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Congreso Empresarial 2: El Cristal

en Hetero: Infidelidad

El sábado empezó movidito, sonó el despertador y me metí en la ducha rememorando lo pasado la noche anterior, y cavilando cómo comportarme con estos dos. No sabía si esperar a que me lo contasen ellos, o decirles algo yo directamente, porque lo que no iba a hacer con ambos era ocultarlo, pero fue todo mucho más fácil.

       Tengo que decir que no era la primera vez que veía a Miguel en pleno acto, como compañeros de piso, prácticamente toda la carrera, habíamos vivido bastantes situaciones comprometidas tanto Miguel y yo como Perico, el tercer mosquetero. (o compañero de piso y crápula redomado, al que perdimos de vista durante años, hasta la boda de Raquel, pero no adelantemos acontecimientos) Aunque los tres nos habíamos visto, nunca ninguno se había quedado parado o mirando, lo normal era un “Cierra la puerta exhibicionista” o un “Ya te vale, móntatelo en tu habitación capullo” y unas risas, pero lo normal es que pasáramos de largo. Sin embargo, sí era la primera vez que veía así a Raquel, aun conociendo sus tendencias, y fue un morbazo total por todo, la situación, el conocerlos de tantos años, que llevaba unas tres semanas a palo seco, ya que, con el viaje y los cabreos, Olga y yo no habíamos follado en los dos últimos fines de semana...

       Cuando terminaba de vestirme, alguien llamó a la puerta y pensando que sería el servicio de limpieza, porque a los tortolitos no los esperaba tan temprano, respondí con un “estoy terminando enseguida salgo” a lo que me respondieron:

- ¡Anda, abre capullo! - que decía Miguel tras la puerta, abrí, sonreí y dándole los buenos días entré en el baño, a terminar de arreglarme la corbata, enseguida noté, que venía con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras, Miguel entraba en la habitación diciéndome con cara de cachondeo - ¡Buenos días mirón de mierda! - Un saludo no muy habitual, aunque frecuente entre nosotros (los apelativos cariñosos con que nos obsequiamos desde la universidad suelen ser: gilipollas, joputa, tal y como suena, capullo, cabrón, mirón, mamón y otras más terminadas en on, siempre entre nosotros, casi nunca en público) pero yo me lo tomé por la tremenda.

       Me quedé parado y le dije- ¿Es que me visteis anoche?

       Miguel - ¿De qué hablas? ¡Claro que te vi anoche! ¿Es que estás gilipollas y no te acuerdas de que cenamos juntos?

       Yo - No, ya, ya, no me refería a eso, me refería al circo de tres pistas que montasteis anoche en el balcón.

       M- ¡No me jodas que nos viste! - dijo con cara de niño pillado en falta- ¡Hostia, hostia, joder! Mira que le dije que no había sido una buena idea… Pero estábamos tan cachondos que ni me lo pensé.

       Y - Jajajaja ¿Cachondos? ¡Estabais más salidos que el cerrojo de un penal! Pero esa no es la cuestión, la cuestión es cómo os liasteis la manta a la cabeza.

       M - No se que decirte…-dijo dudando- ¿No sería mejor que te lo contásemos juntos? Raquel está esperándonos para desayunar.

       Y - Vale, pero quiero pelos y señales

       M- ¡Que siiiii, cansino!

       Y- Por cierto, no sabía yo que te iba eso del exhibicionismo - dije para picarle

M-Sí hombre, y el sado y los intercambios de pareja y los travelos no te jode, me vi en la situación y me tiré al río. Anda vamos a desayunar - dijo entrando en el ascensor

       -Si, si, te tiraste al río y a la Raquel - dije y la carcajada de ambos se debió oír en el vestíbulo.

       

       Para cuando llegamos a desayunar el salón estaba abarrotado, encontramos a Raquel al fondo del salón porque se levantó y nos llamó, nos acercamos y vimos que había cogido una mesa para cuatro y estaba sentada con una chica que no me sonaba de espaldas, así que mi gozo en un pozo, las confidencias sexuales para otro momento…

       - Buenos días dormilones - dijo Raquel - Jesús, te presento a Ivette, Miguel ¿Te acuerdas de ella?  - Como olvidarla, ¡hola guapísima! - dijo Miguel mientras se acercaba a darle dos besos.

Confieso que cuando se levantó de la silla, se me puso dura solo con verla, no solo eso, creo que también me ruboricé un poco ante la mirada divertida de Raquel, mientras la saludaba con dos besos, aunque pude recomponerme en segundos.

Ivette era más joven que nosotros, unos 3 años, 160 cm, delgada, morena de piel, con el pelo muy largo, rizado, negro y brillante como el azabache, pecho sugerente sin ser muy grande y un cuerpo muy femenino con un culo espectacular. No es que tuviese un culo muy grande o las caderas excesivamente anchas, era más bien la forma como sobresalía por detrás, definitivamente era el mejor culo respingón que hubiera visto en mi vida. 

Pero lo que realmente me mató fue su cara, de ascendencia Colombiana y Española, como luego me contaría, tenía una cara preciosa, con unos grandes ojos rasgados de un azul cielo que contrastaban con el color tostado de su piel y el negro de su pelo, con una mirada pícara y divertida, una nariz recta un pelín chata, con la punta redondeada y una boca de dientes pequeños y blanquísimos en la que se veía una sonrisa capaz de iluminar todo un salón y con unos labios gordezuelos que me hicieron sentir algo más que desasosiego cuando nos acercamos para darnos dos besos en las mejillas.

