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Secretos y mentiras - Parte I

en Gays

 PARTE I

 

-       Papá o te das prisa o vamos a llegar tarde a la presentación- gritó Mateo desde el salón.

-       ¡Ya voy! que me estoy terminando de peinar hombre- le grité.

Estos chicos, desde luego, no tienen paciencia. Bueno- reflexioné- al menos se ve que les entusiasma la idea del campamento de verano y así, de esa forma, no estarán todo el día en casa de vagos haciendo de las suyas. Además, el haber aprobado todo me ha dejado sin excusa para ponerles ocupaciones en verano, por lo que el campamento futbolero me ha venido genial para mantenerlos en rutina este mes. 

-       ¿Ya habéis preparado la mochila con todo lo necesario? - pregunté ultimando mi peinado. 

-       SII- contestaron al unísono.

“joder, mira qué son responsables cuando quieren” pensé. 

-       Vale, ya estoy, ya estoy- dije mientras salía hacia el salón- entonces, ¿tenéis todo seguro?

-       QUÉ SI- contestaron.

-       Venga vámonos ya- insistió Mateo mientras salían de casa. 

Cogí las llaves y las gafas de sol y salí de la casa cerciorándome de que todo estaba bien cerrado y ordenado. Cuando llegué abajo, se estaba repitiendo la escena de siempre.

-       Que me toca a mi delante- dijo Mateo

-       ¡QUE NO! A ti te tocó ayer- replicó enfadado Gabriel

Para evitar que la cosa fuera a mayores, intervine:

-       Mateo, Gabriel tiene razón, hoy le toca a él ir delante, así que para atrás- dije mientras le señalaba la parte trasera del coche. 

-       Pero pap…- intentó quejarse, pero al mirar mi cara de casi enfado, decidió hacerme caso.

Ya todo solucionado, arrancamos hacia el campus de fútbol que se llevaría a cabo a las afueras de Madrid. Entre una cosa y otra, el camino se nos hizo bastante corto y en menos de lo que pensaba estábamos allí, rodeados de padres con niños esperando a que comenzara la presentación. De hecho, a medida que iba llegando la gente, a los padres nos iban mandando hacia las gradas, mientras que a los niños los iban agrupando por edades para una mayor eficacia. 

En el tiempo en que organizaban a los chiquillos, y ya sentado en las gradas, estaba que me moría de calor a 36º grados en pleno julio madrileño (los que sean de Madrid me entenderán). Ya no sabía qué hacer, tenía la camisa ya entreabierta y me abanicaba con el folleto del campamento a ver si conseguía una temperatura agradable, aunque definitivamente, mi sudor era inevitable. No obstante, no era el único, porque mirara donde mirara las caras de padres y madres reflejaban el mismo agobio que yo estaba sintiendo. De repente, alguien que se encontraba a mi derecha, se dirigió a mi:

-       Hace muchísimo calor eeee

Al mirar, vi que ese mensaje provenía de un hombre que se encontraba a mi lado. Era mayor que yo, en torno a los 40, alto y fuertote, calvo con vello negro por los brazos y una barba tupida que la daba un aspecto increíblemente atractivo. 

-      Sí, la verdad es que está insoportable el sol- le devolví la contestación tras echarle un primer vistazo bajo mis gafas de sol.

-      Joder, si lo llego a saber, vengo con gorra o algo, me estoy asando como un pollo la cabeza- dijo visiblemente cabreado y sudado- o mejor, con un ventilador portátil- dijo antes de reír a su propia broma. 

-      Jajaja, pues si, hubiera sido una idea genial- contesté entre risas. La verdad que el hombre a priori parecía bastante simpático. 

-      Ya te digo, bueno soy Fran encantado- dijo mientras me daba la mano.

-      Rodrigo, encantado- le respondí. 

-      Y qué, ¿tienes hijos en el campamento? - preguntó 

-      Sí, tengo dos mellizos- contesté.

-      Joder, el dúo dinámico- respondió espontáneamente

-      Sí, jajaja, algo así.

