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Mi semana en las montañas con Laura

en Grandes Relatos

Me presento: Mi nombre es David y soy una persona cualquiera como puedas ser tu. Estudio económicas en la Universidad de Barcelona y se podría decir que soy uno más del montón, no destaco ni por lo bueno ni por lo malo. Como cualquiera, tengo mi circulo de amigos y he tenido mis ligues, pero nunca he vivido una situación especialmente interesante en el ámbito sexual, o al menos fue así hasta la semana pasada...

Para que lo entendáis perfectamente tengo que remontarme un poco, a cuando comencé en la universidad. Estaba decidido a mejorar un poco mi forma física, así que me apunté al gimnasio del campus. Correr en la cinta no me desagradaba, pero mi cuerpo necesitaba algo más, y la oportunidad se presentó en forma de cartel en los vestuarios:

NUEVO CLUB DE SENDERISMO

INSCRIPCIÓN GRATUITA HASTA COMPLETAR AFORO

(PREGUNTAR EN RECEPCIÓN)

¡Eso era justo lo que necesitaba! Aire fresco, paseos por la montaña los fines de semana... perfecto para mi. Me lancé a apuntarme con miedo de que se completasen las plazas y dos semanas después estábamos haciendo nuestra primera ruta. Seríamos unas 15 o 20 personas durante las primeras salidas, pero como suele pasar en este tipo de cosas la gente fue dejándolo poco a poco.

Tres años después, el Club de Senderismo de la universidad lo formábamos unicamente cinco personas: Javi, Manu, Pablo, Alba y Laura. Habíamos hecho una verdadera piña, pero, para seros sinceros yo casi solo tenia ojos para Laura. Imaginaosla: Una chica casi tan alta como yo (aproximadamente 1,70m), bastante delgada y con pelo liso en media melena que solía llevar en diferentes colores que variaba con el tiempo. Es cierto que no tenia unas tetas enormes, pero si que estaban muy bien colocadas. Su punto fuerte era, sin lugar a dudas, su culo: tantas caminatas por la montaña lo habían definido perfectamente. Que quede claro, no tengo queja de ninguno de mis otros amigos del club, pero lo de Laura era superior a mis fuerzas. Cuando estábamos en una salida y se alejaba del sendero para hacer pis junto con Alba me la imaginaba con los pantalones por las rodillas y me volvía loco.

Pero Laura no era simplemente un cuerpo bonito. Tenia una personalidad arrolladora. Cuando a los demás nos faltaban las fuerzas siempre era capaz de energías de donde no había para subir esa última cumbre y animarnos desde arriba. Sin embargo, lo que más me gustaba de ella era lo abierta que era con su intimidad. Cuando acampábamos por la noche al rededor de una hoguera siempre acababa hablándonos sin ningún pudor de los chicos con los que había estado últimamente, de las cosas nuevas que había probado e incluso le recomendaba juguetes a Alba, quien siempre acababa roja como un tomate. En definitiva, Laura es la chica más abierta y sexy que conozco, aunque nunca ha mostrado interés en mi, por lo que jamás he intentado forzar las cosas.

Y todo esto nos lleva al último mes. Yo estaba apunto de terminar la carrera, con lo que volvería a mi ciudad natal y tendría que dejar el Club de Senderismo. A modo de despedida, todos mis compañeros habían organizado la “Última Gran Excursión”, una salida de 7 días a la montaña que sería nuestra expedición más larga hasta la fecha. Todos estábamos muy ilusionados y pasamos semanas organizándolo todo: la ruta que nos llevaría a recorrer buena parte de los bosques de la región, los víveres que tenia que traer cada uno, cuantas tiendas de campaña necesitábamos, etc.

Pero claro, todo esto suena muy bien en el papel, pero cuando apenas faltaba una semana nos dimos de cara con la realidad: era muy difícil que pudiéramos escaparnos una semana entera, las obligaciones del día a día lo impedían. Me desanimé bastante, la gente poco a poco se fue desapuntando del plan y yo me quedaba sin tiempo.

-¿Qué te pasa, David? No te había visto con tan mala cara desde que te fracturaste el tobillo el año pasado- Me preguntó Pablo.

-¿Qué esperabas? Es la ultima excursión que puedo hacer con vosotros y al final se va todo al traste... Ya os dije que más valía que hubiéramos organizado solo un fin de semana, siete días son demasiados y ya sabia yo que al final nadie iba a poder- Al rato me arrepentí de mis palabras, la verdad es que mis amigos se habían tomado muchas molestias organizándome este viaje y no era su culpa que al final tuvieran cosas que hacer.

-Mira, ¿sabes que? Voy a llamar a la empresa donde estoy haciendo las prácticas y les diré que la semana que viene no puedo ir. Ya se me ocurrirá alguna escusa... que estoy enferma o que se me ha estropeado el coche y no puedo ir, no se, lo que sea, pero no pienso dejar que tu te vayas de aquí sin tu semana en la montaña- Dijo Laura, con todo el convencimiento y energía de la que solía hacer gala.

Y así lo hizo. Hablo con la empresa en la que había comenzado las practicas unos cuantos días antes y estos no pusieron pegas, siempre y cuando recuperase el tiempo perdidos haciendo doble turno o yendo a trabajar los siguientes fines de semana. Inspirados por el gesto de Laura, el resto de mis compañeros intentaron hacer lo mismo, pero no tuvieron tanta suerte o tal vez no tenían la misma labia y capacidad de convencimiento que nuestra amiga.

Finalmente llegó el día de nuestra partida, el domingo por la mañana. Habíamos quedado a las 6:30 en una plaza a medio camino entre su casa y la mía y por supuesto Laura no llegó tarde. Lucía el pelo recogido en una coleta y de un color azul brillante (se lo debía haber teñido el día anterior) y la típica ropa de montaña: pantalones largos de senderismo, una camiseta corta de tela transpirable y unas botas impermeables. Cargaba consigo la tienda de campaña y una enorme mochila repleta de comida, agua, cuerdas y otros elementos que nos serían útiles los próximos días.

