -le dijo sonriente X mientras se alejaba del lugar y la chica sacudía desesperada la cabeza de lado a lado, tratando inútilmente de desafiar el obscuro poder de las zapatillas rojas que la tenían prisionera.

Un par de horas después el hombre conocido como Scorpius estaba en su despacho en el club TP revisando algunos reportes de inteligencia de sus espías en diversos servicios de seguridad e inteligencia, todas mujeres jóvenes y atractivas que X había elegido y seducido o incluso secuestrado si era necesario para tener su propia red de espionaje que lo mantuviera un paso por delante de los gobiernos y sus fuerzas del orden. Sin embargo, el último informe lo tenía preocupado.

- Ese maldito guardaespaldas se está acercando, no mucho claro, me aseguré de no dejar pistas, pero aun así está avanzando, de momento le apoya un tipo del FBI, pero no creo que lleguen a nada importante mientras no tengan conocimientos profundos en lo paranormal, habrá que vigilarlos... -pensó sombrío por un momento antes de sonreír complacido- Bueno al menos lo de Ivanka va muy bien, sus contactos en Washington ahora son del más alto nivel, eso me ayuda a desarrollar mi mercado de accesorios de lujo, fue una gran idea manipular a su viejo ridículo para lanzarse como candidato, esperaba usarlo simplemente como publicidad para mi marca, pero el que ganara fue una inesperada y agradable sorpresa... No me agradó que Ivi volviera con su esposo, ni siquiera por mantener las apariencias, pero era un mal necesario en un lugar como la Casa Blanca.

De pronto una jovencita vestida de traje sastre rojo de minifalda entro al cuarto.

- Amo... no quería interrumpir, pero hay un problema en la sala VIP con su invitada especial...

- ¿Qué? ¡No me digas que escapó! Si es así alguien va a pagar...

- No, claro que no amo... Pero... Ella... Los demás... Creo que será mejor si lo ve usted mismo...

- ¿Cómo? Vamos, vamos...

Al llegar a la sala de control X apenas podía creer lo que veía: todo parecía normal adentro, pero en el salón y el escenario todos los invitados se amontonaban alrededor de una sola camilla, la de Phoebe... Parecían hipnotizados, casi como zombis, luchando por poder acariciarla o al menos tocarla, mientras las otras once chicas seguían bailando bajo el dominio de la música, pero sin ser abusadas y estimuladas de otra manera.

- ¿Qué? ¿Qué pasó? -preguntó molesto y confundido el hombre.

- Todo iba normal, pero de repente su invitada empezó a moverse fuera de sincronía con las demás, incluso empezó a bailar de una forma más sexy que las otras chicas, en pocos minutos todos los miembros de esta sesión empezaron a verse atraídos por esa chica, fue muy extraño incluso mis compañeras y la anfitriona no pudieron resistir, hasta a mí me atrajo esa joven, pero era la que estaba más lejos del escenario y pude ir a buscarlo, fue un suceso casi... Mágico.

Lo que más le sorprendió al dominador fue que Phoebe, aunque lucía obviamente excitada, se mantenía relativamente tranquila. Luego de observar varias cámaras y hacer un acercamiento descubrió el motivo: eran tantas personas las que estaban bajo su "embrujo" que en lugar de estimularla se entorpecían y se empujaban entre sí por tocarla, por lo que no podían manipularla para forzarla al orgasmo de forma efectiva.

- ¡Maldita bruja! -susurró el hombre mientras oprimía un botón, terminando con la música y retrayendo las camillas sobre sus rieles, terminando así la función, por unos segundos pareció que los miembros del club tratarían de seguir a la hechicera a través de la pared, pero casi de inmediato parecieron recobrar la voluntad, algunos sacudieron levemente la cabeza, otros se frotaron los ojos y luego se miraron entre sí incrédulos, pero finalmente regresaron a sus mesas lentamente, algo confundidos -Debo sacarla de aquí, no puedo arriesgarme a llamar la atención hacia el club, o peor a mis esclavas. Tendré que pensar en otra cosa... pero empiezo a quedarme sin opciones.

