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Once in a Lifetime 3

en Bisexuales

Martes, 8:40 de la mañana.

-Me voy a correr putita.

Ese enorme rabo me bombeaba sin piedad, y ahora anunciaba que iba a llenar el condón de lefa hasta casi hacerlo reventar.

-¡Venga cabrón, córrete!

Dolía, dolía bastante, pero estaba tan cachondo…

Habían pasado dos meses desde que le preñé la boca al maduro pichacorta, y las ganas de seguir buscando a hombres para experimentar se habían desvanecido por un tiempo. No me veía con ánimos de repetir otra experiencia que me drenase la libido de esa manera.

Todo esto repercutía en que mi desproporcionada energía sexual se descargase en mi novia. No lo había mencionado antes, pero soy un chaval que necesita sexo, en grandes cantidades, quizás demasiado. Me la follaba casi todos los días, y los fines de semana la media estaba en 3 polvos al día. De forma muy violenta y dominante, quizás en un intento de re-equilibrar todos esos impulsos de experimentar la sumisión que surgían de los rincones de mi subconsciente. No me considero un adicto al sexo ni mucho menos, pero con 27 años ¿Quién no tiene ganas de ejercitarse a menudo?

Un día, tras una buena sesión de sexo mañanero, me encontraba tumbado en la cama cubierto de sudor, recuperando el aliento junto a mi novia. Sin venir a cuento, como ella solía hacer a veces, me hizo un comentario aleatorio sobre algo que le pasaba por la cabeza en ese momento.

-Cariño, Adrián se ha echado una nueva novia.

-¿Qué? ¿Otra nueva?

Se refería a un amigo en común de los dos. Adrián era un chico que no me caía del todo mal. Lo conocí por ser un antiguo amigo de un compañero mío de la facultad. Poco a poco pasó a ser de esa típica persona que se añadía a los planes en grupo por acompañar a alguien, a hacerse un hueco propio en nuestro círculo de amistades. De trato fácil y cara bonita, cayó en gracia a las chicas del grupo. Y con el tiempo acabó saliendo con algunas de ellas.

-¿Pero cuantas novias va a tener este tío?

Mi incredulidad era genuina. Aunque me cayese relativamente bien, había un rasgo de él que no aguantaba. Y era su arrogancia. A veces podía ser bastante insoportable por culpa del puntito de chulería que mostraba cuando había chicas delante. Y por lo que tenía entendido, tampoco es que las tratase demasiado bien a ellas. Era el típico guapo de cara con un punto de chulito que les volvía locas. Nunca lo entendí.

-Bueno, no le duran mucho porque acaban por no aguantarlo cariño, ya sabes como es.

-¿Entonces como consigue enganchar a tantas chicas?

-Ah bueno, eso…

Mi novia cayó de manera prudencial. Era muy mala disimulando cuando me quería ocultar algo. Para mí, ella era como un libro abierto. Siendo la lectura emocional una de mis mejores habilidades personales, me bastaba una leve señal para detectar un estado de ánimo en ella. Cosa que explotaba muy bien para mis propósitos. Ninguno de ellos malintencionado por supuesto, la quería muchísimo y cuidarla era mi máxima prioridad vital.

-Ya estás ocultando algo.

-¿Qué? ¡No!

-Cariño, sabes que a mí no me puedes mentir ¡Veo dentro de tu alma!

Me lance a hacerle cosquillas, la intimidad que proporcionaba las sabanas los domingos por la mañana sin nada planeado el resto del día me encantaba. Era un espacio donde hablábamos mucho y nos confiábamos información de lo mas intima.

-¡Ay, para, para tonto!

Se moría de la risa, nunca podía resistirse a mis asaltos cariñosos.

-Cuéntame, que tienes guardado en esa cabecita tan mona tuya.

Se tomo un momento para calmarse de la risa que le había provocado, con los ojos húmedos por las lagrimas, antes de contestarme.

-Pues, bueno, que Adrián digamos que tiene mano con las mujeres.

-Pero si acabas de decir que no le aguantan.

-Si bueno, a largo plazo.

-¿Y a corto plazo?

-Bueno, es simpático la mayor parte del tiempo.

-Sabes que con las chicas no.

-Bueno, ya…

-¿Me lo vas a contar ya o no?

Suspiró ¿Qué tenía en la cabeza que le estaba costando tanto soltarlo?

-Sabes que se ha enrollado con varias amigas mías ¿No?

-Claro que lo sé- Como para no saberlo: Marta, Susana, Sandra o María eran solo algunos ejemplos de sus conquistas.

-Bueno, pues todas me han contado que tal ha sido con él.

-Ya ¿Y qué?

-Pues resulta que en la intimidad es…digamos que bueno.

-No sé qué significa eso cariño, no me hables en clave a esta hora de la mañana- ya me estaba imaginando por donde iba a ir el tema, pero preferí hacerme el tonto. Quería más detalles.