-      Bueno, yo tengo 4, así que tengo también lo mío…

-      ¿4 hijos? - respondí asombrado

-      Si tío, 4 varones aficionados al fútbol que me han quitado las posibilidades de vacaciones, ¡que puta barbaridad lo qué cuesta esta mierda!

-      Ya te digo, es bastante caro- le respondí con sinceridad ya que un mes costaba 1600 euros por niño. 

-      He tenido que sacar hasta dinero del fondo de pensiones, no te digo más… - dijo con algo de amargura.

-      Pero bueno, todo sea porque estén felices y ocupados en verano- le intenté quitar hierro al asunto.

-      Sí claro, sobre todo ocupadosjajaja- se río

-      Eso, eso- reí. 

En medio del barullo, una voz anunció que el acto de presentación iba a comenzar, lo cual implicó que todos los padres se callaran y que el presentador empezara su discurso. Básicamente, agradeció la confianza depositada en los padres y dio las directrices y normas a seguir a los padres y a los niños en el campamento. Luego, presentó a los diversos entrenadores y monitores y agrupó a los niños en su grupo correspondiente, antes de dar por finalizada la presentación y despedir a los padres. 

Prácticamente en manada, todos los padres salimos de las gradas para despedirnos de nuestros hijos, y curiosamente, Fran siempre a mi lado. Al llegar al campo, divisé a mis mellizos ya integrados con un grupito de su edad y me dirigí para despedirme. Cuando llegué y me empecé a despedir, me encontré a Fran hablando con uno de los nuevos amigos de los mellis. 

-      Hombre, así que tus mellizos ya son amigos de mi diablo mayor- me dijo Fran.

-      Pues sí, se ve que si jajajaja- nos reímos. 

 

Tras unas breves palabras, ambos nos despedimos de los chicos y caminamos juntos hacia nuestros coches.

-      Joder, perdona que te lo diga, pero ¿no eres muy joven para tener chavales de esa edad? Si cuando te vi, apenas te echaba 20 años…- dijo con cara de circunstancia.

-      Jajaja, no te preocupes, no eres el primero que me lo dice- le respondí- realmente son mis sobrinos, pero son como mis hijos y así me tratan por circunstancias de la vida… es una larga historia vamos- terminé por decirle. 

-      Ahhhh, ahora me cuadra mejor- dijo con una risa nerviosa- disculpa el comentario.

-      Que no hombre, no pasa nada- le dije quitándole hierro al asunto- bueno, aquí está mi coche. Ya nos veremos eee- 

-      Sí claro, hasta luego colega, que te vaya bien el día- dijo mientras seguía hacia su coche. 

Una vez dentro del coche, cogí y revisé el móvil ya que tenía varios mensajes. Uno de ellos era de un cliente habitual que quería verme. Decidí contestarle.

-      Buenos días Martín, ¿cuándo querrías verme?

Al minuto, me contestó.

-      Buenas Leo, me alegra mucho recibir tu contestación. Estoy libre hasta la noche y me gustaría invitarte a almorzar ¿te parece bien?

He de reconocer que, de todos mis clientes habituales, Martín era muy especial. Lo conocía hace varios años y siempre me había tratado maravillosamente. Era atento, detallista y muy respetuoso. Incluso físicamente, a pesar de que tuviera ya más de 50 años, se conservaba muy bien. La única pega era que, en Bilbao, donde vivía, tenia una mujer y tres hijos. Pero vamos, eso era lo habitual en mi clientela, no me sorprendía. 

-      Encantado Martín, me apetece mucho el plan. 

-      Más me apetece a mí, ¿dónde siempre a las 14:00? - me respondió

-      Perfecto, allí nos vemos. 

-      Genial, no veo que llegue la hora. A las 13:45 mi chófer te recoge donde siempre, ¿vale?

-      Ahí estaré sin falta. 

