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Dominando a mi alumno

en Dominación

Sentía cierta culpabilidad por lo que había hecho, así que me limité a decirle que tenía una inflamación y que se me pasaría con reposo e ibuprofeno.

Fui directa a la ducha y a lavarme los dientes, seguía teniendo el sabor del tatuador en la boca.

Cené muy poco y me fui a dormir, hasta que no escuché el sonido rítmico de la respiración de mi marido no me levanté.

Necesitaba comprobar si tenía respuesta de mi amo.

Fui a mi bolso cogí el tenía un mensaje:

Mañana irás a trabajar sin sujetador, busca una blusa de seda de un color claro que haga que se transparenten tus pezones, con mis joyas de propiedad. También llevarás falda y tienes prohibido usar ropa interior. No quiero que vayas con el coño vacío así que usa lo que tengas en casa. Sé que das clases en la universidad y que muchos de esos chicos se matan a pajas pensando en ti. El primero que entre mañana a clase será al que vas a seducir, quiero que te lo folles y le demuestres lo puta que eres, quiero que retransmitas el encuentro, así que busca un lugar en tu despacho donde haces las tutorías. Coloca el teléfono de tal modo que pueda ver lo que haces en todo momento por Skype. Si no consigues tirártelo te castigaré, así que saca todas tus armas de mujer.

Mi vagina palpitó ante la idea de tirarme un alumno, me alucinaba que el ginecólogo supiera tanto de mí. ¿Todo eso saldría en mi historial?

No importaba no pensaba fallarle.

-De acuerdo amo -le contesté.

Su respuesta fue inmediata

-Tienes prohibido tocarte a menos que yo te lo diga, así que nada de pajearte pensando en mañana.

-Sí, amo.

-Desnúdate y tómate una foto, quiero que me la mandes y te acuestes así al lado de tu marido.

-Pero nunca duermo desnuda amo y puede verme los piercings.

-¿Crees que acaso me importa? Limítate a obedecer puta.

-Sí, amo.

Me desnudé y me tomé la foto, tenía lo pezones enrojecidos y algo inflamados. Después me metí en la cama tratando de no despertar a mi marido. Por suerte no lo hice.

Me desperté con el anhelo palpitando en mí, me vestí como me pidió i amo, blusa salmón, falta tubo con una abertura lateral, zapatos de tacón y una chaqueta que me cubriría hasta que pudiera cambiarla por mi bata de laboratorio.

Me recogí el pelo y apliqué un poco de rímel sobre mis pestañas, colorete en los pómulos y gloss para darles voluptuosidad a mis labios. Debía seducir a un chaval que rondaría los 18 y yo tenía 40… Lo veía muy difícil, pero trataría de realzar la tarea.

En cuanto llegué a clase, mucho antes de lo previsto, sentí el nerviosismo apoderándose de mí, ya llevaba la bata, los pezones me rozaban y a cada roce me estremecía.

Me ajusté las gafas que necesitaba para la vista cansada y me senté revisando el tema de la clase de hoy.

Lo único que encontré por casa para llevar y que no se me notara eran unas bolas chinas que usé para fortalecer el suelo pélvico en mi segundo embarazo, tenía que concentrarme para que no se me cayeran en mitad de clase. Menudo bochorno si se cayera delante de toda el aula.

La puerta se abrió y mi corazón se agitó, miré hacia allí, mi amo dijo que debería seducir al primero que entrara y ese fue…

Pedro, dije para mis adentros.

Era un chico listo, delgado, tímido, de pelo castaño y ojos marrones. A principio de curso tuvo un problema de atención con mi asignatura y tuvo que quedarse varias veces conmigo para hacer tutoría. Era muy mono, con una cara dulce que me inspiraba ternura.

-Buenos días señorita Aroa – me saludó displicente ocupando el asiento de primera fila, justo delante de mí.

-Buenos días Pedro, he pensado que hoy podrías quedarte después de clase para que charlemos. –Me miró con sorpresa-. Me gustaría evaluar contigo tus últimos avances en mi asignatura. ¿Te viene bien?

-Claro señorita.

Creí percibir que se sonrojaba ligeramente. ¿Sería posible que mi amo tuviera razón y Pedro se hubiera fijado en mí?

