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Max, mi perro.

en Zoofilia

Max era mi perro, era mi perro porque yo fui el que lo salvo. Estaba una tarde jugando a la pelota con amigos en una cancha de tierra, en la cual teníamos unas piedras simulando los palos del arco. Estábamos en eso cuando nuestro arquero grito - ¡Un perro bebe! - y todos fuimos a mirar que era lo que había. Dentro de una caja, cerca del arco, había un pequeño perro recién nacido, era blanco y con manchas negras en el pelo. Era pequeño, porque aun ni siquiera lograba abrir los ojos. De inmediato lo tomaron en brazos y por un instante se convirtió en la pequeña mascota del equipo. Cuando la tarde se iba cerrando tuvimos el grave problema de con quien dejar al perro.

Desde que lo vi no pude evitar enternecerme y en ese momento cuando todos iban rechazando quedarse al cuidado del perro y temiendo que el perro quedara abandonado a su suerte levante la mano y dije;

- ¡Yo me lo llevo!-

Yo sabia que era difícil, mi papa no iba a querer que nos quedemos con el perro, pero yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de tenerlo. Llegando a casa mi padre dijo que iría a botar el perro, porque no lo podíamos tener, yo renege y le dije que yo limpiaría sus mugres, yo lo alimentaria, yo le construiría una casa en el patio, en resumen, yo me ocuparía del perro porque el perro era mio, no de él. Mi padre no confiaba en mi, a mis 11 años aun no había demostrado tener la responsabilidad suficiente para tomar tareas y cumplirlas. Dos difíciles años pasaron en los que el perro se mandaba una y otra tontería, rompía flores, hacia hoyos, sacaba y rompía la ropa tendida en el patio y yo tenia que pagar sus culpas haciendo mas quehaceres en la casa, de todas formas yo amaba al perro y las hacia sin quejarme.

A veces cuando venían visitas, Max se colgaba de sus piernas e intentaba tener sexo con ellas lo que causaba la ira de mis padres, mi mama decía que al perro había que conseguirle una perra con la que estar, mi papa solo le enviaba una patada. El colmo llego cuando nuestros vecinos adquirieron una perrita a la que llamaron Lucy. A la perrita no la esterilizaron, por lo que cada siete meses tenia los celos, en estos celos el Max se ponía insoportable, ladraba, lloraba y golpeaba la muralla tratando de pasar al patio de los vecinos.

Un día de noche, cuando el Max comenzó a hacer escándalo, mi padre salio al patio y le dio palos hasta que este se calmo, cuando al otro día lo fui a ver incluso tenia sangre en el hocico, eso me dio mucha rabia y tuve una seria pelea con mi papa. El me dijo que tenia que buscar como controlar al perro, amarrarlo o retarlo ya que no estaba bien enseñado. Al día siguiente en que mi papa golpeo al Max, yo lo entre a mi pieza para que no fuera a hacer escándalo otra vez y que mi papa volviera a golpearlo. Esa noche molesto mucho, lloraba y rasguñaba mi puerta, casi no me dejo dormir.

Mientras intentaba cerrar los ojos en mi cama, vino una idea a mi mente que comenzó a tomar forma de a poco “¿Y si le presto mi trasero al Max? “. De solo pensarlo sentía una sensación de morbo que no podía explicar, claro, Max necesitaba una perrita, yo no había podido encontrar ninguna, ningún dueño de alguna perrita quería que esta se apareara con Max porque él era un perro mestizo. ¿Quien querría perritos mestizos?. Yo ya tenia 14 años y ya sabia muchas cosas relacionadas al sexo, sentía bastante atracción por las niñas, pero igual cuando el perro tenia erecciones en las que afloraba un pene rojo, no podía evitar mirarlo y sentir morbo.

Siete meses mas pasaron y la perrita Lucy volvió a entrar en celo. Ya en la noche cuando todos nos habíamos acostado el Max comenzó a hacer escándalo, a ladrar y a llorar no dejando dormir a nadie. Sentí a mi padre gritando y sus pasos caminando al patio, salí corriendo y lo detuve, tome a Max y lo lleve a mi pieza. Ya estando en mi pieza este siguió ladrando y rasguñando mi puerta, yo intentaba calmarlo, pero no pasaba nada, él seguía desesperado por salir e intentar pasar al patio del vecino.

