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Clara la masoquista

en Sadomaso

Me llamo Clara y soy masoquista desde que yo recuerde, aunque me costó años aceptar que me excita el dolor y la humillación sin importarme "el que dirán", por fin fui capaz de buscar mi placer a través del dolor sin excusas, pero hasta ese momento tuve relaciones muy toxicas, algunas con hombres supuestamente dominantes que en realidad no lo eran, aunque les venía muy bien para follarme a su conveniencia con el rollo de que yo era su sumisa ó su esclava y también usarme como moneda de cambio en clubes swinger, eso si durante todo el tiempo he procurado ser muy discreta evitando que mi entorno laboral no se entere de nada.

Fue en esa época cuando decidí cortar con mi última pareja, vivir mi sexualidad sin depender de nadie, disfrutar follando con quien surge y entregándome cuando, donde y a quien me apetece, pero sin ataduras y sin compromisos.

El caso es que hoy he cumplido treinta años y tenía decidido comenzar una nueva etapa en la que yo misma buscaré el modo de restringirme ciertos actos, el primero ha sido el anillado de mi coño con varios piercings que le mantendrán cerrado permanentemente. Mi ginecólogo, El Dr. Marcos, se encargó de estudiar si médicamente era posible y que cuidados serán necesarios al vivir con el coño clausurado. El encargado de anillarme ha sido mi amigo Steve, un experto anillador y tatuador al que conozco desde hace muchos años y en colaboración con el Dr. Marcos estudiaron el mejor modo de anillar mi coño en función de su fisiología y mis deseos de que este se mantenga cerrado permanente.

He de aclarar que con Steve tengo una relación muy especial, fuimos novios con quince años, solo durante nueve meses y después nos perdimos la pista, pero pensaba en Steve muy habitualmente preguntándome que habría sido de él. No se si sería el destino o la casualidad, el caso es que nos reencontramos hace cuatro años de la manera y en el sitio más inesperado. Fue en un local de intercambio, yo estaba desnuda y atada en un potro situado en la zona para prácticas sadomasoquistas, la relaciones públicas del local iba trayendo a quien ella consideraba adecuado para que me follase la boca mientras una de las camareras azotaba mi culo con una vara.

Cuando terminó la fiesta yo estaba agotada, había perdido la cuenta de cuantas pollas me habían follado la boca, digo pollas por que solo podía verles de cintura para abajo, por supuesto había sido obligada a tragar todas las corridas y la camarera había dejado mis nalgas llenas de verdugones, varios de los cuales habían roto mi piel dejando heridas que me provocaban dolor con el simple roce de la ropa.

Después de despedirme de la camarera y de la dueña, me dirigí a la puerta y allí estaba Steve esperándome, se acercó a saludarme y me tuvo que decir quien era por que estaba irreconocible lleno de tatuajes y con varios piercings en la cara. Me dio una alegría tremenda encontrarme con él, así que acepté su propuesta de ir a tomarnos una copa a su casa y ponernos al día de nuestras vidas

Esa copa, junto con otras muchas, duró un fin de semana en el que hablamos sobre nosotros, recordamos aquél noviazgo, nos contamos que rumbos habían tomado nuestras vidas, incluyendo todo sobre mis deseos masoquistas por que, como supuse, era uno de los que follaron mi boca en la fiesta. En ese fin de semana también follamos como locos un par de veces, aunque ambos tuvimos claro desde el principio que nunca seríamos una pareja, tan solo buenos amigos, podríamos follar si nos apetecía ó escucharnos y ayudarnos entre nosotros si nos hiciese falta, pero nada de compromisos sentimentales, por eso Steve está al tanto de todo lo que he vivido en este tiempo, además, fue él quien me ayudó a romper con el último cabrón que tuve de pareja/amo, un individuo retorcido y misógino que casi me anuló como persona a base de maltratos sicológicos.

Steve también fue quien me anilló los pezones y el clítoris poco tiempo después de nuestro reencuentro y el año pasado me tatuó el pubis con la frase "Úsame y castígame", algo que me vino muy bien durante las vacaciones en el club nudista para que algunos desconocidos me diesen lo que pedía.

