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Mi compañera de piso es una escort 1/4 De mirón.

en Voyerismo

Poco después del congreso, la empresa me ofreció una comisión temporal en otra ciudad, aproximadamente un año para mejorar mi formación. Me pareció una buena oportunidad para vivir en Madrid por una temporada, sabiendo que luego volvería a mi anterior puesto. Avisé a mi casero y me dediqué durante un mes a finalizar las tareas pendientes y repartir las que no podría terminar, así como a formar al compañero que asumiría mi cargo durante mi ausencia. Al finalizar el mes tenía todo preparado: había localizado un apartamento compartido a buen precio, había preparado las cosas que me llevaba y mandado el resto a casa de mis padres y me despedí de mis amistades por un año.

En cuanto llegué a mi nuevo piso conocí a Sofia, mi nueva compañera de piso. Ella había estudiado historia y estaba preparando el doctorado, pero ahora mismo trabajaba como instructora de yoga y algunas noches servía copas en un bar de ambiente. Era una chica bajita, delgada, escasa de curvas y cuerpo pequeño. A veces cuando la veía de lejos parecía una chiquilla más joven. Empezamos a llevarnos bien pronto, yo en aquella época solía salir a correr por las tardes y al cabo de un par de semanas hablábamos en extrema confianza. Le conté lo de “aquella chica” ( ver relatos anteriores) y hablamos de nuestra vida sentimental, que coincidía en ser escasa. Había una relación buena entre nosotros, algo que implicaba el hecho implícito de que teníamos claro que no queríamos nada el uno del otro.

Una de aquellas tardes, mientras volvíamos a casa, ella recibió un sms y empezó a comportarse de forma rara. A actuar con prisas, y finalmente me agarró por el brazo.

-Oye, verás ¿Tienes algo que hacer esta tarde?

-Pues no, la verdad, pensaba ducharme y revisar unos papeles tranquilamente… ¿Por?...

-No, mira, es que viene alguien a verme y bueno… ¿Podríamos dejarme sola en casa hasta las nueve más o menos?... – Ella parecía nerviosa y ligeramente avergonzada- Te lo compenso luego, palabra.

-Sofi, no te preocupes, mujer- Entendí que iba a tener un encuentro sexual con alguien y la verdad, yo le hubiera pedido lo mismo- Si acaso esta noche haces de cenar y estamos en paz.

Nos reímos ambos y la tensión se relajó bastante. Al llegar, me duché primero y me fui a la calle, decidido a conocer algunos sitios de la capital y tomar algo en alguno de los lugares de los que me hablaban en la oficina. Pasé las horas fuera y a las nueve y cuarto volví a casa, al entrar me topé con mi compañera y un hombre de unos cincuenta años, que se despedía de ella, mientras ella trataba de ocultar algo en sus manos.

-Perdón, disculpe que nos hayamos retrasado- Dijo al poner el abrigo y salir.

Mi compañera estaba roja de vergüenza, una lágrima se asomó a su cara y yo me quedé algo extrañado. A ver, tenía un lío con alguien mayor y con anillo de casado, bueno no me parecía tan grave, él si tenía de que avergonzarse. La reacción de ella me parecía algo exagerada. En ese momento se marchó y se encerró en su cuarto. Decidí esperar un rato, cené y preparé cena para ella y me fui a buscarla. Estaba acostada y tapada hasta las cejas.

-Sofi, te traigo pizza ¿puedo?- Pregunté desde la puerta.

No respondió, yo se la dejé en su escritorio y salí, me senté a ver la tele con mi carpeta de papeles y armado de un subrayador amarillo y otro verde revisando los documentos del curso. Al cabo de una hora ella decidió salir.

-Te debo una explicación… y quizás después de esto quieras buscar otro piso- Dijo llorosa- Eso me pasó con mi anterior compañero… pero que sepas que no me gustaría que fueras.

-A ver, que no es para tanto… tienes un lío con un cincuentón casado. Tampoco es para tanto ¿no?- Intenté quitarle hierro al asunto- No cre…

Me interrumpió levantando la mano y se sentó frente a mí.

