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Hechiceras: el reto de las zapatillas rojas 4.

en Control Mental

HECHICERAS: EL RETO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS.

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojasExpedientes X: el regreso de las zapatillas rojas, Alias: La invasión de las zapatillas rojas, Crónicas de las zapatillas rojas: la camarera, Ivanka Trump: El imperio de las zapatillas rojas y Crónicas de las zapatillas rojas: World Wide Web, antes de leer esta historia.

Estoy consciente de que he tardado demasiado en escribir esta continuación pero mi vida se ha vuelto muy complicada y a eso hay que añadir el trabajo, dedico este cuento a aquellos que han sido pacientes.

Por Sigma

Capítulo 4

Al día siguiente Phoebe soportaba como podía los abusos de las esclavas de X, desde el desayuno a la comida la habían estado estimulando sin parar de toda forma posible, desde seductores tonos de voz, ardientes miradas, caricias y besos sutiles, hasta descarados manoseos y toqueteos que se acercaban preocupantemente a la violación, mientras ella solamente podía gemir con la mordaza invadiendo su boca.

Pero había algo más... La hechicera podía sentirlo, el secretismo era evidente, su captor y sus esclavas planeaban algo importante, susurraban y hacían preparativos, manteniendo distancia en todo momento, pero sin perderla de vista...

- ¿Ahora que estarán planeando contra mí? -pensó preocupada y desafiante a la vez- Los volveré a vencer...

A media tarde ocurrió lo que la mujer esperaba desde días atrás, por la puerta entró la intimidante chofer sola, con su arma de dardos preparada y su saco del uniforme desabotonado, al parecer no deseaba perder ni un instante de placer.

- Hola muñeca... Ya no pude aguantar más para visitarte ¿Vas a venirte conmigo de nuevo? -le dijo burlona mientras descubría el cuerpo de la hembra al quitar las sabanas, dejando expuesto su tonificada figura apenas cubierta por una encantadora pieza de lencería que consistía en un minúsculo vestido de amplio escote que mostraba sus hombros y que apenas cubrían su entrepierna, la tela era muy sedosa, casi transparente de color negro, igual que sus medias al muslo con liguero de encaje... y no llevaba nada más, por lo que su lindo cuerpo lucía en toda su magnificencia bajo el material translúcido, sus zapatillas de esclava de inmediato cambiaron de color para volverse negras y brillantes como charol- Mmm... Si... Cada vez te ves mejor hermanita... Ya quería seguir explorando tu cuerpo ¿Lista?

- ¡Nnnn... Nnnn...!

De inmediato dejó su pistola de dardos, se acabó de quitar su saco y se acostó a lado de la encadenada prisionera, para empezar a acariciarla por encima de la tela, sus senos, sus costillas, su vientre plano y cintura.

- Aaahh... ¡Si Phoebe, eres deliciosa! Tu piel es tan suave... Y firme... -le dijo sin dejar de tocarla, mientras con su pie calzado con una bota de altísimo tacón empezaba a acariciar las pantorrillas y muslos de la indefensa hechicera.

- ¡Mmmm... Mmmm...! -empezó a gemir suavemente la prisionera para tratar de provocar a Bombón. Ella comenzó a meter su mano bajo el vestidito para masturbar a la mujer lenta y suavemente dentro de la tela casi transparente, siguió durante un largo rato, al mismo tiempo chupaba, besaba y mordisqueaba los pezones de la mujer secuestrada.

- ¡Mmmmm... Mmmgghh!

- Si hermanita, que bien te sientes... Me gustan tus gemidos ¡Ahora quiero que tú me des placer! -jadeó excitada la ex agente de la CIA a la vez que de un movimiento se quitaba los pantalones unidos con velcro, quedándose desnuda de la cintura para abajo, excepto claro por sus botas de amazona de tacón alto, en un instante estaba arrodillada sobre la cama, con el pecho de Phoebe entre sus muslos- Hazlo... ¡Quiero que me lleves al orgasmo con tu boca!

En un rápido movimiento, Bombón le quitó la mordaza e instantáneamente se colocó en posición y bajó sus caderas para que la mujer secuestrada le pudiera hacer el amor con sus labios y lengua, con lo que empezó a moverse en un lánguido vaivén sobre el sorprendido rostro de Phoebe.

- ¡Mmmmmm...! -se quejó, pero decidió seguir el juego esperando una oportunidad, empezó a chupar y lamer con un ágil ritmo que muy pronto tenía a la chofer sollozando de placer.

- Siii... Eso es... Aaaahhh... No pares... No pares... -a pesar de su gran autocontrol, y para su vergüenza, Phoebe empezaba a disfrutar lo que estaba haciendo, después de todo había sido amante y más aún de Cole, la Fuente del Mal, había visto y hecho muchas cosas que se salían de lo convencional, así que esto para ella no era más que otra experiencia para enriquecer su vida y quizás... darle la oportunidad de escapar- ¡Oooohhhh... Me vengo... Me vengo!

La esbelta  Bombón arqueó su espalda y volvió su rostro al techo mientras sollozaba de forma ahogada por el placer que la sacudió, confiada se quitó de encima de la hechicera y se recostó a su lado sonriente y satisfecha, colocando una pierna flexionada sobre el sexo de la mujer mientras con una mano se apoderaba de uno de sus senos.

- Mmm... Muy bien hermanita, eso fue delicioso... ¿Lo disfrutaste tanto como yo? -le susurró suavemente al oído a la indefensa hembra- Ya quiero repetirlo...

- No... Pero pronto lo disfrutaré yo... ¡Asur Kal Baal! -al escuchar las palabras la chofer trató de inmediato de alcanzar el control que había dejado en la cama, pero de nuevo Phoebe logró rodear su esbelta cintura con las piernas para controlarla, dos segundos después sus ojos estaban en blanco y su rostro neutro, al menos brevemente.

