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El repartidor

en MicroRelatos

Maricruz me puso las esposas y paso la argolla libre por el cabecero de la cama. Ahora estaba desnudo tumbado en la cama, no podía moverme y estaba totalmente a su merced. Como la pedí se había puesto un vestido súper sexy de leopardo que usamos algunas veces que queremos follar, muy ajustado por detrás, marcando todo su culazo y que dejaba ver prácticamente todas las tetas, pues sólo iban cubiertas por una delgada tira de encaje que dejaba transparentar los pezones. Por delante, una abertura del vestido dejaba ver todas las braguitas de encaje, menos en la parte de la rajita, que se veía a través de unas transparencia. Completaba el atuendo, unos pantis de rejilla y unos zapatos con taconcitos.  Me había empezado a chupar la polla y yo estaba completamente empalmado. Entonces fue cuando llamaron al timbre.

-        Vaya, joder, seguro que es el de DHL que trae el envío que estoy esperando. Jajaja, ¿qué te parece si vas a abrir tal y como estas ahora?

-        ¿Qué crees, que no me atrevo a ir así como estoy?

-        Pues vete, será divertido. Cuando vengas me cuentas su cara. Además seguro que si sales así a partir de ahora tardarán muy poco tiempo cuando tengan que venir a repartir otros paquetes, jajaja.

Salió de la habitación y oí sus pasos alejarse por el pasillo. Oí como abría la puerta y como hablaba con alguien durante varios minutos. Yo estaba entre nervioso y cachondísimo por imaginar qué pensaría el repartidor de la tía que abría la puerta. Oí como los pasos de ella volvían a sonar. Entró en la habitación sonriendo, y al ver mi polla completamente tiesa, se quitó las bragas, y se la clavó entera de un solo empujón. Me pareció que venía muy caliente de su encuentro en la puerta. Cuando me vacié entero en su coño, ella me desató las esposas y se fue a lavar al baño. Mientras se lavaba, llamaron al portero automático. Lo cogí yo y una voz desde abajo me dijo que era el repartidor de DHL  que traía un paquete para mí.

Miré sorprendido a mi mujer que me miraba ahora con una sonrisa picarona.

¿Pero si ahora llama el repartidor, con quién has estado hablando un rato en la puerta vestida como un putón, cariño?

-        Bueno, sólo te diré que a partir de ahora, el hijo adolescente de los vecinos, me va a mirar con nuevos ojos…… dijo ella sonriendo.