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Nos desmelenamos en la casa rural

en Hetero: General

Llevábamos tiempo planificando nuestra escapada anual. Solemos irnos un fin de semana al terminar el verano todos los amigos a una casa rural y ponernos al día de nuestras vidas ya que la mayoría viven fuera de nuestra ciudad y apenas los vemos. Este año, la escapada se había torcido, todos tenían compromisos ineludibles, aun así decidimos seguir adelante con nuestra tradición e ir los que podíamos, en este caso, mi marido David, Carlos y Sara nuestros mejores amigos y yo, Sonia. Al final reservamos una  casa pequeñita con dos dormitorios, zona de barbacoa y piscina, cerca de donde vivíamos.

Llegó el día de la salida, mi marido y yo habíamos conseguido el viernes libre en nuestro trabajo, así que decidimos irnos por la mañana, nuestros amigos llegarían después de comer. Cargamos una pequeña maleta en el coche y salimos en dirección a la casa. Para ir cómoda me vestí una camiseta negra holgada y una falda vaquera.

Para hacerse una idea sobre mi físico, mido algo menos de 1,70 m, pelo negro ondulado y flequillo largo a un lado de mi cara, ojos oscuros y labios gorditos casi siempre pintados de labial rojo, según mi marido tengo cara de auténtica viciosa, piel blanca, pecho generoso sin llegar a ser exagerado, con pezones morenos y unas caderas y culo proporcionadas con mi anatomía, como suele decirse con forma de guitarra.

David, mi marido es un hombre muy atractivo, es de mi misma estatura, ojos azules verdosos y pelo castaño claro rizado que le cae por la frente, los dos competimos por el color claro de nuestra piel. No tiene una complexión atlética de libro, pero tampoco le sobra ni le falta peso, tiene un pecho y espaldas bien definido y unas piernas desarrolladas de practicar bicicleta. En cuanto a lo que me queda por definir… la verdad es que no tengo ninguna queja, nunca le medido su polla, pero cuando está en su máxima expresión, apenas la puedo abrazar con una mano y no he conseguido tragármela entera.

Íbamos escuchando la radio cuando sonó la canción “No digas nada” de Cali y el Dandee, una de nuestras canciones favoritas, puse mi mano sobre su muslo para llamar su atención y él volvió su cara hacia mí, los dos comenzamos a cantar la canción hasta que su mirada se centró en mis pechos. No llevaba sujetador y con el frío del aire acondicionado tenía los pezones marcados en la camiseta. Instintivamente su mano dejó el volante para abarcar todo mi pecho izquierdo mientras con los dedos me pellizcaba el pezón. Uuufff, lo sentí como una descarga eléctrica que me subía desde mi entrepierna al pezón y volvía a bajar hasta centrarse en mi pubis, el ritmo de mi corazón se aceleraba, cerré los ojos y como por inercia eché la cabeza hacia atrás disfrutando las caricias que mi marido me dedicaba. La chispa ya se me había encendido, me mordí el labio inferior y acaricié su polla por encima del pantalón.

- Uuumm!! Ya la tienes a punto, le susurré. Me encanta poner a mil a mi marido y a él no le hace falta mucho para que su polla se ponga a punto, con los ojos cerrados la imaginaba como debía estar dentro del bóxer, con las venas bien marcadas, luchando por crecer hasta el máximo, el maravilloso glande en forma de fresón que tanto me volvía loca de un color rojo intenso... Me moría de ganas por tenerla dentro de mí.

Noté como la mano dejaba de acariciarme el pecho, mi pezón ya tenía el tamaño de una gominola, quise abrir los ojos pero de nuevo noté su mano, esta vez en el interior de mis muslos, noté la suavidad de las yemas de sus dedos y su calidez acercándose cada vez más al borde de mis braguitas, abrí las piernas todo lo que la falda me permitía a fin de facilitarle las caricias que tan cachonda me estaban poniendo.

Ya no me conformaba con recorrer la longitud de la polla por encima del pantalón así que, incorporándome un poco le desabroche el botón del pantalón, bajé la cremallera y ahí estaba su bóxer, con una mancha de humedad en el lugar donde se marcaba el glande, aquello me excitó aún más.

- Cariño, me encanta ponerte así de caliente, levanta el culo del asiento que pueda bajarte un poco los pantalones, le dije. Él, bastante obediente apoyándose con las manos en el volante, levantó el culo lo suficiente para dejarme bajarle los pantalones y los bóxer hasta la mitad del muslo. La visión de su polla, de la polla que tanto placer me daba no hacía más que incrementar mi calentura. Ahí estaba, en todo su esplendor gruesa que apenas la abarcaba con mi mano, el color rosado del tronco contrastaba con el rojo intenso del glande, tiré de ella hacia atrás y dejar todo el glande al descubierto. ¡Dios! Estaba todo el glande empapado de flujo preseminal, con los dedos lo distribuí por toda la polla y centré mis caricias en el frenillo. La respiración estrecortada, sus suspiros y sus gemidos me indicaban que le estaba encantando.