La tarde siguiente Phoebe se sentía orgullosa no solamente de haber podido conservar su voluntad sino incluso de haber podido atrasar, aunque fuera por un par de horas, el proceso de esclavitud de las demás mujeres que sufrían con ella. Por supuesto X la había castigado duramente, el resto de la noche la tuvo con los ojos vendados y escuchando música sensual mientras un gran consolador vibraba en su sexo de forma excitante.

- Fue agotador, pero pude resistir de nuevo -pensó mientras se permitía una pequeña sonrisa en sus labios- Cada momento que los atraso es un momento que gano para escapar o qué mi familia me encuentre de algún modo, solamente debo resistir.

En ese momento la puerta del cuarto se abrió y entro la amenazante y alta chofer, aún llevaba su elegante uniforme y unos ajustadísimos pantalones a juego que casi parecían mallas, en sus pies llevaba sus obligatorios botines negros de punta afilada y alto tacón.

La hechicera se preparó para otra sesión de tortura, pero rápidamente se dio cuenta de que pasaba algo diferente, Bombón llevaba su pistola de dardos como siempre, pero había entrado sola y cerrado la puerta tras ella con llave, la luz de la cámara de vigilancia se había apagado.

- ¿Qué está pasando? -se preguntó la mujer a la vez que arqueaba una ceja con curiosidad.

- Hola Phoebe ¿Cómo estás? -le dijo en tono afable la chofer, pero con una sonrisa que puso muy nerviosa a la mujer atada a la cama- Vengo a saludarte, no sabes cuántas ganas tenía de poder tenerte a solas para mí.

- ¿Mmm... Mmm...?

- Oh, no te preocupes encanto, nadie nos molestará, están en inspección en un club, y además apagué la cámara, ya después le insertaré un fragmento de vídeo donde parezca que nada pasó, nadie lo descubrirá, soy muy buena en eso... Así que solamente relájate, vamos a pasar un rato muy placentero -las últimas palabras Bombón las dijo en un susurro a la vez que se quitaba el saco de su uniforme y luego ponía la pistola en la mesita a lado de la cama.

- ¡Nnnnn...! ¡Nnnnnn...! -Phoebe trató de gritar asustada ante la situación, no tenía nada en contra de la homosexualidad, pero nunca le había interesado y no deseaba empezar en ese momento, sin embargo la chófer hizo caso omiso de sus gruñidos y se sentó junto a ella en la cama tras dejar su sacó en un sillón junto a la ventana, debajo llevaba un corset rojo muy ajustado con un gran escote que remarcaba espectacularmente su femenina figura.

Lo primero que hizo fue quitar las cobijas que cubrían el cuerpo de la mujer, únicamente llevaba una preciosa pieza de lencería color negro que la cubría de torso completo como un traje de baño de una pieza, pero era transparente, excepto en el área de los pezones y la entrepierna que estaban cubiertos por primorosos encajes en forma de corazón del tamaño de una mano y que para angustia de la hechicera se podían abrir como si fueran puertas pegadas con velcro, dejando expuestas las partes más íntimas de su feminidad en un instante, para placer de su dominador.

En sus piernas llevaba el obligatorio liguero con medias negras al muslo semi transparentes y sus tacones de esclava que se volvieron negros al recibir la luz del cuarto.

- Mmm... Si, luces tan sexy como yo imaginaba Phoebe, esto lo voy... ¡Lo vamos a disfrutar!

- ¡Mmmgghh... Mmmnnn...! -trató de negarse la hechicera, pero poco podía hacer con sus manos esposadas sobre la cabeza y amordazada.

Bombón primero abrió los tres corazones de su lencería, exponiendo las partes más sensibles de su cuerpo de forma deliciosa ante la furiosa mirada de la sometida mujer. Después empezó a acariciar suavemente los pezones con dos dedos, en pequeños círculos de tortura, el cuerpo de Phoebe que llevaba semanas siendo sensibilizado hizo el resto, para vergüenza de la mujer que solamente pudo mirar a otro lado sonrojada a la vez que sus lindos pezones se endurecían, complacida, la chofer empezó a pellizcarlos levemente, mientras con dos dedos de la otra mano empezaba a acariciar el clítoris de la hechicera.

