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Capítulo 5 - Para nosotros

en Erotismo y Amor

Sonó el despertador, íbamos a llegar tarde a trabajar, mi marido estaba totalmente desfallecido y le desperté con muchas caricias y besos, sabía ir le gustaba cuando hacía eso y le levantaba de buen humor. Era mi hombrecito. Se desertó con mis besos y caricias y sus ojos verdes me miraron, le quite las legañas de sus lacrimales con la sabana y me dió un bocado con cariño a la boca, respondiendo por igual. -Arriba mi amor, vas a llegar tarde a trabajar y yo también. Venga ese culete arriba. -Buenos días a ti también rubia mia... Su erección volvía a estar presente y se la acaricie sutilmente antes de levantarse e irse a asear, salió del baño y desayunó con ligereza para vestirse con uno de esos trajes que me encharcaba toda. -Nos vemos luego cariño, esta noche haremos algo diferente, solo te diré una cosa para esta noche, ponte algo bonito. Te llevaré a cenar a un sitio para celebrar lo felices que somos y lo bien que va nuestro matrimonio. Despierta a Kyla y puede marcharse, tendrá sus que haceres. Así fue cuando me besó en la sien y en los labios. -Luego nos vemos pequeña mía, date un orgasmo antes de irte a trabajar que te deja mejor cara... no quiero oír que mi mujer tiene la cara apagada, los orgasmos te dan la vida... Se marchó y me quedé con Kyla en la cama, estaba desnuda y me acaricié el cuello recordando la noche anterior. Fue tremendo, me dolía hasta el cierre de la boca. Admito que ver como se tragaba toda la tranca de mi marido le impresionó, sin arcadas. Toda una fiera del oral y garganta profunda. Pero a mi marido le gustan las boquitas golosas y no profundas que disfruten de su miembro sin ahogarse... creo que es así por que si no lo fuera, no se habría casado conmigo. De todas formas le preguntaré. Para amenizar la mañana miré el móvil, las 8:30, cojí el vibrador de mi marido y me di placer con él mientras Kyla dormía a mi lado, la besé un poco mientras me acariciaba, pero ella seguía durmiendo como un tronco. Era de sueño pesado. Tuve el orgasmo y Kyla se despertó. -Buenos días rubia...¿Y ese juguetito...? Me están dando ganas de meterlo en otro sitio... Esta me lo quitó y me hizo señas para que me pusiera a 4, así lo hice y con su saliva me lubricó el ano y mientras me comía los labios y me masturbaba con sus dedos finos que alcanzaban a la perfección mi punto G, el enorme dildo se deslizó con suavidad al interior de mi culo, gemí. Joder, me estaba gustando. Imagine que era la dura verga de mi marido. Estaba durísima. La deseé y no la tenía. Kyla me metió el dildo hasta el rotor y gemí de nuevo, me abría los labios y con las paredes hacía fuerza para que viera mi flujo espeso en la vagina preparando para penetrarme, sus dedos así de mojados estaban, se los chupó. -Sofi... estas riquísima, desayunaría de ti cada día. -Yo también, pero me gustaría desayunar con mi marido también. Pensando profundamente me ponía hecha una fiera montarme una polla como aquella, todo el morbo que tenía se dirigía hacia mi entrepierna y mi orgasmo estaba cerca. Pensé en la tranca de mi marido, su glande dulce y suave, su tronco firme y musculoso, sus testiculos pesados e hinchados cuando viene de trabajar deseoso de abrirme de piernas y follarme como si no hubiera un mañana.... Se me fue la cabeza y me corrí. Me corrí en la cara de Kyla y esta se río mientras me saboreaba. El ano se me contrajo y disfruté aún más de como me aprisionaba el juguetito. - Dios... Aguuuuuuuuuuuus.... Kyla me besó las nalgas y disfruté de como lo hacía. Eran besos de cariño, de ternura... Cuando acabó sacó el juguete de mi culo y lo llevo a lavar, lo dejó limpio en el cajón de mi mesilla. -Yo me voy ya preciosa... tengo que irme a hacer mis cosas. -De cuerdo, hasta la próxima... Le sonreí y se vistió dándome un pico. -Hasta la próxima guapa.