-No, no es eso, verás.- tragó saliva y apoyó su cara sobre sus manos- Soy escort…. Chica de compañía y bueno, era un cliente… Normalmente soy yo la que voy, aquí vienen solo algunos “conocidos” con el resto quedo en hoteles o en sus casas… Tampoco es algo que haga habitualmente, solo algunos días al mes y con gente de confianza.

-Entonces eres p…..

-Joder, no seas burro- Dijo con aire ofendida- A ver, sí, me acuesto con gente por dinero, pero no con cualquiera y no siempre es solo sexo. A veces quieren que les acompañe a una cena o un acto, en ocasiones no hay sexo siquiera…  Solo elijo gente que venga recomendada por otro cliente, nada más… Si te vas a ir dilo ya.

Parecía nerviosa, tensa y cansada. Me imaginé que ya habría dado ese discurso antes unas cuantas veces.

-No, no me voy- Dije encogiéndome de hombros- Lo que hagas es cosa tuya… A ver, no te voy a mentir, me choca y tal, pero mientras no me molestes a mí.

Ella se relajó, se permitió sonreir y me invitó a que nos sentásemos juntos en el sofá.

-Vale, me alegro de que te quedes, eres de lo mejorcito que he encontrado de compañero- Se echó a reir cuando fingí indignación- Eres el único que sabía cocinar jajaja.

La tensión se disipó tras la broma, cenó y sacó una botella de ron y otra de coca cola, me ofreció un vaso y se sentó frente a mí. Ahora parecía seria.

-Veo justo lo que dices, tú pagas tu parte y mi trabajo no debe interferir con tu vida aquí.- Dijo con tono serio- Intentaré evitar las visitas cuando estés aquí y si viene alguien y tienes que irte, te pagaré los gastos que tengas.

Quise negarme, pero empezamos una pequeña discusión, hasta que al final terminé cediendo. Las semanas pasaron y nuestra relación se volvió más natural y cercana, aún. Hablábamos de sexo, del trabajo, ella bromeaba de algunos de sus clientes (que rara vez bajaban de los cincuenta años) y apenas hubo una visita en dos meses, que aproveché para ir a ver musicales o al cine, con los gastos pagados. Una de esas tardes, mientras veíamos la tele, estábamos hablando de fantasías no cumplidas.

-Venga ya ¿Cómo te va a quedar algo por cumplir?- Decía mi compañera riendo en el sofá- No me lo creo.

-A ver, he hecho mucho, pero me falta hacerlo mientras otra pareja lo hace en la misma habitación- Dije encogiéndome de hombros, algo picado- Sin intercambio, solo cada uno con su pareja.

-“enga”… No está mal- Dijo mientras reía y se dejaba caer, se puso pensativa y estuvo callada un rato, algo raro en ella.- Aunque suene raro… yo querría tener un mirón mientras hago algo con un cliente…

-¿Cómo no has hecho eso nunca?- La miraba ojiplático-  O sea ¿con todo lo que me has contado y nunca has tenido público?

-Es que, a mis clientes no les gusta que se sepa mucho de lo que hacemos- Asintió, como diciendo ya sabes- Casi todos están casados, matrimonios de negocios y perderían mucho con un divorcio… Por eso siempre insisten en la confidencialidad…. Quizás por eso me excite más hacerlo.

-Bueno, pues dile a uno lo que quieres y….- Me interrumpió, a la par que se ponía de pie de un salto y se sentaba al lado mía.

-Noooo… tiene que ser algo secreto, algo prohibido- Sonreía con picardía y los ojos muy abiertos, fijos en mí- Tiene que ser algo entre el mirón y yo, que me mire escondido y se pajee mirándonos… que solo yo lo sepa… y te ofrezco un trato.

-Miedo me da…

-Calla y escucha- Dijo sonriendo- Tú me ayudas a cumplir mi fantasía… y yo te ayudo con la tuya… y si tenemos más ideas, pues más tratos hacemos…

-Creo que eso complicará un poco todo ¿no?