- ¡Nnnnggghh... Nnnnggghh...! -Phoebe intento resistir apretando con fuerza sus muslos, pero cada vez que lo hacía Bombón oprimía brevemente el botón del maldito control que al parecer siempre tenían a mano con lo que nublaban su mente dejando su cuerpo relajado y complaciente, eran apenas segundos, pero bastaban para demoler toda resistencia. En minutos ya jadeaba clara y sonoramente.

- Eso es hermanita, vas muy bien, lo haces maravilloso... -le dijo con ternura la chofer para luego empezar a introducir dos dedos en la vagina de la mujer en un delicioso ritmo, dentro y fuera, una y otra vez, entonces, ya bastante excitada, Bombón se acercó a la hechicera y rodeó con sus rojos labios un erguido pezón, empezando a chupar, lamer y mordisquear de forma casi irresistible, mientras aceleraba el ritmo con sus dedos en la vagina de la indefensa prisionera.

- ¡Mmmmmmm... Mmmmmm...! - empezó a gemir de forma cada vez más excitante tras la mordaza.

La chofer no resistió más y luego de mostrarle el control en su mano para recordarle quien mandaba, procedió a quitarle la mordaza lentamente. Phoebe no dijo nada solamente siguió jadeando ahora a mayor volumen, lo que tranquilizó a su atacante.

- Aaaahhh... Aaaahhh... Ooohhh... Nooo... Por... Favooor...

Ante esto la exagente de la CIA puso la cabeza entre las piernas de Phoebe y empezó a chupar y lamer lujuriosamente su sexo mientras la hechicera rodeó con sus piernas entaconadas su espalda.

- Mmm... Oooohhhh... Oooohhhh... Noooo... Aaahh... -de pronto los gemidos se volvieron un grito que sorprendió a la chofer- ¡Aaaasur Kal Baal!

Bombón se quedó paralizada mientras trataba de enderezarse, pero con sus piernas la hechicera la atrapó dejándola finalmente con la espalda arqueada y el rostro vuelto hacia el techo.

Lentamente la chofer miró hacia abajo, o hubiera mirado si hubiera tenido pupilas, dos ojos totalmente blancos en un rostro neutro fue lo que Phoebe vio.

- Si... Ya está totalmente sometida a esas zapatillas malditas, es un avance, pero por desgracia no durará, apenas conozco unas pocas palabras en esa lengua olvidada y prohibida, en segundos recuperará el control -pensó la mujer nerviosa, pero esperanzada- pero es un primer paso...

- Soy tu amo -le dijo a Bombón con voz dominante.

- No... X es mi amo, le pertenezco... -respondió ella con voz casi mecánica.

- Demasiado bueno para ser verdad, pero debía intentarlo -pensórápidamente Phoebe, cuando vio que los párpados de la mujer empezaban a sacudirse- ¡Ya despierta! ¡Upalshin!

- ¿Qué...? -dijo la chofer algo confundida cuando escuchó a la hechicera dar un largo gemido.

- ¡Aaaaaahhhh...! -gruñó arqueando su cuerpo en la cama para luego quedar inerte, con los ojos cerrados y la respiración aún agitada.

- ¿Qué? ¿Tuvo un orgasmo? ¿Está desmayada? Tengo que decirle a mi amo... Oh, pero estaré en problemas por haber venido sola y que su oportunidad se perdiera... Seré castigada o peor… ¿Me quitará mi personalidad como a Nena...? -Bombón empezó a pensar y dudar sobre lo que debía hacer-  Mejor no digo nada, al menos por ahora, veré cómo se desarrollan las cosas primero, quizás mi amo ya logré doblegarla y hacer que se venga la próxima sesión, entonces no habrá problema... Espero. Mejor me voy de aquí ahora.