Durante la clase lo observé con más atención de lo habitual, do dejaba de mirar mis piernas y parecía acalorarse, apreté las bolas, estaba mojándome ante la posibilidad de gustarle a mi alumno de 18 años.

No veía el momento de estar a solas con él.

La mañana se me hizo eterna, pero finalmente llegó la hora indicada. Puse el móvil en un lugar estratégico, hacía calor, subí el termostato adrede, quería un motivo para sacarme la bata.

Llamaron a la puerta y dije adelante.

Pedro entró dubitativo, como un corderito al que el lobo fuera a devorar, en este caso la loba.

Ya sentía mi coño hormigueando.

-Siéntate Pedro –dije sacando sus últimos exámenes, poniéndome en pie y quitándome la bata-. Disculpa, hoy hace mucho calor, espero que no te importe.

Me di la vuelta contemplando como sus pupilas se dilataban, sabía lo que estaba viendo y me daba mucho morbo.

-No-no se preocupe señorita Aroa, tiene razón hace mucho calor. –No podía dejar de mirarme las tetas con un sonrojo en las mejillas digno de alguien que acaba de descubrir algo que le gusta. Apreté mi cuerpo contra la mesa para que marcara más mis tetas y le vi tragar con dificultad.

-Tengo los ojos aquí arriba –le corregí sintiéndome poderosa. Levantó la cabeza rápidamente.

-Lo siento es que yo nunca había visto algo así y no pensaba que usted…

-¿Llevara pircings? –El chico asintió-. No pasa nada, me los pusieron ayer por eso no puedo llevar sujetador, espero que no te incomode, seguro que ya le has visto los pechos a tu novia-arriesgué.

-No, no tengo novia, me da mucha vergüenza.

- Entonces ¿todavía no has visto unos pechos al natural ni los has acariciado?

-No. –Me lamí los labios.

-Pues como tu tutora no puedo permitir eso –Me levanté desabrochándome la blusa con tiento de que no se asustara.

Pedro se quedó muy quieto y no hizo ademán de largarse. Me quité la blusa y la dejé en el colgador acercándolas a él.

-Son muy grandes –observó mirándolas de cerca.

-Y suaves, ¿te apetece tocarlas? – Las acerqué todavía más y vi como subía las manos con lentitud y las tomaba con mucha sutileza- Puedes apretarlas no muerden.

Incrementó la presión, me estaba excitando mucho por la situación.

-Seguro que tampoco has chupado nunca unos pezones descontando tu época de bebé. –Pedro negó-. Chúpalas –le ordené. Su boca se abrió capturando mis pezones, le dejé que jugueteara con ellos, para no tener experiencia lo hacía muy bien.

-¿Te gustan?

- Mucho

- Muy bien.

Me senté en mi silla como si no importara que tuviera las tetas al aire.

-Si te he llamado es porque no tengo claro que estés tan atento como antes en mis clases y eso se nota en tu rendimiento ¿hay algo que te preocupe o afecte? –Él no sabía dónde mirar, mis pezones brillaban por su saliva…

-Yo eh, bueno, no sé qué decir.

-Hay algo que te esté distrayendo en clase y por eso no prestas la suficiente atención.

Apoyé las tetas contra la mesa de madera y me incliné agarrándole el brazo intencionadamente para tirar un bolígrafo al suelo.

Como era de esperar Pedro se agachó, momento que aproveché para separar las piernas y ofrecerle la visión de mi sexo desnudo con las bolas metidas en él. Escuché cómo contenía la respiración bajo la mesa.

-¿Todo bien ahí abajo? –pregunté separando un poco más los muslos. Escuché un golpe seco, un Auch, y la mesa vibró.

Pedro salió de allí abajo acariciándose la cabeza y sin el boli, di la vuelta solícita para ponerme trente a él y acariciar el punto del que se quejaba.

—¿Te has hecho daño por mi culpa? ¿Te duele? –Sabía que mis pechos volvían a estar a la altura de sus ojos, su aliento caliente me recorría la piel.

—No es nada.

—Eso ya lo decidiré yo —anoté apretándome un poco más y sintiendo sus labios pegados a mi pezón. Le acaricié el punto donde se había golpeado dejándole de nuevo que mamara de mia pechos.

