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De cornudo a puta 3

en Hetero: Infidelidad

DE CORNUDO A PUTA 3

Erika se va a casar próximamente con Alex, pero antes de hacerlo vivirá una noche que para ella será inolvidable.

Avenida del Mediterráneo, Madrid, marzo de 1999.

-Entonces si todo está correcto, firmen ustedes aquí-dijo el abogado-extendiendo sendos documentos a las dos personas que tenía delante suyo.

Mientras realizaba esta acción, Ramón Perello, empleado a tiempo parcial en el bufete de abogados Lex Asociados situado en la Avenida del Mediterráneo de Madrid, miro una vez más a la pareja que tenía sentados a apenas metro y medio delante de él, parapetados tras una gruesa madera de caoba cubana. Y es que en los 15 años que llevaba ejerciendo la profesión no recordaba haber visto rostros de contrastes tan acusados. El del hombre era un bloque de mármol inescrutable, sin que pudiera atisbar en el rasgo alguno de emoción. El de la mujer en cambio era un torbellino de turbación, denotado por los esporádicos tics nerviosos que mostraba, acompañados de ocasionales aspavientos. ¿Qué demonios habría ocurrido con aquella pareja? -se preguntó mientras ellos examinaban los papeles.

-Todo correcto-dijo el hombre al terminar de firmar los documentos.

La mujer tardo algo más en examinarlos, pero tras un tiempo breve, estampo su firma en ellos sin poner objeción alguna. Cumplido con el trámite, y tras despedirse de ellos con un apretón de manos, el abogado observo como se levantaban y tras cruzar el amplio despacho, desaparecían por la puerta.  Pensativo, se preguntó una vez más que les habría pasado, mientras guardaba el recién firmado acuerdo de separación en el cajón superior de su mesa derecha.

Fátima cerro suavemente la puerta de salida y lo último que pudo ver de Salvador fueron sus anchas espaldas que se iban desvaneciendo de forma rápida por el recodo de la escalera que este iba bajando con celeridad. Estuvo tentada de llamarlo, pero su pensamiento solo quedo en intención, descartándolo de inmediato antes de comenzar a articular en su garganta sonido alguno. Sabía que iba a ser inútil hacerlo, certeza adquirida por los 10 años que había convivido con él, retumbando aun en su cerebro las últimas palabras que ella había oído salir de sus labios aquella tarde del mes de agosto del año pasado, cuando entro en la casa y al acudir a su encuentro, soltó un escueto te doy 4 días para recoger tus cosas y largarte de aquí, antes de darse la vuelta y desaparecer hasta hoy. Visiblemente perturbada, camino por el corto descansillo y emboco las escaleras por donde apenas un minuto antes había bajado su ex marido.

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- ¡Venga, metete dentro y no nos compliques más la vida, coño! -dijo uno de los policías.

- ¡Soltadme maricones de mierda! -exclamo el hombre mientras era introducido a trompicones en el coche patrulla-añadiendo a gritos-si no tuviera las manos esposadas os abriría la cabeza hijos de perra.

-La madre que lo pario! -dijo otro policía mientras se palpaba su abdomen, dolorido por un codazo recibido.

Un pequeño grupo de curiosos se agolpaba esa mañana de marzo en la confluencia de las calles Peña Prieta y Francisco Iglesias en Puente de Vallecas, observando la brega que más de media docena de policías nacionales tenían con un individuo de gran envergadura y peor genio. Entre ellos, había dos pares de ojos que no perdían detalle de cuanto hacían sus compañeros: los inspectores jefes Michael Gallardo y Patricia Marín. Esta última se ausento mentalmente de la escena por un momento, mientras desfilaban por su mente, como una sucesión de clichés fotográficos, las etapas de la investigación llevada por ella que acababa de concluir con la detención de aquel hombre, Alexis Visairovich, alias Visha, jefe y último eslabón de un grupo criminal ruso dedicado al tráfico de armas y narcotráfico. Se sintió bien por ello, otro cromo más en la colección-se dijo mentalmente. De pronto, una llamada telefónica la rescato de su breve excursión mental y antes de descolgar el teléfono ya sabía quién estaba al otro lado de la línea, lo cual motivo que las comisuras de sus labios se fueran ensanchando hasta formar una sonrisa:

- ¿Si? -contesto.