-Que es bueno en la cama.

-Sigue siendo información muy vaga, eso pueden ser muchas cosas.

-¿No te basta con saber eso?

-Pues la verdad es que no- estiré mi jugada de la ingenuidad para ver hasta dónde estaba dispuesta a contarme. La conversación empezaba a ser morbosa.

-Es bueno, simplemente.

-Venga, no te hagas de rogar, no me creo que tus amigas solo te hayan dicho: Adrián es bueno en la cama, fin de la cita.

-¡Joder, que tiene una polla enorme, que espesito estas esta mañana cielo!

Sentí un golpe imaginario en el estomago al escuchar esa frase. Era una mezcla de sensación de amenaza, competitividad masculina. Y excitación.

-Ala, que dices ¿En serio?

-Pues sí, me lo han contado ya cuatro amigas, así que mentira no puede ser.

-Vaya…

En ese preciso momento, los dos meses de fantasías sexuales olvidadas volvieron y se desbordaron de repente. Adrián era uno de los exclusivos miembros de la categoría de machos alfa. Era un chico dotado, tenía una polla enorme. Las chicas hablaban de ello y se lo contaban entre ellas, seguro que se sentían excitadas y eso le hacía conquistarlas tan fácilmente teniendo un carácter tan inaguantable. Era un elegido por la genética para proporcionar un placer superior y ellas lo sabían, le buscaban y lo ansiaban. Eran capaces de aguantar el desprecio de aquel guapito de cara con tal de que las rellenase hasta que sus paredes vaginales dijesen basta.

-Pero vaya, que tenga lo que tenga, con esa personalidad se va a morir solo ¿Desayunamos cariño?

¿Y a quién le importaba morir solo si podías follarte a quién quisieras, cuando quisieras?

Una semana. Una sola semana es el tiempo que necesité para dejarme llevar por mis efervescentes fantasías para volver a las andadas. Pero esta vez, el chat de Terra ya no me bastaba. Estaba lleno de calientapollas. Perdí la cuenta de veces que hablaba con alguien, y en cuanto llegábamos al momento de “¿Oye, entonces quedamos?” se desconectaban. Solo pedían fotos de mi culo y mi polla, pero mucho ladrar, y poco…

Así que, un día, decidí descargarme una popular aplicación de encuentros gays para el móvil. Según internet era mucho mejor que esos infructuosos foros de internet llenos de salidos pajilleros.

La verdad es que la aplicación prometía, pero el formato de la misma no me permitía seleccionar con el criterio que yo buscaba, el cual los lectores ya sabréis de soba cual era. Era demasiado fugaz, demasiado express. En varios días recibí muchos mensajes, sobre todo de maduros casados en busca de una mamada rápida de un jovencito. Pero ninguno ofrecía lo que yo buscaba. Sí es cierto que en una ocasión un camionero que pernoctaba por la zona me envió una foto de una tranca espectacular, acompañada de dos huevazos colgones. Pero él no buscaba tíos peludos. Ah es cierto que no mencioné esto antes, pero correspondo a lo que en la nomenclatura gay se clasifica como “Oso”. Peludo, grande, barba y con musculo natural. No es que me cultivase especialmente para encajar en la mencionada categoría, es simplemente que yo físicamente era así, y había gente que no le atraía.

Un lunes, tuve que coger un tren por cuestiones de trabajo, y siguiendo mi habitual prudencia para estos asuntos, llegué al aparcamiento de la estación con casi una hora de antelación para dejar el coche estacionado por el resto del día mientras estaba fuera.

No me apetecía esperar sentado en los bancos de dentro, con el trasiego de pasajeros, tan agobiante un lunes por la mañana. Así que decidí quedarme sentado en el coche escuchando la radio y mirando el móvil para matar el tiempo. Entonces lo vi, el icono naranja de la aplicación estaba ahí, tentándome.

Miré a los lados de mi coche, en un instintivo e innecesario impulso de discreción antes de abrirla. De todas formas, guardaba pocas esperanzas ¿Quién iba a estar conectado buscando tema un lunes a las 8:15 de la mañana?

Navegué por la bandeja de mensajes que me habían dejado los días que no me había conectado. Nada de interés. Gente diciendo simplemente “Hola” sin foto de perfil. Pasivos suponiendo por mi apariencia que yo era un súper activo. O directamente fotos de polla. Ninguna digna de mención, pichas normales, como la mía. Aburrido, aburrido, aburrido.

-Buenos días.

Una notificación se activó de repente en el móvil. Alguien me había hablado ¿Qué clase de pervertido estaba contactándome a esa hora? Evidentemente, alguien igual de salido que yo. Eso ya era de por sí una buena señal. Por desgracia no tenía foto de perfil, ni descripción. Simplemente un nombre “_Activo_Pollon_”.