Después de despedirme, arranqué y me dirigí hacia mi casa para prepararme para la cita con Martín. Llegué, y tras una ducha refrescante que me supo a gloria tras la sudada que llevaba encima, me rasuré rápidamente y me unté de crema hidratante. Luego, me vestí fresco pero elegante, unos chinos beige que me quedaban estupendamente, unas deportivas blancas veraniegas y una camisa blanca que realzaba el moreno. Me peiné, cogí las cosas y antes de salir me vi fenomenal en el espejo. Abajo, cuando llegue a la puerta, ya estaba el chófer con el mercedes de Martin esperándome. 

-      Buenas tardes señor

-      Buenas tardes- le respondí mientras me abría y me cerraba la puerta trasera, para luego arrancar hacia el destino fijado. 

En apena 10 minutos ya estábamos por fuera del restaurante en el que Martín me esperaba. No tuve, sino que entrar y dirigirme hacia “nuestra mesa”, para encontrarme con él. Al verle solo pude pensar que con los años cada vez estaba mejor, definitivamente- pensé- las canas, su moreno, y sus ojos azules les sentaban fenomenal. Cuando me vio, no disimuló su alegría de verme y se apresuró a abrazarme cariñosamente, para luego sentarnos frente a frente. 

-      Cada vez que te veo, estás más espectacular, no sé como lo haces Leo-me dijo mientras me miraba fijamente. 

-      Anda zalamero, no seas exagerado- dije mientras me ruborizaba un poco. 

-      Sabes que yo no exagero, y si te lo digo, es porque es algo real y objetivo- sentenció. 

-      Pues muchas gracias, tú siempre tan amable.

-      No hay que darlas cuando uno dice la verdad- dijo antes de que interrumpiera el camarero con mi vino blanco favorito. 

-      Tú siempre tan detallista- le dije al brindar con el vino.

-      Intento siempre serlo contigo – contestó.

El almuerzo transcurrió fenomenalmente entre charlas y charlas. Él me puso al día de su vida y yo de la mía. He de señalar que con ningún cliente hago eso, pero es que Martín es diferente, él siempre me escucha y me aconseja sabiamente, lo cual hace que se haya forjado entre nosotros algo mucho más profundo que una relación cliente-chapero.

-      ¿Campamento de fútbol? – me preguntó mientras daba sorbos al café que nos habíamos pedido.

-      Sí hijo sí. Necesitaba algún tipo de distracción para esos monstruos y fue la oportunidad de lujo- le contesté. 

-      Pues me parece una idea buenísima, así se cansarán y llegarán muy relajados a casa- contestó entre risas.

-      Efectivamente, eso es lo que busco jajaja- reímos ambos. 

De repente, sacó una caja de una bolsa y me la dio.

-      Toma, un pequeño regalo- me dijo.

-      Martín, por favor, no hacía falta esto...- le contesté un poco incómodo. 

-      Por favor te digo yo, cógelo y ábrelo- sentenció. 

Como siempre, no me quedo más remedio que cogerlo y abrirlo. Cuando lo vi, me quedé sorprendido, era un precioso Cartier de oro. 

-      Martín, no puedo aceptar esto. Es un reloj muy caro, yo…

-      Tú nada, es un regalo que me apetece hacerte y punto. Lo vas a aceptar porque sino me sentiría muy mal y rechazado- me interrumpió- Además, no puedo devolverlo porque ya lo arreglé específicamente para tu muñeca- al mirarlo sorprendido, continuó- es que la última vez que nos vimos, te medí la muñeca sin que te dieras cuenta…

-      Eres de lo que no hay...- reí y atiné a decirle mientras efectivamente me lo ponía y me quedaba perfecto. 

-      ¿Ves? Es que estaba hecho para que tú lo llevaras- dijo mientras me daba un pequeño beso en la mano- te queda genial. 

Sin más, no pude evitarlo, me levanté y le di un suave beso en los labios.

-      Gracias por todo- le dije cara a cara. 

-      Tú te mereces esto y mucho más Leo- dijo mientras me volvía a besar. 

