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Mi regalo para el Gringo. (Parte 1)

en Gays

Me había sentado recién en una banca del patio, con una cerveza en la mano, cuando el Gringo se sentó al lado mio a conversar. El “Gringo” como le decíamos los amigos, era en verdad gringo, había llegado de Suecia junto a sus padres por motivos de trabajo, es que su padre era gerente de una empresa bastante grande e importante que se estaba estableciendo recién en mi país, por lo que se tuvo que venir con toda su familia por algún tiempo. El nombre del Gringo era Olle, pero con mis amigos lo nombrábamos así solo para molestarlo.

La madre del Gringo era chilena y era hermana de la mama de uno de mis mejores amigos del colegio, el Gonzalo, por eso fue que lo conocí. Recuerdo el día que lo vi por primera vez, había ido a una fiesta por los 15 años de una compañera de colegio y él apareció allí junto al Gonzalo. No hablaba nada de español, pero si ingles, por lo que yo intentaba comunicarme con él con mi ingles primitivo y burdo, pero lograba hacerme entender. Era el primer gringo que yo conocía en persona, su altura era su gran característica, yo le llegaba al hombro, casi, y su cabeza estaba cubierta por un espeso pelo color oro. Aparte de su altura, era mayor que yo, tenia 17 años. Él era muy risueño, se reía por todo, yo también era así, me reía y bromeaba mucho por lo que rápidamente ese mismo día nos hicimos muy amigos. El Gringo también se gano el cariño de todo mi grupo de amigos, quienes eran mayormente amigos del colegio, porque tenia una personalidad muy afable.

Comencé contando que el gringo se había sentado al lado mio, esto fue meses después de conocerlo, estábamos celebrando el cumpleaños numero 16 de el Iván, otro amigo, el cumpleaños era mañana, pero como el gringo ese día estaba solo en casa organizamos una pequeña fiesta allí. A la edad que teníamos no podía faltar ya la cerveza y comenzaban a asomar tímidamente los cigarros de mariguana, yo tomaba cerveza, pero aun no me atrevía a fumar mariguana, ni cigarros de tabaco fumaba así que el paso directo a algo mas fuerte era algo difícil. El gringo ya dominaba bastante el español, se hacia entender bastante bien, aunque aun utilizábamos el ingles cuando él no entendía alguna idea o le costaba armar las frases en español. -Quería contarte una cosa- me dijo el gringo, y continuo -but… no se que decir… no se que “deciras” tu-.

- Es, “no se que dirás tu” - lo corregí sin preocuparme, pues no sabia lo que se venia.

-Hace tiempo… que te quería decir- y respiro profundo antes de continuar -que estoy muy enamorado de ti-.

Y me quede de piedra, pero todo adquirió sentido. El Gringo me invitaba mucho a su casa, jugábamos al Playstation y cuando estábamos juntos no se separaba nunca de mi. Me hacia regalos, me daba chocolates, incluso llegaba con paquetes de regalo, yo los abría y era ropa, o un adorno para mi pieza. Cuando me saludaba me abrazaba bastante, a veces ponía su mano en mi cabeza y la sacudía haciéndome cariño cuando yo decía alguna broma. Me llamaba casi todos los días por teléfono y hablábamos por Messenger cuando yo podía usar Internet. Era el mejor amigo que yo había tenido, por lejos, nadie se le comparaba. ¡Incluso me regalo su Súper Nintendo!, Dios, como no me di cuenta. Entre mi ingenuidad y estupidez, pensé que los gringos eran así, algo efusivos y cariñosos, ademas su familia tenia mucho dinero. Y luego recordé.

-¡Y la Alejandra!- le grite. En una fiesta, él se había encerrado en una pieza con la Alejandra, una prima de un amigo, y todos pensábamos que allí había anotado. Incluso él había insinuado que había anotado con ella.

-No, no, solo hablar con ella- me dijo, con los ojos bien abiertos continué replicando -¿Entonces eres gay?- y él asintió con la cabeza. Gay, para mi los gays eran casi mitológicos, los usábamos para molestar a alguien diciéndoles -¡Gay!- cuando hacían alguna alguna mamada gay, había visto gays en la televisión, pero nunca tener un gay al lado, y un gay que tenia bastante relación e injerencia conmigo.

-No, no importa- le dije -no importa que seas gay- y luego me levante del asiento y dije que iba a buscar una bebida o algo. Yo no era gay, es mas, estaba perdidamente enamorado de la Yennifer incluso al nivel de escribir poemas dedicado a ella en mis cuadernos.