Normalmente, le habría ignorado, pero su nombre de perfil me intrigó, además que tampoco había nadie más con quién hablar en ese momento, así que pensé en divertirme un rato jugueteando con él hasta que saliese mi tren. Por lo visto no estaba lejos de mí, otro punto extra.

-¡Bueno días pollon! ¿Cómo llevas la mañana? ¿Tan temprano y buscando tema?

-Pues ya ves, siempre es buen momento para pasar un buen rato. ¿Tú que buscas chaval?

-Lo que pone en mi perfil ¿Te gustan peludos? Varias me han echado para atrás por eso.

Tardó un minuto en contestar, se me hizo eterno. Aunque si no me contestaba tampoco importaría mucho, total solo estaba pasando el rato hablando con él antes de irme.

-Joder, me encanta lo que buscas. Y justo te he hablado porque me encantan los tíos peluditos como tú. Pero la verdad es que no había leído tu perfil, me encanta.

-¿Gracias tío, eres pollon de verdad o de boquilla como muchos? Jeje.

Le lancé una flecha para ver que reacción sacaba de él.

-Pollon tal y como nací ¿Quedas hoy?

-Que va tio, hoy no puedo, me voy de la ciudad por trabajo, aunque solo hoy.

-Una pena, me he levantado con inflamación ahí abajo.

-Otra vez será, jeje.

-Mañana, a las 8 de la mañana antes de ir a trabajar, ven a mi casa y me comes la polla. Aquí tienes la dirección y una foto, si te mola, me dices y te esperaré con la puerta abierta. Solo tienes que ir al salón y te lo podrás pasar bien comiéndote un rabo de verdad. Me tengo que ir, ya hablamos.

Y se desconectó. El mensaje venía efectivamente con una localización. El cabrón vivía solo a dos calles de la estación, que suerte tienen algunos. Y al final del mensaje, una foto.

Era una foto de su polla. O mas bién debería decir de su rabazo. Era una enorme masa de carne erecta, desafiando a la gravedad, con una vena abultada cruzado la parte superior del tronco, y con un grosor que desafiaba los límites organicos. En la foto podía verse como se sostenía la polla con una mano, y sobraba aún tres cuartas partes de pene sin cubrir. Además de que el pulgar y el resto de dedos que hacían el agarre no se llegaban a tocar, debido al grosos del aparato.

-Me cago en la puta…

Maldije en voz alta dentro del coche admirando esa maravilla. Me fascinó. ¿Cómo era posible que alguien poseyese semejante prodigio de la naturaleza colgándole de entre las piernas? Era físicamente imposible. Pensé en mi polla, normalita y competente, pero que en tamaño no era ni un tercio de la masa de ese monstruo ¿Cómo podía estar el mundo tan injustamente repartido? Pensé en la sensación de sostenerme la picha con la mano, y el placer de recorrer la superficie del tronco al pajearme o al follar. Pero “esa” cosa…tenía tanta superficie que no podía ni imaginar en qué sentiría su dueño al sostenerla, y en el placer que experimentaría al recorrer tan largo miembro al penetrar o ser chupado.

Tuve que salir de mis ensoñaciones repentinamente al darme cuenta de que el tren salía dentro de poco. Cerré la aplicación rápidamente y cogí mis cosas al salir del coche y dirigirme al edificio de la estación.

El resto del día fue un auténtico torbellino. Mi mente no tuvo tiempo para pensar en nada que no fuese el trabajo durante todo el día. Un proyecto mal organizado, un cliente poco comunicativo, y mi jefe de vacaciones esa semana hicieron del día uno de esos que quieres olvidar rápidamente.

Mi deseado respiro llegó con el tren de regreso. Pude sentarme, suspirar, y dejar que mis músculos se relajasen por un momento al cerrar los ojos. Me habría encantado quedarme así para siempre, mecido por el vaivén de las vías, y mentalmente entumecido con el sonido del traqueteo.

Repentinamente, una chispa en mi subconsciente me hizo recordar: Aquella polla.

Abrí los ojos. No había mirado el móvil en el resto del día, no le había contestado siquiera. Mirando a mi alrededor en el vacío vagón del lunes por la tarde, me dispuse a comprobar la aplicación.

Y al abrirla, ahí estaba de nuevo, esa foto de esa tranca erecta, consiguiendo ese poderoso ángulo de 45 grados mirando hacia el cielo. Mi pene nunca había conseguido una erección tan arrogante y poderosa, me encantaba. Me preguntaba cómo se correría, ¿Sería lechero?, ¿Se pondría erecta rápido? ¿Cómo sería flácida?

Me estaba poniendo muy cachondo con una simple foto, sentía una urgentes ganas de pajearme, pero ¿En el tren? Me incorporé en mi asiento, e inspeccioné el vagón. Nada, estaba completamente solo. Este trayecto y a esta hora nunca traía apenas pasajeros ¿Por qué no? Me moría de ganas.

