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Mi primera vez con Ervin, casi divorciada

en Confesiones

Siempre nos habíamos gustado y muchas veces los besos del saludo se dieron casi en la boca, cerca de los labios, pero más que eso fue la amistad que me dio durante los años de mi matimonio, el apoyo constante, el alivio, la confidencia,, lo que hizo que me acercara a Ervin cada vez más, hasta esa noche en que yo la estaba pasando muy mal y me invitó a ir al aeropuerto a buscar a su tía solo para sacarme de casa un rato. A mi marido de entonces ni le importó, o será que no imaginaba que puediera pasar algo entre Ervin y yo, no lo sé. Yo salí llorando y con mucha rabia, subimos al auto y seguí llorando hasta que llegamos a las cercanías del aeropúerto, donde él se desvió por una colectora y estacionó bajo unos árboles, en plena oscuridad. 

Hacía frío, de modo que apenas bajó un poco los vidrios. Había otros autos allí, otras parejas. Hablamos como una hora, me desahogué y en un momento Ervin me abrazó y recosté mi cabeza contra su pecho, nos rozamos la cara y de una forma natural se encontraron las bocas y sentí su lengua entrando a la mía. Respondí el beso, entré en su boca con mi lengua y mantuvimos un  beso largo y dulce, besó mi cara, pasó la lengua por mi cuello y me propuso que le enviara un mensaje de texto a mi marido diciéndole que el vuelo se había retrasadao una hora. Lo hice y mientras escribía el mensaje sentí que su mano izquierda enytraba por debajo de mi pulóver a buscar mi seno derecho. Eso me impactó mucho. Cerré los ojos y me dejé acariciar el pecho y besar la boca hasta que comprobé que el mesnaje había llegado a destino.

Mi marido no me besaba desde hacía mucho, mucho tiempo y solo me penetraba analmente desde hacía más de dos años, de modo que la dulzura de esos besos me conm ovió profundamente, me emocionó y entre lágrimas seguimos hablando y besándonos.

Me quité el pulóver, Ervin se quitó el suyo. Desprendí mi camisa y me dejé lamer los pezones, algo que nadie me hacía desde por lo menos tres años y en un momento él metió una mano por debajo de mi pantalón y sentí que sus dedos exploraban mi vulva, buscando la cálida entrada de la vagina. Apenas un dedo entró en mi vagina, apreté las piernas e instintivamente comencé a moverme para buscar el orgasmo, que me llegó en segundos.

Quedé maravillada. Habvia vuelto a acabar después de por lo menos cuatro años y el orgasmo había sido largo y profundo a pesar de que su dedo solo había entrado un poco. Agradecida, lo besé en la boca y de pronto me di cuenta de que Ervin no habías acabado. Como una tonta inexperta le pregunté si quería que lo hiciera acabar y obviamente respondió que sí. Hizo el respqaldo de su asiento para atrás y se bajó el pantalón y el calzoncillo antes de recostarse. Como estaba oscuro no se veía casi nada o se veía muy poco, así que acaricié su vientre, sus muslos y al fin palpé los huevos y el pene. Atrapé el tronco con mi mano derecha y comencé a moverlo, le hice la paja y como tardaba en eyacular me agaché sobre su cuerpo y chupé el pene hasta que sentí que mi boca se llenaba de semen tibio y espeso. Ervin me pasó su pañuelo para que yo escupiera allí la leche, auqnue la verdad es que me había tragao buena parte.

Nos arreglamos la ropa rápidamente y me dijo que había gozado mucho, que le encantaba mi formsa de dar sexo oral. Me preguntó si me había gustado hacerlo y claro que me había gustado. Hablamos de ir a un motel otro día y le prometí que lo haríamos bien una vez que me divorciara, no antes.

Esa noche fuimos al aeropuerto solo por disimular, porque lo de la tía era una mentira para sacarme de casa. Regresamos como a las once, supuestamente después dehaber llevado a la tía hasta su casa y mi marido no prestó la menor atención, ni siquiera lo hizo pasar, así que Ervin se despidió y se fue como si nada hubiera pasado entre nosotros. Yo me sentía feliz, libre, gozando por anticipado la certeza de que ya tenía quién me hiciera el amor otra vez.