Me fui a casa en el bus, pensando sobre el gringo. Estaba enamorado de mi, no pude sacarme aquello de mi cabeza. Lo mismo que yo sentía por la Yennifer, pero él lo sentía por mi, pero incluso yo no era tan jugado como él, ni siquiera le había regalado una flor a la Yennifer de puro miedo y falta de valor, el Gringo me hacia regalos siempre.¿Decirle que estaba enamorado a la Yennifer?, ni loco. Pero el Gringo tuvo el valor de decírmelo a mi y mas encima que es gay. Acostado en mi cama, no pude evitar sentir ternura por el gay y cierta felicidad mezclada con tristeza, por lo menos alguien me ama, aunque el amor que él me tiene no pueda ser correspondido. Me sentí mal, por haberme parado sin decirle nada al Gringo cuando me decía que estaba enamorado de mi y opte por escribirme un e-mail. En el e-mail le dije que me sentía alagado por sus palabras, pero que yo no era gay y no podía corresponderle, intente ser lo mas comprensivo con la situación.

Luego de ese día, cuando aparecía el gringo me sentía un poco bien. Era bueno tenerlo, me sentía seguro con él, sus defensas por mi cuando alguien me molestaba y ese tipo de cosas, era como andar con un guardaespaldas, alguien incondicional. Antes no me daba cuenta de esas cosas, lo sentía mas como el deber de un buen amigo, pero ahora que sabia la verdad adquiría otro enfoque. Incluso me invito a jugar con la Playstation a su casa y me sentía con él de lo mas cómodo del mundo, él estaba de lo mas feliz conmigo en su casa y yo la pasaba bien. Paso que un día, el Gringo me escribió y me dijo que debía contarme algo urgente. Su papa ya debía irse de Chile, porque ya habían terminado de armar la empresa acá, por lo que solo le quedaba un mes en Chile. Me dijo que me quería regalar el Playstation que se había comprado y que durante el mes quería despedirse de mi. Al final, mi grupo de amigos concordó que para despedirnos del Gringo fuéramos de paseo a Colliguay.

Colliguay es un pequeño pueblo que queda sobre unos cerros bien alejado de las ciudades centrales. Por Colliguay corre un pequeño rio que es apresado por embalses que hace la misma gente, generando con ello pequeñas albercas o piscinas, aunque también se forman estas naturalmente. El rio corre por pasadizos de roca, en general, pareciera que todo el terreno esta hecho de roca. En verano hay mucha gente, pero en primavera, antes de que comiencen las vacaciones casi ni hay nadie. Y era Octubre, plena primavera por estos lados. Ya habíamos ido antes allí a un camping con amigos, pero no habíamos ido con el Gringo así que era una buena oportunidad de que él conociera y de también despedirnos todos de él. Arrendamos un espacio en un camping e instalamos nuestras tiendas o carpas como les decimos acá. Tres carpas para que duerman hombres y una carpa para mujeres que eran solo tres, nosotros los hombres eramos siete. Íbamos por el fin de semana, salíamos un viernes en la tarde y teníamos contemplado terminar el paseo el domingo también por la tarde, para volver el lunes a la rutina semanal.

El viernes hicimos una fogata en la noche mientras tomábamos cerveza. Fue el primer día que probé la mariguana, me pasaron un cigarro y le pegue una fumada, luego lo pase a la persona que estaba al lado mio. Al rato me llego otro mas, que también fume. De pronto alguien dijo que no habían comprado cigarros, si alguien podía ir a comprar, el Gringo me toco el hombro y me dijo que fuéramos los dos. Yo acepte y partimos. No se que hora habrá sido, pero estaba todo muy oscuro ya que no había luna. Para llegar al negocio donde vendían los cigarros había que hacer un trayecto largo, incluso había que atravesar el rio saltando unas rocas. Yo iba saltando por las rocas, siguiendo al Gringo que iba adelante, pero a veces no veía bien y chocaba con él, y no me aguantaba la risa. Él se giro y me dijo -¿Sabes el camino?- y yo respondí que si, pero luego al mirar a mi alrededor me di cuenta que no sabia en que lugar estaba.

Estábamos cerca del rio aun porque lo escuchaba a mi derecha, a la izquierda habían arboles y matorrales, la única vía libre era hacia adelante. -¡Sigamos nomas!- le dije. Continuamos caminando, esta vez conmigo dirigiendo y ahora el Gringo comenzó a chocar conmigo cuando yo me detenía al intentar mirar por donde ir o como pisar. En una de esas veces que choco conmigo, me abrazo bien apretado por detrás, apretándome contra él mientras olorosaba mi pelo, y sentí la presión de su cadera contra mi.