- Soy tu ama... Me obedecerás... -le dijo dominante y decidida sin dejar de mirar su rostro por si recuperaba la conciencia.

- No... X es mi amo, mi dueño... -respondió de forma casi mecánica Bombón.

- Bueno era de esperar... La vez pasada fue igual. -pensó rápidamente la hechicera, tratando de encontrar una solución en segundos- Si tan sólo tuviera más tiempo... Mmm... Quizás...

La miró por apenas unos segundos, buscando una forma de brincar quizás años de dominio y control de ese monstruo sobre la esclava... De pronto una idea le vino a la mente, entornó los ojos por un segundo y le habló.

- Yo soy X, soy tu amo...

La mujer lo miró un instante con sus ojos en blanco, como pensando...

- ¿Qué? No... ¿Tú eres mi amo? Yo... -sus párpados empezaron a moverse, a punto de despertar...

- Si... Quizás esa duda sea mi posibilidad de escapar... -pensó complacida la hechicera ante cualquier oportunidad que pudiera aprovechar, en ese instante, al ver que casi despertaba rápidamente le gruñó- ¡Upalshin!

Al momento giró la cabeza y cerró los ojos fingiéndose dormida mientras que la chofer sacudía ligeramente la cabeza, confundida y sorprendida al haberse quedado dormida (al parecer) luego de hacer suya a Phoebe.

- ¿Qué? Debo haberme quedado dormida... Mmm... Lo disfruté mucho... Debo irme antes de que lleguen mis hermanitas o peor... Mi amo, podría castigarme.

De inmediato se levantó  y se vistió como pudo mientras salía de cuarto, Phoebe sonrió levemente al escuchar la puerta cerrándose.

Un par de horas después las puertas se abrieron de golpe y entró X junto con la pelirroja y la doncella morena, ambas vestidas con elegantes batas de seda color escarlata, parecían llevar varios paquetes en las manos y se detuvieron como esperando órdenes de su amo. El hombre que vestía de negro se acercó a la cama sonriente y miró a la secuestrada satisfecho.

- Mmm... Sí... Te ves perfecta esclava, es hora de esclavizarte ¿Estás lista?

- ¡Nnnnn... Nnnnn! -respondió ella con una mirada de ira mientras sacudía la cabeza. Pero su captor sonrió aún más y oprimió un botón de su teléfono, activando el horrendo tono que la sumía en un profundo sopor del que no podía escapar- Mmmmmm... Mmmm... Mm...

- Comencemos... -dijo simplemente X mientras la hechicera se quedaba dormida y sus esclavas se acercaban a la cama...

El tiempo pasó inexorable para la dormida prisionera, como en un parpadeo... De pronto recobró la conciencia y se encontró bailando salvajemente en la penumbra, sin duda ya era de noche, había una música oriental sonando muy cerca, al pasar frente a un espejo vio que solamente llevaba puesto un taparrabos blanco que llegaba apenas a sus rodillas y cubría lo mínimo de su sexo, este rodeaba como una faja su cintura pero mostraba totalmente sus primorosas nalgas, dejándola prácticamente expuesta a cualquier abuso, una serie de elegantes cadenillas doradas adornaban su cuerpo, surgiendo de un collar, o más bien un grillete, de esclava como una delicada telaraña que adornaba maravillosamente su torso sin dejar de exponer su esbelta figura, su senos casi perfectos y su cintura pequeña, sus muñecas estaba encadenadas al collar detrás de su cabeza, forzándola a una postura a la vez sensual e invitante, obligándola a arquear levemente la espalda y sacar los pechos de pezones ya duros y erguidos, como ofreciéndolos...

 - ¡Nnnnn! ¡Nnnnggghh! - trató de hablar inútilmente, luego se dio cuenta de que su mordaza estaba oculta detrás de un sedoso velo, al estilo del cercano oriente, que cubría la mitad de su rostro dejando ver solamente sus ojos maquillados como los de una chica de harem. Seguía bailando provocativamente sobre sus altas zapatillas de esclava que habían adquirido un color blanco perlado y hacían lucir aun más sus torneadas piernas, brillantes por aceites orientales de aroma exótico, igual que el resto de su precioso cuerpo- ¡Mmmmm...!

- Ah... ya despertaste esclava, perfecto, esto será muy entretenido- le susurró X desde un sillón, sonriendo complacido al ver la mirada confundida y preocupada de Phoebe.

- Nngghh... Nnnnggghh... -gimió sintiendo como se excitaba sin poder evitarlo.

El cuarto se encontraba en penumbras, iluminado levemente por lámparas de aceite en las paredes y un pebetero en medio del cuarto, las otras dos esclavas estaban de pie en extremos opuestos del cuarto vestidas igual que ella, pero sus brazos se extendían hacia el techo igual que sus rostros mientras parecían repetir un cántico en una lengua desconocida para la hechicera, parecía similar al farsi, pero sus inflexiones lingüísticas eran primitivas.

- Eso parece persa antiguo... -pensó brevemente la mujer sin poder comprender nada- ¿Qué intentan ahora?

La música aceleró su ritmo y la hechicera no pudo evitar excitarse cada vez más, pero confiaba en poder controlarse para no venirse, evitar su clímax.

- Mmmnnn... Mmm... -gruñó de puro placer.

Justo entonces X empezó a recitar también en esa lengua olvidada con un tono más grave y dominante mientras la música llegaba a su momento culminante y la secuestrada empezaba a bailar contra su voluntad de forma frenética, moviendo sus caderas adelante y atrás.

- No lo conseguirán, fracas... -Phoebe se interrumpió de pronto, algo estaba pasando, podía sentirlo, había magia real actuando en la habitación, hechicería, lo que la confundió y asustó- ¿Qué? No es posible... Ninguno de ellos es hechicero, no deberían generar esta energía ¿Cómo pueden...?