David no había descuidado sus caricias y ya había apartado mis bragas e introducía dos dedos en mi vagina o eso creía, no estaba segura de que fuesen dos o tres, los introducía sin dificultad pues yo también estaba empapada de mi flujo, notaba como sus dedos rozaban mis pliegues internos y se dirigían a mi punto G, el placer que sentía iba “in crescendo” y solo quería sentir nuevamente su polla en mi interior como tantas veces había sentido.

- Sonia, amor, quítate las braguitas que pueda masturbarte mejor, me dijo con su voz suave y varonil. No me pude negar, solté la polla que estaba pajeando y en un rápido movimiento me quedé con las bragas en la mano, me subí la falda hasta la cintura para que pudiese llegar con más facilidad a todo mi sexo y cuando vió todo mi coñito depilado y mi clítoris hinchado y asomando de su capuchón, me dijo:

- Me encanta lo zorrita que eres, cómo sabes ponerme a cien.

Se mojó dos dedos con saliva y los pasó por mi clítoris, ¡Joder! Me iba a correr de un momento a otro, no iba a aguantar mucho más, mis gemidos eran cada vez más sonoros y la respiración más agitada. Sus dedos escurridizos se paseaban por mis labios menores, los introducía, los sacaba, pellizcaban mi clítoris y los volvía a introducir para pajearme. Yo seguía con mis movimientos ascendentes y descendentes a lo largo del tronco, le cogía el glande con la punta de mis dedos y rozando con las uñas repetía los mismos movimientos, no dejaba de emanar ese líquido transparente que tanto me gustaba saborear antes de que se corriese en mi boca. Siguió metiendo y sacando sus dedos de mi coñito, rozando el punto G cada vez con más intensidad. Con mi otra mano me ayudé para llegar al orgasmo, comencé a frotar mi clítoris ávidamente, presionando sobre él y comencé a notar las cosquillitas que advertían llegada del orgasmo.

- ¡Aaaahhh, me corroooo, no pareeees! El orgasmo llegó como una descarga eléctrica, tensando todos mis músculos, atrapando los dedos de David en mi interior, noté como un chorro caliente salía de mi vagina. Cuando cesaron los espasmos y pude relajarme, apoyé de nuevo el culo en el asiento del coche y noté como se me mojaba. Había sido un orgasmo maravilloso y eso que no había tenido su polla dentro de mí. Sacó sus dedos pero antes de volverlos a poner sobre el volante se los chupó, recogiendo en su boca todo mi sabor, el sabor de una hembra caliente.

- Ahora te toca a ti, cariño, quiero que te corras en mi boca, quiero toda tu leche, le dije cuando recuperé el aliento. Me incline hacia su asiento y me acerqué a su polla, el olor y el calor a sexo que desprendía me volvía loca y volvía a encender la chispa del deseo. Abrí mi boca y rodeé el glande con mis labios, pasé mi lengua por él y lo succione hasta que saboreé la última gota de su líquido transparente, comencé a salivarlo, me la fui tragando entera para dejarla bien salivada hasta que la punta me llegó a la garganta. ¡Uuummm, qué polla más rica! Me gustaba todo de ella, estaba enamorada de ese trozo de carne, su sabor, su olor, su grosor, su textura… todo me encantaba.

Me ayude de mi mano para pajearlo mientras con la lengua me centraba en el glande, quería su leche ya, no quería esperar más, le hice el molinillo que consistía en darle vueltas al glande con la lengua muy muy rápido, con eso tenía la corrida asegurada en pocos segundos, pero de pronto me llamó por mi nombre.

- Sonia, para, no sigas. Su voz había tomado el tono normal y algo pasaba. Levanté la cabeza y vi una larga fila de coches delante de nosotros. Rápidamente me recompuse, baje mi falda a su posición y le subí los bóxer y los pantalones a David. Disimulamos todo lo que pudimos pero teníamos las mejillas sonrojadas y el olor dentro del coche era de lo que era, así que bajamos las ventanillas para que entrara aire de fuera y nos pusimos a circular al ritmo que nos marcaban los coches de delante. Pasada una curva había dos coches de la guardia civil y estaban haciendo un control. Por suerte, aunque no teníamos nada que ocultar, no llegaron a pararnos y continuamos el viaje hasta la casa rural.

Cuando llegamos nos estaba esperando el dueño, mi marido salió primero del coche y le estrechó la mano.

- Soy David, conmigo has estado hablando estos días para alquilarnos la casa, le dijo.

- Encantado David, soy Javier, espero que el viaje haya sido agradable, le respondió.

- Si, muy agradable. Te presento a Sonia, mi mujer.