-Patricia, soy Manolo-dijo una voz ronca con tinte autoritario.

-Dime jefe-siguió ella.

-Estupendo trabajo Patricia, mis felicitaciones por ello, eres el orgullo del departamento, un ejemplo a seguir por todos-continúo diciendo el a la carrerilla.

-Solo hago mi trabajo-respondió ella en un tono sincero.

- ¡Y muy bien hecho! -exclamo el comisario-y siguió diciendo-os quiero a ti y a Michael en mi despacho en una hora para finiquitar los últimos flecos del caso-y colgó el teléfono sin despedirse de ella.

Patricia guardo su Nokia 6160 en uno de los bolsillos delanteros de su ceñido jeans, mientras observaba como arrancaba el coche patrulla con el ruso dentro. Acto seguido, hizo una señal a su compañero Michel y ambos se encaminaron con paso ligero hacia la cercana estación de metro de Puente de Vallecas.

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La habitación de matrimonio estaba dotada de una cama ancha con cabecero de barrotes de hierro, dos mesillas a ambos lados de esta, una serie de cuadros diseminados en desigual cuantía por tres de sus cuatro paredes, un armario de dos puertas y una cómoda clásica de estilo francés, además de otros variados enseres de escasa entidad.

Sin embargo, lo más llamativo y espectacular de su decoración era el espejo de 6 m de longitud y 2,40 m de altura que cubría totalmente la pared situada en perpendicular a la cama. En lo exagerado de sus dimensiones pensaba Salvador mientras permanecía recostado en el cabecero metálico, considerándolo como uno más de los caprichos de Fátima, que había insistido mucho en su colocación. De pronto, alargo la mano hacia su mesilla derecha y cogió una Mahou, la abrió y saboreo el dulce néctar dorado de su interior que tanto le reconfortaba, a la vez que su mente empezó a divagar por enésima vez esa noche… ¿Por qué le había engañado? ¿Cómo pudo liarse con ese alfeñique de Héctor? ¿Es que este último era más hombre que él?

Esa misma mañana habían estado los dos en el bufete de abogados y por un breve instante había estado tentado de preguntárselo… ¿Por qué? Pero fue solo un chispazo, un breve centelleo cerebral que desapareció tan pronto como vino. Sin llegar a ningún sitio en sus devaneos mentales, reparo en la revista Metal Hammer que había estado viendo la noche anterior y que ahora descansaba a un lado de su cama, cogiéndola primero y hojeándola distraídamente después, hasta que sus ojos enfocaron algo que suscito su interés. De inmediato dejo la revista, consulto su reloj, se levantó bruscamente y se dirigió hacia el baño.

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¿Cómo que te ha salido plan? -dijo la muchacha, casi gritando a causa del estridente ruido.

-Sí, si-respondió su amiga-y añadió-Miguel está aquí y me ha dicho que nos vayamos a dar una vuelta.

Erika de 26 años de edad, observo la cara de ilusión de su amiga, apenas dos años más joven que ella y sonrió para sus adentros. Hacía mucho tiempo que Alicia estaba detrás de ese chico.

-De acuerdo, pásalo bien, yo voy a quedarme hasta que finalice el concierto y luego cogeré un taxi-respondió ella al mismo tiempo que suspiraba con resignación.

- ¡Gracias Xoxo! -dijo Alicia-mientras estampaba un beso en sus mejillas y salía disparada hacia la puerta.

Justo en ese instante, Salvador entraba en el local y hubo de hacer una aparatosa maniobra para esquivarla. Refunfuñando para sí acerca de lo alocada que estaba la juventud, se acercó a la barra de la derecha y después de acomodar su aparatosa humanidad en esta, pidió un Gin Tonic a la vez que observaba el ambientazo que había en la sala HEBE donde actuaba el grupo Marea, del cual era fan irredento.

Iba pasando el tiempo y Erika disfrutaba del concierto a la vez que pensaba ocasionalmente en su novio Alex con el que iba a casarse en 23 días exactos y se preguntaba que estaría haciendo ahora. No se movió mucho por la sala, porque su escasa bizarría física de 1,68 m de estatura y 65 kg de peso la habían aconsejado prudentemente quedarse en las zonas más despejadas de la misma. De pronto sintió una punzada de dolor en su pie derecho que hizo que echara un vistazo al mismo lado, viendo ahí plantado a un tipo enorme que miraba directamente a sus ojos, al mismo tiempo que juntaba las manos en posición de rezo implorando su perdón.