       Estuvimos desayunando con una conversación bastante amena, yo no podía parar de mirar a Ivette que parecía encantada conmigo, la verdad es que ambos éramos muy habladores y bromistas, no nos cortábamos un pelo. No digo que fuera un flechazo, pero sí que nos caímos genial desde el primer momento. Además, tenía una voz dulce con un acento entre colombiano y francés, que enamoraba, salpicado de expresiones españolas, colombianas y francesas.

       Ahí fue cuando me enteré que la madre de Ivette era española y su padre colombiano, que su madre fue a Colombia con una ONG y que allí conoció a su padre y se casó con él, que nació en Colombia y que cuando ella tenía 5 años emigraron a Francia porque España estaba bastante mal, así que fueron a vivir a París donde tenían conocidos y que había sido becaria internacional de nuestra empresa en una de las sucursales de Barcelona hacía 2 años, cuando conoció e hizo amistad con Raquel. Que era extremadamente inteligente, que había terminado la universidad con 18 años y que llevaba una carrera meteórica, habiendo dirigido hacía unos meses el desarrollo de una aplicación que había supuesto una bomba en el sector, y además de asistir a otras conferencias, participaba, en el congreso, como conferenciante, en la primera charla a la que iba a asistir yo esa misma mañana.  

Por supuesto, no pudimos hablar de lo de la noche anterior, aparte de por Ivette, porque tanto Miguel como Raquel estuvieron tan pendientes el uno del otro, que Ivette y yo parecíamos al principio convidados de piedra, aunque enseguida nos pusimos a hablar entre nosotros y al final tuvo que ser Raquel, la que avisase a Ivette, de que se le pasaba la hora para ir a preparar la conferencia, porque estábamos tan enfrascados en la conversación que se le fue el santo al cielo. Así que se despidió con dos besos por cabeza, y no sé si fue imaginación mía, pero yo diría que me los dio peligrosamente cerca de mis labios y mis pulsaciones subieron a mil.

       Cuando Ivette se fue moviendo su culazo, no pude evitar quedarme mirando, y eso me daba algo de cargo de conciencia, así que pensé que, sin dejar de ser simpático con ella, porque me cayó realmente bien, iba a mantener más o menos a distancia para evitar tentaciones, ¡Iluso de mí! Estaba en esas cavilaciones, mientras la veía alejarse cuando - ¡Que se te van los ojos! A ver si voy a tener que contarle algo a Olgita… - dijo Raquel de coña, porque la relación entre ambas tampoco es que fuese de confianza.

       -Bueno por lo menos yo no lo hago al aire - dije con maldad

       Los ojos de Raquel se abrieron como platos y su puño derecho se estrelló con el hombro de Miguel mientras decía - Ya te vale, seguro que no has tardado ni 2 minutos en contárselo - le dijo con cara de medio mosqueo.

       -La verdad es que no se lo he contado yo -dijo Miguel frotándose el hombro- nos vio

       - ¿Que nos vio? ¿Cómo que nos viste? - dijo mirándome con cara de sorpresa.

       - Tampoco es que os escondierais, además sabes, que, en ciertas circunstancias, soy un poco voyeur, y lo de anoche no era para perdérselo - dije con sorna - Pero, esto lo tenemos que hablar tranquilos, porque la verdad no creo que haya sido la mejor idea que hayáis tenido, y como ya son horas de ir a la conferencia ¿Qué tal si comemos los tres solos y tenemos una conversación?

       -Hecho - dijo Miguel

       -No se -dijo Raquel -No creo que a Ivette le haga mucha gracia, creo que te ha cogido cariño- dijo para picarme.

       -Bueno si a vosotros no os importa que ella se entere, por mi puede venir, pero preferiría que comiésemos solos- dije con precaución

       -Tú lo que tienes es más miedo que vergüenza - dijo Miguel socarrón

       - ¿Cómo? - dije sorprendido

       -Que la chica te ha gustado, e intentas poner paños calientes para no llegar a una situación que te haga decidir si te enrollas con ella o no. A eso me refería ayer, con lo de “quien te ha visto y quién te ve” - dijo muy serio, y como sabéis no le faltaba razón.

       -Además Ivette ya sabe lo que pasó anoche - dijo Raquel con desparpajo ante la mirada atónita de Miguel- Sí, porque tú se lo ibas a contar a este, si no nos hubiese visto, así que yo también se lo cuento a quien me da la gana, y vámonos ya a las conferencias, que no llegamos.

La conferencia de Ivette fue extraordinaria y brillante, el tema era tan interesante, y ella lo explicaba con tanta claridad, que pude abstraerme de su belleza y centrarme en mi trabajo. Solo me distraje en una ocasión, cuando al levantar la cabeza me encontré sus ojos y su sonrisa fijos en mí, así que tragué saliva, le sonreí, e intenté seguir tomando notas, lo cual me fue imposible durante los siguientes 5 minutos.

Al terminar fuimos a tomar un café, a una sala contigua, ya que teníamos hora y media hasta la siguiente conferencia. Si, realmente fue un congreso relajado. Durante la primera media hora estuve charlando con otros congresistas que conocía de otras ocasiones y conociendo a otros nuevos, todos comentaban lo guapa que era, el cuerpazo que tenía y que se habían despistado, en algún momento mirándola (de esto hace 22 años así que imaginad el ambiente). Mientras, Ivette era asaltada por muchos de los congresistas, ya fuera para hablar del tema de la conferencia o para intentar conseguir “tema”. 