Yo por mi parte, como agradecimiento a su gesto, me había ofrecido a traer mi coche, con el que iríamos hasta la pequeña aldea rural donde comenzaríamos y finalizaríamos nuestra marcha una semana mas tarde. Fueron algo así como 3 horas de viaje, pero la compañía hizo que se me pasase volando.

-Tengo ganas de que lleguemos.¿Te has dado cuenta de que es la primera vez que coincidimos solo los dos en un salida? Espero que puedas seguirme el ritmo...- Dijo con una sonrisa en la boca

-Por eso no te preocupes, ya sabes que puedo aguantar todo el tiempo que haga falta por duro que sea el terreno-

-Típica respuesta de los tíos- Y los dos empezamos a reír y continuamos hablando de mil temas mientras nos íbamos acercando a nuestro destino.

Tras llegar, dejé el coche aparcado en un lugar resguardado y empecé a descargar el maletero con mis provisiones. Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta cuenta de la cagada que acababa de cometer:

-Laura, tenemos que volver...-

-¿Qué pasa?-

-Creo que me he dejado mi tienda de campaña en el trastero del garaje. El saco de dormir está, pero ahora que lo pienso no recuerdo haber metido la tienda...- Dije, mientras sacaba de nuevo las llaves del coche de mil bolsillo para comenzar el viaje de vuelta.

-¿Solo te falta eso? Menuda tontería, no es problema. La mía es doble, Alba y yo siempre la compartimos. No nos merece la pena comernos otras seis horas de carretera solo para ir a por eso-

Le agradecí enormemente el gesto y un pensamiento vino a mi mente. No solo iba a pasar una semana a solas con Laura, sino que tendría la oportunidad de dormir con ella todos estos días, cosa que nadie (a excepción de Alba) había logrado.

De nuevo con la moral alta comenzamos a caminar. Nuestra primera parada sería un cerro a unos 600 metros de altura. Si nuestros cálculos no fallaban, llegaríamos allí a eso de las 5 y media de la tarde, justo a tiempo para montar nuestro primer campamento. La primera mitad de la jornada fue muy agradable, conversamos sobre las nuevas prácticas de Laura, de mi regreso a casa, de los planes para volver a vernos en verano... Sin embargo, la segunda mitad de la travesía se hizo mucho más cuesta arriba (literalmente). Habían enormes desniveles y no encontramos caminos abiertos, por lo que estábamos constantemente apartando la vegetación y mirando al suelo para no meter un pie en alguna grieta. Después de un par de horas caminando en esas condiciones estábamos destrozados.

Finalmente, a eso de las seis, llegamos a la ubicación que teníamos marcada en el mapa como “Campamento Día 1”. Con las energías que nos quedaban montamos la tienda y encendimos la hoguera. Nos sentamos en el suelo, con las espalda apoyadas en un par de arboles cercanos.

-Bueno, ¿que tal vas? Ha sido una primera jornada bastante intensa, ¿no crees? En los mapas no parecía que esta región estuviese tan escapada.- Dije mientas me relajaba sentado en la base de árbol sujetándome las rodillas

-Buff, y que lo digas. Creo que cuando volvamos le voy a decir un par de cosas a Pablo por sugerir una ruta tan bestia- Dijo riendo - La verdad es que me noto bastante cansada, pero más o menos estoy bien. Lo peor son los pies, me arden de pisar tantas rocas.

-¿Te hago un masaje? Ya sabes que todos dicen que se me da muy bien

-Muchas gracias, David, pero no te preocupes. No te digo que no me vendría bien, pero ya sabes, llevamos todo el día andando, tengo los pies supersudados y me da un poco de corte- Noté como se ponía un poco roja, algo poco usual en ella- Se que todos los tíos del club se pelean por tus masajes, pero no se, ya sabes, me da “noseque” pedírtelo.

-Por eso no debes preocuparte- Dije yo con tono amable - No me los estas pidiendo tu, me ofrezco yo. Además, ¿Crees que Javi no esta sudado cada vez que me pide un masaje en la espalda o en los pies? ¿Tu has visto la cantidad de pelo que tiene por todo el cuerpo? El no está seco nunca- Los dos empezamos a reír a carcajadas. Mientras Laura se sacaba las lagrimas que le había provocado la risa finalmente se dejó llevar.

-Vale, por una vez me voy a provechar de tus “habilidades mágicas”, pero con una condición: como digas algo de que me huelen los pies cojo esa piedra de allí y te la lanzo- dijo con expresión amenazante mientras señala una roca del tamaño de mi cabeza.

-Vale, vale, calma, me limitaré a hacer mi magia- dije entre risas mientras ella comenzaba a desatarse las botas.

Me acerque un poco a ella y me senté en el suelo de nuevo, esta vez con las piernas cruzadas. Laura se terminó de sacar las botas y los calcetines, los cuales estaban empapados, y los metió entro de su calzado para no perderlos entre la maleza. Si que era cierto que le olían bastante los pies, pero nunca a sido un olor que me resulte especialmente molesto, por lo que tampoco tuve que disimular para que no se enfadase.

Ella estiró las piernas y colocó los pies desnudos sobre mi regazo, a lo que yo respondí comenzando a masajear el derecho. En ese momento comencé a sentir algo que no había sentido nunca. El olor, ahora mucho más intenso por la cercanía me puso a mil, y mientras tenia sus pies en las manos solo pensaba en llevármelos a la boca y comenzar a lamerlos.

Al poco comencé a atar cabos: jamás le había dado un masaje a una mujer y acababa de descubrir que sus pies me ponían cachondo. Las cientos de vences anteriores que había dado masajes había sido a compañeros hombres, ya que Alba y Laura siempre se habían mostrado reticentes. Con ellos jamás había experimentado nada especial, pero con mi amiga estaba siendo algo muy diferente.