En ese instante la música y sus zapatillas aceleraron aún más el ritmo al que tenían sometida a la hechicera. Aumentando la lujuria que todo lo invadía. Su cuerpo se arrodilló sin poder evitarlo y empezó a ondularse a gran velocidad, como si estuviera teniendo sexo con un amante invisible.

- Nnnnnn... -sin poder evitarlo la mujer entrecerró los ojos levemente emitiendo un sollozo ahogado, entonces percibió algo más y entendió parte de lo que pasaba.

- ¡Son las zapatillas! Son las que están creando el poder mágico necesario, como un generador, no es mucha energía pero puede ser suficiente para completar un  hechizo menor... ¿Pero de qué? Tengo que detenerlo, debo...

En ese momento la melodía llegó a su momento climático y todo pareció desdibujarse ante los ojos de Phoebe mientras su cuerpo se levantaba de un salto y bailaba, ya frenéticamente, por la habitación llevando a la hechicera al límite de sus fuerzas, todo mientras X observaba complacido el espectáculo.

- Mmm... Mmmmmm... -gimió la hechicera una y otra vez debido al enorme placer que seguía creciendo en su entrepierna de forma incontrolable- ¡Mmmmm... Mmm...!

De pronto el ensalmo que llevaban tiempo recitando se convirtió en un aullido ensordecedor que amenazó a la forzada bailarina con doblegarla, ella cerró los ojos y gritó a todo pulmón sin poder controlarse, mientras las otras dos esclavas la imitaban y la música terminaba.

- ¡Raaaaaarrrrgghh...!

Esto finalmente la hizo caer al piso como una marioneta sin hilos, sin control, sin pudor... y sin conciencia.

X se levantó al parecer muy satisfecho y sonriente, con un gesto de su mano las dos esclavas levantaron a la mujer desmayada y la colocaron en la cama encadenándola como siempre.

- Suficiente... Déjenla descansar un poco, mañana comenzarán al fin su condicionamiento y esclavitud... llegó nuestro momento... -sentenció al fin al mirar unas pequeñas chispas azules brillando por un instante en el sexo de Phoebe bajo el pequeño taparrabos, sonrió, luego dio media vuelta y salió del aposento.

 Al despertar al día siguiente todo parecía normal, pero la hechicera sabía que algo había cambiado.

- Maldición... Puedo sentir un hechizo afectándome, pero no sé cómo o por que, si pudiera hablar podría averiguar más con algún conjuro, pero ahora no me dejarán, tendré que esperar.

Sí bien ese día la bañaron como siempre, esta vez ya no trataron de excitarla o provocarla, la limpiaron con la frialdad de un médico y la dejaron vestida y encadenada a la cama, pero esta vez no le dieron de almorzar, obviamente no querían  arriesgarse a dejarla hablar,  al menos de momento. La mujer se sentía un poco cansada pero excepto por eso no sentía mayor diferencia real, excepto claro, por su percepción mágica, esa le indicaba claramente que algo más le habían hecho pero que tendría que esperar hasta que su captor apareciera para saber exactamente qué hechizo le habían lanzado, solamente esperaba estar totalmente preparada para lo que fuera.

Finalmente antes de una hora apareció el hombre en la puerta de la habitación, vestía de negro y miró a Phoebe complacido, le habían puesto un amplio vestidito blanco de profundo escote en V y que apenas llegaba a cubrir su entrepierna, llevaba unas virginales medias blancas al muslo con elásticos adornados con primorosos encajes y las zapatillas de esclava ya se habían vuelto blancas como nieve.

- Oh sí, luces perfecta, justo lo que he deseado desde hace semanas... Esclava...

- ¡Nnnn... Nnn...! -le gruñó la hechicera, desafiante pese a todo, al verlo acercarse a la cama, detrás de él entraron la pelirroja, vestida únicamente con lencería negra de encaje, y la doncella morena, con su sexy uniforme, luego de que X se sentó en un sillón ambas se pararon a su lado, como esperando.

- Bien, empecemos... -dijo el hombre y al momento activó su teléfono con el tono bien conocido y odiado por la prisionera que le quitó la conciencia por unos segundos.

Cuando se recuperó del tono paralizante Phoebe ya estaba bailando por el cuarto siguiendo una sexy y lenta melodía, con sus manos esposadas tras ella, sus lindas piernas se extendían de forma grácil y su amplio vestidito se levantaba con los giros mostrando debajo dos cosas: una pequeñísima tanga blanca que apenas cubría la feminidad de la forzada bailarina y una maravillosa cinturita más arriba.

- Nnngg... ¡Nnnnggghh! -trató de gritar tras la mordaza, al sentirse excitada como en otras ocasiones, pero de nuevo pudo percibir que esta vez pasaba algo más... De pronto sintió algo parecido a una leve punzada en su sexo, seguida por un raro cosquilleo, y entonces los ojos de la hechicera se abrieron casi desorbitados y gimió aterrorizada- ¡Nnnmmm... Nnnmmm...!

Podía sentir como algo "vivo" empezaba moverse entre sus piernas, agrandándose y endureciéndose rápidamente. Ella nunca había sentido algo así, por lo cual le costó interpretarlo, pero en minutos lo supo... Estaba teniendo una erección, podía percibir ese miembro ya duro y sin duda estaba abrumada por toda una serie de sensaciones nuevas que jamás había conocido. En ese instante su "miembro" alcanzó su máxima dureza llegando a los 45 grados de elevación y la sensibilidad de esa extraña prolongación confundió y asustó a Phoebe, haciéndola gritar.

- ¡Mmmmnnnnnggg! -sin embargo al verse brevemente ante un espejo pudo comprobar que no había nada en su entrepierna, su sexo lucía tan femenino y encantador como siempre, lo cual la tranquilizó, aunque parcialmente, pues seguía sintiendo ese extraño apéndice duro saliendo de su cuerpo, y podía además detectar el roce de la tela de su diminuta tanga contra este, lo que para su sorpresa la estaba estimulando, sumándose al placer del baile que las zapatillas embrujadas ya le provocaban.