Hubo un momento que, la verdad es que me sorprendí, deseando que se librase de esos pesados, para poder acapararla. Cuando fui consciente de lo que estaba pensando me turbé y fui al baño a refrescarme e intentar poner en orden mis pensamientos, porque yo soy un tío fiel, o eso me decía para convencerme. Mirando mi reflejo, me di cuenta de que esa mujer despertaba en mí un deseo irrefrenable, e intenté exorcizarlo recordando los buenos tiempos con Olga.

Fue inútil, al salir del baño, decidido más que nunca a dejarme de fantasías y mantener a Olga en mi pensamiento como escudo protector, me la encontré saliendo del aseo femenino.

       -Hola, enhorabuena por la conferencia, ha sido de lo mejor que he visto en muchos congresos, y tú lo explicas genial- Le dije intentando ser simpático, mientras salíamos del pasillo de los aseos, se volvió hacia mí y me dijo - Gracias - y me dio un abrazo, que más parecía un restregón y un beso en la comisura de las labios, que me dejaron en shock y me produjeron una dolorosa erección imposible de ocultar, así que, como si no pasase nada y ante la sonrisa de Ivette, me quité la chaqueta para colgarla del brazo y disimular un poco, sin dejar de notar una mirada apreciativa por su parte.

       Cuando ya me dirigía a la sala donde estaba nuestro grupo, me dijo - Perdona ¿Te importa acompañarme a la cafetería de abajo? Es que allí - dijo indicando la sala - hay mucho pesado y prefiero estar relajada, que ya ha sido bastante con los nervios de esta mañana-  Así que nos dirigimos a la cafetería, que estaba abarrotada también. En cuanto encontramos un hueco en la barra, porque en mesa era imposible, pedimos algo y mientras lo tomábamos...

- Por cierto, gracias por lo de esta mañana- dijo con una sonrisa.

       - ¿Lo de esta mañana? ¿ Que he echo de bueno?- dije sorprendido

       -jajajaja pues la charla, ha sido tan amena, que se me olvidaron los nervios hasta casi el momento de la conferencia- me dijo

       -Pues ya sabes, me debes unas cañas - dije con una sonrisa

       - ¡Están aquí! - oí decir a Raquel y me di la vuelta- allí estaba Raquel mirándome con sorna y Miguel se acercaba desde otro lado- ¡Por fin! Os hemos estado buscando desde que nos hemos podido librar ¿Dónde andabais pillines? - Pues esquivando pesados - dijo Ivette con una sonrisa.

       Después de esto nos pusimos a hablar de la conferencia de Ivette, y de lo bien que había salido. Pero no quedó todo en eso, mientras hablábamos y como en la barra estábamos bastante apretados, llegó un momento que se cruzaron las conversaciones, yo hablaba con Miguel y Raquel con Ivette, entonces ella pasó por delante de mí para ponerse al lado de Raquel, rozándome con su espectacular culo, pude notar cada uno de sus prominentes glúteos pasando por mi entrepierna pero lo mejor fue después del primero mi morcillona polla se alojó entre ellos y apretó su culo contra mí un segundo, antes de pasar del todo. Si ya solo con estar cerca estaba morcillón, con el roce volví a empalmarme salvajemente, y no quedó todo en eso, ella debió de darse cuenta de mi reacción, que ya no debía causarle sorpresa, y mientras, con la excusa de buscar algo en su bolso (que tenía colgado en el hombro izquierdo, el más cercano a mi) con la mano derecha, dejó caer la izquierda y empezó a acariciar mi pierna subiendo poco a poco hacia mi nalga, se hizo con uno de mis glúteos y después pasó los dedos entre mis piernas levemente, hasta llegar con la punta a rozar mis testículos, me quedé mudo intentando atender a las explicaciones de Miguel, que hacía varios segundos que no escuchaba y controlando mi erección. Iba a reaccionar cuando Miguel dijo - No llegamos-  Así que salimos para nuestras conferencias, Miguel por un lado Raquel por otro e Ivette y yo juntos ya que compartíamos grupo. Cuando llegamos a la conferencia nos sentamos atrás, ya que estaba todo ocupado, y menos mal porque pudimos tirarnos toda la conferencia hablando bajito, comentando lo malo que era el conferenciante, y lo aburrido del tema.

Casi al final de la conferencia le dije- Ivette, me lo estoy pasando contigo estupendamente eres una tía espectacular, pero creo que lo que ha pasado en la cafetería… - me miró con cara interrogante - no debería volver a ocurrir, tengo novia- estaba un poco avergonzado - Ya lo sabía, me lo ha dicho Raquel, y no te preocupes que solo estamos jugando, aquí no va a pasar nada que tú no quieras - me dijo aparentando que decía una broma, pero se notaba en los ojos que estaba algo picada, después hizo como si se centrase en la conferencia y no volvimos a hablar hasta el final de esta.

Al salir me relajé, ya que ella salió muy habladora y volvimos al ritmo anterior, conversando y riéndonos de cosas banales, pero ya sin filtreos y roces por su parte, lo que en parte me jodió un poco, pero me tranquilizó bastante. Luego buscamos a estos, y mientras decidíamos si comíamos en el restaurante del hotel o en otro sitio, Ivette vio a un par de chicos de nuestra edad, bien parecidos que salían del ascensor y salió gritando - ¡Alexis, Leopold Comment ça va? - echándose en sus brazos y saludándolos con un beso en los labios a cada uno. Se acercó a nosotros cogiendo a ambos de la cintura y nos dijo -Chicos os veo en otro momento - y sin más se fue con ambos al restaurante del hotel - Uff, creo que ya la hemos perdido para todo el congreso - dijo Raquel un poco fastidiada - ¿Por qué pregunté? -intrigado - Bueno, es que esos tres tienen una relación muy particular- y así que nos fuimos los tres a comer fuera, intenté sacar el tema, del balcón, como tres veces, pero siempre se salían por la tangente y ya en los postres.