Salí del coche, con la mala suerte de que la falda se subió más de lo debido, pero intenté disimular. Javier no apartaba la vista de mí mientras me acercaba hasta ellos, ¿Habrá visto que no llevo bragas cuando me he salido del coche? No creo, la visión desde ese ángulo no lo permite, ¿o sí? Por mi cabeza surgían todas esas preguntas. Me fijé de arriba abajo en Javier, era algo más joven que nosotros, estaría rozando los treinta, moreno, alto, con el pelo ondulado y tupé, un cuerpo que denotaba que era deportista con unos bíceps y pectorales bien marcados. ¡Vaya si está bueno el Javier este, aquí mismo me lo follaba con la calentura que traigo! Pensé.

- Hola Javier, un placer conocerte, le dije mientras nos dábamos un beso en las mejillas.

- El placer es mío Sonia, si queréis os enseño la casa.

Javier nos estuvo enseñando muy amablemente los dormitorios, la cocina, donde se encontraba la leña  para la barbacoa y dónde se encendían las luces exteriores, era un encanto de persona y muy muy guapo. Al poco se despidió de nosotros deseándonos que disfrutáramos del fin de semana y de la casa y que si teníamos alguna pregunta o algún problema no dudásemos en llamarlo.

Cuando su coche salió, cogí a David de la mano y lo llevé hasta la piscina, me bajé la falda de espaldas a él muy lentamente y me incliné hacia adelante tal y como hacen las actrices porno, para que se deleitase con la visión de mi culo y mi rajita, me incorporé y me saqué la camiseta por la cabeza, desnuda delante de David me giré para verlo. Ahí estaba, embobado mirándome, con un bulto en el pantalón que denotaba su erección. Sin decir una palabra me fui hacia el filo de la piscina y me lancé de cabeza. El agua estaba fresca pero la sensación era muy agradable, salí a la superficie y me giré para ver a David. Seguía parado en el lugar donde lo había dejado, lo llamé y le salpiqué agua y por fin reaccionó, se despojó de su camiseta, sus short y el bóxer. Su polla saltó como un resorte en ángulo de 45 grados, comenzando a dar vaivenes de izquierda a derecha con cada paso que daba al igual que sus huevos bajo ella.

Por fin se lanzó al agua, estuvo un rato sin sacar la cabeza a la superficie y no sabía exactamente donde estaba hasta que note que algo me rozaba las caderas. Sus manos subieron por mis costados y me abrazaron, cuando sacó la cabeza a la superficie ahí estaba mi boca esperando besarle. Nuestros labios se rozaron, se acariciaron hasta que su lengua intentó entrar en mi boca, la abrí un poco, lo suficiente para permitir que su lengua me invadiera, pero ahí estaba la mía esperándola, las dos lenguas se fundieron en un baile de lo más húmedo.

Abrazados tal y como estábamos podía sentir en mis pechos las palpitaciones de su corazón, estaba acelerado, igual que el mío. Una de sus manos bajó por mi espalda y se posó en mi culo, lo apretón y lo atrajo más todavía hacia él, pude notar toda la dureza de su polla en erección así que abrí un poco las piernas y con una mano me ayudé para que quedase alojada entre mis muslos, en contacto con mi rajita. Ahora el baile de nuestras lenguas iba acompasado también por un baile de vaivenes de nuestros cuerpos. Estaba superagusto, no quería que ese momento terminase nunca, la polla de David rozaba mi clítoris y toda la longitud de mi rajita, tuve que separarme de su boca para coger aire, eche la cabeza hacia atrás y uno tras otro, los gemidos hicieron de música de este baile tan íntimo. Ahora volvía a notar el frescor del agua en mis tetas, cada roce de mis pezones con el cuerpo de David, no hacía más que incrementar mi excitación. David no paraba de amasarme el culo, me separaba las nalgas, me las apretaba, pasaba sus dedos desde mi agujerito hasta la entrada de mi coño, para después volver por el mismo camino. Ahora me besaba el cuello, me lo mordía, notaba la aspereza de su barba de dos días que contrastaba con la suavidad de sus labios. No aguantaba más, así que me acerque a su oído y le dije:

- Quiero que me folles ya, no aguanto más sin tu polla, la quiero toda dentro de mí.