-¡Calla a ese perro!- escuche gritar a mi papa, pero no podía lograrlo. En ese momento recordé el pensamiento que había tenido la vez anterior, hace ya siete meses, y esta vez me decidí a hacerlo. Gire el cerrojo de mi puerta y luego corrí bien las cortinas de mi ventana para que nadie pudiera mirar desde el patio. Sentado sobre la alfombra de mi pieza abrace a Max para que este no siguiera rasguñando la puerta y comencé a sacarme el pantalón de piyama, me lo quite y me puse en cuatro patas ofreciéndole mi trasero al perro, pero este no me tomo en cuenta y corrió a rasguñar la puerta otra vez. Camine hacia él y lo tome del collar, lo tire para que me siguiera nuevamente a la alfombra, me arrodille sin soltar al perro del collar y apoye mi mano derecha en el suelo, tirando del collar intentaba que el perro se subiera encima mio, pero sin ningún éxito.

No se porque razón, pero el perro se calmo, se recostó en la alfombra resignado a no poder salir de la pieza y yo volví a la cama. No había resultado lo que había intentado, pero estando en la cama tuve una gran erección que solo pude calmar masturbándome bajo las sabanas. Varios días pasaron y llego un fin de semana en que vinieron unos tíos a casa junto a mi prima que en ese entonces tenia como 10 años. Mientras ella jugaba en el patio con el perro, yo los miraba y le decía que tuviera cuidado porque el Max era muy hostigoso y la podía hacer caer de un empujón. Ella agarraba la cabeza de Max y le hacia cariño con fuerza diciendo -¡Perro bonito! ¡Perro bonito!”.

Ella estaba hincada junto al perro y ocurrió lo que yo había anticipado, el perro la hizo caer, ella cayo con sus dos manos en el suelo y el perro la tomo por la cintura comenzando a mover la cintura, yo me acerque y le quite al Max de encima tirando de su collar. Esa imagen no me la pude sacar de la cabeza en todo el día, mi prima con Max intentando montarla. Un día, estando yo sentado jugando al Playstation 2 el Max se me acerco, yo acaricie su cabeza un poco, luego él se levanto y apoyo sus piernas sobre mi muslo. Le acaricie el cuello y él de pronto se afirmo fuertemente de mi muslo y comenzó a hacer el movimiento típico del mete y saca, intente quitar me al perro, pero luego tome consciencia de que estaba solo en casa, mi papa no estaba y mi mama había salido a comprar, así que lo deje continuar para ver lo que pasaba.

El pene rojo del perro fue aflorando y descubrí que estaba dejando mi pierna manchada con liquido, acerque mi mano y toque su pene, era caliente y muy baboso, tenia una lubricación natural. Mi mama aun no llegaba y no sabia en que momento llegaría, ademas debía abrirle la puerta. Con impaciencia espere que llegara y mi pene comenzó a apretarme en el pantalón, así que abrí mi cierre y saque mi pene erecto para afuera y comencé a masturbarme con el perro agarrado a mi pierna. Sentí la puerta de la calle abriéndose, guarde mi pene como pude y fui corriendo a abrir la puerta, sacando inmediatamente a Max al patio. Mi mama entro con algunas bolsas con mercadería y la ayude a entrarla, luego le dije que iría a mi pieza a recostarme un poco, los días anteriores había estado bastante resfriado y le mentí diciendo que aun no me sentía bien. Yo estaba desesperado, sentía mi pene latiendo entre mis piernas y una calentura y excitación enorme que me hacia hasta tiritar. Entre a mi pieza, cerré con pestillo la puerta, abrí mi ventana y llame al Max, este corrió hacia mi, lo tome y lo entre por la ventana a mi pieza.

Me senté en mi cama y llame al Max, lo acomode en mi pierna como habíamos estado recién. Él entendió la idea y se puso a montarme la pierna. Sentí que yo iba a estallar, me levante parándome, me baje el pantalón y mis calzones y volví a sentarme en la cama. Max volvió a tomarme de la pierna, esta vez con mi pierna desnuda. Apoyándome sobre la cama, me fui deslizando al piso quedando arrodillado en el suelo y con Max dando saltos alrededor mio. Lentamente me puse en cuatro patas, el perro saltaba y me agarraba de la cabeza, por el brazo, por cualquier lado menos por mi cintura. Yo me movía y gateaba por la pieza buscando una posición en la que el perro me tomara por detrás, hasta que lo logre. Me agarro fuertemente de la cintura, pero no me apuntaba para nada, sentía su pene bailando en mis testículos, luego doblado rozándome una nalga y dejando mela húmeda. Me desespere y agarre yo mismo su pene con una mano y lo apunte a la entrada de mi ano, el perro apenas sintió mi agujero con su pene empujo y me penetro, me afirmo con mas fuerza de la cintura y me comenzó a bombear.

Al fin había sucedido, le estaba entregando mi trasero al Max, el me penetraba firmemente con su cabeza apoyada en la parte superior de mi espalda, resoplaba y jadeaba. Yo sentía claramente como mi ano se dilataba y como el pene del perro iba creciendo, sentía cada vez mas tirantes las paredes de mi ano. Yo estaba absorto en eso, había perdido totalmente mi conexión con el mundo que me rodeaba cuando de pronto siento golpes en mi puerta, todos los pelos de mi cuerpo de pararon y sentí mucho miedo.