-Bueno ¿Me queréis contar en qué estabais pensando anoche para enrollaros y encima en el balcón? Os recuerdo que tu Miguel estas casado y tu Raquel estás a menos de cuatro meses de casarte - dije ya harto de evasivas

-Verás, Jesús - empezó Raquel- No, Raquel, déjame que empiece yo- dijo Miguel rápidamente- Como sabes últimamente en casa las cosas no andan muy finas, la enfermedad de mi suegra, que ya no puede valerse sola, y el que las hermanas de Lola estén desplazadas por el curro, hace que casi todo el tiempo ella esté ocupada, además ya sabes que su trabajo es un poco absorbente, y entre eso y que yo en el curro ando agobiado, vamos como todos, hace que nuestra vida sexual sea un páramo desierto desde que empezó lo de su madre hace casi un año. Cuando no llego a casa reventado, es ella y así no hay manera. Hace 5 meses me enviaron a la sucursal de Raquel como apoyo durante una semana, así que nos veíamos todos los días y trabajábamos codo con codo.

-Y terminasteis follando ¿Verdad? - dije con cara de pillo

       - ¡Que va! Deja que te cuente. El caso es que durante esa semana salimos todos los días, una vez estuvo Xavi (su novio) pero casi siempre los dos solos, ya sabes que Xavi se mosquea si nos ponemos a contar batallitas de la Universidad y parece últimamente andaba muy liado. Pero no pasó nada raro, solo que como hacía tiempo que no nos veíamos estuvimos un poco más cariñosos que de costumbre, pero nada más.

       -Sí  y yo le conté - dijo Raquel interrumpiéndole - lo que te dije de que estaba un poco agobiada por la boda, más que nada con la actitud de Xavi, que está haciendo todo como quiere su madre y que últimamente, entre el trabajo, las peleas por la actitud de su madre y que encima, esto no te lo había contado- reflexionó - Bueno pues resulta que han vuelto de Oslo, unos tíos suyos a los que llevaba sin ver 15 años y parece que intentan recuperar el tiempo perdido así que cada poco intenta arrastrarme a su casa y a mí como que no me apetece ni conocerlos, entonces se cabrea, se va solo con ellos, luego vuelve tardísimo y ni me toca -dijo con cara triste a lo que Miguel respondió dándole un achuchón y ella apoyó la cabeza en su hombro mientras Miguel continuaba.

-Desde entonces, hemos seguido llamándonos y mandándonos mensajes casi a diario, contándonos los problemas y apoyándonos el uno al otro, vamos como siempre pero mucho más a menudo - remató Miguel.

- Pues lo de anoche no es lo de siempre... - dije con una sonrisa malvada - Vamos que yo sepa…

        - Ya, espera que ya llegamos a lo de anoche. Durante los últimos meses, como te he dicho, hemos estado en contacto, el “problema” vino hace poco más de un mes, en plan broma, los mensajes de ambos empezaron a ser más picantes, nada escandaloso, nada que no hayamos dicho mil veces en otras conversaciones de juerga en el grupo de colegas. Pero el caso es que un día le mandé alguno más subido de tono, ella me siguió el juego, y poco a poco, los mensajes fueron cada vez más explicitos, calentándonos al maximo, así que cuando llegamos aquí nos teníamos muchas ganas...- dijo mientras Raquel asentía, más tranquila.

       - Vale, hasta ahí lo entiendo- interrumpí - pero ¿Cómo pasasteis de unas bromas más o menos picantes por SMS, a terminar follando en el balcón de un hotel a las 3 de la mañana?

       - A eso iba. La verdad es que hasta anoche no había pasado nada, si descartamos el polvo, borrachos, después de aquella fiesta de Derecho cuando estábamos en 3º- dijo guiñándole un ojo a Raquel. Ahí me reí, porque la historia tiene su miga, quizá algún día la cuente - Pero fue llegar aquí, y noté que este congreso no iba a ser como otros.

-Si, lo notamos desde el primer abrazo que nos dimos- dijo Raquel echándole a Miguel una mirada divertida - Vamos que se empalmó en cuanto me tuvo en sus brazos - dijo riéndose.

       -Y luego llegaste tú y nos cortaste el rollo - soltó Miguel para no quedarse atrás

       - ¡Hombre si quieres no me acerco a ver a mis amigos capullo! - le dije un poco picado.

       - ¡No coño! Ya sabes que es de cachondeo, pero la verdad es que un poquito sí me jodió. - dijo Miguel intentando atemperar- Y a mí -dijo Raquel con un hilo de voz.

       

       - Claro, a mí también me hubiese jodido, aunque también podías haber hecho lo de siempre, llamarme, contarme el tema y ya sabría yo cómo molestar lo menos posible. - le dije intentando ser comprensivo

       - ¡Que no joder! Para dejarte de lado estábamos, si llevamos un año sin vernos los tres juntos, además que no creía que fuese a pasar nada entre nosotros, pensaba que era solo un calentón mío. Es cierto que me jodió un poco, pero eran más las ganas de estar los tres que de otra cosa. - dijo Miguel con una sonrisa mientras Raquel asentía por detras.

       - Vale, vale, yo también os quiero, seguid con la historia. - le solté con cara de cachondeo

- Bueno, termino. Durante la cena y las copas la verdad es que no hacíamos más que rozarnos casualmente, aunque yo no quería creer que fuera a ir a más. Mientras tú no te enterabas de nada porque tenías la cabeza en Olga y sus broncas, pero el caso es que con el paso de la noche los roces pasaron a ser caricias y para cuando subíamos en el ascensor, aunque nos íbamos haciendo bromas los tres, las caricias entre los dos eran cada vez más atrevidas. Y ya cuando nos quedamos solos, tardamos menos de 10 segundos en enrollarnos, como no era cuestión de que nos pillasen en el pasillo, nos metimos en la habitación de Raquel que estaba más cerca.

