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El amigo de mi novio y ella, mi obsesión. 1/3

en Fantasías Eróticas

Parte 1: La curiosidad.

Todo empieza una noche, una copa, unas sonrisas...

Un amigo de mi novio vino a entablar una conversación conmigo, en ella me recordaba que su novia había fantaseado conmigo. ¿De verdad? Me considero heterosexual, pero lo consideré un alago. Acto seguido se despertó mi curiosidad, y le dije, ¿te imaginas que hago su sueño realidad? En principio era una broma, pero tal y como lo decía pasó por mi cabeza una sensual imagen en la que tocaba suavemente a su pareja, seguida de otro rápido flash en el que mi cabeza estaba entre sus piernas y en mi boca una muy muy húmeda vagina.

Al instante me ví mordiéndome el labio mientras miraba a su amigo, habían pasado 3 segundos de sexo con su pareja por mi cabeza sin darme cuenta de que mi cuerpo seguía en aquel bar. Acto seguido me ruboricé, mientras su amigo me miraba y se reía, estoy convencida que tanto mi comentario, mi mordida de labios y mi sincera vergüenza por mis pensamientos lo habían puesto bastante cachondo. Y lo mas importante, yo, me había dado cuenta, casi por casualidad que esa situación también me ponía bastante cachonda.

Era una mezcla de curiosidad por la experiencia lésbica, que hasta ahora no me había planteado, pero sobretodo por el gran poder que acaba de adquirir: ¿Era yo capaz de hacer estremecerse de placer a esa chica? No lo se, pero desde ese momento mi objetivo era averiguarlo. 

Conozco mi sexo, se que es lo que me pone cachonda, y estaba totalmente convencida que conseguiría poner a mil a su novia, y eso a su vez, con el simple hecho de pensarlo ya humedecía mis braguitas. Estaba deseando hacerlo y no sabía ni como decirlo.

Ellos, aunque también viven en Madrid, viven en la otra punta y nos cuesta ponernos de acuerdo. Apenas habíamos quedado 2 veces anteriormente para tomar unas cervezas en La Latina, pero en cuanto decidí contarle a mi novio que estaba deseosa de hacer realidad la sexual fantasía de la novia de su amigo, él no dudó en organizar una cita, pero esta vez, con mucho ingenio, el partido se jugaría en casa, quedando el viernes a las 22 h. 

Durante esa semana, mi novio no paraba de preguntarme que le haría, como empezaría, de que forma rompería el hielo,... Estaba mucho mas preocupado que yo, que estaba totalmente segura de que la situación sería muy natural. No lo había hecho, ni siquiera pensado anteriormente, sin embargo tenía una gran seguridad en mi misma. De todas formas le seguía el rollo a mi pareja y le explicaba con detenimiento esos detalles que tanto les gusta escuchar a los hombres: Como la tocaría, como le mordería lo pezones, como saborearía su coño, ...

Pero en cambio mis pensamientos eran mucho mas profundos, me imaginaba mirándola a los ojos mientras paseaba mis dedos por su piel desnuda, imagina su respiración nerviosa en mi oreja mientras yo mordisqueaba la suya, imaginaba muchos planos cortos, mucho contacto, mucha suavidad piel con piel, ... Entre lo que le contaba y lo que me imaginaba, acababa siempre mojada y mi novio con su miembro duro como una piedra intentando salir del pantalón, así que lo solucionábamos echando unos tremendos, duros y también rápidos polvos mientras pasaban los aburridos días entre semana. Estábamos tan cachondos imaginando esa situación que a los 5 minutos empezábamos a corrernos. Y día tras día disfrutábamos de esa situación hasta que llegó el viernes. Lo que no sabía mi novio es que cuando el salía de casa yo me metía en la ducha y empezaba de nuevo a imaginarme su vagina en mi boca mientras frotaba la mía con la ducha y me introducía los dedos de una mano, mientras con la otra me tocaba el clítoris con el dedo indice hasta que volvía a correrme. Básicamente llevaba toda la semana muy salida y deseando que llegara el viernes, esta fantasía no me dejaba llevar una vida normal, tenía que acabar con ella en cuanto antes.