Rodeé el cuello de David con mis brazos y abracé su cintura con mis piernas, mi coño estaba abierto y su polla lo encaraba. Con un movimiento de cintura logré notar su punta dentro de mi vagina, me dejé caer poco a poco para disfrutar cada milímetro de ese mástil abriéndose paso dentro de mi coño, sentía su calor y como la acogía entre mis pliegues internos. Cuando la tenía toda dentro,  mi clítoris se rozó con los pelitos recortados de su pubis y un suspiro se me escapó, comencé un suave sube y baja, unas suaves olas en el agua se formaron a nuestro alrededor, mis tetas emergían y se hundían de la superficie del agua, el contraste de la ya cálida agua con la brisa que hacía había conseguido ponerme los pezones de punta y ahora mi marido se afamaba en comérmelos, sus manos, sujetando mi trasero para mantenerme en esa posición me separaban las nalgas dejando al alcance de sus dedos mi agujerito. No tardó en acariciarlo con uno de sus dedos, presionaba intentándolo introducir pero la falta de lubricación lo hacía casi imposible, aun así mi excitación era máxima. Tenía su polla dentro de mi coño, su boca me chupaba uno de mis pezones, pasaba su lengua por la areola, lo mordía, cambiaba de pezón y repetía como un autómata las mismas acciones, mientras tanto uno de sus dedos se perdía entre mis nalgas acariciándome el ano, yo no paraba de gemir como una posesa.

Cuando me quise dar cuenta David me había sentado en el filo de la piscina, estaba con las piernas separadas y de mi coñito completamente abierto no paraban de chorrear mis flujos, se acercó y metió su cabeza entre mis muslos. Fue besándome la parte interna de ellos alternándolos, hasta llegar a mi rajita, que palpitaba como teniendo vida propia. Primero fue un lengüetazo desde el ano hasta el clítoris. ¡Zaaas! El latigazo que sentí me hizo estremecer de gusto, apoye mis codos en el suelo detrás de mí y dejé caer la cabeza hacia atrás permitiéndole hacer lo que quisiera. Repitió otro lengüetazo como el primero y otro más, recogió todos mis fluidos con su boca, su lengua entró en mi interior, el cabrón la sabía moverla dentro de mí y eso me estaba matando de placer, la sacó y comenzó a cebarse con mis labios menores, los mordía, los estiraba, les soplaba. Tampoco se olvidaba del clítoris, a estas alturas estaba superhinchado y fuera de su capuchón, se veía majestuoso como un pequeño glande que desea ser pajeado y eso hizo David, se lo metió en la boca y con los labios y la lengua lo pajeó hasta que no aguanté más. Con un grito desesperado me corrí como solo él sabe hacerme correr, haciendo salir un chorro de mi castigado coñito. No se decir cuánto tiempo duraron los espasmos y las convulsiones pero para mí, fue una eternidad.

Abrí los ojos y allí estaba, a mi lado, se había salido de la piscina y me besaba muy tiernamente, yo tumbada en el borde de la piscina, con las piernas aun dentro del agua intentaba corresponder sus besos para saborear todos mis flujos que él llevaba impregnados en sus labios y su lengua. Cuando recuperé las fuerzas y pude moverme me abalancé sobre él e intercambiamos nuestras posiciones, ahora era David el que estaba tumbado boca arriba en el borde de la piscina y yo estaba encima suyo con mis piernas a los lados de su costados la que lo besaba de forma lujuriosa.

- Voy a terminar lo que empecé en el coche, quiero mi premio y no voy a parar hasta cobrarmelo. Te voy a dejar los huevos secos, le susurré.

- Y yo que te lo voy a dar todo, pero me tendrás que demostrar lo zorra que eres, me contestó guiñándome un ojo y acomodándose los brazos detrás de la nuca.

Bajé por su cuerpo lamiéndole el pecho y las tetillas, donde me entretuve a mordisquearlas. Su respiración se transformó en un jadeo y eso que todavía no le había hecho nada. Con el mero hecho de verlo cachondo me ponía yo también cachonda. Bueno, de verlo y del roce de mis tetas y mis pezones con su vientre y a medida que descendía también con la cabeza húmeda de su polla. El cosquilleo que sentía en mis tetas era similar a cuando me las comía y eso me estaba encantando.

Llegué a la altura de su pubis, su polla palpitaba con vida propia, los movimientos se repetían una y otra vez, se elevaba manteniéndose erguida y caía sobre su vientre, del bordecito del glande quedaba colgando un hilillo transparente hasta su vientre, en uno de esos balanceos, cuando la polla se encontraba erguida sobre sí misma, la atrapé con la boca, rodeé el glande con mis labios y el hilillo se cortó, estaba caliente, no para quemarme sino para sentir el calor de la sangre que la irrigaba, las palpitaciones poco a poco fueron cesando y cuando ya se encontraba más calmada me dispuse a disfrutar de ella. Apreté los labios sobre los bordes del glande y succione como el que sorbe un helado, paseé mi lengua por el sensible frenillo totalmente en tensión, hundí mi lengua en la abertura del glande como queriéndomelo follar.