Volví a sentarme, y tras otro rápido vistazo a mi alrededor, me desabroché el pantalón y me la saqué.

Me empecé a masturbar en mi asiento del tren de cercanías. Esa foto estaba me tenía absorto, era un portento, era un auténtico alfa. Como Adrián. Me empecé a pajear más fuerte. Hombres como estos eran los que mandaban, eran los que debían mandar. Y uno de ellos estaba dispuesto a ejercer su poder haciendo que yo se la chupase.

Tenía la mandíbula desencajada y jadeaba discretamente en el asiento. Me encantaba ese rabo, lo quería, lo necesitaba. Siguiendo un impulso, pulsé el teclado de la conversación con _Activo_Pollon_ y escribí un sencillo: “Ok”.

Entonces me corrí. No lo vi venir. Responder a ese alfa me hizo estremecer la parte baja de mi columna. El chorro de semen pringó el respaldo del asiento frente a mí.

-Joder…joder…

No me lo podía creer. Acababa de pajearme en un tren, simplemente con una única foto de la tranca de un desconocido ¿Cómo había sido capaz de perder el control de esa manera? ¡Y además le había contestado al mensaje! ¿Qué había hecho?

Llegué a mi destino 15 minutos más tarde, pantalón abrochado y cartera de documentos en mano. El coche estaba justo dónde lo había dejado. Testigo silencioso de mi lujuria ociosa esa misma mañana, cuando abrí la dichosa aplicación. Intenté no darle más vueltas al asunto cuando volvía a casa, pero una llamada en el manos libres mientras conducía vino a romper la frágil paz que me había autoimpuesto. Era la oficina.

-Ey Alejandro, buenas y malas noticias.

Era Nacho, el gerente de contrataciones del departamento, un hombre bastante socarrón, con una personalidad muy típica de alguien que se dedicaba a ventas.

-Buenas tardes Nacho, cuéntame ¿Qué pasa, hay vacaciones repentinas para todo el departamento a partir de mañana?

-Jaja, pues no Alejandro no, justo lo contrario. Sé que es un fastidio para ti que te avise con tan poco tiempo, pero el cliente que has visitado hoy ha acabado bastante contento con tu inspección, y quiere encargarnos una inspección adicional del un edificio anexo.

-Ah bien, buenas noticias ¿No? Por este contrato hemos conseguido un buen dinero.

-Sí, exacto, de ahí lo de las buenas y malas noticias, necesita que hagas la inspección mañana, con urgencia. Va a pagar el suplemento por avisar con poco tiempo así que no podemos negarnos. Está un poco lejos pero, ¿Cómo te ves volviendo mañana de nuevo? ¿Tienes el material necesario?

Pensé en una retahíla de insultos para el momento, pero no dije ninguno. Era un fastidio enorme. Pero no podía negarme porque Nacho sabía perfectamente que tenía el material necesario para la inspección adicional, la pregunta era un mero formalismo.

-Sí Nacho, puedo hacer la inspección mañana. Es un poco fastidioso saberlo con tan poca antelación, pero si el cliente ha pagado el suplemento entonces bienvenido sea.

-Así se habla Alejandro, te pasaré los detalles por email ¿Mañana allí a la misma hora que hoy, vale?

-Perfecto, gracias Nacho, que pases buena noche.

Llegué a casa derrotado por la noticia. Odiaba tener que viajar tan lejos por trabajo, y más varios días consecutivos. Pero era lo que tocaba, no podía más que cenar rápido, ducharme, e irme a la cama directamente para levantarme con tiempo suficiente para prepararlo todo. Las sabanas me envolvieron, y la dulce penumbra me cubrió hasta que mi mente se desconectó hasta la mañana.

De nuevo en el parking de la estación de tren. Y esta vez había llegado incluso más temprano. Las 7:40 de la mañana. Acostarme tan temprano había sido una prudencia excesiva. Aun así, no me causaba desagrado matar el tiempo sabiendo que todo va según lo planeado.

Me entretuve revisando correos y escuchando el insulso programa de radio de la mañana. Con sus bromas idiotas y nada de música. Aburrido. Mis dedos se pasearon ociosos por los menús del móvil en busca de algún juego olvidado que tuviese instalado con el que matar el tiempo.

Ahí estaba de nuevo, la aplicación de color naranja brillante. El pollon me estaba esperando. Lo había olvidado por completo. La tarde anterior le había contestado que acudiría a la cita mientras me masturbaba de manera patética en un transporte público. Ahora estaría esperándome, con la puerta abierta, a que hiciese acto de presencia.

No sabía qué hacer. No me gustaba la idea de ir, porque apenas había hablado con él, y eso era algo muy importante para mí. Lo de quedar con un absoluto desconocido no me excitaba en absoluto, aparte de la sensación de inseguridad que me daba. Estar de rodillas semidesnudo era un momento muy vulnerable en el que podían hacerte de todo. Robos, algo violento, cualquiera cosa. Sin embargo, me había hecho la paja del año solo con una foto de su pene. Me daba muchísimo morbo, ya que encajaba perfectamente con lo que yo andaba buscando. Un tío dotado que me hiciese sentir dominado, que me mostrase el poder de una buena polla, y que me hiciera adorarle como una zorra.