Como pude, mantuve la compostura y seguí masajeando su pie izquierdo. Para ese momento Laura ya había echado la cabeza para atrás y cerrado los ojos. Con el paso de los minutos su respiración fue haciéndose más fuerte, hasta que finalmente susurro:

-Joder, David, que manos tienes, dios. Es el mejor masaje que me han dado en la vida- Pero para mi desgracia, justo en ese momento, Laura dobló sus rodillas, alejó sus pies de mi y se levantó. Se acercó a su mochila y saco sus zapatillas de rio (mucho más cómodas pero menos adecuadas para caminar que las botas) y se calzó.

-Voy a dar una vuelta por la zona para buscar un poco más de leña, creo que vamos un poco justos. En unos 20 minutos estoy de vuelta, ¿Vale?- Notaba la cara de Laura sudorosa, roja y su respiración todavía estaba un poco agitada ¿tanto le había afectado mi masaje?

-Si, claro, sin problema. Ves con cuidado, está empezado a anochecer.- Respondí con un hilo de voz.

En cuanto se alejó del campamento me levante para empezar a cocinar la cena, pero algo distrajo mi atención: Laura había dejado sus bostas junto al árbol en el que estaba apoyada antes. Impulsado por mis recién descubiertos gusto me acerqué y tomé uno de los calcetines que aun estaban en el interior. Estaban empapados en sudor y olían igual que los pies de mi amiga, pero de forma mucho más intensa. Para cuando me di cuenta tenia una erección más que evidente.

Miré a mi alrededor, prestando especial atención a los sonidos del bosque. No parecía que Laura estuviese cerca, así que me lancé. Me bajé la cremallera, aparte los calzoncillos y me saqué la polla. Tomé el otro calcetín, lo puse alrededor de mi miembro y comencé a pajearme mientras con la otra mano sostenía el calcetín que quedaba pegado a mi nariz, aspirando tanto como podía los olores de Laura.

Tan caliente como estaba apenas tardé en correrme. Sin soltar ninguno de los dos calcetines, un enorme chorro salió disparado directo al árbol, justo en la zona en la que cinco minutos antes había estado apoyada mi amiga. Creo que nunca hasta ese momento me había corrido tanto: la corteza del tronco quedó completamente empapada del espeso liquido blanco.

Rápidamente, me la guardé de nuevo en el pantalón y deje los calcetines dentro de las botas. Me alise el alborotado pelo y me aproxime a la hoguera para, ahora sí, empezar a preparar la cena. Tras poco más de 15 minutos Laura volvió con un pequeño montón de leña, el cual deposito al lado de la hoguera.

-Que bien huele eso que estás preparando, ¿Qué es?

-Pollo. La carne es lo primero que tenemos que preparar si no queremos que se estropee- Laura asintió y se dirigió al árbol para guardar las botas que había dejado olvidadas. Yo no le quitaba ojo de encima y me asuste un poco cuando note que giraba la cabeza en dirección al árbol en el que me había corrido ¿Se habría dado cuenta?.

Tras ese pequeño momento de crisis, Laura se sentó cerca del fuego y empezamos a cenar. La charla fue muy animada, sin ninguna referencia al masaje, así que respiré aliviado, convencido de que no se había dado cuenta del estropicio en el árbol (¿En que estaba pensando? Debería haberlo limpiado antes de que llegase). Tras un rato bajo las estrellas decidimos irnos a dormir.

Nos cambiamos de ropa fuera de la tienda (esta sirvió de cortina para impedirme ver como se desvestía Laura) y nos metimos a dormir. Mi amiga llevaba un fina camiseta que marcaba un poco sus pequeños pezones sin sujetador y un pantalón bastante reducido que cubría poco más que unas bragas grandes. Con todas esas visiones en mi mente más todo lo que había pasado antes pensé que me costaría bastante caer dormido, pero finalmente todos los kilómetros de ese día pudieron con mis fuerzas.

La mañana siguiente amaneció con el mismo buen tiempo que habíamos tenido el día anterior, sin lugar a dudas habíamos elegido la mejor época del año para hacer nuestra escapada. Desayunamos un par de frutas, desmontamos la tienda (hoy me tocaba cargarla a mi) y nos aseguramos de que todas las brasas de la hoguera estuvieran apagadas. Sin perder más tiempo nos pusimos en marcha.

A media mañana ya llevábamos caminados casi diez kilómetros y el terreno, al contrario que el día anterior, nos estaba tratando muy bien. Por eso me extraño tanto ver a Laura tan seria y poco habladora, estaba seguro que no podía ser por la dureza de la marcha, así que decidí preguntarle directamente:

-Oye, Laura, ¿que te pasa? Desde que hemos salido del campamento casi no hablas y eso no es muy propio de ti, ¿te encuentras bien?

-Ah, si, perdona... La verdad es que tenia la cabeza perdida en mis pensamientos, llevo desde anoche dándole vueltas a una cosa.

-¿El que?

-No es nada, una chorrada, ya te lo contaré cuando lleguemos al campamento, que te conozco y si no te desconcentras.

Su respuesta me volvió a meter el miedo en el cuerpo, ¿se abría dado cuenta de lo de ayer?. La verdad es que no lo sabia, pero lo que si pude notar es que tras ese pequeño toque de atención la Laura de siempre reapareció. El resto de la etapa fue un poco más dura, pero ahora mi amiga no dejó de darme conversación en ningún momento, por lo que se me paso bastante ligero.