Hasta ahora no había usado mis manos pero a medida que su excitación aumentaba, con más intensidad se la comía. Agarré el tronco con una mano mientras con la otra acariciaba sus suaves testículos, me saque el glande de la boca y bajé por el tronco dejándole un reguero de saliva, cuando llegué a los huevos, no me detuve y después de haberlos empapado, me los metí en la boca, primero uno y después el otro. Jugaba con la lengua dándoles pequeños empujoncitos y notando como en su interior se movían sus testículos huyendo de manera escurridiza, atrapé uno en mi boca y lo acaricié con mi lengua una y otra vez, separándome de su cuerpo para que se estirasen como goma de chicle. Seguía masturbándolo una mano, pero en lugar de que su glande se secase por el efecto de la brisa, cada vez estaba más mojado. La otra mano la lleve a su culo apretándole las nalgas, apoyándose con los pies sobre el suelo, lo levantó un poco, lo suficiente para que mi mano no quedase aprisionada, fui palpando hasta llegar a su agujerito, que estaba empapado de toda la saliva que había chorreado, presioné un poco con un dedo, pero no cedía. Entonces acerqué mis dedos a su boca y los llenó de saliva, volví a presionar con uno de ellos y ahora sí, entró en su cuito sin dificultad.

- AAAggghh!! Un gemido de satisfacción resonó por encima de los jadeos, introduje el dedo hasta que los nudillos hicieron tope, con los dedos que quedaban fuera acariciaba sus huevos e inicié el movimiento de follarme su culo, en cada embestida le rozaba su punto G, haciendo que su polla hubiese engordado más todavía. Apenas me cabía más allá del glande en mi boca, con sus manos me empujó en la cabeza a tragármela casi entera provocándome una arcada, al sacarla un hilo de saliva recorrió todo su tronco, comenzó a follarme la boca, su polla chocaba una y otra vez contra mi garganta. Sus músculos empezaron a tensarse, el culo lo volvió a levantar del suelo y paró de follarme la boca. Iba a correrse, por fin iba a tener mi premio, aceleré el dedo que metía y sacaba de su culo e inicié el molinillo.

- Sonia me corro!! Me corrooooo!! Aaaaarrrgghhh!! El primer chorro fue directo a mi garganta, me lo tragué sin oportunidad de saborearlo, para cuando salía el segundo, ya tenía mi lengua sobre la abertura y pude notar, primero su calidez en mi boca y después su exquisito sabor, vinieron tres chorros más ya con menos intensidad, este último lo mantuve en mi boca sin tragármelo. Me incorporé sacando el dedo de su culo y me eché sobre su hombro, alcé mi cara buscando su boca y él se acercó a mí. Nos besamos apasionadamente compartiendo los últimos restos de semen que quedaban en mi boca.

Pasó un rato hasta que por fin pudo decir algo, los dos estábamos agotados, tendidos en el suelo junto a la piscina.

- Ha sido maravilloso!! Me has sacado hasta la última gota, me dijo entre respiraciones entrecortadas.

- A mí también me ha encantado hacértelo, sabes que me encanta darte placer y ser tu zorrita, le respondí volviéndole a besar, esta vez con un sonoro beso en los labios.

- Por cierto Sonia, me fijé cuando llegamos que no le quitabas el ojo de encima a Javier. Su afirmación no me cogía por sorpresa, sabía que él se había dado cuenta de mis miradas al dueño de la casa. – Pero él tampoco me quitaba el ojo de encima, le respondí.

- Jajajajaja, ni él ni yo te quitábamos el ojo de encima, nos enseñaste todo tu coño cuando te bajaste del coche, nos tenías embobados, me espetó. Su carcajada me contagió y acabamos los dos riéndonos. – Creía que desde donde estabais no habíais visto nada, le alegué.

- Pues lo hemos visto todo, amor, añadió.

Nos mantuvimos echados en el suelo un rato más, disfrutando de los rayos de sol. David, con el brazo sobre el que descansaba mi cabeza entumecido me pidió que nos levantáramos a preparar algo para comer, pues se había hecho tarde y nuestros amigos pronto llegarían.

Cuando escuchamos el coche de Carlos y Sara estábamos echados en el sofá viendo una peli, salimos a saludarlos y a ayudarles con la maleta.

Me acerqué a saludar a Carlos dándole dos besos, venía con el look de trabajo, pantalones finos, camisa de manga larga y pelo cuidadosamente engominado. Carlos es el Clark Kent, es más, así lo llamábamos de jóvenes. Alto, ojos azul claro, pelo negro con un peinado clásico de raya a un lado y un cuerpo bastante atlético. Su mujer, Sara, casi de su misma estatura es rubia con el pelo liso y corto, tiene unos ojos preciosos, grandes y color miel, cara fina con unos labios finitos. Tiene un cuerpo espectacular, con unos pechos más grandes que los míos, caderas anchas que dan forma a un trasero trabajado en gimnasio y unas piernas esculturales.

- ¿Qué tal el viaje? Pensábamos que ya no veníais, les dije.

- La verdad es que Carlos ha salido más tarde de trabajar, pero el viaje, bien, apenas hemos encontrado coches, respondió Sara mientras la saludaba también con dos besos.