-La idea del balcón fue cosa mía - dijo Raquel con una cara de vergüenza que no había vuelto a ver en ella desde el instituto - y por eso viste el primer polvo...

- ¡Ah! ¿Pero hubo más? - Dije con maldad dirigiéndome a Miguel- Yo creía que ya eras un viejo con “pitopausia”- solté riéndome

- “Pitopausia” los cojones, a ver si el que va a tener “pitopausia” vas a ser tú, eso o que Olga te ha puesto un cinturón de castidad, porque rechazar una belleza como Ivette, aunque solo sea para tontear es de gilipollas.

-Bueno, bueno, qué estamos hablando de vosotros no de mí- dije intentando esquivar el tema- supongo que esto será como Las Vegas- me miraron extrañados- “lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas”.

Me dijeron que por supuesto, que era por sacarse el calentón, que esta noche sería la última vez, pero Raquel, a la cual se le empezó a notar nerviosa, después de un silencio incómodo, me pregunto - ¿Lo volverías a hacer?- ¿El que, miraros?- dije un poco sorprendido por la nueva dirección que tomaba la conversación - Sí, sí, esta noche, si no terminas con Ivette botando sobre ti, antes - dijo con picardía, lo cual me molestó un poco - Pues no sé ¿Sería muy descarado no? - dije con prudencia descartando el comentario sobre Ivette - A ver solo si tú quieres, si esta noche vemos que vamos a repetir el numerito y te vemos en el balcón, lo mismo nos emocionamos más. Pero esta noche lo haremos dentro, que ya está todo el mundo y nos pueden ver con más facilidad, y que me apetece que este me empotre contra el cristal- dijo ante la ojiplática mirada de ambos - No sé me lo pensaré- dije en cuanto me recuperé- porque una cosa es verlo a escondidas y otra muy distinta esto - pero Miguel que también se había recuperado, me dijo - Anda tonto y si al final no tienes nada con Ivette por lo menos… - Me lo pensaré- dije no muy convencido. Y comentando esto nos dirigimos a la cafetería del hotel para tomar algo hasta la siguiente conferencia, que era la última del día. Estando allí ha apareció Ivette, y después de saludarnos me pidió que le guardase un sitio que tenía que subir a la habitación y podría tardar algo más del cuarto de hora que quedaba para empezar.

No le di mucha importancia, y aunque es cierto que se retrasó unos minutos, cuando llego no se había presentado todavía el conferenciante - ¡Hola! Qué bien que no haya empezado, pero necesitaba una ducha como agua de mayo- dijo con voz agitada- ¿Y por qué tanta prisa por una ducha?- respondí- pues porque estos dos llevan una marcha que no veas- la debí mirar con cara de espanto, porque rápidamente me contestó- no te creas que me he acostado con ellos- y cambiando el tono de voz a uno mucho más meloso- este fin de semana solo tengo un papito- dijo mirándome y haciendo una caída de ojos que me dejó sin aliento - Anda, anda, vamos a centrarnos que ya llega el conferenciante- dije después de tragar saliva e intentar, sin éxito, que no se notase que no me llegaba la camisa al cuerpo.

Si alguien se enteró de la conferencia, no fui yo, porque me la pasé intentando recordar a Olga, en todos esos momentos tiernos que tiene una pareja, para exorcizar al súcubo que tenía sentado a mi derecha, pero destino esquivo. Al estar en el constante estado de excitación, que me provocaba la cercana presencia de Ivette, los pensamientos tiernos sobre Olga se fueron transformando, a lo largo de las dos horas de conferencia, en recuerdos de noches de sexo, la imagen de su culo redondito rebotando contra mi pelvis cuando se pone a perrito, aunque también me acordé de su “Por el culo ni se te ocurra” que me ponía de tan mala leche por el tonito que usaba, me acordé de su coñito bonito y rosadito, que destila jugos con sólo acercarle un dedo, de sus tetitas perfectas y de pezones rosaditos botando ante mis ojos o en mi boca, de su cuello largo y estilizado que me encanta besar y es su punto flaco, de sus labios gordezuelos, de su nariz recta un pelín chata, con la punta redondeada, de sus grandes ojos rasgados de un azul cielo con una mirada pícara y divertida… ¡Un momento, un momento! Esos ojos, no son los de Olga, ni esa nariz, la suya es más delgada y más puntiaguda.

Era superior a mí, yo intentaba recordar a Olga, pero la presencia de Ivette, su olor y el leve roce casual de nuestros brazos, cuando cambiábamos de postura, hacía que se metiera en mis ensoñaciones, desterrando a Olga al séptimo infierno. Me pasé lo que quedaba de conferencia, con la carpeta sobre mis rodillas, para intentar tapar tamaña erección, esto no pasó desapercibido para Ivette que me “obsequió” con una sonrisa triunfal en uno de nuestros frecuentes cruces de miradas. Creo que claramente me vio claudicar.

“De perdidos al río” pensé cuando salía de la sala de conferencias de su brazo. No me gusta ser infiel, a lo largo de mi vida lo he sido dos veces, y en aquella época no lo había sido todavía, pero aunque la segunda sí se pudo evitar(aunque no quise, ya os lo contaré) esta era imposible, me había cazado, y la única manera que había de que no pasase, era que me encerrase a solas en mi habitación y me despellejara la polla a pajas, pero no estaba por la labor. Así que salí con ella del brazo y nos fuimos a un bar cercano, hasta la hora de subir a cambiarnos para la cena del congreso.