-¡Oye!- le dije -¡No te pases!- y me reí intentando zafarme, lo que me costo un poco. Era la primera vez que sentía un ataque sexual directo del Gringo, siempre habían sido de parte de él abrazos o gestos de cariño, nunca algo como eso. El resto del camino sentí esa incomodidad, o tensión sexual en el camino, en especial porque era la primera vez que estaba realmente solo con él, en su casa siempre estaba su mama, en mi casa mis hermanos estaban siempre y con mis amigos pues bueno, estaba ellos. Esta vez la soledad de notaba bastante, solo se sentía el ruido del viento y del agua del rio. Fui el resto del camino pensando -¿Va a intentar besarme?- y cada vez que nos deteníamos pensaba que ahora si lo iba a intentar, así que trataba de alejarme lo mas posible de él. Al final logramos llegar a una calle de tierra, por donde pasan automóviles, y ahí pude ubicarme, nos habíamos pasado del negocio, pero retrocediendo por el camino que habíamos encontrado llegaríamos ahí. Llegamos, compramos cigarros y nos toco irnos de vuelta, volviendo a la seguridad de la fogata mucho mas rápido de los que nos tomo llegar al negocio.

Cuando me acordaba de el manoseo que me dio el Gringo, no podía evitar sentir un cosquilleo raro en el cuerpo y me daba por tiritar como si tuviera frio. Al otro día, el Gringo se disculpo, me dijo que disculpara lo que hizo anoche, que notaba que yo me había molestado y yo le dije que ya ni importaba, pero no era cierto, me dejo algo noqueado. Bromeamos harto durante el día, nos bañamos todos en el rio y yo converse bastante con el Gringo. - Lo único que me duele es dejar de verte a ti – Me dijo el Gringo cuando me hablaba del inminente viaje a Suecia. Yo le decía que igual nos íbamos a escribir por Messenger, y él me respondía que no era lo mismo que verme y estar al lado mio, y me daba pena. Habían otras cosas que me decía que me hacían sonrojar. Ya se hizo de noche otra vez y el Gringo se me acerco para invitarme a otro lado, me pidió que lo acompañara y nos alejamos juntos del camping, nos sentamos sobre una gran roca y él saco de su bolsillo un cigarro de mariguana. Esta vez había una gran luna en el firmamento que iluminaba bastante.

Lo prendió, aspiro el humo y luego me lo paso a mi. Lo fumamos entre los dos y yo nunca había fumado tanto, él se me acercaba y estaba pegado al lado mio mientras me decía cosas románticas que ya no recuerdo. Me recosté en la roca de espalda mientras reía y él estaba estirado de costado al lado mio. En se momento encontré que era una gran idea y le dije – Puedes abrazarme si quieres -. El me abrazo, me acariciaba y me decía cosas en ingles. Empece a pensar en que quedaba una semana para que él partiera a Suecia y que me había regalado tantas cosas. Tenia el Súper Nintendo y ahora me quería dejar el Playstation y yo nunca le había regalado nada en verdad. ¿Que me gustaría que la Yennifer me regalara si ya no la pudiera ver mas?. Se me ocurrió una idea, que en ese momento me parecío muy genial y buena onda. Me acerque a su oreja y le dije al Gringo en un susurro – ¿Vamos a un lugar que este mas lejos?- él asintió con cara de no saber nada. Nos fuimos caminando subiendo una loma hasta llegar a la cima, caminamos hasta llegar cerca de un pequeño bosque de matorrales. Él me preguntaba sobre que era lo que hacia, que para donde íbamos, y yo le decía - Shuu - con un dedo en mi boca - Es secreto -, y lo tomaba de la mano para que me siquiera, lo debía de ir tirando ya que yo iba rápido y él iba a paso lento.

Llegamos a un lugar en el que me sentí mas seguro, el suelo era de pasto y no se veían alrededor nada mas que arboles, cuando mirabas hacia arriba se veía la luna iluminando fuertemente todo. Le dije sonriendo – Lo pensé, y quiero regalarte por hoy, solo por hoy... – y hice una pausa – Mi cuerpo, puedes hacer lo que quieras... es mi regalo -. El Gringo se quedo estupefacto al frente mio y yo comencé a sacarme la camisa y luego los pantalones, me sorprendí yo mismo cuando me saque el pantalón y me di cuenta que mi pene se había levantado, estaba erecto a la luz de la luna.El Gringo aun no atinaba a nada, estaba ahí parado como tonto. Me senté sobre mi ropa en el suelo y levante una mano, invitándolo a tomarla. Él la tomo y yo lo atraje hacia abajo, hacia mi. Él quedo al lado mio y yo estando completamente desnudo me recosté de espaldas con los brazos estirados y una pierna doblada, como si fuera una especie de sirena, lo hice de la forma mas femenina que pude. Él se tiro sobre mi y me intento dar un beso. Al principio como que lo rechace un poco, pero luego lo deje, cerré los ojos y recibí su beso. Con los ojos cerrados, comencé a jugar con mi lengua y la lengua de él.