El tiempo corría, solo quedaban 10 minutos y aun no sabía qué hacer. Él no había contestado, pero se había conectado la noche anterior. No tenía por qué decir nada, todo estaba organizado de antemano. No se veía un tipo peligroso, simplemente un dotado necesitado de un servicio mañanero, igual que muchos de nosotros cuando nos levantamos empalmados.

Me sorprendí saliendo del coche, y cerrando la puerta con llave. Era ahora o nunca, no quería volver a pasar el día cachondo admirando la foto. Llevaba tiempo buscando algo así, y si no volvía a probar nunca encontraría la polla que buscaba. Igual me llevaba otra decepción, pero que cojones, por una vez en la vida…Además, si era solo una mamada rápida, iba a poder matar la hora que tenía muerta antes de salir de la ciudad. El plan podía seguir sin interrupciones.

La calle que me mandó apareció ante mí tras caminar poca distancia. El bloque era normal, con unos jardines preciosos con piscina, eso sí. Pero por lo demás nada digno de mención. El porterillo automático me separaba, una vez más, de aquella polla y yo. Toqué el botón del piso que me había indicado, y sin contestación alguna, la puerta del bloque se abrió. Así que de verdad me estaba esperando. Había tomado la decisión correcta, no me haría gracia si me dejasen tirado a mí, no era justo que se lo hiciese a alguien.

Tome el ascensor y empecé a notar la sequedad de boca típica previa a estos encuentros. Mis acostumbrados nervios previos nunca se acostumbraban. Iba a estar bien, era lo que buscaba, solo tenía que andar un par de pasos mas. Cuando llegué a la planta, nada más salir del ascensor no necesité ver el número de la puerta, ya que una de ellas estaba claramente entreabierta, incitándome a entrar.

-Bueno, es la hora- pensé. Y entré. Cerré la puerta tras de mí y al girarme pude ver que estaba en un recibidor, y escuché una voz que provenía de la puerta derecha.

-Aquí…

Avancé un poco y fui donde la voz, era el salón. Ahí estaba. Estaba sentado en un sofá, completamente desnudo. Era delgado, con barba, y con una constitución que denotaba práctica de alguna disciplina como el yoga. Y entre sus piernas se encontraba mi objeto de deseo.

Era una polla que superaba todas mis fantasías. Humillantemente enorme, desafiantemente dura, arrogantemente gorda.

-De rodillas y a chupar, putita.

Las dudas que tenía, en ese momento se desvanecieron. Era un auténtico alfa, un enorme y poderoso alfa. Me había dado una orden, y yo la tenía más pequeña. Según las reglas de la jerarquía, yo tenía que obedecer. Mi cabeza y mi bajo vientre entraron en un estado de ebullición. Quería obedecerle, quería darle placer, quería que me usase. Ese rabo merecía cualquier cosa que su dueño desease. Y los pichacortas como yo estábamos para dárselo.

Di un par de pasos cortos y clavé mis rodillas en el suelo lentamente. Ahora estaba al nivel que tenía que estar. Mi acelerado aliento chocaba con su miembro, a pocos centímetros de mi cara. Él me miraba desde su obvia superioridad, con una expresión de lujuria en su rostro. Es verdad que le gustaban peludos.

-Vamos ¿A qué esperas?

No dije nada, estaba hipnotizado, a su merced. Me incline levemente y se la besé. Le di un largo y suave beso en el tronco mientras su gordísimo capullo se me clavaba en uno de mis ojos cerrados. Continué dándole más y más besos cortos, sintiéndome cada vez más pequeño y humillado. Mis labios fueron bajando cada vez mas hasta que llegué a sus cojones. Me llevé otra impresión. Era unos huevos de campeonato. Gordos y pesados. Aún así, no le restaban impresión visual al tamaño del resto. Me encontraba ante un auténtico semental certificado. De seguro que esos poderosos cojones iban a ser fuentes abundantes de semen caliente.

Sin esperarlo, su polla me dio una bofetada en la mejilla. Mentiría si dijese que no me dolió, era increíblemente pesada y densa. Consiguió un impacto que provocó un sonido similar a una palmada con una mano abierta.

-Venga, cómemela bien que quiero descargar rápido, tengo que irme a trabajar dentro de poco.

De repente empecé a jugar a ese extraño juego mental que hago a veces, en el que imagino que, repentinamente, alguien posee mi mente y se encuentra en mi situación. Entonces se pregunta ¿Cómo ha llegado este tío aquí? ¿Nunca lo habéis hecho? Es bastante divertido.