La puerta se cerró con un suave chasquido y me fui a la ducha, sentía el ano aún algo molesto de la penetración pero disfruté, desde que descubrí que el anal me gustó, abrí paso a su exploración y no lo dejé. Me fui directa a la ducha y me volví a tocar, joder estaba deseando su erección de nuevo. Maldita sea. Cuando me seque, me puse unos vaqueros y una camisa flotada, para marcharme. Pero de repente pensé en algo, había metido el mando de la bala vibradora en la americana de mi marido para jugar con el... iba a dejarle un mensajito para avisarle. Cogí el móvil, abrí el WhastApp y me escribí con cautela: “Tienes una pequeña sorpresa en el bolsillo de la americana, 5 minutos y estoy lista para salir. Se bueno”. Le llegó y salió enseguida el tick azul de que lo había leído. Escribiendo...: “Oh... vaya, me voy a divertir... gracias cariño, luego nos vemos y verás como te dejaré esas nalgas...”. Vi y lo cerré. Deje el móvil en el bolso para irme y antes de vestirme fui en busca de la bala vibradora, estaba guardada en una bolsita de terciopelo, me la metí abriéndome los labios y de repente algo empezó a vibrar entre mis piernas. Dios la bala. Iba a matarme antes de salir de casa. Mi móvil sonó otra vez. Vi el mensaje en la pantalla. Amor: “No te corras. Te castigaré.” Sonreí y me vestí mientras la bala vibraba algo más suave en mi interior. Traté de no hacerse notar y disimular. La consulta fue algo más pesada pero acabé mojada de vez en cuando la apagaba un tiempo para dejarme descansar. Por suerte llevaba unas bragas de recambio y me las puse cuando me sentía mojada del todo. Continuó con su juego y antes de volver a casa ya estaba mojada otra vez. No podía evitarlo. Sabia como jugar. El turno por fin acabó y deseaba llegar a casa con mi maridito cayéndose la bala del flujo que había en mi vagina, pensando -me va a matar- lo suponía de camino. Abrí la puerta con las llaves y estaba todo en silencio. Salió una sombra del pasillo, era el, se me aceleró el pulso y me relaje cuando vi que era mi marido. Llevaba un elegante traje sin corbata y la camisa abierta. Un una rosa en la mano. -Por fin estás aquí... ¿Que tal vas ahí abajo cariño? No me hacía mucha gracia por que iba pisando huevos. -Agus... me vas a tener que castigar.. Fue cuando metió su mano y me dio la rosa cuando la olí, olía fresca y mientras me metía mano para comprarlo me agarraba la nalga con la otra muy firmemente con sus duras manos. Adoraba cuando me agarraba así. Posesivo. -Voy a ser considerado hoy, quiero hacerte el amor, pero de unos azotes no te escapas. Fue cuando su mano me masajeó él clítoris y gemí en su oído, noté que todavía no estaba erecto pero quería llevar mis manos a tocarle y palparle esa bestia parda que guardaba. Me controlé. Era momento del amor. En ese momento me cogió de las nalgas y me llevó en brazos a la habitación mientras nos besamos lento y con mucho afecto. Nos queríamos, yo le quería, él me quería y me iba a hacer el amor. Cuando llegamos, me tumbó en la cama y dejé la rosa en mi mesilla, me empezó a besar el cuello a desabrocharme la camisa, hasta que descubrió mi sujetador de encaje que me bajó lentamente para descubrir mis pechos y sacarlos para que los viese, estaban saliendo a saludarle, me quito el sujetador por detrás y lo dejo caer al suelo, se ocupó lentamente de mis pechos y de atenderlos con el amor que merecían, mis manos se iban a su cabeza acariciando su pelo, me encantaba como de sedoso lo tenia mientras lo acariciaba entre mis dedos. Mientras