-¿Qué dices? Es perfecto- Dijo abrazándose a mi brazo- Tú te irás dentro de unos meses y no nos veremos… ambos somos adultos, no buscamos una relación y nos llevamos bien ¿Qué problema va a haber?

La conversación se fue alargando, hasta que al final acabé por ceder. El trato nos convertía en follamigos, pero con la condición de solo cumplir fantasías juntos, sin malos royos y si la cosa se ponía rara, volveríamos al estado anterior. Acordamos también como cumplir su fantasía, sería en su próxima visita, yo me escondería en mi cuarto y ella recibiría al cliente en el salón para pasar a su cuarto, donde le propondría vendarle los ojos a su cliente, me contó que era un promotor inmobiliario bastante sumiso en la cama pero bastante mandón en su empresa, lo cual le hacía gracia.

El hombre llegó a la hora acordada, yo escondido en la oscuridad de mi cuarto lo veía todo perfectamente, ella lo recibió con un camisón de encaje oscuro. Llevaba puesto unos tacones altos, y medias negras, algo que chocaba con su cara angelical e inocente. Empezó a desnudarlo de forma autoritaria y dominante, le regañaba por el color de la corbata o por la ropa interior que usaba, el pobre hombre solo intentaba disculparse avergonzado. A mí, desde mi escondite, me costaba no reírme. Cuando lo tuvo desnudo empezó a jugar con pene, para ser un hombre mayor gordo y panzudo tenía una buena erección. Ella lo agarró fuertemente de los huevos y acercó su cara a la del hombre.

-¿Has follado desde la última vez?- Dijo con agresividad, acto seguido parecía que lo besaba con fuerza para acabar mordiéndole el labio inferior.

-No….  No, señorita Sofi.- Dijo el hombre tartamudeando.

Sofi se agachó lentamente, como si inspeccionara la polla de aquel hombre. Empezó a masturbarlo con dureza mientras lo miraba a los ojos. Tenía un gesto duro, dominante. A mi empezó a excitarme, estaba empalmadísimo y empecé a hacerme una paja mientras miraba. Sofia ya tenía la polla de su cliente en la boca, mientras el hombre intentaba no hacer ruido alguno. Ella se acariciaba con las manos, llevaba las manos a su coño mientras le mamaba la polla usando únicamente su boca. Al cabo de un rato ella se levantó y lo miró con dureza.

-Ahora ya sabes lo que te toca- Dijo mientras señalaba el dormitorio. El hombre entró sumisamente y mi compañera aprovechó para sonreir hacia donde yo estaba e hizo un gesto con la cabeza.

Yo salí de mi escondite, mientras escuchaba como ella le decía al cliente que esta noche tenía un juego nuevo. Cuando me asomé a la puerta ella estaba sentada sobre su barriga mientras el hombre estaba tumbado en la cama.

-Esta noche te voy a vendar los ojos- Dijo ella, su tono parecía ahora más meloso- Y tú vas a confesarme a quien te imaginas follándote así.

-Solo…solo a ti, Señori…- Sofía le interrumpió, poniéndole el dedo gordo de su pie en la boca.

-No me mientas, cerdito.- Dijo con voz seria- O te vas por esa puerta sin correrte….

- A mi nieta Cristina.

-Oh, el cerdito quiere que su nieta lo folle- Dijo risueña mi compañera de piso- ¿Qué edad tiene?

-Dieciséis.

-Pero que cerdo eres, seguro que quieres que se suba encima de ti y te utilice, haga contigo lo que quiera y te saque el dinero verdad…

-Sí, señorita….- Mientras hablaba, Sofi fue adelantándose hasta ponerle el coño en la boca.

-Come pervertido- Dijo mientras le vendaba los ojos. Al girarse, ella me vio allí, desnudo y empalmado, mientras me masturbaba mirando. Sonrió con cara de vicio, agarrando con sus manos los pelos del cliente.