Mi vagina pedía ser satisfecha, ese muchacho me calentaba mucho. Me aparté sin decir nada al respecto, a lo que acababa de suceder.

-Voy a buscar yo misma el boli— Me arrodillé, la abertura de la falda me permitía movimiento pero fingí que no—. Dichosa falda—  protesté arremolinándomela en las caderas para que al separar mis piernas mi culo y mi coño quedaran expuestos ante sus ojos.

Sonreí al ver que el boli había rebotado de algún modo e ido a parar debajo de mi silla, por eso Pedro me había visto tan bien. Mis pechos rebotaron contra el suelo.

Ahogué un gemido cuando algo recorrió mi trasero.

Fue sutil pero lo sentí, ¿me estaría acariciando? Hice como que me costaba alcanzarlo y allí estaba de nuevo, ese roce, como el aleteo de una mariposa, después fueron unos labios los que comenzaron  besar mis glúteos y mi piel se erizó por completo.

Pedro me estaba explorando libremente, sin que yo se lo hubiera pedido, me quedé muy quieta recibiendo lo que quería darme.

Las primeras pasadas lentas fueron ganando vivacidad, los dientes las acompañaron y su lengua exploradora se metió entre mis nalgas arrancándome un gemido de deseo.

Mi alumno paró en seco, mi quejido seguramente lo había sacado del trance en que estaba sumido.

Salí de debajo de la mesa, su cara de consternación no tenía precio.

Me acerqué a él y le acaricié el rostro.

—¿Qué ocurre? ¿No te ha gustado el sabor de mi culo? —Me miró con horror.

—¡No! ¡Era delicioso!

—¿Entonces? ¿Por qué paraste? —su mirada incrédula me despertó esa ternura y excitación de la primera vez.

—¿Le gustaba?

—Mucho —reconocí abiertamente agarrándole la mano y llevándola a mi vagina mojada para que la palpara. Sus jóvenes dedos se perdieron entre mi carne inflamada—. Esta humedad es por ti, me excitas mucho Pedro. ¿Yo te excito a ti? —Asintió muy solemne.

—Usted es el motivo por el cual me distraigo en clase, las chicas de mi edad no me interesan, desde sus tutorías solo tengo ojos para usted profesora Aroa.

—¿En serio? —le pregunté incrédula—¿Y no has estado con ninguna mujer o chica?

—Nunca.

—¿Y te gustaría?

—Me gustaría que usted me enseñara a complacer a una mujer como usted. —Apreté los muslos con su mano en ellos, me había puesto soberanamente caliente.

—Está bien, pero esto quedará entre los dos. Todo sea por las chicas que vas a satisfacer en el futuro…

—Por supuesto, nadie más lo sabrá.

—Muy bien Pedro quítame la falda y explora mi cuerpo como te plazca, cuando te hayas familiarizado con él empezaremos.

El chico casi me arranca la pieza de ropa, sus manos, dientes y lengua, recorrieron cada centímetro de mi anatomía mientras yo miraba con fijeza a la cámara, sabía que mi amo me estaba mirando y eso me ponía muchísimo.

Cuando Pedro iba a iniciar la segunda ronda le detuve y me senté sobre el escritorio.

—Quiero que te desnudes, que te muestres a mí. —Con vergüenza se desprendió de toda la ropa. Era delgado pero muy fibrado y cuando llegó al calzoncillo no pude más que admirar su precioso miembro enterrado en un nido de vello oscuro—. Mmmmmm, tienes una polla muy bonita.

—¿Le gusta? —inquirió tímido.

—Me muero por mamarla. —Su sexo respondió humedeciéndose al momento. La punta segregó líquido preseminal que me moría por probar—. Aunque antes tú me probarás a mí. Quítame las bolas y chúpalas, quiero que sepas qué vas a comer hoy.

Sin dudar tiró de la cuerdecilla y como un cachorro lamió mis jugos recreándose en mi sabor.

—Mmmmmm, buen chico ahora haz lo mismo con mi coño, saboréalo sin prisa, como si fuera un rico manjar que te mueres por saborear.