- ¿Qué te parece esclava? ¿Te gustan tus nuevas sensaciones? Apuesto a que no sabes qué hacer con tantos nuevos placeres... -le habló al fin X con una carcajada perversa mientras la chica trataba de dominar sus sentidos al seguir bailando por el cuarto obligada por las zapatillas a excitarse más y más.

- ¡Nnnnnn! ¡Nnnnnn! -ella sacudía la cabeza tratando de resistir pero las nuevas sensaciones la sofocaban.

- Si te lo preguntas se trata de un pequeño hechizo persa de una antigua secta del placer, la idea era... -en ese momento la mujer pasó bailando frente a él y aprovecho para darle un firme azote en la nalga que la tomó desprevenida y casi le causa un orgasmo forzado, haciéndola gritar- ...prolongar el placer sexual en hombres ya viejos o recuperarlo en eunucos, devolviéndoles su vigor perdido, como si de nuevo fueran jóvenes, pero lo que me llamó la atención fue un caso en el que una princesa de gustos digamos... Exóticos, hizo el hechizo en sí misma para disfrutar el sexo como un hombre... Eso me hizo pensar en ti...

- ¡Nnnnggghh... Nnnnggghh! -gruñó de nuevo Phoebe al empezar a sentirse desesperada por el placer que parecía atacarla por todos lados en especial por sensaciones nuevas que nunca antes había disfrutado, sentía ese extraño apéndice sacudiéndose con cada movimiento, lo que creaba nuevas sensaciones cada vez más poderosas...

- Debería agradecértelo, me diste la pista que necesitaba para someterte... A pesar de estar casi enloquecido de placer por tu embrujo pude recordar lo que me dijiste, tengo muy buena memoria ¿Sabes? Eso de que los hombres somos más vulnerables al dominio sexual, más fáciles de forzar al orgasmo, yo mismo lo experimentaba en ese momento ahora me doy cuenta de que tenías razón... Esclava...

Pese a todo Phoebe aún resistía, aún no la habían forzado a venirse y para ella eso aún le daba esperanzas, aunque ahora mismo, para su vergüenza, bailaba sensualmente sobre el regazo de su captor dándole la espalda, pero sin dejar de ser consciente de esa cosa dura y cálida entre sus femeninas piernas.

- Eso es esclava, baila para mí, ahora sí te veo disfrutar -le dijo X muy complacido, la mujer lucía pálida y desesperada pero también muy excitada, estaba seguro de haber encontrado el ingrediente faltante para dominar a la hechicera, empezó a acariciar lenta y sensualmente la espalda, cintura y caderas de su cautiva con ambas manos- Sigue muñeca... ¡Pronto al fin serás mía!

Ella siguió bailando cada vez más deprisa pero al menos su cuerpo volvió a moverse por el cuarto alejándose de las enloquecedoras caricias de ese hombre.

- ¡Aaaaahhhh!... Tengo que... Hacer... Algo... -pensó atemorizada por el hechizo al que estaba sometida- Si me... quitarán... Esta... Maldita... Mordaza... ¡Oooohhhh! Podría... Defender... Aaaahhh... me...

La música seguía acelerando más y más, mientras ondulaba su cuerpo grácilmente apoyando sus manos en la pared, por momentos Phoebe sentía que se iba a desmayar pero a fuerza de pura voluntad aún lograba resistir... sin embargo la indescriptible sensación de placer que tenía cuando ese fantasmal falo pulsaba de gozo la horrorizaba...

X la miró fijamente pero no se preocupó en absoluto, ya la tenía justo donde quería.

- Admirable tu resistencia... Pero ya estás al borde de la derrota, solamente falta algo más... Mmm... ¡Ya sé! Querida Piernas tráeme el corset blanco.

La apetecible doncella erótica obedeció de inmediato, caminó hasta la puerta, se inclinó sin doblar las rodillas (luciendo sus pequeñas pantaletas negras y sus magníficas piernas y nalgas al levantarse su vestidito de mucama con ese movimiento) para gozo de X y su hermanita, luego, de una elegante caja sacó una prenda que le llevó a su amo, era un delicioso corset blanco adornado con encajes que se podía ajustar fácilmente por medio de una serie de cintas entrecruzadas en la parte posterior.

- Esto te va a gustar esclava -le aseguró X mientras le mostraba la machista lencería, diseñada para lucirla cómo un objeto de lujuria, convirtiéndola así en una muñeca de placer,  y por su pequeño tamaño seguramente le formaría una diminuta cintura- Pronto la disfrutarás Phoebe... Será tu... Uniforme.

La hechicera se dio cuenta del plan de ese hombre: al ajustarle esa prenda no solamente sería un símbolo de su dominio sobre ella, también le impediría moverse libremente, estaría físicamente limitada y si se lo ajustaban demasiado...

- No... No por favor... Eso no... -pensó a punto por primera vez desde su captura a entrar en pánico: con la prenda tan ajustada no podría respirar bien, lo que no solamente entorpecería sus procesos mentales, también aumentaría (aún contra su voluntad) su placer sexual...

- Ven esclava... A mí... A tu nuevo amo... -dijo X sonriente y luego chasqueó los dedos y palmeo su muslo muy sonriente.

- ¡Nnnnggghh! ¡Nnnnggghh! - la hechicera trató de negarse, de resistir, mientras sacudía negativamente la cabeza pero sin poder evitarlo su cuerpo empezó a bailar en dirección hacia su captor, sensual e inexorablemente.

Cuando estuvo bailando entre las piernas del hombre sentado, dándole la espalda, este la rodeó lentamente con el corset mientras sonreía y lo puso sobre el vestido para forzarla a tener una estilizada cintura. X fue ajustando las cintas cada vez más, jalando y apretando, hasta que las duras varillas forzaron su cuerpo a tener la forma de un reloj de arena.

