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El Autobus

en Orgías

Estaba terminando de pasear por el paseo del rompeolas, cuando se paró a mi altura un autobús pequeño. De esos modernos usados por turistas en los hoteles.

El chófer, un chico joven, se bajó y me abordo.

-Hola, que linda estás. ¿Quieres que ganemos unos pesos?

– ¿De que se trata? (Respondí)

Tengo dentro a 8 Franceses. Son muy respetuosos. Quieren hacer contigo una fantasía.

– ¿Dónde?

– Dentro del autobús. Ya sabes. Quieren verte en acción y pagarte cada uno 50 pesos. Te llevarías 300pesos y yo 100. ¿Te hace?

– Mejor 350 y tu 50…

Lo dejamos en 325 y yo 75. Y te aseguro que no van a demorar mucho contigo.

– Ok. Vamos, dale… no les hagamos esperar.

Y en el autobús entré siendo admirada por caballeros franceses que no hablaban mi idioma pero me desnudaban con sus comentarios.

Eran muy amables, con gestos muy refinados. Me saludaron uno a uno, con dos besos y los más atrevidos con un pequeño beso en mis labios.

Me estaba poniendo muy caliente. Entre ellos bromeaban y me sentía a gusto. Era su centro de atención.

Uno de ellos, el más hablador, me agarró por la cintura y me desabrochó el top. Al caer y dejar al aire mis pechos, otro se acercó y me los lamió. El hablador se limitó a sujetarme fuerte por la cintura y a besarme con mucha pasión.

Yo les correspondía a los 2. Puse mis manos encima de sus pollas. Y con un suave masaje, note como estaban duras. Preparadas para la acción.

Al mirar al resto del grupo, les guiñe un ojo con cara de viciosa. Algunos se empezaron a tocar sus paquetes. Me sentí muy viciosa.

Note como bajaron mi falda y mi braguita. Aquellos estaba ya en su máximo apogeo. El que me besaba ahora se entretuvo en comerme mis pechos y yo besaba al otro.

Los dos acariciaban mi cuerpo centrándose con sus dedos en mi coño. Notamos un suave frenazo y el chófer nos avisó que podíamos empezar. Unas risas invadieron el ambiente porque era el único que no se había percatado en qué fase de excitación estábamos.

El más hablador saco su polla y me hizo agachar. Dios, que tamaño. Me moría de ganas de metermela entera en la boca. Estaba un poco curvada hacia arriba, con el glande enorme y descapullado.

La bese con suavidad y la engullí con movimiento sensual. Note como el otro se colocó detrás y poco a poco empezó a meterme uns buena polla. Mi excitación se hizo evidente con un gemido al que correspondieron con lindezas los otros 6 franceses y el chófer.

Que forma de follarme el coño y la boca. Intercambiaron las posiciones y ahora el hablador me follo el coño. Fueron pocos minutos, porque los dos a la vez se corrieron en mi interior. Y esto no había acabado.

Quedaban 6. Y dos ya estaban desnudos con la polla tiesa. Estos la tenían larga y fina.. eran delgados y fibrosos. Unos bonitos cuerpos que me besaron y me ofrecieron sus rabos. Los masturbe mientras les besaba alternando sus labios. Uno se sentó en el último asiento y me la metí de espaldas a el. Que rico, Dios. Sentir el rabo de uno taladrandome el coño y la otra polla llegar hasta mi garganta.

En pocos minutos los dos se corrieron. Estaban sincronizados como la primera follada. Y mirando a los cuatro que quedaban por follarme, les hice sellas para que vinieran.

Ya lo debían de tener decidido. Vinieron solo dos para besarme y lamerme el cuerpo. Uno de ellos me tumbo boca arriba en el último asiento y me comió el coño como nunca. Me corrí como una loca. Y el otro compañero me ofreció su polla. Era pequeña, fácil de meter en la boca, muy suave. Al verme retorcer en el asiento, el que me comía el coño me atravesó con su polla gorda y pequeña. Dios, apreté el coño atrapandole la polla y se corrió. Al que se la estaba chupando, le dijo algo en francés a su compañero. Me hicieron ponerme a cuatro patas y girarme. El de la polla pequeña y suave, me la metió por mi culto. Me negué sin oponer mucha resistencia, y poco a poco me fue atravesando mi ano. Que locura Dios. Otra vez corriéndome como una viciosa. Y el se corrió dejándome mi ano calentito.

Los 2 últimos se acercaron, con sus pollas en mano. Medirían 20 cms cada una. Una delgada y la otra gruesa como un vaso de cubata. Que maravilla. Uno se tumbó en el último asiento y me sentó sobre el. Era fuerte y me levanto en bolandas. Poco a poco entraba en mi coño y noté un escupitajo en mi culo. Estaba claro que me sodomizarian entre los dos.

Note entrar la otra polla en mi culo. Que arte tenían para moverse dentro de mi. Y sentí como descargaron sus mangueras en lo más profundo de mi.

Salí del autobús, con un poco de flojera y mis 400 pesos. (El chófer se encargó de que me dieran la propina). Estos franceses estaban muy bien compenetrados. Se corrían a la vez. Fue una hora de placer.

Por Ogún Tolle