En cuanto al Dr. Marcos, mi ginecólogo, lleva tratándome desde hace diez años, nunca le oculté mis gustos, siempre le he mantenido al tanto de mis actividades ya que también es sexólogo y con la mente muy abierta, así que entiende y apoya mis deseos, además ha sido un gran apoyo a la hora de aceptarme a mi misma como soy y a disfrutar sin sentirme culpable, pero a pesar de que nuestra relación siempre ha sido estrictamente la de médico/paciente, en las revisiones se comporta de manera brusca, denigrándome todo lo posible y sus exploraciones las realiza tocándome obscenamente, por supuesto a petición mía.

Tras la investigación que hizo el Dr. Marcos sobre la viabilidad de hacer realidad mi deseo de clausurarme el coño, me indicó que debería de hablar con quien fuese a realizar los anillados, así que en la siguiente consulta me acompañó Steve para presentarle al Dr. Marcos y juntos pudiesen decidir cual sería el mejor modo de cumplir mi deseo. les presenté al entrar y sin decir nada más me desnudé totalmente, me subí a la silla ginecológica poniendo mis piernas bien abiertas y esperé a que realizasen sus análisis. Tuve que esperar en esa posición más de diez minutos escuchando como hablaban entre ellos de una manera denigrante sobre mi y mi futuro anillado genital, lo cual me excitaba muchísimo.

Cuando por fin se acercaron a observar mi coño, me ignoraron totalmente, hablaban de donde sería mejor realizar las perforaciones para evitar que pudiese ser penetrado, sentía como cogían los labios de mi coño como si fueran de goma, les estiraban, les separaban, les juntaban sin preocuparse de que me pudiesen hacer daño, me sentí como si fuese un objeto y no pude evitar que aumentase más aún mi excitación, provocando que mi coño segregase una gran cantidad de flujo.

Evidentemente, tal situación no les pasó desapercibida y Steve le preguntó al Dr. Marcos que si había alguna manera de evitar que, y reproduzco exactamente sus palabras, "...una zorra como esta segregase tanto flujo. Si su coño va a ser clausurado es innecesario que se lubrique". El Dr. Marcos le respondió que lo investigaría y le comunicaría si encontraba alguna solución. Volvieron a sentarse y continuaron ignorándome mientras comentaban los detalles de como se realizaría el proceso de clausura. Por mi parte, ya que no me habían dicho nada, seguí allí, abierta de piernas, sintiendo como el flujo empezaba a gotear desde mi coño, pensando en lo mucho que me gustaba sentirme mojada y que no me gustaría dejar de hacerlo, pero que ellos se planteasen esa posibilidad sin preocuparse de mi opinión me excitó más aún.

Ese día no pasó nada más, bueno, a Steve le hice una mamada en el parking como agradecimiento por acompañarme y cuando llegué a casa me hice una paja salvaje después de azotarme el coño con una pala de madera hasta que los golpes provocaron una notable inflamación de los labios, los cuales también adquirieron un color rojo intenso y al menos estuve dos días con ellos doloridos e irritados.

Llegué al estudio de Steve a las cuatro de la tarde como me había dicho, tenía todo preparado, pero yo no quería saber nada al respecto, tan solo que me anillase el coño tantas veces fuesen necesarias para que se mantuviese clausurado para siempre.

S - "Bien, como quieras, pero antes dime, ¿Quieres que te anille sin más, rápido y con el menos dolor posible o te prefieres que ese anillado sea una parte de la humillación que he preparado?"

No entendía a que se refería y no me dio más detalles, tan solo me dijo que si confiaba en él, eligiese la opción de la humillación para nunca olvidarme de este día. La verdad que siempre confié en Steve, aunque sabía que sus ideas podían ser muy salvajes, pero estaba muy cachonda, así que le dije que de acuerdo, que durante las siguientes horas sería suya y podría hacerme lo que desease, siempre que mi coño terminase cerrado por los anillados. Sonrió con un extraño brillo en los ojos y me ordenó desnudarme y pasar a la sala de anillados que él volvería enseguida.