Si ya iba sobreexcitado, el sentir el roce de su pecho en mi brazo me tenía al borde del colapso por lo que al llegar al bar me disculpé y fui a refrescarme al baño. Me estaba mirando al espejo, dándome ánimos, cuando noté que la puerta se abría - Ocupado, salgo enseguida- dije, ya que era un baño estrecho con un lavabo y un retrete - No, si no quiero que salgas papi -dijo Ivette colándose dentro y echando mano a mi entrepierna, mientras con su otra mano echaba el pestillo que yo había ¿Olvidado cerrar? - uhm qué es lo que noto aquí, esto es prometedor - había conseguido relajarme un poco, pero ahora la erección crecía sin freno - pfff, mi amor, como estas, la tienes durísima y gordísima como a mí me gustan- dijo ella relamiéndose, cuando hubo sacado mi miembro de su prisión, tenía el glande amoratado, y líquido preseminal en la punta - Llevo así desde poco después de empezar la conferencia- le dije haciéndome el afligido- Tranquilo papi que te voy a descargar rapidito, para que estés más relajadito, para poder charlar con tranquilidad- dijo masturbándome con maestría, su pequeña mano apenas podía abarcar mi miembro de lo gordo que lo tenía, al mismo tiempo me metió la lengua y empezamos un morreo apasionado que elevó todavía más mi excitación, intentaba meter mi mano por la cinturilla de su pantalón cuando recibí un pequeño golpe y rompiendo el beso me dijo- no tenemos tiempo, yo puedo aguantar, pero tú no- y puso una de mis manos en su culo, la otra ya estaba en su pecho, mientras reanudaba el beso y la paja. No duré mucho, tampoco era cuestión de aguantar, el sentir su mano acariciando mi polla, jugueteando con la punta, recogiendo el líquido preseminal, uniéndolo a su saliva, usándolo para deslizar mejor la mano desde la base al glande y viceversa. La cadencia, no demasiado rápido, no demasiado lento, enloquecedora y nuestras lenguas danzando a dúo en un baile erótico sin fin, hicieron que estallase sin poder avisarla, poniendo el espejo y parte de la pared pringados, con los dos primeros lechazos y el resto del espejo, el lavabo y su mano con los siguientes.

- ¡Oh la la! Pero papi ¿siempre te corres así?- me preguntó entre asombrada y cachonda- Bueno, no siempre tanta cantidad, pero a veces incluso más fuerte si estoy muy muy excitado - dije intentando recuperar el resuello, me miró atónita y me dijo - vístete y límpiate que nos cambiamos de bar- dijo ella riéndose y disponiéndose a lavarse las manos, cuando se quedó parada miró su mano, me miró mientras yo limpiaba mi polla y con sus ojos fijos en mí se chupó los dedos pringosos de mi semen, lo que produjo un espasmo en la polla, aunque después de la paja podría estar tranquilo un rato.

Salimos del bar separados y nos encontramos en otro un poco más lejos, era un pub con terraza así que nos sentamos y empezamos a hablar, no os creáis que del tiempo o del trabajo que no. Sexo, ese fue el tema desde el principio, que nos gustaba, que no, hablamos de experiencias y resultó que siendo ella más joven que yo, tenía algunas experiencias en las que yo, ni había pensado. Tened en cuenta que la educación de mi generación en la mayoría de los casos, como el mío era bastante conservadora, por ejemplo, yo todavía no había hecho un trío, tuve una oportunidad y la jodí, mis experiencias eran muy normalitas. Y sin embargo ella tenía experiencias de tríos, intercambios e incluso una orgía, lo que sí me contó fue lo que pasaba con sus amigos Alexis y Leopold, resulta que son pareja, pero Leopold es bisexual y compañero del instituto de Ivette, en aquella época se enrollaron varias veces pero no llegaron a follar y claro cuando unos años después se reencontraron, vieron que todavía se tenían ganas, el problema era Alexis, estaban empezando a salir y decidiendo si era pasajero o algo más, el caso es que al final follaron, pero a Leopold le dio cargo de conciencia y se lo contó a Alexis, le contó quién era y el porqué de las ganas. Este se lo tomó muy bien, porque no es nada celoso, pero si muy curioso y bastante pervertido, así que le dijo a Leopold que quería verlo follar con ella. Y eso pasó, Leopold se folló a Ivette y luego mientras esta se recuperaba y se hacía una paja, Alexis se folló a Leopold imitando las posiciones que antes habían usado ellos. Pero Ivette me contó que solo lo habían hecho un par de veces, lo que sí seguían haciendo es contarle todas las batallitas sexuales que habían tenido desde la última vez y claro con tanto hablar de sexo y que Leopold tenía la mano muy larga, ella terminaba caliente, mojada y sudando. -Por eso la ducha y la paja que me he hecho al subir- remató con un guiño - ¿Volvemos? - dijo al terminar su copa, le entendí a la segunda, ya que me había quedado patidifuso con esa confidencia (si, era un poco inocente para algunas cosas)

-Sí, vámonos - respondí cuando recuperé el habla, cuando regresábamos, volvió a colgarse de mi brazo y mi erección volvió sin remedio, cuando llegamos a mi planta, nos despedimos con un beso, que nos costó terminar y al llegar a la habitación decidí que debía controlarme un poco, centrarme en divertirme esta noche e intentar pensar en sexo lo imprescindible, pero estando Ivette al lado iba a ser una ardua labor.