Honestamente, la compañía de Martín me hacía sentir tan bien, que no quería que nunca acabara. Cada vez que se iba, era como si despertara de un sueño y volviera a la realidad que muchas veces era como una pesadilla, una pesadilla que cada vez pensaba que nunca tendría fin. 

-      ¿Te parece si nos vamos? – me preguntó.

-      Claro Martín, a donde tú quieras- le respondí. 

Juntos salimos del restaurante y nos dirigimos hacia el coche para ir a su piso en la Calle Serrano. Como siempre, entrabamos por separado, para así evitar cualquier mirada o situación incómoda con algún conocido. Él primero, y a los 10 minutos yo. Cuando llegué al piso, el ya me estaba esperando sin chaqueta y corbata, y con una copa de ginebra con mucho hielo y un poco de limón en la mano (como a mi me gustaba). 

-      Tan encantador como siempre- le dije mientras cogía mi copa y me dirigía al salón. 

Ya en el salón, vi que tenía todo preparado. Una película pornográfica en la tele, el sofá rodado y el suelo libre sin la alfombra. Al verlo, no esperé más y me quedé únicamente con el slip blanco y con la copa en la mano esperando que Martín llegara de la cocina. Era lo que le gustaba. Al verme, pude intuir como su polla dio un respingo. 

-      Leo, estás deslumbrante, me acabas de dejar loco- dijo mientras se acercaba a mi y me morreaba intensamente mientras sus manos manoseaban mi espalda y mi culo- y tu culo cada vez está mejor- dijo antes de volver a meterme su lengua en mi boca. 

Mientras nos besábamos y nos manoseábamos, nos tiramos al sofá, donde continuamos besándonos yo sobre de él. 

-      Mi amor, llevaba soñando con esto meses, no veía la hora de tenerte así – decía mientras seguía metiendo sus manos en mis slips dándome sonoros azotes en las nalgas. 

Opté por levantarme y suavemente ponerme de rodillas. Sabía perfectamente que le encantaba verme de rodillas ante él. Mientras me miraba con una mirada de vicio, yo le tocaba el pene y pasaba mi lengua por encima de su abultado pantalón. 

-      Que duro está…- dije con vicio. 

-      No sabes cuanto... y todo es por ti… 

Suavemente le desabroché el pantalón y por un lado le saqué del calzoncillo la polla con los huevos. Mmmm, no recordaba lo gorda y venosa que la tenía. Me encantaba su polla, de hecho, sus 18 centímetros, entraban en mi con facilidad por lo cachondo que me ponía. Del calentón, no tardé mucho y me la tragué de una sola vez. 

-      OHHHHHH…me cago en la ostia- gemía como un loco mientras se la comía con profundas mamadas. Me encantaba hacer la garganta profunda.

Mientras gemía, y se la comía entera, no podía parar de mirarle mientras se retorcía de gusto y se mordía el labio como un loco. Continué con la mamada, lamiéndole bien el glande y los huevos como sabía que le gustaba, tragándome bien sus pelotas y lamiéndole todo bien lleno de saliva. Ahí estaba cuando me agarró y me lanzó contra el suelo para tirarse sobre mí y empezar a lamerme todo el cuello y los pezones como un salvaje, algo que me encantaba la verdad. 

Sin más, me arrancó los slips de cuajo con un tirón y me dio una rápida comida al rabo para luego con su lengua irse directamente al ojete y comérmelo con la lengua mientras con sus manos me abría las nalgas fuertemente, y alternaba metiéndome uno y luego dos dedos. 

-      Mmmm, que rico– le dije con razón porque me lo hacía muuuuy bien. 

Sin previo aviso, me puso a cuatro patas, cogió el condón con algo de lubricante, y me la metió entera de golpe. 

-      AHHHHHHHHHHH- grité del dolor. 