Sofía meneaba sus caderas, adelantaba a veces las mismas, hasta ponerle el agujero del culo en la boca al cliente, a veces le presionaba la cabeza durante unos segundos, casi ahogándolo y luego le soltaba. Tras un buen rato, agarró un preservativo de la mesita y se lo colocó al hombre encima. Se subió colocando la polla del hombre apuntando a su coño, Me miró y me giñó el ojo.

-¿Abuelito, quieres que te folle?- Dijo clavando las uñas en la polla del hombre.

-Sí, señorita Sof…- El hombre se interrumpió al notar como ella presionaba sus huevos con la mano- Sí, Cristina.

Ella se sentó encima de golpe, empezó a cabalgarlo con furia y saña, el hombre intentaba agarrarla del culo y las tetas, ella lo apartaba a manotazos. Veía como la polla del cliente entraba y salía de ella, que gemía mirándome totalmente desbocada, se tocaba con una mano, aprisionando y rozando el glande de su clítoris, su otra mano se apoyaba en la barriga del cliente.

-Ah aaaah, me corro, me corro…. Correté conmigo- Su mirada estaba fija en mí.

-Sí Cristina, el abuelo se corre contigo- Gritaba el hombre ajeno a todo.

Sin embargo, no conseguí terminar y ella poco a poco bajó su intensidad. Me hizo una señal y volví a mi escondite. Al rato escuche la ducha, y al cabo de una hora salieron ambos. El hombre contó los billetes y se los dio a Sofía, me pareció ver doscientos euros, quizás más.

-Bueno, has hecho que me corra por fin.- Dijo Sofía.

-Sí, Sofía, al fin- El hombre parecía abandonar el rol de sumiso, ambos caminaban hacia la puerta- Así que la semana que viene haremos el trío como pactamos.

Sofí se encogió de hombros.

-La semana que viene no podré- Hizo un gesto con la mano, señalando su ingle- Pero para la próxima… Hasta la próxima.

Se despidieron con dos besos, yo salí al cabo de un rato, desnudo de mi escondite. Nos sentamos en el sofá y mi compañera me cogió la polla sonriendo. Ella llevaba su bata puesta, sonreía de oreja a oreja, y estaba aún sofocada de la emoción.

-Ha sido una locura impresionante- se acercó para besarme la mejilla- En  serio, me he corrido como nunca… no paraba de pensar…”Y si nos pillan… ojalá me pillen” pero no quería, solo quería el riesgo… gracias, gracias… Aunque veo que tú no has terminado.

Yo me reía y apoyé mi cabeza contra la suya.

-A ver, es que me he rayado con todo ese rollo dominante y lo de la nieta…

-Es que este tío es un cerdo, en su casa dicen que es un cabrón- Dijo riendo- Su secretaria es también su amante, ella me lo presentó, diciendo que el buscaba una mujer que lo pusiera en su sitio y bueno…ahí lo tienes. Lo de la nieta me lo contó su secretaria, es alumna mía de yoga y por lo visto la nieta es una prenda de cuidado, que está desplumando al viejo.

Ella empezó distraídamente a pajearme, cuando de repente paró.

-Nuestro trato incluye que te corras para mí- Dijo sonriendo. Se tumbó, abriendo su bata- Adelante, termina.

Me levanté y me puse frente a ella, masturbándome con fuerza. Sofi empezó a tocarse, metiéndose los dedos lentamente mientras contenía unos gemidos y se acariciaba sus pequeños pechos. Me miraba directamente a los ojos, cuando notó que me quedaba poco me acercó a ellas.

-Echamelo en el pecho- Mientras me acariciaba los huevos con una mano- Estoy deseando cumplir tu fantasía.

Yo me corrí en el acto sobre ella, echando un par de chorreones calientes sobre su pecho desnudo. Me miró sonriente, se acercó a mi polla y la limpió con la lengua y se marchó a su cuarto. Yo me fui a vestirme, deseando ver hasta dónde íbamos a llegar.

Continuará…