Llegamos a la segunda zona de acampada, justo al lado de un pequeño arroyo. Eran las cuatro y media de la tarde, mucho antes que el día anterior pese a que la distancia de la travesía fue la misma. Dejamos nuestras pesadas mochilas en el suelo y repetimos la rutina del día anterior: primero la tienda y luego la hoguera. Merendamos un poco sentados a la orilla del riachuelo y finalmente me decidí a preguntar:

-¿Qué era eso a lo que le dabas tantas vueltas esta mañana? No parecía tu misma, Laura

-Ya te dije que era una chorrada y estaba pensando si contártelo o no... Yo soy bastante echada para adelante con según que cosas pero se que todo el mundo no es así y podría sentar mal lo que digo.

-Ahora ya no me puedes dejar con la duda- Repliqué, asustado por el rumbo que estaba tomando esto.

-Vale, como quieras- Se giró hacia mi, bastante sería -No se que hiciste ayer durante el masaje, pero se me subieron los colores. Cuando me fui a buscar leña realmente lo que hice fue buscar un sitio un poco apartado para tocarme, no fue pensando en el masaje ni nada, no mal pienses, simplemente quería un poco de placer y punto, como cualquier persona.

Yo en ese momento estaba completamente sin palabras, esto no era, para nada, lo que pensaba que me iba a decir. Seguí callado un momento, con los ojos como platos

-No me mires así- Dijo con gesto molesto -Desde siempre me ha constado pasar más de un día sin masturbarme, como le pasa a la mayoría de gente de este mundo por mucho que nadie lo reconozca. Pensé que podría aguantar esta semana sin hacerlo, pero ya veo que no. Esta mañana estaba tan callada por que no sabia si decirte esto o pasarme la semana entera inventándome escusas tontas para irme sola a un bosque oscuro que no conozco y en el que no me puedo relajar como me gustaría.

-Vaya... bueno, si quieres me puedo ir yo cuando quieras hacerlo y te quedas en el campamento- Sugerí, todavía sin asimilarlo del todo.

-No, eso no es lo que quería, déjame terminar y te explico- Dijo ella, un poco más relajada, la parte más difícil ya había pasado- Cuando volví al campamento vi lo que habías hecho en el árbol... muy discreto, por cierto- Me lleve las manos a la cara completamente avergonzado- Y después de pensarlo, me imaginé que tu estabas en las misma situación que yo. Es decir, todos tenemos necesidades y tampoco es plan de que te la casques a toda velocidad para que yo no te pille si vuelvo antes de tiempo.

-Ya, la verdad es que con calma todo se disfruta más...- Dije yo, con más vergüenza de la que había sentido en toda mi vida. Seguramente cualquier otra chica no hubiera sido ni la mitad de comprensiva que Laura.

-Ves, claro que si- Continuó con una sonrisa en la boca.- Así que te iba a proponer una cosa. Mira, cuando cualquiera de los dos quiera hacerse una paja, simplemente se lo dice al otro para que no le moleste y se mete en la tienda. Allí tendremos intimidad y todo el tiempo del mundo. Mientras el otro simplemente está en el campamento, haciendo sus cosas o lo que quiera. ¿Te parece bien?

-Si, claro, sin ningún problema. Sin duda es mucho mejor que hacer las tonterías que hicimos ayer. Aunque sepas lo que estoy haciendo mientras estoy en la tienda creo que tenemos suficiente confianza para que no se me corte el rollo ni nada.

-Genial, me alegra oír eso- Dijo con tono contento mientras se levantaba. -Bueno pues, ahora que ya no tengo nada de que preocuparme... ¡Me pido primera para la tienda!

En ese momento Laura salió corriendo hacia su mochila, la agarró y se metió con ella en la tienda. Se me puso dura casi al instante: solo una fina tela me separaba de la visión de Laura haciéndose un dedo... buff, esta situación tenia que aprovecharla. Me acerqué lo mas sigilosamente que pude a la tienda por el lado que no daba el sol (solo faltaba que Laura viese mi sombra en el lateral de la tienda) y me senté al lado a escuchar.

La verdad es que la chica estaba siendo muy silenciosa, pero el morbo de la situación provocó que empezase a masajearme por encima del pantalón. Al cabo de un par de minutos, la corriente del rio se calmó un poco y todo quedó más en silencio. Comencé a oír la respiración acelerada de Laura y no puede resistirlo, me la saqué del pantalón y empece con la paja.

Laura, a poco más de un metro de mi pero dentro de la tienda, cada vez respiraba más fuerte. Incluso podía escuchar ese sonido húmedo que producen los dedos al entrar y salir de un coño muy mojado, por lo que tuve que bajar el ritmo para no correrme. Entonces, sin previo aviso, se le escapó un verdadero gemido de placer que trato de ahogar tapándose la boca con la mano: se acababa de correr justo a mi lado.

Consciente de que no tardaría en salir, me subí los pantalones (no sin dificultades: la tenia dura como una piedra) y volví silenciosamente a mi posición de antes: lo orilla del arroyo que quedaba a unos 15 o 20 metros de la tienda. Tras un par de minutos, Laura salió de la tienda con su pelo azul alborotado y ya con la ropa de dormir, a excepción de una fina chaqueta que le cubría los hombros. Vino hacia donde yo estaba con cara de completa felicidad.

-Dios, que a gusto me he quedado...

-Bueno, creo que me toca- Dije sonriente

-Igual prefieres dejar que se ventile un poco, el ambiente esta un poco cargado...-

-Nah, no te preocupes. Además, si esperamos mucho más se hará tarde para ponernos con la cena.

-Como veas. Pásalo bien- Y se despidió de mi guiñando un ojo.

Entré en la tienda y era verdad lo que decía Laura: el ambiente era denso. Hacía calor, había humedad condensada en la paredes y el olor era una fuerte mezcla entre aroma a sexo y sudor, aunque debo confesar que viniendo de mi amiga eso me ponía todavía más cachondo. Enseguida me di cuenta que se había dejado la mochila dentro y, aunque dude un momento, decidí abrirla. Remirando un poco encontré lo que buscaba: una bolsa de plástico sellada con la ropa sucia de Laura.