- ¡Dioses!.. No puedo respirar... ¡Auxilio! -pensó desesperada tratando inútilmente de resistir, mientras sentía al falo fantasmal ponerse aún más duro, si es que eso era posible...

- Muy bien... Ahora está perfectamente puesto para ti esclava ¡Baila! ¡Baila para mí!

La hechicera se apartó de su captor y siguió bailando sensualmente por la habitación, pero pronto empezó a sentirse mal, se le nublaba la visión, incluso pensar se volvía más y más difícil.

- ¿Pero... Que está... Pasando? ¿Qué... Me... Hicieron? -empezó a pensar casi delirante por la falta de aire, mientras sentía ese extraño miembro en su ingle pulsar cada vez más de prisa.

- Mmm... Mmm... -empezó a gemir Phoebe mientras sus párpados se entrecerraba, ya no soportaba más placer... Pero debía resistir, debía soportar... Aunque ya no recordaba bien el motivo...

X se levantó y de un fluido movimiento se acopló al movimiento de la mujer, abrazándola desde atrás, una mano abrazando su cintura, la otra sujetando su garganta suavemente, pero obligándola a mirar hacia atrás mientras el hombre se daba placer con las preciosas nalgas de Phoebe, o bien acariciando y pellizcando sus senos y pezones metiendo la mano en su bello escote.

- ¡Mmmmm... Nnngg! -gemía una y otra vez de placer la mujer pero de algún modo lograba mantener suficiente fuerza de voluntad para aguantar, pese a las perturbadoras sensaciones que le causaba el hechizo del que era presa, en su mente doblaba y redoblaba esfuerzos para aguantar, pero cada vez se sentía más sofocada- Debo resistir... Debo resistir... Debo...

- Mmm... Veamos que tenemos aquí... -le dijo X con crueldad mientras su mano en la cintura de la mujer ahora se introducía en la pequeña tanga y empezaba a acariciar vigorosamente su clítoris con dos dedos bien lubricados en los propios líquidos sexuales de la bella prisionera- ¡Oh sí! Que húmeda... De verdad estás excitada esta vez, apuesto que apenas puedes aguantar...

- ¡Mmmggg... Mmmggg! -gimió la chica tras la mordaza, el sonido era mitad placer, mitad desafío, se sentía a punto de perder la razón pero aún confiaba en poder seguir resistiendo la estimulación a la que era forzada, pese a que cada vez se sentía más mareada...

- Uuufff... fue divertido y placentero pero llegó la hora esclava, empecemos a jugar en serio -al decir esto mientras seguían bailando juntos y pegados al ritmo de la música, el hombre dejo de acariciar el sexo de Phoebe, en su lugar levantó la mano unos  centímetros, cerró los dedos índice y medio contra el pulgar en un círculo, tras lo que empezó a mover la mano arriba y abajo a buena velocidad- ¡Es hora de que seas mía!

- ¡Mmmmmnnn! -gruñó sorprendida la hechicera, aunque sabía que no había nada en su ingle podía sentir la mano de su captor moviéndose ágilmente, apoderándose de ese miembro fantasmal, masturbándola... Pero nunca había sentido algo semejante... Su mente se confundía debido al placer... y a la falta de aire- ¡Oooohhhh... Oohhhh! ¿Qué es... esto? ¡Aaaahhh!

La música alcanzó su punto culminante y X empezó a mover la mano a gran velocidad en la entrepierna de la hembra en su poder, ella sentía claramente como la carne de esa "cosa" entre sus piernas se extendía y contraía, percibía como un trozo de piel se deslizaba suavemente contra la muy sensible punta del inexistente falo, forzándola a un gozo que jamás había experimentado, al menos como mujer...

- ¡Nnnngggh... Nnnnggghh! -empezó a gruñir la mujer con un ritmo entrecortado... Casi desesperado... su vista se cerró en un túnel dificultando su visión.

- Eso es, esclava, sigue, vas a venirte... Y serás mía -el secuestrador sonreía, nunca había tenido interés por la homosexualidad, no era algo que le atrajera (excepto claro el lesbianismo de sus esclavas), pero debía admitir que estaba disfrutando doblegar a Phoebe de esa manera, causándole un orgasmo "masculino", sin duda la hechicera tenía pleno dominio y control de su sexualidad femenina, pero dudaba que estuviera preparada para el salvajismo y descontrol de la masculina- Eso nena... No te contengas... Vente... Disfrútalo... Jejeje ¿No es esto muy parecido a cuando casi me doblegas puta? ¿Te acuerdas? Estuviste a punto de tenerme... Yo no podía aguantar más, me tenías a tu merced, hubiera hecho lo que tú quisieras... Pero fallaste perra... y ahora es mi turno, la diferencia es que a ti nada te salvará... ¡A partir de ahora me perteneces esclava!

- ¡Mmmmmm...! -sollozó la hechicera, ya incapaz de pensar correctamente y resistir concientemente a X.

En ese instante el hombre de negro empezó a mover su mano de manera frenética, llevando la extraña masturbación de Phoebe, junto con la hipoxia y el poder de la música y las zapatillas, más allá de lo que ella podía resistir... al fin, tras dejar de bailar, las piernas de la hechicera se tensaron y quedaron muy derechas, sus pies se pusieron de punta y su espalda se arqueó, no pudo evitar lanzar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos... Mientras eyaculaba...

 - ¡Nnnnnnngggghhhhh...! -estalló al fin la hechicera con su orgasmo, sin poder controlarse más, su tremendo grito resonó por la habitación incluso a pesar de la mordaza, cayendo finalmente exhausta en los brazos de su captor que feliz sostuvo a la hembra como si fuera un galán a su dama en la portada de una novela romántica, tenía los ojos entrecerrados y su cabeza se movía lentamente de lado a lado, aún confundida, mientras su respiración seguía siendo superficial y rápida- Nnnnnn... Nnnnn...