Hablé con Olga, pero alegando que tenía poco tiempo, corté la conversación en cuanto pude, no dudó reiterar sus celos y abroncarme, mientras yo pensaba “Han sido tres años de escenas de celos sin motivos… Por lo menos esta vez vas a tener razón”. Así que me vestí y bajé a encontrarme con estos.

La cena la pasamos hablando y riéndonos los cuatro, Raquel y Miguel estaban exultantes, creo que habían aprovechado bien la tarde. Ellas estaban preciosas y nosotros elegantes comimos y bebimos hasta que llegaron los discursos -A mí me aprieta la corbata ¿Nos escaqueamos, nos cambiamos y nos vamos de juerga por ahí? -dijo Miguel lo más bajo que pudo - Sí - respondí un poco harto de las miradas asesinas que nos lanzaban algunos congresistas, por acaparar a las únicas tías buenas del congreso.

Así que nos escapamos, nos pusimos más informales y bajamos al bar a esperarlas. Mereció la pena, estaba hablando con Miguel y mirando por la ventana cuando en un reflejo vi a un tipo girarse a mirar algo, volví la cabeza, mientras avisaba a Miguel y ahí estaban, una alta, altísima, llevaba taconazos, como siempre, unos vaqueros gastados que le quedaban como un guante y una camiseta fina de color rosa que dejaba un hombro al aire y la otra más bajita y con más curvas, llevaba también tacones aunque más bajos y una falda corta vaporosa y una camisa corta por fuera, con solo tres botones abrochados dejando ver el ombligo y un escote muy sugerente, un colgante con una piedra que caía justo entre sus pechos y acentuaba la falta total de sujetador, se había soltado el pelo y cambiado el maquillaje por uno más ligero, aparentaba ser más joven todavía, que sus 23 años, pero esa “inocencia” la hacía aún más cautivadora que maquillada agresiva. La verdad que se habían cambiado los papeles, Raquel siempre se maquilla en tonos más suaves, para suavizar lo que impone su altura y por lo que había visto Ivette era todo lo contrario. Pero esta noche iban “disfrazadas” la una de la otra.

Yo, ya había aparcado definitivamente mi cargo de conciencia y estaba decidido a disfrutar la noche y lo que se me presentase, mañana sería otro día, Miguel parecía que no necesitaba aparcar nada, se le veía hipnotizado con Raquel y ella con él. Así que cogimos un taxi, y nos fuimos a tomar el pulso a la zona de marcha.

Estuvimos en un par de Pubs, el ambiente entre los cuatro era genial, pero parecíamos dos parejas amigas que habían salido juntas, en un momento dado cambiando de bar a Raquel se le ocurrió, subirse en caballito sobre Miguel entre risas, ni corta ni perezosa, Ivette hizo lo mismo, pero yo me estaba riendo y no estaba preparado, total que terminamos por el suelo los dos muertos de risa, mientras a los otros dos se les saltaban las lágrimas de reír al ver, cómo Ivette intentaba taparse, con la falda y no lo conseguía por la risa, fue genial, unas copas, mucho roce ( ese culo me estaba matando) y al hotel, con un punto alegre muy bueno pero sin ir borrachos.

Cuando salieron del ascensor en su planta, Raquel me miró como diciendo “Os veo enseguida” y yo le hice una seña como diciendo que iba a incluir a Ivette, al cerrarse el ascensor la abracé por detrás mientras apoyaba mi erecto miembro en su espléndido trasero y le pregunté - ¿Alguna vez has hecho de mirona? - mientras la abrazaba por detrás, apartaba su cabello y le besaba la nuca usando labios y lengua - Siempre en la misma habitación- dijo mientras giraba la cabeza para besarme - Pues esta noche lo vas a ser - le dije al oído, mientras salíamos del ascensor y nos diríamos a mi habitación - ¿Y no me vas a follar?- preguntó con voz de niña buena- Por todos lados- le respondí mordiéndole los labios- Pues menos mal, porque llevo desde esta tarde queriendo sentir tu semen golpeando dentro mío, tiene que ser una experiencia - abrí mi habitación y apunto estuve de llevarla a la cama y olvidarme de estos, pero me acordé de aquello de “Lo bueno se hace esperar”, así que después de un buen morreo la dejé ir al baño, y me puse una camiseta y un pantalón de deporte para salir a la terraza y preparé unas bebidas.

Al salir, ya estaban ambos en su terraza fumando, charlando y besándose, ella se había puesto “cómoda” y llevaba una camiseta larga, el también estaba en camiseta y pantalón corto. Les hice un gesto de que esperasen y volví a entrar.

No estaba preparado para lo que me encontré, Ivette venía hacia mí, solo con una camisa mía, de lino, sin abotonar, si me parecía muy excitante totalmente vestida, el verla, con solo mi camisa enfatizando su desnudez, me produjo un acceso tal de lujuria, que me tuve que volver a controlar, si quería que funcionasen mis planes.

Le ofrecí mi mano y salimos al balcón, les saludamos y nos quedamos mirando mientras estos apagaban los pitillos, entraban en la habitación, encendían las luces y descorrían las cortinas, con lo que se veía casi toda la habitación y gran parte de la cama, desde donde estábamos. Empezaron a besarse pero algo no iba bien, de pronto Miguel fue al fondo de la habitación y sonó mi móvil, era Miguel, decía que les incomodaba un poco vernos, que si nos podíamos esconder, le dije sí y que si veía que no funcionaba que lo dijese y lo dejábamos, me dio las gracias y con las mismas salí y se lo dije a Ivette - Siéntate en la silla- me dijo y ni corta ni perezosa se sentó en mi regazo, lo que hizo que mi polla se encabritase al contacto de su culo, a lo que ella respondió con una risita y se recolocó para encajarla en esos gloriosos cachetes.