- Pues nosotros ya hemos probado la piscina, el agua está buenísima, dijo David mientras le daba un abrazo a Carlos y después dos besos a Sara. - Dejad la maleta en el dormitorio que os hemos dejado, poneros los bañadores y os dais un baño, añadió.

- Siii, estoy deseando darme un baño, dijo Sara.

- ¡¡Estupendo!! Vamos a pasar un fin de semana fantástico, añadí.

David y yo teníamos nuestros bañadores puestos, por lo que los esperamos hasta que salieron, no tardaron mucho en aparecer. Sara con un bikini tipo bandeau blanco que realzaban sus enormes pechos y un pareo casi transparente celeste que dejaba entre ver unas braguitas con lazos a los lados. Carlos con unos short color negro que dejaba marcado un bulto en el centro. Hacían una pareja genial, los dos eran guapísimos y muy simpáticos y además eran nuestros mejores amigos. Más de una vez mientras me masturbaba había fantaseado con hacer un trio con ellos, meterme la enorme polla que debía tener Carlos mientras recogía con mi lengua los fluidos del coñito de Sara.

¡¡Uuufff!! Sara es una de esas mujeres que llama la atención por donde va, tanto físicamente por el cuerpazo que tiene como por su personalidad, simpática, amable, divertida y éramos grandes amigas. Vamos… que si alguna vez cruzaba la línea de la bisexualidad, me gustaría que fuese con ella. Este pensamiento se había intensificado más de la cuenta cuando habíamos ido juntas de compras y nos desnudábamos una en frente de la otra para probarnos los modelitos, pero claro, el miedo a no ser correspondida, los prejuicios sociales y el romper una amistad de muchos años, me frenaban a dar ese paso. Todo esto lo sabía David, incluso en alguna ocasión con la calentura mientras follábamos, habíamos fantaseado con un trío con Sara o incluso un intercambio entre nosotros y Carlos y Sara, ya que a mi marido también se le iban los ojos tras ella cuando vestía de forma más provocativa. Pero ahí quedaba la cosa, en una fantasía.

Y hablando de que a David se le iban los ojos tras Sara, esta era una de esas veces.

- ¡¡Eeeyyy David, que se te van los ojos detrás de Sara!! Le dije con voz picarona y sin que en absoluto me molestase que la mirase. Acto seguido, me incliné hacia adelante y me bajé la falda vaquera hasta los tobillos dejando al aire la braguita brasileña del bikini. Al notar el aire en mi trasero casi desnudo se me erizó la piel produciéndome un cosquilleo. Al volverme hacia ellos, allí estaban, con las bocas abiertas, sin quitarme los ojos de encima, hasta que Carlos exclamó:

- ¡¡Guauuuu, pedazo de bikini has traído Sonia!! Estás guapísima. ¡¡Vaya mujer que tienes David!!

- ¿Querrás decir, tenemos?? Porque Sara es espectacular, añadió mi marido.

- Bueno, la verdad es que todos hemos tenido mucha suerte con nuestras parejas, vosotros también estáis muy bien, dijo Sara mientras desabrochaba el nudo de su pareo y de un salto se tiró al agua.

Yo coloqué una toalla sobre una de las tumbonas que había alrededor de la piscina y comencé a untarme crema solar en la cara, piernas, abdomen, hombros y pecho.

-   ¡¡Chicas, Carlos y yo vamos a preparar unas bebidas!! ¿Vosotras queréis?, preguntó David desde la sombra en la que estaban cobijados.

- ¡¡Sii, por favor, preparadnos unos cócteles!!. En una de las bolsas que hemos traído tenéis todo lo necesario, respondió Sara mientras salía de la piscina. Extendió una toalla sobre otra tumbona al lado de la mía y cogiendo el bote de crema solar me preguntó.

- ¿¿Sonia quieres que te ayude a untarte crema por la espalda??

- Si, por favor, no llego bien, le respondí.

- Vale, échate sobre la toalla y relájate.

Noté como unas gotas de crema caían en mi espalda entre mis hombros, aparté el pelo y la cinta del cuello para facilitarle el trabajo a Sara. Sus manos estaban frías por lo que di un pequeño respingo, tras el primer contacto mi piel se habituó a la temperatura de sus manos, las cuales las movía en círculos extendiendo toda la crema por la parte superior de mi espalda.

- Voy a desabrochar el nudo del bikini, me susurro Sara. Yo estaba con los ojos cerrados, disfrutando de aquel masaje que me estaba dando y mi única respuesta fue asentir con la cabeza.