La música terminó al fin y Phoebe todavía trataba de comprender lo que le había pasado.

- Mmm...

- Aaahh... Lo hiciste muy bien esclava... -le dijo X con los ojos ardiendo y la voz ronca de deseo mientras aún la sostenía- Al fin puedo empezar a condicionarte en forma...

Al oír estas palabras la hechicera pareció recordarlo todo, en un instante abrió los ojos, logró enderezarse y de un movimiento empujó al hombre, sacándolo de equilibrio para luego correr lo más rápido posible hacia la puerta de la habitación, pero X se rió confiado mientras la pelirroja activaba un control en su mano, con lo que el esbelto cuerpo de Phoebe se volvió un arco por un instante, antes de empezar de nuevo a bailar cuando estaba a punto de salir de la habitación.

- ¡Mmmmgg...! - gimió de nuevo mientras se movía sensual por el cuarto y el hombre se acercaba a ella de forma amenazante... para finalmente pegarse a ella de nuevo por detrás, bailando acompasados con sus manos sujetando la pequeña cintura de la cautiva.

 - Ahora estoy seguro que te tengo, te sabes derrotada ¡Por eso el desesperado intento de huir! Jajaja... Pero es tarde esclava, ya no tienes salida, es hora de establecer mi dominio definitivo sobre ti, después de todo ahora sé cómo acabar con tu resistencia... -al decir esto X puso su mano sobre el sexo de la hechicera e hizo un gesto de pellizco en el aire.

- ¡Nnnnggghh...! -gruñó Phoebe al sentir como ese hombre horrendo la causaba una punzada de dolor en su extraño falo fantasmal, que sin embargo la hizo sentir extrañamente aún más dura y excitada, tras lo que miró furiosa a su captor con deseos de matarlo, pero le duró poco el enojo, pues su captor empezó de nuevo a masturbarla rápidamente con su mano subiendo y bajando en la nada, golpeándola de nuevo con una oleada de placeres prohibidos que se acumulaban más y más en esa pulsante carne inexistente y que antes jamás había experimentado- Mmm... Mmmm... ¡Mmmmmgg!

- Eso es... ¿Te gusta esclava? -le dijo sonriente X mientras seguían bailando juntos.

- ¡Dios...! Lo estoy... Ooohhh... Disfrutando... ¡Tanto...! No puedo... Evitarlo... -pensó desesperada, era evidente que el poder de las zapatillas rojas, junto con la falta de aire y ese horrible embrujo de placer eran suficientes para terminar con su disciplina mental y sexual de  años, dejándola como una adolescente excitada por primera vez, sin control, ni voluntad, podía sentir a ese maldito hombre detrás de ella, su propio miembro duro presionando contra las nalgas de la mujer y, para su enojo y vergüenza, también eso se sumaba a su excitación- Mmmmm... Nnnnggghh...

- Es el momento de empezar... Esclava, ya estás lista, nos espera un largo, tortuoso y delicioso camino, pero no tenemos prisa ¿Verdad? Iremos paso a paso y muy pronto no solamente harás hechicería para mí, sino que serás mi odalisca personal y lo disfrutarás mucho -le empezó a susurrar al oído el hombre, en un tono bajo y ronco a la vez que seguían su baile, y él seguía acariciándola y excitándola mientras empezaba a condicionarla para hacerla suya. Totalmente suya... Mientras seguían bailando y la hechicera se excitaba más y más X siguió dándole despreciables y seductoras instrucciones dulcemente al oído...

- Nnnn.... Nnnn... -trató ella débilmente de negarse, pero con unas cuantas caricias al aire sobre su entrepierna por parte de su secuestrador pronto la tenía jadeando, con los ojos entrecerrados y asintiendo suavemente a las sensuales órdenes que le eran impuestas a la vez que la música y el baile le impedían a las otras esclavas saber lo que le decía su amo de forma íntima y cercana- Mmmjjjj... Mmmjjjj...

Al día siguiente Phoebe despertó aún encadenada y confusa sobre los sucesos del día anterior, le costaba trabajo recordar, incluso pensar, en lo ocurrido, pero pese a todo sabía que le habían hecho algo terrible, sabía que estaba en mayor peligro que nunca.

- Ooohhh ¿Qué me pasó? Debo hacer algo... -pensó mientras sacudía la cabeza y trataba de recordar lo ocurrido- Pero ni siquiera estoy segura de que hacer...

Trató lentamente de forzar sus grilletes acolchados, pero seguían tan resistentes como el primer día, miró a su alrededor buscando de nuevo una salida, pero se sorprendió cuando vio su indumentaria: llevaba puesto un vestido de bailarina de ballet blanco completo, con tutú y corpiño, reforzado de nuevo por un apretado corset a juego que le dificultaba respirar, medias blancas y en sus pies las más bellas y femeninas zapatillas de ballet que hubiera visto, eran color rojo sangre y atadas con cintas a sus tobillos.

- ¿Y esto? ¿Qué pretenden ahora? -pensó intrigada, pero de pronto ya no pudo apartar la vista de las brillantes zapatillas rojas, eran hipnóticas y además de reflejar la luz forzaban sus pequeños pies a verse más delicados y estilizados- ¿Qué... Está... Pasando?...

Con gran esfuerzo logró apartar la vista del calzado, preguntándose cuál sería el nuevo plan de su captor, temiendo por su propia alma al recordar cómo se había quedado paralizada observando sus zapatillas rojas.

Entonces entró al cuarto la linda mucama morena llamada Piernas con una charola con comida en las manos, lo cual le encantó a la hechicera, podría comer algo, incluso quizás podría usar algún contrahechizo para bloquear o al menos retrasar los efectos de esa prenda maldita en ella. Aunque era obvio que ya habían empezado a cambiar ciertos aspectos de su mente y comportamiento.