De inmediato recogió sus pertenencias y salió del cuarto dejando la puerta cerrada tras ella. Segundos después Phoebe abrió lentamente los ojos y sonrió pese a toda la situación, pues había logrado controlar brevemente a esa mujer, no era mucho pero si seguía manipulándola quizás podría obtener una ventaja en el momento correcto, solamente necesitaba más tiempo con ella y quién sabe que podría conseguir.

Vio que la luz de la cámara se encendió y de inmediato cerró los ojos para no descubrirse mientras Bombón volvía a su vigilancia.

- Es una pena que no conozca más de esa horrenda lengua antigua, pero por fortuna conozco algunas palabras clave, como la frase de dominio de X o, igualmente útil, la última palabra que le dije a la mujer: Olvida -meditó finalmente mientras trataba de dormir y descansar un poco.

Al día siguiente X meditaba en su aposento en cual podía ser su siguiente paso, no había conseguido mucho hasta el momento y eso lo molestaba, pues el tiempo comenzaba a ser apremiante, necesitaba crear al menos otro par de zapatillas para continuar con sus planes de acuerdo a lo estipulado. Pero al mismo tiempo no podía actuar de forma precipitada, pues Halliwell era una peligrosa hechicera, y debían tomarse todas las precauciones al lidiar con ella.

- Necesito actuar, y pronto pero de forma segura, mmm... Quizás... si, podría ser, habrá que intentarlo, aunque será muy peligroso, no solamente para Phoebe... sino incluso para todos nosotros -dijo para sí mismo antes de empezar a leer una antigua tablilla de barro en lengua cuneiforme que sacó de un cofre de seguridad en su escritorio.

Un par de horas después, luego de cenar, Phoebe notó que había algo raro, las esclavas que la atendían parecían nerviosas, preocupadas, tras limpiarla se retiraron y entonces entró X, llevaba en las manos unas zapatillas color rojo sangre, de punta cerrada y tacón altísimo, estilizadas y puntiagudas, pero de inmediato la mujer percibió que había algo diferente en ellas, la energía maligna que podía percibir en otras zapatillas se encontraba presente en estas pero multiplicado, podía percibir incluso a distancia el poder que emanaba de ellas, y la malévola conciencia que vagamente había percibido hasta el momento en ese par era muy clara y peligrosa. Phoebe pudo percibir en su mente que dos palabras emanaban de las zapatillas: Serás mía.

- Hola esclava, te traigo un regalo, unas nuevas zapatillas, creo que las disfrutaras... -su secuestrador dio una orden y Bombón junto con Piernas usando una llave abrieron los grilletes de los tacones de esclava.

- ¡Nnngg...! -Phoebe sabía que no tenía salida, así que simplemente los miró furiosa mientras le quitaban sus zapatillas y le ponían las rojas, temiendo en qué consistiría el nuevo plan de su captor, pero decidida a encontrar de nuevo la forma de vencerlo.

- Muy bien... Vámonos esclavas, dejemos que nuestra bruja conozca íntimamente a Baal, ah casi lo olvido, debo asegurarme de que no puedas ofrecer resistencia despierta -le dijo a la vez que sacaba del bolsillo su teléfono inteligente para luego manipular determinado programa- Si, esto te dejará totalmente lista para esta parte de tu conversión en mi esclava...

- ¡Nnnn...! ¡Nnnn...! -trató de negarse la mujer inútilmente, cuando X oprimió un botón de su teléfono, lo que activó una profunda, lenta y rítmica melodía que casi apagó los centros conscientes del cerebro de la hechicera, de pronto se sintió profundamente adormilada, como drogada, sus párpados se entrecerraron y su cuerpo se relajó, empezó a gemir dulce y largamente, tratando de resistir el pesadísimo sopor que la tenía atrapada- Mmmmm... Mmm...

- Eso es esclava, descansa, duerme, déjate llevar... Entrégate a Baal y a través de él a mí... -le susurró suavemente su captor, arrullándola, tratando de empujarla suavemente al sueño y al dominio del propio Baal sobre ella por medio de las zapatillas demoníacas, finalmente sus largas pestañas parecieron aletear rápida y brevemente antes de cerrarse con suavidad, dejando su serena figura sumida en un indeseado y traicionero sueño.