La abrí y encontré los calcetines con los que me había dado ayer mi homenaje y unos nuevos, de color verde, seguramente lo que había estado usando hoy. Pero eso enseguida pasó a segundo plano: también habían unas bragas de color rojo carmesí. Estaban bastante sudadas y eran las únicas de la bolsa, así que supuse que eran las que Laura había estado usado desde que salimos ayer de casa hasta hace un momento. Me las llevé a la nariz y estuve aspirando un momento, justo el tiempo necesario para quitarme por completo los pantalones y calzoncillos con la otra mano.

Empece a masturbarme mientras lamia la parte interior, dándome cuenta de lo húmedas que estaba en la zona de la ingle, y no era precisamente de sudor. Seguramente, mi amiga había empezado su paja con las bragas puestas, tocándose a través de la tela, la cual se había impregnado de sus maravillosos jugos. Absorbí todo lo que pude y aumente el ritmo, hasta que después de unos segundos me termine corriendo en un sonoro orgasmo: era casi imposible que no me hubiese escuchado.

Quedé empapado de semen de arriba abajo, así que decidí limpiarme con los calzoncillos que me acababa de quitar y que ya no pensaba usar. Justo en ese momento se me ocurrió una divertida idea para comprobar como de atrevida era Laura: Decidí dejar los calzoncillos metidos debajo de mi esterilla, pero sobresaliendo lo suficiente para que se vieran. Si después de la siguiente paja de mi amiga se habían movido de sitio, eso querría decir que tal vez compartíamos mi recién descubierto gusto por el olor de las prendas intimas.

Unas horas después, tras cenar, Laura volvió a pedir otro “momento de intimidad”. Yo estaba bastante saciado, así que me puse a fregar la cantimplora en el rio y esta ocasión no intenté acercarme a la tienda: iba a dejarla a sus anchas. Sin duda, mi orgasmo poco disimulado de antes le había dado confianza para expresarse, por qué madre mía... durante el clímax final se dejó llevar por completo.

Como podéis imaginar, el espectáculo volvió a encenderme y me metí en la tienda en cuanto salió Laura. Lo primero que hice fue comprobar si mi ropa interior se había movido desde la última vez. Mi sorpresa fue tremenda cuando me di cuenta de que, efectivamente, estaba un poco más metida debajo de mi esterilla y estaba completamente cubierta de saliva y lo que parecían fluidos vaginales. ¡Laura se había dado un homenaje con mis calzoncillos! Y no solo eso, no tardé en darme cuenta de que justo el la misma zona, pero en la esterilla de Laura, mi amiga había guardado poco disimuladamente unas bragas completamente empapadas... Creo que habíamos empezada un juego muy interesante.

Me hice la paja de rigor, esta vez corriéndome en las bragas de mi amiga sin pudor y las dejé en su sitio. Al salir, como esperaba, Laura no hizo ninguna mención al regalo que me había dejado. Abrimos un poco la tienda para que se ventilase y nos acostamos. El sueño llegó en poco minutos, pero cada vez que me acordaba de lo que había pasado se me aceleraba el corazón.

La siguiente jornada transcurrió con normalidad hasta la tarde. Sin embargo, cuando estábamos terminando de montar la tienda cerca de la ladera de un risco el cielo comenzó a encapotarse. Se escuchaban truenos a lo lejos y en cuestión de 10 minutos una enorme tormenta estaba cayendo sobre nosotros. La hoguera se apagó al instante y Laura y yo nos refugiamos en la tienda.

-Menuda suerte hemos tenido... La previsión no daba muchas probabilidades de lluvia, pero al final mira- Dijo ella decepcionada- ¿Y ahora que vamos a cenar? Por que con la leña tan mojada no vamos a poder encenderla aunque deje de llover.

-Para eso tengo yo la solución- Dije con una sonrisa en la boca y me acerqué a la mochila, de la que saqué unos botes- He traído unas cuantas conservas, por si acaso. Podemos cenar sin necesidad de salir de aquí.

-Ahora mismo te quiero con locura, David- Dijo ella muy sonriente.

Abrimos las latas y empezamos a cenar. Después estuvimos un buen rato hablando de nuestras cosas con la entrada de la tienda abierta mientras veíamos llover. No voy a negarlo, el tiempo me había jodido la oportunidad tentar un poco más a Laura mientras se tocaba, pero la estampa era impagable... tanto, que nos empezamos a relajar y nos entró el sueño.

-Bueno, ¿como nos cambiamos? Si quieres puedo salir un momento y me meto debajo de algún árbol- Dije inocentemente

-¿Qué dices?¿Con la que está cayendo? Que va, no digas tonterías. Me basta con que cierres los ojos, me fio de ti. Además yo no pienso salir allí fuera-

-Vale, te prometo que no miraré

Laura se dio la vuelta, quedando de espaldas a mi. Estaba de rodillas sobre la esterilla y pude ver perfectamente como se quitaba el sujetador y luego los pantalones de montaña. En esta ocasión se dejó las bragas puestas (se fiaba de que yo no mirase pero no tanto como para quedarse con su tremendo culo al aire de espaldas a mi) y se puso el acostumbrado pantalón corto y la camiseta fina, en la que esta vez se marcaban muchísimo los pezones por la bajada de temperatura. Volví a cerrar los ojos y Laura se dio la vuelta:

-Bueno, ya está. ¿Has mirado?- Me preguntó

-Claro que no, te lo había prometido-

-Jajajaja, David, a veces eres demasiado inocente... Si te hubieras aprovechado un poco tampoco te habría dicho nada.-

-Bueno, siempre puedes volver a cambiarte- Dije de forma burlona

-En tus sueños, chaval, has perdido tu oportunidad- Y los dos empezamos reír.