-Vale, vale, perdonado-dijo ella con expresión divertida.

Y siguió disfrutando del concierto, pero se sintió acalorada y se acercó a la barra a pedir una cerveza. Fue justo al dar el primer sorbo cuando se percató de que, a su izquierda, a apenas un par de pasos y aparentemente ensimismado en algún punto fijo de la sala, estaba el hombre grandote de antes. Resuelta, se dirigió a él y le hablo:

-Ya podías haber tenido más cuidado-dijo ella en un tono de reproche.

-Oye, que me he disculpado antes-contesto él.

-Si hubieras tenido más cuidado, no tendrías que haberte disculpado-contraataco ella.

-Y si ambos no hubiéramos venido, no estaríamos divirtiéndonos en este concierto-respondió el-lo que a ella le sonó a cierta lógica.

Mientras decía esto último esbozo una sonrisa que a ella le pareció encantadora a la vez que reparaba en sus grandes ojos verdes y lo reposado y tranquilo de su habla. Casi sin darse cuenta comenzó a entablar una conversación con él y al poco rato estaban hablando animadamente de los diferentes grupos musicales que a ambos les gustaban, mientras la actuación musical iba languideciendo, próxima a su finalización. En un momento dado, Salvador sugirió continuar la conversación en el bar Kronen situado a escasos 50 metros de allí y ella acepto al sentirse bien con su compañía.

Apartados en una de las mesas del fondo, con cuatro cervezas como improvisados teloneros, la inusual pareja continuaba enfrascad con su charla, mientras la sensación de confortabilidad de Erika con Salvador había adquirido tintes alarmantes para ella, porque entre confundida y algo mareada, no supo o no pudo oponer resistencia alguna cuando el, sentado a su lado y entre conversación y conversación, primero fue acariciando sus manos, luego su pelo, después su pierna derecha y finalmente la atrajo hacia él y la beso, juntando su lengua con la suya en un maridaje perfecto que hizo que del cuerpo de ella brotaran oleadas de calor, a la vez que con la mano izquierda restregaba su coño, que iba humedeciéndose por momentos  De improviso, él se levantó de la silla sin decir nada y enfilo hacia la puerta, donde se giró y la miro. Ella también se levantó y simplemente le siguió.

Media hora más tarde el pasillo del piso de Salvador fue testigo improvisado de como este magreaba y chupaba alternativamente de manera inmisericorde las tetas de Erika, después de haberla despojado de su sweater primero y su sujetador después, los cuales yacían tirados en el suelo al lado de los pies de ella, que gemía de placer. De pronto, levanto a la muchacha con ambos brazos, ella se agarró instintivamente a su cuello y así fue transportada hacia la cama depositándola suavemente en el centro, donde comenzó a desnudarla poco a poco hasta que estuvo completamente expuesta ante sus ojos. Luego él también se desnudó, desgarro el plástico protector de un condón y se lo puso, quedando de pie ante ella.

No fue el ancho cuello de toro, ni los enormes trapecios a modo de colinas que lo flanqueaban, ni tampoco el tórax hercúleo del hombre. No, no fue nada de eso lo que ahogo un grito de sorpresa en la muchacha. Fue el descomunal pene que colgaba como amenazadora maza de guerra a la vez que convertía el de su novio y próximo marido en algo parecido a un insignificante mondadientes.

El capto el destello de asombro visible en su cara, pero sin más preámbulos se lanzó sobre su cuerpo para disfrutar del festín que tenía a su alcance. Primero separo sus piernas, accedió a su coño e introdujo su lengua, lamiendo y chupándolo con desesperación mientras ella agarrada a los barrotes de la cama, suspiraba y bufaba de placer. Viéndola en este estado de excitación, el estimo que había llegado el momento oportuno, por lo que echo las piernas de la chica hacia atrás, apuntando su polla hacia la entrada de su coño.

- ¡Cuidado!, la tienes muy grande-dijo ella-con un deje alarmista claramente perceptible.

Por toda respuesta, él iba introduciendo su enorme polla de casi 25 cm de largo y 5 de grosor, la cual pugnaba por abrirse paso en su vagina, ensanchándola a medida que esta iba avanzando milimétricamente. Que estrecha es-pensó el por un momento-mientras iniciaba el bombeo en el interior de la muchacha e iba acelerando gradualmente sus embestidas.