Las manos suaves de Sara recorrían toda mi espalda e incluso en el nacimiento de mis pechos por los costados, ¡¡Dios, cómo me estaba poniendo!! De nuevo vino la idea de hacerlo con ella a mi mente, a cada paso de sus manos por esa zona mi respiración se hacía más sonora, de repente dejé de notarla. ¿Por qué ha parado?¿Quizá haya notado mi excitación y no quiere que vaya a más el asunto? De nuevo noté el frescor de la crema, esta vez en mis muslos. Volví a tranquilizarme y a disfrutar de sus manos en mi cuerpo, separé un poco las piernas para facilitarle el trabajo por todas las zonas de ellas. Apretaba mis muslo con ambas manos y presionando las subía desde la parte posterior de la rodilla hasta casi la braguita del bikini. Ahora notaba el calor que desprendía mi vagina y unas cosquillitas me recorrían el interior. Iba alternado las piernas y en cada pasada se acercaba más a las braguitas, hasta que en una de esas pasadas sus dedos rozaron mis labios por encima de la tela. Se me escapó un suspiro, por lo que me puse muy nerviosa fuera a ser que ella parase, pero no, simplemente cambió sus manos de pierna y repitió los mismos movimientos y de nuevo volví a notar sus dedos sobre mis labios, pero esta vez recorrió todo el borde del bikini masajeando mi desnudo culo. El corazón me iba a mil, ya no había duda, aquello no era simplemente extender la crema.

Apoyé los brazos en la tumbona, arqueé mi espalda para poder levantar la cabeza y me giré. Me encontré con el rostro de Sara a apenas unos centímetros de mí y por instinto mis labios se unieron a los suyos, noté la humedad de su lengua y entreabrí mi boca para dejarla pasar, nuestras lenguas iniciaron un delicioso baile pasando de una boca a la otra, le mordía los labios y volvía a encontrar su lengua con la mía. Estaba excitadísima y por lo que notaba en Sara, ella también.

No me había dado cuenta que al levantar mi cuerpo el bikini había quedado en la tumbona hasta que noté la mano de Sara aprisionando uno de mis pechos, lo apretaba con fuerza, pero sin llegar a hacerme daño. Con mi pezón entre sus dedos comenzó a pellizcarlo, lo que antes era una sonora respiración se había convertido en claros gemidos de placer cuando lograba separar mi boca de la suya.

- Estaba deseando comerte la boca Sonia, me gustas desde que te conocí, me susurró mientras me mordía la oreja.

-  Tanto tiempo de amigas y nunca hemos disfrutado la una de la otra por miedo al rechazo, le contesté.

- Pues soy toda tuya, me respondió.

Me incorporé y me senté sobre la tumbona colocando las piernas a los lados de ésta, Sara se sentó frente a mi colocando sus piernas sobre las mías, dejando nuestros sexos a escasos centímetros uno del otro, se desabrochó la parte superior de su bikini dejándolo a un lado de nosotras. Tenía unas tetas preciosas, grandes y redondas, con un rosado pezón en medio y una areola del mismo tono que su piel, por lo que no se distinguía el tamaño que tenía. Me abalancé sobre ellas, agarré una con mi mano mientras me metía la otra en la boca. Me encantaba el olor del cuerpo de Sara y cómo su pezón crecía hasta ponerse del tamaño de un garbanzo en mi boca, pasaba la lengua alrededor de él, lo atrapaba con los dientes y lo succionaba queriéndole sacar leche. Sara por su parte se dejaba hacer, había apoyado los brazos en la tumbona y echado el cuerpo y la cabeza hacia atrás, estaba disfrutando de las caricias que le practicaba y por su respiración, gemidos y algún otro grito que se le escapaba, parecía que lo estaba haciendo bien, aunque fuese mi primera experiencia con una mujer.

La quería con toda mi alma, hacía muchos años que nos conocíamos y me había propuesto hacerla disfrutar al máximo de este momento. Metí mi mano en el interior de su bikini y roce una fina línea de vello cortito encima de su clítoris, la mantuve ahí acariciándoselo hasta que no pude aguantar más y pasé mi dedo corazón por su rajita, sus fluidos ya habían hecho acto de presencia y mojándome el dedo en ellos lo pasé por sus labios hasta volver a llegar a su clítoris. Sara no paraba de gemir y de mover sus caderas en hacia adelante y hacia atrás en intentos fallidos de que mi dedo la penetrase, pasé un segundo dedo por su raja para humedecerlo pero al pasarlo por su vagina, me agarró el brazo y empujó para que mis dedos invadieran su interior e inicié un rápido mete y saca. Sara se abrazó a mí y volvimos a besarnos con mucha pasión, ahogando todos sus gemidos y gritos. Apenas me dejaba espacio para poderla follar con mis dedos, pero aun así seguí acariciando su punto G hasta que su cuerpo empezó a tensarse, sus piernas aprisionaron mi mano y me mordió el labio hasta que no aguantó más y con un grito se desplomó boba arriba sobre la tumbona. Aproveché para quitarle la parte inferior del bikini, estaba todo empapado de sus fluidos, me agache y con mi lengua se lo limpié todo. El sabor de Sara era increíble, un auténtico manjar, cuando había recogido todos sus fluidos me incorporé de la tumbona y me quité la braguita de mi bikini.