A continuación me cambié yo y estiramos la manta, que estaba toda arrugada en una esquina de la tienda. Desde que comenzamos la acampada, habíamos estado durmiendo sobre la esterilla y los sacos y tapándonos los dos con una manta grande, algo mucho más cómodo que estar apretados dentro del pequeño saco. Con la “cama” ya hecha nos metimos dentro y continuamos hablando un rato sobre la etapa de mañana:

-Espero que al menos mañana no nos pille lluvia, es un asco caminar por estos terrenos con todo enfangado- Dije yo

-Y que lo digas, encima siempre te retrasa la marcha, toca ir más despacio para no resbalar en las zonas de roca-

-Pues si... Pero mira, si te soy sincero, lo que más me ha fastidiado ha sido quedarme sin la paja de hoy- Los dos empezamos a reír -Parece mentira, pero ya estaba empezando a pillar la costumbre y relaja mucho.

-Y tanto, yo también lo he echado mucho de menos- Contestó Laura que se había empezado a poner un poco roja.

Durante unos segundos se hizo un silencio incomodo: nuestras voces se apagaron y solo se escuchaba el constante golpeo de la lluvia sobre la lona de la tienda. Después de lo que a mi me pareció un momento eterno, Laura se lanzo a hablar:

-Bueno, en realidad, podríamos hacer una cosa...

-¿A que te refieres?

-A ver, a mi no me molesta, y si a ti te parece bien... podemos hacerlo estando los dos en la tienda... quiero decir, la manta nos tapa y eso, es lo mismo que estos días pero sin la tela de la tienda por medio... solo si te parece bien, entiendo que puede ser un poco incomodo- En esos momentos Laura estaba roja como un tomate.

-A mi no me molesta, creo que los dos agradeceremos poder desahogarnos... si a ti te parece bien, a mi también- El corazón me latía a una velocidad que parecía que se me iba a salir del pecho e irse a correr una maratón por la montaña

-Vale, pues lo hacemos- Dijo con una leve sonrisa bastante tierna -Prometo que intentare hacer el menor ruido posible y moverme poquito para no molestar-

-No mujer, tu exprésate como haga falta, ya que vamos a hacerlo hay que disfrutar, no te cortes. A mi también me gustaría dejarme llevar, si no no es lo mismo- Repliqué

-Bueno, vale, si a ti te parece bien me relajaré lo más que pueda, aunque no prometo nada... Tu de todas formas exprésate todo lo que haga falta- Dijo con toda confianza

Dejamos de hablar y Laura se incorporó un poco, quedando sentada. Con un rápido movimiento se quitó la camiseta dejando a mi vista su espalda desnuda y con gran habilidad se cubrió con la manta sin que yo pudiese ver nada. Se volvió a tumbar a escasos centímetros de mi, levantó las caderas y se sacó unicamente los pantalones que dejó a un lado. Yo hice los propio con mi camiseta y la parte de abajo del pijama, dejándome puesta también la ropa interior.

Enseguida vi como Laura, tumbada boca arriba y con la mirada en dirección al techo de la tienda, cerraba los ojos. Por lo que intuí debajo de la manta que unos cubría, una mano fue directa a la entrepierna y la otra a su teta derecha, con al que empezó a jugar mientras se mordía el labio. Como podéis imaginar a esas alturas yo la tenia completamente dura, así que baje un poco los calzoncillos y comencé a pajearme. Justo en ese momento me percaté que Laura abría levemente uno de sus ojos y miraba con disimulo al evidente bulto que formaba mi polla contra la manta. Giré un poco al cabeza y ella volvió a cerrar los ojos rápidamente, pensado que no me había dado cuenta.

Mientras mi mano subía y bajaba, me fui acercando a mi amiga muy poco a poco hasta que mi brazo izquierdo entro en contacto con su brazo derecho, con el que se estaba pajeando. Noté como temblaba con movimientos rápidos y rítmicos, seguro que se estaba masajeando el clítoris. Por su parte, su otra mano ya estaba dando verdaderos tirones a su pezones, a juzgar por lo mucho que se levantaba la manta en esa zona.

Su respiración era cada vez más rápida y ya se empezaban a intuir los primeros jadeos, pero de repente paró y volvió a alzar las caderas, seguramente para sacarse lo único que le quedaba, las bragas. Lo que me dijo a continuación no lo vi venir ni de lejos:

-¿Las quieres?- Se había girado hacia mi y sostenía unas bragas azules completamente empapadas en la mano, a poco más de un palmo de mi cara.

-Si-

-Toma, pero a cambio quiero tus calzoncillos- Sin dudar ni un segundo me los quité y se los dí y ella me entrego su húmeda ropa interior.

Laura se volvió a poner boca arriba, cerró los ojos y se llevó dos dedos de su mano derecha a la boca. Los lamió de forma increíblemente erótica y metió de nuevo la mano en la manta. Separó las piernas y flexionó las rodillas, lo que hizo que la manta bajase un poco y una de sus tetas quedase completamente a la vista. El pezón estaba completamente empitonado y rojo por los alrededores, se debía haber pegado unos buenos pellizcos antes. A juzgar por su gemido que dio a continuación, se metió los dos dedos que había chupado en el coño y comenzó a introducirlos y sacarlos, con lo que empezó a escucharse el característico sonido producido por la humedad. Mientras tanto, con la otra mano se llevó mis calzoncillos a la cara y empezó a olerlos y chuparlos sacando toda la lengua. Laura estaba desatada.

Yo hice lo propio y empecé a oler y lamer sus bragas azules justo por la zona empapada de la ingle. Ella giró un poco la cabeza y nos miramos a los ojos mientras los dos jugábamos con la ropa interior del otro. Continuamos así algunos momento y de repente Laura bajó la mano que sostenía mis calzoncillos a la ingle y subió la otra para chuparse los dedos. Empezó a pajearse frotando mis calzoncillos contra su coño bajo la manta y decidí usar sus bragas de la misma manera.

