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Haciendo el amor con Ervin por primera vez

en Confesiones

Mi proceso de divorcio seguía de mal en peor y finalmente decidí abandonar mi casa, mi hogar, llevándome lo que entraba en un par de valijas y perdiendo para siempre más de diez aqños de esfuerzos. Me sentía desolada al regresar a casa de mi madre, pero Dios sabe que no tenía oportunidad alguna de salvar mi matrimonio.

En tanto, había pasado poco más de un mes desde mi encuentro con Ervin y hablábamos todos los días por teléfono, por lo general de lo que me pasaba y a veces también de sexo, pues ambos queríamos que llegara el momento de hacer el amor. Yo deseaba que fuera en su departamento, no en un motel ni en el auto, quería que me lo hiciera bien, pero cuando por fin se dio la ocasión estaba su hermana viviendo con él y no querdó más remedio que ir a un motel.

Lo hicimos un viernes a la noche, pues él llegó de su viaje al mediodía y de inmediato me llamó para coordinar. Me sentí feliz. A la hora de vestirme, me miré desnuda en el espejo del baño para imaginar cómo me vería él. Sería el tercer hombre que me vería desnuda, el tercero que me gozaría, y eso me excitaba muchísimo. Deseaba hacer el amor como si fuera la primera vez y olvidarme de todas las dedichas y sufrimientos de mi matrimonio.

Imaginaba: ¿como lo haría? ¿en qué pose? ¿le gustaría hacerlo conmigo? ¿cuántas veces lo haríamos? Me depilé bien la vulva, elegí mi mejor ropa interior, un vaquero y una camisa porque fue un día casi cálido, y a las nueve de la noche estuve lista para subir a su auto a pasar la noche juntos. A mi madre le dije que iríamos a un asado. Ervin me recibió con un  ligero beso en la boca y de inmediato me llevó al motel.

Nos tocó la última habitación y al verme frente a la cama a media luz sentí una oleada de emociones en la que se mezclaban el alivio, la libertad, el afecto por mi mejor amigo y el deseo sexual renovado después de tantos años de pasarlo mal, de ser humillada y penetrada solo por atrás. Obviamente también estaba un poco nerviosa.

Encendimos las luces, cerramos la puerta con llave y nos abrazamos para besarnos en la boca, tras lo cual nos desnudamos de prisa. Yo le gusté, eso fue obvio por el modo en que se le erectó el pene al verme. El cuerpo de Ervin es bien proporcionado, su piel es clara y tiene poco vello, salvo alrededor del pene. Su pene no es grande si lo comparo con el de mi ex marido, que sí era grande. Ervin tiene un pene corto y grueso, de piel morena aunque el resto de su cuerpo es muy claro. Los huevos son grandes.

Nos acostamos y dejé que me besara por todas partes, gimiendo de placer cuando su lengua encontró mi vulva y entró por mi vagina, lo que me hizo abrir más las piernas para animarlo a continuar. Besó todo, lamió mi ano y luego se tendió sobre la cama para que yo lo atendiera. Fue hermoso chupar un pene por gusto y no por obligación, así que se lo chupé mucho mejor de lo que lo había hecho en el auto un mes atrás. Pasé la lengua por sus bolas y estaba en eso cuando me pidió que me pusiera en cuatro patas para penetrarme.

¡Ah, qué bello fue sentir cómo engraba su pene en mi vagina, despuésd de años de no ser usada! Mi marido solo me cogía por el ano y casi nunca me hacía llegar al orgasmo, de modo que tener el pene de Ervin adentro me llenó de placer y no tardé en acabar, así que me concentré en disfrutar el momento en que su semen se derramara dentro de mi cuerpo por primera vez.

Esa noche nos quedamos en el motel hasta las dos de la mañana e hicimos el amor cuatro veces, la cuarta fue por la cola porque él quería darse ese gusto. Después de eso nos bañamos, nos acostamos y me puse a lamer su pene y sus bolas mientras él me decía lo hermoso que lo había pasado conmigo. regresé a casa de mi madre llena de felicidad, felicidad que se duplicói al sacarme la bombacha y hallarla mojada de semen.