Lo hice y estuve esperando a Steve, de pié y desnuda unos cinco minutos. Cuando entró me hizo sentar en la camilla, me puso un antifaz que me impedía ver nada, luego una mordaza de bola, me hizo tumbar, colocó mis piernas en unos soportes, como los que tienen las de los ginecólogos, que me las mantenían abiertas y separadas, para terminar sujetándome con unas correas a la camilla de tal modo que estaba totalmente inmovilizada y a su merced.

Lo siguiente que sentí fue algo presionando mi culo, no era la primera vez que algo me penetraba analmente, pero no entendía que pretendía Steve con ello. Una vez le tuve bien dentro debió de conectarle a algún dispositivo que le hacía entrar y salir de culo sin parar y me dijo que me relajase, que iba a realizar unas llamadas y que en un par de horas empezaría la fiesta.

Me quedé pensando en que es lo pretendía, en alguna ocasión me había entregado a él para que me sometiese, pero siempre estipulando previamente los límites, en cambio, ahora estaba indefensa y en sus manos.

El tiempo pasó despacio, el placer que siempre me a dado ser sodomizada se había transformado en algo molesto, no demasiado, pero si constante y me estaba empezando a resultar doloroso, además de no tener ni idea del tiempo que había pasado y de que no había escuchado absolutamente nada desde que Steve se fue. Mis nervios cada vez eran más intensos, estaba empezando a arrepentirme de mi decisión y a cabrearme mucho con Steve cuando escuche voces acercándose, eran varias, todas de hombre y cuando llegaron a mi lado escuche a Steve que les hablaba.

S - "Bien, aquí tenéis la zorra que os prometí, lleva así casi dos horas, no sabe nada de lo que va a suceder, salvo que voy a anillar su coño de tal modo que le impedirá la penetración por cualquier objeto. Quien desee seguir aquí viendo el proceso en directo ha de abonar cincuenta euros y cuando termine con el anillado, procederemos a la subasta. ¿Alguna pregunta?"

Mi cabreo era impresionante, pero todavía era mayor mi excitación por verme en esta situación y tras un momento de silencio escuche que alguien hacía una pregunta.

¿? - "¿Y solo podemos mirar hasta que termines de anillarla?"

 

S - "También podéis jugar con sus tetas, pero sin pasaros, aun queda mucho que hacer y ya habrá tiempo de castigarlas con dureza"

Acto seguido note como me empezaban a estrujar las tetas, lo hacían sin delicadeza, también me pellizcaban los pezones, tiraban de los piercings y todo sin parar de hacer comentarios sobre el morbo que les daba tener un cacho de carne como a su disposición. Ya no podía más del cabreo que tenía y a pesar de estar gozando como una perra intenté gritar y moverme para que me soltasen, pero el muy cabrón de Steve me había amarrado bien y la mordaza ahogaba cualquier grito que intentaba dar. Alguien pareció darse cuenta y le dijo a Steve que parecía que no estaba conforme con lo que hacían. Por un momento pensé que, como poco, Steve me quitaría la mordaza para dejarme hablar y decir si quería seguir o no con el juego, pero la respuesta que les dio me dejo claro que no tenía ningún reparo en ignorar mis deseos.

S - "Si, no creo que se esperase algo como esto, pero eso da igual, de momento es nuestro juguete y yo decido lo que hacemos con ella. Además, os aseguro que es una autentica zorra masoquista que terminará disfrutando de todo esto y si no es así peor para ella.

Y ahora vamos a cerrarle el coño como ella quería"

Lo que tenía en el culo dejó de moverse, aunque siguió metido hasta lo más hondo. Sentí que empezaban a manipular mis labios externos, los separaban para coger los internos, sentí que algo los apretaba con fuerza, dolía y de repente sentí un pinchazo, intenso y breve, a continuación lo que me había perforado se movía atravesando mi carne y sentí que la punta presionaba de nuevo los labios internos en otro lugar, pero ahora lo hacía despacio, apretando cada vez más fuerte, el dolor era muy agudo, continuo y subía de intensidad sin parar hasta que sentí como atravesaba mis labios de nuevo, ese objeto siguió moviéndose, perforándome los labios dos veces más y luego se paró creándome una sensación de alivio inmensa.