Con la mano libre se agarro la teta que quedaba a mi vista con enorme fuerza, clavándose las uñas. Cada vez gemía más fuerte, ya no le quedaba mucho para llegar al orgasmo. Se pegó más a mi y pude notar el rápido movimiento de su brazo pegado a mi torso. Entre jadeos me susurró:

-Ah.... Ah..... Córrete en mis bragas y dámelas... Ah....-

Me puse de medio lado, envolví mi polla los mejor que pude con las bragas y aumente el ritmo. En apenas cinco segundos estallé en un sonoro orgasmo, a lo que debió poner aun más cachonda a Laura, que dejó de gemir para empezar a gritar. Subió la mano con la que se estaba pajeando, se metió tres dedos en la boca y volvió a bajarla debajo a la manta. Los metía y sacaba del coño a gran velocidad y por el sonido a salpicadura debía estar chorreando

-¡¡AHHH!!!....¡¡AHHH!!.... ¡¡POR DIOS, DAMELAS YA!!... ¡¡AHHH!!...-

Hice caso y le pase las sucias bragas rápidamente. Sin dudarlo, se las llevó a la boca y empezó a lamer toda mi corrida.

-¡¡AAAAHHHHHH!!¡¡JODER, ME CORRO!!.... ¡¡ AAAAHHHHHHHHHH!!!

Mi amiga estalló en un tremendo orgasmo. Arqueó completamente la espalda, dejando sus dos tetas al aire. El fuerte sonido de salpicadura dejó paso a un prolongado “pisssshhhhhhhhhhhh”, muy similar al típico sonido que hacen las mujeres la mear: Laura se acababa de correr eyaculando a chorros por el tremendo calentón que llevaba encima.

-Mierda... que vergüenza, lo siento... Nunca me había pasado esto- Dijo mientras disimuladamente bajo la manta se ponía de nuevo la fina camiseta y el pantalón. -En serio, lo siento, no pensé que esto se nos iría tanto de las manos.

-Tranquila, no tienes nada de que avergonzarte, es algo natural. Además, simplemente hemos estado haciendo lo que estos días anteriores, solo que nos hemos echado una mano el uno al otro por que tenemos gustos similares.-

-A ver, es cierto que no había estado tan cachonda en toda mi vida, pero aun así es un poco difícil reconocer que tengo unos gustos particulares para algunas cosas. Eres la primera persona que se entera de que me pone que se corran en mi ropa interior y yo me lo coma...-Pese a lo lanzada que había sido siempre Laura para estos temas, cada palabra le costaba un enorme esfuerzo.

-Solo por curiosidad ¿Qué más te pone y no le has dicho a nadie? Estamos en una tienda de campaña perdida en mitad del monte, no va a salir de aquí.

-El masaje del otro día me dejó supertonta, solo digo eso- Y los dos empezamos a reír, pero justo en ese momento yo acaba de tener una gran idea.

Laura apartó el saco de dormir, empapado de su corrida, y se volvió a tumbar sobre su esterilla. El interior de la tienda era una mezcla de humedad ambiente, calor y olor a sexo, pero los dos estábamos tan extasiados por lo que acababa de pasar que caímos dormidos al instante.

Para cuando nos despertamos, había dejado de llover. Por raro que pueda sonar, durante toda la travesía de la jornada nos compartamos exactamente igual que siempre: como dos buenos amigos. Ninguno se atrevió a mencionar lo que había pasado la noche anterior, como si fuera una fantasía que no puedes confesar. Cuando ya terminamos el itinerario del día y decidimos acampar, los dos empezamos a estar un poco más tensos.

Yo esperaba el momento en el que Laura decidiese meterse en la tienda para su sesión de “autosatisfacción diaria”, sin embargo en ningún momento lo hizo. Finalmente, mientras acabábamos de cenar, Laura se lanzó a comentar:

-Oye, David, me duelen bastante los pies de tanto caminar- Evitó mi mirada mientras lo decía.

-Si quieres, podría darte un masaje de los míos, ¿te animas?

-Estaba esperando que dijeras eso- Laura se levanto, vino hacia mi y me tomó la mano para llevarme al interior de la tienda.

Ella se sentó en una esquina de la tienda y yo en la otra. Me acercó sus pies, todavía con las botas puestas y empecé a desatar los cordones con calma.

-Puedes ser todo lo creativo que quieras con el masaje, estoy en tus manos- dijo sin apartar sus ojos de los míos.

En cuanto la había descalzado empecé a quitarle uno de los calcetines, pero ella tenia otros planes. Subió el otro pie hasta mi cara, haciendo presión contra mi nariz. Empecé a aspirar y lamer el calcetín, mientras el otro pie bajo hasta el bulto que se había formado entre mis piernas y empezaba a apretar. Decidí hacer lo mismo, y con un hábil movimiento me quite mis botas. Laura tomó mis pies, dejando uno entre sus piernas (con el que empezó a frotarse) y llevándose el otro a la boca.

Con el rabillo del ojo vi como Laura estaba empezando a sudar y sobarse la tetas por encima de la ropa con las manos. Decidí entrar en acción:

-Creo que si quieres que te pueda dar el masaje tendrás que quitarte los pantalones.

-Ah, ¿si? Que raro... el otro día no hizo falta, pero como ya te dije, estoy en tus manos...

Levantó las caderas y se quitó el pantalón. Quedó completamente abierta de piernas delante de mi y pude ver como sus bragas grises de algodón estaban empapadas. Terminé de quitarle los calcetines y comencé el masaje: primero con las manos y luego con mi boca.

A los poco minutos Laura ya estaba completamente rendida y se metió la mano en las bragas y empezó a tocarse mientras yo me quedaba mirando

-¿No te han dicho que es de mala educación mirar a un chica mientras se toca? Y más si no dejas que ella te vea hacer lo mismo...

Acepté la invitación y me quiete los pantalones. Mi mano se fue directa al interior de mis calzoncillos y empecé a imitar a mi amiga.