-Ayyyyy, ayyy, ahhhhhh, -gimoteaba ella al sentirse desgarrada por dentro, al mismo tiempo que el primer orgasmo sacudía de éxtasis su ser:

-Ahhhhh, ahhhhh, ummmmm, dioooosss

El mete y saca en su coño fue incesante-es un martillo pilon-penso Erika-justo antes de ser incorporada de la cama para ser colocada encima del hombre vuelta de espaldas y por tanto ver su reflejo en el ancho espejo que tenía justo enfrente, mientras contemplaba fascinada como sus tetas se bamboleaban al acompañar el movimiento de subida y bajada de su cuerpo sobre la polla de Salvador, al mismo tiempo que se corría de nuevo y tuvo tiempo de ver como su cara era un reflejo de placer y lascivia semejante al de esas actrices porno de las películas que ella y Alex veían de vez en cuando en casa de este último.

-Ahhhhhhhhhhh, me corrooooooooo.

Salvador apenas emitía sonido alguno mientras su polla seguía percutiendo interminablemente el coño de Erika. De pronto se incorporó de la cama conservando la misma postura sin soltar a la chica, manteniendo a esta en vilo sujetándola por la parte interior de sus muslos de tal manera que ambos quedaron de pie a poco más de un metro del espejo. Ella sentía la polla de el en lo más profundo de sus entrañas mientras el dolor iba dejando paso a una sucesión de ramalazos de gozo imposibles de describir, sensaciones que nunca antes había experimentado con ningún otro hombre, volviendo a contemplar en el cristal como la polla de su amante ahora si desaparecía por completo en el interior de su vagina y sus huevos, gordos como los de un avestruz, subían y bajaban por el movimiento. Soy una puta y Alex un cornudo-pensó fugazmente-mientras nuevos espasmos de placer sacudían su cuerpo hasta desembocar en un nuevo orgasmo:

-Ayyyy, ahhhhhh, ahhhhhh, ummmm…

Al unísono, el comenzó a emitir una serie de sonidos ininteligibles como los bufidos y gruñidos de un animal, mientras apretaba con fuerza sus nalgas e iba aflojando en sus embates. Se estaba corriendo:

-Buuuffff, bufffff, aggggggggggggggggg..

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En ese mismo momento y a 28 kilómetros de allí, en la localidad madrileña de Fuenlabrada, un joven se despertó repentinamente, pegando un alarido. A continuación, se quedó quieto por espacio de un minuto y después de sentó sobre el borde de la cama: había soñado que su novia desaparecía el mismo día de su boda.

-Parecía tan real-se dijo a sí mismo, parecía tan real-volvió a repetirse, mientras se acostaba de nuevo y se arropaba con la manta. Luego se giró a un lado y fue quedándose dormido.

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Alrededor de 30 minutos después, Erika y Salvador se hacían arrumacos en la cama y manifestaban un deseo mutuo de volver a verse de nuevo. Él se levantó y fue hacia el baño, mientras ella quedo confortablemente arremolinada entre las sabanas. A los pocos minutos volvió a sentirle detrás suya y noto como este acariciaba muy suavemente con la punta de los dedos su pezón derecho, al mismo tiempo que iba levantando su pierna del mismo lado. No puede ser-pensó incrédula-mientras la polla de Salvador, dura como una piedra, buscaba de nuevo la entrada de su coño.

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A las 4:30 de la madrugada un gato atigrado color gris cruzaba con andar parsimonioso la calle Azorín en la intersección de esta con Velázquez, en Móstoles. Se detuvo en la acera contraria y sus ojos felinos enfocaron brevemente un viejo BMW serie 5 Sedan de color negro que se paró dos metros delante de él y del cual se bajó una joven menuda que se inclinó brevemente para guiñar un ojo a su conductor y acto seguido se dio la vuelta, comenzando a caminar con paso firme por una de las desiertas aceras. El hombre que estaba en el interior del vehículo vio como medio minuto después la chica desaparecía por la puerta de un portal y sin pensar nada en concreto, se marchó.                           

Continuara

Este relato es el tercer capítulo de una larga serie. Puedes decirme que te ha parecido enviándome un email a lanux2003@gmx.es. Muchas gracias.