Sara estaba todavía recuperándose de su orgasmo cuando me puse de pie con las piernas a ambos lados de la tumbona y flexione mis rodillas hasta que mi coñito quedó a la altura de su cara, al notar la calidez que desprendía, instintivamente sacón su lengua y comenzó la que ha día de hoy ha sido la mejor comida de coño que me han hecho. Mordía mis labios menores, introducía la lengua en la vagina, me succionaba y salivaba el clítoris. Me había dejado caer sobre su cara y apenas podría respirar, pero allí estaba Sara llevándome al cielo, las sensaciones que sentía eran increíbles, hasta el punto que perdí el equilibrio y caí encima de ella quedando mi rostro sobre su monte de venus y sin desaprovechar el momento empecé a comerle la rajita en un delicioso 69. Cerré los ojos con intención de agudizar el resto de sentidos, el gusto, el tacto, el oído y el olfato.

Algo rozó mi cara, al abrir los ojos vi una enorme polla delante de mí, tenía los ojos aturdidos por el sol que me llegaba y no pude distinguir si era la de David o la de Carlos, aun así abrí mi boca y me la intenté tragar, y digo me la intenté tragar porque no podía hacer más, el glande era gordísimo y el tronco supergrueso, tenía que ser la polla de Carlos, miré hacia arriba y pude comprobar los abdominales marcados en el abdomen, era Carlos y Sara tendría que estar por lo tanto comiéndole la polla a David. Pasé mi lengua por el tronco de la polla de Carlos dejando un reguero de saliva que extendí con mi mano para masturbarlo. Mientras pasaba mi lengua por todo el glande lo pajeaba, los gemidos en tono de voz más grave empezaron a escucharse por todo el recinto de la piscina. ¡¡Uuumm, me encantaba aquella polla, me estaba poniendo a mil!! El sabor del líquido preseminal llegó a mi paladar lo cual incrementó aún más si cabe mi lujuria, de pronto sentí como algo caliente, húmedo y grueso me taladraba el coño y de un fuerte golpe entraba hasta el fondo de mi vagina. ¡¡Aaarrggg!! Fue lo único que pude decir cuando por el golpe me trague la polla de Carlos hasta la garganta. David me follaba con rudeza y brusquedad, Carlos sacó la polla de mi boca e hizo lo mismo con Sara, así que me centre de nuevo en el clítoris de Sara, mientras ella hacía igual conmigo, cada vez que salía la polla de Carlos del coño de su mujer aprovechaba para darle un lametón y probar la mezcla de fluidos de ambos. Era increíble como ese enorme rabo podía entrar entero en el coñito de Sara adaptándose como un guante.

No aguantaba más, David me había agarrado las piernas como quien sujeta una carretilla, me embestía cada vez más rápido y más profundo, me estaba reventando el coño, notaba su pubis estrellarse una y otra vez contra mi culo, nunca me había follado de esa manera. Mientras la boca de Sara me castigaba el clítoris, notaba el hormigueo previo al orgasmo. Los movimientos de Carlos también eran más rápidos, sus testículos golpeaban una y otra vez en el culo de mi amiga, el sonido de chapoteo llenaba mis oídos y los gritos de los cuatro de mayor volumen. Creo que fui yo la primera en correrme, tensando todos mis músculos, gritando de placer y atrapando en el interior de mi vagina la polla de David, la cual al notar mis contracciones vació toda su leche en mi interior, justo en ese momento Carlos pegó su pubis al sexo de Sara sin moverse y los dos comenzaron a gritar. Seguramente si nos lo hubiéramos propuesto no hubiéramos llegado al orgasmo al mismo tiempo.

Noté como se salía el semen de mi interior cuando David saco su polla ya flácida, la polla de Carlos todavía se mantenía de un tamaño considerable cuando la sacó de Sara, metí los dedos en el interior de su coñito enrojecido y tremendamente dilatado  y al sacarlos, un hilo de leche brotó chorreando por sus nalgas.

El orgasmo me había dejado agotada y estaba echada encima de Sara cuando la escuche.

- Sonia no puedo moverme, se me han dormido las piernas, me dijo dificultosamente.

Me levante y sentí como el semen de mi marido se escurría por mis piernas, al volverme hacia ella vi como parte le había caído en la cara, me incliné y le limpié con mi lengua, provocando una carcajada en ella y contagiándonosla a los demás.

Después de esto Carlos propuso darnos un baño a lo que todos respondimos tirándonos a la vez a la piscina. Era agradable sentir en frescor del agua después de una sesión de sexo.

Espero que les haya gustado el relato, dejenme sus comentarios para proseguir con el relato