Él sin parar, me empezó a follar duramente con embestidas profundas y cañeras, puesto que mis gritos le excitaban mucho más. Jooooder, sentía como su pollote me abría en canal, y eso en vez de dolerme, me encantaba. Me estaba dando de una manera que yo estaba en el puto cielo. No podía ni tocarme porque del gusto me iba a correr. 

Tras unos minutos de embestidas, me cogió en peso y me subió al sofá para que le cabalgase. “ahora sí” pensé y como un si fuera un caballo, empecé a saltar sobre su rabo como un poseso sin control. 

-      ME CAGO EN TUS MUERTOS JOOODER- gritaba Martín sin control mientras me agarraba las nalgas y me daba fuertes nalgadas a la vez que le cabalgaba el rabote. 

El ambiente estaba muy cargado, sudábamos como cerdos y seguíamos follando como animales en el sofá. De pronto, me cogió en peso y me empotró contra la pared, me dio unas cuantas embestidas en el aire y luego me baje, y sin dejarme respirar, me la volvió a meter, apoyándome bruscamente contra la puerta de cristal de la terraza del piso unos minutos más.  

-      Me voyyyy a corr…..- anunció mientras sus embestidas cada vez eran más fuertes y profundas. 

-      Hazzzzlo-…. Yo tambiée..eenn- solo tuve que tocarme un poco para empezar a soltar leche que impactaba directamente contra el cristal de la puerta.

Él, al mi esfínter cerrarse por el orgasmo, no aguantó mas, sacó la polla, se quitó el condón y empezó a llenarme de leche las nalgas con bufidos que debieron oírse en todo el edificio. 

Después de unos minutos de recuperación y de estar pegados uno con el otro de pie, decidimos limpiarnos un poco, y así, como estábamos, nos metimos en la ducha. Tranquilamente, salimos y con las toallas enrolladas, nos tiramos en su cama. Ya en ella, nos abrazamos y nos relajamos bastante. 

-      Leo, siento haber sido tan brusco antes. Sabes que contigo pierdo el control y ahora me siento muy mal- dijo muy apenado. 

-      No te preocupes, sabes que a mi me gusta- le dije mientras le daba un beso en la mejilla- yo soy muy bruto también y me encanta verte así. 

Me miró, sonrío y me besó tiernamente. 

-      Me encantas- dijo mientras me miraba- cada día y cada hora, espero tener la mínima oportunidad para venir a Madrid y verte. Eres la persona más maravillosa que he conocido jamás, creo que estoy enamorado de ti Leo. 

Sus palabras me dejaron trastocado, no sabía que responderle ante esa revelación.

-      Martín, yo…- empecé a hablar, pero me interrumpió.

-      No te lo digo para que te incomodes, solo lo hago porque necesito verbalizar lo que siento. No espero nada de ti, ni evidentemente yo te puedo ofrecer más de esto por mis circunstancias y mi cobardía, pero si tuviera más agallas, ten por seguro que dejaría todo y te llevaría conmigo al fin del mundo para hacerte el hombre más feliz del mundo. 

Sus palabras me emocionaron tanto que le di un beso y me di la vuelta para que no me viera las lágrimas. Él, con su absoluta caballerosidad, me abrazó sin decir nada y ahí nos quedamos en silencio hasta que nos dejamos dormir sin querer. 

El sonido de una voz a lo lejos me despertó del sueño. Cuando reaccioné, me di cuenta de que estaba solo bajo unas sabanas sin pistas de Martín. Me levanté, y con la toalla que llevaba antes, salí a buscarle hasta el salón donde ya estaba vestido con un impoluto traje. 

-      Heyyy, ya te has despertado princesa durmiente- me dijo mientras se acercaba y me daba un beso. 

-      Sí, lo siento por dormirme- dije mientras me desperezaba aún. 

-      Tranquilo mi amor, si fuera por mi seguiría en la cama, pero me tenía que preparar para una cita que tengo con unos socios en Pozuelo. 

-      Ay disculpa, que te tienes que ir y yo así- dije apurado buscando mi ropa.

-      Hey, hey, tranquilo, no hay prisa. De todas formas, te puedes quedar todo el tiempo que quieras. 