-¡Porque cerraste con llave la puerta!. ¿Como te sientes?- Decía mi mama tras la puerta. Intente pararme, pero el pene del perro hundido en mi culo no me dejo, lo único que pude hacer es levantar mi torso, eso hizo que el perro se caiga de encima mio, se gire y quede en posición de culo con culo conmigo. No me podía despegar.

- Esto… ¡Estoy bien!… - le dije a mi mama – ¡Estaba durmiendo! -

- Te hice una agua caliente de hierva – me respondió.

- Ya voy… esp… espera un poco – dije, mientras con una mano agarraba la base del pene del perro e intentaba sacarlo de mi culo con desesperación.

- ¡ Pero abre la puerta ! - dijo mi mama.

- ¡Ya voy! - grite con furia y terror. Sentí como mi mama refunfuñaba mientras sus pasos se iban alejando de la puerta, lo que me alivio ya que tenia mas tiempo para solucionar el tema del pene en mi trasero. Cuando se fue, fue cuando sentí el dolor, no lo había sentido por la adrenalina, pero ahora cada vez que tironeaba el pene me dolía el ano por dentro, ademas no podía levantar el torso, tuve que quedarme en cuatro patas con la cabeza agachada, porque cualquier otro movimiento hacia que el pene del perro me quedara incomodo.

Comencé a pujar mientras intentaba gatear para que se saliera el pene, sin resultados. Espere, espere y espere, fue un momento casi eterno, donde yo pujaba y pujaba y no pasaba nada. Pensé que jamas me iba a despegar, que estaba perdido, que mi mama y papa me encontrarían así, pegado al perro por el culo. Comencé a pensar en lo que iba a decir cuando me encontraran, que había sido casualidad, que me dormí y desperté así, pero ninguna idea me resultaba convincente. ¿Como podría haber algo que fuera convincente?. En un momento, el perro comenzó a tirar y de pronto el pene se soltó y sentí como de mi interior chorreaba liquido, me pare con dificultad sintiendo ganas de ir al baño, esa sensación de que si sueltas el esfínter te haces, pero para ir al baño debía salir de mi pieza. Tome al perro en brazos y lo saque al patio por la ventana, me puse el pantalón y salí de la pieza.

- ¡ Voy al baño ! - le grite a mi mama y fui corriendo, me senté en la tasa y puje, salio puro liquido, cuando mire no había nada café en el agua por lo que supuse que no había hecho nada de caca, el liquido era semen solamente. Me limpie y fui luego a la mesa a tomar el té que había hecho mi mama, aguantándome sus retos por demorarme y haber dejado cerrada la pieza con llave.

Estuve todo el resto del día pensando en lo que hice, que mi perro me había poseído y que al fin mi perro había logrado tener sexo. Me sentí feliz y algo excitado al pensarlo, ya que cuando lo recordaba mi pene tendía a pararse. En el próximo celo de la perra del vecino, no tuve problemas en dejar al perro montarme, incluso el día que el Max comenzó a hacer escándalo rascando la pared del vecino y ladrando me sentí contento y mi corazón saltaba esperando que llegara la noche.

Todos ya dormían cuando abrí la ventana y entre al Max a mi pieza, esta vez me tomo de la cintura de inmediato y me penetro profundamente dejándome nuevamente enganchado, esta vez no tire sino que espere el desenganche pacientemente y puede sentir como espasmos en el pene del perro cuando me lo tenia adentro. Cuando nos soltamos, intente pararme, pero el perro se giro y intento lamerme el culo, yo me ruborice, pero al final lo deje y era muy rico sentir su lengua, luego me limpie con papel y me fui a dormir, en un momento durante la noche él se subió a mi cama y comenzó a moverme con una pata.

Me baje de la cama, me puse en cuatro patas y el Max volvió a penetrarme. Desde esa vez, no solo lo dejaba penetrarme cuando la perra del vecino entraba en celo, si no que de vez en cuando, cuando me entraban ganas entraba al perro en la noche por la ventana y lo dejaba hacerme suyo. Me encantaba estar en cuatro patas y con el perro bien afirmado de mi cintura mientras me la ponía, me excitaba mucho sentir ese abrazo en mis caderas y esas lamidas que me daba en el ano me ponían loco. Siempre en el enganche, me masturbaba con el perro pegado detrás mio y cuando se desenganchaba, él me lamia el culo o me limpiaba el semen del pene con la lengua. Tuve sexo con él incontables veces.