Pero ahí estaba yo, con una enorme polla frente a mi boca un martes a las 8 de la mañana. Y ya iba siendo hora de que me la comiese como es debido.

Abrí la mandíbula, y me dispuse a alojar ese leviatán dentro de mi boca. Pero nada de lo que me hubiese imaginado me habría preparado para lo que sentí en aquel momento. Incluso con las mandíbulas abiertas, ese pedazo de rabo estaba abriéndomelas aun más. Necesitaba más espacio. Pero se abrió paso, y entró. Entró en mi boca, una polla alfa estaba por fin en mi boca. Estaba salada, caliente y suave. El capullo deslizaba por mi lengua como mantequilla derretida. Paulatinamente, empecé a hacer un movimiento de vaivén con mi cabeza, mi lengua se replegó al fondo de mi boca, y mis labios hacían de válvula de presión para la penetración de mi macho.

Entonces algo inesperado ocurrió. Empezó a crecerle. No me lo podía creer. Todavía no estaba erecta del todo, aún podía ser más poderosa y más humillante para mí de lo que ya de por sí era ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía ser tan desproporcionadamente dotado, y yo tenerla tan por debajo de su poderío?

-Venga, así putita así, hasta el fondo.

El desconocido me empujaba la cabeza con una mano para hacerme llegar hasta la base de su tronco con mi boca.

-¡Mmmph!

Intentaba coger aire, pero el desproporcionado grosor de ese rabo me lo impedía.

-Un poco mas y lo consigues.

Y de un último empujón a mi cabeza, efectivamente, lo conseguí. Mi nariz ahora se aplastaba contra su pubis peludo.

-Ooh sí, trágatela entera putita.

Me iba a morir, iba a morir por asfixia en ese salón. Imaginé los periódicos: “Joven de 27 años muere asfixiado por una polla. Al ser la de un macho alfa no se le ha procedido a detención, estaba en su derecho”.

Me bombeaba sin piedad, era una maquina de asfixia. Entraba y salía, hasta lo más profundo de mi garganta. Yo luchaba por respirar mientras el gemía por el placer que le estaba proporcionando follarse mi boca. Mi pene se empalmó dolorosamente. Supongo que era lo justo. Él recibía placer de mí, y yo recibía placer de ser puesto en mi lugar.

-¡Joder, eres un auténtico chupapollas!

Y me penetró la boca hasta el fondo. La mantuvo ahí mientras me agarraba la cabeza con las dos manos. Yo no podía respirar, sentía arcadas, me ahogaba con mi propia saliva, y los ojos me lloraban. Si no paraba pronto no sabía cuál de estos factores iba a acabar conmigo antes. Sin embargo, haciendo alarde de un perfecto control de la situación, la sacó justo en el último segundo que notó que yo no podía más.

-Eres muy bueno putita, pero yo con una mamada no me corro por mucho que lo intenten. Voy a follarte ese culito, que estas deseándolo.

¿Cómo? ¡No! No estaba preparado, no vine a verle para eso. Para que me follen necesito un largo tiempo para mentalizarme, y este macho quería simplemente usarme sin haber concretado por la aplicación lo que quería hacer conmigo.

Sin embargo, cuando se incorporó del sofá, me puso el rabazo encima de la cara y me habló.

-Vamos, a la habitación. Quítate la ropa y ve a 4 patas delante de mí para que te vea ese culo.

No dije nada. En otra circunstancia me habría escandalizado ¿Gatear a 4 patas como un perrito mientras me miraba el culo? ¿Encaminándome a un cuarto dónde me follaría a su antojo? Pero en ese momento tenía su pollon encima de la cara. Lo notaba pesado. Me apretaba los huevos contra mi barbilla y el tronco me cruzaba la mejilla, un ojo y la frente. El capullo ni siquiera reposaba en mi cara, de la cantidad de centímetros que se gastaba el cabron.

-Sí, mi macho.

No podía pensar. Su miembro me anulaba completamente. Me dio una leve bofetada con el nabo en la cara antes de retirarlo. Y me dispuse a desnudarme. Me incorporé mirando al suelo, y me deshice de todo. Cuando estuve desnudo, escuché su voz ronca por el calentón.

-Joder que peludito eres, me encanta. Y además con esa pinta de activo que tienes y eres una putita sumisa. Vamos, al cuarto que me muero de ganas de reventarte.

Seguí sus órdenes, y me puse a gatear por el salón, como una perra humillada. Siguiendo sus instrucciones.

-Fondo del pasillo, la habitación de la derecha. Y menea el culito un poco más putita.

Le hice caso, y me auto-humillé un poco mas meneando las caderas al gatear para que pudiera ver mejor mi culo en movimiento. No tardamos mucho en llegar al cuarto en penumbra, dónde me ordenó que me tumbase boca abajo en la cama. Quise preguntar qué tramaba, pero mi mente estaba bloqueada por su poder dominante. Simplemente me tumbé, y enterré la cara contra la almohada, expectante de lo que fuese a hacerme.