-¿Cómo estas de mojada?- Ella se sacó los dedos del coño, se acercó a mi y me los metió en la boca.

-¿Y tu cómo estás de duro?- Dijo mientras todavía estaba lamiendo sus dedos. Me saqué su mano de la boca y la apoye sobre mi paquete.

-Ufff ¿Y todo esto solo por mis pies? Seguro que hay más partes de mi cuerpo que te gustaría comerte, ¿verdad?

-Tu boca, tus tetas, tu culo y tu coño

-¿Si? Pues entonces empecemos por el principio...

Sin dejar de frotarme los calzoncillos, Laura juntó su boca con la mía y empezó a meterme la lengua hasta el fondo. Durante un minuto permanecimos así, hasta que mi amiga se separó y decidió lamerme el cuello y la cara. Cuando ya estaba satisfecha se levantó un poco, me pidió que abriese la boca y escupió su saliva en el interior. Tras eso, se puso de rodillas y abrió completamente la boca, invitándome a hacer lo mismo.

-Bueno ya me has comido la boca, ¿que era lo que venia ahora?- Laura estaba desatada, su mirada de vicio me estaba volviendo loco

-Las tetas

Laura se quitó la camiseta y sujetador, me agarro al cabeza con las dos manos y aplasto mi boca contra su teta izquierda. Empece a comérsela sin cortarme ni un pelo: primero besos y lametazos, pero enseguida pasé a los mordiscos, lo que hizo que una de las manos de mi amiga volviera meterse en sus bragas. La mano que le quedaba libre se metió en mi ropa interior y empezó a masajearme los huevos.

-¿Sabes? Aquí hay algo que me encantaría comerme...- Dijo con los ojos entre cerrados por el placer

-¿Si? Cierra los ojos y abre la boca-

Laura me hizo caso al instante. Yo me puse de pie como pude en la pequeña tienda y me quité la camiseta y los calzoncillos. Puse mis huevos sobre la boca abierta de mi amiga, quien empezó a chuparlos al instante mientras yo me agarraba la polla y me pajeaba. Sus gemidos eran cada vez mas intensos y finalmente no pudo contenerse: me agarró la polla y se la metió entera en la boca. Durante varios minutos me hizo una mamada increíble, hasta que estuve a punto de correrme y decidí apartarme. De nuevo de rodillas frente a ella la bese y le dije:

-¿Has abierto los ojos?

-No- Dijo entre jadeos

-Laura, a veces eres demasiado inocente... Si te hubieras aprovechado un poco tampoco te habría dicho nada.

-Que malo eres... debería haberte mordido la polla- Me contestó ya con los ojos abiertos

-Entonces yo tal vez debería morderte el coño

-Si, deberías.- Dijo ella mordiéndose el labio. -Y hablando de eso, creo que todavía tienes que comerme algo, ¿no?

Laura se puso de pie dándome la espalda e inclinándose hacia delante, dejando su impresionante culo a escasos centímetros de mi cara. Puse mis dos manos en las nalgas y apreté mi cara contra su raja cubierta por la tela y aspiré. No pude soportarlo más y bajé las empapadas bragas de un tirón y hundí mi cara en su culo desnudo. Chupé toda su raja de arriba a abajo, parándome especialmente el ano, que reaccionaba a cada lamida contrayéndose y haciendo gemir a Laura.

Esta se dio la vuelta y frente a mi quedo su coño, el cual estaba cubierto por una fina capa de vello que había crecido estos días que no se había podido depilar. Sus labios sobresalían de la raja y estaban cubiertos por los abundantes jugos de mi amiga. Pegué mi boca a su entrepierna y metí mi lengua tan dentro del coño como pude mientras sus dos manos pellizcaban los pezones.

De repente, se apartó, separó un poco más las piernas y empezó a agacharse hacia mi. Cuando ya estaba cerca de mi altura (yo estaba arrodillado en el suelo), me agarró la polla y la condujo a su interior. Empezamos a follar gritando como animales mientras Laura dirigía nuevamente mi cabeza a sus tetas. Mi polla entraba y salia con facilidad y en pocos minutos mi amiga parecía apunto de correrse.

-¡Ahhhh!..... David, tengo otra fantasía que no he hecho con nadie... ¡Ahhhh!....- Me susurró al oído

-Dímela

-¡Ahhhh!...¡Quiero que me folles el culo!...¡Ahhhh!....

Laura se levanto y se tumbó de lado en el suelo. Se separó las nalgas con una mano y se metió uno de los dedos de la otra por el culo. Yo me tumbé de lado justo detrás de ella y le toqué el coño mientras se preparaba. Al poco sacó su dedo y me agarró la polla, guiándola a su dilatado ano.

Con un poco de esfuerzo conseguí penetrarla, pero la sensación fue increíble. La metía y la sacaba mientras con la otra mano jugaba con el clítoris y los labios. Las sensaciones eran tan intensas que no tardé en darme cuenta que no podía más

-¡¡JODER, LAURA!!- Descargué dentro de su culo con todas mis fuerzas, lo que desato también el éxtasis de mi amiga

-¡¡DIOS, DAVID, ME VOY A CORRER, ABRE LA BOCA!!- Laura se levantó, sacándosela del culo y poniéndose de cuchillas sobre mi cara. Un enorme chorro salió de entre sus labios y la salada corrida de mi amiga fue a parar a mi boca y parte de mi cara.

 

Como habréis imaginado, el resto de jornadas nos las pasamos follando. Para nosotros ya no importaba nada más, simplemente queríamos llegar rápido al campamento para meternos en la tienda. La llegada del último día fue un poco agridulce, pero la experiencia que nos llevábamos fue increíble, y ¿sabéis lo mejor?, Laura y yo ya estamos preparando una nueva escapada para dentro de unos meses, pero esta vez no pensamos decirle nada a nuestros compañeros del Club de Senderismo.