Los que estaban mirando no dejaban de hacer comentarios sobre lo que disfrutaban con el espectáculo, en especial de que mi coño mostrase que estaba disfrutando segregando tanto flujo que parecía que me mease. Eso me resultó muy humillante, es cierto que la manera en la que Steven había preparado mi anillado no era lo que yo quería, me sentía ultrajada y no le pensaba perdonar esto en toda la vida, pero que toda esta situación, junto con el dolor de los anillados y el saber que cuando todo terminase tendría mi coño cerrado me hacía estar al borde del orgasmo.

Tras un breve lapso de tiempo volví a sentir que manipulaban mi coño, en esta ocasión cogió el clítoris, tiró de el y le acarició haciéndome retorcer de placer, he de decir que desde siempre he tenido un clítoris extremadamente grande y durante el último año provoque su aumento con el uso de una bomba de vacío. No entendía que pretendía hacer hasta que el clítoris fue presionado por algún tipo de pinza, en ese momento presentí lo peor y no me equivoqué, Steve me estaba anillando de nuevo el clítoris. La otra vez fue muy doloroso, a pesar de que me aplicó una crema anestesiante, pero en esta ocasión el dolor fue espantoso, tensé todo mi cuerpo y di un alarido que, a pesar de la mordaza, llamó la atención de todos.

Supongo que más de uno se quedaría algo sorprendido, pero al menos dos de ellos celebraron tener la ocasión de ver en vivo una tortura como esta, Steve por su parte también expresó su satisfacción y lo cachondo que le estaba poniendo disponer de una zorra masoquista como yo a la que poder anillar de la manera más dolorosa en vez de evitar el dolor y que antes de seguir proponía un brindis. Escuché al menos descorchar un par de botellas y brindar por la zorra, evidentemente en referencia a mi.

Estuvieron un rato charlando, Steve les contó algunas de las prácticas que yo había realizado en estos años, entre ellas la del día que nos reencontramos. Al mismo tiempo algunos volvieron a magrear mis tetas, ahora con más brusquedad que antes, chupándolas, mordiéndolas y soltando varios manotazos bastante fuertes hasta que Steve dijo que era el momento de terminar de cerrarme el coño y luego harían la subasta.

De nuevo sentí que cogía mis labios internos, los estiraba y les sujeto para mantenerles así, noté que juntaba los externos y de repente, sin que me lo esperase, algo los atravesó, los dos al mismo tiempo, no fue tanto el dolor como el que no esperase el pinchazo tan pronto, volvió a hacer lo mismo un poco más abajo, pero en esta ocasión ya estaba prevenida y no me pilló tan de sorpresa. esa operación la repitió varias veces hasta casi llegar al culo, lo hizo rápido, sin apenas darme tiempo a recuperarme entre pinchazo y pinchazo. Luego me figuré que estaba poniendo y cerrando los piercings que, según mis calculos, fueron cinco ó seis mínimo.

Lo siguiente fue estirar mi clítoris del mismo modo que los labios internos y de nuevo varios pinchazos atravesaron mis labios una y otra vez a lo largo de ellos, colocó más piercings, creo que esta vez fueron unos ocho y cuando hubo terminado me soltó el clítoris y los labios internos. La sensación de estos era extraña, no supe adivinar por que hasta que Steve les explicó que los anillados del clítoris y los labios internos mantendrían a estos expuestos permanentemente.

Escuché como todos le aplaudían y felicitaban, también pude escuchar que estaban haciendo fotos y tras un rato de algarabía, durante el cual no se olvidaron de dedicarme todo tipo de comentarios denigrantes humillantes, Steve anunció que empezaba la subasta.

S - "Bien, vamos a comenzar la subasta. Como os dije, quien haga la puja más alta podrá follar el culo de la zorra y correrse dentro, el resto, por otros cincuenta euros, os podréis masturbar y correros en sus tetas ó por cien más en el embudo que tiene la mordaza, lo cual la obligará a tragarse el semen sin que pueda hacer nada por evitarlo, vosotros elegís donde preferís hacerlo y ya sabéis, solo acepto efectivo."