Entonces sentí su capullo. Gordo, enorme y caliente, frotarse en mi culo. El cabro se estaba tumbado encima de mí, deslizando su torso por mi vello corporal, y apuntando su polla entre mis cachetes, para llegar a la entrada de mi ano. Me gustaba, me gustaba y mucho. Era suave, se abría paso por mi piel sin resistencia. Parecía que mi culo le estaba dando la bienvenida. Tras frotar un poco, consiguió llegar a la entrada de mi culo, y empezó a acariciar mi ojete con su glande. La sensación era maravillosa, me estaba poniendo muy cachondo de sentir como me bloqueaba con su peso, y hacía lo que quería. Pero entonces me di cuenta de que estaba sintiendo piel desnuda. El cabrón no se había puesto condón.

-Tío, tío…

Me quejé, pero no me hizo caso, simplemente se dedicó a seguir con su masaje a mi esfínter, que me estaba volviendo loco.

-Tío, no llevas condón, yo sin condón no lo hago, de verdad tío escúchame…

Pero me tapó la boca. Con su mano derecha rápidamente alcanzó mi cara y me bloqueó el habla.

-Calla putita, tú no decides nada.

Mi cuerpo me traicionó, en vez de sentir miedo o repulsa por saber que me iba a penetrar a pelo, mi esfínter se abrió. Mi cuerpo reaccionó como el de una auténtica zorra. Reprimí los gemidos. Me iban a violar. Ese cabrón me iba a violar a pelo con ese rabazo de caballo y yo me estaba abriendo de par en par para él. No podía evitarlo, yo estaba por debajo en la jerarquía, tenía que servirle, tenía que ser su puta.

Para mi sorpresa, y sin mediar palabra. Se levantó e interrumpió el masaje anal. No podía ver qué estaba haciendo, pero el sonido de un envoltorio al abrirse, seguido del ruido de un plástico mojado desenrollándose me tranquilizaron. Se estaba poniendo un preservativo. Íbamos a poder tener sexo seguro. No quería hacerlo a pelo con un desconocido, soy un salido, pero no estoy loco.

Entonces ocurrió. Mi macho se me echó encima de nuevo, y dirigió de nuevo su pollazo a mi culo.

-Vas a disfrutar esto más que yo putita.

Y me la clavó. Ese hijo de puta se había untado el rabazo en lubricante y me la había metido. Mi culo, previamente dilatado por el morboso masaje a pelo, consiguió a duras penas acoger la embestida del desproporcionado ariete invasor.

-Oh, sí puta. Que culazo tienes joder, es como follarse a un virgen.

En cierto modo, tenía razón. El poco uso que le daba al sexo anal hacía que técnicamente fuese semi-virgen. Tenía algo de práctica, pero aunque hubiese practicado cien años, no habría podido ser capaz de aguantar la penetración de semejante portento de la naturaleza.

Sentía que me estaba partiendo en dos. Me estaba clavando una cantidad enorme de carne por el culo. Mi macho resoplaba del gusto, mientras yo me retorcía del dolor. Me ardía, estaba completamente abierto, y aun así, sentía que no la estaba metiendo hasta el fondo.

Hizo que alzase mi culo y me quedase en postura de perrito mientras él se quedó de pie en el borde de la cama, para poder percutirme con mayor libertad.

-¿Qué, te parezco lo suficientemente dotado ahora?

-Uff…

-No te oigo.

-Me duele tío.

-Te duele porque nunca te habían follado como te mereces. Eres una putita comepollas, y resulta también que tienes un culazo de campeonato ¿Te lo follan a menudo?

Yo intentaba responder ahogado por el dolor de sus penetraciones.

-No, nunca, un par de…veces en mi vida solo…uff…

-Sí, se nota ¿No eran pollones a que no?

-No…eran…agh…eran pichacortas.

-¿Eran pichacortas como tú?

-¿Qu…qué?

-Que si tenían una polla tan patética como la tuya.

Ese hijo de puta había dado en mi punto débil. Se nota que se había estudiado mi perfil de la aplicación, dónde explicaba lo que buscaba y mis fantasías. Se lo había aprendido al dedillo y estaba usándolo.

-S…sí, tenían una mierda de polla.

-¿Una mierda de polla como la tuya?

-…sí…

-Sí ¿Qué?

-Que tenían una mierda de polla como la mía.

Cuando dije esa frase, el dolor desapareció. Un torrente de morbo y excitación se abrió paso por mi cuerpo, desde el cuello, transmitiéndose por mi columna como una descarga, hasta alcanzar mi culo. El cual se abrió completamente, dejando vía libre a que ese macho alfa, mi macho alfa, me follase a placer.

-Joder, si que te gusta que te folle una buena polla, una polla como la mía ¿verdad? Se te ha abierto el puto ojete de par en par.