- Tendré pocos segundos, mejor que mi hechizo valga la pena -pensó cuando la doncella se sentó junto a ella en la cama y destapó los alimentos calientes y aromáticos, luego le quitó la mordaza con cuidado, la dejo cuidadosamente en  la mesita de noche y levantó la cuchara para alimentarla...

- Ahora, es mi oportunidad... -pensó un instante antes de lanzar un conjuro que pensó podría ayudarla- Aaaahhh... Aaahh... ¿Gaaahh?

Pero no pudo, solamente logró emitir gemidos y gruñidos...

- ¡Malditos... Malditos...! ¿Qué me hicieron? -dijo entonces furiosa la hechicera, pero al ver que podía hablar volvió a intentar con otro embrujo- ¡Nnnaaaa... Nnnaaaa...! ¿Oooohhhh...?

- Oh... Lo siento muñeca, pero el amo ya no quiere que uses tus hechizos obscuros, por eso te condicionó para no poder usar tu poder sin su permiso explícito -le explicó la doncella mientras se sentaba junto a ella en la cama con un plato de comida- Así podrás comer y ya no tendrás que usar esa fea mordaza, aunque debo decir que te queda sexy...

- ¡Hijo de...! ¡Maldito sea, maldito...!

Phoebe estaba furiosa al sentirse casi  indefensa gracias a las manipulaciones de X, sin embargo aún le quedaban un par de cartas por jugar, pero solamente tendría una oportunidad así que debía elegir el momento con cuidado.

Mientras pensaba en sus opciones Piernas empezó a darle de comer en la boca y como tenía mucha hambre ni siquiera se resistió, solo siguió pensando en su siguiente paso a la vez que masticaba mecánicamente. Pero entonces algo terrible le pasó... De reojo vio como la morena cruzaba sus deliciosas piernas cubiertas con medias negras y estando sentada con esa minúscula faldita las dejó bien expuestas como exquisitos objetos de placer, sus tacones de aguja negros estilizaban sus extremidades aún más. La hechicera no pudo evitar verlas... Y entonces ocurrió...

- ¡Aaagghh...! ¿Pero qué pasa? -Phoebe no pudo evitar gemir mientras daba un respingo en la cama... Al ver a esa deliciosa esclava lucirse así la cautiva sintió claramente como su miembro fantasma se empezaba a poner duro, tenía una erección por ver a la chica...- No, eso no, maldito hechizo... ¡Aaaahhh!

La hechicera no tenía problema con ser bisexual, ya lo había experimentado antes, pero esto era diferente, siempre había tenido total control, incluso podía llegar a dominar a la otra chica, pero ahora no podía manejarlo, ni detenerlo y era muy intensa su excitación, en segundos ya se sentía tremendamente húmeda, mientras su erección era cada vez más intensa y excitante, podía sentir perfectamente el contacto de su extraño falo con la tela de su ropa, cada centímetro de piel, venas y pliegues rozando con las sedosas pantaletas, aunque sabía muy bien (y de hecho podía ver) que no había nada ahí, y su dificultad para respirar debido al corset lo volvía aún peor.

- Oh... ¿Estás bien preciosa? Estás sonrojada y pareces sofocada -dijo la mucama a la vez que tocaba su frente y mejillas con el dorso de la mano.

- Gracias... Pero estoy bien no necesito... ¡Aaaaahhhh... Aaahh! -sollozó sin poder evitarlo cuando la morena cerró sus finos dedos alrededor de la nada en su entrepierna para luego empezar a subir y bajar lentamente, haciéndola tocar el cielo por un instante- No... Oooohhhh... ¡Bast... aaaaahhh!

- ¡Mmmhhh! Sí... Mi señor me dijo que ya podíamos jugar contigo hermanita, que lo disfrutarías...! Que debíamos asegurarnos de que siempre la estuvieras pasando deliciosamente... ¡Sieeeempre!

- ¡No!... No... Noooohhh... Ooohhh... -sollozaba a la vez que la sexy doncella se inclinaba hacia ella, apoyando una rodilla en la cama sin dejar de masturbarla, para luego oprimir un botón en el control que sacó de de su coqueto delantal con la otra mano, haciendo sonar una sensual melodía barroca en las bocinas, con lo que de inmediato los pies de zapatillas rojas de Phoebe se pusieron de punta, sus piernas se tensaron, se levantaron y empezaron a moverse con la música- ¡Nooooohhh... Ooohhh... Por favor... Aaaahhh... No ambas... Cosaaaahhh...!

La mujer sollozaba no solamente por su vulnerable situación, sino también aterrorizada y confundida por qué pese a las abusivas manipulaciones de la bella morena Phoebe no podía apartar la vista de sus exquisitas piernas y su apetitoso escote que destacaban hipnóticos en las blancas sábanas mientras seguía jugueteando con el falo inexistente de la mujer, sin embargo, no recordaba haber sido condicionada para ser bisexual de esa manera tan incontrolable.

- Mmm... ¿O me... Obligaron a... Olvidar? -empezó a dudar preocupada por esa posibilidad cuando su clítoris empezó a pulsar a ritmo con su miembro fantasmal de forma enloquecedora- ¡Oooohhh... Noooo!

- Siiiiii querida... Eso es... -empezó a decirle Piernas sonriente mientras su mano seguía bombeando a buen ritmo en la entrepierna de la hechicera- Lo estás haciendo... delicioso...