Desde luego Steve se estaba comportando peor que cualquiera de los que había conocido hasta entonces y no sabía como, pero me las pagaría tarde o temprano. Steve puso el precio de salida por follar mi culo en cien euros, las pujas empezaron a subir muy rápido hasta que llegaron a los setecientos euros, en ese momento solo quedaron dos o tres y al final, el que ganó pagó mil doscientos euros por follarse mi culo allí mismo. He de reconocer que me resultó ciertamente halagador, hoy en día puedes tener una puta a la que sodomizar por menos de cien euros y por mi habían pagado doce veces más.

De repente sentí que sacaban de golpe lo que había tenido durante horas en mi culo. Tenía el esfínter dormido, intenté hacer fuerza para cerrarle, pero me costaba trabajo y alguien se dedicó a comentar lo abierto que estaba. El resto seguía con mis tetas, ya sin ningún miramiento, los manotazos eran seguidos, a veces incluso recibía varios al mismo tiempo y desde diferentes sitios, el dolor fue subiendo y subiendo hasta que no lo pude soportar y me derrumbé llorando por el dolor, la impotencia, la humillación y también por lo que a mi me parecía una traición por parte de Steve.

Mi desesperación había llegado a tal extremo que me había olvidado de que alguien iba a follarse mi culo y no sabía quien era, pero me dio la sensación de que su polla, la cual me metió de un solo golpe y hasta lo más profundo que pudo, era inmensa. Me sentí absolutamente llena, mi culo me dolía, por la dilatación y por el mete y saca que llevaba ese tío que parecía más el pistón de una maquina que una persona follando.

Por increíble que parezca, en ese momento estaba a punto de correrme, el dolor había llegado a un punto en el que cada golpe era como una descarga de placer, mi culo estaba insensibilizado y tan solo era capaz de sentir algo cuando tenía la polla metida hasta el fondo, escuchar a esos energúmenos gritar e insultarme con rabia, convertidos en autenticas bestias, incluso pensé que no saldría indemne de allí, me hacía verme a mis misma como un cacho de carne, todo ello unido me había llevado a un estado que nunca había sentido antes, me estaba corriendo una y otra vez sin poderlo evitar y cuando saboree el esperma que entraba en mi boca a través de la mordaza fue como si me diesen ambrosía.

Ni me enteré cuando se corrió el que me follaba el culo, tampoco me di cuenta de que habían dejado de golpearme las tetas hasta que recibí varios azotes en mi coño que me hicieron ver las estrellas y estallar en un orgasmo que me dejó sin sentido.

Cuando volví en mi estaba todo en silencio, seguía atada, con el antifaz y la mordaza, mi boca tenía el sabor de las corridas recibidas y tanto mis tetas como mi coño estaban doloridos. Intenté decir algo, pero tan solo pude lanzar un débil gruñido, que fue suficiente para que Steve supiese que me había despertado.

S - "Vaya, parece que ya vuelves en ti. Espero que hayas disfrutado realmente tanto como hemos percibido desde fuera. Por cierto, tu coño está precioso, clausurado como deseabas y al Dr. Marcos le ha parecido un anillado espectacular."

¿El Dr. Marcos había estado aquí? ¿Cuando? ¿Habría sido testigo de lo sucedido o vendría mientras estaba desmayada? Entonces escuche unos pasos acercándose, Steve comentó a esa persona que ya había despertado y cuando le escuche hablar supe que era el Dr. Marcos.

Dr. - "Bueno, bueno, bueno. Como verás Steve, Clara es una mujer muy especial y has comprobado que yo tenía razón, ha llegado a un punto de masoquismo que ni ella misma se imaginaba."

 

S - "Pues si, reconozco que lo he pasado muy mal al principio. Clara es alguien muy especial para mi y si sus métodos no hubiesen funcionado de está manera nunca podría perdonarme haberla dañado."

 

Dr. - Lo se Steve y por eso precisamente eras tu el más adecuado para ejecutar este tratamiento. Te agradezco mucho tu colaboración y seguro que Clara, cuando se haya recuperado, te estará eternamente agradecida. Por cierto, no olvides darle su parte de los ingresos, al fin y al cabo es quien los ha hecho posible."