-Sí…fóllame.

-¿Qué dices putita?

-¡Que me folles joder!

Empezó a acelerar el ritmo. Y yo me volví loco.

-¿Quieres polla zorra? Dime

-Sí, quiero esa pedazo de polla en mi puto culo, dame caña joder.

-Mmm…eres un sumido de mierda.

Empezó a percutirme como un loco, echó el peso de su cuerpo sobre mí más y más. Y las penetraciones empezaron a ser hasta el fondo, notaba el peso de sus cojones rebotando contra mi culo. Al mismo tiempo, yo me pajeaba furiosamente.

-Oh, oh…me corro, te voy a preñar putita.

-Venga, préñame, córrete cabrón, córrete con mi culo.

La racha final casi me parte la columna en dos del peso que estaba soportando. Mi macho empezó a emitir gemidos guturales dignos de un gorila, cosa que me calentó aun mas, era salvaje, era animal.

-¡Dios, dios, toma, toma!

Sus penetraciones se tornaron espasmódicas, y me la enterró hasta que sus cojonazos se aplastaron contra mí. Se estaba corriendo. Estaba corriéndose dentro de mí. Por suerte llevaba el condón y estaba protegido, cosa que me tranquilizaba, pero el morbo de pensar que me podría estar inundando las entrañas con su poderosa simiente caliente me hizo sentirme totalmente a su servicio. Su larga eyaculación, con su polla latiendo fuertemente, provocó que mi masturbación me provocase un fortísimo orgasmo. Mi esfínter comenzó a contraerse descontrolado, ayudando a ordeñar al dominante macho que me estaba enculando. Comparado con su larga, profunda y enorme eyaculación, yo apenas solté dos chorros que pringaron la sábana blanca bajo mi cuerpo.

El desconocido se apartó y se derrumbó en la cama a mi lado. Respiraba pesadamente, satisfecho de su gesta. Me había humillado y dominado a su antojo.

-Puf…que polvazo nene. Una pena que nos tengamos que ir a trabajar ya ¿Verdad?

Y tenía razón, eran las 8:50, mi tren salía en 10 minutos, y yo estaba ahí, desnudo y con el culo aún abierto.

-¡Ay mierda, me tengo que ir ya! Perdona.

-No te preocupes, tira y hablamos por la aplicación- Se reincorporó y se sentó en la cama. Observándome mientras me vestía rápidamente.

Apenas tuve tiempo de nada más. Solo vestirme apresuradamente, y dirigirme hacia la puerta del piso, el me siguió hasta que fue el momento de la despedida.

-Bueno, me voy ya. Hablamos por la aplicación ¿Vale?-Terminé de abotonarme la camisa mientras decía esto, y abrí la puerta, saliendo hacia el rellano del bloque. Él asomó medio cuerpo por la puerta, y me dijo unas últimas palabras.

-Claro, por cierto, esto es para ti putita- dijo lanzándome algo.

Fallé al recoger el lanzamiento, y la puerta se cerró, el objeto me dio en el pecho de la camisa, y rebotó cayendo al suelo.

Era el condón. El que había usado para follarme. Estaba totalmente a rebosar de semen caliente. Ese hijo de puta se corría como si fuese un caballo. Mis sospechas al verle los huevos no eran infundadas. Era un alfa lechero, un completo macho de la cabeza a los pies.

Entonces me di cuenta de que me había llenando la camisa de semen.

-Mierda…

No tenía tiempo para nada mas, tuve que salir corriendo y lanzarme a la carrera hasta el tren. Conseguí llegar justo cuando las puertas se cerraban para la marcha del vehículo. Estaba jadeando. Al menos, la excusa de la carrera enmascaraba el hecho de que estaba sudando porque acababa de ser violado por el rabazo más grande que había visto en mi vida. Me senté en uno de los asientos, y pude comprobar con alivio que el vagón iba vacio esa mañana.

Cuando me relaje un poco, empecé a notar los olores. Venían de mi boca, de mi cara y de la mancha de la camisa, que estaba ocultando con la chaqueta. Olía a sexo, a follada y a semen. Olía a macho.

Discretamente, tras comprobar de nuevo que estaba solo en el vagón. Deslicé mi mano a mis pantalones y me los desabroché…

CONTINUARÁ...

PD: Como os prometí queridos lectores. Aquí teneis el capítulo en el que conocí a mi MACHO. No os preocupéis, la historia aun tiene mucho que contar. Espero que disfrutéis de este capítulo tanto como yo lo disfruté cuando pasé la experiencia.

Tal y como dije antes, vuelto a insistir en que os animéis a comentar, leeros es lo que me anima a seguir escribiendo, y sentíos libres para enviarme un email con cualquier cosas que queráis decirme. Con mucho gusto os contestaré, e incluso podríamos contemplar la incorporación de algún episodio con una temática que os interese.

Gracias, y un saludo a todos los lectores.