Y por fin, el día en el que conocí al macho que supo dominarme llegó.
Es el orden natural ¿Verdad? El macho alfa trabaja duro y gobierna a sus allegados. Sus cojones son fábricas de densa leche de macho, que deben ser vaciadas regularmente. Es de rigor que a ese macho se le de servicio cuando él lo desee, e incluso cuando no lo pida.
Se convirtió en una obsesión, pollas, pollas, pollas. Siempre enormes, siempre gordas. Palpitantes, calientes, superiores, alfas, vomitando semen por todas partes, preñando a golfas, golpeando mejillas y provocando arcadas en bocas que no estaban preparadas para complacer tales portentos. Empecé a pensar que el mundo estaba regido por el tamaño de las pollas, y a imaginarme el calibre de los tíos que veía. Si era un gran líder mediático, actor, famoso, músico de éxito, etc; pensaba que seguro tenía un badajo enorme ¿De dónde si no iba a salir todo ese carisma y poder? Pues de la confianza que les otorgaba saber que, llegado el momento, siempre podían quitarse los pantalones y decir orgullosos Lo que tu digas, pero ¿A que tú no tienes esto?