Cuando él se detenía y dejaba de besarme, yo sacaba mi lengua y le daba una lameton en la boca, como él no reaccionaba, yo volvía a lamerle la boca. Me desespere un poco porque sentía mi pene duro y las ganas de “algo” no las aguantaba ya. Tome al Gringo de los hombros y lo empuje hacia abajo, para que fuera a mi pene, pero él lo que hizo fue comenzar a besarme el pecho, luego se puso a chuparme los pezones, me los estrujaba como su fueran tetas, en ese momento bajo la mano y agarro mi pene. Ahí se volvió loco el Gringo, porque bajo hasta mi pene y se lo metió completo en la boca. Se puso a chuparme con locura. Fue la primera vez que me hacían sexo oral, bueno, la primera vez de todo, yo era virgen. Luego me abrió las piernas y me lamia las bolas, luego me volvía a chupar el pene. - Te voy a dejar que me la metas ahora– le dije, y él comenzó desesperadamente a quitarse la ropa. En ese momento me gire y me puse en cuatro patas.

Yo estaba mirando el suelo, cuando de pronto siento su lengua en mi ano y sus manos afirmando mis nalgas. No pensé que eso se podía sentir tan rico, me metía la lengua y la movía, me mordía los cachetes y luego bajaba a chuparme los testículos. Ahí ya me metió un dedo hasta el fondo y yo gemí, tratando de imitar a las actrices porno que veía, eso lo volvió medio loco parece, porque de inmediato saco su dedo y yo deduje lo que venia. Se puso detrás mio en posición, me metió la punta del pene, luego me tomo de las caderas con las manos y empujo. Su pene se deslizo hasta adentro con facilidad, sentí como mi ano iba cediendo. Era grande, bastante grande. Lo mire hacia atrás y le dije -¡Dame fuerte!- y él comenzó a penetrarme. No me quedaba mas que aguantarlo, sentía claramente el tamaño del pene y cada vez que el pene se deslizaba hacia afuera me daban unas ganas irresistibles de apretar el culo. No podía evitarlo, cada vez que el pene salia yo apretaba. Lo sentí eterno, no paraba de culiarme, en un momento ya me canse y tuve que apoyar mi torso en el suelo y mi cara en el pasto. Llego un momento en que ya no podía ni siquiera apretar el ano, lo tenia completamente abierto.

Después termine cediendo, caí por completo al piso con el Gringo encima mio, quede de estomago sobre el suelo y él quedo sobre mi con las piernas abiertas y su pene metido hasta el fondo en mi ano. En esa posición me siguió dando, pero ya no podía deslizar su pene hasta muy afuera ya que esa posición le permitía solo hacer penetraciones cortas. Me agarro la cabeza con una mano, y con la otra me afirmo el brazo derecho y me besaba el cuello mientras me perforaba. No pude evitar ya gemir como loco, no de placer, si no que de cansancio porque él no paraba. -¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!- le decia. Se puso a metermela mas fuerte, a dar como saltos sobre mi para sacar su pene mas afuera y luego meterlo completo de un empujón.

- ¡Duele! ¡Duele!- le grite, y él se detuvo -¿Te duele?-

- Si… me duele. ¿Pero te gusta?-

- Yeah - me respondió.

- Sigue nomas – le dije, mientras con mis manos apretaba el pasto del suelo para aguantar la siguiente tanda. La siguió metiendo y yo empece a gritar -¡Yes! ¡Yes! ¡Yes!-. Él acelero con penetraciones cortitas y después grito -¡Aaah! ¡Aaah!- y ahí supe que ya estaba eyaculando en mi interior. Se quedo sobre mi, dándome besos en el cuello y en la espalda con su pene dentro mio aun. En ese momento pude sentir el silencio y unas risas a lo lejos de nuestros amigos en la fogata. El Gringo dijo algo en ingles de lo que solo entendí “Cold”. -¿Tienes frio?- le dije, y me respondió que si. Claro, estaba todo transpirado y ahora que ya no se movía el aire lo empezaba a afectar. Apoyo sus brazos en el suelo y giro hacia una lado, su pene salio y pude sentir un chorro de liquido callendome en una nalga. Con una mano me toque el ano, y a parte de dilatado estaba muy viscoso, me asuste porque pensé que quizás podría haber tenido un “accidente”, pero sin que él se diera cuenta, me olorosé la mano con el liquido y pude comprobar que solo olía a semen.