- Debo... Resistir... No debo... Ceder.. -susurraba una y otra vez la cautiva como un mantra mientras la morena aprovechaba para soltarla de la cama y esposar sus manos a la espalda, al instante de un salto el esbelto cuerpo de Phoebe se levantó de la cama y empezó a bailar como una consumada bailarina de ballet, y sin duda tenía el cuerpo perfecto para hacerlo, pero ella seguía repitiendo su frase, tratando desesperadamente de resistir, mientras su mente aún trabajaba a toda velocidad- No... No lo permitiré... Ya X me forzó a venirme ¡Dioses qué vergüenza! No permitiré que su esclava me haga lo mismo...

Por fortuna Piernas se lo tomaba con mucha calma, al parecer quería torturarla con placer por largo tiempo, sin duda la doncella quería mantenerla lo más excitada y caliente posible, sin darle la liberación del orgasmo, dejándola lista para su amo. Entonces la música terminó y por un momento Phoebe quedó libre del control de las zapatillas...

- Ahora... Debo actuar ya... -pensó la mujer a la vez que desde el piso daba un salto y con el hombro empujaba a la sexy doncella contra la pared, donde se golpeó en la cabeza, cayó inconsciente en el suelo alfombrado y de su mano resbaló el pequeño control, entonces usando su precisión y velocidad de peleadora logró de un poderoso golpe con su talón hacer añicos el aparato, impidiendo así que la música continuara- Eso es... No es... mucho pero... debía intentarlo...

La cámara de seguridad parecía encendida y Piernas comenzaba a moverse, por lo que la hechicera simplemente salió corriendo.

- No tengo... tiempo para... nada... -pensó aún jadeante por la actividad, la excitación y el perverso corset que seguía forzando su figura para el placer de X. Por suerte la puerta del cuarto solamente estaba emparejada. Asomarse al pasillo, ver varias puertas y correr, fue todo una misma acción para la mujer que sonrió al notar cómo podía correr a gran velocidad en sus zapatillas embrujadas pese a lo resbaloso que parecía el suelo encerado, no obstante Phoebe no albergaba muchas esperanzas- Uuufff, así no podré llegar lejos, aún estoy encerrada en este lugar, mis manos siguen inutilizadas y llevo estás malditas zapatillas... Pero si al menos pudiera ocultarme por unas horas... O salir del edificio... Eso podría atrasar sus planes, no importa cuánto, debo conseguir tiempo...

En ese instante una enorme puerta de madera de doble hoja se abrió al fondo y en el umbral estaba X, sonriente, tronó los dedos y una insidiosa música clásica empezó a sonar, haciendo bailar a la hechicera una vez más ahora en el pasillo, de puntitas como una bailarina en El lago de los cisnes.

- ¡Hijo de puta!  No... Lo haré... No me entregaré... -le gruñó Phoebe mientras bailaba tratando de mantener distancia, si al menos pudiera evitar acercarse a ese hombre... Pero su excitación ya empezaba a invadirla de nuevo...- Mmm... Nooo... Por favor...

- Vas muy bien esclava... Hemos avanzado mucho pero aún nos falta mucho más... Ven a mí... Podría chasquear lo dedos pero quiero que tú misma te acerques...

- No... Nunca... Tendrás que forzarme... Jamás lo... Haré voluntariaaaahhh... mente... Bastardooohh... -trató de gritar desafiante aunque más bien fueron  deliciosos gemidos...

- Oh, pero lo harás Phoebe, te lo aseguro, quizás no ahora, ni mañana... Pero pronto, muy pronto lo harás... mi dominio sobre ti cada vez es mayor, ahora lo verás... -entonces X la miró con gran intensidad, con suprema seguridad, a los ojos, luego sonriendo puso la mano a la altura de su propio sexo, cerró los dedos suavemente en la nada y empezó a subir y bajar la mano, como simulando su propia masturbación...

- ¡Aaaaggghh...! -sollozó Phoebe sin poder evitarlo, podía sentir ese movimiento de la mano de su captor en su propio sexo ¡Aunque estaba al otro lado del pasillo! Lo hacía de forma delicada y rítmica, insidiosamente... Subía y bajaba, una y otra vez, la mano se movía en pequeños círculos sobre la cabeza de su miembro fantasmal, luego empezó a simular acariciar por debajo y para sorpresa y espanto de la hechicera pudo sentir unas desesperantes y excitantes cosquillas en lo que ahora sabía eran sus inexistentes testículos... - ¡Aaaaahhhh... Ooohhh!

Los gemidos de Phoebe se volvían más fuertes mientras entrecerraba los ojos, las zapatillas y el corset debilitaban su resistencia, empezaba a sentirse mareada y confundida… cuando volvió a abrir los ojos se dio cuenta de que se estaba acercando al cuarto del fondo y a X que la esperaba sonriente y perverso mientras seguía masturbándola a distancia, la mujer se dio cuenta entonces de que no era el poder de las zapatillas rojas, sino simplemente el placer salvaje, la lujuria incontrolable de su extraña “masculinidad” que la dominaba lo que la estaba seduciendo para acercarse más a esa fuente irresistible de gozo, las zapatillas rojas de ballet, aun de puntitas, parecieron pulsar satisfechas con la debilidad de la hechicera.

- ¡Nooo…! ¡Nooooohh! ¡Aaaaahhh…! ¡Nooooohhhh… Ooooohhh! –Trato de resistir desesperada ella mientras instintivamente si cuerpo la traicionaba sin que pudiera evitarlo acercándola a la fuente de ese placer que nunca había conocido- ¡Aaaaahhhhh…! Ya no… puedo… más… que placeeeeerrr… como pueden… ¡Resistirloooooohhhhh…!

Un gran orgasmo se acercaba al sexo de Phoebe a toda velocidad, pero era solamente el principio de los placeres que le esperaban en los próximos días, y lo peor era que ella sabía que ya no podía impedirlo, le habían arrancado la voluntad, solamente podía esperar poder retrasarlo esperando que de algún modo sus hermanas pudieran hallarla antes de que se convirtiera en el juguete de su secuestrador en todo sentido... posiblemente para siempre.

 CONTINUARÁ

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