-      No, no, que yo también tengo que llegar a casa- dije mirando el reloj- que los mellis estarán en casa a las 8:30. 

-      Pues tranquilo, que aún son las 7 y te da tiempo. Además, antes de irte, tenía que darte esto- dijo mientras me daba una bolsa.

-      Y esto ahora, ¿qué es? - dije 

-      Ábrelo.

Lo abrí y eran un paquete de 3 slips Calvin Klein blancos.

-      Antes te los rompí en el fragor de la batalla, y mandé a Cristian a que te comprara unos…

-      Jajajaja, no hacía falta bobo

-      Claro que sí, no te ibas a ir sin ropa interior y mucho menos por mi culpa- se río. 

Le besé con ternura y procedí a vestirme. Luego, ya vestido y con todo recogido, me despedí de Martín.  

-      Te vas esta noche, ¿no? - le pregunté

-      Si, lamentablemente, solo puedo estar hoy en la ciudad. 

-      Bueno, espero que lo hayas pasado bien…

-      Bien no, PERFECTO- dijo mientras me agarraba y me daba un sonoro beso- eres precioso y genial- me dijo. 

-      Gracias, tú también eres estupendo. 

Me dispuse a marcharme, cuando me frenó y me dio un sobre.

-      Martín, no hace falta por favor.

-      ShhhhhhLeo, por perfecto que sea todo, este es tu trabajo. Y este sobre, es tuyo porque es tu contribución a lo que haces, aunque sabes la poca gracia que me hace saber que no soy el único… 

Sus palabras me devolvieron a la realidad, en definitiva, me sacaron del sueño. Pero tenía razón, era mi trabajo. Cogí el sobre y antes de salir, nos prometimos volver a vernos muy pronto con un tierno beso. 

Cuando ya estaba en la calle, el frescor del atardecer me vino muy bien para poder centrarme y recuperar la normalidad tras este día inusualmente mágico, pero, al final, tristemente irreal. En estos pensamientos me encontraba, cuando me di cuenta de que ya estaba cerca de mi casa. De hecho, a los lejos vi dos figuras que me resultaban familiares: los monstruitos. Corrí hacia ellos, y les asusté como ellos siempre me hacían.

-      ¡Joder papá! que susto nos diste- gritó Mateo acelerado

-      Eso para que sepáis lo que se siente- dije entre risas

-      Casi muero de un infarto- apostilló Gabri

-      Exagerado que eres- reí- Bueno, a la cuestión, ¿qué tal el primer día? - les pregunté. 

-      Súper bieeen papá, ahora en la cena te contamos. Pero antes, tenemos que decirte una cosa- dijo Gabri.

-      ¿Qué cosa? 

-      No hagas planes para pasado mañana- contestó Mateo

-      ¿Y eso? - dije extrañado

-      Pues va a haber una convivencia de padres e hijos en el campamento para conocernos todos y que conozcas a los monitores y entrenadores. 

-      Pues yo no voy a ir- dije serio

-      ¿QUÉEEE? ¿POR QUÉ? - gritaron al unísono. 

-      JAJAJA, que es broma dramáticos. Ahí estaré sin falta. 

-      Papá ya está bien de bromas eeee- dijo haciéndose el enfadado Mateo.

-      Vengaaaa, quien llegué el último a casa es un pringado- dije y salí corriendo

-      EEEEE, eso no vale- gritaron mientras corrían detrás de mi.

Mientras corría, pensé lo poco que me apetecía ir en realidad, pero lo que no sabía es todo lo que iba a pasar…. 

CONTINUARÁ…

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 Muchas gracias de antemano por leer mi relato. Espero que os guste y por favor, escribidme sobre qué os ha parecido y si queréis aportar sugerencias a mi correo: escritor.principiante95@gmail.com

Si queréis que la serie continúe, por favor decídmelo. Espero vuestras opiniones y deseos, por favor OPINAD. 

 Saludos a todos mis lectores.