se llevaba la boca con ellos, me desabrochaba el pantalón bajándomelo poco a poco mientras bajaba por mi torso plano. Mi monte de Venus le esperaba depilado. Tenía las braguitas a juego con el sujetador cuando me alzó la mirada y me mordí sonrojándome. Descubrió un pequeño bultito en el satén de las braguitas, mi clítoris y delatador. Con la lengua lo lamió y mis piernas se abrieron para el, y con sus dos dedos apartó la tela que tapaba mi jugoso sexo, estaba húmedo y listo para ser amado. Abrió mis labios y metió la lengua para lamerme hasta que subió al clítoris que succionó. Gemí del placer. Metió sus dedos en mi sexo para lubricarme, entrando y saliendo hasta alcanzar mi punto G, rascándome sin parar, me acabé corriendo en su cara y sonrío ampliamente satisfecho. Se erguido y separo mis rodillas. -Eres preciosa cariño, me encanta tenerte así de abierta... verte toda... Sonreí sonrojada y agitada tras el orgasmo. Con su glande acarició todo mi sexo provocándome un estremecimiento y me penetro mientras me miraba y yo me agarraba a las sábanas. Gemí al entrar todo o casi todo. Cuando llevo sus manos a mis caderas me hizo suya con suaves olas rebotando suavemente y alzando mis gemidos acariciandome un pecho mordiéndome. Era perfecto, amaba cuando me tenía abierta y entregada. Varios minutos así no pudo contenerse y sacó su verga dura y con la cara tensa, apretó los dientes y se corrió en todo mi torso y pechos decorándome. -Sofi... me vuelvo loco en tu cuerpo, me pierdo en tus curvas, me emborracho en el elixir de tu interior y me duermo en tus pechos... Tras decirme eso me colocó de lado y abrió mis nalgas para acceder mejor y dio una estocada más dura, gemí, mientras él me miraba me dio un azote y se abalanzó sobre mi agarrándome la mano entrelazada con la mía. Mis pechos rebotaban a sus estocadas y sus labios tocaron los míos rozándose como los pétalos de una rosa en la piel. Lo hizo más lento y me dio un azote rápido y me agarro de la cintura jadeando. -Cariño... me encanta ver tus labios tan cerrados y abrírtelos... con mi enorme verga... Gemí de oírle. Me encantaba llenar mi pequeño agujero de su enorme monstruosidad. Cuando me corrí, me coloco a 4 y me besó las nalgas, me dio un beso negro lamiéndome entre las nalgas tratando de relajarme mientras con sus dedos masajeaba en círculos mi clítoris. Gemía de ternura, me quería cuidar tanto... Cuando vio que estaba preparada, con su enorme erección sujetó una de mis nalgas y se adentró en mi tenso ano cual le comió de arriba abajo. Me encantaba cuando me penetraba de cierto modo en ese lugar tan inhóspito y apretado, me excitaba, quería que me hiciera suya pero respetando ese lugar. Así lo hizo, su mano agarró mi hombro y sin parar se hundió entre mis nalgas hasta la base, me dolió pero era excitante, siguió hasta que se corrió en la entrada de mi apretado ano decorándome toda la entrada a mi sexo. Me corrí junto a él. Mi squirt salió como una cascada entre las piernas y mi marido se excitó a un más provocando restos de eyaculacion que quedaban dentro aún y salían a pegotes. -Aguuuuuuuuuuuuuuuss... cariño.. Gemí extasiada. No podía más, caí rendida y mi hombre me besó las nalgas dándome mimos y tumbándose a mi lado. Kyla... ya no estaba, supongo que mi marido le dio el día libre, quizás volvería otro día, nos lo pasábamos muy bien. Aquel día fue para nosotros y nuestra intimidad como matrimonio, sé que mi marido hace el esfuerzo en hacerme feliz y yo sé lo compenso como debo. Como su mujer que soy.