—Lo es señorita, créame. —Subí los talones a la mesa para ofrecerme completamente. Su rostro se perdió entre mis pliegues, le agarré del pelo y le conduje por todo mi coño encharcado. Pedro ponía mucha pasión y atención a mis indicaciones, le amoldé a mis deseos, a los ritmos que me gustaban, a la presión que debía ejercer con sus dientes para excitarme y no dañarme.

Me folló con la lengua mostrando una habilidad natural para el sexo. Se entretuvo con mi clítoris lamiéndolo y mordisqueándolo como una cereza madura. Iba a correrme.

—Separa los labios y bebe lo que voy a entregarte, esto es tuyo Pedro. —Se pegó a mí y eyaculé en su boca mientras el tragaba el buen resultado. Le agarré del pelo y froté mi coño contra su cara, quería verle lleno de mis flujos, después lo separé y me dediqué a lamerlos sobre su rostro.

—Usted es increíble señorita Aroa.

—Tú también lo eres, es mi turno.

Me arrodillé entre sus piernas y me prometí hacerle la mejor mamada de su vida. Apenas pasé la lengua por sus pelotas y engullí esa hermosa verga Pedro se corrió entre mis labios sin avisar.

—Lo siento —se lamentó compungido.

—No pasa nada, la primera vez es normal, voy a excitarte de nuevo. —Mamé y mamé aquella hermosura degustando la carne tierna y el semen en mi boca, acrecentándola de nuevo con mucho mimo. Hasta que estuvo empalmado de nuevo—. Lo ves, ya ha regresado, ahora tómalo con más calma.

Le había hecho una mamada profunda, Pedro movía sus caderas follándome la boca y a mí me encantaba, me sentía completamente llena, pero mi propósito era otro.

Me levanté puse las tetas sobre la mesa del despacho y le pedí que me follara por los dos agujeros, que hiciera lo que quisiera conmigo y que me golpeara.

Pedro separó mis carnes metiéndose en primer lugar en mi vagina, empujó y empujó llegando a la cérvix y con la palma abierta comenzó a calentar mi culo que restallaba bajo su mano.

—Más duro Pedro, sé más duro, fóllame fuerte y golpéame bien. —No necesitó mayor aliciente que ese. Mi carne ardía, se encendía, picaba y yo me mojaba.

Sacó la polla de mi coño, encaró el glande entre mis nalgas y me abrió en dos sin dudarlo. Me gustaba como me follaba el culo, la energía y el empeño que le ponía.

Yo gemía, él gruñía golpeándome sin parar a un ritmo veloz y salvaje.

—Alterna mis agujeros por favor —le rogué.

Eso fue exactamente lo que hizo, folló mi culo y mi coño alternando estocadas arriba y abajo, salió de repente y le escuche gemir con fuerza, un chorro de semen cayó entre mis nalgas y otro en mi vagina, inundándola por fuera. Después Pedro pasó su boca recogiendo lo restos de su corrida con la lengua para follarme con ella el culo y el coño, así fue como me corrí sintiendo como mi alumno saboreaba su propia corrida en mi carne, premiándolo con un segundo orgasmo que recogió gustoso entre sus labios aseándome por completo con la boca.

Saciada y exhausta me di la vuelta para buscar sus labios y besarle.

Él recibió el beso encantado y yo pude saborearnos juntos en su lengua.

—Lo has hecho muy bien —reconocí.

—¿Podremos repetirlo? Quiero seguir con las clases, prometo hacer todo lo que me pida.

—Ya veremos, ¿vale? —Le besé de nuevo, me gustaba el candor de Pedro.

—No señorita Aroa, va a ser así, porque si no lo hace le diré al director que ha abusado de mí en su despacho. —Le miré ojiplática, vaya con Pedro…

—Pero…

—No quiero hacerlo señorita, solo follarla más y aprender así que no me obligue. ¿Quedamos mañana después de clase, ¿de acuerdo? —Vi cómo recogía su ropa.

—De acuerdo —acepté mirando a la cámara, no sabía si mi amo querría esos encuentros con mi alumno, pero no podía arriesgarme a que Pedro me denunciara y perder mi trabajo.

Continuara….

Espero vuestros comentarios.