 

En la habitación de Raquel, supongo que, al no vernos, la temperatura iba en aumento, ella se había quitado la camiseta y mostraba un tanga de encaje negro que se veía muy sexi y nada más. A él le había quitado la camiseta y bajaba por su pecho, besando, lamiendo y dejando un reguero de saliva, mientras sus manos le acariciaban el trasero ante la “pasividad” de Miguel que se limitaba a acariciar el pelo de ella y decirle algo que no tenía tiempo para descifrar.

Mis manos se posaron en las rodillas de Ivette y mis labios en su cuello, mientras ella se recostaba sobre mi sin perder comba de lo que pasaba al otro lado del complejo, un pequeño gemido salió de su boca cuando mis manos empezaron a avanzar hacia arriba, acariciando la sensible piel de la parte interior de sus muslos con las puntas de mis dedos, de pronto una palabra de Ivette me hizo levantar la mirada, que se había distraído de la otra habitación.

Para cuando miré, ambos estaban desnudos y Raquel se esmeraba en la mamada que le estaba practicando a Miguel, lamía el tronco desde la base a la punta, se metía el glande y lo chupeteaba antes de profundizar hasta la mitad y retirarse varias veces, de vez en cuando probaba a profundizar aún más hasta alojar la práctica totalidad de la polla en su garganta. Miguel estaba en la gloria, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, de vez en cuando murmuraba algo en dirección a Raquel. En un momento dado Miguel se agachó, la cogió de las axilas, la levantó girándola y apoyándola contra el cristal de la puerta se arrodilló tras de ella y empezó a comérsela. Por los gestos de ella Miguel debía ir con hambre atrasada.

Durante este tiempo, mis manos no habían permanecido quietas y habían ido subiendo en una caricia hacia la entrepierna de Ivette, pero cuando ella esperaba que llegara a mi destino lo pasé de largo, subí por su vientre hacia sus gloriosos pechos. Y los fui conquistando, primero los fui sopesando y apretando poco a poco, luego los apreté con más fuerza y unas caricias suaves, consiguieron unos pezones erizados y unos gemidos de Ivette me indicaron que era el camino correcto. Pero la maldita no dejaba de moverse y su magnífico culo tallaba mi inhiesta polla haciéndome enloquecer, así que como yo estaba concentrado en ella le pedí que siguiera contándome lo que pasaba en la otra habitación, a ver si dejaba de moverse un minuto. La cosa funcionó a medias porque aunque es cierto que dejó de moverse tanto, empezó a narrarme, con voz entrecortada, lo que hacían nuestros compañeros - ahora Miguel se ha levantado y se prepara para penetrarla, ella lo espera con cara expectante- me dijo entre jadeos, mientras mis dedos jugaban con su pezón y mi otra mano bajaba al mar de su entrepierna - Miguel se hace de rogar, y frota su glande contra su coñito, es muy malo la está haciendo sufrir, míralo cómo se recrea- y después de lo que pareció una eternidad -aaaahhhhora…- gimió cuando vio a Miguel penetrarla con fuerza. Mientras, yo chapoteaba con mis dedos en su parte más sensible, Ivette empezaba a arquearse levemente ante la profundidad de mis caricias, hice algo que volvía loca a Olga, pero ni pensé en ella, bajé la mano izquierda, que estaba en su pecho, me apoderé con ella de su húmedo coñito y subí con la izquierda totalmente empapada a acariciar su pezón, lo que hacía que ella gimiera con más intensidad, teniendo que poner su mano tapando su boca.

En la otra habitación Miguel iba subiendo el ritmo de la follada que le estaba dando a una Raquel que, con cada penetración, iba perdiendo resistencia y ya tenía que apoyarse con los codos y las palmas de las manos, para resistir los embates que este le propinaba, poco a poco ella se fue irguiendo y ya recibía a Miguel con sus pechos apretados en el cristal.

En ese momento - ¡Merde! ¡Quítate los pantalones ya! - Me soltó furiosa mientras se levantaba. No llegue a bajarlos del todo, cuando estos iban por las rodillas, me empujó de nuevo a la silla y se empaló con un suspiro que ya no trató de disimular, y por su expresión tuvo un pequeño orgasmo, después se puso a cabalgarme como si no hubiese mañana, mientras yo contemplaba como ese explendido culo golpeaba ritmicamente contra mi vientre.

Miguel y Raquel parecía que estaban apunto, su ritmo crecía y crecía sin límite. Alguno de sus gemidos llegaba a nosotros incluso a través del cristal, de pronto explotaron, digo "explotaron" y no "se corrieron" porque es simplemente lo que pasó. Él profundizó por última vez con toda su fuerza para vaciarse en su interior abriendo la voca exageradamente y ella como la noche anterior empezó a convulsionar fuertemente, solo que esta vez se veían escurrir por sus piernas los jugos de ambos.

Al ver aquello nosotros explotamos también, Ivette encadenó dos orgasmos consecutivos, uno producto de la fricción y el otro al notar mi semen inundando su interior con toda mi fuerza y nos quedamos relajándonos hasta que con una risa nos levantamos, nos besamos y entramos en la habitación.

Casi de refilón miré a la otra habitación y vi como Miguel, semi abrazado a ella cerraba las cortinas y dirigía la miraba a nuestra habitación, vi en sus caras felicidad, miré a Ivette y también estaba resplandeciente, así que pensé que todavía quedaba noche e iba a aprovecharla