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Sexo y deporte

en Erotismo y Amor

El fútbol nunca ha sido mi pasión, me aburre más que cualquier otra cosa, aunque debo reconocer que alguno de los futbolistas que juegan tienen unos cuerpazos increíbles, y cuando los veo sudando, me gustaría verlos sudar conmigo, en la cama o en cualquier parte de mi casa. Con el Mundial en juego, mi novio está más pendiente de ver los goles de las principales selecciones, que meterme goles a mí, aunque bien es cierto que siempre cumple conmigo, dejándome muy satisfecha y con agujetas, lleva una semanita que la casa parece un convento, ni un triste jueguecito para calentarnos y alegrarnos el día. Nada.

Hablando con mis amigas de esto, me di cuenta que era algo bastante extendido, que todos los tíos preferían el fútbol a metérsela a sus novias, increíble pero cierto. Mientras tomábamos una copa, nos pusimos a buscar una manera para avivar la llama de la pasión que se estaba apagando en nuestros novios, haciendo que en esta temporada también sintieran deseos con nuestros cuerpos, que tenían ganas de que le dieran bien duro. Estuvimos analizando algunas posibilidades, como ponernos delante como vinimos al mundo, empezar a tocarnos y jadear justo al lado del sofá como perritas en celo, para que se volvieran a nosotras, como también salió el simple hecho de medio violarlos a ellos. Apagar la tele, callarles la boca y meternos su miembro en la boca hasta notarla como una roca, y luego abrir las piernas para que su sexo taladrase el nuestro hasta sentir la corrida dentro de nosotras o sobre nuestros cuerpos. Os confieso que una de mis fantasías y algo que me pone muy cachonda es que mi chico se corra en mi ombligo, simplemente me encanta, no me preguntéis la razón, pero cuando hace esto me la tengo que volver a meter y correrme al momento, me pone en éxtasis total.

Mi táctica la puse a prueba el día en el que España jugaba contra Irán, un partido que sabía que la selección española se jugaba mucho, después del empate contra Portugal, y también porque los partidos que más vivía mi novio era cuando jugaba la roja. Por este motivo, la mañana antes me puse a pensar en cómo podía distraerlo, o al menos jugar con el mientras veíamos el fútbol, consiguiendo que, ganase o perdiese el partido, pudiéramos acabar en el sofá o en la cama follando como conejos. He estado ideando unos juegos para ponernos cachondos con los que pienso que voy a tener éxito y obtener mi polvo que tanto espero.

Como sé que a mi chico le gusta apostar, he creado una serie de apuestas sexuales, en las que según lo que vaya ocurriendo en el partido, tiene que satisfacerme. Por ejemplo, si marca España, tendrá que lamerme el clítoris durante 5 minutos, y así durante con muchas más apuestas. Para que no me quedase sin sexo, puse absolutamente todas las posibilidades que había, como si fuese una Quiniela en la que al final, la que iba a ganar era yo, ya que me las había ingeniado para que diese el resultado que diese, terminase en la cama conmigo, ya que no era plan de que, al final el resultado no fuese el que yo quería y terminase con un calentón enorme, viendo un partido que ni me iba ni me venía y sin sexo.

Cuando el partido terminó, nos dirigimos a la cama, y como dice la canción, sin pijama, sin pijama. Toda la tensión que había guardado del partido, la descargo conmigo, satisfaciéndome con cada uno de las apuestas, y con mucho más. Adoro cuando mi chico se pone salvaje, me abre las piernas, me acerca a sus caderas y su miembro erecto, para acto seguido introducirlo en mi interior mientras que poco a poco, nuestros cuerpos se acoplan y el placer y la pasión van surgiendo, y nos besamos, con besos húmedos, delicados al principio, para convertirse en más salvajes, en las que entran las lenguas, y los mordiscos. Mi cuerpo se arqueó al sentir su semen caliente en mi vagina, viendo esto, me empezaba a morder los pezones, que estaba muy duros, lamiéndomelos después. Una vez que él había acabado, me tocaba a mi dominar un poco la situación, y aunque no estaba en las apuestas, me aventuré a seguir un poco con mi juego, y acto seguido, me subí sobre él, que todavía estaba exhausto, y empecé a cabalgarlo, buscando un segundo orgasmo mío que hiciera redonda la noche que estábamos pasando.

Cuando terminamos, los dos estábamos más descargados de toda la tensión, el por el partido que había visto, (pienso también porque llevábamos unos días sin sexo), como también yo, que acabe complacida, como siempre. En los partidos posteriores seguimos jugando, y creedme que no hizo mucha falta más para ver que todo era compatible, el fútbol y el buen sexo con una chica con ganas de que le dieran lo suyo.