Me levante del suelo, y las piernas me tiritaban como si no me pudiera sostener. Me comencé a vestir y luego comenzamos a caminar. El Gringo no me soltaba, me llevaba abrazado todo el camino. - Tienes que soltarme – le dije, ya que nos podían ver caminando abrazados. Mientras caminaba, empezó a inundarme una sensación de terror. ¿Como podría mirar a los demás a la cara? ¿Se van a dar cuenta de lo que paso al mirarme? ¿Que voy a decir si me preguntan donde estábamos?. En mi cabeza comenzaron a sonar las palabras “¿Que hice? ¡Que hice!”. Creo que el efecto de la mariguana ya se me había pasado, ya no me parecía tan genial y buena onda lo que le deje hacerme al Gringo. ¿Que voy a hacer? ¿Que voy a hacer? Me preguntaba. ¡Mis papas se van a enterar! ¡Mis amigos se van a enterar! ¿Que voy a hacer?. Llegue a la fogata con el Gringo y alguien grito - ¡Fueron a fumarse uno solos los cagados! -.

- ¡Si! - dije yo - ¿Y que?, si los petardos son del Gringo -. El Gringo se quedo sentado al lado mio mientras mirábamos la fogata. Yo estaba aun contrariado y medio descompuesto, aun sentía el ano dilatado, como si el pene del Gringo estuviera aun allí y me sentía pasado a semen, como si el olor emanara de mi pantalón. - ¡Ya! - me dije – El gringo se va el próximo fin de semana, cuando se vaya ya no voy a tener que preocuparme de esto. Fui al baño, y allí intente limpiarme el culo con papel y agua, luego fui a buscar ropa interior y pantalones limpios. Volví a la fogata y me emborrache con vino y cerveza, me emborrache hasta casi no poder caminar y vomitar.

Al otro día, desperté cuando alguien intentaba abrir el cierre de la tienda y me di cuenta de que estaba solo, todo se habían levantado ya. Cuando se abrió pude ver que era el Gringo. - Son las 11 ya – me dijo sonriendo – ¡Has dormido mucho! - y me dio una mirada cómplice para luego darme un beso en la mejilla. Era domingo ya y en la tarde tendríamos que volver a nuestras casas, en uno de esos momentos durante el dia, el Gringo se me acerco y me dijo - ¿Vamos de nuevo a nuestro lugar especial? -. Y le respondí que no, había sido solo un regalo lo que habíamos hecho, y era solo por una vez. Ya entrada la tarde, nos despedimos de una abrazo todos del Gringo, deseándole lo mejor en su viaje sin vuelta a Suecia. No quise ir al colegio el lunes, le dije a mis padres que me sentía mal. El Gringo me escribía por Messenger, pero yo lo ignoraba un poco. Ya iba a ser domingo otra vez y él iría viajando a Suecia, pero había un problema, debía ir a su casa a buscar el Playstation que él me iba a regalar. ¿Debía ir a buscarlo?, le conté a mi mama que el Gringo quería dejarme el Playstation y ella se molesto bastante.

- ¡Pero como si ya te regalo un Súper Nintendo! -

Eso como hizo que me dieran menos ganas de ir a buscarlo. - ¡Se van a dar cuenta! - me decía a mi mismo. El Jueves, salí del colegio y me fui caminando a la casa del Gringo, toque la puerta y apareció su mama. Entre a la casa, y el Gringo estaba comiendo, también había vuelto de su colegio. Me saludo como siempre, con un abrazo apretado y cuando su mama salio del comedor, me dio un beso en la boca que yo respondí mientras pensaba - ¡ Pero que estoy haciendo ! -. Fue un beso con lengua y todo, incluso él afirmo mi cabeza mientras me besaba. Luego me paso el Playstation en una caja, la cual ya tenia lista y yo me fui de su casa prometiendole ir a su casa el domingo en la mañana para despedirlo cuando tomaran el automóvil al aeropuerto. Esa noche me masturbe, y me masturbe recordando esa noche del sábado en la que el Gringo me poseyó. No pude evitarlo, estaba acostado en mi cama y comencé a tocarme, luego a masturbarme y cuando estaba en eso comencé a recordar como me penetraba el Gringo. Llego el sábado y sonó el teléfono de la casa. - ¡ Te llama el Olle ! - grito mi papa. Conteste y era él, se notaba muy contento y entusiasmado.

- ¡Ya no me voy a Suecia, me quedo en Chile! - gritaba.