Baal se movía en un campo de muerte, una especie de enorme bestia felina, negra como el carbón con una gran melena ondeando al cálido viento de la masacre, sus ojos brillando al rojo vivo como brasas observaban todo, el campo de cadáveres no era un obstáculo para el ente sobrenatural que buscaba a su presa.

- ¡Serás mía! -gruñó entre sus colmillos la entidad mientras cazaba el alma y corazón de la hechicera en el campo de pesadilla, en el plano terreno apenas habían pasado algunos segundos en que Phoebe había empezado a danzar inconsciente frente a X, pero en el plano astral para Baal equivalía a toda una vida... ¡En especial por qué no habían encontrado a la hechicera!

- ¡Mía! -casi aulló la criatura, podía percibir a la hechicera escondiéndose entre los bordes del sueño y la conciencia, tratando de evadirlo ¡La hembra era consciente en el mundo astral! De pronto la bestia levantó su hocico al cálido aire infernal y pudo percibir al fin el delicioso rastro de la hermosa hembra sin someter, la tomaría y la haría suya, y sin el mortal interfiriendo en ese momento directamente podría continuar con su plan para alcanzar la libertad, utilizando a la hechicera según su conveniencia, se lanzó a la caza y dio un gutural rugido- ¡Rrrraaagggghhh...!

Finalmente llegó a un abismo junto a un interminable lago de lava, entre unas rocas estaba la hembra tratando de ocultarse, usando un manto con capucha de casi el mismo color de las piedras, estaba encogida contra los peñascos tratando de lucir más pequeña e inerte, pero era tarde, el ente ya no perdería su rastro, con deliciosa malicia Baal empezó a acercarse rodeando en silencio a la hechicera, acechándola y saboreando el momento justo antes de someterla y hacerla suya.

Finalmente, el antiguo ser sobrenatural llegó a unos pocos pasos a la espalda de la desprevenida mujer y cambio lentamente de forma hasta ser una silueta humanoide masculina de cuerpo fuerte, larga melena y ojos rojos.

- ¡Serás mía! -le susurró dominante al oído a la sorprendida mujer de espaldas luego de dar un salto y sujetarla de los hombros, haciendo una mueca que pretendía simular una sonrisa, pero que al mostrar sus afiliados colmillos parecía un gesto completamente distinto- ¡Obedecerás!

Las manos con garras de Baal la obligaron a volverse de frente a él para encontrarse al rostro temeroso de Phoebe Halliwell, que con los ojos cerrados solamente gimió.

- No...

- ¡Eres nuestra! -le gruñó el ser de ojos rojos, pero el rostro de la hechicera ya no mostraba temor, sino furia.

- No lo soy... Engendro arcano... -le respondió la mujer en un susurro- Soy libre, no puedes obligarme... Te detendré...

- Estás indefensa... -le respondió Baal mientras apretaba con sus garras la tierna piel de sus hombros- Nada puedes...

- Puedo -le siseó Phoebe mientras abría los ojos... que brillaban con una luz interna deslumbrante- y lo haré... criatura del abismo...

- ¡Rrrraaagggghhh...! - aulló de dolor el ser de sombras como no lo había hecho en un milenio al sentir como su forma astral era consumida por la luz fulgurante de la hechicera, su rostro se deshizo en una masa casi líquida, mientras caía hacia atrás transformándose en la bestial criatura negra, tratando de alejarse, buscando una salida...

- Has pasado milenios gozando al torturar y someter mujeres a la esclavitud... Es hora de que sientas un poco de esa agonía. -le dijo la mujer con media sonrisa a la vez que de un movimiento se quitaba su manto y su cuerpo entero lanzaba una luz cegadora que abrasó la parte posterior de la entidad cuando esta trataba de huir- ¡Es tu hora Baal, te toca sufrir!

- ¡¡Rrrraaagggghhh!! -gruñía el ser quemado, casi carbonizado, hasta la mitad de su cuerpo felino, mientras lanzaba dentelladas ciegas, abrumado por un sufrimiento casi olvidado de siglos y siglos en el pasado- ¡¡Raaarrrrgghh!!