 

Dr. - "Por cierto Clara, te veré en la consulta dentro de dos días, el lunes a las cuatro, para comprobar que los anillados hacen su función y que no hay rastro de infección, también para hablar de lo que has vivido hoy, pero sobre todo de lo que harás en el futuro. Yo me voy ya, me espera mi mujer, esta deseando ver la grabación de tu anillado y el lunes te la presentaré, lleva tiempo queriendo conocerte. Steve te soltará dentro de una hora y te recomiendo que te dejes cuidar por él, has vivido una experiencia demasiado intensa y has de tener reposo absoluto las próximas veinticuatro horas."

Intenté decir algo pero no tuve ni fuerzas. Escuche como salían los dos, Steve seguía hablando con cierta preocupación por mi y el Dr. Marcos repetía que no se preocupase, que todo iría bien y que mañana le llamaría para ver que tal estaba.

Me debí de quedar dormida de nuevo y me desperté cuando noté que soltaban mis sujeciones. Todos mis músculos estaban dormidos, sin fuerza, mover un brazo era como mover una piedra de cien kilos. Steve me hablaba con un cariño que nunca había sentido en nadie, me decía que no me preocupase, que él se encargaba de todo. Intenté decir algo cuando me quitó la mordaza pero no pude, tenía la mitad inferior de la cara agarrotada. El siguió diciendo que me dejase llevar, me cogió en brazos, me llevó al piso de arriba y me metió en la bañera con agua caliente, aun tenía puesto el antifaz, pero me agradaba estar en esa oscuridad, reforzaba cualquier contacto ó sonido que recibiese. Una vez dentro me lavó muy suavemente, como si fuese el objeto más delicado de la tierra, hizo que me sintiese protegida, segura, incluso amada, algo que nunca antes había sentido.

Cuando terminó de lavarme me sacó de la bañera, me secó con un cuidado inmenso y me llevó a la cama arropándome delicadamente mientras me daba un suave beso en los labios que fue como una descarga eléctrica de placer, pero no de un placer sexual, fue algo mucho más profundo que me dejó muy confundida. Volvió unos minutos después para darme de comer un puré que era lo único que el agarrotamiento de mi boca me permitía comer, pero estaba muy rico. Cuando terminé de comer, Steve me quitó el antifaz. Estaba todo en penumbra, a mis ojos les costaba enfocar y Steve, era tan solo una silueta a mi lado. Quise decir algo, pero no pude y me quedé dormida.

Epílogo.

Ya han pasado más de veinte años desde aquel día y mi coño ha permanecido clausurado desde entonces, aunque el trabajo de Steve fue muy bueno y tener el clítoris y los labios internos expuestos permanentemente ha sido una fuente de placer y de dolor exquisita.

Por cierto, Steve y yo fuimos pareja durante varios años, pero mi masoquismo le superaba y hace más de diez que me dejó, en todo este tiempo nunca he podido olvidarle y tengo la esperanza de que si nos reencontrarnos algún día quiera tenerme a su lado de nuevo.

En cuanto al Dr. Marcos, siguió siendo mi ginecólogo hasta que se jubiló hará un par de años, bueno, también fue mi guía en el mundo del masoquismo y gracias a el, pero en especial a su mujer, una Domina profesional que me acogió como su ayudante durante varios años, pude descubrir mis verdaderos deseos. Ahora me atiende su hijo, apenas tiene treinta años y le falta mucho que aprender, pero su padre le enseñó muy bien como tratar a pacientes como yo.

El resto de mi vida ha transcurrido casi sin problemas, se puede decir que el único momento crítico fue meses después de clausurarme el coño, cuando mis jefes se enteraron de que trabajaba como ayudante de una Domina y me despidieron. Por suerte, gracias a los contactos del Dr. Marcos, entré a trabajar como administrativa en una empresa dedicada al ocio para adultos, con un buen sueldo, un horario flexible y sin prejuicios por mis gustos masoquistas, que además me sirvieron para ganar algún dinero extra como actriz en las películas que rodaban por encargo de particulares y también como prostituta masoquista para gente muy importante.