Phoebe disminuyó su brillo a una fracción para acercarse lentamente al ser que yacía a sus pies, casi no se movía, y estaba tan quemado que no se podía distinguir lo que quedaba de su forma, solamente se podía reconocer un único ojo que la seguía y la miraba con una furia y odio eternos, pero también con otro sentimiento: burla.

- Lo sé Baal, no puedo destruirte tan fácil, existes completamente en cada fragmento y astilla de la prenda usada para contenerte, solamente destruyendo cada pieza de calzado contaminado se te puede enviar de vuelta a tu obscuridad primordial -le empezó a decir la mujer serenamente, casi con  compasión- Pero ahora tu sabes que mi poder mágico como hechicera reforzado por el de mis hermanas, aún a distancia pueden acabar con cada fragmento tuyo, al menos en el plano astral, quizás no pueda usar hechizos en el mundo real, pero el poder de la luz de mi familia no puede ser anulado. ¡Nunca vuelvas a acercarte a mí en este plano o lo pagarás!

Al decir lo último la hechicera cambió de postura y volvió a generar la luz de su cuerpo a plena potencia, haciendo aullar a Baal de pura agonía por última vez...

- ¡Rrrraaaaaagggghhh...!

En el mundo real Phoebe dejo de bailar ante X y cayó inconsciente al piso aún con una canción, dirigida a ella y sus zapatillas, sonando a buen volumen en las bocinas del cuarto.

- ¿Qué? ¿Tan pronto? No tiene sentido... -pensó el hombre al acercarse para examinar a la prisionera, pero al instante se inclinó hacia atrás, su rostro reflejando sorpresa y furia a partes iguales- ¿Qué? ¿Pero cómo? ¡No es posible! ¡No puede ser...! ¡Nooo...!

Phoebe yacía totalmente inconsciente y en paz, incluso parecía que sus labios se curvaban ligeramente en una sutil sonrisa, pero excepto por eso se encontraba perfectamente, en cambio las zapatillas demoníacas estaban destruidas, habían adquirido un color negro grisáceo y parecía que se caerían en pedazos, pues eran casi trozos de ceniza, alguna fuerza los había carbonizado por completo, incrédulo y molesto, X de inmediato se inclinó para quitarle a la mujer las zapatillas, pero al momento de tocarlas simplemente se deshicieron entre sus dedos como si fueran de arena, en segundos no quedaba nada de ellas.

- ¡Maldita bruja...! ¡Destruiste uno de mis pares, mientras no pueda crear más estos eran irremplazables...! -le gruñó el hombre a la mujer inconsciente mientras sacaba una pistola semiautomática color negro de entre sus ropas y le apuntaba iracundo- ¡No vale la pena! Ya me has costado mucho y eres demasiado peligrosa...

X amartilló el arma y apretó los dientes...

Pero no disparó, estaba decidido a ejecutar a la hechicera, sin embargo se contuvo y recuperó la calma en segundos.

Xander Scorpius recordó algo que la mujer le había dicho en la ocasión en que casi lo somete, la miró largamente de arriba a abajo y luego sonrió de forma siniestra mientras guardaba el arma entre sus ropas. Luego salió a paso veloz del aposento y entró a su estudio para empezar a revolver y buscar entre antiguos libros europeos de temas prohibidos y milenarias tablillas de barro escritas en lengua acadia y asiria, finalmente se detuvo en un códex de la civilización persa que le había costado bastante dinero en una subasta de objetos ilegales y peligrosos.

- Si... Esa puede ser la respuesta... Será difícil pero tal vez lo consiga... Así podría esclavizarla sin que ella pueda resistirse... y el secreto vino directamente de ti bruja... Tú sabiduría será tu perdición... Jejeje -susurró complacido para luego gritar- ¡Esclavas, preparen a la señorita Halliwell!... ¡Mañana tenemos mucho que hacer para finalmente convertirla en mi odalisca!

CONTINUARÁ

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